NovelToon NovelToon

Soy La Líder De Los Villanos

Capítulo 1

ADVERTENCIA: En este capítulo contiene contenido violento, no sé si se verá tan explícito, advierto por si acaso.

Con manos temblorosas, abrió la puerta. Cerró los ojos cuando el viento azotó su cara con fuerza, moviendo su cabello disparejo de su ropa que estaba sucia y colorida por líquidos que no eran agradables para el olfato.

Trago saliva al dar pasos hacia adelante. Había algo dentro de ella que gritaba, que le decía que debía detenerse y retroceder, pero no escuchó a pesar de que era la voz de la razón, no cuando estaba enfocada a terminar con todo de una vez. Por supuesto, la azotea era un lugar que no estaba prohibido y que los estudiantes estaban presentes en horario de descanso. Era hora del almuerzo, pero justamente solo se encontraría con un grupo.

No detuvo sus pasos hasta acercarse a un grupo de cinco personas. Era una mezcla tanto femenina como masculina, lo cual no era extraño en sí mismo, pero cuando eran personas que eran problemáticas, eso era totalmente diferente y más cuando ella era el objetivo de todos ellos. Era culpa de ellos que ella estuviera totalmente en suciedad a pesar de que otros habían hecho la broma, o en realidad se culparon a sí mismos para no tener problemas con este grupo.

Ella, que amenazó para buscar la respuesta, no espero que el colegio se implicara cuando no iban a hacer nada. Habían ignorado todo lo que sucedía relacionado con ella, dejando a los perpetradores en libertad y dando como excusas que solo eran bromas de niños. Cuando ella terminara con esto, no podrían negar nada. Dejo como último recurso toda la información que recopiló como su declaración de lo que realmente ocurrió, incluso videos que estaban en las cámaras de seguridad que ella robó solo por esto. Entonces nadie la culparía por lo que haría, en realidad culparían a este grupo.

No se mantuvo en silencio como lo haría con normalidad para no llamar la atención. No, ella caminó lo suficientemente fuerte para captar la atención. Sus ojos, que eran marrones, habían perdido el brillo que una vez tuvo. Dejó de sentirse nerviosa, estaba en un estado de apatía que podría ser preocupante.

Es cuando ella, la líder del grupo, se dio cuenta de su presencia y sonrió con burla con solo ver su estado. Golpeó a su compañero a su lado, lo cual despertó la curiosidad de todos y al verla, tuvieron la misma expresión que su líder.

—Oh, es Donvina, es un placer verte aquí —comentó la líder. Don frunció el ceño.

Aquel nombre había sido objeto de burlas en la mayoría de los colegios, no era de extrañar que cuando llegó aquí también fue lo que empezó el acoso hasta que subió de escala, siendo lo suficiente insoportable que jugaría esta carta más pronto de lo que se esperaba.

—Don, por favor —contestó ella con calma, lo cual hizo alzar una ceja a la líder.

—¿Acaso quieres más? —preguntó otro, que en la mente de Don no tenía más importancia que un tonto que seguía a esta líder como un perro. Pero dado el estado en que ella los controlaba con sexo, no era de extrañar.

—Lamentablemente, no estoy para juegos, solo quiero devolverles lo que me hicieron —dijo con una leve sonrisa, pero era tan espeluznante que hizo retroceder a uno.

Llevó su mano hacia atrás y se sintió satisfecha de tocar el arma que guardó. Había sido tan sencillo conseguirlo que podría haberse sentido incrédula. Lo mejor es que no se hacían inspecciones en el colegio, lo cual era una ventaja.

—Oh, mierda —maldijo uno, pero ni siquiera tuvieron tiempo para correr cuando Don empezó a disparar.

Don había tenido una buena puntería que fue una broma ser buena en esto. Y cada vez que disparaba, uno caía a pesar de que trataban de escapar. Uno tropezó y cayó por la azotea.

Lástima.

Ella escuchó los gritos tanto de la azotea como de afuera. Sería un terror para cualquiera que estuviera en el recreo, ver caer un estudiante al azar. Sería de esa manera si no fuera tan común en este colegio.

—¡Por favor…no! —suplicó la líder ahora llorando como lo había hecho tanta de sus víctimas.

