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Por Una Buena Causa

“Feliz”

Elías y Julia son un matrimonio que se conocen desde hace cinco años, dos años después se casaron. Ella está muy feliz, Elías estaba feliz. A los diez meses de casados…

- Vamos cariño, tú puedes. Tú eres fuerte.

- Me duele tanto. - esta con las expresiones de sufrimiento.

- No importa si mi mano se rompe. Si eso es necesario para poder tener al bebé en brazos, lo vale todo.

- Señora Trigoso – habla el ginecólogo – unos pujones más, el niño está que viene.

Julia continúo pujando y al sentir el llanto del bebé, pudo respirar de alivio.

- Gracias por darme la dicha de ser papá.

- Es lo mínimo que puedo hacer.

- Has hecho mucho esfuerzo, te voy a mimar, serás mi consentida.

- ¡Ay, mi amor! Tú y tus ocurrencias.

- Mis padres están afuera, están muy impacientes por conocer al nieto.

- Ya quiero verlo.

- Que terminen de revisarlo y lo vamos a malcriar por una semana.

- Señor Trigoso, desnude su torso para el contacto piel con piel con su bebé.

Elías obedece y sostiene a su niño, lo que siente no sabe cómo explicarlo, es una extraña sensación, no quiere entregar el niño para su revisión y limpieza, se lo tuvieron que arrancar. A la media hora le traen al niño y se lo colocan al pecho de mamá, pero esta vez está limpio y envuelto.

- Bienvenido mi amorcito. Soy tu mamá. – le besa la manito.

- Bienvenido mi campeón, yo soy tu papá y pronto estaremos en casa.

- Anderson tiene de los dos.

- Mezcla perfecta.

Elías toma fotos a su bebé y las sube de inmediato a las redes sociales, quiere que de una vez el mundo lo sepa que ya es papá.

- Mi amor te dejo descansar, me llevo al niño para que los abuelos lo conozcan.

- Está bien.

Los abuelos están sumamente enchochados con el nieto. Mientras los abuelos conocen a su nieto Elías está muy ocupado con los mensajes de felicitaciones, pero chatea con una mujer y su cara cambia.

Elías

- Micaela, como vez, el bebé ya nació.

Micaela

- ¿Qué sientes?

Elías

- “Feliz” porque mi deseo era hacer un hijo contigo.

Micaela

- Yo no puedo darte hijos. Tengo una condición que no me permite.

Elías

- Micaela yo te amo, así no puedas darme hijos.

Micaela

- ¿Tus padres?

Elías

- Si vieras como están felices.

Micaela

- Elías, por favor, sigue manteniendo nuestro amor en secreto.

Elías

- Si Julia se entera, se le partirá el corazón. Ella está enamorada, no está bien.

Micaela

- Algún día me lo agradecerás. Recuerda que si algo me llega a suceder, ella será tu apoyo y con tu hijo tendrás la fuerza para levantarte.

Elías

- ¿De qué estás hablando? Vamos a estar juntos siempre. Pero algún día tendré que romper con Julia.

Micaela

- No, no lo hagas. Tienes que estar con Julia.

Elías

- Engañar a Julia toda la vida. Creo que este matrimonio es un error, fue una estúpida idea del grupo.

Micaela

- Estúpido serás tú, si lo arruinas. Ya entenderás el por qué se decidió mentir a Julia. Es por tu bien.

Elías

- No te entiendo en absoluto ¿Mentir por mi bien? Eso es una tontedad.

Micaela

- Ninguna tontedad. No vayas a llorar mañana más tarde.

Elías

- Julia es buena mujer, es un respeto que le tengo. Pero no la amo, le hice el hijo porque tuve ganas en casa y tú no estabas. Yo disfruto hacer el amor contigo, con Julia es solo porque no me queda de otra.

Micaela

- No hagas nada que pueda arruinar el engaño, yo me encargo. Ten paciencia, sigue con Julia.

Elías

- Está conversación no tiene sentido.

Micaela

- Ya lo entenderás y no pidas explicación.

