«¿Por qué esta persona tiene una pistola en mi frente?»
No puedo recordar.
Necesito recordarlo.
Crujido~
El tronco de madera al que le clavé mi hacha se rompió en dos partes, las recogí con mis lastimadas manos y arrojé ambos trozos al fuego que ardía intensamente tras las oxidadas máquinas frente a mí. Aquello que devoraba la madera era un tipo de motor que parecía un montón de chatarra a simple vista, al igual todo el edificio en el que trabajaba, el mismo putrefacto aspecto que tenía mi ciudad. El mismo de todo el mundo actualmente.
«Papá debió mentirme en esa historia que le contó el abuelo, tierras verdes y fértiles, un cielo celeste y despejado...»
Pensé.
«Que tontería.»
El cantar de la alarma que indicaba el fin de la jornada me sacó de mis pensamientos. Recogí mis cosas y con el mismo silencio de cada mañana al llegar, todos los trabajadores nos despedimos sin emoción de las instalaciones.
Al salir, el gris de la niebla y el polvo de la ciudad sacudió mi vieja ropa, el color ocre de las luces nocturnas iluminaba las frías calles bañadas en óxido. Era común perderme entre el férrico sonido de la urbe y las voces del sin fin de personas que estaban fuera de casa a estas horas.
Como piedras en un derrumbe seguía la corriente de gente, perdiéndome entre la muchedumbre y la nube de escoria propia de la tierra. Torpemente, me tropezaba con frecuencia, como un niño que aprendía a caminar. Esta enfermedad en mis ojos no fue el mejor regalo de papá, pero debía vivir con la pesadez de no poder ver con claridad mucho más allá de mi propia nariz. Después de todo no era algo que pudiese cambiar.
En el ocre y el gris, una luz celeste se coló entre la sombra de las personas que caminaban frente a mí. Una gran y sucia pantalla que se alzaba como un cartel sobre la transitada calle, emitía un comercial.
—“Feliz día de las madres” —oí emitir del aparato acompañado de una canción célebre.
Había olvidado que hoy era ese día especial, supongo que es común no recordar algo así si no tenía a mi madre desde que nací. Sin embargo, no pude evitar mirar al niño en el anuncio, abrazando a su persona más especial, mientras que yo me preguntaba el porqué de la ausencia de quien me trajo al mundo.
«¿Dónde estará mamá hoy en día?»
Seguí mi camino. Solo perdía el tiempo imaginando cosas que jamás pasaron al ver aquel comercial.
[…]
Shuink~
Se escuchó el largo chillido metálico de la puerta de mi casa. Incluso los sordos podrían haberse enterado de que había llegado, pero aun así oí la voz de papá, preguntando si era yo.
—Viejo tonto, ¿quién más entraría a esta pocilga? —dije y lo escuché reír al acercarme a la sala. Estaba en el mismo sitio en que lo dejé temprano antes de salir a trabajar.
Siempre pienso que me veré igual a papá en un par de años, su corto cabello negro, tez clara, ojos enfermos y opacos, hasta su mentón es idéntico al mío.
—Si sigues así tendré que ponerte una correa —bromeé.
—No hay mucho que hacer cuando no estás, esta vieja silla de ruedas es tan útil como un par de llantas cuadradas.
—Dentro de poco debería tener suficiente dinero como para repararla —respondí dejando caer mi mochila y abrigo, la madera crujió como si se hubiese quebrado cuando mis cosas tocaron el suelo.
—Tal vez deberíamos usar ese dinero para arreglar otras cosas, hijo.
Suspiré.
—¿Cómo estuvo hoy el trabajo? —preguntó, pero no me di respuesta—. Supongo que tuviste el mismo día de siempre.
—Hubo algo distinto, tal vez hoy corté dos mil trozos de madera en lugar de solo mil quinientos —respondí. El viejo me miró con pena cuando tropecé con mis propias cosas antes de ubicar el sillón para sentarme.
—Estás más distraído que de costumbre.
—Creo que solo son pensamientos pasajeros —desvié la mirada—. Voy a preparar la cena y tu baño en un rato, ya es algo tarde.
[…]
Seco, amargo y duro. Quizás esa sea la definición más apropiada para la comida de los mercados de la ciudad, antes no era mejor la calidad de los alimentos, pero se han superado en empeorar con el paso del tiempo.
Suspiré, rompiendo el silencio de la cena.
—Papá… —dije con algo de vergüenza.
—¿Humm?
—¿Crees que mamá esté bien? —Él dejó de comer al oírme—. Solo es una pregunta, anciano.
—Todo lo que sé, ya lo sabes. Nos abandonó y ese es el final —contestó frío—. Lo lamento, pero sabes que no tolero ese tema. Ella se marchó, y si no le importó cuando eras un bebé, menos le vamos a interesar ahora.
La cucharilla resonó en la habitación cuando la deje caer sobre el plato.
—¿Eso es lo que te tiene distraído? —preguntó.
—Hoy es día de las madres. Solo sentí curiosidad por ella —exhalé—. Tienes razón, supongo, no le importamos y no debería interesarme ya.
—Una persona que te quiere jamás te abandonaría, mucho menos desaparecería. Te lo he dicho muchas veces, pero buscar a tu madre es como abrazar un cactus, no encontrarás nada y solo te estarás lastimando. Verte mal me hace daño, ya estoy muy viejo para eso.
