NARRA CECILIA:
Suspiro antes de ingresar a mi departamento. Se que dentro esta Scott fingiendo que todo va bien, que no me engaña con nadie y que todo sigue igual que siempre.
Estoy cansada de vivir una farsa, pero mi trabajo me tiene tan absorta que ni tiempo para ponerle fin a un noviazgo que no tiene futuro.
Se que él no es culpable de todo en parte, gran parte diría, de la culpa es mía. Me la paso de viaje, hasta altas horas en la oficina o como ahora que llego a horario, pero con un cansancio que ni ganas de hablar tengo.
—¡Scott! Ya llegué —grito ni bien entro sacando mis tacones, mis pies duelen.
—Hola Ceci —dice asonándose desde la cocina del departamento— ¿Tienes hambre? —pregunta. Es grato saber que en el fondo todavía le importo, aunque sea un poco.
—Si, gracias —digo tomando el plato que me tiende.
Comemos en un completo silencio que lo rompo yo al salir de mis labios un ronquido, nuevamente casi me duermo cenando. Genial.
—Ceci, estas cansada. ¿Por qué no te vas a la cama? —propone mi novio tomando mi plato con el resto de mi comida.
—¿Bienes conmigo? —pregunto sabiendo la respuesta.
—En un rato voy —siempre lo mismo y cuando despierto en la noche siempre me encuentro sola.
Por eso sé que tiene amantes y por muy patética que suene no lo puedo culpar.
A la mañana siguiente desayuno sola, Scott no ha vuelto y la verdad espero que tome sus cosas y se valla de una vez por todas. Yo no tengo tiempo para perder en hacer el tonto. Mejor nos ahorramos las palabras y de una que se valla, creo que tendré que dejar indirectas para que así me deje.
Como sea, mi día me espera y se anuncia tedioso. Si porque mi jefe se jubila y como no tiene hijos y que me adopte no es una opción le dejara su empresa a su queridito sobrino.
No lo conozco, pero solo espero que sea la mitad de lo que es mi jefe. Él es una persona comprensiva y bondadosa, a pesar de que me tiene casi las veinticuatro horas trabajando el sueldo lo vale. Gano más que cualquiera en todo ese lugar.
Salgo de mi departamento y mi coche está en una posición media rara, lo rodeo para revisarlo y gimo al percatarme que tiene una goma pinchada, mierda.
Enseguida corro a la parada de bus que se encuentra cerca de mi departamento, pero cuando estoy por llegar y veo pasar el colectivo a todo vapor. Refunfuño y miro a los lados por si un taxi pasa y levanto la mano para detener uno que justo viene en este momento para bajarla enseguida, va ocupado.
Sigo caminando mirando a los lados, capas y tengo suerte de encontrarme con algún conocido, un taxi libre o lo que sea.
Si alguien me habría dicho que hoy sería un día de mierda no me levantaba, tanto perfume, tanto maquillaje al reverendo cuete porque ni un misero taxi, conocido o bus paso y tuve que llegar a la empresa caminando.
Por lo tanto, no solo huelo a rayos, sino que mi maquillaje se ha corrido por la transpiración. Miro mi reloj de mano y me percato que llevo una hora de demora.
Se que a mi jefe no le molesta que llegue tarde, siempre y cuando cumpla con todo mi deber.
Saludo a todos y noto que se encuentran algo alterados en recepción y en ese instante recuerdo el gran suceso del día. Mi nuevo jefe se presenta hoy y yo llego con una hora de demora. Mierda.
Corro al ascensor y presiono el botón de mi piso de manera urgente y apresurada. Casi no respiro en lo que el aparato se demora en dejarme en mi planta de trabajo.
Las puertas se abren y salgo disparada saludando a mis compañeros de corrida, todos me miran y saludan, pero con cierto aire de preocupación.
Llego a mi oficina para frenar en la puerta y quedarme de piedra al ver semejante bombón sentado en mi silla, tocando mis cosas.
No sé si echarlo por metiche o dejar que me haga lo que se le ocurra. Dios esta como para darle sin asco. Esto supera todas mis expectativas. ¿Quién es este sexi hombre que ahora me mira de forma arrogante?
