— ¡Oye!
Ignoro cualquier cosa que venga del hombre que me esta siguiendo y subo al auto tranquilamente para salir del estacionamiento donde me encuentro, sin embargo, antes de que cumpla con mi objetivo el hombre se atraviesa en mi camino.
Aun no se arregla su pantalón y puede verse parte de su miembro erecto. Acelero como claro aviso de que no me voy a bajar para chuparle su poll*.
Me asquea la idea de probar algo que no me gusta.
Los hombres son solo mi sustento para sobrevivir mientras estoy en busca de un trabajo y son tan imbéciles que son un simple toqueteo ya caen como estúpidos, aflojando la billetera.
Deberían de pensar mas con la cabeza y no con lo que tienen entre sus piernas.
—¡Regresame mi cartera, ladrona!.
Solo muestro mi sonrisa mas descarada, sacándole el dedo medio con mi mano para después acelerar y llevarme esa inútil persona de por medio si no se quita.
Surge una risa espontánea cuando su cara fue un terror al ver que me lo iba a llevar de por medio, así que tuvo que quitarse a las malas.
—Imbécil —comento riendo.
No quiero irme a casa para seguir estrictas reglas de mis padres, así que me desvío para irme a un club y gastar el dinero que obtuve del pobre hombre.
Anteriormente mi vida no era así. Tenía una vida tranquila hace dos años, obedecía a mis padres y sacaba buenas calificaciones para recibir halagos de su parte. Admito que me gustaba eso y disfrutaba de recibirlos, porque me alegraba que vieran mis esfuerzos.
Todo era perfecto para mi, ¿su error?.
Ser homofóbicos.
Los chicos nunca llamaron mi atención, nunca despertó ese gusto que dicen que te hacen palpitar tu entrepierna y temblar las piernas cuando uno de ellos te gusta.
No, nunca. Mi interés era por las chicas, ese extraño gusto me causaba sensaciones que no conocia por estar al pendiente de los estudios. Todo cambió cuando una chica transferida, entro en mi salón de clases, ya que sus padres habían muerto y como sus tíos quedaron de tutores, tuvo que transferirse a la escuela donde estaba yo.
Después de eso, nos llevábamos bien y una cosa llevó a la otra y terminamos follando semanas después de conocernos. Una sensación que me pone caliente de solo imaginar como me enseñaba de todo.
Todo paso tan rápido y cuando lo noté, teníamos casi dos años saliendo sin que nadie lo notara o eso pensaba, pero un imbécil que estudiaba conmigo y que yo había rechazado, nos siguió y nos grabó haciéndolo. Fue un caos total.
Mis padres me cambiaron de escuela y solo esperan dos días para llevarme a un lugar donde podré retomar mi camino heterosexual.
Algo ridículamente estúpido. Los gustos no cambian de un momento a otro y mucho menos forzándolo. Dicen tantas cosas absurdas de quienes son homosexuales que me cabrean de solo escuchar una puta palabra.
"Es una enfermedad", ¿Querer o amar a alguien de tu mismo sexo lo es?. Es algo natural que surge con algo etéreo o profundo, depende de cada persona o actitud.
Claro, pero como ellos son cristianos dicen que solo debo seguir el camino de dios para volver hacer quien era. "La mujer nació para amar al hombre", absurdo, estúpido y por eso es que no creo en esas religiones. No ahora, anteriormente lo hacía como ellos, pero su comportamiento cambió todo.
¿Como pueden decir...?. No se elige a quién amar y porque obligues a una persona a cambiar a ese pensamiento, solo va hacer el efecto contrario y ganarse un odio inmenso, porque solo ocurre y ya. No es cosa del diablo, son cosas que pasan de la vida y nadie puede cambiarlo.
—Hey, bonita.
—J, ¿hay buenas bebidas? —pregunto al rubio pícaro.
Sus brazos rodean mi cintura para envolverme en un enorme abrazo que puede quebrar mis costillas.
—Lo que desees, bonita. ¿lo has hecho de nuevo? —levanta una ceja escéptica.
Alzo los hombros con una sonrisa traviesa y me adentro al lugar para olvidar lo amargo que recordé de los religiosos de mis padres.
El lugar esta poco iluminado, al tope de personas festejando, sobrios y ebrios a mas no poder; la musica a volumen alto de Drake, mujeres se pueden ver en la segunda planta dando espectáculos al vip, y también hombres, y por ultimo la barra apenas dando descanso al barman para respirar.
—¡Deberías dejarlo, Kate!, ¡Podrían atraparte y hacerte cosas horribles! —grita cuando esta a mi lado, ya que la musica no le permite hablar de otra manera— ¡Puede que cambies de apariencia, pero hay algunos que no son idiotas!
Pido al barman, cuando por fin me ve llamarlo, una cerveza y un whisky para mi amigo que no esta tan feliz por mi divertida expresión.
— ¡No pongas esa cara, cariño! —llega lo que pedi— ¡De todas formas me iré a una carcel en pocos dias!
Su expresión empeora e intenta no aceptar la bebida que le ofrezco, pero lo termina agarrando y bebiéndolo todo de un solo trago.
Es increible como no muestra un misera expresión de ardor en su rostro. Por eso solo prefiero la cerveza.
—¡Te sacaré de allí! ¡Lo sabes, ¿no?! —pregunta con una seriedad que solo me causa mas diversión.
Solo debería relajarse. Siempre que toco este tema él se envuelve en una seriedad que no me gusta, quiero disfrutar de mis días de libertad y él con su cara de culo no ayuda.
Me ha prometido que me raptara cuando sepa mi localización en ese convento de mierda al que me quieren llevar. Es una idea estupida de mis padres, ya que por lo que sé, solo estaré un año en ese lugar porque solo retienen hasta los dieciocho años.
Terminaré mis estudios allí, y saldré como si fuese terminado la escuela para iniciar la universidad sin retrasos en mi facha de estudiante honorable.
Eso se cayó desde que me dijeron que era el diablo quien estaba en mi. Mis notas se han reducido a promedio desde que eso ocurrió.
