—¡POR FAVOR! —grita el imbécil mientras las lágrimas resbalan por su rostro —¡TENGO ESPOSA Y DOS HIJOS!
Bajo la pistola apenada —Oh... Entiendo... —murmuró fingiendo comprensión. Sin perder más mi tiempo, levanto la pistola y le disparo justo en la frente, dándole fin a su miserable vida —Limpien este desastre... —ordeno
—¡Si!
Con un suspiro salgo de aquella habitación de interrogatorios y me dirijo a la casa principal.
Al entrar, mis hermanos que están en la sala se levantan del sofá y me reciben con una sonrisa.
—¿Ya terminaste? —me pregunta mi hermana mayor, Adalia.
—Sí... Fue aburrido —suspiró con desánimo
Mi hermano mayor: Alger, me sonríe y antes de poder responderme, es interrumpido por un grito que nos saca un susto de muerte.
—¡ AN!
Los tres miramos a Frieda bajar de las escaleras con paso apresurado antes de correr hacía mi. Sin perder tiempo, estira los brazos con la intención de estrecharme, pero a unos pasos de mí, se detiene en seco.
Ella arruga su respingada nariz y me mira de pies a cabeza con una mueca en sus rosados labios —Tienes sangre... —dice con un poco de asquito
Me asombro ante su comentario y me echo una miradita, en efecto, mi blusa tiene claras manchas de sangre por toda ella. No me sorprende haber terminado así, estaba muy cerca del tipo.
Sonrió y miró a Frieda con una sonrisa maliciosa —¿Y no quieres un abrazo?
—¡No, aléjate! —chilla, dando unos pasos hacia atrás
Intentó acercarme a ella para darle un merecido abrazo, pero antes de poder tocarla, el padre de Frieda aparece por la cocina y se reúne con nosotros en la sala.
Rápidamente, me enderezó y junto a mis hermanos lo saludamos con respeto —Señor.
El señor Müller pasa la mirada por todos nosotros con una sonrisa divertida —Antje... —se detiene en mi —Ve a cambiarte, nos vamos en una hora.
Asiento y me inclino hacia él en una clara y rápida reverencia. —Claro señor.
—Si An, date un baño... —me aconseja Frieda —Uno muuuy, pero muuuy largo y caliente.
Asiento y bajo la mirada de todos los presentes, paso detrás de Fri, y antes de que se logre alejar, la abrazo.
—¡No! —chilla
Todos se ríen de ella mientras yo corro a mi habitación.
Este día nos mudábamos a San Francisco y dejábamos atrás mi querida Alemania para empezar una "nueva" vida en el extranjero.
Entró a mi habitación y dentro de las maletas que ya he terminado de acomodar busco una nueva muda de ropa para poder bañarme, me despojo de la sucia y la tiro en una bolsa, ya la quemaré luego.
Me baño, visto y arreglo con ropa cómoda para poder bajar de nuevo. Todo estaba listo, las maletas serían llevadas antes y posiblemente este todo listo cuando hayamos llegado a San Francisco, así que nos tocaba irnos también.
Cuando bajó de nuevo, todos están reunidos en la sala listos y esperando a que me reúna con ellos.
—Estoy lista. —le informo al señor Müller
Era hora de irnos...
Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que hemos llegado a la nueva casa. En un lugar lujoso pero apartado de los ojos curiosos, la nueva casa de los Müller es asombrosa.
Al bajar del auto no puedo evitar lanzar un silbido de asombro, no se parece en nada a la majestuosa mansión de Alemania pero era algo. Sería menos trabajo para mí aprenderme de memoria los planos.
—¡Vamos a ver! —Fri me jala del brazo y yo sin oponerme, entro a la casa con ella.
Al entrar nos petrificamos de lo bella que es, pero para Fri eso era lo de menos, me arrastra al segundo piso y no tardamos en encontrar su habitación.
—¡Es genial! —chilla, dando saltitos por toda la habitación.
—Sin duda era lo que querías. —le sonrió
—¡Es increíble! —grita, girando por la gran habitación
Sonreí, verla feliz me hace feliz también.
Fri se sienta en el borde de su cama y lanza un suspiro —Joder, no puedo creer que estoy aquí... Que estes aquí... ¡Que estemos aquí!
Asiento y le doy la razón —Si, me parece surrealista todo esto.
Fri me sonríe.
Luego de revisar cada minúsculo detalle de su habitación, Fri y yo nos dimos la tarea de pasar el día recorriendo la casa de pies a cabeza. Buscamos rutas de escape, contamos habitaciones, todo.