—Lo sé…
Es difícil saber si papá era duro conmigo o así yo lo percibía en algunas ocasiones. El viejo no fue el mejor padre, pero al menos no se marchó y dentro de sus posibilidades logró mantenerme vivo por su cuenta, hasta que enfermó y yo tuve que hacerme cargo de él.
—Es algo tarde ya, mañana también trabajas. Deberías ir a descansar.
Asentí.
[…]
Me encontraba mirando el viejo techo de mi habitación, la cama se sentía tan dura dormir sobre rocas, el calor de la ciudad junto al ruido, y mi pensar, hacían imposible que pudiese dormir.
Era común preguntarme si mamá no me quería y por eso se marchó. Papá jamás me contó mucho al respecto, tal vez fue para protegerme, pero siempre me ha lastimado pensarlo, era como una aguja aferrada a mi piel desde que nací.
Todo lo que recuerdo de mamá, es su ausencia, si no fuera por sus viejas cosas en el sótano, ni siquiera sabría cómo era su rostro, o que amaba la informática.
Días como hoy se sentían más largos, pero era normal. Me hace pensar que si dormir no fuera una necesidad, la vida se sentiría el doble de larga, aunque, realmente sería triste no poder soñar, soñar con una familia feliz y unida, con un futuro claro, soñar con recibir algo que no sea dolor.
«Que tontería.»
Encendí la lámpara que estaba junto a mi cama antes de sentarme en la orilla del viejo colchón, miré la niebla polvorienta que rozaba el cristal de la ventana y me perdí en el sonido de las sirenas en las lejanías.
En ocasiones quería engañarme a mí mismo fingiendo que era duro como el acero, pero noches como estas me recordaban lo frágil que soy. Pienso que en el fondo todos los humanos lo somos, solo que algunos se han vuelto expertos en ocultarlo a lo largo de sus tristes vidas.
Cuando me hundía en la rutina era capaz de olvidarlo todo, incluso la infelicidad. Estar ocupado nubla más mi vista que la enfermedad de mis ojos, pero solo es cuestión de una pequeña púa para reventar la burbuja y darme cuenta de que no he reído hace mucho tiempo, tanto, que olvidé la sensación de estar feliz.
«Solo siento miedo.»
Querré llamarlo ansiedad, tristeza, o cualquier tontería similar, pero la verdad es que solo es la realidad manifestándose ante mí, porque así es el mundo en que nos tocó vivir. Algunos tendrán una coraza de hierro que les haga soportarlo, pero otros, como yo, nos perdemos en la sombra de un alfiler, aunque no queramos que así sea.
«¿Por qué pienso tanto en alguien que no me ama?, ¿qué es lo que busco persiguiendo lo imposible?»
La vieja madera del suelo rechinó cuando me levanté.
Con cada paso que daba, el piso lloraba por su vejez, aunque intentaba no hacer ruido. Con cuidado llegué al comedor y más tarde abrí la pequeña puerta junto a la cocina, apareciendo ante mí las largas escaleras que llevaban a un sitio debajo de la casa.
Bajé con cuidado para finalmente llegar al viejo sótano de mi hogar. Era nostálgico volver, aquí abajo el tiempo parecía haberse detenido, sentía que regresaba unos pocos años atrás, volviendo a ser un niño curioso que quería saber sobre su madre.
El piso estaba tan sucio que mis huellas quedaban marcadas como pasos en la arena, el olor a polvo y antigüedad acariciaba mi nariz sin esconder el pasado que guardaban las cuatro paredes de la habitación.
La luz tenue de la bombilla a penas me permitía distinguir los objetos del estrecho lugar, pero eso no me impidió pasar entre las cosas hasta llegar a lo que alguna vez llamé mi lugar secreto: un pequeño espacio junto a las viejas pertenencias de mamá.
Me senté. Exhalé al recordar las horas en las que busqué alguna pista del paradero de mi madre aquí abajo, sin tener éxito.
Sobre mis manos deslicé las grandes teclas de un viejo teclado que le perteneció, estaba averiado, al igual que la mayoría de aparatos que mamá alguna vez usó.
«¿Por qué no te habrás llevado nada?, ¿acaso fue tan repentina la decisión de irte?»
Entre las polvorientas cosas encontré una antigua foto que me emocionó hace muchos años, era el rostro de ella, una dama de largos y peculiares cabellos pálidos, de un tono tan frío como su mirada. “Que mujer tan rara.” Pensé cuando la vi aquella vez.
Mirar esa foto me traía un sentimiento tan extraño y vacío como el espacio mismo. Una sensación de pena y soledad, un enigma del que nunca tuve respuesta en mis 18 años de vida.
«¿Por qué te fuiste sin decir nada?»
« Podría entender que no sientas apego por un recién nacido, aunque fuera tu propio hijo. Pero papá, ¿qué hay de él?»
Exhalé.
«Mi padre me dijo una vez que estuvieron juntos durante cinco años antes de que te marcharas. Cuando crecí y preguntaba por ti, él solo decía que no era importante y que lo olvidara, sin embargo, yo no puedo evitar pensar en ti, en todas esas ocasiones que se burlaron de mí en la escuela, en todos los días que me he sentido solo, o que no debí nacer y por eso te fuiste.»
Dejé caer mi cabeza lentamente hasta chocar con la pared a mis espaldas, observé el techo mientras sentía las cálidas lágrimas bajando por mis mejillas.
«Papá tiene razón, no debería importarme si a ti no te intereso, solo me hago daño.»