Mas bien me inspecciona para levantarse de mi silla y dejarme sin aliento. Nuevamente ¿de dónde salió este dios griego de ojos negros?
—Señorita Diaz, llega tarde —su voz oscura me estremece y juro que he tenido un orgasmo de solo oírlo.
—¿Y usted es? —pregunto hallando nuevamente mi voz después de pasar saliva.
—Tu nuevo jefe sexi —se acerca a mí y me mira de arriba abajo, su altura es impresionante al igual que sus brazos fornidos—. Deberías arreglar tu maquillaje —dice y sale de mi oficina—. A, por cierto, quiero un café en cinco minutos.
Dejo mis cosas y corro a mi baño para casi aullar del horror, mi maquillaje parece una escena de terror. Parezco una muñeca de cera derretida. Mierda. Vuelvo a mi oficina para buscar mi bolso y percatarme que dentro no traje mi maquillaje, genial. Por suerte tengo unas toallitas húmedas que utilizo para limpiar mi cutis.
Vuelvo a baño y limpio mi cara del desastre y luego de lavarme bien me perfumo generosa, pero sin querer espantar a nadie con la peste de perfume.
Luego me dirijo a la cocina que cuenta el piso para prepararle un café al nuevo sexi, caliente, musculoso, riquísimo Dios griego que tengo como nuevo jefe. ¿De quién será hijo? Se la respuesta, pero no lo puedo creer. Su madre es un cuco y bueno dicen que su padre era todo un don juan. Al parecer heredo los genes paternos.
Como sea con el café en mano me dirijo a mi oficina y tomo mi agenda para dirigirme a la de mi nuevo jefe.
Toco antes de ingresar y cuando escucho su permiso ingreso para encontrármelo sentado muy cómodo en la silla frente a su escritorio muy cómodo con los pies sobre el escritorio.
—Su café señor —balbuceo dirigiendo mis pasos hasta llegar al escritorio y dejar la taza en frente de él.
—No me digas señor —dice y tengo que contener el aire para no gemir, creo que ahora si acabe—. No soy viejo.
—Lo siento, señ... —me mira y ahí está otro orgasmo, hay miradas que matan, pero esta les juro que te hace acabar al instante— ¿Cómo le llamo entonces?
—Pues dime amor, cariño o como más te guste —dice tomando la taza que deje en frente suyo. Aprieto una sonrisa, muchos orgasmos en un minuto, pero es un engreído de primera.
—Creo que idiota le queda mejor —digo irguiendo mi postura y abro mi agenda para mencionar todo lo que le espera para el día de hoy. Finalizo y juro que lo vi bostezar.
—Bueno, ponte a trabajar que para eso se te paga y como llegaste una hora tarde te quedaras dos más y harás todo lo que se supone que debo hacer —dice cambiando el tono a uno más oscuro si eso se puede lograr—. Ya sabes es mi primer día y me toca adaptarme todavía.
—Llegue una hora tarde no dos —espete indignada.
—Intereses querida —dice baja los pies del escritorio para levantarse y con su movimiento me muevo ya que me intimida—, ahora te sugiero que te pongas a trabajar y cuando llegue Lorena la dejas pasar.
—¿Lorena? —pregunto mirando la agenda notando que no aparece ningún nombre como ese. Una mano aparece en mi campo de visión para tomar mi agenda y sacármela, serrarla y devolvérmela de forma brusca golpeando mi pecho, ¡Auch!
—Ya me ha oído, no necesita que se lo repita —espeta señalándome la salida de la oficina.
Tastabillando salgo sin comprender que ese sería el comienzo de mis días donde el infierno sería una mejor opción.
nota de autor: acá les dejo el primer capitulo de esta nueva historia, esta en proceso, iré actualizando a medida que escribo.
espero que les guste y me den todo su apoyo.
Salgo de esa oficina pensando en las palabras del idiota engreído, casi me hago pis cuando lo tuve a milímetros de mi cara. Juro y perjuro que no me había dado cuento de su tamaño. Es una mole.
Su cuerpo formido parece una montaña y para ser sincera quisiera ser alpinista y escalar cada roca de su odioso cuerpo.
Sacudo la cabeza para borrar esos pensamientos confusos y camino de nuevo a mi oficina y ponerme a trabajar.
