Cuando tu vida es solo oscuridad y dolor durante mucho tiempo, tu mente se acostumbra a eso y por lo tanto no esperas nada más. No esperas un cambio; te sumerge en un mundo de tristeza, soledad y decepción. Y te es imposible creer que mereces más, te acostumbras tanto que ni siquiera intentas salir de esa oscuridad. No tienes fuerzas, ni ganas; pero muy en el fondo tienes la esperanza de que esas ganas lleguen y te salven. Porque, aunque estés acostumbrada a eso, no te hace feliz. Estar en ese pozo sin fondo no te llena el alma y sabes que puedes salir, que ese pozo puede tener un final o tal vez alguien te saque o al menos te llene de ganas de salir por tu cuenta. Que te desacomode y ya no sientas que debes estar ahí, que no mereces estar sumida en la oscuridad; esa persona te acompañara siempre, tal vez se le haga difícil esperar, pero lo hará, porque al final solo quiere una cosa; que salgas y puedas conocer la luz y sobre todo, que esa persona pueda estar a tu lado.
La esperanza se levanta como un ave fénix de las cenizas de los sueños rotos.
S.A Sachs
Alcohol +música +adolecentes hormonales=CAOS.
Aparto bruscamente a las personas desconocidas que obstruyen mi camino al sitio más deseado por mí en este momento, suspiro cuando salgo del tumulto de personas altamente alcoholizadas y veo la figura triangular en la puerta frente a mí.
El baño
Empujo la puerta y me sorprende lo limpio que esta, camino hasta el lavabo y miro mi reflejo en el espejo y logro hacer un resumen de mi aspecto.
Soy perfecta
Lo soy, claro, dejando de lado mi cabello negro sudado y pegado a mi frente, y mi maquillaje ligeramente corrido, estoy perfecta. Trato de arreglar mi cabello con mis dedos, pero me rindo y solo me hago una cola, me arreglo el maquillaje y mi vestido blanco, me preparo mentalmente para volver a ese caos, pero una voz interrumpe el proceso. Al volverme veo a una persona correr dentro de los cubículos y al oír arcadas mi rostro se contrae, camino hasta la puerta del cubículo y doy pequeños golpes.
— ¿Estás bien? —pregunto colocando mi oreja contra la madera.
—Si…—responde la desconocida y luego asiento.
—Ok, no te mueras— digo y camino hasta la puerta.
— ¿Gracias? — responde y sonrío.
Tomo el pomo de la puerta y giro de él, pero al empujar la puerta alguien gruñe.
— ¡Mierda! — escucho que alguien dice y salgo.
Me encuentro con una enorme espalda frente a mí, la toco levemente y él se vuelve abruptamente, sus ojos color ámbar se encuentran con los míos y la furia está instalada e ellos, mi ceño se frunce y él resopla como un toro.
— ¿Qué? —pregunto y él se inclina para estar a mi altura.
—Deberías fíjate por donde vas— dice detenidamente y mis cejas se alzan.
—Y tú deberías quitarte— digo y su amigo ríe.
Su mirada desciende hasta mis labios y sonríe a boca cerrada, lame sus labios para luego mostrar sus perfectos dientes, ladeo mi cabeza y él se irgue.
—Ok— dice y se vuelve para seguir hablando con su amigo.
Me quedo pasmada en mi sitio, la verdad me sorprendió que no dijera nada más, pero me encojo de hombros y procedo a caminar cuando algo me golpea por detrás impulsándome hacia adelante donde impacto con una muy dura espalda.
— ¡Joder! — dice y yo logro estabilizarme.
— ¿Pero qué mierda? — digo y me vuelvo solo para recibir una sonrisa de disculpa de la que supongo es la chica de hace un rato, la miro ceñuda y ella sale disparada hacia algún lugar.
Me vuelvo y nuevamente me encuentro con los ojos color ámbar observándome fijamente, sus labios forman una línea fina y yo le sonrío como disculpa.
— ¿Qué? Esta vez fue la chica— digo señalando algún punto.
—Espero que no se vuelva costumbre…— trata de decir, pero es interrumpido por el grito de Stacy, mi amiga:
— ¡Tracy! — grita desde nuestro reservado, me vuelvo y le sonrío falsamente al tipo.
—Lo lamento, tendrás que decírmelo otro día— digo y camino hasta ella.
