A principios del verano, mis padres decidieron mandarnos a mis hermanos y a mí a la vieja casa de mis abuelos, yo estaba muy enojada, no es porque no quisiera estar con ellos, sino porque no podría pasar el verano con mis amigos, y al lugar al que íbamos no había muchas cosas que hacer, no había teléfonos celulares o videojuegos, solo libros, viejos y antiguos.
Mi hermana mayor, Roxán, estaba muy entusiasmada, a ella le encantaba leer libros, era muy inteligente, y le llamaba la atención los misterios, era muy curiosa, para ella no había mejor lugar para pasar su verano que en la casa de mis abuelos, un lugar antiguo y lleno de historias, o al menos eso dice ella.
Mi hermano menor, Tyler, compartía los mismos pensamientos que yo, a él le encantaba los videojuegos, según él, en el futuro crearía el mejor videojuego del mundo y será muy famoso, y su descontento por separarse de la amada tecnología a la que estábamos acostumbrados era inmensa, por lo que la única que estaba feliz era Roxán. Lo que en cierto sentido me hacía sentir levemente amargada.
“Alégrate un poco Elena, no puede ser tan malo” habló mi hermana, a lo que yo simplemente le rodé los ojos.
Cuando por fin nos bajamos del tren ya no quedaba nadie, los únicos que quedaban en el tren éramos nosotros, tan lejos quedaba el hogar de mis abuelos, los cuales ya nos estaban esperando con una gran sonrisa en su rostro.
No lo quería admitir, pero los extrañaba mucho, y verlos borró instantáneamente mi descontento anterior.
Nos subimos a un auto muy viejo, pero en buenas condiciones, y nos llevaron a un pequeño pueblo lleno de vegetación, de flores y pájaros, quedé boquiabierta al ver el hermoso pueblo, las casas tenían un toque antiguo pero a la vez modernizado, lo que me hacía difícil pensar que en realidad era un
pueblo como mis padres dijeron.
Las casas eran muy bonitas, y la de mis abuelos no era una excepción, era pequeña, pero hermosa.
No entraré en detalles, solo diré, que nos tocó compartir habitación. La habitación era gigantesca, y tenía tres camas espaciosas (muy bien distribuidas por cierto) y dos puertas, la primera era la salida y la otra daba lugar a un enorme armario.
Me sorprendía lo enorme que era la casa por dentro, en comparación con lo pequeña que se ve en el exterior.
Terminamos de desempacar nuestras maletas y fuimos al comedor.
“Mis nietos, han crecido mucho desde que los vi, están tan delgados siéntense a comer les prepare algunos postres” nos dijo con cariño la abuela Luz.
“Muchas gracias abuela” agradecí con una sonrisa.
“Me alegra poder pasar un tiempo con ustedes aquí, aunque sea solo por el verano” habló con una pipa en la mano derecha el abuelo Román.
“Lo mismo digo” le contestó Roxán.
“Todo se ve delicioso” comentó Tyler.
Solo viendo la comida y los postres servidos en la mesa me hacía babear, y apuesto que a mis hermanos le pasaba igual.
Cenamos entre risas y chistes, y al terminar tuvimos la vaga ilusión de que nos iríamos a dormir, pero nos equivocamos.
“¿A dónde van? Antes de dormir, se deben lavar los platos, barrer las sobras del suelo y limpiar la mesa” nos dijo con tono severo Luz. Y mi abuelo Román asentía con la cabeza de acuerdo a sus palabras. “Vengan, si todos ayudamos, terminamos más rápido” terminó de alentarnos Luz.
“…ya se fue toda esperanza para este verano” se lamentó en voz baja Roxán.
Tyler y yo nos reímos alegremente al escucharla, al fin sentía algo de justicia aquí, ya era muy frustrante ver que la única feliz era ella, pues algo que la caracteriza principalmente, es que es una vaga que odia a muerte los quehaceres… ¿Quién no?
Al terminar de limpiar, nuestros abuelos nos dieron total libertad para explorar la casa en cuanto quisiéramos, pero por el momento nos mandaron a dormir.
