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Un Amor Diferente

Trato

Mi nombre es Lucas, tengo 23 años y soy un enfermero, normalmente mi vida es aburrida, solo cuido ancianos o pongo una que otra inyección, pues soy un enfermo particular, antes trabajaba en un hospital, pero decidí renunciar.

Mi día a día es un poco más difícil de comprender, mis horarios son incómodos, pero al menos la mayor parte de los clientes son personas decentes y amables.

Hoy mi día fue más liviano de lo normal, cuando termine con mi último paciente fue a la cafetería donde trabajaba un amigo.

—Buenas tardes, Lucas, ¿Terminaste?.

—Buenas tardes, para tu información no tengo más trabajo por hoy, pero mi amado amigo Carlos tiene mucho trabajo hoy –le respondí con un tono burlesco– Si puedes tráeme un café.

—Deberías dejar de burlarte de mí y conseguir un mejor trabajo, tú quieres ser un cantante, no un enfermero.

—No seas metiche y tráeme mi café esperancito.

—Contigo no puede hablarse de forma seria.

Carlos me miró un poco enojado, pero aun así fue a traerme el café que le pedí, hacerlo enojar era algo totalmente sencillo.

Mientras tomaba mi café él atendió un par de mesas más y se sentó junto a mí, era normal hacerlo.

—¿No has pensado en hacer lo que te gusta?

—Ahhh –Solté un suspiro llano de frustración– No, deja de preguntar tanto, es molesto.

Carlos se levantó cuando alguien más llegó y tuvo que atenderlo, me acomode en mi asiento y saque mi teléfono, ya había personas apartando citas para toda la semana, no tenía quejas de mi trabajo, ganaba un buen dinero.

Por un momento noté que un hombre me miraba mucho desde otra mesa, tal vez lo imaginaba, por lo que decidí ignorarlo y seguir revisando mi teléfono.

Mis sospechas se hicieron reales cuando aquel hombre de entre unos 40 o 45 años se acercó a mí y sin preguntar se sentó frente a mí.

—Mi nombre es Andrew, hace días te estoy observando y sé que trabajas como enfermero –Dijo con un tono serio y amable sin dejar de mirarme– Quiero que trabajes para mí, te pagaré muy bien.

—Oh, claro –le dije un poco desconcertado– mi nombre es Lucas, le daré mi número para que haga una cita, imagino que el paciente es alguien más, ya que usted se ve en buen estado de salud.

—Creo que no has entendido, trabajaras para mi en tiempo completo, no tendrás que trabajar para nadie más, mi padre está muriendo y quiero que lo atiendas.

—Si su padre está muriendo debería buscar a un doctor, es lo más prudente.

—Ya lo hice, le queda no más de un año de vida, tal vez dos si sigue las recomendaciones médicas, pero tu trabajo será diferente.

Aquel hombre dejó de hablar y sacó de su gabardina una fotografía y la puso en mis manos.

—¿Qué es…?

Tal vez lo estaba imaginando, pero al ver la foto vi a una chica con un gran parecido a mi.

—La de la fotografía es mi hija, ella era adorada por mi padre, pero hace un año murió, mejor dicho, fue asesinada en un intento de robo, mi padre también tiene demencia senil y pregunta mucho por mi hija –El hombre paró y me miró con tristeza, al parecer sus palabras eran ciertas–te vi en la calle hace meses.

Andrew saco otra foto y la puso junto a la de su hija, recuerdo ese día, había ido a un concurso de canto, pero no logré clasificar.

—Te pareces mucho a ella, quiero que te hagas pasar por ella hasta que mi padre muera, prometo pagarte bien, solo tienes que fingir ser Ana.

Mire al hombre sentado frente a mí, se veía realmente desesperado, ¿Realmente se sentía bien con que yo tomara el lugar de su hija?, era más que notorio ver que le dolía hablar de ella.

—¿Está seguro? Puedo notar que usted también la adoraba, no quiero faltar el respeto de la memoria de su hija.

