NovelToon NovelToon

Cautiva De Mis Miedos

Capítulo I

Debo aceptar para ser libre, para dejar de ser solo mi mitad.

Sé que estoy soñando porque estoy dormida, pero esto parece real porque siento todo … desde el piso duro bajo mis pies hasta la leve brisa que revuelve mis cabellos. Es extraño, es como si pudiera ver con nitidez una versión de mí misma cuando era niña, y ya no estoy segura de que sea solo un sueño; parece más bien un recuerdo. Me centro en mis emociones y siento la frustración que invade mi cuerpo pequeño, porque quiero acabar con esta búsqueda y no puedo.

—¡Joe, ya detente! ¡Sale por favor! ¡Muéstrate!

Le pedí a mi hermano que abandonara su escondrijo por media hora, pero no sucedió nada, ni siquiera un leve movimiento. Caminaba a través de un magnífico jardín, el cual era enorme o al menos yo lo percibía de esa manera. El olor a flores me encantaba, pero mi aroma preferido era el de los pinos, pues al final del lugar había un enorme bosque. Recuerdo que estaba a punto de llorar de impotencia, ya que siempre que jugábamos a las escondidas mi hermano me hacía sufrir, debía buscarlo hasta darme por vencida. Era mejor que yo en esto. Me siento contenta y por eso sonrío, ya que comienzo a comprender que es un recuerdo afectuoso.

Sin embargo, sé también que pronto dejará de ser algo agradable de recordar, pues ese día fue por completo diferente a los anteriores. Siempre había sentido una afinidad con Joe por ser gemelos. Era algo especial, ya que sabíamos instintivamente si el otro estaba bien o mal y por desgracia, lo que sentí en ese momento fue lo que me hizo desesperar más. Los pelos de la nuca se me habían erizado y sabía que algo estaba mal con Joe, pero no quise creerlo y seguí llamándolo.

Justo en eso veo que mi hermano se muestra en el borde que existe entre el jardín y el bosque. Lo llamo para que me mire y lo hace, nuestras miradas están fijas. Veo cómo su boca se mueve y aunque no sale sonido entiendo qué dice ayúdame.

Quiero ir hacia él y comienzo a caminar, hasta que el grito de mi madre me hace reaccionar para descubrir que no hay nada frente a mí. Eso me asustó tanto que sin dudar eche a correr en dirección a los gritos de mamá.

No sin antes volver a mirar hacia el bosque y esta vez encontrar allí a un enorme lobo negro de ojos amarillos que me observa con odio, no escapa de mi atención el aura asesina que lo rodea y su fuerte gruñido.

En cambio, lo que siempre hace que me despierte jadeando, es el otro lobo que aparece frente a mí. Con ojos tan grises, casi plateados, que te paralizan. Acompañados de un gruñido que entiendo con claridad lo que expresa: ¡Ayúdalo!

Aspiro con fuerza, buscando llenar mis pulmones del aire que no llega a estos, duele. Estoy sentada en la cama tratando de calmar mi corazón que galopa sin control. Mientras las lágrimas corren por mis mejillas sin poder detenerlas y mi cuerpo se estremece al sentir frío. Siempre es igual desde que comencé a tener estos sueños o pesadillas. El hecho es que perdí mi memoria desde que era pequeña, solo recuerdo pedazos de mi vida anterior a través de este tiempo en que duermo. Los sueños cambian dependiendo de lo que vea, mayormente terminan dejándome en puro estado de terror.

Algunas veces todo es hermoso, pues puedo ver que vivíamos en un lugar de ensueño, rodeado por muchas personas que nos adoraban o al menos eso me transmitían con los que interactuaba. Pero el momento de calma pasaba cuando me despertaba al ver a mi madre con el peluche en forma de lobo de mi hermano manchado de sangre. Otras veces desde el inicio del sueño ya estaba sufriendo, al ver que el sitio donde vivíamos se encontraba bajo ataque. Los gritos de las personas y los increíbles rugidos de animales a los que no podía ver me hacían estremecer. Siempre despertaba sudando y llorando cuando tenía esta pesadilla de que nos perseguían en medio de la noche, mientras que atrás dejábamos un lugar lleno de gritos y envuelto en llamas.