Mis años junto a mi antiguo jefe me enseñaron todo acerca de la empresa y al manejo de todo. Cada vez que él se ausentaba ya sea por enfermedad o algún evento familiar, siempre acudió a mí. Su confianza en mí era ciega y gracias a eso puedo decir que me siento parte de todos los logros que se fueron dando con los años.
Ahora es muy distinto que tu jefe este incapacitado a que no quiera hacer su trabajo con la excusa que se está incorporando a esta empresa. Es ridículo solo pensarlo.
Mientras me concentro en lo que tengo en frente y taconeo irritante llena mis oídos para después escuchar como estocada mi pueta. Levanto la mirada para encontrarme con una versión morena de barbie malibu. Silicona, silicona y más silicona con un toque de silicona por aquí y otro por allá.
—Buenos días, soy Lorena —chilla la silicona con patas lastimando mis oídos—. El señor Grande me espera.
Casi me rio al escuchar el apellido de mi nuevo jefe, Grande. Le va justo con su tamaño ¿Qué otra cosa también le ara justicia a su apellido o su tamaño? Nuevamente desvariando y tan temprano.
—Por favor sígame —le indico el camino a la oficina del SR: “Grande” juro que no me quiero reír. Toco la pueta y escucho un adelante—. Señor —digo asomando mi cara, y lo veo parado en frente del gran ventanal con vista a la ciudad ya sin su saco, solo con la camisa haciendo más evidente lo formido de su cuerpo, alpinismo necesito tomar clases—, Lorena ya ha llegado —anuncio y la tipa esa me hace a un lado para pasar por mi costado casi tirándome en el proceso.
—¡Querido! —chilla la barbie malibu, corriendo a sus brazos.
—Hermosa —dice el recibiéndola y me mira— Vete y que nadie nos interrumpa —dice, la tipa esa me mira con un toque de suficiencia que irrita mi humor.
—Como lo ordene señor “Grande” —digo enfatizando su apellido para que note la burla en mis palabras. Su mirada se oscurece y escapo antes de ganarme una carta de despido.
A paso rápido me dirijo nuevamente a mi oficina. Antes de ingresar puedo escuchar la risa chillona de la barbie malibu esa.
Cuando me estaba nuevamente concentrando en mi trabajo, unos ruidos se empezaron a escuchar desde el otro lado de la pared que separa mi oficina de la de mi jefe.
Cabe destacar que mi oficina es como un cubículo, se podría decir que las paredes son como de cristal solo que sin la transparencia. El grosor no supera los diez centímetros. Por lo tanto, no solo escucho cuando una lapicera cae al piso, sino que también escucho cuando, claramente, lo que pasa ahí es muy claro. Ese descarado está teniendo sexo en horas de trabajo y lo peor de todo que ahora entiendo porque me pidió que me encargara de todo. El muy holgazán solo vino a la oficina a fallarse a su novia.
Los gemidos exagerados, sumados a los gruñidos de mi jefe no me dejan concentrarme. Miro la hora y traro de aguantar, con suerte en cinco minutos esto se termina y puedo seguir con mi trabajo.
Cinco minutos ni que ocho cuartos, llevan ya dos horas en la misma cantaleta y al parecer tienen para rato. Frustrada y excitada porque hay que ser de piedra para que la imaginación no vuele y esos gemidos no me existen. Tomo mi bolso y soltando un bufido salgo de la oficina, necesito un café fuerte para soportar todo lo que me espera y todavía no es la hora del almuerzo.
Paso de largo y me dirijo al ascensor, en frente de la oficina hay un bar que sirven café. Me dirijo ahí atendiendo las llamadas que ya desvié a mi celular y mientras espero que me atiendan tomo apuntes.
Me traen mi pedido y salgo nuevamente a la oficina cruzándome en la entrada con la barbi esa. Es increíble lo que el fijador logra en el cabello de las personas porque ni despeinada esta.
Con una sonrisa falsa se despide de mi moviendo sus garras en mi dirección y contoneando sus caderas falsas, saliendo del edificio. Todos la miran como si fuera una celebridad, ruedo los ojos al pensar en la chanchada que debe ser la inmaculada oficina de mi ex jefe.