—Se que ella no se molestaría, ella amaba a su abuelo e iba a empezar a estudiar medicina solo para tratar la enfermedad de su abuelo, no se negaría a nada que hiciera feliz a su abuelo. No sabes lo sorprendido que estuve cuando supe que eras enfermero, era el destino indicando que podías ayudarnos.

Mordí mi labio con suavidad, no estaba muy convencido, pero la paga sería buena, no sabía la suma, pero por la ropa y el reloj de aquel hombre podía apostar a que era alguien de una familia adinerada.

—Está bien, ¿Cuando empezaré o que debo haber?

—Me alegra que aceptes, solo debes usar una peluca y ropa un poco femenina, pero alguien se encargará de enseñarte a arreglarte, si mi padre lo cree podrás quedarte en casa.

—Está bien, aunque será un poco incómodo.

—Te pagaré xxxxx por semana, tu trabajo será un poco duro.

Abrí mis ojos, estaba sorprendido, ¿Tanto dinero por semana?, además de que si vivía con aquel anciano me darian comida y un techo, con ese dinero podría viajar a Estados Unidos y tomar clases de canto y abrir mis oportunidades como cantante.

—Claro, ¿Esta bien que sea tanto dinero?

—No es suficiente, pero primero debemos comprobar que mi padre no note que no eres ella, él no sabe de la muerte de mi hija y me duele mucho verlo sufrir, también está el hijo de mi hermano, pero él es más reacio a esto.

Asentí y después de arreglar unas cosas más con Andrew él miró su reloj y se despidió, al parecer debía irse.

Mi amigo Carlos se acercó a mi con un rostro extraño, al parecer había escuchado parte de la conversación, pero no se atrevió a entrometerse o opinar.

—¿Estás bien con la petición de ese hombre?

—No me esta pidiendo vender mi cuerpo, solo voy a cuidar a un abuelo mientras me travisto no es la gran cosa si lo piensas así, además no voy negar que puedo llegar a lucir muy afeminado.

—Lo dices como si fuese muy sencillo.

—Lo es, además me pagaran bien por hacerlo, es mi oportunidad de reunir dinero y cumplir mi sueño.

Carlos suspiro mientras me miraba, era obvio que no estaba de acuerdo, pero se dio por vencido.

—Está bien, pero ten cuidado y no hagas nada extraño, si quieres abandonar ese trabajo solo hazlo y ya.

—Suenas como mi madre, pero con más pelo y musculo.

—Eres demasiado despreocupado Lucas, me preocupas mucho.

—Como sea, debo irme, mañana empiezo temprano, si el abuelo me confunde con su nieta el trato seguirá, si descubre que es un engaño simplemente seguiré con mi vida y ya.

—Has lo que quieras.

Me despedí de Carlos y me dirigí a mi casa, estaba seguro de que funcionaria, no podía negar mi parecido con aquella mujer, además el maquillaje y ropa harían el resto del trabajo.

Primer día

Tuve que despertarme temprano, mis párpados pesaban y si tenía que compararme con algo, lo haría con un zombi, anhelaba seguir durmiendo, yo estaba despierto, pero mi mente estaba en mi cama.

Cuando fui a la dirección que Andrew me indicó quede helado, era una Mansión, mire alrededor y había un montón de autos.

—Bienvenido ¿Necesita algo? –Preguntó de forma amable y profesional un hombre de traje– Veo que no sabe donde está.

No era falso, estaba merodeando sin saber que hacer, sentía tanta vergüenza, eso me pasaba por no entrar o llamar a Andrew.

—En realidad, vengo a ver al señor Andrew, soy Lucas.

—Ya sé quien eres, acompáñame hacia adentro, el amo ya te está esperando.

Seguí a aquel hombre, al llegar a una lujosa y grande sala de estar aquel hombre de traje se fue dejándome frente a Andrew.