Y lo intentamos, enserio, ya llevábamos más de una hora revolcándonos en las camas sin lograr reconciliar el sueño, tal vez por ser un nuevo y desconocido entorno, sin poderlo soportar por más tiempo, me levanté y salí de la habitación.
Subí a la terraza con tal de tomar un poco de aire, allí me encontré con Tyler acurrucado en una manta.
“¿Qué haces aquí?” pregunté sentándome a su lado.
“Lo mismo que seguramente tú harías aquí” dijo a la defensiva.
“Ok, ya entendí”
Observamos un rato las estrellas, hasta que escuchamos pasos acercándose.
“Sabía que estarían aquí” habló Roxán con los brazos cruzados.
Le sonreímos y le hicimos espacio para que se sentara también, después de un momento de silencio
Tyler habló.
“No llevamos ni un día y ya extraño a nuestros padres, ¿Cómo aguantaré todo un verano?” se notaba algo de tristeza en su tono.
“Ya te acostumbraras, solo ten paciencia” dije para consolarme más a mí que a él.
En eso se escuchó un ruido sordo, como de algo cayéndose. Nos volteamos con rapidez pero no vimos nada.
“No había notado que hay otra puerta” comentó casualmente Roxán.
“No la hay, solo está la que conecta la terraza con las escaleras de la sala” respondí confundida.
“Sí hay otra puerta, mira Elena” dijo Tyler señalando hacia una esquina con el dedo.
Y para mi sorpresa así era, en la esquina señalada había otra puerta, era blanca con detalles de oro, y tenía tallado como decoración una luna con muchas estrellas.
Y para hacerle honor a su personalidad detectivesca, Roxán una vez más se dejó ganar por la curiosidad, ¿Es que no entiende que la curiosidad mató al gato?
Rodando los ojos la seguí con Tyler a mi lado.
“No se abre” dijo decepcionada.
“¿Cómo que no se abre?” pregunto mi hermano.
“No lo sé, pero está trabada” se quejó la mayor de nosotros.
“Pero es raro” dije un poco sorprendida.
“¿Ah? ¿Por qué lo dices?”
“Bueno, es que esta puerta… no tiene cerradura” y era verdad lo que les decía, la puerta no tenía cerradura o algo que la trabara, pero aun así permanecía firme.
Notando esto, Tyler comenzó a usar la fuerza bruta para derribar la puerta, método que obviamente no funcionó.
Justo cuando nos íbamos a darnos por vencidos noté un reflejo extraño en la puerta, me acerqué para comprobar lo que era.
En la puerta, justo en la parte en que estaban talladas tres estrellas más grandes que las demás, tenían incrustadas en su interior pedazos de vidrio, haciendo más llamativas las tres estrellas.
Mi hermana también se dio cuenta, y tocó con curiosidad la estrella de mayor tamaño, al momento de hacerlo, un suave brillo salió de la estrella y se aferró a la mano de Roxán, quien sorprendida alejó
inmediatamente su mano.
Tyler y yo también nos sobresaltamos, entre nosotros se hizo un profundo silencio antes de que Roxán volviera a atreverse a tocar la misma estrella.
Volvió a salir ese suave brillo, y por curiosidad, también tocamos las otras dos estrellas, entonces las tres estrellas dejaron salir ese brillo, el cual comenzó a rodearnos con rapidez.
Mis hermanos y yo nos asustamos y dejamos de tocar las estrellas, pero aun así el brillo no cesaba, al contrario, aumentó su fuerza y resplandor.
Tratamos de correr pero ya se había creado un pequeño torbellino a base de luz y brillo a nuestro alrededor, cerré los ojos con fuerza asustada e incapaz de gritar.
De un momento a otro todo cesó, no había más luz o brillo, y en la puerta, en el área de las estrellas, aparecieron tres números. En la primera apareció el número 8, en la segunda el 9, y en la tercera el 5.
“¿Q-Que acaba, d-de pasar?” tartamudeé incrédula.
“No lo sé” murmuró en voz baja Tyler con la cara pálida.
“M-Mejor nos vamos a dormir” nos dijo Roxán tratando de no desmayarse.