Miré con detenimiento los viejos equipos de mamá, perdido en mis pensamientos. Me animé como en el pasado a encender otra vez el antiguo monitor que estaba entre las cosas, recordé que cuando lo vi en aquel entonces, pensé que podría saber más de ella a través de él.
Pero como pasó años atrás, me decepcioné otra vez.
El aparato no solo estaba estropeado, sino que parecía haber sido corrompido por un malware desconocido para mí, pues los símbolos que rápidamente aparecían en la pantalla como los créditos de una película, estaban en un idioma extraño. Las letras color magenta invadían todos los espacios posibles del monitor, haciendo incomprensible lo demás.
«¿Qué clase de porquería virtual lo habrá dejado así?»
Pensaba mientras pulsaba todos los botones del teclado. Cada pulsación hacía un cambio en el incomprensible código del aparato. El sonido de estática y glitches que se producían eran como tener un taladro perforando mis oídos, podría jurar que me hacía vibrar el cerebro, era el mismo ruido que me aterró de niño.
«¿Qué estoy haciendo?, debería irme a dormir.»
—Que tontería —dije al vacío, mirando el corrompido aparato.
«No entiendo por qué mamá guardó algo en tan mal estado.»
Los códigos se detuvieron en ese instante.
Miré sorprendido el cambio en la pantalla, una especie de números o letras variables representadas por símbolos extraños se hicieron presentes en el centro del monitor, representando una cuenta regresiva. El distorsionado sonido del aparato se hizo más agudo, sentí por un momento que iba a quedarme sordo e inmediatamente intenté apagar el dispositivo, pero este no respondía.
«Chatarra, ¿qué ocurre?»
Repentinamente, los símbolos desaparecieron por completo junto al ruido y la habitación se oscureció en un parpadear, pues la pantalla estaba en negro, todo quedó en un frío silencio.
—Creo que lo estropeé —susurré forzando la vista para ubicar el botón de encendido otra vez, pero el repentino destello magenta de otros símbolos en el monitor, me cegaron. No estaba seguro de lo que veía, pero parecía una interrogante. Estaba muy confundido.
Lentamente y de forma casi imperceptible, aquellos símbolos que no entendía poco a poco comenzaban a cobrar sentido para mí, como si de un momento a otro fuese capaz de comprenderlo.
—“¿Quieres acceder?” —leí. No podía creerlo, acababa de entender aquello.
«¿Todo este tiempo no estuvo averiado?»
Al escribir con el teclado las letras que aparecían en la pantalla no eran las mismas que las del alfabeto, sino una variedad de símbolos que al unirlos formaban otros, creando nuevos significados.
{
>¿Quieres acceder?
«Sí.»
Tecleé.
>¿Está de acuerdo con realizar el mismo procediendo anterior?
«Supongo que sí.»
Acepté.
>Ejecutando…
>Realizando escaneo general…
>Completado.
>Nuevo usuario registrado.
>ID: SP1R4L.
>Acceso concedido.
>Iniciando…
>Bienvenido al sistema.
}
Tras eso, el monitor se apagó repentinamente, llevándose consigo las dudas que tenía. Por más que intenté encenderlo, este no respondió.
La habitación se tornó más silenciosa que antes y el ambiente pareció congelarse como si hubiese llegado el invierno.
«¿Qué está pasando?»
Mi corazón saltó.
—¡¿Qué es eso?! —Me pregunté asustado al escuchar un estruendo indescriptible, era como si un millón de señales de radio colapsaran entre sí desde todas las direcciones.
Sudé a la par que todo mi alrededor comenzó a vibrar a gran velocidad, lentamente perdía de vista la forma de los objetos, como si se deformaran en el espacio y se unieran en una mezcla desastrosa, incluyéndome en el proceso.
Aquel sonido resonó tan fuerte desde todos lados que lo sentí atravesando mi alma, quebrándome en pedazos y reconstruyéndome miles de veces, tantas, que por un momento dejé de sentir mi propio cuerpo y, al ver mis manos, quedé paralizado, pues ellas junto a mis brazos se distorsionaron con todo lo demás.
«¿Qu-qué es esto?»
Bajé la cabeza despacio para ver en lo que me estaba convirtiendo, porque no lo creía. La sensación de pánico invadía cada una mis células, y mayor fue el pavor que sentí al ver toda la parte inferior de mi cuerpo.
Mis propios órganos estaban ahí, fuera de su lugar, junto a todo lo que me componía, como si me hubiese roto en pedazos por las vibraciones. Grité tan fuerte como fui capaz en un desesperado intento por pedir ayuda, pero mi mente se desconectó en ese instante.
—No está pasando, esto no es real —alcancé a decir antes de perder el conocimiento.
[…]
Cruish~
Oí el seguro de un arma de fuego hacer eco en la oscura habitación en la que ahora me encontraba, tirado en el suelo.
«¿Dónde...?»
Tomé aire.
«¿Dó-dónde estoy?»
—¿Quién coño eres tú? —preguntó un hombre que estaba frente a mí a la par que colocó su rara pistola en mi frente—. ¿De dónde mierda saliste?
Dibujo hecho por mi talentoso amigo Nolrax, puedes encontrarlo aquí en NovelToon con el mismo nombre.
—¿Acaso no me oíste? —dijo el hombre frente a mí, sentí el cañón del arma hundirse en mi frente.
No podía pronunciar palabra alguna, era como si el miedo me hubiera cortado la lengua con un cuchillo. No entendía qué era o cómo llegué a este lugar, la habitación era tan oscura que a penas podía apreciar que se trataba de un raro cuarto de hotel que parecía salido de otro tiempo.