Ya no era poderosa, ya no era quien tenía el control de la situación y eso hizo que Don sonriera con satisfacción y un poco de sadismo que estremeció a la joven en el suelo, cual sufría de dolor en el piso con una bala en la pierna. Don había tenido seis balas y disparó cinco veces acertando cuatro en una muerte fatal y una en la pierna de la líder.

—¿Por qué no debería seguir? ¿Acaso le diste la misma misericordia a aquella chica que lloró después de ser utilizada como un objeto sexual o a ese chico que ellos rompieron cada hueso solo porque rechazó tus avances? Es posible que ni siquiera le diste misericordia a una pobre niña de diez años que se suicidó en el mismo lugar después de que la hostigaron día tras día —dijo Don con calma—. ¿Debería darte piedad?

Ella se quedó en silencio, pero grito cuando Don la pateó en la cara.

—Eres terriblemente patética, no eres nada más que una mujer que abre las piernas para sentir algo —comenzó de forma despectiva y escupió en la cara de la chica.

Es, por supuesto, Don sacó más balas de sus bolsillos y relleno su arma con un sonido satisfactorio.

—Bueno, te haré sentir algo —su arma la dirigió a la cara de la mujer que lloraba.

Y apretó sin miedo soltando toda la bolas en la cara. Don no iba a dejar que ni siquiera en la muerte está chica se sentiría orgullosa por tener una apariencia agradable, cuál se jactaba frente a todos.

Y Don se sintió vacía. Lo había sentido desde hace mucho tiempo siendo solo guiada por la venganza.

Y soltó una risa histérica que se detuvo cuando escuchó las sirenas.

—No es como si pudiera vivir —y si lo hacía, sería culpada de todo.

Había logrado su propósito. Ya nadie ignoraría los acosos y abusos que se escondieron en este colegio para guardar la imagen.

Una sola bala quedaba en su bolsillo. La colocó en el arma y no pudo evitar jugar con ella dejando que la punta estuviera en la sien dónde no había posibilidad de sobrevivir.

La primera fue vacía.

La segunda también.

La tercera siguió a la primera y la segunda.

Fue en la cuarta cuando la puerta se abrió y la fuerza policial entró junto con el director que se escondía detrás como un cobarde.

Ella lo miró a los ojos.

¿Ahora nos notas?

Y el disparo sonó por todo el lugar llevándose una risa de ella.

Capítulo 2

Menos de lo esperado, Don abrió los ojos aquella mañana con una mano en su brazo y los ojos asustados de una sirvienta, cual en su otra mano tenía una jeringa con un líquido verdoso que asustó a Dan.

Sin pensarlo, empujó a la sirvienta que cayó de trasero en el suelo alfombrado y aún con la jeringa en la mano.

¿Qué mierda estaba sucediendo? Hace unos segundos estaba en la azotea con un arma en la sien y ahora estaba en una cama siendo casi asesinada por una empleada que vestía un raro traje de empleada antigua.

Cerró sus pensamientos dándose cuenta que había algo más importante. El intento de asesinato hacía su persona.

Puede que se haya suicidado, pero no dejaría que nadie tuviera el derecho de quitarle la vida. Eso le pertenecía, ella decidía cuándo vivir y cuándo morir, y cómo moriría. Nadie más.

Saliendo de la sorpresa, la sirvienta sonrió levemente.

—Señorita, me sorprendió —dijo con un tono suave.

Don alzó una ceja, ¿Crees que soy estúpida? Mate gente, idiota. Es lo que pensó cuando la sirvienta pensó que se dejaría engañar por algo tan iluso.

No le importo como estaba, pero tiro la frazada encima de la sirvienta y atacó ahogándola con su propio cuerpo para que no escapara de forma sencilla. Por supuesto, la jeringa se rompió sin oportunidad de que el líquido estuviera en el torrente sanguíneo de Don. La sirvienta hizo sonidos y se movió de forma desesperada hasta que dejó de moverse.

Ella no estaba segura, por lo que se quedó un momento más por si estaba fingiendo, pero cuando más de cinco minutos sin moverse, le dijo que posiblemente había matado a la empleada.

Cautelosa, se alejó sin sentir remordimiento por lo que había hecho. Poco a poco, había sentido una apatía que no aumentaba solo porque aún tenía deseos de venganza, que cumplió y murió por su propia mano. Quitar una vida era más fácil cuando ya se había hecho, en este caso, quito cinco vidas, sin contar la suya, por supuesto.

