CAMILA
Me llamo Camila, tengo 21 años y estoy en mi último año de Medicina. Me apasiona mucho pintar más cuando estoy un poco abrumada o estresada.
Mi vida ha transcurrido con tanta normalidad y con mucha pasividad.
Desde que estaba en mi escuela secundaria físicamente hablando no destaqué mucho. Se podría decir que no soy tan agraciada. Me considero una chica normal. Y he luchado contra mi misma, mi autopercepción, mi autoestima y mi cuerpo desde que entré a la adolescencia.
He batallado con mi cabello porque no es liso ni rizado, es una combinación de ambas y si le agrego el frizz, la verdad me frustra mi cabello, nunca encontré el estilo de peinado perfecto, por eso solía caminar mi cabello con trenzas o en moño. Muchas dirán, ve a un salón de belleza y listo.. pues no, no es tan fácil, a veces los pobres tenemos que dar prioridades a las cosas urgentes o importantes, en mi caso era mi carrera. Mis padres con costó ajustaban a pagar mi universidad.
A veces conseguía dinero extra cuando vendía los cuadros que pintaba, dinero que no era tan extra, ya que me ayudaba a comprar los libros que necesitaba.
En porcentaje de belleza estoy en un 50%, soy baja, mido 1.60 metro, de tez clara, algo rellenita, todo me engorda, el estrés, el desvelo, los dulces, las comidas o las bebidas, en fin todo. En parte es gracias a la genética de mi familia materna.
Si nos vamos a mi cara parece un cielo estrellado con tantas pecas y lunares, motivo por el cual no me miro al espejo porque cada vez que me veo en el, me cuestiono cada centímetro de mi existencia.
A como digo soy una mujer normal. Estoy en los estándares de belleza normal. Pero no sé si por esa normalidad no he tenido novio, ni uno solo y no es que no me gustan los chicos, por qué si me gustan, diría que me fascinan pero antes de cualquier rechazo por parte de ellos he tratado de mantenerme al margen.
Al inicio de la adolescencia ver todos mis cambios físicos, el como mi cuerpo de niña se transformaba a un cuerpo más desarrollado en cuanto a caderas porque mis senos casi no crecieron, soy talla 32B, comencé la lucha contra el acné, en fin, todos estos cambios tan normales en un adolescente me frustraron, me agobiaba ser yo, no supe regular mis emociones y estás emociones negativas se fueron haciendo tan normal en mi que las volví sentimientos de rechazo hacia mi cuerpo, hacia mi persona. Mis padres nunca me ayudaron en regular todo lo que sentía y aunque al inicio le conté a mi mamá cómo me sentía, ella no se inmutó ni me aconsejó.
Y fue así que fui amando la soledad, era la estudiante más introvertida en el salón de clase.
Cuando estaba sola, me inventaba diálogos con mis novios ficticios, tenía muchos, si yo sé que es una locura, pero bueno, lo hacía. Salía de mi realidad y viajaba a ese mundo de fantasía donde yo era la protagonista de mi romance, era la señorita perfección y la más bella.
Todo esto fue en mi adolescencia.
Al cumplir mi mayoría de edad y entrar a la universidad mi prioridades cambiaron.
Conocí a un chico en el primer año de la carrera, compañero de clase, Robin, era un chico que cuando Dios repartió la belleza seguramente él era el primero en la fila, su belleza no tenía límite, alto, moreno claro, ojos verdes, sus pestañas eran curvas y largas, su nariz era tan rectecita, sus labios carnosos y definidos con la curvatura en el labio superior y su cuerpo tallado por sus músculos. Él era la perfección en vivo y a todo color. Aunque tenía un defecto grave, su egocentrismo. Miraba a todos por debajo del hombro. Robin tenía Belleza, inteligencia y dinero. Totalmente era mi opuesto en cuanto a belleza y dinero.
Durante pasaba los años en la universidad creía que Robin no me gustaría más por su mismo egocentrismo pero fue lo contrario, me atraía más y más, en poco tiempo ya me había enamorado de él. Era un amor secreto y nadie podía saber lo que sentía. He estado enamorada de él desde hace 4 años. He visto la fila de novias que ha tenido y todas tienen una característica única, belleza. Al inicio cuando Robin empezaba una relación con alguna chica, sentía ganas de llorar pero ahora después de cuatro años, ya mi corazón sabe que ese amor nunca será. Lo veo desde lejos, en silencio, Robin es inalcanzable como las estrellas del cielo.
He trabajado con él en algunos proyectos de clases pero nada más, nuestra relación no avanza a más que ser compañeros de clases.
Nombre: Robin Cloy.
Edad: 21 años
Signo: Leo
Estudiante: Medicina 5to año.
CAMILA
Hoy es un día como los demás días, me levanté de mi cama, me bañé, me alisté, normalmente no me arreglo en cuanto a maquillaje, asi que no uso mi espejo, inclusive lo tengo tapado con una cobija.
Fui a la parada de bus y me senté en la banqueta mientras esperaba. Cuando un auto se detuvo y pitó. No le puse mucho interés y me dedicaba únicamente a esperar que mi bus viniera.