Subo a mi piso nuevamente tomando una llamada muy importante de un cliente que siempre me focino hablar con él. La riqueza en sus palabras y sabiduría lo hace una persona digna para tener una conversación amena.
Salgo del aparato metálico sonriendo mientras escucho como, Robert indica sus ideas para la próxima campaña publicitaria que desea para su nuevo producto que será lanzado al mercado en seis meses.
Entro a mi oficina y grito del susto tirando mi celular y mi café. Mi jefe se encuentra muy cómodo en mi silla, nuevamente, pero esta vez su pecho este desnudo dejando a la vista la exquisita fisionomía que deseó aprender a escalar.
—¡Mierda! —grito y miro a mis pies para tomar mi celular nuevamente— Lo siento señor Robert, una enorme rata se ha cruzado en mi camino y me ha dado un susto de muerte —digo fijando mi mirada en el que dice ser mi nuevo jefe—, enseguida le agendo una cita para ultimar los detalles para la nueva campaña publicitaria y le mando un carreo para con las fechas posibles de reunión.
Finalizo la conversación telefónica echando humo por los ojos y fuego por las orejas. Me planto frente a la mirada penetrante de mi descarado jefe que al parecer no piensa cubrir ese pecho esculpido, Dios.
—¿Enorme rata? —pregunta poniéndose de pie, intimidándome en el proceso por su enorme físico.
—Mmm... —murmuro retrocediendo, queriéndome fundir con el machimbre de las delgadas paredes de mi ordinaria oficina.
Se acerca tanto a mí que puedo ver a detalle cada cuadro de su musculatura, el poco bello que cubre su pecho y cierro los ojos cuando su respiración talla mi piel.
—¿Qué hacía que no estaba trabajando? —pregunta con esa voz algo ronca que afloja los tornillos oxidados del Titanic—. Que yo sepa la hora del almuerzo no es hasta la una.
—Yo... —juro que quiero concentrarme, pero ahora no solo su respiración se hace presente en mi piel, sino que su aroma varonil esta impregnando mis fosas nasales y basto solo eso para identificar el aroma a sexo que desprendía para contener la respiración y mirarlo ignorando lo intimidada que estaba hace un momento— ¿Eso cree? —espeto empujando su fuerte pecho, error; la corriente que tuve que ignorar recorrió todo mi cuerpo— me paso todo el día, desde que llegue, haciendo su trabajo, hablando con gente importante que se supone que usted debe atender pero que no puede por andar de.... —mientras retrocede con la mirada divertida por mi arranque de furia mi dedo no deja de picar su pecho escultural.
—¿Por andar de qué? —se atreve a preguntar con ese tono que me achica.
—Por andar de calenturiento con esa gata en celo que no dejaba de chillar como moto vieja —suelto y parezco la esposa que le reclama a su marido una infidelidad, ridículo—. ¿Cómo quiere que me concentre en mi labor si sus cosas se pueden escuchar claritas? —lo veo contraer el cejo y mirar a sus lados alejándose levemente de mí, respiro.
—¿Qué tanto escucho? —pregunta sin mirarme.
—Todo —murmuro, si digo en detalle cada cosa que escuchaba mi bochorno crecería y ya no podrá mirarlo a la cara, aunque de la forma en la que se encuentra ¿Quién podría?
—Bien —dice para dejarme con la boca abierta, ¿De verdad que no piensa hacer su trabajo? Mejor busco la manera de que lo haga—. Para la hora del almuerzo vendrá Camila y si no quiere escuchar nada le recomiendo que sea puntual en la toma de su comida.
Dice y sale de la oficina dejándome pensativa. Miro el piso y noto mi café esparcido en él, tomo el pote y lo desecho en la papelera y llamo a servicio para que limpien el desastre y me acomodo en mi lugar para concentrarme en mi trabajo.
Trato de hacerlo, pero de mi mente no deja de venir esa advertencia que me indica que mi jefe nuevamente estará follando con alguna otra versión de barbie malibu. Gruño por lo bruto y holgazán que es. Esto es el colmo, porque mejor no se va a un hotel o burdel, la facha que cargaba esa tipa no creo que haya salido de otro lado.
Llega la hora del almuerzo y cuando me estoy por retirar aparece la susodicha, Camila. De verdad que me da risa. ¿De dónde saca estas copias plastificadas de intento de mujer? ¿Tanto Botox dejaran algo de sensibilidad en la piel?