«¿Qué es este sitio?»
Evalué.
«¿Quién es esta persona?»
Sentí el sudor bajando por mi espalda. Enfoqué mi mirada en el hombre intentando ver su rostro, pero sus brillantes ojos verdes parecían dos bombillas de neón y ocultaban su identidad, solo podía apreciar la extraña pistola por encima de mis cejas, el cañón estaba rodeado por una especie de sustancia líquida e ingrávida del mismo color que sus ojos.
«¿Qué está pasando?»
Clonk, clonk~
Cantó con fuerza la puerta de metal de la habitación. El hombre retiró con cuidado su arma de mi cabeza y al girarse hacia la entrada lo vi indicarme que me mantuviera en silencio.
Tragué seco.
Desconcertado, miré que sobre él flotaban aquellos símbolos tan extraños que también estaban en el monitor de mamá, aún era capaz de entenderlos.
—T41P4N —leí. Parpadeé varias veces incrédulo de lo que veía, pero no era una alucinación.
¡Clonk, clonk, clonk!~
—"Son ellos, saben que estamos aquí" —oí decir a una preocupada y enfadada voz femenina detrás de mí, con un torpe y tembloroso movimiento miré hacia atrás, observé que se trataba de una mujer. Involuntariamente, di un pequeño salto por la sorpresa, la cara de chica parecía un rostro falso, pálido y robótico.
—Sal de aquí por la ventilación del baño como te enseñé, los vamos a alertar si hacemos otra cosa —le dijo el hombre, podía sentir angustia en sus palabras.
La mujer, rápidamente se arrastró en silencio y la perdí de vista, mientras que yo sentía la necesidad de escapar también, pero mi cuerpo no respondía ante nada.
—¿Quiénes son ustedes?, ¿qué está pasando? —intenté averiguar, pero el hombre apretó mi boca sin cuidado, él estaba sudando, irradiaba miedo.
—Maldita sea, cállate, niño —susurró él.
¡Clonk, clonk, clonk!~
Los golpes pasaron de ser toques secos, a fuertes impactos. En un instante la habitación quedó tan callada como el vacío, podía oír mi acelerada y pesada respiración.
—Maldición —murmuró el hombre—, nos descubrieron.
«¿Qué?»
¡Bum!~
Cual globo que se rompe con una púa, la pesada puerta estalló quebrándose en pedazos por una explosión, el impacto me tiró al suelo con una fuerza abismal y mis oídos chillaron adoloridos.
«¡¿Qué mierda está ocurriendo?!»
Entre la nube de polvo, varios ojos dorados y brillantes aparecieron como fantasmas acompañados por las grandes siluetas de a quienes pertenecían, la sombra de las armas que sostenían me paralizaron, eran enormes. El hombre de ojos verdes se levantó de entre los escombros con la agilidad de una serpiente y disparó su pistola varias veces sin dudarlo.
¡Plumb, plumb, plumb!~
Vomitó el arma cual escopeta, aturdiéndome más. Sus balas parecían una acumulación de materia viscosa, parte de esta cayó sobre mi ropa, quemándola al contacto, al mismo tiempo y sin poder reaccionar, un fragmento de aquello bañó una pequeña parte de mi rostro como una lluvia de ácido, involuntariamente me retorcí al sentir que mi ojo derecho se había calcinado.
—¡Mierda! —Me quejé a la par que cada músculo de mi cara se contrajo, ahogada en dolor, era como si cientos de cristales hubieran atravesado mi ojo en un instante.
Torpemente, me aparté del hombre y de inmediato vi un rayo dorado que le atravesó el pecho con la furia de cien balas consecutivas. Le habían disparado y partes de él me bañaron, cubriéndome de un viscoso rojo, mi estómago se revolvió como un huracán, quería vomitar al sentir su carmesí sobre mi rostro.
La bala que le dio fue tan agresiva que lo hizo explotar en pedazos, sobre mis piernas incluso cayó una de sus pertenencias, era una especie de contenedor pequeño que posteriormente desapareció, trayendo consigo el mensaje de ">Objeto almacenado en el inventario" a mi campo de visión.
«¿Qué?»
De mi boca solo salían soplidos y un vago intento por pronunciar palabras de auxilio. Las dos siluetas de ojos amarillos se acercaron a mí sin decir nada, pude apreciar que vestían trajes gruesos y pesados como montañas, parecían dos colosos oscuros.
—Analízalo —Ordenó frío el más alto, quien sostenía la devastadora arma asesina.
—No hay presencia de algún componente mecánico, tiene estadísticas de un principiante. Niveles de estrés, ansiedad y miedo: elevados. Sufrió daño por elemento naturaliquo recientemente y es nuevo en el sistema, spawneó hace poco —detalló con un tono tan gélido como el de su compañero.
—Entonces ya acabamos aquí —respondió el gigante y con la misma frialdad con la que llegaron, se marcharon.
No podía dejar de temblar. Olía a pólvora y sangre, sentía que no tenía fuerzas ni para moverme, la imagen del hombre destrozado frente a mí me tenía inmóvil, no pude evitar vomitar.
[...]
Con pasos torpes y débiles caminé por el pasillo del extraño hotel, sus colores oscuros dificultaban mi defectuosa y ahora aún más pobre visión. Me tenía que apoyar en las paredes para poder avanzar, apestaba a orina y basura quemada, además de que varias habitaciones habían sido destrozadas y no retiraron los escombros o los heridos, era repulsivo.