Ya que es parte de mi trabajo...
Yo soy la guardaespaldas de Fri y a decir verdad, me tomó muy en serio mi trabajo.
Los señores Müller nos acogieron a mis hermanos y a mí cuando no teníamos nada.
Les debemos todo y por eso, ahora trabajamos para ellos.
Mi hermano mayor Alger, era el guardaespaldas personal del señor Müller. Mi hermana Adelia de la señora Müller y yo, la de Frieda. Y sin duda, me gustaba mi trabajo...
Los Müller eran la familia de mafiosos más importante de toda Alemania, por no decir de todo el mundo. Tenían influencia en todos lados, tanto, que la "justicia" no podía hacerles nada. Todos en el bajo mundo les tenían respeto, y la gran parte de ellos, les temían.
Si bien, muchos otros se han querido alzar y ser mejor que ellos, o no lo han conseguido o las autoridades se han hecho cargo de ellos. Los Müller eran los amos y señores de la mafia y todo lo que ello implica.
Frieda era la heredera de todo este imperio y es mi trabajo protegerla con mi vida si es necesario, hasta que ella esté lista para hacerse cargo del negocio familiar.
—¡An! —Fri grito mi nombre y camino hasta mí —¡Ven!
—Aún no termino de inspeccionar...
—Ya tendrás tiempo para eso... —me riñe y me toma del brazo, jalándome de nuevo hacia el segundo piso directo a su habitación —Quiero que me ayudes a encontrar un outfit para mañana. —comenta al mismo tiempo que me suelta y dirigiéndose a su armario, lo abre de par en par.
Sonrió, si bien, mis hermanos tienen un trato formal y reservado con los padres de Fri, yo tenía una conexión con ella más allá de salvarle el pellejo, somos mejores amigas, crecimos juntas y nunca nos hemos separado.
Frieda se hacía cargo de todo lo formal en la "empresa" familiar, pero sin duda, es una chica tierna. Sin embargo, es capaz de hacer rodar tu cabeza si la hacías enojar, aun así, a ella no le gustaba matar. Ese trabajo me lo dejaba mi... Y sin duda, me encantaba hacerlo.
—Con cualquier cosa te ves bien... —le recordé
—¡Pero quiero impactar! —alza las manos y las estira en un intento dramático de enfatizar su punto
—Recuerda que no le puedes decir a nadie quien eres, solo el director y los administrativos de la escuela lo saben... —insistí mientras me sentaba en el borde de la cama, teníamos que mantener un perfil bajo, eso nos ha salvado el pellejo todos estos años.
—¡Lo sé! —me contesta mientras recorre su armario sacando ropa —Sin embargo... Quiero dejarle claro a todos, que meterse conmigo sería una mala idea. ¡Seré la reina del lugar! —chilla de emoción
—De eso no tengo duda... —murmuró para mí y me tiro de espaldas en la cama. Cierro los ojos y el silencio reina unos segundos, suficientes para que el sueño me invada.
—¡Eh, Schlampe! —me grita Fri, lo que en español sería: "Zorra"
Abro los ojos y le miró —¿Qué quieres Prinzessin Hündin? —le respondo con su apodo, lo que en español sería: "Princesa Perra" para no decirle solo perra, después de todo, era una princesa delicada cuando quería.
Me siento en el borde de la cama de nuevo mientras Fri me muestra su ropa: un vestido corto hasta las rodillas totalmente rosa con brillos.
—¿Este? —me muestra su conjunto con una gran sonrisa —¿No es lindo?
¡Puaj!
—¿Vestido? —arrugó la frente —¿No deberías llevar algo cómodo que te permita huir si tenemos que?
Fri rueda los ojos —¡No!
Suspiro frustrada, con ella, las peleas solo traen migrañas y no se consigue nada.
—Bien. —cedo de nuevo, como siempre —Puedes llevarlo, pero te advierto que si un chico te desnuda con la mirada lo castro sin dudarlo.
Fri sonríe feliz y se aleja con la prenda —¡Te adoro!
Suspiro y me lanzó de espaldas a la cama, de nuevo.
...***...
Para la cena, los Müller cenan en el comedor principal mientras mis hermanos y yo lo hacemos en la cocina.
Durante unos años ellos insistieron en que comiéramos todos juntos, pero nunca permitimos algo así. Era muy raro que los tres estuvieran juntos, sobre todo en una cena. Así que no queríamos arruinar ese momento, incluso, mis hermanos y yo nos veíamos poco, por eso también era lindo pasar tiempo juntos.
