Todo puede cambiar en un instante, no entendía en su momento aquellas palabras nombradas en una oración tan común en la vida, pero fui ingenua al no detenerme por un segundo en mi maldita vida y masticar, ingerir el significado de aquellas palabras y sentirlas propias de mi tan corta vida.
Jamás imaginé el impacto que tendrías en mí vida y en aquellos tiempos cuando tienes la sensación de que cuando algo malo ocurre y te preguntas si podrías evitarlo.
Por la diferencia de pasar a tenerlo todo a pasar o no tenerlo en cuestión de tan solo un segundo, nuestra vida puede cambiar en el más mínimo detalle.
Aguantando en todo momento, fingiendo que aquella herida no está ahí, solo espera el momento de derrumbarse sobre aquella cama que comparte sus tristezas, sus llantos, sus sueños, sus fantasías de volver a aquellos días donde su madre aún vivía, donde su niñez era tan hermosa, al correr por aquellos prados donde las flores florecían por el dulce canto de su madre.
Así fue como la vida de la princesa Adelaida Loughty dio un giro inesperado, de presenciar la ejecución pública de su madre, el repentino desamor de su padre, los maltratos de sus hermanastros inclusive las torturas de su madrastra.
Solo un miembro de la familia real presentaba sentimientos de aprecio hacia ella y era el hijo mayor de aquella mujer, de todas las personas dentro del castillo ese hombre rubio era el único que la veía y trataba noblemente *como lo que era su hermana, familia.
¿En que momento de mi vida me volví así? Así de triste, solitaria así de confundida... así de rota.
Así es para Adelaide quien siente que su vida avanza de mal en peor, que sale de una apara entrar en otra.
Las preguntas la abruman más y más, preguntas como ¿En que momento la vida se volvió en su contra? ¿En que momento la vida le dio la espalda dejándola en soledad, dejando su corazón hecho pedazos? ¿En que momento de su niñez empezó a ser así?
Tantas preguntas y ni una sola respuesta que justifique su soledad, su tristeza, su inseguridad, perdió todo, su alegría, sus sonrisas.
Enfrentándose al mundo en soledad Adwlaide Loughty princesa de Newels descubre el secreto más grande de su vida, como su madre le había contado a su corta edad, ella había heredado la dulce voz de su bisabuela, su voz en el momento en que cantaba sucedían acontecimientos extraordinarios.
A sus seis años su madre la había dicho que su voz era capaz de destruir un reino entero con tan solo un grito.
Su madre le había prohibido utilizar aquel poder de su interior para mantenerla a salvo de aquellos días de calamadidad que enfrentaba el reino.
No solo descubrió aquel don que su madre le había dicho, sino también que ella era la portadora del cristal de hielo y la marca en forma de cristal en su frente lo representaba.
Por un momento Adelaide agradecía que estaba encerrada en aquella soledad, pero permanecer en aquel infierno de vida no era una opción, por lo que jamás imagino que el causante de su liberación, el que provocó que su único sueño se hiciera realidad, pero jamás imaginaria que aquel liberador fuera el enemigo.
...Reino Newels...
Newels el paso, el reino dorado, el reino de reinos después del Imperio Solei, ese pequeño, pero tan poderoso reino era uno de los más importantes para el imperio, pues este contaba con la armería suficiente para dar batalla a guerras.
El enemigo tendría que derrocar aquel reino para poder llegar al imperio, que se encontraba en las costas donde el puerto era enorme, los rumores dicen que los magos dejaron el imperio al ver el comportamiento codicioso de los pueblerinos que adoraban los objetos preciosos.
Por ello, los magos dejaron de existir dentro los pueblos, para empezar a refugiarse en las montañas Negelea que se encontraban al Este del reino Newels, por eso muchos buscaban la manera de tomar aquellas tierras al ser las más ricas en minerales, metales preciosos y sobre todo en alimento, pues muchos creían que los magos ayudaban a la gente de ahí, pero lo cierto era que los magos habían dejado de existir, oh eso al menos se creía.