En los pasillos había toda clase de personas con atuendos extraños, algunos parecían salidos de una fiesta ridícula, pero otros tenían un aspecto tan aterrador como el de los colosos. Todos tenían esos nombres con letras y números sobre sus cabezas.
Por mi cabeza solo pasaba la idea de recibir ayuda, pero al mismo tiempo, me preguntaba por qué nadie estaba espantado por mi aspecto, o el del hotel. Era como si para los demás, este caos fuese algo común.
Con el peso de mil piedras terminé llegando a lo que parecía ser la salida del edificio, o eso aparentaba, pues afuera todo daba la impresión de ser una extensión del hotel, pues no había más que tonos oscuros detrás de aquella gran puerta, era como si todo estuviese formado del mismo material.
Lentamente, me acerqué a la salida y pude apreciar que había personas con los mismos trajes que los colosos, como si fuesen policías vigilando el área. Su presencia no me impidió avanzar, pues yo no parecía ser algo relevante ante sus ojos.
Al cruzar la gran puerta, llegó el canto de la ciudad a mis oídos, compuesto por todo tipo de voces, gritos, comerciales, sirenas, motores. Todos formando la melodía de una metrópolis más escandalosa que todo lo que había escuchado alguna vez, una verdadera canción de desorden a niveles incalculables.
Me quedé anonadado al ver pobremente mis alrededores, estaba abrumado por la cantidad de edificios que llegaban hasta las nubes e incluso parecían salir de ellas, como no existiese el cielo.
Todos esos carteles brillantes, tuberías, luces y personas que me rodeaban, todo transmitía las vibras de ser parte de una megaurbe eternamente nocturna y saturada, hiperpoblada, caótica y mucho más avanzada tecnológicamente que la ciudad de la que venía.
Perdí en equilibrio por la desagradable mezcla de sentimientos que ahogaban mi cerebro, estaba tan desconcertado que me sentía como un niño indefenso, la misma sensación de cuando papá me dejaba solo en casa durante varios días.
Tuve que sujetarme de un par de tubos para no caer al suelo, no podía controlar mi respiración y mucho menos era capaz de procesar lo que estaba ocurriendo, o las cosas que había visto. Miré mis manos manchadas de polvo y sangre seca sin creer lo que ocurría.
El sin fin de gente a mi alrededor me robaba el aire, llevaban todo tipo de artefactos y armas de fuego, sin miedo a ser arrestados, incluso oía disparos a metros de mí. Huyendo de aquello, con las pocas fuerzas que me quedaban logré adentrarme a un callejón cercano.
Los gases que salían de las tuberías del estrecho camino llegaron a quemarme y congelarme por igual, y sin poder siquiera saber qué estaba frente a mí, terminé tropezando con un montón de chatarra. Olí el polvo del suelo y sentí el gélido viento de la ciudad azotarme, mientras que mis brazos se habían vuelto incapaces de levantar el peso de mi propio cuerpo.
«Ya no... No puedo más.»
Cerré los ojos. Me faltaba el oxígeno y mi mente estaba más nublada que mi visión, y sin poder notarlo, caí en un estado de inconsciencia.
[...]
Desperté de golpe al sentir que mi cabeza saltó y chocó contra el suelo.
Mis párpados pensaban tanto como un tren, mi deficiente visión a penas alcanzó a apreciar que alguien me estaba arrastrando como una maleta por otro largo y oscuro callejón.
—Oye —dije, pero la persona siguió arrastrándome.
Él o ella llevaba puesto una capucha y una túnica oscura, vieja y desgastada. Podía oír un sin fin de objetos chocando con cada paso que daba, como si cargase una tienda entera debajo de la capa.
—¡Hey! —Grité—. ¡Suéltame!
Mis piernas cayeron como piedras al suelo tras mis palabras.
La persona se giró sorprendida y juntó sus manos de metal con nerviosismo, no podía ver su rostro, solo unas inexpresivas pupilas que brillaban como gemas color magenta en el fondo de la capucha.
—A-ah, je, eh —tartamudeó con su nerviosa y artificial voz—. Creí que estabas muerto, je.
—¿Quién eres tú?
—¿Yo, yo? —pensó un momento—. Ve-vendo a personas, para personas quiero decir. Mi-mira.
«¿Qué le pasa?»
—E-eres nuevo por aquí, ¿no es así?
Solo asentí, confundido.
—Mi-mira, te, te lo puedo dar con rebajas especiales —dijo sosteniendo algo que sacó de su túnica, era un extraño cubo negro.
—¿Qué es eso? —pregunté precavido.
—Es-es útil, para los nuevos en la ciudad, mira es un arma tipo guja, es pa-para defensa personal.
—No quiero ningún arma —negué hasta con las manos, pero él lo puso a la fuerza sobre mis palmas.
—Solo cuesta tre-trescientas pecunias. —Su temblorosa mano me pedía el dinero.
—No sé qué es eso, ni siquiera sé qué es una pecunia.
«¿Qué ocurre con él?»
Antes de decir algo más, me quedé sorprendido por la ventana que se abrió frente a mi ojo, era como si un anuncio estuviera impreso en mi retina.
>Un ladino te ofrece un intercambio.
>Artefacto de vinculación [Arma: Guja] X 300 Pecunias.
>¿Aceptas?
La insistencia de la criatura era aterradora y yo estaba realmente desconcertado por las cosas que veía, era como si mi cerebro se hubiese vuelto un proyector.
