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¡Ten Cuidado! El Villano Te Está Buscando

Prólogo.

Mateo un joven adulto de veinte y tantos años de edad, se encuentra reposado en su cama totalmente des entendida, las luces de su habitación apagadas en su totalidad, que es únicamente alumbrada por una pequeña luz, que es la de su teléfono celular. Él está leyendo el último capítulo de una novela que encontró por ahí, escondida entre las múltiples plataformas de internet. A decir verdad, la historia no estaba tan mal, a excepción de que los protagonistas son unos verdaderos hijos de re mil putas, no les importa más que ellos, si él ya había leído las múltiples advertencias en los comentarios de que tan mala podría llegar a ser, pero bueno, un buen lector siempre se aventura sin importar que tan mala puede ser está.

Mateo con su mano izquierda sostiene su teléfono mientras que con la otra mano derecha, con el dedo índice desliza la pantalla hacia arriba para llegar a los últimos párrafos de la historia, sus ojos se mueven de forma eficaz en lo que se imagina lo que hacen y dicen cada uno de los personajes es cada vez más desgarrador y desalentador que el párrafo anterior. Cada palabra, cada oración, cada verso, van produciendo distintos tipos de emociones dentro de Mateo.

Ya casi llegando a las últimas líneas, estás dicen lo siguiente:

"-... a pesar de que lo di todo por ti. Me entregue a la sensación de amarte.- trago en seco.- pero me olvide de lo más importante.- vaciló.- es que también podría perderte tan fácilmente. Sin tan solo pudiera arrancarme estos asquerosos sentimientos que siento hacia ti.- con una mano en el pecho.- pero no puedo hacerlo.- dijo sin expresión alguna en su rostro.- quisiera olvidar me dé todo aquello, de esos recuerdos que los que tú llamas te "los mejores días de tu vida estuvieron a mi lado", pero no fueron más que puras mentiras, que salen de tus labios, y con lo único con lo que yo me llego a quedar es esté horrible sabor de tu maldita traición.- chasqueo la punta de la lengua contra sus dientes, el hombre de mirada grisácea miran con profundo remordimiento a la mujer que se arrastra por un el piso bañado en sangre fresca.

-por favor.- rogó la fémina de cabello anaranjado con lágrimas que caen sus de sus ojos verdes esmeralda.

-ahora me ruegas mujer.- escupió con rabia.- yo cuando te rogué para que no me rompieras.- desvaino su larga espada.- PERO A TI NI SIQUIERA TE IMPORTO UNA MIERDA.- le grito con odio y tristeza en su voz.

-por favor te lo pido no la hagas.- en llanto.

-déjame decirte una última cosa, querida.- alzo la espada por encima del hombro izquierdo.- a ti nadie más te importo.- la miró con desgana.- solo te importa a ti misma y nadie más que tú.- bailo la punta de la hoja de la espada en el cuello delgado de la mujer en un corte limpio, el cuerpo de la fémina cayó en un sonido secó sobre el piso donde la sangre se escurrió formando un charco alrededor de ella. Él se dio la vuelta, dándole la espalda al cuerpo que yace sin vida.- yo realmente te amé de verdad.- pequeñas lágrimas empezaron a fluir de sus ojos grises, para que al final él terminara quitándose la vida, se prometió así mismo a no volver a entregar sé en su siguiente vida."

-con una mierda que final más, .- no quería terminar la frase por qué sabe perfectamente que del otro lado de la habitación está la habitación sus padres durmiendo y sabe mejor que nadie que su madre tiene oídos supersensibles y es capaz de escuchar a través de las paredes.

Se fijó la hora en su teléfono, son las 02:37.ª. M, ahí su mamá lo va a matar si se llega a enterar de que si se volvía a dormir tarde, y todo por quedarse hasta tarde leyendo.

Se acomodó mejor en su cama, cerró los ojos, dejándose caer en brazos de morfeo.

capítulo I

Mateo al cabo de unos minutos llegó a ingresar al reino de los sueños. Podía llegar a percibir el cómo de su propia alma está siendo arrastrada por un flujo de agua, que lo separa de su cuerpo, como si lo estuvieran jalando de este, en parte se siente extraño y confuso, no sabe lo que está pasando realmente, y siente su mente difusa, liviana y pesada, es como si estuviera consciente de lo que le está sucediendo, pero al mismo tiempo no.