El cabello tapó su cara y ella lo llevó hacia atrás, excepto que se sorprendió por la cantidad de cabello y el color.

Nunca había tenido un cabello tan largo, más que nada porque se desesperaba en el cuidado cuando esté pasaba mucho tiempo siendo ensuciado por cosas indescriptibles que prefería no recordar tanto la viscosidad como el olor.

Y su cabello era rojo, un rojo flamante que la dejo con incredulidad, porque en el deseo de su corazón, era ser pelirroja.

Cabello rojo y largo, lo suficiente para llegar más allá de las caderas. Es cuando la vestidura que traía le hizo fruncir el ceño.

¿Por qué estaba utilizando un camisón de abuelita?

Camisón.

¿¡Qué estaba sucediendo!? Ahora sí podía enloquecer, más cuando su apariencia había cambiado, tenía puesto un camisón que se utilizaba en el pasado, mató a una sirvienta que quería matarla y estaba en una habitación lo suficientemente grande para ser la casa de alguien.

¿Por qué no tenía derecho a enloquecer?

Cierto, porque era alguien racional....

...que mató personas en desesperación para que la vieran.

Si, no era la más racional y cuerda. Todo eso se había ido cuando sus pensamientos se volvieron negativos, cuando se sentía tan inútil que creía no ser capaz de hacer nada.

¡No! Ella sabía dónde llegaba esos pensamientos si se quedaba pensando y pensando cosas que no eran buenos. La depresión no era una opción para ella cuando había escuchado que era una enfermedad mental bastante grave y que atormentaba a quien lo padecía con pensamientos desagradables y denigrantes, como también un estado de letargo y ansiedad. Ella no quería eso, no cuando eso significaba que iba a ser diferente.

—No lo pienses, Don —se dijo a sí misma con tal de sacar los pensamientos.

Un golpe en la puerta la saco de sus pensamientos y se puso rígida.

Alguien iba a ver sus actos, pero ni siquiera sabía lo que estaba pasando y no sabía si arriesgarse.

Pero si la sirvienta la había llamado señorita, significaba que ella era dueña de esta habitación y podía hacer lo que quisiera, incluso actuar.

Sus ojos se llenaron de lágrimas que empezaron a caer por sus mejillas. Su nariz moqueo un poco y su cuerpo empezó a temblar haciendo parecer que tenía miedo. Había sido buena actriz cuando la necesidad era la motivación. Claro, prefería no tener estos dotes de actuación, pero lamentablemente debía de desarrollarlos.

—Rhian, ¿Estás bien? —preguntó una voz masculina.

¿Rhian? ¿Ese era su nombre? ¿Podría ser...?

—¡No! —respondió de una manera desesperada, suficiente para que el hombre abriera la puerta con rapidez.

Ella vio a un hombre, tenía el cabello rojo como ella y ojos grises, se notaba que hacía de forma regular ejercicio, aunque con el traje que traía le hacía ver de la nobleza. Un porte recto y elegante que era opacado por la preocupación hacía ella.

—¡Oh, santa luz! —fue como un borrón rojo que llegó a ella con velocidad.

Cerca, este hombre era más alto que ella. No era sorpresa, incluso en su vida ella era alta para ser mujer, que el promedio eran 149 cm, y media al menos 167 cm. Ahora, quizás era un poco alta, pero este tipo lo era más.

Ella hizo la actuación necesaria. Se arrojo a los brazos del hombre que la sostuvo con fuerza. No era estúpida, este hombre estaba relacionada con ella de alguna manera y hasta que viera realmente su apariencia, quedaría con la duda.

—Oh, Rhian, no te preocupes, hermano está aquí ¿Si?

Hermano, tenía un hermano.

Soltó un llanto que era merecedor del Óscar, que el hombre, su hermano, no pudo evitar arrullar con palabras agradables y suaves. Don solo se dejó sabiendo como era el instinto fraterno cuando ella fue una hermana mayor.

Aparentando estar más calmada, pudo colocar algo de distancia del hombre y este puso sus manos a cada lado de su cara.

—Ahora, ¿Puedes contarme que sucedió? —preguntó con suavidad, casi temiendo que ella soltará otro llanto.