“Eso es lo más inteligente que has dicho desde que llegamos” le dije girando sobre mis talones para irme, ignorando por completo la expresión indignada y ofendida de Roxán.
Pero antes de tan siquiera llegar a las escaleras algo pequeño se lanzó a mi cabeza, sorprendida, lo esquivé y escuché los gritos de mis hermanos, volteé y los vi luchando con una cantidad increíblemente enorme (casi infinita) de criaturas pequeñas hechas de luz y brillo… ¿luz y brillo?
En ese momento recordé la cantidad de luz y brillo que salió de la puerta, entonces me di cuenta de que dichas criaturas tenían forma de estrellas, no tenían ojos, nariz o boca, solamente volaban como estrellas fugaces de un lado a otro en la terraza… Por alguna razón sentía que esto tenía algo que ver
con la puerta extraña de hace un momento…
Me quedé allí parada sin saber qué hacer, y es que me parecía irreal lo que sucedía ante mis ojos.
“¡¿Qué haces allí sin hacer nada? ¡AYUDANOS!” ante el grito molesto de Roxán, me abalancé sobre una de las estrella para quitarla de encima de Tyler.
“¡AHHH!” un grupo de estrellas me atacó y me tiro al suelo.
“¿Cómo nos libramos de ellas?” le grité a mi hermana.
“De alguna manera, estas estrellas tienen algo que ver con la puerta esa, ¡así que allí debe estar la respuesta!” respondió la mayor mientras le daba una patada a una estrella, la cual después de ser pateada, regresó y golpeó con fuerza a Roxán.
“En la puerta solo aparecieron números, ¡¿Cómo es eso una respuesta?!” le gritó desesperado Tyler.
“¡A mí no me grites renacuajo!” gritó desde el suelo la mayor.
“¿A quién le dices renacuajo?” Se indignó el nombrado.
“¡Ya dejen de pelear!” grité ya cansada mientras una estrella me golpeaba en la pierna y me tiraba al suelo.
“¿Eh? ¿Soy yo o esa estrella tiene colgando una llave?” dijo forzosamente Tyler tratando de salir de una montaña de estrellas que tenía encima.
“Es cierto, esa estrella tiene una llave” aseguré atónita esquivando y golpeando tres estrellas a la vez.
“Pero la puerta no tenía cerradura ¿cierto?” preguntó confundida mi hermana mientras trataba de acercarse a la puerta, pero sin lograrlo.
“Cierto” respondió con voz ahogada el menor de nosotros, aun sin poder salir del montón de estrellas.
“¿Entonces qué hacemos?” ya preocupada pregunté.
“En la puerta aparecieron de repente esos números, tal vez también haya aparecido una cerradura, y
por el tamaño de la llave supongo que debe ser una cerradura muy pequeña, Elena acércate a la puerta y revisa” razonó sabiamente Roxán.
Haciéndole caso, me acerqué y revisé, pero no había una cerradura.
“¡No encontré nada!”
“Revisa en la esquinas, recuerda que debe ser muy pequeña, puede ser una pequeña abertura o algo parecido” me indicó Tyler saliendo por fin del montón de estrellas en el que estaba atrapado y salía huyendo de éstas.
Le hice caso, y me di cuenta de que en una esquina superior de la puerta, se encontraba una pequeña abertura.
“¡La encontré! ¡Roxán atrapa a la estrella que tiene la llave!” grité con fuerza.
“Ok” entonces mi hermana comenzó a perseguir a dicha estrella, recibiendo muchos golpes en el camino.
Al conseguir la llave, todas las estrellas se abalanzaron sobre ella, empujándola al borde de la terraza.
“¡AHHHH! ¡Elena, atrápala!” dijo ella mientras me lanzaba la llave.
El tiempo pareció detenerse, pude ver como la llave se acercaba a mi mano extendida al igual que las estrellas, al atrapar la llave me apresuré a ponerla en la abertura y girarla, con el nerviosismo corriendo por todo mi cuerpo, esperé con miedo el impacto de las estrellas con mi cuerpo… pero eso no pasó.