Se cortó la comunicación, Elías está en un dilema, no quiere seguir engañando a Julia, no quiere verla sufrir para cuando llegue el momento, mentir de esa manera a una mujer ¿Con qué finalidad exactamente? ¿Arrebatarle el niño y denunciarla por robo de menores? ¿Denunciar por seducir a un hombre, casarse con él y embarazarse? ¿Querrán desenmascarar a Julia como casa fortunas? Un momento, pero si a Julia nunca le gustó estar entre la gente de la alta sociedad al igual que sus padres ¿Qué plan tiene Micaela contra Julia?

Elías fue a visitar a Julia, ella estaba amamantando a Anderson, era su primera comida fuera del claustro materno, no se lo quiso perder.

- ¿Te duele?

- Si, pero si no me aguanto se muere de hambre.

- ¿Habrá algo que se pueda hacer para evitar que te duela la lactancia?

- En mi primera vez. La doctora me dijo que me dolería los primeros días por la inflamación.

- Tú sí que eres fuerte. Yo que tú, hace rato hubiera muerto de dolor.

Julia se ríe, le causó mucha gracia la ocurrencia de Elías.

- ¿De qué te ríes?

-Tus ocurrencias me hacen reír.

La tierna mirada de Julia pone en modo miserable el corazón de Elías, quería decirle la verdad en muchas ocasiones, pero el destino no se lo permitió, y ahora, tampoco es el momento ¿Por cuánto tiempo este juego va a durar? No quiere ni imaginar la reacción de Julia. A Elías no le gusta jugar con las personas y mucho menos con los sentimientos, sin embargo, lo hizo con su esposa y madre de su hijo.

La abraza tiernamente y le besa la cabeza, tiene que seguir actuando, ya fue advertido de no hacer nada por evitar que se arruine el plan. Solo conoce el juego y sus reglas, más la idea de cómo se creó o la finalidad con la que se creó este juego no.

- Cariño, ¿Te gustaría hacer dormir al bebé?

- Sí claro.

Él toma en brazos a su hijo, lo mece hasta verlo dormido, mientras que Julia arregla la cuna para que su bebé esté cómodo para dormir. Elías pone ahí a su hijo sobre la cuna, Julia lo abraza por la espalda.

- Mi amor, te siento tenso ¿Pasa algo?

- Me dio miedo mecer al bebé, tuve miedo a que se caiga.

- Se ve tan frágil, yo también sentí miedo al querer darle su leche.

- Somos primerizos, quizás sea por eso.

- Cada día será como estar en el colegio, una nueva etapa de aprendizaje.

- Sí tan sólo los niños vinieran con manual.

Julia se ríe, tapando su boca con ambas manos.

- ¿Siempre te causa gracia lo que digo?

- Tú manera de decirlo es gracioso para mí. Eso me gusta, me gustan tus ocurrencias.

Julia está enamorada y mucho, Elías no sabe qué hacer, no quiere lastimarla. Sólo suspira pesadamente.

- Siéntete, te haré un masaje para aliviar tu tensión.

- Acabas de dar a luz. Tienes que reposar.

- Dejar a mi querido esposo hecho un manojo de nervios. Eso no es saludable. Respira, cierra los ojos y siente.

Elías hacía gestos placenteros, los masajes de su esposa son efectivos. Cierra sus ojos y se deja llevar por la sensación de alivio al sentir las manos de Julia.

Atención

Elías se ha tomado una semana libre por paternidad.

- Julia, deja que la servidumbre haga su trabajo, acabas de dar a luz.

- Tengo que moverme para recuperarme rápido.

- No, tú te dedicas al reposo al menos por esta semana, me he tomado una semana libre para cuidarte.

- Pero no estoy enferma.

-Te vi sufrir cuando pujabas. Me siento culpable de haberte hecho sufrir tanto. Te prometo que Anderson será el hijo que tendremos.

- Todas las mujeres pasamos por esto. Y más aún si se trata de la primera vez.

- Julia, voy a estar a tu lado toda esta semana. Los dos vamos a cuidar de nuestro bebé.

- Está bien. Tendré que comportarme como una mantenida.