El auto estaba parqueado frente a la banqueta, bajó su vidrio.
— Ey chica— habló un muchacho de mi edad— tú la de la camisa negra.
Con mi vista reviso si hay alguien más con camisa negra que no fuese yo. No había nadie más que yo con ese color de camisa. Con mi mano derecha me señalé.
— Si, tú ven. Te puedo llevar a la universidad.
Me puse de pie, la verdad no lograba reconocer el chico que estaba dentro y me arrimé a la puerta del auto. Era un chico que estudiaba medicina un año menos que yo. No sabía cómo se llamaba pero si ya lo había visto.
— Está bien, no se preocupe, voy en bus— le dije.
— No tengas miedo. Voy a la universidad al igual que tú. Te llevaré por mí no hay problema.
— Abrí la puerta y me subí.
Me sentía extraña pero no quería ser mala educada. Además, el chico si estudiaba en la misma universidad.
— Te llamas Camila, verdad?
— Ehm. Si y como lo sabes?
— Solo lo sé— él sonrió y se sonrojó.
— Y tú cómo te llamas, solo te he visto algunas veces creo.
— Alberto. Pero me puedes decir Alber, Alb, Al o como tu quieras.
— Alberto está bien.
Mientras conducía Alberto preguntaba y preguntaba, cosa que me ponía nerviosa e incomoda.
— Mira ya estamos cerca. Una última pregunta Camila, espero no te vayas a molestar. ¿Tienes novio?
Cuando dijo eso le clavé la mirada de incomodidad y fruncí mi entrecejo.
— No tengo y me gustaría saber porque me preguntas tanto sobre mi.
Él sonrió.
— Curiosidad solamente.
— Bueno, llegamos. Aqui me bajo y gracias.
Me bajé del automóvil. Y comencé a caminar rápido.
Alberto un chico un año menor que yo, que estudia el cuarto año de Medicina y se me hace un chiste que él siendo tan guapo me quisiera traer a la universidad. Lo único que pensé es que tal ves y posiblemente sea un reto o una broma. Si pudo hablarme desde más antes, ¿por qué ahora?
Al entrar al aula donde me tocaba la primera clase del dia me di cuenta que no traía mi celular. Lo andaba en la parte trasera del pantalón. Seguramente se había quedado en el carro de Alberto.
Giré y choqué contra el pecho de Robin.
— Perdón Robin. No fue mi intención.
Él se detuvo, me miró y subió una ceja.
—No hay problema.
Salí corriendo a buscar a Alberto. Mi celular nunca caminaba con ningún tipo de contraseña, ni reconocimiento facial no digital.
Alberto estaba al final del pasillo y estaba con unas chicas muy lindas. Caminé hacia él pero no tuve valor para llamarlo. Alberto me miró y en lo que doy la media vuelta, él me llamó.
— Camila, espera.
Seguí caminando. El sujetó mi mano.
— Ey, espera. ¿Me estabas buscando?
— Ahm. Es que creo que mi celular quedó en tu auto. Y lo necesito para mi clase. Tengo mis apuntes ahí.
— La verdad no me fijé si había un celular. Pero si quieres vamos a ver.
—Si.
Y ahí iba caminando a la par de un chico guapo que apenas conocía. Y no me gustaba los comentarios que escuchaba. "Alberto debe estar loco, mira con quién va" " No me digas que esa fea es su novia" Bajé mi cabeza y caminé un poco más lento para que nadie notará que iba con él. He luchado toda mi vida por esto mismo, es por eso que no tengo amigas o amigos porque todos son unos hipócritas y con doble moral. No debería importar el aspecto físico de las personas hay más allá de eso.
Llegué al auto.
— Tienes razón Camila, aquí quedó tu celular. Toma.
Solo tomé mi celular y no dije nada. Di la media vuelta. El tomó mi mano.
— No vuelvas a hablarme. Menos me toques. Gracias por el aveton a la universidad pero cuando me veas has como que no me conoces por favor.
— No entiendo porque. Yo solo quiero ser amistoso contigo. No tienes que ser tan grosera. No soy como todos, soy diferente sabes. Y si te digo que tú me gustas, ¿que me dirías?
— Deja de burlarte de mi.
Comencé a caminar a mi aula. Entré y me senté. No dejaba de pensar en la estupidez que había dicho Alberto. Además, quién me gustaba era Robin y ese no me determinaba.
En un momento sin pensarlo, quedé viendo fijamente con el entrecejo fruncido a Robin durante toda la clase. Perdida en mis pensamientos y criticándome duramente.
Al finalizar la clase Robin se paró justo frente mio.
— ¿Tienes algún problema conmigo?
— ¿Por qué lo dices?
— Toda la clase no dejaste de verme y con el entrecejo fruncido.
— ¿Quién te vio? yo, claramente no es así.
— Mira Camila, no tengo nada en contra tuyo, eres una buena compañera de clases, no te metes con nadie y eres muy reservada, pero solo para que esto quede claro desde un inicio y por si acaso, tú no me gustas. No eres el tipo de chica que me gusta.
— Tú no me gustas. Perdon si te incomodé no me di cuenta que te miraba.
Robin me sonrió y salió del aula.