Al contrario de lo que pensaba, las estrellas empezaron a huir una por una.
“Elena, mira” me dijo Roxán llegando a mi lado.
Me di cuenta de que en la puerta, debajo de cada número se había abierto un pequeño espacio.
“¡Cuidado!” gritó Tyler a la vez que pateaba una estrella en nuestra dirección.
La esquivamos, pero la estrella se estampó contra la puerta, justo en uno de los pequeños espacios recién abiertos, entonces vimos que la estrella desaparecía y donde antes estaba el 8 ahora marcaba un 7.
“Tenemos que poner la cantidad de estrellas que nos pide cada espacio” nos ordenó Roxán.
Nos apresuramos en atrapar las estrellas antes de que estas escaparan, y las fuimos metiendo a la fuerza en cada espacio una por una.
Cuando los números llegaron al cero, la puerta se abrió bruscamente, y comenzó a absorber a las estrellas restantes (una gran cantidad de estrellas) vimos a cada una ser absorbida con fuerza por la puerta, hasta por fin terminar.
La puerta seguía abierta, y no quedaba ni una sola estrella.
Respiramos profundamente tratando de calmarnos. En eso fijé mi mirada en el cielo nocturno.
“¿Eh? ¿Dónde están las estrellas?” pregunte confundida.
Y es que cuando llegue a la terraza había muchas estrellas en el cielo, pero ahora no podía ver ni una.
Mis hermanos también se dieron cuenta, pero estábamos demasiados cansados como para pensar en algo más.
La puerta se cerró bruscamente y brilló intensamente por un instante, la miramos fijamente en caso de que algo pasara, pero no sucedió nada.
“… las estrellas del cielo regresaron” comentó Tyler.
Y tenía razón, el cielo volvió a tener estrellas, pude ver que al igual que nosotros, Roxán también tenía muchas preguntas de lo sucedido, pero no quería meterme en más problemas por culpa de su curiosidad, aunque yo también quería saber qué es lo que había pasado con exactitud, pero mi
cansancio y sueño pudieron vencer mi curiosidad.
Por lo que me quedé dormida junto a mis hermanos en la terraza sin saberlo.
A la mañana siguiente en el comedor mis abuelos nos miraban con curiosidad, y como no, despertamos en la terraza con un montón de moretones en nuestros cuerpos.
“¿Seguros que se cayeron de la cama?”
“¿Por qué amanecieron en la terraza?”
“Buscaré algunas vendas” dijo levantándose de la mesa Luz.
“¿No deberíamos llamar al doctor? Parece que se pelearon con una pandilla” habló Román buscando el teléfono.
“Cierto, mejor llamemos al doctor, no vaya a ser que se hayan roto algún hueso”
Nosotros no sabíamos que decir o hacer, por un lado, estaba de acuerdo con llamar a un doctor, pues todo el cuerpo me dolía, y casi podía asegurar de que me rompí los brazos, el dolor solo confirmaba que lo de ayer no fue un sueño, pero no creía que fuera buena idea contar lo de anoche, o pueden considerarnos locos… pero obviamente mi hermano no pensaba igual.
“Abuelos anoche nos atacaron un montón de estrellas, y nos tocó pelear con ellas como boxeadores y luego… entonces…” y así Tyler terminó relatando todo lo sucedido.
Al escucharlo, mis abuelos rompieron en carcajadas.
Mi hermana solo podía taparse la cara con ambas manos y yo solo miraba mi comida como si fuera lo más interesante del mundo.
“Los niños de hoy en día tienen una gran imaginación” dijo Luz tratando de calmarse.
“Pero es cierto” refutó con un puchero Tyler.
“Ver para creer” se encogió de hombros con una radiante sonrisa Román.
“Abuela, ¿para qué es la puerta extraña de la terraza?” dije en busca de una explicación.
“¿De qué puerta hablas Elena?” me contestó confuso Román.
“De la puerta de la terraza”
“Pero la terraza solo tiene su puerta de entrada” explicó pacientemente Luz.
“¿Qué?” Roxán, incapaz de creerlo, se levantó del comedor y subió a la terraza.