Cuando era más chiquita mis padres venían corriendo a calmarme por mis gritos, pero con el tiempo he aprendido a controlarlo y he logrado que crean que ya no pasan. He visto durante los años que hemos vivido en este pueblo, el alivio reflejado en sus rostros al suponer que no recuerdo nada y que los sueños no han traído mis memorias de vuelta. Sé que esconden de mí el dolor de su pérdida, sin embargo, yo no olvidé a Joe quien es mi gemelo fraterno. Aunque si olvide el cómo vivimos en nuestro lugar y dónde crecimos casi por completo, no he borrado como lo perdimos. Tengo las memorias de su desaparición, la cual al final fue tomada como muerte por la cantidad de sangre encontrada días después durante su búsqueda, en un lugar donde estuvo retenido.

Luego de su declaración de fallecimiento, no pasó mucho tiempo para que perdiéramos todo y mi familia tuviera que huir. Supongo que esto fue debido al ataque con el que sueño, aunque no lo tengo muy claro. La razón es que mis padres no me cuentan nada, como dije, prefieren que siga con amnesia. No saben que recuerdo muchas partes gracias a lo que veo en las noches.

Bueno, lo que puedo considerar real de estos, ya que en ocasiones son tan increíbles que he llegado a suponer que es mi imaginación cubriendo los espacios ociosos. Que mi mente intenta rellenarlos para que no quede ese vacío, ese dolor por no saber mi pasado, aquello que no recuerdo y el extrañar a mis seres queridos. Hablo por ejemplo de mis abuelos de los cuales también tengo reminiscencia y de mi hermano. Son los únicos claros en mi cabeza de mi familia, además de unos tíos de los cuales no tengo ni el rostro. Según lo que escuché un día hablar a mis padres, los primeros no lograron escapar cuando huimos y de los otros no tenían ni idea. Eso me entristece porque me dice que nada más estamos nosotros tres, no hay más familia.

Capítulo II

Todo es tan confuso, tenía siete años cuando escapamos y aunque mis padres digan que nos mudamos porque a mi papá le llegó una mejor oferta de trabajo, no es cierto. Lo que recuerdo y pude comprobar posteriormente, al escucharlo de ellos mismos, es que huimos en medio de la noche como cobardes. No los critico, mi padre es quien se expresa de esa manera, ¿por qué? No lo sé, quizás algún día me atreva y le pregunté, ¿quizás?

Lo cierto es que hace ocho años que llegamos a este pueblo, que no es pequeño, pero tampoco es una ciudad. En él he crecido tratando siempre de encajar, pero por alguna razón nunca lo he logrado. Quizá porque soy la rara hija del guardabosques. Afortunadamente, algo cambió y en solo estos dos últimos años he logrado entrar en un círculo de chicas, quienes tenemos como amor el estudio. En resumen, lo más extraño que vamos a hacer como grupo, es conversar sobre algún trabajo inacabado. Expresar nuestros sueños acerca de las universidades a las que deseamos asistir o ver películas.

Por esa razón, aunque se me hayan negado mil veces las salidas de noche y debido a esto siempre he sido la anómala, (ya que a todo lo que me invitan debo decir no), voy a intentarlo. Sí, bien, es hora de perder la saliva para encontrar algo de libertad. Avanzo decidido hacia la cocina en busca de mi madre, pensando en que realmente me enoja que haga lo que haga, (como ser la mejor del aula), no hay forma de que ceda y eso me tiene muy molesta. Tan pronto como entro, ella ya levanta una ceja, sabiendo de seguro a qué he venido.

—¡Mamá, por favor!

Le ruego con las manos en forma de rezo.

