Me encontraba en la iglesia, haciendo mis oraciones para que todo saliera bien en cuanto a que mi enamorado pudiera hablar con mis padres sobre nuestra relación, quizá mi madre era la que mas me preocupaba debido a que nunca aceptaría a un hombre que no tenga un apellido y mucho menos propiedades, siempre el apellido Beristain Curiel tenía que estar en lo mas alto y claro mi padre al haber dejado el ejercito con un alto grado de Coronel, era no menos que mi madre desearía para mi.
-Niña, no se puede demorar- Me dijo asustada Jacinta, ella siempre me acompañaba donde fuera a estar, mi madre nunca me permitía salir sola por los revuelos que daban los soldados y la mismas personas tratando de demostrar que ellos siempre podían mas que cualquier cosa.
-No te preocupes, mi madre sabe que vine a la iglesia- Le dije sonriendo… La preocupación de Jacinta siempre era el miedo tan grande hacia mi madre. Mi madre era una mujer muy dura y segura de si misma, le tenía sumo respeto, pero habían cosas que de igual manera me preocupan, sabía que tarde que temprano al no tener novio mi madre podría empezar arreglar mi matrimonio que como siempre me lo había echado en cara, mis amistades ya estaban casadas y con familia mientras que yo estaba aun soltera, pero mis padres no sabía que estaba saliendo a escondidas con un soldado militar que era el hombre mas increíble de mi vida, esperando que por fin los conozcan y lo acepten.
-Ahora regreso, Alejandro ya debe estar en el kiosko- Me levanté persignando para salir apresurada ya que era la hora de encontrarme con él.
Apresuré mi paso, tenía que llegar donde estuviera esperando, miraba por todos lados con el miedo de que podía ser vista por alguien conocido e irían rápidamente para avisar a mi madre y lo que menos quería es que le llegaran los chismes a mi madre sin siquiera darme la oportunidad de hablar con ellos.
Desde lejos miré una sonrisa encantadora que me miraba con desesperación para tenerme cerca…
Alejandro: ¡Romina!
Me acerqué haciendo señal de silencio.
Romina: Tranquilo, nos pueden ver y escuchar. ¿Hoy hablarás con mis padres, verdad?
Alejandro: Mi amor, hemos hablado del tema, tus padres no me van aceptar, no tengo un apellido que lo respalde propiedades y mucho menos una fortuna…
Romina: Entonces… ¿No lo intentarás si quiera?
Alejandro: Si, solo que por ahora no es el momento. Además quería infórmate que parto esta tarde, para el norte.
Romina: ¿Qué dices?
Alejandro: Mi capitán me indicó que tenemos un enfrentamiento y tengo que asistir, pero en dos semanas estaría aquí y entonces hablaré con tus padres.
Mis ojos se llenaron de lagrimas, solo pensar que estaría de nuevo en un enfrentamiento me entraba el miedo de perderlo por una o por otra razón. Mis lagrimas empezaron a rodar por mis mejillas. Él sonrió negando con la cabeza. Me tomó de la barbilla levantando mi rostro para que lo mirara hacia los ojos.
Alejandro: Sabes que me muero sin ti, mi amor, lo eres todo para mi. Regresaré y hablaremos con tus padres.
Asentí con la cabeza, mientras él tomó mi pañuelo para secar mis lagrimas, besó el pañuelo, guardando en su bolsillo de su uniforme…
Me tomó de los brazos, levantándome con él, me atrajo a su cuerpo, juntando nuestros labios. Un beso que decía muchos sentimientos, un beso que movía todo mi ser, un beso lleno de amor y de muchos sentimientos que tocaban cada parte de mi cuerpo, un calor inundaba mi cuerpo sabiendo el deseo que tenía por él y él por mi. Nos apartamos para tomar un poco de aire, rosó sus dedos suavemente sobre mi rostro.
Alejandro: Prometo estar en contracto contigo.
Romina: Por favor, cuídate.
Alejandro: Lo haré.
Me dejó un beso en la frente alejándose para marcharse al campamento de los soldados, me senté de nuevo dejando caer mis lagrimas, Jacinta que me apoyaba se me acercó abrazándome con fuerza.
Jacinta: Mi niña, si la señora se entera, usted sufrirá mucho y de paso yo también.