Mi abuelo Román la siguió, al igual que Tyler y yo, mi abuela se quedó para llamar al doctor.
“¡¿QUÉ?!” gritamos todos con sorpresa, ya que efectivamente, la puerta de anoche no estaba.
“P-Pero ahí, ahí estaba” traté de explicar.
“No Elena, allí no hay nada, mejor vayan a descansar en lo que llega el doctor” dijo Román con suavidad.
Ninguno de nosotros pudo creerlo, y pude notar que mi hermana quería gritar de frustración, por suerte se contuvo.
Volviendo a nuestro cuarto, cada uno acostado en su cama en sus propios pensamientos.
“No es posible, ¿cierto?” pregunté.
“No creo que casualmente los tres hallamos visto, sentido, y vivido lo mismo para terminar siendo solo un sueño” dijo con dureza Roxán.
“Pero ya viste que la puerta no estaba” se lamentó Tyler.
“Pero eso no quiere decir que lo de anoche no sea real, lo de anoche no fue para nada normal, por lo que el hecho de que la puerta desaparezca de la nada, no debería sorprendernos” refutó la mayor.
“Eso, eso es cierto” respondí al pensarlo con detenimiento.
“Si no fuera así, entonces no deberíamos tener tantos moretones” se quejó el menor.
Al rato llegó el doctor.
Y después de un momento nos encontrábamos los tres con vendas por todas partes como si fuéramos momias.
Obviamente pensé que me había roto algún hueso por el dolor en mi cuerpo, pero tampoco creí que ese fuera el caso, resulta que me había dislocado el brazo izquierdo, Roxán se torció el tobillo y ahora
necesitaría muletas temporalmente, al parecer su tobillo no estaría tan grave si ella no hubiera subido corriendo a la terraza como loca, y Tyler aunque no sufrió nada grave, aun necesitaría reposo antes de
poder moverse correctamente, pues los moretones se veían graves.
Y así fue como terminamos en cama por los siguientes cuatro días.
Por otro lado…
“¿Crees que ya estén preparados? ¿No es muy peligroso?” murmuró Luz a su esposo.
“Bueno ellos querían un verano emocionante ¿no?” se encogió de hombros el hombre.
“Jaja, tienes razón, ¿le decimos o dejamos que ellos mismos lo descubran?”
“Mejor dejemos que ellos lo descubran”
“Ya quiero ver que tan mágico nos espera este verano” susurró con felicidad Luz.
En el pueblo…
“¿Ya escucharon?” murmuró una señora mayor a sus acompañantes.
“¿Qué cosa?” preguntaron las demás señoras, este grupo de mayores se pueden considerar como la fuente del chismorreo entre ancianos.
“La casa Arias ha vuelto a tener niños” comentó con entusiasmo la señora Flores.
“¿La casa Arias? ¿La de la pequeña colina?” preguntó la Sra. Jazmín.
“Esa misma” confirmó Flores.
“Ja, que alegría de tener la dicha de vivir de nuevo la magia de los Arias antes de dejar este plano”comentó con alegría y nostalgia la Sra. Ema, las demás señoras estuvieron de acuerdo.
“Pero me enteré por mis fuentes fiables, que los niños ni duraron bien un día en el pueblo, cuando amanecieron todo golpeados” dijo con rabia Flores.
Las señoras al escucharla se sorprendieron.
“Seguro que fue algún infeliz que le quiso hacer una broma pesada a los niños por ser nuevos en el pueblo” razonó Jazmín.
“Si, seguro que sí” concordó Ema.
“Uno de los niños se rompió el brazo…” lamentó Flores siguiendo con su relato.
“¡¿Qué?! ¡¿Tan extremo?!” se sorprendió Ema.
“¡Pobres niños! Me aseguraré de que mi hija les lleve jalea de moras y pan dulce cuando se recuperen” aseguró Jazmín.
“Nosotras te ayudamos a hacerles el pan” dijo Flores.
“Si, quizás también podamos mandarles algunas flores de mí jardín” cooperó Ema.
