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Sólo Quiero Verte Sonreir

Capítulo 1

Ahí estaba ella, como cada día recostada sobre un banco de cemento frío, el único lugar con sombra en todo el lugar. Tenía los ojos cerrados y un brazo sobre su rostro dando la advertencia de no querer ser molestada. En un momento se escuchó un alboroto que la hizo fruncir el ceño descontenta por el escándalo.

No tuvo más remedio que levantarse para buscar un lugar más tranquilo. Para llegar al otro extremo, debía cruzar el extenso patio de la penitenciaria para mujeres del estado, lugar que ha sido su hogar por cinco años. La pelea entre reclusas que interrumpió su descanso se hizo cada vez más intensa, de alguna manera la alcanzaron en su camino y dejaron a todos los presentes mudos por un desafortunado accidente.

La nueva reclusa Sandra León sin darse cuenta golpeó el rostro de la mujer que solo buscaba un poco de tranquilidad y no solo eso, sino también se burló y la retó queriendo sentirse la nueva dueña del lugar. Quienes llevan más tiempo ahí sabían que es inútil enfrentar a esa tranquila y solitaria mujer, desde que llegó a la prisión, dejó muy claro que no es una persona a la que puedan intimidar ni provocar fácilmente.

-¡Ay, pobrecita, lastimé tu hermoso rostro, por favor no vayas a llorar!-

Dijo la nueva. La solitaria mujer voltea a verla con una mirada fria y todas retrocedieron un paso ante ese acto. Sandra se sorprendió por esa agresiva mirada pero su orgullo no le permitió reconocer su temor.

-¿Te dolió, por qué no v…?- no pudo terminar la frase pues fue tomada por el cuello y derribada al piso con mucha facilidad. La mujer solitaria la tomó del cabello y llenó su boca con tierra y algunas rocas que tomó del piso para golpearle el rostro sin piedad, sin decir ni una sola palabra. Nadie intervino, ni siquiera las y los custodios presentes en el patio, al terminar con el conflicto la tranquila mujer soltó a la otra, sacudió sus manos y caminó hacia la puerta que conduce a las celdas.

Sandra quedó inconsciente en el piso mientras las demás reclusas abrían paso a la mujer con la que nadie quiere tener problemas. Las custodias abren la puerta y justo detrás de ella se encuentra el director del penal con algunos guardias armados que iban en camino a detener la pelea.

-¡Vaya! Nuestra princesa ya lo solucionó y yo que creí que no te gustaba meterte en problemas.-

Dijo el director Ortega con desgana y un toque de reproche e hizo señas a uno de los guardias y este de inmediato sacó unas esposas.

-¿Sabes lo que sigue, no es así? ¡En verdad agradezco que hayas detenido el caos, pero, reglas son reglas!-. El guardia esperó hasta que ella extendiera sus manos para poner la esposas en sus muñecas y guiarla hacia la zona de celdas de castigo. Caminaron por un pasillo largo y bien iluminado, confundiendo a la bella dama, pues sabía perfectamente que ese no era el camino a las mazmorras.

Llegaron al final del pasillo y entraron por una de las puertas.

-¡Esto es para ti! ¡Trajeron algunas cosas que quizá te gustarán! Tu abogada si que es persistente y tiene buenas conexiones. Te quedarás aquí hasta mañana, haremos pasar esto como castigo por lo de hoy-.

El director y los guardias salieron y la dejaron confundida, a solas en una habitación bien iluminada, con una pantalla, una cama, comida y cajas de regalo. Ella se acercó a la cama y trató de conectar lo que dijo Ortega con alguna de las personas que conoce. Después de dudar un poco, se decidió a abrir una de las cajas de regalo y encontró una nota en la que se le pedía encender la pantalla.

Hizo caso y se sorprendió al ver a la torpe mujer que se prepara para grabar aquel video, Kristal Coll, su hermana.