- Se supone que es el deber de todo hombre cuando se casa. La ley es así, a la mujer se mantiene. Ella no tiene por qué trabajar, sus manos se pueden malograr, el estrés la envejece y más aún cuando se ha convertido en madre.

- ¡Que machista!

- No es machismo. - levanta un poco la voz - ¿Sabes cuántos bichos hay allí afuera esperando por ti sabiendo que estás casada conmigo?

- ¿Hablas en serio?

- No soy machista, soy protector. - Le da un beso en los labios. - Voy a subir el desayuno, ponte cómoda.

Elías tiene apagado su celular personal, solo el celular de la empresa está prendido. Ha desayunado junto a su esposa, el denso aroma de la comida despertó a Anderson, Elías fue quien lo tomó en brazos y lo calmó.

- Debe tener hambre. Le daré su leche.

- Desayuna tranquila, yo lo cuido. Si mamá no come bien, la leche no será buena. - Le habla a su bebé.

Julia desayuna tranquila, Elías es muy atento con ella y con su hijo, eso, a Julia, le da mucha tranquilidad. Una vez terminado el desayuno, Julia amamanta al niño y Elías termina de comer, pero sin dejar de mirar a su niño.

- Descansa, ahora yo hago dormir al bebé.

- Con tanto descanso me voy a volver vaca.

- No exageres. Siempre serás mi princesa.

Julia sonríe, se siente muy querida por él, por ahora se siente mimada.

- Ahora que el bebé está dormido hay que cambiar el pañal. Me dijeron que siempre se cambia de pañal después de comer.

- ¡Ah, bueno! Me tendrás que enseñar, porque no sé hacerlo.

- Esto es muy raro, es muy difícil ver un padre que cambie pañal.

- Quiero hacer algo por mi hijo. No sólo es dar dinero quiero participar en su crecimiento y educación.

- A veces los pañales huelen a…

- Sólo por tratarse de mi hijo, me la aguanto.

Julia ríe nuevamente. Elías la mira, cada fracción del rostro y contempla cada detalle, la sonrisa que ella tiene simple y genuina. Elías se siente miserable, no quiere hacerle daño, no quiere verla llorar en el futuro, pero es consciente que ya está hecho todo y más pasa el tiempo más grande puede ser la herida. Piensa en Micaela en cómo sería ella con un hijo, ¿Será igual a Julia?

- Listo el bebé está cambiado.

- Tiraré el pañal sucio. Por cierto, pesa como si estuviera lleno de piedras.

- El bebé solo toma leche, el pañal es pura pilita.

- Dicen que los niños hacen la pileta.

- Eso es verdad. Cuando yo cuidé del hijo de mi vecina, me la hizo varias veces.

- Una buena palmada en el trasero para que aprenda.

- Dásela a tu hijo.

- No, porque es mío, es pequeño y está aprendiendo.

- Ese bebé también, era pequeño, y en aprendizaje.

- Di lo que quieras, pero a mi hijo, eso no.

Julia se ríe moderadamente, Elías no comprende de dónde sale tanta felicidad, ¿Por qué ella es feliz y él no? ¿Cuál será el secreto? Quiere investigar, quiere ser feliz como ella, ser feliz de manera espontánea y no momentánea. Elías admira a Julia, se queda perdido entre sus pensamientos.

- ¡Elías! Te estoy hablando.

- Estaba pensando. Lo siento.

- ¿Algo malo pasa con la empresa? ¿Qué cosas te preocupan?

- Tengo problemas, hay problemas.

- ¿Te puedo ayudar?

- El problema eres tú.

- ¿Yo? - Julia se sintió muy culpable - ¿Qué hice mal?

- Eres perfecta, ese es el problema. No estoy hecho a tu altura, pese a eso me has dado un hijo.

- ¿Hay algo que escondes?

- Mi mayor preocupación es que me dejes por alguien más capaz que yo, por alguien que esté a tu altura. - intenta calmar sus nervios, pero era una necesidad no revelar nada por ahora.

Elías se minimiza y continua.