“Pero no podemos permitir que un bribón como ese, se escape sin represalias, lastimando niños…”
Jazmín dijo con ira, pensando en los pobres niños.
“Jazmín tiene razón” aseguró Ema con voz aguda.
“Tranquilas, ya averiguaré yo quien se atrevió a hacer semejante cosa en mi pueblo” dijo firmemente Flores.
Después de recuperarnos con éxito, mis abuelos nos llevaron al invernadero que tenían, yo ni sabía que ellos tenían uno, y mucho menos sabía lo que era.
Se puede decir que lo primero que pensé al escuchar la palabra invernadero fue en ropa de invierno, de hecho, cuando mis abuelos dijeron que tenían uno detrás de la casa, casi salto de alegría al pensar en probarme ropa nueva, aunque fuera de invierno en pleno verano.
Fue mi hermana sabelotodo la que arruinó mi ilusión.
“Elena un invernadero no es una tienda de ropa de invierno”
“¿A no? ¿Y qué es?” pregunté decepcionada.
Ella lo pensó un rato antes de responderme.
“Es un lugar en donde puedes plantar lo que quieras, un invernadero puede proteger a las plantas cultivadas del frio del invierno para que no se marchiten… no tengo una mejor definición que ofrecerte” me dijo encogiéndose de hombros.
“… ¿entonces no me probare ropa?”
“No”
“¡Ya llegamos! ¿Qué les parece?”
Nosotros “…”
“¿Qué esperan? entren” nos animó Román.
Yo tenía los ojos abiertos como platos en una expresión de horror. Tyler , a quien le encanta jugar con los insectos y la tierra, también quedó atónito, y Roxán… se desmayó.
Al verla en el suelo, mis abuelos se preocuparon y decidieron llevarla a la casa y darle un té de hierbas que es bueno para la salud.
“Diviértanse niños, usen las herramientas del cobertizo azul, para cosechar estos vegetales para el almuerzo” nos dijo Luz pasándonos una lista antes de irse.
¡¿QUÉÉÉÉ?! ¿Acaso ella quiere que yo, Elena Hernández Arias entre en ese invernadero?
El dichoso invernadero es simplemente un asco, tenía telarañas por todos lados, era oscuro, las macetas colgantes eran inestables y la mayoría de las plantas estaban marchitas y con hormigas, la tierra estaba reseca y probablemente infértil.
Solo había un pequeño espacio con plantas vivas y sanas, y era el que la abuela nos mandó a cosechar.
Si Roxán se libró de esto desmayándose, pues no se puede considerar mala idea intentarlo.
“Mejor empezamos ¿no?” dijo dubitativo Tyler .
“Si, empecemos” respiré hondo para armarme de valor y me dirigí al cobertizo rojo.
Entré buscando lo que necesitaría para la tarea.
“Qué raro, me pareció escuchar a la abuela decir que el cobertizo era azul ¿estarán ya demasiado viejos?” murmuró en voz baja el menor a la vez que tomaba una regadera y un sobre con semillas.
“Si tal vez, ¿Qué haces con esas semillas?” pregunté al verlo.
“Pues considerando que no tendremos mucho que hacer en este verano, y que nos quedaremos por un tiempo, me parece bien plantar mis propias plantas y cuidar de ellas yo mismo” dijo casualmente.
“Si, me parece una buena idea, ¿Qué plantarás?”
“No lo sé, ¿tú qué opinas?”
“Creo que lo mejor sería algo que nos sirva en un futuro y que nos guste” comenté, y vimos las semillas en nuestras manos, había de tomate, parchita, auyama, sandía, y plántulas de ajo.
“¿Qué te parece ajo y auyama?” pregunté.
“No, auyama no, nuestra hermana nos mataría si se enterara que plantamos auyama por voluntad propia” se quejó Tyler .
“Jajajaja cierto” me reí al recordarlo.
“¿Recuerdas como vomitó en la escuela solo por tomar sopa de auyama?” le pregunté aun riéndome.
“Claro que lo recuerdo, fue épico” se carcajeó el menor.
“Entonces ajo y sandía” decidí.