—Tracy— escucho una voz masculina susurrar en mi oído, doy un brinco y me vuelvo, solo para encontrarme con los ojos azules de mi hermano.
—Eres un estúpido, Dave— digo y lo golpeo en el pecho, y él me responde con una risa sonora.
—Ok, perdón—dice alzando las manos.
— ¿Qué haces aquí? —pregunto y él alza sus cejas.
—Este es mi club favorito, ¿Qué esperabas? — responde en tono obvio y ruedo los ojos mientras se sienta en el sofá frente a mí.
—Me refiero a nosotras, siempre estas con tus amigos—digo y le doy un trago a mi margarita.
—En realidad estoy con ellos, solo quise pasar a verlas. Ya saben, hay muchos pervertidos aquí—dice y Stacy ríe, me giro y la miro levantando mi ceja.
—Claro, no pasará—digo mientras lo miro seria, sus cejas se fruncen y se inclina para apoyar sus antebrazos en sus muslos.
— ¿A qué te refieres, hermanita? — pregunta ladeando su cabeza, sonrío maliciosamente y en su rostro se estampa la desesperación.
—Me refiero a que no voy a permitir que uses a Stacy— digo y él rueda los ojos y luego la mira, le sonríe para luego guiñarle un ojo.
—Solo quiero que baile conmigo—dice sin dejar de mirarla y utilizando su cara “seductora” para mí parece que estuviera aguantando un pedo.
—No, la quieres para sacarte de encima a uno de tus ligues, que de seguro ya te cogiste y ahora anda tras de ti—digo y él me mira serio.
—Jamás haría eso, y además ella puede decir, ¿no es así, Stacy? — dice y le tiende su mano, yo la miro severamente, pero ella me ignora y le acepta.
—Joder…—jadeo, derrotada mientras veo cómo van hacia la pista.
— ¿De nuevo sola? —pregunta una voz, busco el origen de la misma y cuando la encuentro, le doy un largo trago a mi margarita.
— ¡Desconocido! —digo con fingida alegría.
—Ya sé que me adoras, pero tranquila—dice y se sienta dónde estaba mi hermano.
—Ya quisieras—digo y me levanto. Camino hasta la barra—otra margarita—pido y el barman la prepara frente a mí.
— ¿Margarita? —pregunta una voz tras de mí, ruedo los ojos y el desconocido se apoya de lado en la barra.
—Sí, ¿algún problema? —digo y él sonríe y niega.
—Para nada, pero creí que eras de las del puro—dice y mi rostro se contrae.
— ¿Las del puro? ¿Eso es una secta o cómo? —pregunto y él ríe.
—No, hablo del trago puro, no de cocteles, —dice y se vuelve para ver al barman—. Una botella de tequila, por favor.
—ok…—digo y después de tomar mi margarita camino hasta mi lugar.
Me dejo caer en el sofá y dejo salir un suspiro, me bebo la margarita de un solo trago mientras veo como el desconocido se acerca y se sienta frente a mí para después colocar la botella en la mesa que nos separa.
—Aquí esta— dice y lo miro ceñuda.
— ¿crees que voy a beber contigo? ¿Un desconocido? —digo y él sonríe mientras mueve la cabeza.
—Ok, tienes razón— dice y me cruzo de brazos.
—Siempre la tengo— respondo y cruzo las piernas, él me mira a los ojos y siento como me desnuda con la mirada.
—De acuerdo, soy Ezer, —dice y asiento—. Y tú eres Tracy, ya no somos desconocidos.
—Buena jugada— digo y él hace una reverencia dramática.
—Ahora toma, — dice y me tiende un shot, lo tomo y sin apartar mis ojos miel de los suyos me lo paso rápido—. Mujer—dice al ver que no hago ningún gesto.
— De las del puro— digo mientras sonrío, el lame sus labios para luego hacer lo mismo sin dejar de mirarme.
—Me sorprendes, Tracy— dice mientras sirve otro trago.
—Quisiera decir lo mismo, pero no me gusta mentir—contesto y ríe.
Uno, dos, tres…
¿Qué pasó? Pues perdí la cuenta de cuantos shot nos hemos tomado, pero según lo que me pasa que sería mareo, risas incontrolables y una ligera revoltura, diría con seguridad que estoy ebria. Veo como Ezer se bebe el último shot, luego mi mirada desciende hasta la botella vacía y me regaño mentalmente por beber de esta forma con un desconocido.