- Pase lo que pase Julia, quédate a mi lado. Por tontas que sean las locuras prométeme que estarás a mi lado. Si en el futuro algo malo sucede, te lo juro que lo arreglo.

- ¿Qué podría pasar?

- Yo, cómo cabeza del hogar, lo voy a arreglar. Tú solo ocúpate de ti y del bebé. Yo veo el resto.

- Pero cómo esposa debo ayudarte.

- Ya tienes mucho con el bebé. Sería maldad de mi parte estresarte, eso puede perjudicar a nuestro hijo. Sería como sacrificio y eso no lo voy a permitir.

Elías besa en la frente a Julia y sale de la habitación para salir de casa. Julia trata de entender las palabras de su esposo, no logra llegar al trasfondo del asunto. Dejó de pensar en eso y fue al baño para su aseo. Se arregla para bajar y el mayordomo le anuncia que ha llegado visita para la señora Trigoso.

Era Sandra, su amiga de infancia y su esposo David Rojas, un general de la policía.

- ¡Sandra, que gusto verte!

- ¡Amiga!

- Buen día, mi general. - le hace el saludo marcial.

- Buen día, señora Trigoso.

- Tomen asiento. Les traigo un té.

- Descuide señora – el mayordomo interrumpe - yo me encargo del servicio.

- Gracias. - Julia se dirige a la visita - ¿Cómo están?

- Que te cuente Sandra, por qué soy incapaz de buscar palabras por ahora.

- Usted está igual que Elías.

- ¡Amiga, no sabes la última! Tú has parido y mi esposo anotó.

- ¿En serio? ¡Otro bebé!

- Desigualando el marcador – pudo pronunciar David - ahora estamos dos a uno a favor de los Rojas.

- Me sorprende que el general domine tan bien el fútbol.

Los tres se ríen.

- ¿Cómo se comporta el flamante papá?

- Muy atento con nosotros. Le gusta participar en todo, aunque tiene miedo de hacerle algo por lo frágil que se le ve.

- Es normal, eso me pasó a mí y a mi David. Poco a poco se aprende ¿Verdad amor?

- Es algo que se adquiere, era nuestra primera vez y es normal sentir miedo. Imagínate, un general de la policía con miedos al sostener a su propio hijo.

- ¿Quiero ver a tu bebé?

- Ahora bajo con él.

La familia Rojas conoce a Anderson. Se toman fotos, charlan y de repente regresa Elías con un ramo de flores.

- ¡Amor! Tenemos visita. La familia Rojas nos acompaña.

Los hombres se saludan como viejos amigos, y con respeto a Sandra.

- Esta mañana fui por un regalo para la mamá más linda del mundo. Muchas flores, pero aun así no igualan tu belleza.

- Hagamos una apuesta. – Propone David a Elías.

- ¿De qué se trata? A mí no me gusta perder.

- Hasta el 14 de febrero, haremos una demostración de quién es el más romántico. Tenemos casi un año para finalizar el reto, desde mañana arranca el trato ¿Qué te parece?

Elías está pensando, la mujer que ama es Micaela y no Julia, será de lo más incómodo. Pero a la vez lo entristece, ya no quiere seguir lastimando a Julia, quiere aceptar el trato, pero con Micaela. Eso no es posible, si Julia se entera, puede que su corazón se haga pedazos y ¿Qué puede pasar con el bebé? Elías está entre la espada y la pared.

- ¡Elías! Reacciona. - David lo sacude - ¿Qué pasa contigo? ¿No quieres aceptar la apuesta?

- No me gusta perder, tengo que ser muy cuidadoso.

- Bien, trato hecho. Estamos empezando el reto.

Sandra no está tranquila, algo sabe y no lo puede decir.

Diferencias

Elías se ha tomado una semana libre por paternidad.

- Julia, deja que la servidumbre haga su trabajo, acabas de dar a luz.

- Tengo que moverme para recuperarme rápido.

- No, tú te dedidas al reposo al menos por esta semana, me he tomado una semana libre para cuidarte.

- Pero no estoy enferma.

