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El Perfume Perfecto 1

Presentación de los personajes.

Gabriel Bustamante: tengo 28 años, soy alto, morocho y de ojos marrones. Me considero una persona seria, dedicada al trabajo y responsable de la empresa familiar, la cual herede al fallecer mi padre. Siempre hago lo correcto; pero en el amor siento que todavía no tengo la dicha de encontrar a la mujer ideal, aunque mis pensamientos están dedicados a una joven a la que solo admiro de lejos desde que el destino nos cruzo en un viaje.

Clara Suarez: soy una joven de 22 años, mi cabello es rubio y tengo rizos que son indomables de peinar, mis ojos son de un verde especial herencia de mi padre, no tengo una buena altura más bien soy bajita y por lo que me dicen tengo lindas curvas, aunque a mí no me interesa mí físico. Soy solitaria, no tengo muchos amigos y me cuesta creer en la gente. Estudio diseño grafico, y por un intercambio llegué de Mendoza a esta ciudad. No puedo creer que ya pasaron dos años de eso y que comparto un departamento con la que ahora se convirtió en mi mejor y única amiga. Me encanta dibujar en la computadora y mis profesores dicen que tengo talento para ello.

Juana Díaz: soy una persona segura de mí misma, tengo un carácter fuerte y dominante, es algo familiar, pero debo confesar que por mucho tiempo no fui exactamente parte de una familia. Tengo 25 años, morocha y de ojos marrones al igual que mi padre, soy alta y no me importa no tener un buen cuerpo, como mi compañera de cuarto. Estudio diseño grafico y dirán que soy algo mayor para estar cursando todavía los primeros años, pero es que en realidad soy pésima estudiando, solo me gusta divertirme y llamar la atención de los hombres, en eso si que soy buena.

Raúl Giménez: soy doctor, tengo 30 años, alto de ojos celeste y mi cabello es pelirrojo. Conocí a Gabriel cuando el señor Bustamante, su padre, enfermó y lamentablemente no pude salvar la vida de mi paciente y aún sospecho que su muerte repentina fue algo extraña; pero como dice el refrán... "de todo lo malo algo bueno se cosecha"...  y yo me considero afortunado de la amistad que hemos entablado con Gaby, la conexión con él fue inmediata y desde entonces somos mejores amigos.

Capítulo Nº 1

Clara (dos años atrás)

Mi vida es tranquila, tengo 18 años, vivo en Mendoza junto a mis padres dos seres maravillosos que me aman con el alma entera porque soy su única hija. Ellos son oriundos de Barcelona, pero cuando se casaron vinieron a pasar su luna de miel a Argentina y se enamoraron perdidamente de los paisajes, la cultura, la comida y las personas de este país, entonces decidieron radicarse aquí y formar nuestra pequeña familia. Ellos son ingenieros agrónomos y las bondades de la tierra hicieron que prospere su negocio y tengamos un buen pasar económico.

Somos los tres mosqueteros, hacemos todo juntos y no necesito nada más sí los tengo conmigo. No tengo lazos con otros integrantes de la familia, mis abuelos por parte de madre nunca aceptaron la relación de ellos y cortaron toda comunicación con mamá al casarse con papá y mi padre es huérfano, se crio en un orfanato y creció siendo muy sociable y amiguero lo totalmente opuesto a mí. Él al cumplir la mayoría de edad tuvo que dejar ese lugar al que llamaba hogar y buscar empleo de lo que sea para costear sus gastos y estudios. Él es muy inteligente, se recibió de Ingeniero con honores y no tuvo que esforzarse mucho para conseguir el trabajo ideal. En la actualidad trabaja en un viñedo con mamá, ella es su asistente y socia en todos sus proyectos. Una vez al mes los dos se trasladan en su vehículo personal por más de 75 km de la capital para recorrer las plantaciones y controlar a los empleados.

Hace unos días que comenzó el otoño y el clima está muy cambiante, hoy no es la excepción y parece que se espera una tormenta. Me levante temprano y como cada mañana baje a la cocina donde me esperan mis padres, ya que es una tradición comenzar el día juntos, charlar sobre nuestras actividades diarias y planear que vamos a  cenar a la noche. Hoy en particular ellos están emocionados, van a ir a la plantación con unos posibles socios que desean invertir en la compañía. En cambio mi día es aburrido, solo debo cursar dos materias y regresar temprano a casa, pero no me quejo, necesito descansar y me encanta dormir, el día esta ideal, el pronóstico anuncia posibilidad de lluvia. Nos despedimos como siempre pero esta vez siento mi pecho oprimirse con sus abrazos y un presentimiento se apodera de mí, trato de ignorarlo y seguir con mi rutina pero es imposible.