— ¿Qué piensas? —pregunta y su ebriedad es evidente.
—Nada…—me ataca un hipo incontrolable, que solo produce risas incontrolables.
—Deberíamos bailar— dice y asiento, me levanto y tengo que apoyarme a la mesa.
Cuando consigo llegar a la pista. Ezer toma mi mano y hala de mí, impacto contra su pecho duro y tratamos de movernos al ritmo de Dusk Till Dawn- ZAYN ft. Sia, pero reímos al darnos cuenta de lo mal que lo hacemos, decidimos solo hacer movimientos descoordinados y cantar como si fuéramos los únicos ahí.
Todo da vueltas mientras me desestabilizo, veo como Ezer me habla, pero no lo escucho, los cuerpos sudados me golpean y de repente siento como un brazo rodea mi cintura y hala de mí, chillo mientras trato de agarrarme de Ezer que tiene el ceño fruncido, grito y me revuelvo.
Pero mientras trato de zafarme de los brazos que rodean mi cuerpo, trato de gritar, pero de mí solo sale una cosa, vomito…
La muerte es más universal que la vida. Todos morimos, pero no todos vivimos.
Andrew Sachs
Dolor…
Eso es lo que siento cuando abro los ojos, los rayos del sol arden sobre mi piel, me revuelvo en mi sitio para luego detenerme, mi ceño se frunce ante la suavidad de la superficie y me incorporo de golpe, exploro el lugar y al darme cuenta que es mi habitación me relajo.
¡¿Mi habitación?!
Lentamente pongo mis pies sobre la moqueta color lila, me llevo las manos a la frente cuando una punzada en el cerebro me hace gruñir, me levanto y camino hasta la puerta y al abrirla me encuentro con el pasillo solitario, camino hasta llegar a la sala mientras froto mis ojos, al abrirlos me detengo en seco.
Me tienen que estar jodiendo.
Veo la cabellera castaña, la barba de tres días, labios rosados, cuerpo fornido. Miro a mi alrededor buscando donde esconderme, pero mientras lo hago esos ojos color ámbar llenos de diversión se encuentran con los míos, dejo de respirar mientras mis ojos se abren.
¡¿Qué mierda hace aquí?!
Espero que mis abuelos no lo hayan visto, sería una catástrofe, dejo salir un largo suspiro y camino a paso seguro hacia él hasta detenerme a una distancia prudente.
— ¿Buenos días? —dice alzando una ceja con burla.
— ¡¿Qué haces aquí?!—susurro mientras rezo al altísimo que ojalá mis abuelos no lo hayan visto.
—Leo un poco—dice mientras me muestra un periódico, miro la mesa y automáticamente dejo de respirar.
Café…
Solo hay una persona en esta casa que ofrece café y esa persona es Teodoro Walker, mi abuelo…
— ¡No puede ser! — digo alterada.
— ¿Qué no puede ser, cariño? —pregunta mi abuelo y mis ojos se abren como platos.
— ¡Mierda! —digo por lo bajo.
—Cuida tu vocabulario, Tracy— bueno no tan bajo.
— ¡Abue! —digo y lo abrazo.
—Estas de muy buen humor hoy—dice mientras sonríe.
—Para ti, siempre— digo y piñizco sus suaves mejillas y ríe.
—Ezer, Dave bajará en un rato—avisa y luego se va a su despacho.
— ¿Dave? —pregunto ceñida.
—sí, vamos a la universidad—responde y mi boca forma una “O”
— ¡¿universidad?!—pregunto y el ríe.
— ¿El tequila te daño el cerebro? —dice y ruedo los ojos.
Van a la misma universidad… ¡mierda la universidad!
Corro hacia mi habitación y cuando entro cierro la puerta de golpe, de camino al baño me desnudo para darme una ducha rápida.
Tomo las llaves de mi auto que están sobre mi escritorio y me doy un último vistazo en el espejo, ¡oh! jean, camiseta y zapatillas eso es perfección…
Llego al comedor y me encuentro con Dave, me sonríe mientras devora su desayuno. Ruedo los ojos al ver a Ezer entrar, me siento y como. Subo a mi auto para luego dejar salir un largo suspiro, eso de volver a la universidad no me emociona en lo absoluto, pero es necesario ¿no?