—¡Eso no es justo! —chillo enojada
Alger me mira divertido —Oh si...
Me cruzo de brazos al mismo tiempo que hago un puchero. Nunca, jamás, ni siquiera con Fri muestro aquel lado: el infantil, el de hermana menor. Pero con mis hermanos era diferente, después de todo, me conocían bien.
Hoy Alger saldría a atender unos "asuntos", que entre líneas quería decir: matar. Y no era justo... Yo quiero ir también.
—Ya saldrás tú también... —me anima mi hermana Ad —Cuando el señor Müller lo crea prudente.
Suspiro —Lo sé...
Cambiamos de tema, terminamos de cenar y nos fuimos a dormir.
Mañana sería un gran día... Para todos.
Al día siguiente Fri y yo bajamos al comedor. El mayordomo Hanne nos espera al pie de las escaleras como todas las mañanas.
—Señoritas... —nos hace una elegante reverencia
—Hola Hanne... —le saludo
—¡Buenos días! —le sonríe Fri
—Sus padres han salido temprano esta mañana. —informa Hanne —He preparado el desayuno de ambas.
—¡Vamos! —Fri me jala del brazo hacia el comedor.
A Fri no le gustaba comer sola, así que cuando sus padres no estaban en la casa, comía con ella.
Una vez terminado el desayuno, ambas salimos a la entrada.
Ahí nos encontramos con Hanne de nuevo, quien detiene a Fri y le entrega unas llaves.
—¿Y esto?
—Un regalo de sus padres por su primer día de escuela.
Fri chilla y tomando las llaves sale corriendo de la casa a la entrada principal. Afuera esperando, hay un Camaro Coupé. Un auto deportivo color rosa con detalles en negro...
—¡AAAAAAHHHHHHHH! —Fri chilla sacándonos un susto a Hanne y a mí —¡Es perfecto! —se acerca para verlo mejor
—Wow... Tus padres sí que han tirado la casa por la ventana. —sonrió admirando el auto y mirando de reojo al mayordomo
Sus padres me habían pedido que eligiera un auto para ella así que pedí uno hecho a su medida y a mis necesidades. Ella ama el rosa y yo la velocidad, combinando esas dos características podemos salir de apuros con rapidez y estilo.
Fri abre la puerta del auto y observa el interior de este, no menos impecable que el exterior.
—¡Gracias! —Fri salta a mi cuello y me estrecha con fuerza
—¿Y eso por qué? —la miró asombrada —Me aplastas...
—Estoy segura que mis padres te han pedido que lo elijas y aunque es deportivo... —esa última palabra la dice con las cejas levantadas —Me encanta.
Sonrió, me conoce bien —Hanne ayudo con el interior. Hay que darle crédito...
—¡Los amo! —Fri le lanza un beso al anciano —¡Vamos, vamos! —me jala al auto
Niego y me detengo —No, nunca... Es rosa.
Fri se ríe —¿Y entonces? ¿Cómo piensas ir a la escuela?
—Bueno... —sonrió —Tus padres me decidieron consentir igual... —saco unas llaves de mi cazadora de cuero negra y se las muestro
—¿Te dieron un auto también?
Niego.
—Ah... —ríe
Me hago a un lado para que ella vea mi nueva motocicleta deportiva negra.
—Mmmh es linda... —susurra Fri con una mueca.
Sonrió de oreja a oreja, a Fri no le gustan las motos y a mí no me gusta el rosa. La combinación perfecta...
—Voy tras de ti. —le miró, apartando la mirada de mi bella moto
—Bien, trata de seguirme el paso... —sonríe y corre a su auto, abre la puerta, avienta su bolso dentro y sube con rapidez.
Sonrió y la imito al correr a mi moto para colocarme el casco.
Me coloco en la oreja el comunicador que me permite estar conectada con Fri, lo usamos siempre que salimos. A pesar de seguirla siempre como una sombra, si algo sale mal, podemos armar una estrategia.
Acomodo mi arma dentro de mi cazadora para que no me perjudique, y supongo que Fri tiene la suya debajo de su asiento.
—¡Nos vemos Hanne! —grita Fri antes de acelerar y salir como un rayo de la casa.
—Nos vemos luego Hanne. —me despido
El anciano me sonríe con cariño —Cuídense señorita...
—Claro. —enciendo la moto, aceleró con rapidez y al igual que Fri, salgo de la casa directo a las calles de San Francisco.
Me dirijo a la escuela y en el trayecto doy con el auto de Fri, y sin duda, encontrarla no fue para nada difícil con ese rosa resaltando por todos lados.
