¿Quién podría imaginar que yo me convertiría en madre? Ni yo misma lo creía. Pero a veces el destino te pone cosas en el camino que te hacen cambiar de parecer. En mi caso, jamás pensé que tendría hijos. Nunca me consideré tener ese instinto maternal. Bueno, y también el estilo de vida que llevaba nunca me permitió conocer ese lado. Yo era de las que decía que los hijos te arruinan la vida, que por nada cambiaría mi alocada vida por un niño. Pero la vida te cambia cuando menos te lo esperas. Cambié de estar todos los fines de semana en una discoteca o quién sabe dónde a estar en el parque con mi bebé o en casa viendo una película animada. Cambié el alcohol por los biberones . En verdad, no me arrepiento de nada. Esa niña es mi hija, lo es desde el primer momento en que la encontré, robándose mi corazón por completo. Yo soy su mamá y ella es mi hija. Y no voy a permitir que un supuesto papá que, por cierto, la abandonó, venga a arruinar toda la paz que tenemos. No me importa quién sea él o qué sea de Amy. Lo único que sé es que esa niña es mi hija y nadie me la quitará. Tal vez no soy su madre biológica, pero ella es mi hija de corazón, que es hasta más fuerte porque sus padres biológicos no se tocaron el corazón en abandonarla cuando apenas tenía 3 meses. Una bebé indefensa. No me quiero ni imaginar qué hubiera pasado si no la llevé conmigo y la dejé a su suerte en la basura. Más adelante les contaré cómo encontré a Amy. Lo único que les dejo claro es que a Amy nadie me la quita, y menos ese que dice ser su papá.
Bueno, sé que están un poco confundidos, por eso déjenme contar todo desde un principio.
Hola. Me presento, soy Dulce Collins. Tengo 23 años, mido 1.63, piel clara, cabello y ojos color negros. Vivo en Canadá. Hace unos meses me gradué de publicidad. Me fue fácil encontrar trabajo, ya que mi familia tiene una agencia de publicidad y estoy trabajando en la empresa familiar. Aunque debo admitir que solo la estudié porque mis padres me amenazaron con que me iban a quitar todo si no estudiaba una carrera, y no cualquier carrera, sino una que les favoreciera a ellos. En verdad, me da igual, total no hago nada y me pagan. Aunque, por una parte, me convino ir a la universidad porque mis padres me compraron un departamento, mi auto y ellos pagan las cuentas y mis tarjetas. Y sobre todo, no tengo que aguantar sus comentarios sobre qué haré con mi vida ahora que terminé la universidad: si me casaré, si tendré hijos. No odio a los niños, simplemente me gustan, pero no quiero. Son muy llorones y en verdad nunca he tenido la necesidad de trabajar. Mi trabajo, como dicen mis mejores amigas Lucía y Andrea, es asistir a fiestas e ir de compras. Y en mi trabajo no está cuidar a un niño ni desvelarme cuidándolo. Si me desvelo, es asistiendo a fiestas, no cuidando a un bebé.
Andrea es un poco parecida a mí. Ella y yo estudiamos lo mismo y nos la vivimos de fiesta. En verdad, no sé cómo pasamos la universidad. Yo lo admito, solo fui porque fui obligada, no por gusto. Nunca me gustó en verdad lo que siempre me ha gustado nunca pude estudiarlo, que es enfermería. Según mis padres, eso no es trabajo para alguien de mi clase, además, ¿quién se haría cargo de su empresa cuando él se retire? Y con todos esos cuentos, nunca pude estudiarla. Al contrario de Lucía, que ella sí estudió enfermería. En verdad, ella iba a estudiar medicina, pero antes de terminar la secundaria quedó embarazada. Sus padres la apoyaron, pero ella sabía que la medicina no la iba a dejar cuidar bien a su bebé y dedicarle tiempo a su carrera. Por eso decidió estudiar enfermería, porque se puede distribuir los turnos para cuidar a su hija y salir con nosotras. En verdad, es muy admirable, y más que decidió salir adelante como madre soltera, ya que el desgraciado le dio dinero para que abortara y diciéndole que si no lo hacía, que se olvidara de él. Es un idiota. Mi amiga tomó una buena decisión y fue lo mejor que le pasó en el mundo. Aunque es un poco llorona, sé que soy su tía favorita, porque cada vez que ve a Andrea llora. Pero a diferencia de Lucía, yo no me veo como mamá. Lo mío es ir de fiesta, tomar alcohol.
Lucia
—No puedo creer que apenas empieza el mes y ya han asistido a 8 fiestas el final con ustedes. Dos en verdad, ¿cuándo van a sentar cabeza, Andrea?