...-¡Hola ranita, soy yo! ¿Me extrañas?-. Dijo nerviosa, pero con una gran sonrisa. - ¡Porque yo a ti si, hace tanto tiempo que no nos vemos! Yo… ¡En verdad siento no haber estado a tu lado en ese momento! Para cuando la noticia me llegó ya habían pasado unos días y… cuando regresé tú, ya…-. Dejó salir un suspiro y habla después de un largo silencio. -¡Estoy haciendo lo posible para sacarte de ahí, en estos cinco años no he parado de apelar la sentencia! Me gustaría saber que estás bien, por alguna razón no me permiten visitarte, pero al fin encontré a alguien dispuesto a ayudarme para darte está sorpresa. ¡Me haces falta hermanita!-....

Terminó la grabación y los recuerdos de su juventud se reprodujeron en su cabeza. Las lágrimas empezaron a rodar por su rostro mientras observaba el contenido de la caja de regalo en sus manos.

Un oso de felpa que le regaló Leo, sus llanto en ese momento es incontrolable y dejó salir todo aquello que ha guardado por cinco largos años. Una vez que se sintió más serena, revisó cada caja y repitió el vídeo hasta quedarse dormida.

Esa callada mujer ha estado recluida por cinco años, su nombre: Arian Coll, tiene treinta años y fue detenida después de un trabajo fallido.

Nació en una familia disfuncional, padre golpeador, alcohólico y madre adicta y ninfómana. Era la hermana mayor más cariñosa del mundo de un niño llamado Augusto, desafortunadamente su amor y protección no fueron suficientes para salvarle la vida que le fue arrebatada por su misma madre, quien en un momento de intoxicación arrojó al pequeño de dos años directo a un montón de botellas de vidrio, que al romperse, causaron graves e irremediables heridas en el pequeño Augusto.

Tras la investigación del “accidente” Arian fue puesta a disposición de cuidados infantiles y a sus siete años fue dada en adopción a una familia que la acogió de la mejor manera.

Su vida empezó a mejorar, recibía la atención y la educación que todo niño debe tener, además, asistía a terapias, pues la perdida de su hermano la dejó en una mala situación mental.

Pasaron tres años y Arian empezaba a disfrutar la vida, tenía el amor y comprensión de Lilian Song y Eduardo Coll sus nuevos padres. Ellos tenían una hija tres años mayor que Arian, Kristal, quien la ayudaba socializar con otros niños de su edad y en el proceso se volvieron muy cercanas. Sin embargo, no mucho tiempo después, Kristal consiguió una beca para estudiar en el extranjero; tuvo que irse y dejar sola a su hermanita.

En su fiesta de cumpleaños número doce, sus padres invitaron a todos los niños que vivían cerca de su casa, lo único que buscaban era que la pequeña niña tuviera amigos y fuera feliz.

Fue ahí en dónde Arian conoció a Leonel, un niño igual de solitario que ella pero un año mayor, su padre era militar y siempre estaba trabajando, el pequeño fue criado por una nana muy estricta, por lo que la convivencia con otros niños era casi imposible. Sin embargo, Leonel interceptó la invitación a la fiesta de Arian y por eso asistió sin ningún inconveniente.

Arian se alejó de los demás niños y se refugió en su escondite secreto, el taller de jardinería de su mamá. A su vez, Leo también se alejó de todos y terminó en el mismo lugar.

Después de ese encuentro ambos se hicieron cada vez más cercanos, jugaban y estudiaban juntos, Arian hizo lo posible para convencer a sus papás de hablar con la nana y el padre de Leonel para que les permitirán pasar más tiempo para jugar.

Así pasaron cuatro años, Leonel y Arian estaban la mayor parte del tiempo juntos y alejaron a la mayoría de los niños que no dejaban de molestarlos. Se convirtieron en un par de adolescentes normales, hicieron unos cuantos amigos más y pasaban sus ratos libres haciendo alguna travesura.

El tiempo pasó y Arian y Leo empezaron a sentir cosas extrañas en su interior, ese fue el descubrimiento del amor y dos semanas después ya eran oficialmente una pareja.