Es de tarde y oscurece temprano, la lluvia no tarda en caer, el viento se hace presente provocando ecos que resuenan en esta inmensa casa. No tengo miedo, es mi hogar pero siempre pensé que tiene demasiadas  habitaciones para tres personas. Pasan las horas y no tengo noticias de mis padres, la angustia se apodera de todo mí ser, me tranquilizo pensando que tal vez la reunión con los inversionistas se extendió por más tiempo y me preparo un té de manzanillas para calmar mis nervios, la humeante bebida se enfría en la mesada, tengo el estomago cerrado y la mirada perdida. Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos, la abro y una patrulla se encuentra estacionada en frente de mi hogar. Dos oficiales me preguntan si conozco al matrimonio Suarez. ¿Cómo no voy a conocer a mis padres? Mis sentidos están alertas, no entiendo que sucede hasta que me dicen…

⎯ Señorita lamento informarle que sus padres tuvieron un accidente en la ruta mientras regresaban a su hogar.⎯ suspira y continúa.⎯ Un camión se cruzo de carril provocando que su padre pierda el control del vehículo.

⎯ ¿Dónde están? ¿Cómo se encuentran? ⎯ No sé para que pregunte eso si mi corazón ya tenía las respuestas con solo mirarlos.

⎯ Es difícil decir esto pero ambos fallecieron, tiene que acompañarnos a reconocer los cuerpos e iniciar los trámites para el sepelio.

En ese momento mi mundo ideal se esfumo y todo se volvió gris, oscuro como la tormenta que azotaba la ciudad. Mi rutina era tan monótona que parecía un ente sin vida, estaba sola en el mundo, en un hogar vacío y abrumador.

Por suerte mi padre siempre fue precavido, tenia ahorros suficientes como para vivir tranquilo por años y una vez que el abogado se encargo del testamento inmediatamente fueron transferidos a mi nombre. Me dejo un auto que vendí, ya que era inútil conservarlo si las clases de manejo nunca comenzaron. Ese era nuestro proyecto para las próximas vacaciones de invierno, iba a ser nuestro momento especial que atesoraría como muchos otros; pero ahora se fue toda intención de aprender. Lo único que conservo es la casona, toda mi vida estuve en ella y tengo hermosos recuerdos que no pienso olvidar. Me dirán que estoy mal de la cabeza, pero aun siento sus presencias, encuentro sus aromas en las prendas que usaban, sus golosinas las sigo comprando y es como si todavía estuvieran acá.

Dos años después…

Pasaron dos años del accidente pero mis días siguen igual o peor que antes, sigo muy triste y mis profesores lo notan e intentan de todo para que mi ánimo regrese.

Hoy el profesor de Representación Grafica, una de mis clases preferidas, me comenta sobre un intercambio con la Universidad de Buenos Aires. Está seguro que soy la persona indicada, no solo por mis calificaciones que son excelentes, si no por toda mi situación; pero no prestó demasiada atención hasta que nombra Barcelona.

⎯ Disculpe. ¿Qué dijo?

⎯ Que la universidad busca los mejores proyectos al finalizar la carrera y los premia con una beca completa para vivir en Barcelona, claro que solo son por seis meses y trabajaras en la empresa Lucas Asociados.

⎯ ¿Quiere decir que tengo la posibilidad de viajar?

⎯ Sí, pero mejor habla con Gladis, la consejera estudiantil, ella tiene más información.

⎯ Está bien. Lo pensaré y le daré una respuesta.

El resto del día lo pasé intranquila hasta que me presenté en la consejería y comencé a hablar con Gladis. Entonces salgo decidida, me voy a la Capital. Seré la mejor estudiante para conseguir la beca, viajaré a Barcelona, trabajaré muy duro, buscaré a mis abuelos y si mi plan funciona me instalaré allí. Seguro mis padres me enviaron esta señal, nunca estuve más convencida de algo en mi corta vida, con ese plan en mente comienzo a preparar todo para viajar el próximo mes.