—Lo sé. Confío esa tarea a ti, J —muestro una sonrisa sincera, bebiendo lo último de mi cerveza— ¿Vine a bailar o...
—Ven, pequeña perra.
Le tomo de la mano cuando me la ofrece y la pista se abre para nosotros al iniciar un reggaeton que le encanta a mi amigo bailarlo conmigo.
Sabe moverse y yo se moverme, por lo tanto, hacemos un baile erótico que incita a las personas que no dejen de vernos y a que piensen que somos pareja.
Mi trasero me amolda a su pelvis y ese miembro queda perfectamente en medio de mis nalgas. Todos nuestros movimientos son en sincronía, y es porque he bailado solo con él este tipo de musica por la confianza que nos tenemos.
Reímos y gozamos moviéndonos al son de la musica, disfrutando de las miradas que están sobre nosotros y llenándonos de sudor todo el cuerpo por el calor infernal que se ha creado por la falta de aire.
—Pude sentir tu p*lla, J —reclamo al estar tomando otra ronda de nuestras bebidas. Él sonríe divertido y me guiña el ojo después de beber su whisky.
—Es inevitable, bonita —ríe— ¿Viste como babeaban?... Como matarían por ser ellos quienes bailaran contigo.
— Idiota. También presentí mujeres mojándose.
—Si bailaran como tú las tomaría en cuenta para sacarlas a bailar —dice coqueto, riendo.
Puede que bailen como yo, pero solo nosotros tenemos esa confianza para movernos sin descaro alguno frente a otros. Esa es la diferencia de que sean mejores a mi, no tienen esa sincronía que tiene conmigo.
A J lo conocí desde hace nueve años. Nuestra amistad es tan jodidamente perfecta que causa envidia a muchos. Es amistad pura y no porque lo haya rechazado y le toco quedarse en la friendzone. Es una hermosa amistad que nació desde que le lancé tierra en su cara.
El recuerdo me pone a sonreir por tal acontecimiento, que me alegra que haya pasado, porque es prueba de como nació nuestra amistad.
— ¡Un tequila! —gritan.
Ambos volteamos a esa voz chillona que esta a mi lado, y puede notarse que en su estado hay una ebriedad muy grande porque no puede mantenerse en un lugar fijo.
Ebrios. Se ponen a tomar para volverse locos, o locas en este caso.
Una pelo negro con un vestido no muy largo cubriendo su cuerpo y a su lado otra chica, pero un poco mas discreta con su cuerpo. Aunque, no puedo detallar bien cada una de ellas por la luz baja del club.
Tampoco es que me importe.
— ¿Nos vamos antes de que inicien peleas de borrachos?— pregunta entretenido con la mujer que sigue pidiendo su tequila
— Por favor.
Ríe por mi respuesta y me cabesea cuando tomamos rumbo para irnos y para mi suerte las borrachas tienen toda su atención en mi. Decido solo ignorarlas.
Han puesto otro reggaeton, y niego con la cabeza antes de que mi amigo quiera volver a la pista de baile.
Quien iba a imaginar que no seria él quien se interpusiera en mi camino, sino la chica que estaba al lado de la borracha e imagino que tiene sus grados de alcohol en el cuerpo.
— ¡Quitate! ¡Lidiar con borrachos no es lo mio! —grito y la mujer me ignora.
Genial.
—¡B...bailemos!.
— No, gracias.
Se interpone en mi camino cuando intento evadirla y eso me causa una molestia que no tenia hace horas de salir de casa.
— ¡Solo un poco!
El cuerpo se pone rígido cuando sigue sin quitarse del medio y solo apega mas su cuerpo —ahora de espalda— para empezar a moverse al ritmo de la música. Un dembow por lo que escucho.
Le echo una mirada de suplica a mi amigo y muy hijo de puta solo alza los pulgares, como si estuviese de acuerdo con esta borracha para dejarla bailar. ¿Como puede traicionarme asi?
Respiro hondo para tomar paciencia y no hago nada. Solo espero que la ebria termine su "baile" para largarme.
¿Esta tan ebria que no se percató que yo soy quien esta en el lugar que ella tomó?. No quiere decir que no pueda seguir su ritmo, porque si puedo, pero estoy mas familiarizada en que me lo sigan a mi que yo seguir a otros.
La chica restriega su trasero contra mi y me da miradas sobre su hombro, viendo mi reacción que solo es inexpresiva. Se mueve bien, lo admito, pero no me apetece bailar con una persona ebria.
Me desagrada.
La chica se voltea con rapidez y sus manos no se quedan quietas sobre mi cuerpo, acariciándome como si fuese de lo mas normal hacer eso con una desconocida. Por suerte la musica esta culminando y con ello el inutil intento de la chica para provocarme
El sonido cambia a uno mas ligero, dándome a entender que se acabo el dembow. Pude irme a casa a dormir, pero antes de que retome el camino que la borracha obstruyó, su boca cae sobre la mia, buscando un beso bastante desesperado.
En ese mismo instante la empujo para que deje de hacerlo y cuando me voy encima de ella, J aparece para que evite hacerlo.
— ¡Ojala no te atravieses en mi camino, perra!— grito bastante enojada con esa chica.
A mi nadie me besa si yo no lo permito. Absolutamente nadie y ella no es la excepción. No me doy de importante, pero me gusta elegir a quien besar y no que me anden robando besos.
Me arrastra fuera del club y lo empujo con una furia enorme por no dejarme golpear a esa. ¿Cree que por buena que baile, dejaría besarme?. Pues si ella lo hace, bien por ella, que se bese a todo club completo, pero a mi ni me vea.
— Imbécil.
Me hago con la puerta del auto cuando caminé dando zancadas para irme a casa de una puta vez.
— ¡Kate!
Le saco el dedo medio cuando he acelerado para tomar rumbo a casa para soportar mas estupideces, con diferencia de que no puedo refutarle por respeto a ellos.