—Llegaste justo a tiempo, me agrada tu puntualidad, bien, como te expliqué ayer, hoy alguien iba a ponerte una peluca, pero será solo hasta que tu cabello crezca un poco, pues, mi hija no dejaba crecer mucho su cabello, con respecto a la ropa, hay vestidos que te ayudarán mucho.

—Bueno, todavía creo que es arriesgado, pero lo intentaré, además de que sé un poco de maquillaje.

—Bien, vamos, te acompañaré a una habitación, una de mis amigas te ayudará.

El señor Andrew me llevó a una habitación muy grande, en ella ya estaba una mujer entre los 25 o 30 años, me vio de pies a cabeza y sonrió.

—No se parecen mucho, pero algo es algo, bueno, aunque para ser un hombre su parecido es asombroso.

—¿Gracias? –Respondí sin saber si era un halago o un insulto– aunque sigo creyendo que mi parecido no es tan sorprendente como dicen.

—Has tu mejor esfuerzo, confío en ti y sé que harás un buen trabajo –dijo Andrew mientras miraba a aquella mujer– Bueno, me retiro y los dejo trabajar.

Andrew salió de la habitación y aquella mujer puso frente a mí una faja, en mi vida había usado una de esas cosas y tampoco quería hacerlo.

—Tienes buena cintura, pero esta faja ayudará mucho, solo no olvides como respirar mientras la usas.

Seguido de esas palabras y un par de forcejeos me puse un vestido y en vez de la faja me obligaron a usar un corsé.

—No tengo con que rellenar el frente, ¿Cómo aparentar ser mujer? –Dije con un tono irritado, el corsé era incomodó y no me dejaba respirar bien– Además me veo ridículo.

—Te ves bien, además no todas las mujeres son de pecho grande, estás divino, deja de quejarte.

Luego de ponerme la peluca y maquillarme no podía negar que si parecía una joven en la flor de su vida, pero seguía siendo ridículo a mis ojos, me estaba arrepintiendo hasta que recordé el dinero, honestamente, por esa cantidad me disfrazaría hasta de cenicienta si me lo pedían.

—Listo, ya terminamos, nos tardamos por todas tus quejas, pero Andrew estará satisfecho con esto.

Después de que aquella mujer terminará de hablar me jaló hasta estar en frente de una habitación, entró y escuche que le dijo a Andrew que estaba listo, después salió y me pidió entrar, cuando entre Andrew sonrió y comenzó a hablar.

—Te ves bien, si hay diferencia entre mi hija y tú, pero te pareces más de lo que esperaba –Dijo mientras me miraba y acto seguido se levantó de su asiento para dirigirse conmigo hacia la salida de la casa– Bien, no lo olvides, debes actuar como una dama y controlar tu tono de voz.

—Lo dice como si fuera sencillo, además, a pesar de lucir como una mujer no tengo nada de dama.

—Lo sé, pero solo debes comportarte y obviamente sé que no será sencillo, pues, esa es precisamente la razón por la que te pago tanto ¿No crees? –dijo mientras sonreía de lado, al parecer la situación le hacía gracia– Bueno, tampoco creo que mi padre te detalle mucho.

Después de la corta charla subimos a un auto, un chófer nos llevaba, pero yo no podía evitar dejar jugar con mis dedos, estaba nervioso, no sabía que hacer exactamente y todo fue muy apresurado.

Comencé a ver por la ventana en un intento desesperado de encontrar paz, jamás me había sentido tan nervioso en mi vida, estaba a punto de suplantar a otra persona, no es fácil fingir ser otra persona, mucho menos si nunca la conociste.

Ayer estaba cambiando los goteros de varias personas y hoy estaba actuando como un sustituto, no solo un sustituto, sino que estaba fingiendo ser una mujer, no podía lucir más estúpido.

Al llegar, observe detalladamente todo el lugar, era una casa grande y estaba rodeada de un hermoso jardín, parecía ser un lugar pacífico.

—En esta casa me crie al igual que mi hermano, es un lugar muy hermoso, mi padre a cuidado muy bien esta casa, cuando mi madre murió quiso vender este lugar, pero se arrepintió antes de hacerlo.

