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La Bruja Enamorada

MI VIDA PASADA

Toda mi vida fui un hombre patético...

¿Porqué debería ser diferente está vez?...

Mi nombre es... mejor dicho, era Alejandro Román, vivía de forma desapercibida hasta que me enamoré... tal vez seguiría vivo si no hubiera sido así.

Está persona era Carlos, un hombre atractivo que llegó a iluminarme la vida... Al menos eso creía...

Se acercó como un amigo, me habló y me saco de la obscuridad, dónde era un niño abandonado y triste, que solo pensaba en sobrevivir un día más. El tendió su mano en mi dirección y me obligó a vivir... Fue maravilloso... Fue tan momentáneo.

Hasta que un día, el roce de sus labios me brindó esperanza, me dió felicidad, sin embargo, no fue para siempre...

Me rompió en pedazos el día en que lo encontré besando a otro introvertido cómo era yo, el mismo roce de mano de la primera vez, el mismo beso, la misma ilusión...

Se esmeró en sacarme de mi agujero para hundirme aún más profundo... Le funcionó...

Las pastillas, la cuerda, la obscuridad de mi cuarto, tu cara al verme así... me la llevé a mi otra vida, cómo la imagen viva de ese momento, una marca de mi pasado...

Finalmente todo había terminado, fue así, eso pensé, pero una luz, tan blanca como el sol me cegó... Era mi nacimiento.

Porqué, porqué tenía que pasar por esto otra vez, lloré, lloré amargamente, la falta de calma inundaba mi alma, ahora estoy aquí de nuevo, ¿Porqué?

Un tibio pecho y el latir de un agotado corazón llegó a mi oído, era mi madre, la madre que nunca tuve en mi otra vida me abrazaba con delicadeza, con mido a romperme, miré su cara, estaba llorando, sus hermosos ojos azules estaban enrojecidos.

Que manera tan abrupta de terminar mi vida por mi propia mano, y que manera tan cálida de comenzar una nueva.

Sin saber cómo me quedé dormido, bajo el cuidado y el abrigo de aquella bella mujer, ahora, mi madre...

Pasó un poco de tiempo, sinceramente no sé cuánto, pero era más consciente de mí, veía mis manos y mis pies, podía gatear dentro de una habitación, con mi madre siempre a mi cuidado, nadie más.

Ahora ya la podía ver mejor, era hermosa, pero con tristeza en sus ojos, no como el día en que nací, si no por heridas aún más profundas, no podía hacer más que intentar abrazarla.

En ese tiempo noté, que nunca salíamos de la habitación, solo le dejaban comida bajo la puerta, no volví a ver a alguien más aparte de mamá, ¿Dónde estaba mi padre? Seguramente era el típico idiota que abandona a su suerte a su mujer y su hijo y se dedica a hacer aún más familia.

Estaba molesto, perdido en mis pensamientos sentado en el regazo de mamá.

-¿Que pasa pequeña? ¿Tienes hambre?

Al escuchar esas palabras, fue cuando caí en cuenta ¿Era mujer? ¿¡Soy mujer!? Vaya, la vida sí que me había preparado muchas sorpresa, pero nada como está.

Tú otra vez

Bueno, han pasado unos cuantos años, para ser exactos, 4.

He aprendido a hablar, caminar y por supuesto, comencé a salir de la habitación, personas entraban por mí, cada vez con más frecuencia, hasta que me sacaban diario, 5 o 6 horas diarias, decían que era sano para mí.

Al parecer estoy en otra época, mis vestidos largos y las lámparas de aceite y las velas me dan una idea.

-Hola señorita- Escuché una voz infantil cerca mío

Volteé a verlo, era un niño, más o menos de mi edad, pero con un parecido bastante conocido para mí, tanto que me asusté solo de verlo.

-¡Carlos!- Grite haciéndome para atrás

-No señorita, soy Kurt de Vales, lamento asustarla- Sonrió de manera nerviosa.

Mi cuerpo solo reaccionó, es bastante obvio que me asusté, respiré profundo para calmarme.

-Disculpe, no era mi intención ser grosera, es solo que me tomó por sorpresa- Mientras lo observaba, me di cuenta que en verdad se parecen mucho.

-Es mi culpa, solo vine a saludar, la ví muy sola en este hermoso jardín y no pude evitar venir- Él se sonrojó

(¿¡Porqué se sonroja!?) Pasó por mi mente esa pregunta

-Esta bien, fue un gusto conocerlo majestad- Hice una reverencia e intenté irme

-¡Espere! ¿Cómo sabe que soy el príncipe?- Se veía aún más nervioso

(¡Por dios, solo quiero alejarme de ti!)

-Todos aquí no paraban de decir que el rey Vales iba a venir, ¿En verdad esperaba que no lo reconociera?

-Tienes razón, es difícil pasar desapercibido, mi padre a venido a ver al suyo por negocios, no sabía que tenía una hija

(Bueno, al parecer tu lo conoces mejor que yo) Pensé con molestia

-Bueno su alteza, tengo que regresar a mi dormitorio, tengo clases.- Hice otra reverencia y me aleje caminando más rápido.