—Ya dije que no irás a ninguna fiesta o reunión o lo que sea. Aún no tienes edad suficiente para andar en celebraciones que de seguro traerán alcohol.

—¡¿Alcohol?!

Mi padre ha bajado el televisor, ahora solo escucha lo que hablamos, pero para rematar de seguro embutirá su cuchareta en algún punto.

—Mamá no habrá nada de eso, solo vamos a ver películas y comer mucha comida chatarra.

—De seguro va el joven ese que vi el otro día hablándole en la escuela.

“¡Ah, sí! ¡Ahí está! Agregando información innecesaria”. Pongo los ojos en blanco al recordar que soy de las adolescentes que llevan y recogen sus padres, qué vergüenza.

—No, papá, es una fiesta solo de chicas en casa de Amanda, no habrá ni alcohol ni chicos. Por favor, ya me ven como rara porque vivo en el borde del bosque lejos de los demás.

Mamá alzó una ceja y sé bien como terminara la frase siguiente.

—Eso no tiene nada de raro, tu padre trabaja como guardabosque y vivimos aquí para que cada noche pueda regresar a casa con nosotros. Endereza tu columna, es muy feo que una dama tenga los hombros caídos.

Ruedo los ojos esta vez, porque estoy cansada de que no entiendan que por culpa de ambos estoy sufriendo. Y quien se preocupa tanto de la postura o lo que dice o como habla una adolescente, eso me saca más de mis casillas. Todos se burlan de la chica del bosque por hablar como niña fina y remilgada, es bastante agobiante tener que pasar por eso. Entiendo que han perdido a mi gemelo y temen también perderme a mí, sin embargo, olvidan algo importante. No existe nadie mejor que yo para saber y sentir cuánto duele su partida. La cual, por cierto, muchas veces no me parece real, porque para mí sigue estando vivo, puesto que lo siento aquí en mi pecho. Solo que he dejado de decirles a ellos porque eso los hiere y de todas formas no me creen. Igual, debo seguir viviendo sin saber dónde está, quizás algún día logre irme de aquí para buscarlo. Por ahora solo necesito sobrevivir a este encierro para no ahogarme con tanto y ellos no me lo facilitan, lo cual me pone a hervir mi sangre.

—¡Bien! No me dejen ir, total, qué más da que estén haciendo mi vida cada vez más difícil.

Dije enojada a más no poder, pues la verdad es que mis padres me agobian con su sobre protección. Por una vez quiero que me dejen rasparme una rodilla y no que me pongan en una vitrina como si fuese de adorno. Quiero correr mis propios riesgos y abrir mis alas al viento. Bueno, ojalá hubiese entendido en ese momento que quizás no debí pedir tanto. Camino hacia mi cuarto con la intención de lanzar la puerta con todas mis fuerzas, pero un disparo me detiene en seco. Asustada le pregunto a mi madre que fue eso y esta viene corriendo hacia mí mientras mi padre maldice como nunca lo vi hacerlo. Mi mamá me toma por los hombros y me hace centrar mi atención en mirarla a sus ojos azules.

—Escucha, corre a todo lo que den tus pies, no te detengas hasta estar a salvo. No mires atrás, no confíes en nadie, ¿me escuchas?

—Si… pero ¿qué está pasando?

—Hija, te amamos mucho, no pierdas el collar que llevas, no se lo des a nadie y no lo muestres hasta que este te indique que debes hacerlo. Creeme, este te dirá que hacer. Otra cosa, no dejes que cualquiera vea tu marca de nacimiento en tu omóplato derecho. Sé que no entiendes nada de lo que digo, pero lo harás. ¡Ahora corre!

No he parado de correr desde que mi madre me dijo que lo hiciera, tampoco he podido detener mis lágrimas. Con tan solo quince años acabados de cumplir he vivido tres de los momentos más extraños y fuertes de mi vida. Mi hermano fue raptado, mi hogar y mis abuelos fueron exterminados provocando que perdiera mis recuerdos. Y ahora mi casa ha sido asaltada por unos hombres que no conocemos. Los cuales, sin un aparente motivo, han escogido hacernos daño. ¿Por qué? No lo sé, nada más puedo decir que mi madre me ha empujado hacia el bosque y me ha pedido que corra.