Tan estresantes
«Quisiera poder irme de casa»
Lamentablemente no puedo hacerlo por ser menor edad y no tener una puta cuenta bancaria con mucho dinero para vivir yo sola. Los trabajos que he conseguido son ilegales y los legales no me permiten por no ser mayor de edad.
¿Que van hacer con la edad?. Lo que necesitan es buena labor en esa area especifica para llevar a cabo todo lo que piden.
Absurdos. Estúpidos. Cabrones.
Gruño por el pequeño recuerdo que llegó a mi cabeza por esos imbéciles que no aceptan a menores de edad en sus establecimientos.
Apoyo la frente en el volante cuando ya he sido atrapada por los oficiales que mamá y papá contrataron. Las sirenas de los oficiales se escuchan perfectamente en mi oido y un policia tocando la ventana del auto para que abra a escuchar las estupideces que ya me han dicho dias atrás.
«Mierda»
Presiono para hacer lo que me pide y su seriedad me vale un montón de mierda reunida en un solo lugar..
— Señorita Kate, deberia dejar de hacer estas persecuciones —recomienda, indicándome que baje del auto.
Lo hago demostrando bastante fastidio por mi patética situación y por él que obedece como un maldito perro.
— Tiene varias infracciones. Tiene suerte de la influencia que tienen sus padres en la comisaria —menciona tranquilo, haciendo que camine a su coche.
— Prefería estar en una cárcel verdadera, señor.
Me cruzo de brazos cuando estoy dentro, mirando hacia la ventana para no insultar al tipo que esta empezando a conducir para llevarme de regreso a casa. A la casa donde escape hace un día.
Creí que no se fijarían en ese detalle. Mayormente me la paso en mi habitación, encerrada en esas cuatro paredes y ellos solo se asoman por la puerta para verificar que este viva. Debido a eso, he podido escaparme algunas veces en las noches y se han percatado solo una vez (esta sería la segunda).
Arman un escándalo para nada.
¿Acaso no saben que no tengo donde caerme muerta si huyo de ellos?. Mi unica salvación y condena son ellos hasta un año que pueda conseguir un puto trabajo.
El camino es silencioso durante esos minutos que tardamos en llegar a casa de mis padres. Sentía esa mirada tranquila que tiene el poli, sobre mi, pero ignoraba tal acción y solo me centraba en la urbanización que pasamos.
Agarro aire en mis pulmones cuando ya estamos fuera del auto y me están escoltando a la puerta de mi casa. Retengo las malas palabras, las miradas, todo lo malo que puede salir cuando ellos abran la boca para ofender o reprenderme sobre mi escapada.
Lo bueno de esto. Es que no pueden quitarme nada, porque ya todo me lo han quitado; mi móvil, portátil, tablet, mi libertad y mi contacto hacia la sociedad. No tienen nada para castigarme porque el peor es mandarme a un lugar donde hay un montón de vírgenes obstinadas.
— Buenas noches, señores Jönhsson. —el poli se hace a un lado, mostrándome— Venía en esta dirección cuando la consegui.
Lo normal en esta situacion sería que ellos muestren algún indicio de preocupación, lagrimas, cualquier cosa que dé a entender que estaban anciosos por saber donde estaba y cómo me encontraba, sea muerta o viva.
Eso sería lo normal ¿no?, que estuviesen preocupados por mi vida, pero no... Ellos solo tienen una expresión de decepción.
— Gracias por todo, como ve... —hablo al oficial— mis queridos padres estaban preocupados, señor— muerdo mi lengua cuando es inevitable el sarcasmo.
La expresión de papá cambia a una de enojo y me hace un cabeceo para que entre, así que lo hago mostrando lo mismo que él en cada paso que doy a mi habitación, porque no me quedaré a escuchar sus estupideces.
— Te lo agradezco. Prometo no volver a molestarte con algo como esto otra vez.
Sus voces se silencian cuando azoto la puerta al cerrarla y me lanzo a la cama, cubriéndome de pies a cabeza para ver si asi, logro las estupideces de mis padres.
Me hubiese gustado vivir en una familia mas compresiva y no homofóbicos para no tener que vivir con los desprecios y ofensas que me dan mis padres toda maldita hora, como si con eso mis gustos por las mujeres se acabará.
Lo que no entienden es que eso no se puede deshacer despues que lo pruebas y te gusta.
...----------------...
— Kate, levantate.— ordena, quitando la sábana que cubría todo mi cuerpo de pies a cabeza— prepara tus cosas para que te vayas.
Evito de sobremanera gruñir por su manera de despertarme. Me jode tanto no poder decirle sus cuantas palabras por... Un puto respeto que ellos no me tienen a mi.
Dejo salir un suspiro lleno de pesadumbre y obedezco sus palabras: Empiezo a preparar lo que llevare a esa carcel. Aunque, ¿que puedo llevar? En ese lugar no deben aceptar mis cosas porque son "indecentes".
«Mierda»
—Es por tu bien y lo sabes, jovencita —refuta "calmado"
Me hubiese gustado ver a J antes de internarme en esa... No se que mierda es eso, durante un año de mi vida. Lo único que me alegro es que no vere a mis padres homofóbicos y lo que me jode de sobremanera es que hartaré de mas mierda cristiana.
Guardo en la mochila mi ropa favorita, iPad, tablet (que pude robársela a mis padres), reloj, diario y los audífonos.
Veremos cuanto me dejan entrar a ese lugar. Probablemente ni mas de la mitad, siquiera dejaran pasar algo si son tan "estrictos".
Entro al baño antes de salir con la mochila en mi hombro para lavar mi rostro y cepillar mis dientes, luego de eso ignoro a papá que esta en la puerta, mirando cada cosa que hago y percatándose de que mis pasos son con molestia.
—Nos agradecerás esto, Kate. Solo queremos lo mejor para ti y nuestro señor...
No puedo evitar soltar un gruñido, ya fastidiada de sus malditas palabras cristianas.
— "Enmendara mi camino y me guiara a uno mejor" ¿no?— ironizo, sonriendo con mucha falsedad.