-¡Señorita! ¿Puedo venir a verla más seguido?- Preguntó mirando hacia el piso, era evidente que estaba avergonzado.

No quería volver a verlo, pero al parecer, estaba igual de solo que yo.

-Claro, será un gusto verlo por aquí más seguido- Le sonreí de forma forzada

(No quiero tener cerca esa cara de mí)

El también sonrió, esa sonrisa tan inocente me dio escalofríos.

(Debo alejarme de aquí)

Caminé casi corriendo a la habitación de mi mamá

-¿Ocurrió algo? Regresaste de tu paseo horas antes de lo normal- Preguntó con curiosidad

-Lo sé, es que al parecer ya tengo un nuevo amigo y quería decirte- Respondí con miedo, pero tenía que olvidar el dolor pasado

-¿Quién fue cariño?- Preguntó mientras me cargaba

-El príncipe de Vales

-¿El más chico? ó ¿El más grande?-

La miré confundida.

-No sé- Respondí casi llorando, que miedo el pensar que eran dos y no solo uno.

Mamá soltó una pequeña risa.

-¿pero porqué lloras?

-No lo sé - Dije con voz temblorosa

-Oh, mi Pequeña, no es para tanto

Para mí si era para tanto, pero estaba decidido que está vez fuera diferente entre los dos, podría evitarlo, ¿Pero eso servirá?

No lo sabría a menos que lo intentara, no parecía que podría sacarme lo de encima de todas maneras

Su visita

Al pasar unos días, estaba nervioso por volver a verlo, no de felicidad, claro.

-Ya vendrá, pero no debe abandonar sus obligaciones al igual que tú- Dijo su madre golpeando su frente suavemente

(Que le hace pensar que deseo que llegue)

-El príncipe es alguien ocupado, no creo que vuelva

- Lo hará, eso lo tengo seguro

-Mamá, ¿Quién es mi padre?- Pregunté de repente, lo que me hizo arrepentirme casi de inmediato

Pero sin embargo mamá solo suspiró.

-Pensé que jamás preguntarás eso, tu padre es Noir Moriel Conde de Franco, vive bajo nuestro mismo techo.

Cuando terminó de decir eso, abrió mucho los ojos, eso significaba que era una persona importante, al menos por parte de él, aunque eso no significaba que valiera mucho para mi padre.

-Interesante- Solo atiné a decir

-¿Porqué la curiosidad de repente?- Preguntó tranquilamente

-Solo tenía curiosidad, no es como que quiera ver su cara ya que vivo donde él y no se interesa por buscarme.

-Tal vez te buscara si hubiera tenido al varón que tanto anhelaba, le dí un dulce tesoro, pero la gente es ciega y no ve el valor.- Decía acariciando mi cara.

En ese momento, caí en cuenta de algo.

-¿Cómo me llamo? Pregunté ansiosamente

-No puedo creer que después de tanto tiempo no sepas cómo te llamas- Sonrió mi madre

-Seria más fácil recordar si me dejaran de decir señorita, hasta miss Catherin me dice así

-Tu nombre es Jesen de Franco, un nombre bonito y corto- Dijo con aire triunfante

-¿Lo escogiste para mí?

-¡Claro! Tu padre nunca se digno a dar la cara, pero ese nombre lo tenía en mente desde que era pequeña, así que fue mi única opción.

-Tienes razón, es bastante bonito- Mire hacia la ventana, pensando en su significado "Otoño" ¿Cuando llegará?

Para mí mala suerte, el carruaje real se aproximaba a la entrada.

(¡Demonios, ese tipo otra vez!)

Agaché la cabeza para que no me viera al bajar.

- Parece ser que tu amigo real ah llegado, deberías ir a saludar

-Iré, es solo que mis piernas no funcionan, es más, no sabemos si viene a verme a mí - Dije como una última ruta de escape

Cuando tocaron a la puerta.

-Señorita, el joven príncipe Kurt vino a verla

Eso erizo mi piel.

-Bajaré en un momento- Dije con voz temblorosa.

-Adelante, es tu primer amigo, no lo eches a perder

La sonrisa de mi madre me dió seguridad, jamás hubiera pensado que esa cara me seguiría hasta la otra vida.

(Debo estar maldito, dos veces ya es demasiado)

Caminé por el pasillo, al llegar a la sala donde me esperaba, un ramo, de rosas blancas y astromelias se puso en mi camino.

(Son bellísimas)

-¿Te gustan?- Le escuché preguntar

-Claro, son hermosas y huelen muy bien

-Las pedí especialmente para ti, son exportadas.

-Gracias, es un detalle hermoso- Eso lo dije de la forma más sincera posible, ya que en mi mundo, las astromelias significan sincera amistad.

-Me alegra, es un detalle que espero no te incomode

-No hay problema, me gustan mucho las flores- Dije tomando su mano, de forma inconsciente, me sentí lo suficientemente seguro como para hacerlo

Mientras, dos personas nos observaban del otro lado del patio, desde el gran ventanal del segundo piso.

-Te dije que se acoplaron demasiado rápido, podemos hacer el trato.

-Dale tiempo, Kurt puede conocer a una mejor candidata que tu hija.

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