-Te vi sufrir cuando pujabas. Me siento culpable de haberte hecho sufrir tanto. Te prometo que Anderson será el hijo que tendremos.

- Todas las mujeres pasamanos por esto. Y más aún si se trata de la primera vez.

- Julia, voy a estar a tu lado toda esta semana. Los dos vamos a cuidar de nuestro bebé.

- Está bien. Tendré que comportarme como una mantenida.

- Se supone que es el deber de todo hombre cuando se casa. La ley es así, a la mujer se mantiene. Ella no tiene por qué trabajar, sus manos se pueden malograr, el estrés la envejece y más aún que cuando ha convertido en madre.

- ¡Que machista!

- No es machismo. - levanta un poco la voz - ¿Sabes cuántos bichos hay allí afuera esperando por ti sabiendo que estás casada conmigo?

- ¿Hablas en serio?

- No soy machista, soy protector. - Le da un beso en los labios. - Voy a subir el desayuno, ponte cómoda.

Elías tiene apagado su celular personal, solo el celular de la empresa está prendido. Ha desayunado junto a su esposa, el denso aroma de la comida despertó a Anderson, Elías fue quien lo tomó en brazos y lo calmó.

- Debe tener hambre. Le daré su leche.

- Desayuna tranquila, yo lo cuido. Si mamá no come bien, la leche no será buena. - Le habla a su bebé.

Julia desayuna tranquila, Elías es muy atento con ella y con su hijo, eso, a Julia, le da mucha tranquilidad. Una vez terminado el desayuno, Julia amamanta al niño y Elías termina de comer, pero sin dejar de mirar a su niño.

- Descansa, ahora yo hago dormir al bebé.

- Con tanto descanso me voy a volver vaca.

- No exageres. Siempre serás mi princesa.

Julia sonríe, se siente muy querida por él, por ahora se siente mimada.

- Ahora que el bebé está dormido hay que cambiar el pañal. Me dijeron que siempre se cambia de pañal después de comer.

- ¡Ah, bueno! Me tendrás que enseñar, porque no sé hacerlo.

- Esto es muy raro, es muy difícil ver un padre que cambie pañal.

- Quiero hacer algo por mi hijo. No sólo es dar dinero quiero participar en su crecimiento y educación.

- A veces los pañales huelen a…

- Sólo por tratarse de mi hijo, me la aguanto.

Julia ríe nuevamente. Elías la mira, cada fracción del rostro y contempla cada detalle, la sonrisa que ella tiene simple y genuina. Elías se siente miserable, no quiere hacerle daño, no quiere verla llorar en el futuro, pero es consciente que ya está hecho todo y más pasa el tiempo más grande puede ser la herida. Piensa en Micaela en cómo sería ella con un hijo, ¿Será igual a Julia?

- Listo el bebé está cambiado.

- Tiraré el pañal sucio. Por cierto, pesa como si estuviera lleno de piedras.

- El bebé solo toma leche, el pañal es pura pilita.

- Dicen que los niños hacen la pileta.

- Eso es verdad. Cuando yo cuidé del hijo de mi vecina, me la hizo varias veces.

- Una buena palmada en el trasero para que aprenda.

- Dásela a tu hijo.

- No, porque es mío, es pequeño y está aprendiendo.

- Ese bebé también, era pequeño, y en aprendizaje.

- Di lo que quieras, pero a mi hijo, eso no.

Julia se ríe moderadamente, Elías no comprende de dónde sale tanta felicidad, ¿Por qué ella es feliz y él no? ¿Cuál será el secreto? Quiere investigar, quiere ser feliz como ella, ser feliz de manera espontánea y no momentánea. Elías admira a Julia, se queda perdido entre sus pensamientos.

- ¡Elías! Te estoy hablando.

- Estaba pensando. Lo siento.

- ¿Algo malo pasa con la empresa? ¿Qué cosas te preocupan?

- Tengo problemas, hay problemas.

- ¿Te puedo ayudar?

- El problema eres tú.

- ¿Yo? - Julia se sintió muy culpable - ¿Qué hice mal?