Desafortunadamente, no todo lo bueno dura por siempre. Arian estaba por graduarse de la preparatoria cuando sucedió el evento que pondría su mundo de cabeza.

Capítulo 2

Muy temprano en la mañana, los custodios fueron a aquella habitación para regresarla a su desdichada realidad.

A la hora de tomar los alimentos, Arian ingresó al comedor para hacer fila junto con las demás reclusas. Tomó su bandeja y se sentó en una esquina lejos del bullicio de aquellas mujeres.

-¿Acaso eres estúpida? ¡Necesito una mesa y quiero está!-. Vania Novoa se acerca buscando pelea y al sentirse ignorada por Arian le arroja un vaso de agua sobre el rostro.

El escándalo en el comedor desapareció y fue reemplazado por un sepulcral silencio, una vez más cada rea estaba pendiente de lo que estaba por suceder.

-¡Vaya, vaya, la muda sigue sin querer hablar! ¡Deja de estorbar y lárgate a otra parte!-. La mujer insistió en provocar a Arian, quien en respuesta dejó salir una suave pero aterradora sonrisa mientras seca su rostro. Todo mundo estaba en shock, nunca habían visto alguna reacción por parte de ella y no se atrevieron a emitir ni el más mínimo sonido.

En menos de un segundo Vania ya tenía su rostro dentro de un tazón de sopa hirviente, nadie supo en qué momento Arian se puso de pie y empujó la cabeza de Vania contra el tazón.

-¡Patética!-. Fue la única palabra que Arian dejo salir de su boca, la soltó, se volvió a sentar en su silla y siguió comiendo disfrutando la imagen de la otra mujer sacando su cara quemada de la sopa. Ni siquiera los custodios podían salir de su asombro, y en cuanto lo hicieron llevaron de inmediato a Vania a la enfermería para tratar las quemaduras de su cara.

Arian terminó sus alimentos y fue directamente con los custodios para que la llevarán a su celda de castigo, no quería seguir siendo el centro de atención ni quería escuchar las absurdas suposiciones de las demás.

Arian estaba acostumbrada a que la gente la molestara desde que era una niña, se burlaban de ella por ser pobre, por sus padres adictos, por su hermano muerto, por ser adoptada y después por ser retraída, bonita, por ser amiga de Leo y por cualquier cosa.

Así creció, pero nada de eso le importó, era consciente de que sus padres y su novio estaban ahí para apoyarla y darle todo su cariño sin condiciones, no necesitaba nada ni a nadie más.

En la mazmorra estaba sentada mirando hacia la nada, pensando en las cosas que le fueron enviadas por su hermana. Eran objetos con un valor incalculable para ella. El osito de felpa, la fotografía de sus padres y un brazalete que su hermana le regaló cuando llegó por primera vez a esa casa. Todas sus emociones habían sido removidas y todo el dolor y la rabia que llevaba dentro amenazaban con salir en cualquier momento.

Días después Arian se encontraba en su zona de trabajo que consistía en elaborar artículos de madera, cuando de repente le informan que tenía una visita. Ella se sorprendió, pues en los cinco años que lleva encerrada nunca había recibido una y ella siempre se negaba a ver a su hermana. Lo más impactante era que el mismo director fue a notificar la y eso la hizo creer que algo no iba bien.

Su confusión aumentó cuando se percató de que iban en dirección a la zona de interrogatorios y no a la de visitas. Cuando al fin llegan, el director Ortega abre la puerta y la deja entrar.

Para sorpresa suya quien estaba en esa sala era Kristal, su hermana, quien al verla se levantó y aprovecho el momento de shock de Arian para abrazarla mientras lloraba.

-¿Qué haces aquí?-. Molesta, pregunta Arian al salir de su estado de shock.

-¡Hermanita, no sabes las ganas que tenía de abrazarte! ¿Cómo estás? ¿Te han hecho daño ahí dentro? ¡Déjame revisarte!-. Dice sin parar una extasiada Kristal paseando sus ojos y sus manos por todo el cuerpo de Arian.