De camino a la universidad recojo a Stacy, si, está hecha mierda, sus ojos verdes están rodeados por unas muy notorias ojeras, su cabello castaño claro está envuelto de forma que se asemeja a un nido y no lleva vestidos como es costumbre, solo lleva unos jeans holgados y un suéter rosa. Llegamos a la universidad y vamos directo a nuestra primera clase, siempre he amado estudiar economía, pero justo ahora la odio, de hecho, odio todo, pero ahora está en niveles altamente peligrosos. Al entrar a la clase me encuentro con el muy hermoso Sr. Buscarino, y lo digo enserio, todo en él es perfecto, desde sus ojos negros y su cabello azabache hasta su muy fornido cuerpo, luego observo a mis compañeros a los cuales no los conozco ni el nombre, procedo a sentarme cuando alguien me detiene, me vuelvo y veo a una chica de cabello rojo y vestimenta de cuero.
—Es mía—dice y su voz es algo rara, pero mi ceño se frunce al no poder entenderla.
— ¿Qué? —pregunto y ella rueda los ojos con odiosidad.
—la silla es mía—dice y mastica un chicle.
— ¿Cuánto te costó o qué? —pregunto y los demás ríen, ella me fulmina con la mirada y le dedico una mirada despectiva.
—Señoritas—interviene el sr. Buscarino con su muy sensual voz…
—dígale que se quite—dice y él la mira alzando sus cejas.
—Usted no me da órdenes ¿de acuerdo? —dice y los demás ríen—. Ahora siéntense…donde sea.
Ella rueda los ojos y se va a la parte de atrás, yo me quedo unos segundos de pie, pero él me dedica una mirada que hace que me siente de inmediato.
Las demás clases pasan con normalidad. Y me encuentro con Stacy y Susy su hermana, estamos saliendo de la universidad cuando paro en seco, les hago un gesto con la mano para que esperen y corro en dirección al salón del señor Miller ya que he dejado mi teléfono. Abro a puerta de golpe y veo como alguien cae estrepitosamente a un lado del escritorio, voy hasta allí solo para encontrarme con ese cabello castaño y claro, sus ojos ámbar.
— ¡¿Qué mierda haces aquí?!—susurra mientras se levanta.
— ¿Tú que haces aquí? —contrataco y sus labios forman una fina línea.
Me muestra un papel y luego de observarlo por unos segundos entiendo lo que es, un examen, lo miro con diversión y él niega con la cabeza.
—No es para mí— se defiende, pero cruzo mis brazos sobre mi pecho.
— ¿No? —pregunto alzando una ceja y el deja caer su brazo mientras suspira.
—Es para una amiga, no para mi ¿de acuerdo? —dice y sonrío maliciosamente.
— ¿Eso haces para conquistar? —pregunto y él rueda los ojos.
—No tengo necesidad, y es para una amiga—responde enfatizando lo de “amiga”.
—Te arriesgas a ser expulsado por una amiga, que inteligente—digo sonriendo.
—Eso es lo que uno hace por una amistad, al menos yo—responde serio y mi sonrisa se esfuma.
El dolor me invade mientras los recuerdos pasan por mi mente, sacudo mi cabeza para alejarlos, tomo mi teléfono y me topo nuevamente con esos ojos ámbar, pero ahora llenos de preocupación y curiosidad.
— ¿Qué pasa? —pregunta y yo niego.
—Nada solo que…—el sonido de la puerta nos interrumpe.
Me vuelvo para ver a Ezer y esta pálido y con los ojos muy abiertos, mi corazón se acelera mientras mi cerebro maquina una excusa para dar cuando el sr. Miller nos acuse.
Nada
No tengo ni una sola excusa, cuando la puerta se abre dejo de respirar, pero Ezer hala de mi brazo y corremos al fondo del salón donde abre una puerta y me empuja dentro de un muy, muy pequeño armario, él se une a mi apretándome, mi respiración se acelera y él me mira con el miedo estampado en su rostro, me tapa la boca con su mano y en cualquier otro momento se la apartaría de golpe, pero justo ahora no me apetece. Podemos ver al señor Miller por las pequeñas ranuras que tiene la puerta, se quita las gafas y las deja en su escritorio, para luego recoger y observar con curiosidad sus papeles desordenados en el escritorio y piso, para luego levantar la mirada y ver directo en nuestra dirección y dejo de respirar.