—¡No me hables así, jovencita! Recuerda lo que te dije, agradecerás.
—No me jodas. Recuerdalo, padre— digo lo ultimo con brusquedad, dando un paso para que vea que no le temo.— En ese año que este allá, me voy a foll*r a todas las chicas...
Me trago mis palabras por la bofetada que me envia a mi mejilla, haciendo que voltee mi rostro por el intenso impacto, sin embargo, lo dejo en el mismo lugar con la vista en la puerta de madera que esta mi costado.
La mandíbula se tensa por el ardor que recae constante gracias a su golpe.
— Eres el diablo en persona— comenta con desagrado— Camina al auto, mientras mas rápido vayas, mas pronto seras la misma de antes.
Reanudo el rumbo que tenía, siquiera dandole una mirada a ese señor, solo sigo, imaginando que su golpe estara marcado unas horas, ya que mi piel es blanca y sensible.
Amarro mi cabello castaño a medida que avanzo para dejar a la vista el recuerdo de mi padre sobre mi. Mamá muestra algo de preocupación cuando ve el golpe ya marcado en mi mejilla, ¿en serio?. Que estupidez. Paso de ella cuando su mano se dirige a ver a detalle el golpe y solo le doy un manotazo para evitarlo.
— ¿No te querrás volver lesbiana, o si?
Debería modificar lo que he mencionado. "Mis padres", no. Mamá quisiera mostrar y ayudar en algo, haciendo comentarios o apaciguando las discusiones entre nosotros. No diría que no es religiosa, pero es un poco mas flexible que papá.
Eso no sirve para nada, porque de igual manera lo que dice papá es lo que se hace y ella debe callar por ello.
— Ya vamonos, ¿no?.
El auto es antiguo, diria que de los años ochenta o por ahí. Lo lleva una monja, o no sé y tampoco me interesa saberlo.
Ella me ignora, viendo a papá que se aproxima a la ventana del asiento donde me encuentro. Al momento mi cuerpo se pone rígido, pero no me aparto porque no le tengo miedo.
— Kate, que el señor este contigo. Sé que él te guiará por el camino correcto.
— Yo ya tengo mi camino y eso no va a cambiar.— hablo con seriedad. Él endurece sus facciones y hace un ademán de querer golpearme nuevamente— oh, vamos. ¿Acaso lo que ibas hacer no es cosa del señor?
Eso enciende mas su mirada de furia y su mano vuelve a caer en mi mejilla, excepto que en la contraria. El estruendo del golpe se escucha, inundando el pequeño espacio y enciende más la frustración que tengo.
— ¡Señor Jönhsson!. Este tipo de trato no es aceptado por el señor. Haga la penitencia necesaria para que el señor lo perdone —le reprende y yo ruedo los ojos.
Con rezar no se le quitara lo maltratador. No reparo a la mujer que está al volante. Hago lo posible por no hacerlo, aunque su voz es delicada y suave.
— Si, madre. Ahora mismo. Cuide bien de mi hija y guiela por el buen camino —pide con una inclinación, ahora frente a la puerta de copiloto.
Aprieto mis dientes para no soltar lagrimas por el ardor en ambas mejillas. Mi aspecto no debe ser agradable, pero no voy a llorar por esos golpes, al menos no frente a la mujer que empezo a conducir hacia quien sabe donde.
El silencio se apodera del pequeño lugar y siento los ojos de esa mujer a cada momento en mi, mas que todo en los golpes que han quedado marcados.
¿Lastima, en serio?
«Que estupidez»
Este tipo de cosas es que perdona su señor cada momento, cada instante cuando -según ellos- se arrepienten de su actos, pero ¿de que sirve?. He leido muchas noticias que esos "siervos de Dios" han matado o incluso han violado niños.
Entonces ¿cada vez que hacen eso, el señor se los perdona y ya esta, las víctimas dejan de sentir esa sensación de asco?
Patético.
— ¿Cuál es tu nombre? —cuestiona con una serenidad que no me agrada. De los religiosos no me agrada nada.
Es por ello que no quiero fijarme en su aspecto. Tampoco puedo ver mucho porque tiene todo cubierto y solo se ve su rostro.
— Ya lo sabe, ¿para qué pregunta?— mascullo sin siquiera mirar su rostro.
La escucho suspirar, como si estuviese acostumbrada a lidiar con actitudes parecidas a la mía. No debería ¿o si?. Nadie la obliga a lidiar conmigo justo ahora.
— Sé como te sientes, hija...
— ¿No me diga?— ironizo, sonriendo.
¿Lo sabe, en serio?. A mi se me hace que no sabe absolutamente nada de lo que estoy pasando y mucho menos como se siente tener que soportar un maldito adicto a esa mierda de religión.
No, no lo sabe y dudo que eso que siente sea lo que yo siento en este momento.
— Regresarás a ser la chica de antes, normal y por el camino que el señor te guíe— asegura, devota de ese señor.
Mantengo el silencio, no porque sus palabras se adentren en mi cabeza, no. Simplemente no me interesa seguir escuchando babosadas de una anciana ignorante de su religión.
Puede que yo tenga algunos fallos, pero no me ando camuflando en creencias para seguir haciendo esos fallos y que nadie pueda notarlos porque creen que eso es algo normal.
El camino que tomo fue hacia un lugar sin asfalto, por lo que entiendo, es un lugar bastante apartado de la ciudad porque llevamos bastante minutos andando y aun no se detiene, solo veo la ruta llena de pasto a cada lado.
¿Podre salir sin volverme loca?. La idea solo me enloquece; de convivir con mojigatas enfermas de esa religión hipocrita todos los putos dias de mi vida durante todo ese año que debo vivir aquí.
«Escalofriante»
«Mi-er-da» Supe que era un convento, pero no pensé que fuese tan grande. Puedo ver la capilla desde mi asiento. Parece un estilo romano por lo rústico de las paredes y tienen dos plantas, o al menos es lo que parece.