Reina Lenia de Loughty era una maga nata, sus cabellos eran amarillos y su piel rosada, ojos azules digna de una maga.
Su poder era maravilloso, su voz era su don más preciado, con ella podía pasar de un día tormentoso a uno primaveral, su canto era simplemente encantador a los oídos de cualquiera.
Por consecuencia los magos eran casados y explotados hasta que el poder dejaba de subsistir en sus cuerpos, por lo que aquellos que crecían con dones, se escondían con tal de sobrevivir en ese mundo.
La lluvia caía en el reino Newels y es que había comenzado una ejecución espeluznante la mujer encadenada a aquellos postes de madera no era más nadie que la Reina Lenia Loughty, derramando lágrimas, imploraba solo una cosa, suplicaba que aquella pequeña niña sangre de su sangre, de cabellos rubios y de ojos violeta no mirase tal espeluznante escenario donde su madre perdería su vida.
La reina únicamente podía oír la desgarradora voz de su hija que la llamaba, la pequeña nada más podía preguntarse ¿Por qué le hacen eso a su madre? Una niña inocente presenciaba la ejecución de su madre la que no se merecía aquello, ¿Por qué ocurría aquello? El Rey Leonard Loughty la había culpado de adúltera y bruja, una vil mentir, pues la mujer que lo amaba había permanecido fiel en sus años de casada, la muchedumbre gritaba "Bruja, debes morir" "Fornicadora" "Adultera" mentiras, simplemente mentiras, las personas que una vez fueron sus súbditos deseaban, no, ansiaban por ver su sangre derramar, enfrente de una pequeña niña que agonizaba en llanto, por la confusión por el sonido de aquellos gritos, por el susto de ver a su madre siendo encadenada, siendo apaleada por la multitud.
En sus últimos momentos la voz femenina de la Reina se escuchó en aquella intemperie, una última canción se hizo escuchar para su pequeño retoño, que vivirá en desdicha, en sufrimiento y discriminación, lamentaba el triste destino en el que su pequeña niña vivirá, derramando lágrimas la multitud había parado, los gritos habían cesado al escuchar una canción triste, una voz que se rompía al cantar, muchos pudieron sentir que estaban siendo liberados de algo que los oprimía de ver la realidad y empezaron a suplicar a favor de su reina, pero el rey era dominado por la ira a causa de mentiras.
Adelaida Loughty paro su llanto al ver la sangre salpicar de aquel cuerpo, del cual había nacido, su extremidad había sido separado de su cuerpo, rodando así por los suelos escuchándose los gritos de susto del público que habían cambiado de parecer.
¿Qué culpa tenía aquel pequeño ser, para ver tan horrible escenario? El Rey despreciaba a esa niña por la infamia que le había sido lanzada, hija de una aventura, hija bastarda, hija desdichada.
Era solo una simple niña que había visto pasar ante sus ojos la pérdida de un ser amado, que no tubo la oportunidad de verla crecer, madurar, enamorarse inclusive casarse.
— Mamá — menciono con voz quebrada mientras lágrimas fluían por sus mejillas rosadas
— Ella ya no es más tu madre —sentenció — Leonora será tu nueva madre, que se encargará de tu educación —
Como podría entender las crueles palabras de su padre, al ver tal momento tan abrumador, impactante, traumático. La niña tan solo cayó de rodillas al suelo, gritando en llanto por su madre, que más podía hacer, era una injusticia, pero tan solo era una simple pequeña.
Una mujer pelirroja de ojos verdes y ropas finas, apareció con dos pequeños niños detrás de ella, uno era rubio, mientras que la niña había heredado el color de cabello de su madre, pero sin duda portaban la sangre del rey, los niños eran hermanos de Adelaide Loughty, el niño había sido nombrado como el príncipe heredero arrebatando la herencia a la primogénita, el pequeño de tan únicamente un año menor que la niña, sintió dolor al escuchar la voz desgarradora de la niña.