Me posicionó detrás de ella y la sigo hasta que nos encontramos con el gran muro de la escuela y su inmenso portón.
Mi comunicador se enciende y contestó la llamada.
—¿Lista Schlampe? —la voz emocionada de Fri resuena en mis oídos.
Sonrió para mis adentros —Cuando quieras Prinzessin Hündin...
—Así se habla.
Fri no pierde tiempo y entra a la escuela con rapidez, haciendo rugir el motor con elegancia. Y luego se queja del deportivo, con un auto de princesa no podría hacer eso.
Las miradas sobre ella no se hacen esperar y todos miran el auto que entra. La sigo a una distancia prudente, después de todo... Era su momento.
Las personas se hacen a un lado cuando ella pasa y al final, se estaciona cerca de la entrada al edificio.
Yo estaciono a su lado y espero a que salga.
Cuando lo hace, una sexy versión de mi amiga se hace de miradas y los murmullos se extienden por todo el lugar. Frieda lleva su vestido rosa, unos tacones bajos de color blanco y su dorado cabello suelto, sujeto en media cola.
Me quito el casco y lo guardo mientras bajó de la moto. Camino hasta ella y no puedo creer que seamos amigas, yo llevo puesto un pantalón de cuero negro, una camisa negra de tirantes y sobre ella mi cazadora igual negra. Claro, no pueden faltas mis botas y mi cabello suelto.
Sin duda, estoy preparada para el funeral de cualquiera que se acerque a Fri.
—¿Lista Schlampe? —me pregunta, mientras gira las llaves de su auto en su dedo índice al mismo tiempo que me sonríe con malicia.
Me encojo de hombros —Cuando quiera mi Prinzessin Hündin.
Ella sonríe y acciona la alarma de su auto.
Le doy paso para que entre a la escuela primero, ella lo hace con movimientos provocadores y sexis mientras sostiene en su ante brazo su bolso carísimo de París, literalmente y mira su reciente manicura.
Colocó bien mi mochila sobre mi hombro y la sigo tres pasos por detrás.
Este era solo su momento...
Mientras caminamos a la dirección, todos los chicos la miran con deseo y las chicas con envidia.
—Kann ich sie tötem? (¿Puedo matarlos?) —le preguntó esperanzada
—Nein (No) —y como siempre, me lo impide.
Ruedo los ojos con fastidio y contengo mis ganas de matarlos hasta que llegamos a la dirección.
—Ahora regreso... —le digo
Entró a pedir nuestros horarios. El señor Müller los ha pedido así que no sabemos que materias compartimos. Después de todo, no podemos estar juntas siempre...
Cuando me entregan los papeles, salgo de ahí y busco a Fri. La encuentro mirando un estante de trofeos, pero yo sé bien que se está mirando a sí misma. Cuando me acerco, compruebo mi teoría, ya que se acomoda bien el vestido.
—Aquí tienes.
Fri toma la hoja con emoción —¿Qué es lo que está con resaltador?
—Las materias que compartimos.
—De nueve, solo compartimos cuatro... —hace una mueca —Ni modos.
Me encojo de hombros —Tu padre las ha escogido.
El timbre suena, cortando nuestra plática. Las clases están por empezar.
—¿Nos vemos en la cafetería?
Asiento —Si, en la mesa junto a la ventana...
—Frente a la cancha deportiva —termina por mí —Lo sé... —suspira con dramatismo
—Esa es mi Prinzessin Hündin. —le sonrió
Fri se aleja de mí y se dirige a su aula con paso seguro. Así que sin más, me dirijo a la mía. No necesitamos ayuda de nadie para algo como aquello, después de todo conocemos el instituto como la palma de nuestra mano ya que es una medida de seguridad.
Cuando llegó a mi aula tocó la puerta y me recargo en el marco de esta.
—Nadie entra después de... —el maestro se detiene a mitad de frase y me mira de pies a cabeza —¿Quién es usted?
—An, la nueva... ¿Puedo pasar?
—¿No escucho el timbre hace unos minutos?
Alzo una ceja —Si, ¿por qué cree que le pregunto si puedo pasar?
Todos se ríen de mí para nada intencionado chiste.
—Su nombre —me exige el maestro
—Antje.
El maestro me mira con irritación, pero cuando parece acordarse, me mira con los ojos cuadrados. —La nueva...
—Si, eso le dije hace unos segundos... —siseo
—Pase.
Entró al salón y me siento en una de las primeras sillas.
Que la tortura comience...
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