— Llegamos
Agarro la mochila para proceder a salir a mi tortura impuesta por mis padres. Hay niñas pequeñas jugando frente a la capilla con una de las monjas, otras están entrando y voltearon a ver a nuestra posición.
«Solo es un año, Kate. Un puto año», me motivo a mi misma al cerrar los ojos y luego soltar un extenso suspiro.
— Por aqui, señorita.— me indica con su mano.
Siento las miradas sobre mi presencia, miradas inquisitivas, curiosas y otras minuciosas. «Tan molesto»
— No sabía que las siervas de Dios fuesen tan chimosas— comento con ironía, lo suficientemente alto para que me escuchen quienes esten cerca.
Aveces me gusta tener atención, pero no este tipo de atención que ellas me dan, y que causa algo que no me gusta tener en mi cuerpo. La monja se vuelve con el ceño fruncido, pero no mirándome a mi, sino a quienes están a mi alrededor.
— ¡Atiendan sus labores, hijas mías! —vocifera. Ahora sus ojos en mi. Ojos grises. Parpadeo para salir de la impresión y que no lo note— es por tu atuendo. Como ves, nadie tiene esa ropa mundana.
Es tan increíble que no responda con desdén. Lo prefiero así, porque de lo contrario pueden salir cosas que me niego a sentir.
— Es la unica que tengo —mascullo.
Reanuda su caminata a la casa. Las monjas que se atraviesan en nuestro camino le hacen una reverencia y luego siguen en lo suyo. Las pequeñas me saludan mostrando curiosidad.
¿Acaso esas batas de monjas son lo unico que han visto que pueden ponerse?, ¿eso no es privarle de información, no es un arma de doble filo?
Llegamos a un parte donde son los dormitorios luego de recorrer el claustro bastante llamativo por la fuente que está en medio. "Aposentos" Una palabra anticuada.
«Ojala sea solo para mí»
— Tendrás una habitación solo para ti— informa, indicando que entre a una habitación bastante básica, pero al menos tiene una vista al sendero que esta a través de la ventana—, tu ropa también, te sacaremos medidas para que hagan tu atuendo.
Eso es bueno por el momento, pero mis pasos se detienen cuando, mi teoría es cierta, no hay televisión y también detengo la acción de esa mujer cuando agarra mi mochila que dejé sobre mi cama.
— ¿Disculpe?. Eso no es suyo, señora
— Será devuelto, solo es una revisión que se le hacen a las recién integradas —explica.
Aprieto mas el agarre sobre su mano unos segundos, pero no se inmuta, así que suelto la mochila con esperanza de que esa requisa no me quiten nada de lo que traje, al menos mi tablet y iPad; son el unico entretenimiento que tengo en esta mierda.
La mujer se retira con mis cosas y cierra la puerta al salir.
«Jodida mierda»
Disfrutaré mientras pueda de la ropa que tengo porque cuando me llegue ese horrible atuendo que se cargan las personas aquí, no podré ni mirarme al espejo.
Solo debo pensar en las cosas positivas. Una de ellas es dormir sola; dormiré sin una molesta mojigata hablando de su señor, lo segundo; es que en mi tablet todo esta encriptado, es decir, debes saber utilizar y manejar ese tipo de tecnología para que descubras la fachada.
Este cuarto huele a... No podría descifrarlo con claridad, pero al menos no es un mal olor que te afecta la nariz.
Unos toques a la puerta hacen que voltee a ella y mi ceño fruncido por lo extraño. ¿Eso aún existe así la puerta este sin seguro? «Interesante»
— Pasa
Tardan unos segundos hasta que se deciden abrir la puerta. Una cabellera negra se muestra con unos ojos marrones claro. Enarco la ceja cuando no se quien es y para que me explique que quiere.
— ¿Te conozco?— mascullo.
La chica se ofende, o es lo que creo cuando se echa hacia atras con el ceño muy fruncido.
— Disculpame— dice y entra completamente con ese atuendo de monja, excepto que este es blanco completamente de pies a ¿cabeza?.
Imagino que trato de arreglarse esos cabellos, pero su intento falló de esconderlo todo porque puedo verlo. ¿Y si también se ocultan los ojos?, así nadie podrá llenarlas de impurezas con plenitud.
— Mucho gusto. Soy quien les da la bienvenida a las nuevas almas perdidas o que buscan confiar en nuestro señor— dice con tanta devoción que me asquea.
Alza su cabeza, ya que la tenía inclinada al soltar tantas... Cosas que me valen, y su confusión es clara cuando me estoy riendo con diversión muy evidente. Almas perdidas ¿eh?.
No mentia cuando le dije a padre que iba a f*llar a quienes pudiera en este monjero-reten de vírgenes, para no aburrirme y llevar la contraria a mi padre, así que reduzco la distancia que los separa hasta quedar a una distancia bastante corta.
Sus mejillas se muestran sonrojadas por la mirada fija que le estoy dando, pero imagino que eso es de vergüenza por tanta atención
— ¿Almas perdidas?— ironizo, ladeando mi rostro— ¿Siquiera sabes la definición de eso...— dejo es suspenso, esperando su nombre.
Abre su boca y vuelve a cerrarla cuando no puede soltar nada, o se le hace difícil. Su voz desprende inocencia y gentileza.
— Alessa... Alessa Park— se presenta, retrocediendo para hacer una reverencia.
— Alessa— acaricio su nombre con mi voz hipnótica, luego muerdo mi labio inferior.
Primero veré mis opciones.
— Son quienes se han desviado del camino que nuestro señor le ha indicado y necesitan de un empujón para que regresen— menciona con carisma por ello.
Sonrío de lado y niego. ¿Indicado?.
— Pues...— me acerco al lugar donde esta su oído—... Yo no he perdido ningún camino, a mi me lo quitaron de mis manos, Alessa.
Quedo a solo centímetros de su rostro, viendo esos labios sin una pizca de labial, y aun así, llaman la atención. Las mejillas de la chica se han enrojecido nuevamente y su respiración esta un poco mas acelerada.