La vergüenza más grande de mi vida. Nunca en mi vida me había dicho estás dos cosas. Alberto que le gustaba, esto era insólito para mí y el otro, Robin, que me dijo no le gustaba. Eso era de chiste, era demasiado para mi en un solo día.
Me sentía indispuesta para ir a la siguiente clase, menos quería verle la cara a Robin, pero tampoco quería que pensara que me le estaba escondiendo, si hacía esto posiblemente le daría la razón. Asi que fui al cafetín, me compré un café y me fui a la siguiente clase.
Nombre: Alberto Medina
Edad: 20 años
Signo: Piscis
Estudiante: Medicina 4to año
ALBERTO
Mientras conducía hacia la universidad vi a Camila sentada en la banqueta esperando el bus. Ella es un año mayor. Ambos estudiamos medicina en la misma universidad. Desde los inicios en la universidad, Camila ha llamado mi atención, hay algo en ella que me atrae. Físicamente hablando es bonita, tal ves no como algunas chicas pero para mí parecer ella es simpática, es bajita, blanquita, pecosita y algo curvilínea, tiene una bonitas caderas y pechos pequeños, aunque no es el tipo de chica que normalmente me gusta pero ella tiene algo que me llama la atención y quiero averiguar que es.
Decidí dar el primer paso. Me detuve frente donde ella estaba y toqué la bocina del auto. Ella no prestó atención así que tuve que bajar el vidrio de mi ventana y llamarla.
No sé porque le dije ey chica si conozco su nombre perfectamente.
Ella se subió y la bombardee con preguntas, la vi un poco incomoda pero quería saber más de ella. Y llegué a la pregunta que tanto esperaba por preguntar. Si tenía novio.
Cuando ella bajó del auto, prácticamente salió corriendo. Pude notar que su celular se cayó de su pantalón pero era el pretexto perfecto para poder volver hablar con ella.
Me dirigí a mi primera clase, me puse a conversar con mis compañeras de clase que me tiraban onda pero como siempre era amable pero ellas sabían que nada que ver.
Camila caminaba en mi dirección y supuse que era por su celular. Se detuvo y dio un giro. La tuve que llamar para que ella pudiera preguntar por su objeto perdido.
Mientras nos dirigimos al auto pude escuchar algunos comentarios de mis compañeros de clases, comentarios que hicieron sentir mal a Camila, por qué al inicio iba a mi lado y después como para disimular que no íbamos juntos, ella se quedó muy atrás. Continué caminando, no quería incomodarla más de lo que estaba.
Le regresé su celular. Ella me pidió que hiciera como que no la conocía, pero si lo que quería era averiguar qué era eso que me atraía de ella. Y lancé una pregunta que obviamente no me respondió.
Se fue a su clase y yo a la mía.
En la hora de almuerzo Camila se sentó como siempre a lado de la ventana, sola, se ponía unos audífonos y empezaba a comer. Sin pensarlo dos veces y decidido a descubrir que era esto que yo sentía me fui a sentar frente a ella. Puse mi bandeja con mi almuerzo.
— Hola Camila, ¿te importa si me siento?
Ella me ignoraba.
— Bueno, si no me respondes entonces te voy a besar.
Ella fijó mi mirada en mis ojos.
— No me molestas. Puedes sentarte a comer.
— Yo sabía que me habías escuchado.
— Aunque no parezca estoy estudiando. Así que no me molestes.
— ¿Estudias? Interesante. ¿Cómo estudias? ¿Grabas tus clases y luego las escuchas?
— Alberto agradecería que Nome hables. Exactamente hago eso y voy a examen después del almuerzo.
— Okey. No te molesto. Sólo almuerzo y me voy.
— Gracias.
Ella comía silenciosamente y yo la observaba. Esta chica se nota que los comentarios negativos hacia su persona la lastiman, siento que ella misma no se da el valor que tiene. Y debería saber que una cara bonita es eso, una cara bonita y que lo que importa es el interior de las personas.
— Cila, una pregunta antes de retirarme. ¿No te agrado?
— Mmm. No lo sé.
— ¿No te gustaría que nos conociéramos?
— Dijiste una pregunta. Me retiro. Adiós Alberto.
Ella se levantó y ni siquiera había comido la mitad. Al parecer no le agrado mucho. Y las personas somos raras que cuando algo no nos pone la atención suficiente nos obsesionamos con esas personas. Pero lo mio no es una obsesion de locos, no.
El dia pasó rápido. Después de la universidad me fui a hacer unas compras que me encomendó mi madre.
Eran como las 8 de la noche. Cuando veo que Camila está en la parada esperando bus. Estaba sola.
Bajé del auto.
— No deberías estar sola tan tarde. Es peligroso para una mujer.
— ¿Peligroso? Quién va a querer hacer algo— sonrió subiendo una ceja— No estoy para tus bromas de mal gusto.
— No es broma. son las 8 de la noche. Si quieres te llevo a tu casa o te dejo cerca.
— No. Ahi viene mi bus. Bye.
Se subió al bus. Esta mujer se me corre, me evita y es grosera conmigo. Pero entre más me aleja más quiero conocerla.
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