Sus ojos vieron a las tapas arrojadas al suelo dónde debajo estaba el cadáver de la sirvienta. Los ojos grises del hombre también siguieron y soltó a su hermana viendo que era algo serio.

—¿Qué sucedió, Rhian?

Junto sus manos, sinónimo de nerviosismo y su cuerpo siguió temblando teniendo solo un poco de hipo.

—Me desperté está mañana justo cuando la sirvienta tenía mi brazo y estaba con una jeringa en la mano, era un líquido verde y actúe ¡Ella quería matarme! —exclamó en voz alta.

El hombre se volvió pálido cuando escucho líquido verde de los labios de Don y se apuro en ver lo que la joven había hecho.

Levantó las tapas encontrándose con la sirvienta muerta, excepto que dónde había salpicado el líquido se había podrido y soltaba un olor pútrido que heló su piel.

—El veneno podrido —murmuró el hombre y volvió a tapar para que el olor no llegara hacía su hermana.

Ese mismo veneno iba a ser inyectado en las venas de su hermana, que en dos minutos ya estaría muerta y podrida como una fruta.

No pudo evitar ir donde su hermana y abrazarla con fuerza, que internamente hizo que Don se quejara, por casi perderla.

Capítulo 3

La guardia que había en la mansión Lefeuvre, llegaron a la habitación que pertenecía a la joven hija del Conde Lefeuvre. Un intento de asesinato por parte de la servidumbre que estaban aterrorizados por este hecho. No porque casi matan a la señorita de la casa, fue porque podían perder el trabajo o ser asesinados si pensaban que estaban cometiendo traición a la casa que servía.

Era también el hecho que cualquier enemigo del Conde Lefeuvre se había colado en su propia casa sin que nadie lo notará, incluso tomar un lugar tan importante como el cuidado de la señorita, que un día podría casarse con alguien importante y posiblemente ser la elegida del príncipe. Era imperdonable que temieron por su vida.

Don, quien aún no sabía que era alguien de gran importancia, miraba la taza de té que desprendía un olor dulce como el chocolate, excepto que se sentía cautelosa.

¿Qué pasaba si alguien más quería matarla? A pesar de que el té fue servido por su aparente hermano, eso no significaba que no la quisiera muerta ¡Incluso podría estar actuando!

Pero los instintos de hermanos debía ser fuerte, ella lo sintió así una vez.

Por el momento sería cautelosa.

—¿No quieres té, Rhian? —preguntó el hombre con la cara llena de preocupación.

Don llevó una mano hacia la taza, sin embargo, un pensamiento (casi como un regaño) le dijo que tomara la taza con el plato. Eso sin duda fue extraño, pero no rechazo tal ayuda cuando apenas sabía la etiqueta de este lugar.

Porque ella estaba en otro mundo.

Después de que los guardias llegaron para resolver el problema y el médico de la mansión estuvo a su lado revisando su pulso. Al darle el alta, las otras sirvientas de confianza del hombre la ayudaron a vestirse a pesar de que ella ya casi era una adulta.

Y en frente del espejo, noto que era una copia del hombre, su hermano, solo que en femenino y estuvo alegre que está vez su cuerpo no fuera tan desarrollado porque eso significaba que no tendría dolor de espalda. Sufrió mucho de dolor de espalda en su vida, y otros dolores más.

Dio un sorbo al té con una gracia que ni siquiera pensaría en años y disfruto del té con un toque de chocolate. Alguien que no había probado mucho los dulces, estuvo fascinada. Es claro que en realidad prefería los encurtidos, pero el dulce no estaba mal.

No obstante, ella estaba en una posición que quería preguntar.

—¿Por qué querían matarme? —preguntó de forma directa haciendo que el hombre tosiera.

No era momento de sutileza cuando debía saber el motivo de su casi muerte, aparte de que fuera una princesa que era la siguiente a la sucesión y necesitaban sacarla del medio. Muy poco probable, porque en realidad ni siquiera la estarían llamando señorita, sino, princesa.

—Ah, por supuesto que quieres saber —dijo con un tono resignado y a pesar de eso, Don pudo ver qué se veía gentil.

Atenta a las palabras de su hermano (ella debía verlo de esa manera, a pesar de que pudiera haber traición), dejo la taza de té en el plato que sostenía en su mano izquierda aguardando en los muslos de sus piernas que eran ocultas por un hermoso vestido celeste y blanco. Ella casi de desmaya por ver tal derroche de dinero en un vestido que tenía joyas preciosas que valía la comida de diez años, cada una por minúscula que fuera.