Entre la información frente a mí, vi que estaba presente el número 350 junto a un símbolo que desconocía, pero en el fondo era como si supiese que se trataba de algo relacionado con una moneda.
El extraño comportamiento del vendedor me atemorizaba, lo describiría como hablar con la copia de una persona, como si no fuese natural para él o ella una simple conversación.
Su raro e insistente actuar me hizo aceptar lo que sea que me ofrecía porque pensé que así se iría. Al concluir el intercambio de lo que sea que había comprado, el mensaje "Objeto almacenado en el inventario" volvió a aparecer frente a mí, con la diferencia de que las palabras "Arma equipada" aparecieron tras la notificación anterior.
>Tu ataque ha aumentado a 2.
«¿Qué significa todo eso?»
—Oye —dije mirando aquellos ojos perdidos y sin alma—. Los símbolos sobre tu cabeza, son distintos al de los demás, ¿por qué?
La criatura guardó silencio cuando pregunté sobre qué era este sitio.
—Por favor, no sé cómo llegué aquí, necesito saber dónde estoy o qué es esto, solo responde eso, por favor —supliqué.
—Humano —me señaló—. Co-copia —se señaló—. Sistema de aprendizaje —apuntó hacia el suelo.
—No entiendo qué significa, solo quiero sab...
¡Pluuumb!~
«¿¡Eh!?»
La criatura voló en pedazos tras recibir un repentino disparo. Fragmentos del material que lo componía se dispersaron cruelmente por el callejón, como si fuese un montón de chatarra. Al girarme asustado para saber quién lo hizo, vi un rostro que ya conocía.
Mis manos temblaron.
La mujer del hotel en el que desperté estaba a un par de metros de mí, fue tan sigilosa que ni siquiera oí cuando se acercó. Su rostro falso e inexpresivo no ocultaban sus malas intenciones, aquellas perlas verdes al billar reflejaban la muerte.
—Al fin te encontré, maldito niño. No sabes cómo costó perseguir el aroma del naturaliquo concentrado. Pensé que los centinelas se lo habían llevado, pero vaya sorpresa me llevé cuando el olor me trajo a este lugar laberíntico, hasta ti —escupió—. Dame el contenedor, no tengo tiempo, si te mato puedo perder el objeto.
—No tengo idea de qué me estás hablando, por favor, cálmate —contesté, pero ella estaba segura de lo que decía y quería.
Cru-cruish~
Recargó su arma y la apuntó hacia mí.
—Suelta el maldito contenedor o te haré estallar como el Afín que tenías al lado.
—¡Dame el contenedor, maldición! —gritó la mujer, pero yo solo reflejaba confusión ante sus palabras—. «No quiero destruir accidentalmente el ítem si lo asesino, pero este idiota no me está dejando opciones. Sea como sea, no debería estar por estas zonas al descubierto por mucho tiempo» —pensó ella—. «Supongo que tendrá que ser cuestión de suerte, drop o pérdida.»
La vi escupir y dio dos pasos hacia mí. Me dolía el pecho por el constante ritmo cardíaco acelerado, todo mi pensar se había sumergido en el pavor.
«¿Por qué todos quieren matarme?»
Cerré los ojos con fuerza al oír el seguro del arma, pero la voz de un tercero se coló a la escena antes de que ocurra algo.
—Dados, la infecciosa, ¿no es así? —dijo con una fría y calmada voz femenina.
Al ubicarla con rapidez, pude apreciar que aquellas palabras provenían de una chica que estaba de cuclillas sobre la pared del callejón, como si no le afectase la gravedad. Ella era como un siniestro gato negro que se perdía de vista si no prestaba la atención suficiente.
Poco a poco se reveló su rostro de entre las sombras, junto a su atuendo: un ajustado traje negro que parecía camuflajearla. Ella era una chica muy joven, de tez pálida como el cuarzo pulido, gélidos ojos de tonos azules y morados que parecían el cielo nocturno, y blancos cabellos de aspecto fantasmagórico.
Como un rayo de luces, ella pareció teletransportarse frente a la mujer en un instante y le colocó una pequeña pistola en la cabeza, el arma no era más grande que mi puño. Pude leer el nombre M1DN1GHT sobre su cabeza.
—Hice una pregunta —dijo la joven.
—Sabes que es correcto, soy D4D0S —contestó a regañadientes—. Para ser tan pequeña, eres bastante rápida y atrevida.
—Un poco. —Cargó su arma, encendiendo el cañón en un flujo de energía púrpura.
—Te recomiendo que me quites esa cosa de encima, no tienes idea de quién soy o lo que puedo hacer.
—Hay un par de rumores de ti y tu compañero, los de rostros falsos. Recuerdo haber escuchado algo sobre el tráfico de proto-naturaliquo con fines de poco bien para nosotros los alterados —la miró con frialdad—. Qué sorpresa encontrar semejante basura en mi territorio, creí que los detectores habían fallado al notificarme la presencia de una humana con tus características.
—Y yo pensé que era falso lo que se escuchaba por el centro de la ciudad. Al parecer si hay unos malditos locos cazándonos en las zonas bajas. —La mujer me dejó de apuntar y bajó su arma.
—Pensaste bien, porque es una mentira. No estamos cazando a otros humanos, estamos persiguiendo a los desgraciados que han alterado el bienestar de nuestra gente, personas como tú.
—No me interesa lo que estás haciendo tú y el montón de tontos con circuitos quemados que tienes como amigos. Solo estoy aquí porque ese idiota tiene algo que me pertenece —me miró—. Guarda tu arma, no quiero problemas.