Antes de escapar de los gemidos extravagantes de mi jefe y ese gato de feria, la acompaño hasta la oficina de mi jefe y anuncio su llegada.
No espero mucho, solo me hago a un lado y escapo como si de un campo minado se tratase.
Salgo a toda prisa del piso, juntándome con mis compañeros que también bajan a almorzar sorprendiéndose de que me reúna con ellos. Por lo general nunca como, solo tomo una fruta o algún batido de la cocina, pero la advertencia de m jefe me lleva a correr espavorida.
—¿Todo bien con el nuevo jefe? —pregunta Valeri y veo el interés en los demás por escuchar mi respuesta.
—Es un idiota con lujo de detalle, solo utiliza su puesto para fornicar, pueden creer que esta mañana estaba con una y ahora se quedó retozando con otra —digo, plantando la semilla del chisme.
—¿No me digas? —pregunta asombrada y rio internamente, chismosa. Asiento en respuesta— pobre de ti y esas paredes delgadas de tu oficina —dice, compadeciéndose de mí.
No respondo y me quedo pensando, si así serán todos los días ¿Tendré que cambiar mi oficina? Maldito idiota.
Luego de comer una ensalada en la cafetería del edificio subo nuevamente a mi labor esperando que la estirada esa ya se haya ido y que pueda trabajar lo que resta de mi día en paz y tranquilidad.
Llego y antes de poner un pie en mi oficina puedo ver como los estantes que contiene carpetas y están apoyados en la pared que divide mi oficina a la de mi jefe, tiembla y las cosas que se encuentra ahí. Miro la pared y parece que se va a caer de cómo se mueve a la vez que los gemidos y gruñidos que se escuchan atraviesan el ambiente.
Diosito dime que hice para merecer esto. Esto está totalmente fuera de lugar, no puedo soportar trabajar así.
Dejo mi bolso sobre mi escritorio y me dirijo a la oficina de mi jefe, respiro hondo antes de ingresar he interrumpir esa puesta triple x que se desarrolla en esa oficina.
Trato de no mirar al entrar al cuarto de terror sin ser invitada. Como si se tratara de una escena de algún crimen macabro cubro mis ojos para no ver.
—¿Pero que mierda? —gruñe mi jefe.
—Podrían dejar de torturar esa pared que tiran todo en mi oficina —digo y mi ojo se abre solo un poco para ver como ese trasero redondo no deja de moverse mientras que las piernas de la flaca esquelética cuelgan a los lados del cuerpo de mi jefe, parece que se la hubiera tragado solo eso se ve de ella además de escucharse sus gemidos que no cesan con mi interrupción.
—Si no te quieres unir a la fiesta, salte y busca otra cosa mejor que hacer —espeta el desgraciado sin dejar de mover su trasero—. ¡Fuera!
—Idiota holgazán, deberías estar haciendo tu trabajo —grito y cuando detiene sus movimientos, elegí ese momento para escapar.
Salgo espavorida he ingreso a mi oficina notando que el mueble dejo de temblar. Recojo todas las cosas que se cayeron y me quedo quieta cuando lo escucho insultar, un quejido de la barbie me anuncia que la fiesta termino.
Sonrío acomodando todo el desastre y me acomodo en mi puesto, pero no puedo hacer mucho porque tirar la piedra y esconder la mano no me salvaría de la ira de esa montaña de músculos.
Ingresa a mi oficina solo vistiendo un bóxer blanco que delinea muy bien su... ¿Qué hago mirando eso? Eso, que parece trompa de elefante. Trompis... mmm...
—¿Quién demonios te dio la autoridad para invadir mi oficina e interrumpir mi deliciosa reunión? —grita haciendo que brinque en mi lugar, lo miro a la cara y juro que salen rayos láser de sus ojos.
—Usted es un desubicado y un imbécil ¿Cómo se cree que voy a tolerar tal falta de respeto? —espeto irguiéndome en mi silla queriendo estar a su altura, pero debería subir en la silla para siquiera estar a su altura, Dios es una mole—, por favor tenga la decencia de hacer sus osas en otro lugar.