—No puedo negar que es una casa muy bonita.

Andrew sonrió y me acompaño al interior de la casa, allí estaba, un viejo hombre en silla de ruedas mirando fijamente hacia el jardín, pues, estaba frente a una puerta escurridiza de vidrio.

Al voltear sonrió de forma alegre mientras me miraba, tal vez todo había salido bien y me confundió con su nieta.

—Al fin viniste a visitar a tu viejo abuelo, tu padre dijo que estabas de viaje y estaba muy triste.

No pude evitar sentirme conmovido, aquel anciano de verdad extrañaba a su nieta, sonreí y me acerqué a él para abrazarlo.

—Lo siento abuelo, estaba muy ocupada.

—Lo importante es que ahora estás aquí –Se soltó del abrazo y me miró fijamente– me gusta el olor del perfume que llevas, estoy tan feliz.

—Padre, Ana quiere quedarse contigo, está muy emocionada de verte y no quiere separarse de ti –dijo Andrew mientras miraba a su padre– aunque, si estás de acuerdo con eso, puede vivir aquí.

—Claro que estoy de acuerdo, ¿Por qué no lo estaría?

Estaba tan concentrado en las reacciones de “mi abuelo”, que había olvidado por completo que debía vivir fingiendo todo el tiempo e intentar mantener la farsa.

Felipe

Y así de un momento a otro comenzó la farsa, comencé a vivir con aquel anciano, el nombre de aquel amable anciano era Antonio y su nieta se llamaba Ana en su honor, saber eso hizo que mi estómago comenzará a contraerse, era difícil no sentir empatía en medio de tal situación.

Era como Andrew me había dicho, adoraba pasar tiempo conmigo, le gustaba que lo paseara en su silla de ruedas por todo el jardín y hablábamos juntos todas las tardes mientras tomábamos el té, incluso me estaba enseñando a tocar el piano.

—Es extraño, recuerdo haberte enseñado a tocar hace años, tal vez lo olvidaste –dijo el anciano con cierta extrañeza en su voz– no importa, te enseñaré otra vez.

—Tengo al mejor abuelo del mundo.

—Creo que un poco exagerado, pero si eres la mejor nieta del mundo entonces eso me deja el título del mejor abuelo.

Puedo destacar que no todas las conversaciones con Antonio eran lógicas o llevadas por la razón, pues, era más que obvio que por su estado a veces decía muchas incoherencias o preguntaba por personas que yo no conocía.

—Ana, ¿Cuántos años tienes? No puedo recordarlo, me siento mal, tengo miedo.

Aquellas palabras me azotaron de forma repentina, pues, estábamos tomando el té en medio del jardín, según recuerdo, Ana debía tener unos 19 años, pero lo demás me asusto, incluso él podía sentir lo cerca que estaba de morir.

—Tengo 19 años, no tengas miedo, ya casi es hora de tus pastillas, después de beberlas te sentirás mejor.

—Gracias por cuidarme.

—No es nada –Sonreí mientras tomaba su mano entre las mías– sabes que te quiero y eso es lo único que importa.

La escena era muy sentimental, pero Antonio se perdió por un momento en sus pensamientos y desvío la conversación.

—Hoy el clima es muy agradable.

—Oh, sí, sí lo es –dije mientras apartaba mis manos con un poco de vergüenza– tal parece que no lloverá.

Una sirvienta interrumpió nuestra conversación para dar el aviso de la llegada del señor Andrew, lleve a Antonio a recibir al señor Andrew.

Cuando Andrew entró estaba en compañía de un joven tal vez menor que yo, era muy atractivo, de cabello y ojos negros acompañados de una mirada seria.

Se acercó a Antonio y lo saludo de forma respetuosa.

—Hola, soy Felipe ¿Me recuerdas abuelo? –Preguntó con una mirada un poco más amable– si no me recuerdas ni importa.

—Si te recuerdo, pero te ves más grande, ¿hace cuánto no te veo?