La joven peliblanca me observó, pero no dejó de apuntar a la mujer.
—¿Él te robó algo? —dudó—. A penas es nivel uno según mi detección, ni siquiera tiene un arma en mano o protección alguna. ¿Cómo le pudo robarle a alguien como tú?
—Qué importan las circunstancias. —Miró de reojo a la peliblanca y apretó sus puños—. Por favor, baja el arma.
—No puedo dejarte ir aunque lo que trajo aquí sea cierto, no con lo que sé sobre ti —contestó gélida.
—¿Entonces qué harás? —Su cuerpo se tensó—. Maldición, yo no debería estar aquí —escupió con rabia—. ¡Yo solo quie...
¡Triiunf!~
Cantó el arma.
La mujer cayó al suelo y se formó un charco carmesí rápidamente. A penas pude ver un destello morado cuando la joven disparó, al instante siguiente ya Dados estaba muerta, o eso pensé.
>Habilidad especial Checkpoint fué utilizada.
Fugazmente, la mujer se levantó como si no hubiera ocurrido lo anterior, pero Midnight con la velocidad de una centella, la fulminó con otra ráfaga de disparos.
«¿Qué fue eso?»
La peliblanca pareció guardar su pistola en el traje, pero más bien fue como si el arma se hubiese fundido en el elegante y ajustado atuendo. Ella se acercó a mí y se agachó, quedando cara a cara conmigo. Sus gélidos ojos se encontraron con mi aterrada y confundida mirada.
—Qué mal día has tenido, ¿no? —dijo.
No respondí, no había palabras que pudiese pronunciar.
—Bueno, parece que no eres de los que hablan mucho. —Con dos de sus dedos separó los párpados de mi único ojo. Fue tan inesperado que no pude moverme—. Parece que traes una terrible enfermedad desde fuera de este mundo, deberías buscar un componente de reemplazo.
Soltó mi rostro.
—En fin, ten más cuidado con quien te cruces, supongo que no querrás acabar como ella —señaló a Dados—. Adiós, SP1R4L, suena mejor si solo te llaman Spiral, o quizás algo más corto.
Y con esas palabras, en un parpadeo la chica desapareció, dejando atrás un rastro de luces. No entendí nada de lo que dijo, pues de todas formas me encontraba en un estado de pánico que no podía controlar, robando toda mi atención.
Con los brazos temblorosos me levanté del frío suelo y con torpes tropiezos me fui corriendo del área. No tenía idea de dónde me encontraba ni como salir del laberinto de calles en el que estaba metido, pero cualquier lugar que fuese lejos del ruido y el caos estaría bien para mí.
Al mirar al cielo no veía nada más que estructuras y edificios oscuros, expandiéndose hasta perderse entre las tuberías y carteles brillantes que estaban por toda la ciudad. Mientras que frente a mí, donde sea que mirase, solo había calles sucias repletas de tubos, gases y circuitos. Llegué a concluir que era la parte trasera de una infinidad de edificios, que se juntaban formando un confuso laberinto repleto de aparatos, cableado y demás cosas que estorbarían en la vía pública.
Entre la niebla llegué a apreciar que había más personas en la zona, pero al ver que sin piedad golpeaban a otras, me escondí. El infierno de esta noche me acechaba insaciablemente a donde sea que fuese.
[...]
Querría llamarlo suerte, conveniencia o recompensa tras tanto huir, pero desde que desperté en este horrible lugar jamás había encontrado un momento de tranquilidad como ahora, detrás de un generador eléctrico en una calle muy estrecha. El sonido que emitía la máquina hacía retumbar cada uno de mis huesos, pero después de todo lo que había vivido las últimas horas, esto era tan pacífico como una suave brisa.
Hacía mucho frío, este lugar era helado como el invierno, pero no había nieve en ningún lugar. Lentamente, cerré los ojos a la par que me abracé a mí mismo, ya no sabía si estaba temblando por ansiedad o porque me estaba congelando.
[...]
El tiempo había pasado a otro plano para mí, no distinguía el día o la noche, pues la ciudad siempre se veía igual, todo el tiempo estaba sumergida en constante oscuridad, ruido y estruendos de todo tipo. La idea de saber cuánto tiempo había estado aquí era una vil tortura.
«Papá debe estar muy preocupado.»
Mis dedos se movían, ansiosos.
«¿Qué estará pensando?»
Cada segundo, cada instante y momento consciente, esas preguntas llegaban como balas a mi cabeza, me hacían gritar por dentro, lamentando no saber qué hacer en este sitio.
«¿Qué mierda es esta ciudad?»
Este sitio no solo era extraño en su aspecto y naturaleza, sino que desde que llegué noté que algunas cosas se sentían totalmente distintas: estaba más débil de lo normal y no sentía sed o hambre, en su lugar tenía una sensación incómoda en cada rincón de mi cuerpo, algo incesante que no sabía cómo saciar.
El frío, aunque me cubriese con la ropa no disminuía ni un poco, era como si estuviese constantemente rozando mi piel, recordándome su incómoda presencia, una horrible tortura que no sabía si era real o un sueño cruel.
«Quiero despertar, ya no quiero sentirme así.»
>No estás soñando.
«Otra vez esos mensajes frente a mí.»
>Levántate, es importante que sigas avanzando.
—¡Sácame de aquí! —exclamé al vacío—. ¡No quiero estar en este lugar!
>Es importante que sigas avanzando.