Llevo un tiempo corriendo, estoy agotada y tengo hambre, pero los gritos de mi madre aún resuenan en mi cabeza. Si pudiese volver el tiempo, solo desearía que volvieran a protegerme hasta el cansancio y que el destino del que una vez escapamos, nunca nos hubiese alcanzado. Pienso así, porque algo me dice que han muerto, un vacío en mi pecho golpea, duele, me siento algo mareada y aunque trato de saber qué hacer no puedo concentrarme. Siento una voz que me habla, de hecho, hay dos voces en mi cabeza, pero es demasiado, no logró abrir mi mente y canalizar su mensaje. Lo intento una y otra vez hasta que terminó agotando mis fuerzas y solo pierdo el sentido cayendo como un saco de papa en el medio del bosque.

Entonces una nueva voz me trae de vuelta y cuando logro fijarme en quien es, me siento animada. Ver a Robert, el chico que me gusta de la escuela me llena de esperanza. Hasta que escucho que dice: “lo siento”. Entonces no entiendo por qué me dice que lo siente hasta que comienzo a ver con quienes anda y conectó los puntos. Es parte de aquellos que nos han atacado y hecho daño a mi familia, solo le puedo preguntar por qué, mientras escucho a los otros burlarse y sus ojos pedirme perdón. Lo que vino después, bueno, digamos que por eso sí que quería tener amnesia. Fue un año para volverme loca y desear constantemente desaparecer por completo del mundo.

Capítulo III

Encerrada en una jaula como un animal, siendo maltratada, humillada sin razón día sí y otro también. Aunque lo intente, no podía entender cómo un ser humano podía hacerle esto a otro. Pero si se hubiesen detenido ahí quizás no hubiese sido tan malo, como el hecho de que fui violada y el primero en hacerlo fue justo Robert. Pensé que moriría en aquel asqueroso lugar, de hecho, eso deseaba, pero por extraño que parezca siempre alguien estaba animándome. En mis sueños se me acercaba y me susurraba palabras que me hacían continuar, era como si estuviésemos conectados, me hacía recordar mi enlace con Joe. ¡Oh! Como deseaba que se volviese real, que saliera de mis horas dormidas y me salvará. Eso nunca pasó, sin embargo, mi deseo de ser liberada sí sucedió.

Libertad:

No tengo claro que hora era, pero si pude sentir el cambio en el ambiente, demasiada tranquilidad en aquel horrible sitio. Siempre había bulla, si no era por las peleas, era por los hombres que nos vigilaban. La razón es que había otros allí conmigo sufriendo un destino muy parecido de tortura. No hablábamos, pues la única vez que lo intentamos fuimos electrocutados. Ah, sí, les encantaba poner unos cuantos voltios en nuestros cuerpos para divertirse. Lo cual hacía más raro el que llevan tiempo sin hacer la ronda para verificar nuestro estado o para molestarnos, hasta que de repente escuche una voz que nunca había oído y pasos de varias personas acercarse.

—¡Estos canallas son unos bárbaros! Pobres animales, siendo maltratados hasta este nivel, solo para ellos ganar dinero con sus peleas clandestinas. Dan asco las condiciones de este sitio, huele horrible, pobres almas. Nada más espero que se pudran en la cárcel estos desgraciados.

