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Contrato De Matrimonio

El comienzo

Richard Walker, un ingeniero civil que Gerencia la empresa de construcciones que le dejó su padre, Walkerth Construction Company, el la ha manejado solo desde hace más de seis años, tiene un socio, el cual no conoce y nunca apareció, pero según un acuerdo entre el padre de Richard y el de él, debían encargarse de dicha empresa, pero cuando Alexie Piegue, aparece en su oficina de sorpresa es que se entera que su socio, era una mujer; que empieza a ponerle su mundo de cabeza porque comienza a perder el control de todo lo que ha trabajado por años; la empresa.

Alexie vuelve a enfrentar su pasado, uno del cual huyo hace mucho tiempo el cual le ha dejado muchas cicatrices que no ha logrado sanar, pero tambien debe encargarse de la empresa que su padre le dejo junto con el hijo de su mejor amigo, pero todo se complica cuando Richad, su socio, lo involucran en investigaciones que podrían poner en peligro a la empresa, ambos deciden tomar la decisión de proteger todo el patrimonio, cansándose. 

Eso los lleva a firmar un contrato que regirá esa unión, y que ninguno termine perjudicado, pero jamas pensaron que todo lo que habian hecho al final los llevaria a un gran enrredo donde ambos pondrian a prueba sus sentimientos.

El, un mujeriego adicto al trabajo, Richard Waker tiene un lema: si quieres que todo salga bien, haslo tu mismo.

Ella, una mujer con muchas heridas dispuesta a seguir adelante, Alexie Piegue, esta dispuesta a continuar el legado que le dejo su padre, y trabajar en lo que mas le gusta, asi tenga que compartir con ese arrogante de su socio.

Un contrato, dos personas y 5 clausulas que los uniran y a la vez sera su condena.

Rompo el trato

Richard Walker

Miro y siento que mi cólera crece al verlo junto a ella.

—  ¿Trajiste a tu amante como abogado? — Bufo y ella me fulmina con su mirada color miel.

— No debería de hablar así — el me habla pero ni lo miro, son sus ojos que busco y me desafía.

— Di lo que quieras que al final vas a tener que firmar — su mirada demuestra rabia hacia mi.

— ¡No firmo! — aseguro — ¿cuantas veces te lo tengo que repetir, asi que dile a tu… — ahora si lo miro, Thomas arregla sus gafas nervioso — abogado que se vaya. Que él no hace nada aquí, si es un maldito traicionero . — me levanto y apoyo mis manos en la mesa de reuniones, para estar a su altura.

Me desafía, sabe que no cederé, no me va a embaucar con ese semblante de mujer arrogante, que se muy bien que no es.

— Richard, ya lo hablamos — la miro, detallo cada expresión de su cara, ¿está preocupada? Dudo que sea por mi, luego se esta sucia jugada, sé lo que quiere. Pero no voy a firmar. 

Ceder no es lo de Richard Walker.

— ¡NO! — mi voz es dura — busca otra manera de joderme, pero no firmaré.

Golpeó la mesa y ella no se inmuta, pero el imbécil de Thomas se sorprende, ¿no podía buscar otro para superame?, tenía que ser él, Thomas, ¿que se supone era mi amigo? y se ha empeñado a traicionarme.

Salgo pero no me alejo, miró por la puerta entre abierta como ella pasa su mano por la cara, está frustrada por mi decisión, él le toma el rostro, están tan juntos que crei que se besarian, los miro con todo el odio que siento, los celos me carcomen.

Mis manos en puño, miró como él la abraza y ella lo recibe, como si lo que sé de ellos no es suficiente para martirizarme, me atormenta las imágenes de ellos dos juntos, de que el toque el cuerpo que debía ser mio, que bese los labios que yo quiero devorar. 

Pero siento odio, odio por lo que ella pretende hacerme, dejarme fuera de todo, quedarse con la empresa por la cual trabaje, luche por mi puesto, ella no sabe lo que pasé.

Miro que se separa y me voy, los dejo en la sala de reuniones y con el fuego en mis ojos bajo por las escaleras para no tener que conseguirme con nadie más, y que pague por lo que ella me ha hecho sentir.

Llego a mi oficina y el portazo que doy le avisa a todos, que no deben molestarme. 

Apoyo mis manos en mi escritorio y trato de controlar lo agitado de mi respiración, miro la foto que adorna la parte izquierda de mi escritorio, ella y yo, en nuestra boda, fingiendo ser felices.

Fuí yo el que le habló del contrato, yo la convencí en la boda, yo planeé hacer todo y ahora es ella quien planea dejarme afuera. Tomo la foto y la estampo en la pared haciendo que el vidrio que la protege se rompa en mil pedazos.