—Por favor...
Apreté la mandíbula y cerré mi ojo, pero ese maldito mensaje seguía ahí.
«Quiero despertar.»
[...]
Tuuuuums~
Escuché.
Había un sonido insoportable que lentamente se acercaba, parecía el aleteo de cien mosquitos. Miré en todas direcciones, pero no logré ver nada más que niebla a mi alrededor.
«¿Qué es eso?»
¡Tuuuuuuuuums!~
Cubrí mis oídos adoloridos.
«¿Qu-qué?»
Aquel veloz aleteo se situó encima del generador eléctrico, lentamente levanté la mirada a la par que me alejaba con pasos cortos. Mi corazón dio un salto cuando miré aquella cosa sobre la máquina.
Una especie de insecto gigante similar a una cucaracha u hormiga había aterrizado, se camuflaba en el entorno debido a que parecía estar hecho del mismo material metálico que el resto de la ciudad. La horripilante criatura clavó su mandíbula en la máquina y le succionó energía al instante, encendiendo sus alas en llameantes destellos eléctricos.
>Insectión nivel 3 ha aparecido.
¡Gruuuoooish!~
Chilló tan fuerte que mi interior vibró.
«¿Qu-qué se supone qué haga?»
El monstruo comenzó a aletear tan rápido como los rayos que lo envolvían en una esfera eléctrica, y que lo hacía levitar. No podía creer que algo así existiese, mucho menos que buscaría hacerme daño.
>Insectión usó la habilidad Voltio-Disparo.
¡Bum!~
Por instinto y reacción involuntaria salté hacia atrás cuando esa cosa se acercó, parte del suelo se quemó un poco por el rayo que lanzó.
«¡Mierda!»
¡Bum, bum!~
Disparó cual bobina de Tesla.
Me lastimé la espalda por estar avanzando hacia atrás sin mirar, y maldije al darme cuenta de que había una pared enorme cortando el paso, estaba atrapado en el callejón y esa horrible cosa se acercaba a mí.
«Maldición, ¿por qué me pasa esto?»
¡Tuuuuums!~
Sentí líquido caliente bajando por mi entrepierna al ver al monstruo frente a mí.
¡Bum!~
Chillé cuando mis brazos ardieron al cubrirme con ellos, perdí la fuerza en un instante y quedé expuesto, mis músculos se tensaron dolorosamente al recibir la descarga eléctrica.
Tuuums~
>Insectión perdió su carga eléctrica.
Levanté la cabeza con dolor hasta por respirar, el monstruo ya no estaba envuelto en rayos, pero aun así se acercaba agresivamente, abría sus largas mandíbulas como si quisiera clavarlas en mí.
Exhalé humo, mi interior ardía. Alcé lentamente el brazo derecho con la pesadez de cien rocas, y con debilidad formé un puño, era más difícil respirar que intentar tener la fuerza para golpear a esa cosa.
—¡Aléjate! —exclamé tembloroso antes de realizar mi ataque, pero un destello negro fugazmente me cegó en el instante en que mi deseo fue causar daño. Vi como en mi mano se generó cual relámpago un arma negra parecida a una lanza, siendo su hoja oscura la que se ensartó en el monstruo, y no mi débil puño.
>Artefacto de vinculación activado, daño por guja \= 2.
La criatura chilló adolorida y luego rugió con rabia. Mi pulso se aceleró al ver lo que había ocurrido, pero con la adrenalina en su cúspide contraje el arma y la sujeté con torpeza, y aun con miedo, la clavé una y otra vez en el animal, bañándome en metal y fluidos en el proceso.
¡Gruuuoooish!~
Chilló.
—¡Ya muérete! —grité dando un golpe que finalmente mató al insecto. Me sentía tan débil que en cualquier momento me iba a desmayar.
Suspiré al ver que se había acabado.
>Has subido de nivel.
«¿Nivel?»
>Tu vitalidad ha mejorado.
>Tu poder ha crecido.
>Tu ataque ha aumentado a 4.
>Tu defensa ha aumentado a 2.
>Tu velocidad ha aumentado a 2.
>Has desbloqueado la habilidad Corte Fuerte.
Sea lo que sea que significase eso, sentí que mi cuerpo había cambiado repentinamente, aunque fue una alteración mínima. La pesadez que sentía había disminuido un poco, ya no me faltaba tanto el aire como antes y gané la fuerza para mantenerme de pie.
Miré asombrado el arma que sostenía en mi mano derecha, preguntándome de dónde había salido. Era pesada y no sabía cómo sostenerla, pero me aferré a ella, me había salvado la vida.
Tosí y observé intimidado al insecto que yacía muerto en el suelo, las dudas sobre qué clase de cosa era o cómo es que existía algo así no paraban de surgir.
«Esa cosa actuaba como un animal vivo, jamás pensé que una máquina pudiese ser más que una herramienta, sea lo que sea este lugar, es aterrador.»
Intentaba recuperar el aliento apoyándome en la guja para no caerme, pero poco me duró la calma, pues escuché nuevamente ese zumbido infernal que hacía el monstruo de hace un momento, solo que esta vez, oía varios de ellos.
Tragué en seco.
Miré hacia la salida del callejón y confirmé la sospecha que tenía. Mis cejas se contrajeron y mi semblante se oscureció ante la escena.
«Estoy muerto.»
>Insectión nivel 3 ha aparecido.
>Insectión nivel 7 ha aparecido.
>Padre Insectión nivel 14 ha aparecido.
«Mierda.»
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