—Yo hago lo que quiero donde quiero, soy el jefe, no se olvide de eso —me señala al decir las palabras— La próxima vez que me interrumpa no olvide pasar por recursos humanos para cobrar su liquidez.
—¿Qué quiere decir? —pregunto anonadada— ¿Esto será pan de cada día?
—Usted no va a decirme como debo hacer mi vida, esta es la nueva realidad si no le gusta acepto su renuncia, de lo contrario su sueldo elevado es suficiente para hacer el trabajo de los dos y sin quejas—gruñe sin dejar de mirarme— ¿o acaso el viejo le pagaba por algo más?
Sin pensarlo mi mano se estampa en su mejilla, me mira furioso y sale de mi oficina dejándome humillada ante semejante declaración. ¿Cómo puede pensar, siquiera, que hacía algo más que trabajar con mi antiguo jefe? ¿Quién se cree que es para plantar semejante idea? Acaso no tiene idea de mi labor.
Casi llorando salgo de la oficina, no me importa si es o no mi horario de salida, no pienso quedarme un solo minuto aquí.
Tomo mi bolso y cuando salgo dando un portazo, la pueta de la oficina de mi nuevo jefe se abre mostrando la figura intimidatoria de esa mole que me mira, lo ignoro y sigo mi camino.
—¿Dónde cree que va, Diaz? —pregunta.
—A la junta directiva de que te importa —digo sin mirarlo marcando mis pasos hasta el ascensor. Idiota.
Ingreso para luego voltear y ver como se acerca a paso apresurado, mi dedo se precipita sobre el teclado para presionar el botón que me lleve a la libertad de manera apresurada, tratando de ganarle a las largas zancadas de esa mole que llega justo a tiempo para quedar parado a mi lado a la vez que las puertas se sierran. Mierda estoy perdida.
—Quiero su renuncia mañana a primera hora —dice y creo que me quedo sin aire al escucharlo, lo miro y solo mira en frente.
No comprendo cómo fue que se cambió tan rápido, pero dejo de analizar esa analogía cuando comprendo sus palabras.
—No lo hare, pero por su falta de respeto me tomare el resto del día —indico mirando hacia el frente—. Y si quiere mi renuncia le puedo asegurar que puede esperar sentado porque ni loca renuncio al trabajo de mi vida, primero tendrá que echarme.
—Pues si no renuncias tendrás que acostumbrarte a la nueva administración y sí, soy un holgazán que le encanta follar todo el día, espero que sepa donde se mete —dice y no puedo entender que tuvo en la cabeza mi jefe cuando le dejo la empresa a un tipo despreciable que solo la llevara a la quiebra.
Me bajo en el lobby de la empresa y salgo apresurada, necesito un trago.
Así paso el mes, en una completa batalla campal, donde solo gato saliva porque el hijo de su mama solo hace de las suyas. Cada día, con un desfile interminable de mujeres plastificadas que solo saben fingir.
Por suerte este fin de semana mi amiga se casa y podre desestresarme un poco. Necesito sexo y escucharlo en vivo y en directo todos los días no ayuda.
Mi relación con Scott no va a ningún lado por no decir que ya no existe. Tengo que cortar ya con esto. Entre mi jefe y su indiferencia me van a volver loca.
Termino me día laboral agotada, dejando en el escritorio del inservible unos documentos que debe firmar. Eso es lo peor de todo, que yo todo lo hago, pero sin su firma nada tiene valor.
Sin despedirme salgo de esa oficina y me dirijo a la prueba de vestido que tiene hoy Marion, estoy tan cansada que solo quisiera dormir un rato.
Estoy con mis amigas, Marion se ve bellísima con su vestido, mañana es su gran día. Mi teléfono no deja de sonar, será que no puedo desligarme de mi trabajo, aunque sea un día. Le dije al inservible que mi amiga se casaba este fin de semana y que por nada del mundo atendería asuntos del trabajo ¿y que hace? Me mande miles de correos con estupideces que él puede hacer. Pero no acá estoy como estúpida, en vez de disfrutar de este momento estoy respondiendo correos del trabajo.
Mientras tecleo Marion discute con Sylvanas sobre sexo, desde que termino con Gastón está hecha una amargada y solo se la pasa de fiesta, últimamente se parece a mi jefe, solo que no se llevas sus conquistas a su taller.