Siento que alguien abre la puerta a mis espaldas y me volteo para gritarle al que se le ocurrió molestar sin siquiera tocar la puerta.

Pero es ella, otra vez. Nos miramos. Cierra a sus espaldas y da un paso hacia mi y se detiene al ver la foto en el suelo rota.

— No comprendo tu actitud si…

— ¿Me estás jodiendo Alexie? — pregunto al ver su actitud altiva.

— Richard…

— ¡No quiero a Thomas más aquí! — la señaló con rabia.

Sonríe

— ¿Celos? — ¡cínica!

— No quiero ver su cara de idiota en mi empresa — la amanazo

— ¡Nuestra empresa! — me corrige y cruza sus brazos sobre su pecho, descansando su peso en su pierna, esa que no le duele.

— No quiero ver a ese traidor — gruño.

Bota aire de sus pulmones.

— Thomas no es un traidor, es nuestro abogado — bufo.

— Es tu maldito abogado, y tu amante…— la miró con rabia, quisiera sacarle de una vez la confesión que sí se acostó en él, y no esas estúpidas evasivas que me dice.

— Es nuestro abogado, así te moleste, ¡te aguantas Richard! — la miro, ella, la misma que hace un año llegó con esa cara de inocente queriendo comerse el mundo, asumir un cargo del que pretendio estar preparada, que si no fuera por mis decisiones todo se habria ido al caño., Ahora pretende ser la mujer que me devore y acabar con todo.

— No lo quiero ver, y si vuelve a entrar lo mando a sacar! — nos miramos en silencio, no cede, lo quiere de su lado, pero yo no quiero ese traidor.

Se metió con ella, se metió con mi empresa, se metió con todo lo mío y eso no se lo perdono. Si lo vuelvo a ver le romperé la cara, y eso nadie me lo va impedir.

— ¿No te parece algo infantil de tu parte Richard? — dio un paso hacia mi y la enfrentó dando dos.

— ¡No lo quiero ver! — gruño — si quieres meterlo en tu cama es tu problema, follatelo. Pero tú y yo teníamos un acuerdo y te valió mierdas! — me inclino para estar a su altura, aun con esos tacones que la hacen ver mas alta no llega  a mi altura — quedate con tu amante y me dejan en paz. Y olvídate de que no firmare el divorcio. ¿Quieres dejarme como un cornudo?, bien, haré lo mismo. El acuerdo lo voy a pisotear y me pasearé con todas las mujeres que me dé la gana follarme, ¿De acuerdo?

— ¿Esa es tu ultima palabra? — me desafía.

— ¡Lo es!

Nos miramos y ella no dice nada, sabe que no me dejare pisotear por ella, lo que logro haceme sentir me lo trago, no vale la pena, confie y ella solo me uso para sus fines, se acostó con mi mejor amigo aun sabiendo que tenemos un acuerdo de respetar la fidelidad aunque sea a puertas cerradas, y no lo hizo. Ahora que se atenga a las consecuencias.

Teníamos un trato y lo rompió.

Cuando ella llegó

Richard Walker

Hablando con Steven Miller uno de los arquitectos encargados del proyecto, miro que alguien interrumpe en mi oficina, una mujer, vestía falda roja tipo tubo, camisa de botones, azul celeste y unos zapatos de tacón de 21 cmts que la hacía lucir muy elegantes.

La miro, su cabello ondulado se tapa su rostros y con sus manos arregla sus mechones detrás de su oreja, expresión seria, labios gruesos con un labial rojo que provoca, realmente es bella y sexy.

 — Buenos días Señor Walker, soy su cita de las 10 — la miro y luego veo a Leslie. 

— Disculpe jefe, la señorita…

— Es mi cita de las 10 — repito y veo como la mujer, que ha trabajado conmigo desde que asumí como gerente de la empresa, trabaja a mi lado como asistente.

— Muy bien — me apoyo del escritorio y Steven me mira, no le digo nada.

— Pero aun estoy ocupado — digo mirándola con curiosidad — reprogarme otra cita para…

— Ya lo hicieron y necesito que sea hoy — me interrumpe la trigueña, parece algo ansiosa.

— Pero estoy…

— Creo que no sabe quien soy — vuelve a  interrumpirme y me incomoda su actitud. — me atenderia de inmediato al saberlo.

Insiste y me está cabreando su actitud, desafiante.

— ¿A ver? y ¿quien se supone que es la señorita que yo debo dejar de hacer todo para atenderla? — Mi voz arrogante no le molesta, al contrario, se ve segura y me mira altiva.

— Alexie Peaige.

Solo el nombre me incomoda, porque creí que Alexie era un hombre, papá jamás me habló que era una mujer, y menos una mujer como ella. 

— Alexie…Peaige — repito y ella asiente.