Andrea
—En verdad fueron 10 y la de hoy es la 11. Y en esta sí asistirás con nosotras. Ya no te quedan excusas. Sé que cuidas a Aby y trabajas, pero hoy no. Aparte, sabemos que a veces tienes el día libre y tu mamá te cuida a Aby y nos dice que no puedes.
Dulce
—Linda, nos dices eso porque ahora eres madre, pero te recuerdo que eras igual o peor de fiestera que nosotras. Y a diferencia de ti, no me veo sentando cabeza. Me gusta mucho la rumba.
Lucia—¿Quién les dijo eso? Bueno, en verdad, sí a veces simplemente no quiero salir y pasar tiempo con mi hija. El tiempo pasa muy rápido. Aby ya va a cumplir 6 años y quiero aprovechar el mayor tiempo con mi hija. Ya lo han dicho, no soy yo. Y para callarles la boca, sí voy a ir a esa fiesta hoy. No trabajo y mañana me toca turno en la noche. Y la mamá de Diego quiere pasar tiempo con Aby y acordamos que Aby iba a pasar el fin de semana con ellos. Así que no me quiero quedar sola en casa. Ya es justo que salga a bailar. Tengo que desempolvar mis caderas.
Dulce
—Así se habla. Hoy amanecemos bailando. Y Lucy, lo sabes que este trío es dos tías y una mamá. Hablando de eso, ¿cómo te sientes que Aby pase tiempo con la familia de su papá?
—Sí, ya lo tengo claro. En verdad, no sé qué sentir. Por mucho que odie a Diego, Aby tiene derecho a convivir con su familia paterna. Y en verdad, Diego es un desgraciado, pero sus padres son un amor. Ellos quieren a mi Aby desde que la conocieron. No han querido separarse de ella, a pesar de que prácticamente fue hace unos meses que supieron de su existencia. Han tratado de darle ese amor que no pudieron darle porque Diego nunca les dijo que estaba embarazada. Aunque debo admitir que cuando él me ofreció el dinero, salí de su casa y nunca más lo volví a ver. Y nunca quise tener ese acercamiento con sus padres. Pensé que si les contaba, se iban a poner de parte de su hijo y también me obligarían a abortar. Lo único que espero es que no se les ocurra presentarle su padre a Aby. Saben que ese es un tema difícil de hablar con mi hija y aún no es momento. Les permití que Aby se quedara en su casa con la condición de que no le dirían nada de eso a mi hija. De lo contrario, jamás se acercarían a ella.
—Estás en todo tu derecho, pero pienso que estás confiando demasiado en esos señores. Ojalá que lo que pienso no sea cierto. Mejor dejemos la charla para otro momento y empecemos a arreglarnos para la fiesta.
(En verdad, no quiero ser cizañosa e intrigante, pero la abuela de Aby no me da buena espina. De hecho, nunca, desde que la conozco, siempre me ha caído mal. Ya que nadie puede estar siempre feliz y sonriendo. Me explico, es muy hipócrita. Y ese arrepentido deseo de conocer a su nieta no me lo creo nada).
—Perras, a bailar. Recuerden que la pista es nuestra.
Como de costumbre, Andrea se fue a ligar, dejándome sola. Bueno, no, ya que Lucy está conmigo. Bueno, estaba también se fue a ligar. Ahora entiendo por qué quiso venir. Está con un excompañero de la universidad, Santiago. En verdad es muy guapo, pero tengo entendido que tiene novia. Bueno, no sé. Solo espero que Lucy no se ilusione, ya que la pobre no ha tenido nada de suerte en el amor. Primero, el desgraciado padre de su hija, y con los chicos que se le acercan, nunca quieren algo serio por el hecho de que tiene una hija. En verdad, tener hijos es el mejor repelente para no tener ligues. Funciona más decir que tienes hijos que decir que tienes novio o estás casada. Aunque agradezco que Lucy no lo vea mal, ya que ella también los usa. Esa es mi perra.
Bueno, no he descrito a mis perras. Lucía tiene 23 años, piel clara, ojos cafés, cabello castaño y mide 1.70. Andrea también tiene 23, piel india, ojos marrones, cabello negro y mide 1.60
Dato:Lucy es lucia pero se le dice Lucy de cariño
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Dulce
En verdad no recuerdo nada. Debí estar muy borracha para decir que la fiesta seguía en mi casa, porque podré ser fiestera y todo lo que quieran, pero jamás me gusta hacer fiestas en mi casa. Porque ajá, la que limpia todo después soy yo. Si no llamo a Juana, todavía estuviera recogiendo. Mis amigas, al parecer, siguen dormidas, ya que con todo el ruido que hice limpiando, ni se asomaron. Juana está preparando algo para la resaca y para desayunar.