— Ehmm... ¿Por qué...
Unos toques a la puerta hacen que cierre esa boca provocativa y retroceda para regresarme a tomar asiento en la cama con una sonrisa maliciosa.
— Adelante. —aviso— quien coñ* seas...
Lo ultimo sale en un susurro para mi misma. La pelinegro sigue mirándome con curiosidad, ¿cuál era esa pregunta que iba a hacerme?
La monja aparece al abrir la puerta y veo mi mochila con ella. ¿Cuantas cosas me habrán requisado por ser mundanas?. Su mirada estaba abajo y cuando la levanta sus ojos caen en la pelinegro y luego en mi. Su ceño se frunce tan divertido que no puedo evitar reir entre dientes.
— ¿Alessa? ¿qué haces aqui?
— Madre, soy quien le da la bienvenida a las nuevas...
— ..."almas perdidas o que buscan confiar en nuestro señor", si cariño, lo sé— la chica enrojece nuevamente.
En cambio la monja se adelanta a ponerse frente a ella, como si estuviese protegiéndola de un ataque que yo, podria hacerle.
— Esta prohibido que vengas a ver sola a esta chica, Alessa. Es la orden que dió la directora —explica mirándome con tranquilidad.
Vuelvo a reír para despues levantarme a reducir la distancia que tenemos la mujer y yo, sin embargo, ella no retrocede, más bien me ofrece las cosas que se llevó a revisión. «Deberia ordenar no entrar a nadie aquí»
Esta mujer desprende amabilidad en esa mirada grisácea.
— ¿Que me dejaron?— comento con alegría.
No tendré molestas mojigatas entrar a mi habitación gracias a la monja frente a mi.
— No hubo necesidad, no había nada extraño y su tablet solo hay informes. La ropa te la quitaremos cuando te traiga el atuendo apropiado— contesta sin dejar de mirarme.
— Podrías quitarmela ahora —insinué con picardía, pero no recibí nada. Solo frunció el ceño.
— No tengo un extra para ofrecerte —dice ajena a la propuesta que hice. No entiende el doble sentido.
La alegría me recorre todo mi ser vía do regreso la mirada a la mochila y lo demuestro en mi expresión. La mujer cambia la mirada a una curiosa y segundos después me ofrece una... ¿medicacion, crema para aliviar el dolor?
Sonrío de lado, tomando su humilde ofrecimiento.
— Gracias, señora... ¿Cuál es su nombre? —susurro con una mueca.
Por primera vez la señora sonríe desde que la ví en el auto y es... una sonrisa linda. «¡Por ahí no es, Kate!» La sorpresa se adueña de mi y mi boca se entreabre por tal motivo. ¿Podia sonreir?. Wow. Impresionante. ¡Estas mujeres sonríen!
— ¿Como te imaginas que eramos?— cuestiona risueña.— Me llamo Jeanne. Puedes decirme hermana o madre.
«Decirle preciosa o hermosa. Anotado», tuerzo el gesto por mis pensamientos contradictorios. Sé que es hermosa. Pero ya. No me interesa mujeres como ella.
— Paso, señora Jeanne. Gracias por regresar mi ropa temporalmente y si me disculpa...— señalo la cama— debo untarme la crema para luego dormir ¿le parece?
Asiente con esa tranquilidad nuevamente y se lleva con ella la chica que ahora es muda.
— Ve a mi oficina cuando descanses, debes saber nuestros horarios y reglas— dice al estar en la puerta a punto de cerrarla— A partir de mañana comenzaremos a buscar tu verdadero camino...
— Hasta allí llego mi simpatía, señora Jeanne. Gracias por todo.— le señalo la puerta.
Ella, sin embargo, no demuestra lo contrario y sigue con esa tranquilidad aun por mi comentario, cerrando la puerta cuando se va.
Inspecciono el lugar que me entregaron como dormitorio; una cama no tan pequeña, baño incluido, una mesita de noche, lampara y un lugar donde imagino va otra cama. Es de un color opaco y lo único llamativo es las mantas que cubren el colchón, ya que son violeta.
Me doy un baño rápido -10 minutos- y salgo, destilando agua por donde estoy caminando. No me importa que la ventana no tenga nada cubierto, a fin de cuentas, aquí no hay seres impuros que puedan espiarme.
Lo principal es aliviar ese dolor que tengo en mis mejillas. Tener una piel delicada es una maldición, solo un simple toque te puede marcar como si fuese un golpe enorme.
— Esto es una obra del señor —susurro, caminando hacia el espejo del baño.
Mi rostro se ve terrible. Lleva una expresión que demuestra rabia o enojo, puede que ambas y la marca de los golpes se han convertido en moretones que apenas se ve la forma de una mano.
Eso evitará que se acerquen esas chicas vírgenes sin vida social que están aqui encerradas.
La crema se siente bien cuando la unto sobre una de mis mejillas, tan refrescante y en cada movimiento te da un dolor pasable. Tardo segundos en eso antes de salir para terminar de secar mi cabello.
En este lugar no hay aire acondicionado, por lo que... Debo dejar la ventana abierta para no morir de calor en estas cuatro paredes. «Genial»
Solo tomare un descanso para procesar mas esta nueva vivencia.
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«Busca paciencia, Kate», me reprendo cuando llevan solo unos diez minutos hablando de su señor todopoderoso.
Dejo varías caricias en el puente de mi nariz, ignorando la mirada de la tal Alessa que llegó hace poco y parece que su único entretenimiento es verme. Decido mirarla para ver tanto me mira, pero resulta que desvia su mirada al suelo.
Desde que llegué no ha parado de hablar de su señor. Y ya me está dando estreñimiento.
—¿Puede solo decir las reglas y ya?. Ya me sé la historia de su señor y la trama no me gusta —me exaspero, mirándo a quien me trajo aquí. Esos ojos grises tampoco se apartan, así que debo ser yo quien la desvíe porque es muy... intensa.