-¿Qué haces aquí?-. Pregunta aún más molesta la hermana menor. ¿No te quedó claro que no quiero saber nada de ti?-. Kristal se pone pálida y temerosa ante la voz y la mirada de su pequeña hermana, jamás la había visto de esa manera.

-¡Ari, yo, lo siento! Se que estás molesta conmigo, no estuve contigo ese día, sé que si hubiera estado ahí las cosas habrían terminado diferente. Cuando llegué al país ya era muy tarde ya te habías ido y cuando te arrestaron, sigo sin poder creer que hayas hecho eso que dicen…-.

-¿Terminaste? ¡Largo!- Interrumpió de golpe a su hermana.

Sus palabras y su voz tajante hicieron que el corazón de Kristal se encogiera, la dulce y frágil hermana que conoció ya no existe más. -¡Lo siento Ari!-. Habló ya con lágrimas en los ojos.

-¿Lo siento? ¡Ja! ¿Qué es lo que sientes? ¡Tenía diecisiete años y me dejaste sola! ¿Qué puedes sentir si no estuviste ahí cuando más te necesité? ¡Con mis propios ojos vi como asesinaron a papá y mamá! ¡Papá murió en mis brazos! ¿Y tú en dónde estabas? ¡Jugando a ser exitosa e independiente! ¡Te olvidaste de todo y de todos, no respondiste nuestras llamadas o estabas muy ocupada para hablar! ¿Y ahora vienes a decir que lo sientes?-. Arian se encontraba ya muy molesta y terminó por reprochar todo a su hermana. -¡No quieras venir a aparentar que te importa, no te queda!-.

-¿En verdad lo hiciste? ¿Tu… a ese hombre?- pregunta Kristal en un sollozo.

-¡Por supuesto que lo hice, lo merecía! ¡Así que créelo!-.

Arian golpeó el espejo que hay en la sala de interrogatorios, pues sabía que no estaban solas. -¡Quiero regresar a mi celda!-.

Las personas detrás del espejo quedaron decepcionadas al no conseguir su objetivo y un tanto avergonzadas por la situación que Arian había hecho pasar a la abogada Coll.

-¡Vaya, nunca la había escuchado hablar tanto!- . Dijo sorprendido el director del penal. En un momento uno de los agentes en la sala detrás del espejo se levantó y pidió que lo dejarán apoyar a la abogada. Salió del lugar y fue directo a la sala de interrogatorios.

Arian estaba parada tras la puerta con las manos listas para que le colocaran las esposas, pero cuando se abrió su sorpresa era aún mayor y su ira incrementó.

-¡Esto debe ser una broma!-. Dijo con un resoplido irónico y rodando los ojos.

- ¡Deberías escuchar a tu hermana!-.

Arian se burló de las palabras del agente y volvió a pedir que la llevarán a su celda.

Al ver que el hombre no se movía suspiró y muy molesta responde. -¿No me van dejar en paz, verdad?-. Resignada da la vuelta y se sienta frente a Kristal. -¡Habla! ¡No tengo tu tiempo!-.

-¡Conseguí que redujeran tu sentencia!-. Dijo su hermana entre sollozos y lo más rápido que pudo.

-¿Y cuál es el precio que hay que pagar por ese privilegio?-. Preguntó Arian con burla, sabe que nada es gratis en esta vida.

-¡Quieren que cooperes para desmantelar a una organización delictiva!-. Al escuchar las palabras de su hermana, Arian inmediatamente soltó una carcajada.

-¿Yo? ¿Es un chiste, verdad? ¡Estoy aquí por estafa y robo, además de acabar con un inútil cobarde bueno para nada! ¿Cómo esperan que coopere?-.

El agente y la abogada se miran entre sí.

-¡Este grupo delictivo se dedica al robo de bancos, de arte y secuestro. Ya han hecho asaltos importantes y nuestro objetivo es detenerlos! Es justo por tus crímenes que te recomendé para ejecutar este trabajo-.