Negué con la cabeza, no quería que mi madre nos llamara la atención así que le indiqué que era hora de marcharnos para la casa que nos estaban esperando de seguro preocupadas.
Madre de Romina:
Miraba el reloj una y otra vez, sabiendo que de seguro nuevamente Romina se había ido con Sofía su amiga sin mi permiso.
Roberta: Cuando llegué Romina me va a escuchar.
Rebeca: Hay Roberta, siempre andas regañando a Romina.
Roberta: Su padre, como siempre la anda consintiendo de todos sus caprichos y le ha estado dando demasiada libertad, no me obedece, le dije que llegara temprano, ahora que despierte su padre a ver… va ser lo primero que pregunte.
Negué con la cabeza, miraba a mi marido, que tomaba una pequeña siesta por el medicamento que tomaba, se veía demasiado enfermo y ya su enfermedad del corazón lo estaba consumiendo sin remedio.
Escuché la puerta abrirse escuchando las voces de Jacinta y de Romina que venían muy platicadoras, miré cuando pasó Jacinta hasta la cocina mientras que Romina entró con su hermosa sonrisa. No cabe duda que mi hija es tan hermosa que aun no entiendo por que no ha encontrado novio.
Romina: ya llegué.
Roberta: ¿Se puede saber donde te andabas?… ¿por que te tardaste tanto?
Romina: Estuve en la iglesia pidiendo por la salud de mi padre, luego me encontré con Sofía que nos pusimos a platicar y se me pasó el día volando. ¿Cómo sigue mi padre?
Roberta: Se quejaba de un fuerte dolor en el corazón. A lo mejor se lo causa en no saber para cuando vas a decir tener novio y casarte.
Romina me miró de manera que sabía que me diría la misma cantaleta de siempre, que no le ha llegado la persona que ella quiera y ame. Pero no me la dejaría montar por mi propia hija, esas salidas que ha tenido muy seguidas con mucha tardanza me estaba dando que pensar.
Romina: Madre, te he dicho que cuando llegue el hombre indicado sin duda que tendré que casarme, pero ahora pienso que él hombre indicado llegará a mi vida lo mas pronto posible, quizá en un día que no nos imaginamos.
Mi hermana y yo nos miramos sorprendidas de sus palabras, como bien dije esas salidas me daban que pensar, Romina es una chica muy hermosa y joven y mi pesar sería que se fijara en un muerto de hambre sin oficio ni beneficio, y no quiero que nuestro apellido este por toda la ciudad a costa de las habladurías por parte de mi propia hija para que luego sea mas difícil conseguir marido.
Roberta: Eso espero Romina y que estas salidas que haces tan tardadas no sea por que nadas por allí viendo que hacer y en que perder tu tiempo.
Me levanté dejando solas a mi hermana y a Romina…
Romina:
Negué con la cabeza al ver a mi madre marcharse de donde nos encontrábamos, ella siempre hacía ese tipo de comentarios para hacerme sentir mal sin importarle que lo que dijera me ofende…
Romina: Por que mi madre siempre me hace esos comentarios.
Rebeca: Bueno hija, es que has estado saliendo mucho y además tu madre piensa que ya es hora que debas tener un esposo.
Romina: Lo voy a tener, pero no es con quien ella quiera, sino con el hombre que yo decida.
Rebeca: Bueno, hija entonces hazlo, conoces a tu madre y cuando ella decide no hay poder de Dios que la haga cambiar de parecer.
Romina: ¿Y por que solo yo?. ¿Por que tampoco le han buscado esposa a Roberto?… ¿Por que solo a mi me quiere casar y siempre me dice lo mismo?.
Rebeca: Mi amor, tu hermano es hombre, él es quien escoge esposa, Mi cielo, sabes lo mucho que te quiero pero la verdad no hagas que tu madre arregle tu matrimonio.
Negué con la cabeza sintiendo un dolor terrible por la incomprensión de mi madre, sabía que ella tarde que temprano tomaría decisiones por mi y lo que menos quería era pensar en el simple hecho que mi madre me imponga un marido cuando lo único que quiero es que se me dé la oportunidad de hacer mi vida a mi manera sin tener que aceptar las decisiones de mi madre.
Romina: Mi padre esta de acuerdo que sea quien decida sobre el hombre que quiero en vida y como esposo.
Rebeca: hazlo mi hijita, pero de ya. Si tu madre habla con tu padre y deciden los dos por ti, entonces ya no habrá nada que hacer.