“La sandía demora mucho en crecer, y recuerda que no nos quedaremos aquí por siempre” se negó de nuevo mi hermano.
“¿Ajo y parchita?”
“También tarda mucho”
“… ¿Ajo y tomate?” esta vez le pregunté fulminándolo con la mirada.
“No me gusta el tomate…” dijo Tyler pero guardó silencio al notar mi mirada “… pero no es mala idea, si, plantemos tomate” terminó diciendo nervioso.
“Perfecto” sonreí satisfecha.
… Por otro lado.
“¡Puaj! Abuela ese té sabe peor de lo que huele” se quejó Roxán queriendo llorar sin lágrimas.
“Nada, de ustedes tres, tú eres la más débil físicamente, esto le ayudara a tu cuerpo a ganar vitalidad y salud” dijo firme Luz.
Mientras que Román se burlaba a carcajadas de la desgracia de su nieta y tomaba un sorbo de agua.
“Éste té no tiene nada del otro mundo, y como prueba, tu abuelo lo tomará primero” se decidió la señora.
Román al escuchar esto empalideció y se ahogó con un vaso de agua, tosiendo fuertemente.
“Mejor le doy el té ahora mismo, ya ves que lo necesita con urgencia” se apresuró Luz al verlo toser y le acercó el té al pobre viejo…
En el invernadero…
“Bien, comencemos” dije.
Al momento, Tyler y yo comenzamos a cosechar lo de la lista.
3 cebolla
5 papas
4 tomates
2 ajíes
1 repollo
5 ramitas de cilantro
Pero había algo raro, no sé cómo decirlo, cada vez que cosechábamos un vegetal sentía un inexplicable escalofrío, y las pequeñas palas en nuestras manos se volvían cada vez más pesadas.
“Elena ya no puedo más, la pala pesa mucho” se quejó el menor.
“Si ya sé, mejor vamos a sembrar las semillas y después recogemos los tomates” traté de animarlo.
“Si vamos” se entusiasmó.
Fuimos a una de las macetas que estaban vacíos y allí echamos un poco de tierra con abono, después plantamos las semillas.
“Bien, ya terminamos de plantar el ajo y el tomate ahora solo falta regarlas” le indiqué a mi hermano.
Tyler llegó a mi lado con una regadera, aprovechamos y regamos todas las plantas que necesitaran agua, pero la regadera se volvía cada vez más pesada y el agua contenía un raro destello verde.
“Oye, ¿de dónde sacaste el agua?” le pregunté a Tyler .
“De ningún lado, ya la regadera estaba llena” contestó.
Antes de que pudiera responderle el suelo bajo nosotros empezó a temblar.
“¿Q-Que está pasando?” pregunté asustada.
“Pues está temblando el suelo ¿No es obvio?” contestó con brusquedad Tyler ganándose una mirada venenosa de mi parte.
En eso, todas las plantas que regamos comenzaron a crecer repentinamente hasta el punto de apoderarse de todo el invernadero.
“…Oh oh” ¿Y ahora qué hago?
En la salida…
“Bueno cariño, vamos a salir para hablar con unos amigos, cuida bien de tus hermanos” se despidió Luz.
“Pórtense bien” dijo Román.
“Si adiós abuelos” dijo Roxán cerrando la puerta.
La chica estaba pálida cuando fue corriendo al baño a vomitar el té, pasó un rato muy largo vomitando, luego sintió un fuerte temblor, pero estaba tan mareada que no lo notó e internamente se burlaba de Román que seguramente no lo pasaba mejor que ella.
Y tenía razón, en el pueblo…
“Román ¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?” preguntó Ema.
“Se ve muy pálido ¿verdad?” mencionó Jazmín.
“Bueno, no me extrañaría si se desmaya en cualquier momento” le dijo Flores a Luz.
“Mejor siéntate y trata de calmarte” dijo Ema mientras tejía una manta.
“¿Cómo siguen sus nietos?” preguntó Jazmín mientras Román se sentaba junto a Luz en el pequeño pero hermoso patio.