Arian se queda en silencio por un momento hasta que finalmente responde:

-¿Recomendada por ti? ¡ Ja! En realidad no me interesa, ¡quiero regresar a mi celda!-. Se levanta y se dirige a la puerta decidida a retirarse, sin embargo el agente no se rinde.

-¡Gabriel Luna!-. Al escuchar el nombre Arian se queda pasmada. -Es la persona que estamos buscando ¡Sé que tienes asuntos pendientes con él!-.

Despues de unos segundo inmóvil, Arian da la media vuelta para verlos a ambos.

Capítulo 3

Trece años atrás…

-¡Vamos Ari, apúrate!-. Dice un insistente y divertido Leonel mientras Arian está sobre una barda de aproximadamente tres metros de altura.

-¡No estoy tan loca como tú para saltar desde aquí! ¿Qué pasa si se me rompe una pierna?-. Dijo la chica asustada y molesta por la insistencia y la burla de su acompañante.

-¡Los huesos se vuelven a pegar, anda!-. Dijo Leo sin poder contener su risa.

Arian finalmente saltó y Leo se acercó para atraparla y evitar que se lastimara.

-¿Ves? ¡No te rompiste ni una uña pequeña miedosa!-. Ella lo empujó y siguieron su camino.

Van tomados de la mano planeando lo que harán para divertirse el fin de semana y entran a la casa de Arian cómo todos los días. Dejaron sus mochilas en el perchero y fueron directo a la cocina para servirse un vaso de jugo. Justo en ese momento escuchan ruidos y van a la sala para recibir a los padres de Arian.

Para su sorpresa Lilian y Eduardo no llegaron solos, un par de hombres robustos y armados les gritaban y amagaban con sus armas mientras entraban a la casa, Leo reaccionó a tiempo y jaló a Arian para evitar que la vieran.

-¡Se les advirtió de todas las maneras posibles! ¡No nos dejan otra opción! ¿En dónde están tus hijas?-.

Eduardo inmediatamente respondió: ¡No están aquí! ¡Estudian en el extranjero!-. Al terminar sus palabras uno de los hombres le da un golpe en el rostro haciéndolo caer al piso.

-¡Al menos no verán como terminaré con ustedes! ¡Debieron cooperar conmigo! ¡Pero no! El señor Coll se niega a ser corrupto y mantener sus manos limpias. ¡No eres más que un perdedor!-.

Arian y Leo observan todo detrás de una de las paredes que da a la sala de estar sin hacer ruido. Pueden ver a un hombre de traje que apunta con un arma a la cabeza de Lilian.

-¡Tu vas primero! ¡Lastima de mujer, tan bella pero tan estúpida por casarte con este idiota!-. Termina sus palabras y tira del gatillo dejando sin vida a la mujer, para inmediatamente hacer lo mismo con Eduardo.

Para evitar que Arian hiciera algún ruido, Leo puso su mano en su boca, mientras la abrazaba para tranquilizarla pues su cuerpo temblaba sin control y sus lágrimas caían por su rostro. Esperaron hasta escuchar que los hombres se habían ido y Arian corrió hacia sus padres.

-¡Mamá! ¡Dime algo, mamá!-. Arian tomó el rostro de su madre pero era inútil. Entré su llanto escuchó la débil voz de su padre. -¡Ari, mi niña!-. Arian soltó el cuerpo de su madre y se acercó a Eduardo.

-¡Papá, todo estará bien, ya viene una ambulancia, por favor resiste!-. Dice entre sollozos al hombre que ahora agonizaba en sus brazos. -¡Mi niña, pórtate bien, mamá y yo siempre estaremos contigo y con tu hermana!- Arian entro en pánico y se aferró con mucha más fuerza a su padre. -¡No papá, no me dejes, tu no! ¡Resiste un poco más! ¿Si? ¡Escucha, ya vienen a ayudarte!-. Dice la chica entre sollozos y lágrimas. -¡Te amo mi princesa, por favor no llores, sonríe para mi!-. Arian hizo lo que su padre le pidió. -¡Te amo pr…!- Eduardo no pudo terminar la frase y perdió la vida.