Por eso vine aqui, a esta hora que debe ser la cena. De lo contrario me fuese quedado en el dormitorio viendo mi entretenimiento en la tablet.
—Entiendo a sus padres.
Sonreí, pero era tan grande la burla que tuve que soltar la risa.
— Oh. ¿No me diga?. ¿Entonces me golpeara como lo hizo mi padre? —me señalo mis mejillas y ella se muestra ofendida con algo de incredulidad.
—Kate, calma. al señor no le gusta la violencia...
Entorné los ojos hacia quien habló muy tranquila para algo que elevó el enojo en un segundo.
—Mire usted... ¿Quiere decir que ya perdonó a papá con unos simples rezos que le ordenó? ¡¿Cree que esa rezadera me quitó el dolor que tengo en mi maldito rostro?! —me altero, levantándome de la silla.
Pensé que iba a reprimir esa incomodidad de estar aquí con éste par de hipócritas. La señora Jeanne también se levanta, suspirando, tomando paciencia para mi y no se... No se para que mierda busca paciencia, porque sus creencias son de ellas no mías.
Me da absolutamente igual.
—¿F...fue tu padre? —balbucea, Alessa. Volteo y ella ya tiene su mirada en mi, cabizbaja y sus manos sobre su vientre atenta e incrédula de lo que dije.
La vena en mi sien se brota cuando aprieto mis puños por esa risa de la señora frente a mi.
—No, solo lo inventa. No creas en eso, Alessa —dice la mujer que esta sentada— ¿Verdad, hermana Jeanne?— cuestiona para que confirme lo que dijo y todos los ojos caen en ella. Y esa mujer solo me está mirando a mi con mucha tranquilidad.
Lo que me falta es que diga que si lo es.
—Fue su padre. Yo misma lo ví, hermana Christen —afirma dejando de mirarme para ver a la mujer que se ofende, mirando incrédula a la señora Jeanne.
—Dios mío —Alessa forma una cruz en su pecho y luego besa su mano.
«Ridiculamente estúpido»
Mi expresión se vuelve fría cuando están mirándome con lastima las tres. Es tan insoportable que ya estoy dando la vuelta para largarme a mi dormitorio y no ver tal expresión estupida.
—Kate, calma. El señor...— lanzo un puño a la puerta para escuchar eso y me vuelvo a ella.
Ha sido muy amable y todo, pero que siga mencionando esa mierda me estresa. La mujer parece que se sobresalta cuando me volteo al punto de retroceder un paso.
—No me verán fuera de mi dormitorio. Solo denme las putas reglas y las seguiré —mascullo, extendiendo mi mano.
Moriré asfixiada, o de la calor, pero a tratar con gente religiosa no es lo mío y mucho menos hipócritas, así que voy a mentalizarme en estar encerrada las horas que sean posibles.
—¿Tú, que tanto me miras?... Siquiera se para que mierda estas...
— ¡Kate! ¡Basta! —me reprende la señora Jeanne ante mis voz desdeñosa— Aquí las malas palabras no se mencionan. Espero puedas leer las reglas rapido. Retirate.
Me entrega el papel.
—Buenisimo, señora Jeanne.
Se escucha el estruendo cuando cierro la puerta tras de mi y reviso la herida que tengo en mis nudillos por el fuerte golpe que di a la puerta de madera.
«Que gran idea»
Tampoco es que me importe dejar rastros de sangre al caminar hacia el dormitorio que me fue asignado.
«Tranquila, Kate. Solo faltan 364 dias para irte», tal pensamiento me provoca reir por lo bajo. Que gran motivación ¿no?
—Oye... —le doy una dura mirada a quien me llama. La niña retrocede un paso, asustadiza. «Lo que me faltaba»— ¿Estas...bien?
— Estoy bien —mascullo.
El sangrado va a parar en algún momento, así que no me preocupo por tal cosa; un rasguño no me va a matar.
Cierro con seguro al entrar a mi cuarto y me deslizo por la puerta, dejando que las lagrimas de frustración fluyan sin ningún tipo de restricción en su camino. Las mejillas se me humedecen a cada segundo que salen y mi cara la entierro entre mis rodillas, derrotada, obstinada, sin nada que poder hacer, solo seguir las putas reglas y escuchar... Y escuchar algo que no me gusta.
J vendrá por mi, solo debo darle mi ubicación. Él podrá mantenerme en el tiempo que sea necesario hasta cumplir mis dieciocho, podrá hacerlo, solo debo decir mi ubicación para que venga a por mí.
Tendrá la obligación porque esta vez no lo voy a considerar.
—Mierda... No quiero estar aquí... J...— balbuceo entre lagrimas.
Este lugar no es para mí. No nací para estar como un ave, encerrada y sin posibilidades de salir porque han cortado sus alas.
Padre hizo bien su jugada, pero... Soy su hija ¿pretende que no voy a saber darle la vuelta al juego?. Es muy inocente si cree que me quedaré sin nada que hacer y soportar estúpidas palabras religiosas.
Yo no odiaba esa religión. No lo hacia, pero padre se encargo de ese detalle y ahora le desprecio el doble. Aun si todos no son como él, no me importa, yo los considero su igual.
Limpio las mejillas cubiertas de lágrimas, y desenvuelvo el papel que me fue entregado por la mujer calmada. No saldré de aqui, pero voy a saber de sus reglas para no entrar a la celda de castigo.
«Hay una celda de castigo. Interesante»
Como castigo se refiere a expiar tus pecados y rezar quien sabe cuantas estupideces, supongo, ya que mencionaron que la "violencia" no es buen visto para el señor.
Tomaré en cuenta eso. Y deberia considerarlo mucho peor que estar afuera de eso.
—A ver, ¿que debo respetar?
“ Horarios de despertar 6:00 am a 8:00 pm. Quienes merodeen antes o después de la hora impuesta será castigado ”. Puedo cumplirlo...
Lo que tengo mas defectuoso es ese problema de puntualidad. Sigo leyendo para estar informada y no me parece tan malo. Obviando que este convento es enorme.