Capítulo Nº 2

Gabriel

Cuando mi padre enfermó, yo estaba lejos de casa. Fue una sorpresa recibir el llamado de mi madre para comunicarme que él ya no podía levantarse de la cama. Papá siempre fue un hombre fuerte y gozaba de buena salud. Nunca se enfermó de nada grave y siempre se recuperaba rápido de cualquier enfermedad. Esto sin duda no lo esperaba. Yo vivía en Estados Unidos en el estado de Arizona, era un lugar tranquilo y las personas eran muy amigables. Tenía un pequeño departamento cerca de la universidad, era cálido, cómodo y bien luminoso. Acogedor para un estudiante solitario y aplicado como yo. Me dediqué a estudiar Administración de Empresas y Comercio Exterior. Mis días pasaban entre libros y más libros. Tenía muy pocos amigos y estaba convencido de terminar lo antes posible mi carrera para por fin volver con mi familia. Extrañaba muchísimo mi hogar. Pero mis planes cambiaron con ese llamado y tuve que regresar de improvisto y transferirme de universidad. No fue muy difícil adaptarme académicamente porque solo me faltaba un año para terminar mis estudios, pero mis pensamientos estaban enfocados en la salud de mi padre que no mejoraba. Su médico hacía todo lo humanamente posible y más por aliviar su agonía. Entonces me hice cargo de mi familia e ingrese a la empresa familiar y comencé a trabajar mientras combinaba mis horarios de trabajo con los estudios. En la compañía fui uno más del montón, comencé desde abajo, no me importaba ser el hijo del dueño. Quería conocer todos los movimientos y aprender desde lo más simple a lo más complejo. Una noche así como si nada, mi padre dejó de existir. Tuve que asumir como jefe de la compañía ocupando el cargo de Vicepresidente, ya que por el momento, el accionista más antiguo ocupaba el cargo de Presidente Interino; porque al fallecer mi padre de forma repentina y de una forma totalmente inesperada, no pude tomar posesión de la presidencia por ser demasiado joven, además existe una cláusula estipulada en su testamento, algo familiar que no me sorprendió para nada, ya que en su familia era una tradición que a la hora de acceder al cargo de la presidencia, la persona debía tener 28 años. Así lo hicieron  todos los antecesores al acceder al cargo y ahora me toca a mí continuar con la tradición. Deseo que el día que deba dejar mi lugar también sea de esa manera. Solo espero tener un heredero que esté a las alturas de las circunstancias.

Ha pasado del tiempo, todo lo que alguna vez parecía tan lejano se convirtió en realidad. Miro por mi ventanal, afuera el día está tormentoso, parece un reflejo de mis emociones. Estoy en la oficina que un día fue de mi padre. Todavía no la siento mía y no me animo a decorarla a mi gusto para no perturbar su memoria. Es una forma de tenerlo junto a mi lado. Saber que ya estoy en la recta final me agita. No puedo creer que estoy a solo un mes de  ser el Presidente, un mes para que todo termine o comience.

Clara ( actualidad)

No pregunte como llegué a esta situación pero acá estoy y me siento tan aturdida y confundida como ustedes, pero vamos a ver como les puedo contar está historia...

Desperté en una habitación de hotel, no sé ni como llegue a este lugar; pero no pienso quedarme para averiguarlo, salgo de la habitación y corro por un pasillo, voy descalza, despeinada, con la ropa desaliñada, un poco mareada de repente abro una puerta y sin más siento como voy cayendo por unas escaleras. No puedo creer mi desgracia, solo esto me faltaba, que aparezca mi torpeza y tropezar con mis propios pies. Siento que caigo en cámara lenta. Solo cierro los ojos esperando que esta pesadilla termine. Espero el golpe de mi cuerpo al caer sobre este piso duro, gris y frío. Pero antes de sentir algo me desvanezco. No sé si será de emoción, nervios, adrenalina o no sé que, solo viene la oscuridad y ese aroma que reconozco. Ese perfume perfecto que tanto me gusta, que tantas veces aprecie; pero ahora no sé identificar a quién pertenece.

Me despierto y estoy en un lugar impoluto, limpio, sus paredes son blancas y el olor a desinfectante me dan tranquilidad porque me doy cuenta que es la habitación de un hospital. Me tranquiliza saber que todo acabo. Aquí nadie puede hacerme daño.

Observo todo a mí alrededor y me encuentro con una vía de suero colocada en mi brazo, mi pie derecho tiene un yeso, algunos moretones en mi rodilla son testigo del golpe que tuve. Solo tengo puesto un camisón azul, típico de hospital y es cuando me pregunto: ¿Quién me trajo? ¿Cómo terminé aquí?