Arian no pudo soportarlo y empezó a llorar tan fuerte que sus gritos atrajeron a los vecinos quienes al llegar vieron la desgarradora escena, Arian de rodillas cubierta de sangre llorando y tomando la mano de sus padre. Leo no sabía que más hacer, así que la tomo entre sus brazos y la alejó de los cuerpos inertes de sus padres.

Una vez más tranquila llamó por teléfono a su hermana para darle la mala noticia, sin embargo Kristal nunca respondió llamada, sólo le envió un mensaje para decirle que estaba ocupada y que después la llamaría. Esto destruyó aún más el corazón de Arian, apenas tenía diecisiete años y necesitaba el apoyo de su hermana mayor, pero al parecer no era tan importante para Kristal.

Las autoridades tomaron su declaración y acordonaron el área para investigación, por lo que Arian fue acogida por Leo y su padre Alquiles Sollow, quien se unió a la investigación del caso.

Dos días después del asesinato sus padres al fin tuvieron un funeral y fueron sepultados en el cementerio local. Arian no volvió a derramar ni una lágrima, lo único que quería era encontrar al sujeto que le arrebató a sus padres y destruirlo con sus propias manos.

Ese día regresó a su casa por algunas cosas que necesitaba y cuando iba bajando la escalera escuchó la conversación de unos policías que estaban recolectando evidencia.

-¡Estas personas fueron realmente tontas! ¿Cómo pudieron negarse a trabajar para el señor Santoro? ¡Debieron desear la muerte!-

-¡Cierra la boca y ten más respeto!-.

Arian salió de la casa y empezó a recabar información sobre ese señor Santoro.

Por su parte, Leo estaba seguro de que Arian no se encontraba en la mejor condición y sabía que en cualquier momento podía cometer alguna de sus locuras, por lo que pidió ayuda a sus amigos Alex, Fabio y Gabriel para mantenerla vigilada.

En una de sus charlas entre amigos el tema del señor Santoro salió a relucir.

-¡A ese tipo hasta la policía le tiene miedo! Ojalá hubiera alguien que pueda darle su merecido-. Dice Fabio indignado y molesto.

-¿Te gustaría hacerlo Ari?- pregunta Gabriel. Arian lo mira confundida pero aún así responde.

-¿Qué estás planeando Gab? ¡En verdad me das miedo cuando te pones tan serio!-. Todos se quedan mirando a su sonriente amigo mientras el responde tranquilamente.

-¡No sé! Tal vez podamos tomarlo por sorpresa y ¡Pum! … Hacerle lo mismo que hizo con tus padres-. El odio de Gabriel por Santoro es más que evidente, no es secreto para nadie que haría lo que fuera por Arian, pues ha estado enamorado de ella desde hace tiempo.

Ambos se miran fijamente a los ojos hasta que Leo interviene.

-¡Lo que sea que estés pensando olvídalo! ¡Ari no pensaría ni por un momento en tu sugerencia!. Dijo Leo mientras tomaba la mano de Arian, sin embargo ella se soltó y volteó a ver a Leo.

-¿Cómo sabes que es lo que pienso? ¡Su idea no es mala después de todo, pero creo que sería mejor si sufre en vida la desesperación y la angustia que hizo pasar a mis papás!-. Leo se sorprendió de ver a Arian sonreír de una manera tan malévola y ver la frialdad en sus ojos, lo que le indica que está dispuesta a hacer cualquier cosa por lograr su objetivo.

-¡Hey hermano, está también es tu oportunidad para llamar la atención de tu viejo, sabrá que eres un tipo listo y audaz y que eres capaz de hacer justicia por tus propios medios!-. La persuasión de Gabriel funcionó y poniendo como meta el bienestar de su querida amiga todos accedieron a hacer un plan para destruir poco a poco al señor Santoro.

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