—Hace más de dos años que salen y siempre la misma cosa ¿No te canas? —le dice Syl a Marion.
—No, porque nunca sé que me espera, con el todo es dinamita o la calma total —le responde Marion mirando con cansancio a la modista.
—Lo mismo con mi Dan —murmura una Briza enamorada de su marido, ya creo que le saldrán corazones en los ojos.
—Se nota, ustedes sí que no pierden tiempo —digo mirando la barriga de Briza. Ella al igual Amy están embarazadas.
—Dile a tu jefe que tienes una vida y ve con Scott a que te mueva el tintero —me dice Briza, como siempre defendiendo su querido jefe. Pienso en el mío, es un completo idiota.
—Pues prefiero que el tintero me lo mueva el, acaso no lo vieron esta jodidamente caliente ese bastardo —puntualizo pensando en las clases que debo comenzar a tomar para escalar esa montaña, uff. Todas me dedican una mirada de asco, sonrío recordando que no les conté que mi jefe es un idiota arrogante ahora.
—Hay nena, desde cuando bajaste la calidad. Ese viejo es un asco —suelta Sylvanas. Si el viejo era feo, pero por lo menos me respetaba no como ese... ese... idiota.
Y ahí es cuando procedo a contarles cómo es que mi nuevo jefe es un idiota sin nombre, porque literal todavía no lo sé, solo su apellido. Tampoco es que me caliente en saber su nombre ya con su apellido me vasta.
También las pongo al día sobre mi situación amorosa, ellas se quedan asombradas de como ban las cosas con Scott y busco una foto de mi jefe que me paso una de mis compañeras, esta como quiere en esa foto luciendo un traje negro de dos piezas.
Se las muestro y Silvanas quiere entrar literalmente a la lista de libertinaje de mi jefe. Ella me sugiere que me lo tire, pero la verdad mejor no pienso siquiera en esa idea. Además de que se folla todo plástico andante, estoy segura que para nada soy su tipo.
Luego de dejar en claro que nos divertiremos esta noche, ya que es la despedida de soltera de Marión, todas nos encaminamos al bar de los primos Black.
Al fin puedo relajarme, aunque sea un momento, y disfrutar de mis amigas, pero ni bien entramos al bar lo primero que veo es al idiota de mi “novio” besuqueándose con una barbi que casualmente es la barbi que se cogió mi jefe el día que comenzó su tarea de follar en horas de trabajo.
Hecha una fiera me acerco a la feliz pareja que se succiona la vida con la boca. No sé qué otro nombre darle a la manera en la que se besan.
—Lorena, que gusto —digo y veo como el idiota de mi “novio” se sorprende al escucharme—. No solo te revuelcas con mi jefe, sino que también con “novios” ajenos.
—Ceci...
—Tú te callas idiota —freno sus estúpidas escusas antes de que las diga, señalándolo con un dedo en su pecho sin dejar de ver la barbie malibu.
—Lo de tu jefe solo es sexo, querida. No sé si sabes de lo que hablo, pero con el —lo mira y me dan ganas de vomitar—va más allá.
—Eres una gata arrastrada y tu un asqueroso que no puede terminar conmigo para salir de ratero —le grito en la cara y la lagarta me mira y luego lo mira a él.
—¿Esta es tu novia? —le pregunta la gata arrastrada y el solo la mira— Entiendo porque la engañas, yo soy mucho más linda —dice la ridícula esa, yo solo me rio. Quisiera arrancarle las extinciones, pero la verdad no me da la gana, no necesito gastar energía en este par de idiota.
Grito porque no me queda de otra, necesito descargar la bronca y que mejor manera que gritando, luego enfoco la mirada en el idiota que decía ser mi novio.
—Definitivamente terminamos, idiota —le grito en la cara al estúpido, que no hace nada para detenerme y vuelvo con mis amigas.
Tomo un vaso de tequila y me lo tomo de un solo trago. Miro a mis amigas que esperan expectante que hare y las animo a bailar, necesito descargar, necesito mi momento con mis amigas. Necesito sexo, pero como no lo obtendré solo queda divertirme y pasarlo de lo más bien con mis amigas.
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