Estoy muerta…
Cierro los ojos con fuerza cuando veo que camina en nuestra dirección, cuando está a solo centímetros de nosotros la alarma contra incendios se activa, y el Sr. Miller corre fuera del salón y dejo salir una bocanada de aire, Ezer abre la puerta y con cuidado llegamos hasta la puerta del salón y la abre con lentitud, se dispone a salir, pero la cierra abruptamente acelerando mi pulso.
— ¡¿Qué pasa?!—pregunto nerviosa.
—Los bomberos, son rápidos—dice y mi ceño se frunce.
—Pues deben serlo—digo en tono obvio y sus labios forman una línea fina.
—quieres pelear mientras estamos corriendo el riesgo de ser expulsado e incinerados, por favor—dice y muevo la cabeza dándole la razón.
—Claro y tú no eres muy bueno protegiendo—digo mirando a la nada.
— ¿De qué hablas? — pregunta mirándome ceñudo.
—Ayer, dejaste que me llevaran—lo acuso y el me mira aún más confundido.
— ¿Llevarte? —pregunta y ruedo los ojos—. O si, no sabía que tenía que protegerte de tu hermano.
— ¿Era Dave?
—Sí, y no te llevo, te sostuvo porque te ibas a desmayar. También me sorprende la cantidad de vomito que eres capaz de expulsar—dice y sonrío.
—oh, todo fue tu culpa. Me obligaste a beber—digo y el me dedica una mirada despectiva.
—sí, claro—responde y abre la puerta.
Salimos al pasillo y no hay señal de fuego, caminamos tranquilos hacia la salida hasta que escuchamos una puerta abrirse y paramos en seco.
—Jóvenes, ¿Qué hacen aquí? —dice una voz, la voz sensual del Sr. Buscarino.
—Mierda—dice Ezer y yo asiento.
—Estamos muertos—digo mirando al suelo.
—Les hice una pregunta, respondan—dice y siento sus pasos acercándose.
—Corre—susurra Ezer y antes de que pueda reaccionar me toma de la mano y corre arrastrándome con él.
Corremos por el largo pasillo dejando atrás los gritos del profesor, giro mi cabeza para ver a Ezer con los labios entreabiertos y su cabello hacia atrás. Extiende un brazo y abre la puerta y me impulsa hacia afuera, luego corro hacia mi auto y me subo a toda velocidad, lo enciendo con manos temblorosas y conduzco hacia mi casa.
Al salir del auto un viento frio me envuelve, me abrazo mientras camino a la casa y al entrar siento una presión en el pecho, observo fijamente el retrato de mi padre en el vestíbulo, las lágrimas se forman, pero las contengo, camino rápido a mi habitación y cierro la puerta tras de mí, y me deslizo hasta el suelo abrazándome mientras cierro los ojos con fuerza, la sensación de soledad y tristeza me invade. Cubro mi rostro con mis manos y dejo salir todo la frustración y la rabia que siento, la sensación de que todo es mi culpa, que pude haberlo evitado y no lo hice por ser egoísta, una persona que se encierra en su burbuja de dolor e ignora los problemas de los demás, que cree que es la persona que más sufre y que no brinda apoyo a las personas que quiere y las cuales necesita su ayuda, dejo salir el odio que siento hacia mí, que quema mi pecho cada vez que recuerdo aquella noche, aquella discusión, aquella última llamada. También ser una estúpida cobarde que por miedo a sufrir más perdió la única oportunidad que tenia de ver a la persona que más admiraba, ser tan cobarde de no querer verlo y ser tan débil y no enfrentar mis problemas.
Gracias a un trueno el ventanal de mi habitación retumba y logra sacarme de mi tornado de sentimientos. Dejo caer mis brazos a los lados mientras respiro pesadamente, con mi nariz cogestionada y ese vacío en el pecho que siempre me acompaña me levanto y camino hasta la cama, me deshago de mis jean y zapatillas y me dejo caer en mi cama, cubierta hasta la cintura por mi cubrecama tomo mis audífonos y dejo sonar Hurt de Johnny Cash. Tomo mi teléfono y entro a notas, decido plasmar todos mis sentimientos en un escrito, mientras dejo correr las lágrimas y estas mojan la almohada.
Dejo mi teléfono a un lado y me acurruco a mi oso de peluche, pero el sonido de una notificación me saca de mi pre sueño, me incorporo y miro ceñuda mi teléfono lo tomo y veo el mensaje y mi ceño se frunce aún más.
Número desconocido….
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