- Eres perfecta, ese es el problema. No estoy hecho a tu altura, pese a eso me has dado un hijo.

- ¿Hay algo que escondes?

- Mi mayor preocupación es que me dejes por alguien más capaz que yo, por alguien que esté a tu altura. - intenta calmar sus nervios, pero era una necesidad no revelar nada por ahora.

Elías se minimiza y continua.

- Pase lo que pase Julia, quédate a mi lado. Por tontas que sean las locuras prométeme que estarás a mi lado. Si en el futuro algo malo sucede, te lo juro que lo arreglo.

- ¿Qué podría pasar?

- Yo, cómo cabeza del hogar, lo voy a arreglar. Tú solo ocúpate de ti y del bebé. Yo veo el resto.

- Pero cómo esposa debo ayudarte.

- Ya tienes mucho con el bebé. Sería maldad de mi parte estresarte, eso puede perjudicar a nuestro hijo. Sería como sacrificio y eso no lo voy a permitir.

Elías besa en la frente a Julia y sale de la habitación para salir de casa. Julia trata de entender las palabras de su esposo, no logra llegar al trasfondo del asunto. Dejó de pensar en eso y fue al baño para su aseo. Se arregla para bajar y el mayordomo le anuncia que ha llegado visita para la señora Trigoso.

Era Sandra, su amiga de infancia y su esposo David Rojas, un general de la policía.

- ¡Sandra, que gusto verte!

- ¡Amiga!

- Buen día, mi general. - le hace el saludo marcial.

- Buen día, señora Trigoso.

- Tomen asiento. Les traigo un té.

- Descuide señora – el mayordomo interrumpe - yo me encargo del servicio.

- Gracias. - Julia se dirige a la visita - ¿Cómo están?

- Que te cuente Sandra, por qué soy incapaz de buscar palabras por ahora.

- Usted está igual que Elías.

- ¡Amiga, no sabes la última! Tú has parido y mi esposo anotó.

- ¿En serio? ¡Otro bebé!

- Desigualando el marcador – pudo pronunciar David - ahora estamos dos a uno a favor de los Rojas.

- Me sorprende que el general domine tan bien el fútbol.

Los tres se ríen.

- ¿Cómo se comporta el flamante papá?

- Muy atento con nosotros. Le gusta participar en todo, aunque tiene miedo de hacerle algo por lo frágil que se le ve.

- Es normal, eso me pasó a mí y a mi David. Poco a poco se aprende ¿Verdad amor?

- Es algo que se adquiere, era nuestra primera vez y es normal sentir miedo. Imagínate, un general de la policía con miedos al sostener a su propio hijo.

- ¿Quiero ver a tu bebé?

- Ahora bajo con él.

La familia Rojas conoce a Anderson. Se toman fotos, charlan y de repente regresa Elías con un ramo de flores.

- ¡Amor! Tenemos visita. La familia Rojas nos acompaña.

Los hombres se saludan como viejos amigos, y con respeto a Sandra.

- Esta mañana fui por un regalo para la mamá más linda del mundo. Muchas flores, pero aun así no igualan tu belleza.

- Hagamos una apuesta. – Propone David a Elías.

- ¿De qué se trata? A mí no me gusta perder.

- Hasta el 14 de febrero, haremos una demostración de quién es el más romántico. Tenemos casi un año para finalizar el reto, desde mañana arranca el trato ¿Qué te parece?

Elías está pensando, la mujer que ama es Micaela y no Julia, será de lo más incómodo. Pero a la vez lo entristece, ya no quiere seguir lastimando a Julia, quiere aceptar el trato, pero con Micaela. Eso no es posible, si Julia se entera, puede que su corazón se haga pedazos y ¿Qué puede pasar con el bebé? Elías está entre la espada y la pared.

- ¡Elías! Reacciona. - David lo sacude - ¿Qué pasa contigo? ¿No quieres aceptar la apuesta?

- No me gusta perder, tengo que ser muy cuidadoso.

- Bien, trato hecho. Estamos empezando el reto.

Sandra no está tranquila, algo sabe y no lo puede decir.

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