— La dejo en tus manos, mi reina —dijo mientras besaba el torso de la mano femenina
— Claro que si mi amado rey, are mi mejor esfuerzo por criar a tu pequeña niña —pronunció con voz hipnótica
— Mi amada reina, esta niña no es mi sangre, sino solo la desdicha de una aventura —informo despectivamente
— Oh mi rey lamento tal triste anuncio, como pudo hacerle esto a tan galante hombre —manifestó hipócrita
— Mi reina amada sé que aras tu mejor esfuerzo por guiar a esta bastarda, lamento que tengais que soportar tal augurio —expresó desdeñosamente, mientras de reojo miraba a la pequeña niña
— Yo me encargaré de ella —
El rey asintió para solo marcharse dejando a su hija tirada en el suelo, Scarlett al ver la partida del rey su rostro cambió por completo, estaba alta, cansada de escuchar aquel fastidioso llanto de la pequeña niña, con prisa camino hasta ella, la tomó fuertemente del brazo al punto de dejar su mano marcada en aquella piel tan pura y tersa, la levantó bruscamente y abofeteo con fuerza, mientras le gritaba
— ¡Cállate! Mocosa, es suficiente, estoy cansada de oírte —
Adelaide Loughty paro de llorar al recibir tal bofetada que dejó palpitando de ardor su mejilla, el escurrimiento nasal había empezado a salir, los jadeos y gemidos de dolor se podían oír salir de aquella pequeña boquita.
Estaba asustada, confundida y triste, estaba siendo arrastrada por aquella mujer que la había abofeteado hace unos momentos, al llegar al castillo la niña volvió a estallar en llanto una vez que le fue arrebatado su peluche favorito, por lo que fue llevada a las celdas que se encontraban en las cuevas debajo del castillo, ahí fue lanzada en la oscuridad y abandonada por los siguientes días.
...Penas...
El evento más esperado de las personas de clase alta había comenzado, el evento, la fiesta donde podían cerrar acuerdos, ganar más tierras, más poder, inclusive un título de rango alto, conde, duque, vizconde, entre ellos el emperador asistía al pequeño reino para ver como iba la economía de la ciudadela, además de festejar que pronto tendrán un heredero de sangre pura.
Los magos asistían con sus amos al evento, pero desde hace tiempo dejaron de verse, algunos cuentas que se han ido a las grandes montañas escondiéndose en el eco sistema de la naturaleza que abundaba entre ellas, inclusive el reino de Newels se encontraba en una pequeña guerra por librar aquellos terrenos que fueron invadidos por el emperador del norte.
El imperio del Norte era uno de los más poderosos de todo el continente, eran temidos en batalla, no dejaban sobrevivientes, sus ataques por ganar más terreno eran constantes y perseverantes a no dejar que el enemigo contrario ganará, pero un soldado de guerra empezaba a ser un dolor de cabeza para el joven emperador que tomó el puesto de su padre al morir por una terrible enfermedad.
Y es que hace tiempo, el emperador London se había apoderado de sus tierras más valiosas logrando así dar un golpe en la economía de su imperio teniendo estragos.
Mientras la guerra al norte del imperio, donde se llevaba a cabo la celebración de nobles, los guerreros luchaban contra las líneas enemigas, el relinchar de los caballos se escuchaba, el grito de los guerreros se escuchaban al igual que los gemidos de dolor, la sangre estaba en el campo de batalla, una vez más el imperio del sur perdía hombres en la batalla, las espadas eran desenvainadas listas para ser blandidas con experiencia y entrenamiento.
-.Señor la línea delantera fue exterminada
-.Liberen la reliquia que nos dio la princesa
-.Señor, el poder puede dañar a nuestros hombres
-.Es lo único que se interpone ante nuestra derrota, libera lo ahora, es una orden
-.Si señor
El hombre de armadura plateada dio la señal y un hombre vestido de túnicas negras salió de entre los hombres con una caja de madera fina en las manos, subiendo aún caballo, cabalgo hasta el centro de la batalla donde era más cruda.