—Hace un año abuelo, pero si crecí un poco… –dejó de hablar y me miró a los ojos mientras me dedicaba una mirada seria– ¿Quién eres?

—Ella es Ana, ¿No reconoces a tu prima?

Aquel chico me miró un poco receloso, sin embargo, decidió seguir la corriente de la conversación.

—Felipe se quedará por un tiempo, él y Ana te harán compañía –dijo Andrew con intensiones de desviar la conversación y luego miró a Felipe– espero que puedas convivir de forma adecuada con tu prima.

—Claro que si tío, aunque mi prima luce diferente, casi como una persona diferente ¿No crees? –Respondió de forma irónica mientras me miraba y resaltaba la palabra “diferente”– ¿Quién soy yo para juzgar?

—No digas tonterías, tu prima sigue siendo la misma, debo irme, por favor cuiden de papá.

—No hay problema tío Andrew, esperaremos tu próxima visita –dije con una sonrisa ignorando la sería y penetrante mirada de Felipe– aunque siempre vienes.

Andrew se fue y fui por las pastillas del señor Antonio mientras ignoraba a Felipe, una sirvienta llevó a Antonio al jardín mientras me esperaban, cuando tomé más pastillas y un vaso con agua una de mis manos fue tomada de forma abrupta haciendo que el vaso se rompiera al caer.

—¿Quién eres y qué haces aquí? –preguntó Felipe mientras me miraba– mi tio apoya el que estés aquí, pero yo no.

Moví mi mano en un intento de soltarme del agarre de Felipe, puse las pastillas sobre la mesa de la cocina y comencé a limpiar los vidrios rotos.

—No soy nadie importante, solo estoy cumpliendo con los deseos del señor Andrew, no debe importarte lo que haga aquí.

—¿Quieres que me quede cruzado de brazos? Mi abuelo esta muriendo y ustedes prefirieron engañarlo, eres solo una impostora, no importa tu parecido con Ana, jamás serás ella.

Al menos no descubrió que era hombre, pero aunque tuviera razón, ya habíamos empezado con todo, no podía simplemente desaparecer y ya, termine de recoger todo y puse agua en otro vaso, mientras salía le dedique una mirada irónica a Felipe acompañada de unas cuantas palabras.

—No quiero ser Ana, jamás seré Ana, pero al menos él es feliz, como haz dicho, él está muriendo y mínimo merece estar feliz.

—Esa felicidad es falsa.

—Sea falsa o no, esta feliz y ya, no te metas en cosas que no te interesan, estoy aquí desde hace dos semanas y… ¿Dónde estabas tú?

Felipe mordió su labio mientras me miraba mal, al parecer mis palabras lo hirieron, después de eso salí y me dirigí al jardín donde ya me esperaba Antonio.

—Abuelo, es hora de tus pastillas, no puedes olvidar tomarlas –dije mientras le entregaba amablemente las pastillas– después podemos recorrer un rato más el jardín.

—Gracias, siempre las recuerdas por mi, estoy tan feliz de tener nietos tan buenos.

Sonreí mientras lo veía tomar las pastillas, como lo prometí recorrí el jardín con él mientras empujaba su silla de ruedas.

Después de eso cenamos juntos, no necesitaba mirar a Felipe para saber de que forma me estaba mirando, ¿Por qué debía ser tan infantil? Puedo entender su enojo, pero no puedo aceptar su ridícula actitud, me trata con odio cuando ni siquiera me conoce.

Al finalizar la comida Antonio fue a dormir y yo me senté en el sofá de la sala a leer un libro, Felipe se sentó frente a mí mientras me miraba fijamente.

—¿Se te perdió algo?

—No te pareces mucho a mi prima, tus facciones son diferentes.

—¿Algún problema con eso? Como dije, solo estoy cumpliendo con mi trabajo, mientras él esté convencido nada más importa.

Felipe chasqueo su lengua y se levantó dejándome solo.

—Esto será más difícil de lo que creí.

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