Voy a despertar (o asustar) a las chicas, pero la asustada soy yo al ver a ese moreno, desnudo, de dos metros, acostado junto a Andrea. Cierro la puerta antes de ver otra cosa. Mi amiga sí que se divirtió anoche. Hasta yo estuviera cansada. Voy en busca de Lucy en el otro cuarto. Espero no llevarme otra sorpresa. Hablé de más: Lucy está junto a Santiago. Al menos este no está desnudo. Vaya amigas, estas sí que la pasaron bien. Lucy no solo desempolvó sus caderas... Al menos tuvieron la decencia de no usar mi habitación.
Ya eran las 8. Juana se había ido a hacer las compras. Yo me estaba bañando y arreglando. En verdad lo necesitaba. Estaba por ir a desayunar cuando me topo con dos muertas vivientes.
—Dulce, y esa cara... pareces zombi.
—¿Dónde estabas? ¿En dónde pediste esto?
—Ustedes dos no pueden hablar de zombis, y me ofende que piensen que no fui yo quien preparó esto.
—Sí, como digas, amiga. Esto no sabe a quemado, así que digo "ya".
—Ash, las odio. Bueno, esto parecía un caos, así que llamé a Juana. Ella preparó el desayuno. Y tomen esto para la resaca.
—Lo imaginamos, pero no nos dijiste dónde estabas.
—Estaba en mi habitación, arreglándome. Ustedes dos sí que la pasaron bien.
—No sé de qué hablas. Las tres la pasamos bien.
—Ay, son pésimas mintiendo. Las descubrí: Andrea, el morenote de dos metros; y Lucía, Santiago. Les muestro la foto para que recuperen la memoria.
—Ok, lo admitimos. ¿Cómo que foto?
—Es mentira, las vi, pero no les tomé foto. Pero cuéntenme qué pasó anoche, ya que no me acuerdo de nada.
—En verdad, lo único que recuerdo es que ya iban a cerrar la discoteca y tú te ofreciste a seguir la fiesta en tu departamento. Todo muy bien hasta que tus vecinos llamaron a la policía y terminaron la fiesta. Se fue casi todo el mundo. Después que los polis se fueron, te acostaste en el mueble y bueno… nosotras nos fuimos. Ya sabes lo que pasó después.
—Debí estar bien borracha para decir que siguiéramos la fiesta aquí. Ustedes se salvaron de limpiar. Esto era un desastre total. Pero no se salvan de lavar los platos, ¿verdad? Lucy, ¿qué pasa entre Santiago y tú?
—En verdad me gusta Santiago, pero no sé. Voy a dejar que todo fluya, ya que no me quiero ilusionar. No sé si él es de los que le huyen a las mujeres con hijos. Ustedes, que estudiaron con él, ¿qué me pueden decir de él?
—Amix, en verdad lo único que te podemos decir es que no te ilusiones, ya que ese tipo es un mujeriego. Andaba detrás de Dulce los primeros semestres. No sé si haya cambiado, porque ni a Dulce ni a mí nos interesó ser sus amigas. Cuídate, por favor.
—Gracias, chicas. Pero en verdad, como dije, quiero ver cómo fluyen las cosas. Y saben que lo más importante en mi vida es mi hija. Y ustedes, Dulce, si te dice o te hace algo, me lo dices, ¿ok?
Pasamos toda la tarde juntas con Aby. Los abuelos llamaron a Lucy, que no dejaba de llorar, y fuimos por ella. Aunque su madre no lo admita, Aby no quería estar con sus abuelos. No tenía ni un día bien. Desde que fuimos por ella dejó de llorar. Nos pasamos toda la tarde viendo películas de princesas y comiendo pizza y helado. En verdad me encanta pasar tiempo con las chicas. Me acuerdo cuando apenas estaba empezando a caminar, que tuvimos que salir corriendo tras ella porque, apenas empezó a caminar, fue directo a bajar por las escaleras de casa de sus abuelos. Esa niña nos ha dado unos sustos… De su madre con una sobrina así, no es necesario tener hijos. ¡Niña traviesa! Esa le sacará canas verdes a su madre.
Ya era de noche. Lucy y Aby se fueron. Lucy iba a llevar a la niña a casa de sus padres para después irse a trabajar. Mientras Lucy se va a trabajar, Andrea y yo nos arreglamos para irnos de fiesta otra vez.
Ah, por cierto, Andrea vive conmigo… bueno, a veces. Ella también tiene su departamento, pero a veces se queda unos días, al igual que Lucy y la niña.
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