“Muy bien, ya se mejoraron en su mayoría” contestó Luz. Un instante después, todos los presentes sintieron un fuerte temblor.
“… algo me dice que esto tiene que ver con su casa” le dijo Flores a Román.
“Si, probablemente” contestó Luz.
“¿Crees que deberíamos ir a ver cómo están los niños?” le preguntó el viejo aún mareado y con ganas de vomitar, a su esposa.
“Obviamente, no quiero que salgan lastimados” contestó Luz.
En el invernadero…
“¡AHHHH!” grité mientras las plantas seguían creciendo.
Las plantas comenzaron a atacarnos con sus raíces y a lanzarnos tomates y ajo.
Los tomates se estampaban en nuestras ropas, manchando todo. Y las raíces tenían un aspecto aterrador.
“¡Elena!, ¡CORRE!” gritó Tyler mientras huía de una raíz que lo perseguía.
Solo al escucharle me di cuenta de que una raíz con espinas se abalanzaba hacia mí.
Esquivé por poco su ataque agachándome, y pude ver como la raíz cortaba con facilidad un mechón de mi cabello.
“Tyler , ten cuidado, las raíces son peligrosas, ¡Muy Peligrosas!”
“Fíjate que si no me dices no lo noto” dijo sarcásticamente el menor, provocándome dolor de cabeza.
La raíz que acababa de esquivar se volvió de nuevo hacia mí… Oh oh…
En eso, las plantas me lanzan tomate y ajos, y la raíz se acercaba amenazante a mí, así que en un momento de desesperación, atrapé uno de los tomates en el aire y se lo lancé a la raíz.
“¿Eh?” observé confundida el desarrollo de la situación.
Al recibir el ataque, el tomate se estampó en la raíz y ésta comenzó a marchitarse, entonces me di cuenta de que los tomates y los ajos solo ensucian nuestra ropa, pero para las raíces es como veneno, las raíces nos atacaban pero esquivaban con fervor los vegetales. En otras palabras, los tomates y los ajos no nos estaban atacando… nos ayudaban.
“¡Tyler !, ¡Usa los tomates y los ajos para deshacerte de las raíces!” le grité con fuerza.
“Al fin dices algo útil” dijo el menor… espera… ¿Qué fue lo que dijo?
Indignada y ofendida, le lancé un tomate a su cara, lo que hizo que me mirara con un puchero en sus labios, luciendo ‘herido e inocente’.
Luchamos con las raíces, pero cada vez que eliminábamos una, tres más crecían para reemplazarla, eran demasiadas para nosotros dos, se notaba que Tyler se le acababan las energías y yo ya tenía varios raspones, la única manera de deshacerse por completo de las raíces era llegar a la maceta junto a la entrada y cortarlas… ¿pero cómo lo lograríamos?
Poco a poco nos iban rodeando hasta el punto en el que no teníamos salida, y cuando pensé que ya estábamos acabados…
“Chicos, les traje mucho té, no es justo que yo me viera obligada a tomármelo y ustedes no” dijo Roxán molesta mientras entraba en el invernadero.
“¡Hermana cuidado!” le dije antes de que Roxán tropezara con una raíz y cayera de cara al suelo.
“¡AY! Mi cara, mi hermosa cara” dijo llorando a mares la mayor haciendo uno de sus típicos dramas.
Todas las raíces comenzaron a marchitarse al mismo tiempo hasta que no quedó ninguna viva.
Mi hermano y yo nos miramos sorprendidos, sin entender lo que estaba pasando.
“Que mal, todo el té se volcó en esa maceta” dijo la mayor viendo lastimosamente la maceta de la que provenían anteriormente las raíces.
Nosotros “…”
Sin duda ese té era peligroso…
“No importa, en la cocina queda más, así que no se salvan de tomarlo” dijo con orgullo la mayor, sin haber notado aún el desastre en el que estábamos, con raíces marchitas por todos lados, y nosotros sucios de pies a cabeza.
Mi hermana solo agarró la canasta con los vegetales de la lista, y al notar que faltaban los tomates, solo tomó algunos que quedaron intactos en el suelo y se fue tranquilamente…
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