“ Oficios: Cada integrante mayor de dieciséis, se encargará de la limpieza del lugar cada dia, estaran en duos y serán rotadas en dos días, donde se incluye la iglesia...", bla, bla bla.
Madre mencionó alguna vez que mi voz servía para eso para el coro, pero dudo que yo estaré en esas canciones cristianas que no me interesa cantar.
“ Clases: Las niñas pequeñas de cinco años adelante, hasta los siete; será guiada por la hermana Ross. Quienes tengan ocho hasta los diez; será guiada...". ¿Quién se llama Ross? Qué nombre tan raro. La mujer debe ser alguien gorda y fea. Ya me lo imagino.
Sonrio confusa cuando no tengo quien me dé clases. Genial, no tengo quien me dé clases de religión. Eso me alivia, más no sé por cuánto.
“Advertencias: No acercarse al pozo las niñas pequeñas. Mantener el lugar limpio. Cada integrante debe respetar a su compañero. No decir malas palabras, al señor no le agradan esas cosas. No tocarse mas de lo normal su anatomía femenina. No mentir. No robar. No hacer ningún tipo de acto lujurioso y cerrar las puertas de sus habitaciones al dormir ”
Acto lujurioso. Sonrio de lado y me levanto al ver que no hay nada más.
Reglas simples que puedo seguir sin ningún problema. Aunque, extiendo una sonrisa maliciosa, no prohíbe el espiar a otras compañeras. ¿De verdad son tan... Inocentes que no saben nada? Esta bien las hermanas, pero las aprendices ¿ninguna? ¿todas las mayores de dieciséis no pecan, no tocan demás su anatomía?.
Lo principal tengo que saber es dónde están esos dormitorios, cómo escabullirse hasta allá y si puedo hacerlo por la ventana.
Son aproximadamente las ocho, quiere decir que ya deben estar en sus habitaciones y... ¿no me darán de cenar?. Observo por la ventana y la luz esta brillante, cubriendo gran parte del pasto grande que se puede apreciar por la ventana, es decir, estoy del lado izquierdo y casi de los ultimos dormitorios.
Bien. No importa.
Deslizo la ventana para abrirla y me apoyo en el marco, viendo la luna, como si me hubiese hechizado en esos segundos que estuve mirándola. La consideraré mi compañera nocturna por el momento, ya que de travesuras aun no la puedo apodar.
Río entre dientes por mis locos pensamientos y me termino sentando en el mismo de brazos cruzados y la cabeza apoyada en perfil de la ventana.
El unico ruido que se escucha es de los animales nocturnos fuera de mi habitacion y el de mi estomago que ruge por comida.
En casa al menos comia una vez al dia, pero aquí...
— Kate...
—¡Mierda! —el miedo se instala en segundos y el mismo provoca que me vaya a un lado y caiga de costado afuera de mi habitación. Por el golpe, la arena cubre gran parte de mi cuerpo hasta mi rostro y cabello.
Formo una mueca adolorida y dejo salir un quejido, para después, ver quien c*ño me hizo caer del susto. Lo latidos retumban por lo repentino de su llamado, eso sin contar que no se quien me dió el susto.
Mis ojos recorren lentamente y se topan con una bata blanca «mierda, la sayona». Me levanto con rapidez, literalmente, arrastrándome por el suelo y ahora tengo el perfil completo de quien era la persona.
—¡Joder! —dejo salir un suspiro de alivio— ¿Que quieres? ¿no se supone que hay reglas? —reproché con hastío, levantandome para entrar por donde me caí.
—No era mi intención, Kate —murmura y ahora esta detras de mí. «Esta señora es rara»— Estaba en la ultima ronda de vigilancia.
—Creí que no se podían decir mentiras —digo entredientes entrando a mi habitación. Ella se queda del otro lado, sonriendo como la primera vez.
No se ve mal en su... gruñí antes de que se fuesen por extraños pensamientos.
—No lo hago. Por tu caso, han ordenado hacerlo desde hoy —confiesa. Y en ese mismo momento mi cuerpo se tensa.
¿Mi caso?. Dejo salir una risa bastante falsa, llena de incredulidad. ¿Padre ha llegado a estos extremos para asegurarse que no me escape? Porque si no fue él, ¿quien más?. Imagino que todas las señoras monjas aqui saben porqué me enviaron aqui, es decir, hay una de ellas que esta de acuerdo ¿con padre para "ayudarme"?.
Los pasos que había dado para entrar los recorto nuevamente y golpeo con mis palmas la ventana, sobresaltando a la persona que esta del otro lado por el estruendo, sin embargo, no retrocede y se mantiene erguida, mirándome.
Aprieto el agarre que tengo en la misma y me acerco a su rostro, solo mostrando la molestia de su acción, de sus acciones sobre mi aunque aun no me hacen nada
—Jodase, Jeanne —gruño, dejándola confusa por el cambio de idioma.
La miro unos segundos y retrocedo, esperando que ella se retire, pero por lo que veo no piensa hacerlo. «genial»
—Bien —me adentro debajo de las mantas y envuelvo mi cuerpo, ignorando que estoy cubierta de arena— Puedes irte, ¿no?. No vayas a contagiarte de lesbianismo.
Esa mirada la siento sobre mi cuerpo como si quisiera investigarme a fondo para saber... ¿saber que?. «Que Estupidez»
El rugido de mi estomago hace que lo acaricie y con ello, las lagrimas se reúnen en mis ojos para salir sin ningún tipo de problema y recorrer hasta caer en la cama. Me trago los sollozos y obligo a mi cuerpo a relajarse para dormir.
Cuanto quisiera que fuese un sueño y cuando despierte, este en casa, todo normal y que ellos no supieran de mi orientación sexual para que me mantuvieran en casa. Mis notas no se verían afectadas y nuestras actitudes no serían cambiadas como ahora.
Pero no es posible. Lamentablemente donde estoy es la realidad de lo que vivo y no va a cambiar mientras esté aquí.
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