Mateo se percata de que ya se está haciendo de día, ya que el sol está entrando por la ventana de su habitación, "es demasiado temprano" piensa para sí mismo dando le la espalda al brillo mañanero, se cubre la cabeza con una almohada para que ya no perturbe más sueño. Al estirar el brazo fuera de la colcha, notó que las son demasiado suaves, a decir muy suaves, "aguarda un momento" reflexionó angustiado y despertándose de golpe.

Miro a su alrededor,"oh mierda, mierda en donde carajo se encuentra ahora" entrando en pánico, dio un salto de la cama gigantesca, maldición no solamente la cama es enorme, sino que toda la habitación lo es, que es este lugar, se parece a esas viejas mansiones que mira en los documentales que pasan por la televisión, con la una leve diferencia de que está mejor cuidada y adornada y se ve todo nuevo, será una especie de broma de mal gusto por parte de algunos de sus artantes primos, que va esos primos están igual de pobres para hacer este tipo de jugarreta, entonces si esto no es un sueño... oh triple mierda. Qué más podría ser, es una especie de reencarnación, algo así como las que suele leer en sus novelas por las redes sociales. Si eso debe ser, si no que otra cosa podría ser.

Después de estar más de veinte minutos en dar vueltas en su "nueva" habitación, se escucha una suave golpeteo al otro lado de la enorme de madera de un color blanco puro, ahora que piensa las cosas un poco más detenidamente...

-disculpe señorita.- la voz de una fémina detuvo sus pensamientos, una bella muchacha de una hermosa cabellera larga castaña junto con unos ojos olivas de tez blanca vestida de maid se deja ver al abrir una parte de la habitación.- oh ya se encuentra despierta.- se disculpó con una sonrisa amable en el rostro.

-disculpa, ¿pero a quién le estás hablando?.- preguntó desconcertado ante la presencia de la muchacha que tiene enfrente de él.

-mmm, pues a usted mi Lady.- respondió sincera.

-¿mi Lady?- repitió inseguro tratando en seco y autoseñalando sé con el dedo índice.

-si usted.- volvió a responder sincera la doncella.- ¿sucede algo?.- pregunto preocupada por qué su joven maestra está actuando de forma extraña como si no fuera ella.

Observo atentamente la siguiente acción de su maestra, de mirarse el cuerpo en un espejo de cuerpo completo, notó el rostro de su joven ama se distorsiona en una mezcla terror y algo ¿de timidez?, no sabría decir con exactitud.

-¿mi Lady precisa de algo?.- preguntó dudosa. Lo siguiente que sintió fue un par de manos encima de sus manos y empezando a sacudirla hacia adelante y hacia atrás.

-DI MI MALDITO NOMBRE.- gritó desesperada. La doncella la miró extrañamente.- solo quiero que digas mi nombre.- la doncella dio un paso hacia atrás apartando sé dé su joven maestra.

-en primera.- recuperando la postura cuando ingresó al lugar.- debe de cuidar su forma de hablar.- su maestra le fulminó con la mirada, apartó la mirada.- en segunda no sé que le está pasando que le parece si llamamos al mayordomo para que le... ayude.- sugirió a punto de salir de la habitación.

-no te preocupes, ya no hay necesidad de hacerlo.- dijo más calmada apoyando la mano en la zona frontal del rostro.

-le duele algo mi Lady.- sonó preocupada.

-no está bien no es nada.- negó con la cabeza.- solo es un leve mareo.- suspiro cansada.

-venga señorita, siéntese por un momento.- la ayudo a sentar en la punta de la cama.- ¿quiere que le traiga un poco de agua?

-si por favor.- pidió amablemente, la doncella se acercó hasta un minibar que hay al otro lado de la habitación, con la mano derecha sujeta por la oreja una hermosa jarra color plateada y vertió el agua dentro de un pequeño vaso de vidrio y se lo acercó a su joven.