Era una mujer algo mayor, podía verla a pesar de la tenue luz que alumbraba todo. Me recuesto contra el frío metal alejándome de la entrada de mi jaula, no quiero que me vea. Temo que continúen haciéndome daño, ya no confío en nadie, todos son iguales. Que sea una mujer no me tranquiliza, pues he sido testigo de las peleas que se practicaban aquí y lo que vi allí fue horrible. Amo a los animales y me desgarró ver cómo todos disfrutaban de las peleas hasta que uno despedazaba al otro. Lo peor era que abusaban a un nivel tan grande de hasta poner dos perros contra un lobo y las mujeres que iban a observar eran las más emocionadas con esas vistas. Hasta el punto de llegar a tener relaciones con algún tipo en medio de todos, era asqueroso y enfermo.

Tiemblo con tan solo el recuerdo, me llena de tristeza cada muerte que presencie, sobre todo la de los lobos, era como si arrancaran un pedazo de mi corazón. Trato de secar las lágrimas de mi rostro y sin querer mis cadenas chocan con la reja alertando a la persona.

—¿Hola? —La veo acercarse con su linterna y cierro mis ojos como si eso me ayudara a volverme invisible—. ¡Ay, por Dios! ¿Qué es esto? ¡Oficiales, aquí! Tranquila mi niña, todo estará bien, pero… qué locura es esta.

El lugar fue rodeado por la policía, quienes nos rescataron a mí y a otros, no podían creer lo que veían, estaban anonadados. La verdad en ese momento no supe si estar agradecida o no, no tenía a nadie, estaba sola en el mundo y eso me llenó de tristeza. Lo único que me animó fue recuperar mi collar, ese que mi madre me pidió no perder, pero me fue imposible proteger. Estaba en el cuello de Robert como trofeo por violarme, me lo arrancaron desde la primera vez. Pensé que nunca iba a recuperarlo, pero ahí estaba el cuerpo del desgraciado, tirado, desangrándose, ya que había sido baleado en el intercambio con la policía. Lo más raro es que aún estaba vivo, me zafe del policía y me acerque, vi que sus labios volvieron a pedir perdón y negué mientras le arrancaba mi cadena. Que te perdonen en el infierno fue lo último que le dije mientras lo veía morir.

Cuando finalmente fuimos retirados de allí, pude advertir que todos nos sentíamos perdidos y apesadumbrados. Porque una vez en el hospital, después de ser revisados, nos reunimos en mi habitación y nos quedamos abrazados tratando de encontrar lo que nos faltaba. Por alguna razón inexplicable, sentía en ellos una naturaleza salvaje, sin embargo, no temía a ninguno, ni siquiera a los machos. Las enfermeras intentaron que cada uno regresara a su habitación, pero no lo consiguieron y yo tampoco quería que se marcharan, los sentía como mi única familia. Era como si pudiéramos tranquilizarnos unos a otros, al menos en esas horas el calor se extendió en mi alma y la soledad se alejó.

Por desgracia, durante las investigaciones nos asignaron a distintos albergues, unos por no caber en el mismo lugar y otros por la edad. No sufrí malos tratos allí, muy al contrario, fui atendida por especialistas que me ayudaron a sanar. La recuperación no fue total, eso era imposible con tantas mellas en mi armadura, pero si fue lo suficiente para aprender a salir al mundo exterior y ganarme la vida. Para superar el dolor de que hubiesen asesinado a mi familia y una vez más, quemado nuestra casa.

No volví a ver a los otros, fueron reubicados o entregados a sus familiares y fue imposible mantener el contacto. Por lo tanto, hice lo que se esperaba de mí, continuar adelante, enterrando mi pasado de nuevo, apagando el dolor. No regresé a mi pueblo, no volví a ver a las amigas que hice, y tampoco volví a ver a los últimos del hospital.

Comencé a laborar en diversos lugares, aquellos que me permitieran seguir asistiendo a la escuela para poder culminar al fin esa etapa de mi vida. Fue difícil, yo ya tenía casi diecisiete años y aún me quedaba mucho por recorrer sola, o al menos eso era lo que yo pensaba. No obstante, la vida me brindó la oportunidad de un nuevo comienzo. Curiosamente, fui adoptada por la misma mujer que me encontró y me rescató de aquel horrible sitio.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play