-.Que suene el cuerno
Al sonar el bajo sonido del cuerno, los hombres del imperio del sur retrocedieron mientras que el ejército contrario intento avanzar al ver el rendimiento del enemigo, pero la llegada de un caballero negro los confundió al llegar al centro del campo de batalla los hombres heridos en los suelos que permanecían aún respirando se cubrieron los oídos esperando lo que se avecinaba, el caballero negro bajo de su corcel y se puso de rodillas colocando la caja en el suelo lodoso, con tal tranquilidad abrió la caja dejando ver un diamante azul que en el momento en que fue abierta la caja un grito estruendoso sonó derribando todo aquel ejército salió volando por el impacto de tales ondas tan fuertes, inclusive la tierra fue destruida, los hombres cercanos a la piedra preciosa, sus oídos fueron reventados por el sonido tan agudo y destructivo que percibieron.
Al sacar todo el poder contenido de aquella valiosa piedra está desapareció, dejando el daño ya hecho, el ejército enemigo tuvo grandes bajar una vez más por aquel misterioso poder contenido por aquel caballero negro, así pues la retirada definitiva del enemigo se fue una vez más con la derrota.
Mientras tanto en aquel evento de tan prestigioso detalles, en aquel balcón lejos de la ebullición de las personas que se encontraban en el salón real cierta joven de 20 años se encontraba sola mirando el atardecer, el vestido era ampon mientras que el corset definía su cintura además de que sus dotes femeninos casi salían a explote en aquel escote pronunciado.
En ese momento había sentido como parte de su poder había sido liberado, entendía de que se trataba pues el objeto de tan preciosos y finos materiales había aparecido colgando de su cuello vacío.
-. Hermana
El llamado de aquella voz joven y masculina había hecho que la pequeña mujer se girara viendo al dueño de esa voz que la llamaba dulcemente por aquel sobrenombre familiar.
Dando una pequeña reverencia inclinando su rostro ligeramente como respeto a aquel hombre que era el príncipe heredero.
-. Majestad
-. Hermana, estamos lejos del alcance de la vista de aquellas personas, puedes llamarme hermano
-. Perdona, es la costumbre, después de todo tengo que actuar siempre con etiqueta real
-. Madre no está aquí, hermana, puedes hablar informalmente ante mí
-. Si hermano
-. Veo que has encontrado tu joya más preciada
-. Si, había caído por el pasillo de cámino aquí
Mentira, lamentaba mentirle a la única persona que la trataba con amabilidad, pero nadie podía descubrir su poder.
-. Hermano que haces aquí, la fiesta es para ti, deberías disfrutar al lado de tus amigos
-. Si, pero es aburrido que solo me alaben a mí por mis logros, además como puedo festejar si una guerra se libra en estos momentos
-. Sé que es duro, ya que eres un gran caballero, pero madre hizo este festejo en tu honor, que dirán al no ver al anfitrión en aquel salón
-. Es duro para ti estar en este lugar
Dijo al ver las ojeras y delgadez de la femenina, su cuerpo era delgado y la tristeza en su mirada se podía ver a la distancia, como su hermano, sabía que su madre era exigente con ella, pero no tenía idea de lo que su madre le hacía a espaldas de ellos, su hermana menor la odiaba con todas sus fuerzas, además de haber sido excluida al palacio del norte del castillo.
-. Tranquilo, algún día tu madre me dejará tranquila
-. Eso espero
-. Príncipe, la reina lo busca
El hombre de cabellos rubios asintió, miró a su hermana mayor y está asintió con una mirada, odiaba dejarla en la soledad que ella misma buscaba, con tal de desaparecer por un momento de aquella existencia llamada sociedad.
Quedando sola en aquel lugar tomó su chalina cubriendo el desnudo de sus brazos al sentir una fresca ventisca que sacó unos cuantos cabellos de su peinado, estaba más que incomoda en aquel vestido azul marino, el vestido le fue dado por su madrastra para esa ocasión, si por ella fuera hubiera autorizado un vestido de su agrado que fue comprado por ella misma con unas cuantas monedas de oro. Ya no tenía la oportunidad de hacer los que quería.
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