-gracias.- agradeció recibiendo el vaso y dándole un trago largo.

Luego de un momento en el cual se pudo relajar y pensar las cosas más calmadamente, se quedó mirando nuevamente y observando el lugar, tratando de asimilar lo que le está pasando, volvió a suspirar por segunda vez en la mañana.

-mi Lady.- llamó la atención de su joven maestra, dispersando cualquier pensamiento que ella tuviera en este preciso, su maestra la miró directamente a los ojos.- ¿quiere que le prepare el baño?.- sugirió con la cabeza gacha.

-creo que eso sería una excelente idea.- dándole una pequeña sonrisa entre cansada frustrada por su situación actual.

-bien déjemelo a mí.- arremangando sé la manga de su uniforme y saliendo de la habitación para hacer lo pedido por su ama con enorme sonrisa de satisfacción.

Un tercer suspiro dejó escapar esa misma mañana, lo mejor sería pensarlo bien mientras se da un baño relajante y tratar de no volver a espantar a ningún otro miembro de la servidumbre de esta casa, por el otro lado sería mejor ningún tipo atención de personas ajenas y mantener la calma total, y de no hacer un escándalo por ello.

Primero que nada habrá que organizar los pensamientos de forma ordenada y prolija, sobre todo si quiere encontrar una manera de averiguar de cómo carajos terminó en este lugar y el porqué, pero más que nada, pero la más primordial de todo, por qué tuvo que ser el cuerpo de una mujer... esto no es para nada chistoso.

Ahí como extraña su anterior cuerpo.

Capítulo II

Mateo con gran ímpetu observa con calma su reflejo en el agua que se halla dentro de la bañera, la cual se podría decir que es bastante grande. Un reflejo el cual no le pertenece al igual que el cuerpo que está poseyendo actualmente. Sus facciones son tan distintas a las que solía ser, ya no poseía un rasgo varonil sino que su rostro al igual que todo su cuerpo se ve tan delicado y frágil, están extraño. Su piel es tan blanca, un poco más blanca que la de su... ¿Sirvienta?.

El color de su cabello es tirando a un celeste, muy raro, aunque a decir verdad en su mundo hay muchas personas que se lo tiñen, pero este color es muy natural, es mucho más diferente que el suyo, demasiado largo. Pero ni hablar de sus ojos son amarillos, casi tirando al ámbar, extraña combinación.

No quería seguir mirando más allá de su reflejo se siente como una falta de respecto hacia la dueña original de esta. Oh esperemos que esa persona no se encuentre en su cuerpo o eso sería un serio problema.

A su lado ahí una pequeña campanita que la tomó entre sus dedos y la hizo sonar, escuchó como la puerta se abre de forma lenta de ella salió, la anterior maid. Permaneciendo a un lado de la puerta, está vez un poco más pequeña que la puerta de entrada de su habitación, no quisiera saber el tamaño de la puerta principal, ese tan simple pensamiento le hizo sentir un escalofrío recorrer desde espalda baja hasta la punta de su cabeza.

-me mandó a llamar maestra.- dijo entrando la anterior sirvienta con la cabeza gacha, haciendo una pequeña reverencia.

-sí.- respondió.- precisó que me enseñes la ropa que tengo y pídele al mayordomo que venga una vez que termine de alistarme.- ordenó sin mirarle. Aún con la vista fija en su reflejo, su tuvo que poner una toalla alrededor del torso para no mirar aquel cuerpo que no le pertenece, no le gustaría ser un desubicado, y tampoco que su madre le arranque las greñas cuando, o si es que se llega, "bueno más prevenir que lamentarse" pensó en sus adentros.

Detrás de ella escuchó como su orden había acatado y luego escuchar la puerta cerrarse, esa fue una excelente señal para salir de la bañera. Se levantó y salió de ella, para luego tomar con una de sus manos una hermosa bata hecha de algodón egipcio de color blanco, luego de eso tomó una toalla con el cual envolvía el pelo, lo había visto varias veces que hacían su mamá y su dos hermanas menores, no lleva ni un día en este lugar que ya quiere regresar. Hizo una pequeña mueca de tristeza, extraña su hogar.