¡Maldita sea!

— Salgan que voy atender a la señorita… Peaige — ordeno y nadie dice nada solo salen y nos dejan solos mientras nos miramos.

Luego de un largo silencio donde la veo, apoya su cuerpo en uno de sus pies.

— Supongo que vinistes a poner tus acciones a la venta, ¿no? — le digo mientras voy a mi silla y le señalo una frente a mi para que haga lo mismo.

— No se que te hace pensar eso — me responde tranquila, su voz es suave pero segura.

— ¿Ah no? — entre cierro mis ojos y la miro, ella vuelve a meter su cabello detrás de su oreja, luego de que se inclinara para sentarse y pude notar su brasier rojo por dentro de su blusa.

Sorio.

— No, vengo a cumplir el trato — dice y saca de su bolso una carpeta azul oscura y me lo estira. La miró sin moverme, su cabello vuelve a caer es su cara.

Tomó la carpeta y la abro, mientras veo que vuelve con el mismo movimiento de apartar su cabello y meterlo detrás de su oreja.

El documento que me muestra es el mismo que me sé de memoria, el maldito acuerdo de mi padre y su padre, donde debemos gerenciar cada uno por tres años, los mios terminan pronto.

— Jamás diste algún interés en la empresa, ¿por qué ahora? — le digo mientras pongo mis manos sobre el escritorio y apoyo mi barbilla en mis manos.

— Tuve que ocuparme de algunos problemas que me mantuvieron alejada, algo personal — me explica pero no me interesa que yo tengo 6 años en esta empresa y jamás dio su cara. 

— ¿Que seria eso? que te importo mierdas, la empresa que se supone que era de tu padre — ya me está cansado su cara de inocente escondiendo su real intención.

Se sorprende por el tono de mi voz, pero aun así sigue calmada.

— Bastante importante, pero igual tenía alguien que me tenía al pendiente de todo — dice y levantó una ceja.

— ¿Quién? si se puede saber — preguntó curioso, todo el personal a mi cargo es de mi confianza, ninguna jamás me dijo que trabajaba para ella.

— Si claro, es de mi confianza y de la tuya también, es nuestro consultor jurídico Thomas Harrison — dice y no quiero mostrar lo que en verdad me hace sentir escuchar el nombre de uno de mis amigos, siendo el maldito traidor.

— ¿Thomas? ¿Thomas es tu espía? — digo y no escondo mi molestia, ella sonríe.

— ¿Espía? — sonrie — Thomas no es un espía, solo hacía su trabajo.

Si, trabajo de traidor.

— Y ¿qué era eso que te decía Thomas? — pregunto, estoy cabreado y a Thomas lo quiero agarrar por el cuello y asfixiarlo.

— Todo lo referente a nuestras empresa —  mi empresa, querréa decir — y que tu tiempo ya está apunto de expirar.

Maldita sea, esta mujer no me va a quitar mi empresa, ella no estuvo en los momentos difíciles y ahora que todo marcha bien, no vendrá a quererse adueñar de todo, no lo permitiré.

— Hay un contrato sobre…

— Conozco lo que dice, sé de lo que hablas, pero venir aquí luego de seis años a creerte la dueña de algo que jamás cuidaste ¿no te hace ser algo cínica? — explotó contra la mujer que veo que no se inmuta con lo que le digo.

— Creo que te dije que estaba ocupada…

— Me sabe a mierdas lo que hacias, — me levanto y apoyo mis manos del escritorio — yo estuve el frente de esta empresa  mientras tu ausencia no ayudó  a tomar decisiones que fueron muy importantes, no nos fuimos a la quiebra porque yo decidí estrategias, yo asumí responsabilidades, me endeude y nunca te vi. ¿Qué hacía la señorita? ¿Se maquillaba e iba de compras? No vengas a joderme a querer asumir una mierda que no hiciste cuando debías.

Mi pecho sube y baja, estoy alterado, me altera esa mujer, me altera su cara de indiferencia, y su descaro de llegar luego de seis años sin dar la maldita cara como si nada paso.

— Veo Richard, que no estás de humor — dice y se levanta de la silla.

— Creo que no te di confianza para que me llames por mi nombre — acuso.

Sonríe y vuelve a acomodar su maldito cabello. Todo lo que haga o diga esa mujer me disgusta.

— Señor Walker — dice y sigue su actitud arrogante — mañana vendré y espero tener mi oficina lista para empezar a asumir el cargo que me corresponde a partir del miércoles. Que tenga buenos días.

Dice y se va, miro la puerta que cierra sin hacer ruido. Me quedo mirando la puerta donde se fue esa mujer que ahora debo aguantar por culpa de esa cláusula que mi padre y su padre acordaron, que me quiere joder.

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