—Como sabes, padre es perteneciente del consejo del rey, sin embargo, está luchando para aceptar una ley que ayude a los del pueblo —comentó su hermano (cual llamaría de esta manera hasta que pudiera saber el nombre) y dió un sorbo a su té aún con la tensión en su cuerpo.

Y lentamente bajo la taza de té, que continuo con la explicación:

—De ese modo, las casas que fueron dañadas por el terremoto de hace medio mes, pueden ser ayudados a ser construidas de nuevo, excepto que los otros señores no quieren ayudar cuando tienen que poner su dinero en la ley.

Don frunció el ceño. En cualquier mundo aquellos que tenían poder se negaban a ayudar a quienes eran desafortunados, cuando estos desafortunados eran el motivo de su riqueza. Era algo que detestaba, pero no se podía hacer mucho cuando no había poder.

—Y hay un Conde que quiere arrojar a su hija bajo la nariz del príncipe, lo cual haría cualquier cosa para matarte —termino su hermano haciendo que Don pestañeara.

¿Matarla por un príncipe? ¿Qué significaba eso? ¿Estaban comprometidos?

En su cara se noto el horror y su hermano estuvo a su lado.

—Por supuesto, nada de eso pasara porque estoy aquí para protegerte y podrás comprometerte con el príncipe para casarte...

—¡No quiero comprometerme con el príncipe! —casi grito Don.

¡No quería! Si era la razón de su muerte, prefería eliminar aquel objetivo en su espalda. Al menos aceptaría la muerte si fuera por una ley que su aparente padre estaba tratando de imponer para el bien de los demás, no porque un noble quería el poder a través de su hija.

Escucho una risa por parte de su hermano que la sorprendió.

—Ja, ja, ja, mi hermana, ahora es más inteligente —hubo lágrimas en sus ojos que estaba fuertemente cerrados.

Don no encontró gracioso, a menos que Rhian pensará que era la mejor idea casarse con el príncipe y había insistido frente a su hermano.

Chica, solo porque sea famoso y quién debes venerar, eso no significa que debes codiciarlo cuando ni siquiera lo conocías en verdad.

Hubo un poco de molestia que no venía de ella, lo cual la hizo sospechar.

Más calmado, el hombre llevó una mano a la cabeza de Don acariciando y desordenado el cabello sin consideración.

—Me alegra, el príncipe es un imbécil que no dudaría en botarte por otras mujeres que considera más "lindas" —dijo con desagrado en su voz.

Bastante sincero, aceptaba eso.

—Necesitas a alguien que te aprecie.

Don no estaba segura. En su otra vida ni siquiera quería fijarse en alguien cuando podía ser objeto de burlas o se aprovechaban de una debilidad, pero sin duda ella quería felicidad a pesar de que sus manos estaban manchadas de sangre.

Quería ser feliz y en este mundo podría conseguirlo.

Se prometió a si misma que eso haría, incluso si debía derrocar imperios.

—Y padre estará feliz de que no caigas en la mano de la realeza —dijo con amargura su hermano.

Ella podía entender la amargura. Si la historia decía algo, la realeza era un peligro para su persona que estaba lleno de traiciones, apuñalamientos, ahorcamientos y cabezas cayendo por las escaleras manchando con la sangre los peldaños, siendo un lugar de satisfacer de las necesidades sádicas de algunos de la realeza.

Se estremeció pasando por eso. Ya tuvo suficiente con la humillación que la hizo llegar hasta este punto.

—Creo que la cercanía a la muerte me hizo recapacitar —mencionó Don con delicadeza.

Este hermano mayor suspiro y su cara de suavizó completamente. La abrazo ignorando el sonido de loza cayendo, Don se sintió aterrorizada internamente por la taza y no por el hecho de ser abrazada por un desconocido.

—Nunca más sucederá —prometió el hombre mayor, pero Don no le creyó porque sabía que si aún había posibilidad que ella fuera la más cercana a estar comprometida con el príncipe, habría más altercados que en un momento podían ser la realización de su muerte.

Por supuesto, Don sería una paranoica que estaría atenta a su alrededor.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play