Al salir del baño se percató de la gran montaña de ropa que se encuentra en la gran cama de su habitación, trago en seco por el asombro y el nerviosismo. Dios Santísimo, le iba a llevar horas, si no que días para poder elegir que vestido ponerse.

Oyó de nueva manera la puerta de su habitación, se percató de que su sirvienta trae otra montaña de ropa. La sirvienta se asomó a un lado dejando ver la cara con una enorme sonrisa de satisfacción y orgullo.

-oh, señorita.- poniendo los vestidos sobre el montón.- esto es lo último, solo me faltaría traer los zapatos y ya estamos.- volviendo a salir del lugar orgullosamente.

Se acercó hasta la cama, empezó a revolver todo para ver que se podría poner sin que le cause ningún tipo de molestia. Observo cuidadosamente cada una de las prendas, hay de todo, y para el colmo de los colmos la sirvienta a dicho que traería zapatos para que hiciera a juego con la vestimenta. Negó rápidamente con la cabeza ante tales pensamientos, hurgó entre la ropa, buscó lo más sencillo y fácil de poner.

Al cabo de unos cuantos minutos, la doncella trae entre sus brazos cargando unos diez pares de zapatos, lista para alistar a su maestra, pero en cuanto entró a la habitación se percató con que su maestra yacía lista, vestia una sencilla camisa de seda color beige junto a una larga falda de color marrón, un pequeño corcel que se ve confortable de usar.

-Mi Lady, porque no me espero.- cuestiono la muchacha poniendo los zapatos en el suelo marmolado.

-tengo prisa.- dijo de forma simple tratando de atarse el cabello en una coleta alta.

-pero aún así... es mi deber como su doncella.- acercándose a su maestra para poder ayudarle. Mateo se permitió recibir la ayuda de su sirvienta. Ese suave toqué le hace recordar a cuando su mamá le acariciaba el cabello de cuando solía ser joven, se dejó llevar por el momento.- listo.- terminando el peinado.

-gracias.- agradeció con una brillante sonrisa en el rostro.

-no agradezcas.- asustandose.- es el deber de un sirviente hacer estas cosas por sus maestros y señores.- respondió con una sonrisa orgullosa.

-oh, con que ya veo.- puso una sonrisa sarcástica.

-¿qué cosa mi Lady?- preguntó curiosa y mirando a su alrededor ante las palabras dichas por su maestra.

-Solo Dios sabrá.- respondió sin mirarla a la cara.

-¿Dios?- aún más confundida que antes, vio que su se da la vuelta para sentarse en uno de los sofá, ella le siguió el paso con gran intriga por saber a lo que se refería la joven señorita.

-y bien, ¿hiciste lo que te pedí?- preguntó cambiando de tema y mirando directamente a los ojos de su doncella.

-si.- asintió con la cabeza en afirmación.- estará aquí dentro de poco.- respondió con alegría. Por alguna extraña razón a Mateo no le agrada mucho la sirvienta, es demasiado alegre, le acordar a uno de sus tantos amigos que tuvo en la primaria, claro si esos se les puede llamar amigos, puso los ojos en blanco ante el recuerdo de esos malditos traidores.- ¿sucede algo, señorita?.- pregunto con una voz de preocupación al ver cómo el cuerpo de su joven maestra se pone tenso y se perdía en sus pensamientos.

-no es nada.- hizo un gesto con la mano para que no le diera importancia al asunto.

-me mandó a llamar.- se escuchó del otro lado de la puerta abriéndose al mismo. revelando a un hombre mayor entre sus cuarenta y cincuenta años de edad, bien vestido con un traje de mayordomo de color negro y guantes blancos en ambas manos, el cabello negro con rastros de unas finas canas a los lados de su cabellera, tiene la cabeza inclinada hacia adelante, sin poder verse ver bien el color de ojos de la persona.

-si.- respondió firmé.- preciso de sus servicios.- ordeno demandante.

el hombre mayor mayor alzó la cabeza para mirar a través de la mirada de ama, asintió con la cabeza, dándole a entender que acata sus órdenes al pie de la letra.

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