A mi derecha de la cama se encuentra un botón intercomunicador, decido tocarlo y espero a que alguien venga a ayudarme. Unos minutos después que parecen eternos, la puerta se abre e ingresa una enfermera, que muy amablemente me saluda y me dedica una hermosa sonrisa. Comienza a hablar y su tono de voz me produce dolor de cabeza. Debe ser porque estaba sola y en silencio que no lo sentía.

⎯ Buenos días, por fin despertaste. Mi nombre es Isabel, soy tu enfermera, y estoy para lo que necesites. ⎯habla sin parar.⎯ Pero antes que nada, debo hacerte unas preguntas de rutina como nombre, edad y profesión.

⎯ Hola.⎯ al fin puedo saludar y trato de responder a todas sus preguntas.⎯ Mi nombre es Clara Suarez, tengo 22 años y soy estudiante.⎯ mi voz salió temblorosa.

⎯ ¿Tienes a algún familiar para que le avisemos donde estas?

⎯ No, solo una amiga. Mis padres murieron y estoy sola.⎯ me mira con pena y yo solo volteo para que no vea que estoy a punto de llorar.

⎯ Está bien. No te esfuerces demasiado. ¿Cómo te sientes?⎯ dice esto y toma mi mano como para darme ánimo.

⎯ Estoy bien, solo me molesta la cabeza. Pero, ¿Cómo llegué aquí? ¿Quién me trajo? No recuerdo nada.⎯ siento que la angustia me invade y que en cualquier momento algo malo va a pasar. Ese presentimiento es recurrente últimamente.

⎯ Llamaré al doctor que lleva tu caso. Él podrá darte más información y explicarte mejor tu estado de salud y todas las dudas que tengas. Yo no estoy autorizada para dar detalles, solo descansa y no te preocupes por nada estas en buenas manos y te cuidaremos. Regreso enseguida.⎯ así como entro la veo salir a toda prisa.

Estoy impaciente, pasan los minutos que parecen horas y no llega el bendito doctor. Me recuesto sobre mi almohada. Estoy mirando por la ventana, solo puedo observar las copas de los árboles mecerse, hay un poco de viento y el sol brilla a lo lejos. Deduzco que estoy en un segundo o tercer piso por la altura. Estoy sumida en mis pensamientos, cuando la puerta suena al abrirse y siento una corriente de aire acompañada por el aroma de ese perfume tan peculiar. Despacio giro mi rostro y veo a un hombre alto, morocho, con lentes oscuros y una gorra que rápidamente se acerca y me tapa la boca. Lo miro petrificada, no sé qué hacer. Solo su aroma me tranquiliza al ser tan familiar; pero a la vez me perturba.

⎯ Shhh⎯ dice muy bajo para que solo yo lo escuche y procede  con una amenaza.⎯ Solo espero que guardes silencio y no comentes lo que pasó en ese hotel, te conozco, sé todo de ti. Sé donde y con quién vives. Tengo vigilada tu casa y puedo hacerte mucho daño, si llegas a hablar con la policía.⎯ me mira una vez más de forma amenazante y sale de la habitación.

Quede temblando como una hoja, desorientada, aturdida y sin entender nada de lo que estaba pasando. Lo único claro es que estuve en un hotel y al parecer con ese hombre. No entiendo qué quieren de mí. Solo soy una estudiante y no tengo dinero. Los ahorros que mis padres me dejaron lo gasté en estos años y ya poco queda de todo eso.

Minutos después la misma puerta se abre nuevamente y ya mi estado nervioso estaba por colapsar. Ruego en silencio que por favor no sea ese hombre de nuevo. Trato de parecer calmada y un suspiro sale de mis labios. Gracias a Dios era un doctor que se veía muy animado de verme.

⎯ Buenos días, Clara. Al fin despiertas, estábamos expectantes de saber tu nombre. Soy el doctor, Raúl Giménez.

⎯ Buen día, doctor. Disculpe, ¿no vio salir a una persona?⎯ pregunto para ver si aún seguía por acá.

⎯  No, no vi a nadie. El pasillo está vacío. ¿Pasó algo?⎯ niego con la cabeza.⎯ Bien prosigamos entonces, estoy a cargo de tu caso. Llegaste a la guardia inconsciente con varios hematomas. Tuvimos que colocar un yeso en el tobillo derecho, está torcido. Nada que con reposo y rehabilitación no se recupere. Lo más preocupante era que llevas varios días sin despertar; pero todos los estudios realizados a tu cabeza salieron favorables. Así que era cuestión de tiempo para que recobraras el conocimiento. Tienes aplicados unos calmantes por eso no sientes dolor en tus golpes que son muchos, pero nada preocupante, todo son externos, no comprometieron ningún órgano. En unos días te daré el alta si sigues evolucionando favorablemente como hasta ahora.

En mi cabeza solo rondaba la frase “Varios días sin despertar”. Escucho el resto del informe; pero no le presto atención. Son un montón de palabras sin sentido cuando lo único que realmente me importa es saber qué día es hoy, mes o año. Él parece ver mi confusión pero no dice nada, solo me observa y sigue con su monólogo, sin ser interrumpido.

⎯ Como verás tu ingreso fue algo raro y complicado. En estos casos, siempre interviene la policía y es nuestro deber informar cuando la paciente está en condiciones de responder sus preguntas. Isabel, la enfermera, ya se comunicó con la comisaría y por la tarde vendrán los oficiales a hablar contigo.

⎯ De acuerdo.⎯ pienso que no podré librarme de esto tan fácil.

En este momento es lo único que puedo decir, ya que mi voz está algo temblorosa y no puedo controlar mis emociones. A mi mente vuelven una y otra vez las palabras de ese hombre misterioso. No tengo idea de cómo evitar el interrogatorio.

⎯ Entonces trata de descansar lo más que puedas. Nos vemos en unas horas con los oficiales, seguramente como yo te recibí tenga que dar detalles de tu ingreso y contestar algunas preguntas de rutina.

⎯ Gracias doctor y hasta luego.

Intento seguir las indicaciones del doctor, pero me es imposible, cada vez que cierro los ojos  recuerdo esa voz y ese perfume que me atormentan. Me despierto asustada, y con una capa de sudor en mi cuerpo que me indican lo traumático que es este momento en mi vida.

Pienso una y otra vez que debo decir, que puedo mencionar de todo lo que paso, pero en verdad ni yo sé con exactitud qué sucede, ni siquiera puedo reconocer el lugar donde desperté y no sé quién es esa persona y por su forma de vestir es imposible reconocerlo. Solo sé con exactitud el perfume que usa. Podrán pasar mil años, pero esa fragancia nunca la olvidaré. Esto es una locura total, una pesadilla.

Doctor Raúl

Luego de mi recorrida y de visitar varios pacientes, entro al cuarto de Clara, la deje en último lugar, ya que seguro me hará varias preguntas. Tengo que tratarla como una más del montón, ser lo suficientemente profesional y tratar de apaciguar sus dudas. Entro y la veo confundida y perdida en sus pensamientos. Comienzo con mi relato tratando de explicar todo lo más claro posible; pero no me presta atención y lo único que le interesa es saber si vi a alguien salir del cuarto. No tengo que ser adivino para saber quién fue su visita, si tan solo al cruzar la puerta su perfume abruma mis sentidos. Intento concentrarme en dar su parte y le avisó que tendrá la visita de la policía a lo que veo se pone más nerviosa. La tranquilizo diciendo que es algo de rutina, pero no se reconforta. Me despido y salgo de su cuarto.

Me dirijo como un demonio a la enfermería y como imagine el muy tonto de mi amigo está tomando un café con Isabel. No lo saludo y solo le digo…

⎯ Deja de hacerte el Romeo. No tienes permitido hablar con ella.⎯ le digo enojado. Me miró con cara de asombro y continuó. ⎯ Tu perfume quedó en toda la habitación.

⎯ Eso es cierto, hasta yo lo sentí.⎯ dice Isabel.

⎯ Solo quise advertirle que no hable con la policía.

⎯ Idiota.⎯ decimos los dos con Isabel, al mismo tiempo, nos miramos y reímos.

⎯ Ahora está más asustada, tiene una mirada perdida. Deja de hacer todo mal. No podemos cubrirte la espalda por más tiempo.⎯ Isabel me sirve un café y sigo con mi reclamo.⎯ Y ahora que te veo bien, ¿de dónde sacas esos disfraces?⎯ no aguanto más y me rio contagiando a Isabel.⎯ Jajaja.

⎯ Me voy, con ustedes no se puede hablar. ¡Maduren! ⎯ grita Gabriel y lo vemos salir.

Con Isabel terminamos nuestros cafés y nos fuimos a continuar con nuestro trabajo.

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