Miré a mi tía, ella siempre que me decía algo era por que mi madre de seguro ya le había dicho algo y estaba en conocimiento de lo que mi madre quería para mi vida.
Romina: Hablare con mi padre.
Tomé mis cosas saliendo de la sala donde nos encontrábamos, la única solución sin duda era hablar con mi padre que él si me entendería en todo momento.
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Romina
Alejandro
Entré en la habitación de mi padre que estaba recostado, leyendo el periódico. Lo miraba tranquilo y aun lado mi madre acomodando su ropa ya que iba a bajar para el almuerzo…
Ramiro: Hija, me comentó tu madre que fuiste a la iglesia.
Me acosté con él en la cama, lo menos que quería era hablar y que mi madre nos escuchara del tema que quería tocar con él. No es que no le tuviera la confianza a mi madre, pero sabía a la perfección eran las cosas para ella. Si no era lo que ella quisiera entonces se complicarían las cosas y lo que menos quiero es que mi padre termine discutiendo por mi culpa.
Romina: Si, fui un rato a la iglesia y me encontré con Sofía. ¿Qué lees?
Ramiro: Ya sabes hija, como siempre el gobierno está estableciendo nuevos términos para gastar mas y obtener menos.
Romina: Padre…
Roberta: Ya le dijiste a tu padre que quieres dar una fiesta.
Miré a mi padre negando con la cabeza, jamás me hubiera imaginado las palabras de mi madre y menos en frente de mi padre que no se esperaba eso, él me miró sorprendido, sonriendo tiernamente. Si bien mi madre es muy estricta, mi padre siempre ha tratado de mejorar la situación y mediar en las cosas que mi madre me dijera.
Ramiro: Una fiesta… pero hija en estos tiempos donde prácticamente se avecina una guerra, siento que…
Roberta: Siento que deberíamos aceptar cariño, nuestra hija me ha dicho que esta vez esta decidida a encontrar esposa, esperando claro que sea antes de la guerra ya que si no es así no habrá fiesta ni boda.
Mi madre tomó un poco de la ropa de mi padre, esbozando una sonrisa de triunfo para que mi padre no pudiera negarme nada… Abrió la puerta para salir, cerrando para dejarnos solos.
Romina: Padre es cierto lo que dice mi madre. Quiero encontrar un esposo, que me ame, que me respete y sobre todo que vele por mi en las buenas y en las malas.
Ramiro: Te entiendo hija, pero, te hemos presentado a muchos caballeros que pueden llevarte al altar… solo que no ha llegado el hombre que tu corazón elija.
Romina: bueno, que tal y no es un hombre como los que mi madre esta acostumbrada a que sean. Que tal si es un hombre honesto, trabajador, noble, de buen corazón, pero sobre todo que me ame por sobre todas las cosas.
Ramiro: Hablas de un hombre que no sea de nuestra misma sociedad.
Asentí con la cabeza, sabiendo que mi padre aceptaría al escuchar mis palabras, él siempre ha deseado que el hombre con el que me vaya a casar sea uno que realmente me ame, mi padre pensaba de la misma manera que yo y sabía que nunca me daría la espalda.
Ramiro: Hija, me gusta tu manera de pensar acerca de existen hombres como me has descrito, pero nunca debes poner tus ojos en alguien que no sea de nuestra sociedad. Para la familia sería algo que hablarían las personas, incluso hasta podrían ofenderte. No Romina, tú debes encontrar a un buen hombre, pero de nuestra sociedad.
Romina: Pero papá…
Ramiro: Vamos, hija, ayúdame a levantarme, que tu madre nos espera para la comida…
Tomé a mi padre de su brazo, ayudando a levantarse, miré a mi padre con tristeza, por que a pesar que él era diferente, también era parte de la alta sociedad y no podía comprometer a su hija por nada del mundo con alguien que no tenga apellido respaldado con una gran fortuna… él me miró y le sonreí sintiendo un pequeño dolor en mi corazón sabiendo que si Alejandro llega a venir le dirán que es imposible.
Gabriel Covian Montesinos:
Me encontraba en la hacienda donde estaba aquel hombre que se decía que era mi padre, nunca vio por mí, aun así decidí estudiar Médico cirujano, lejos de este lugar. Mi padrino que era el sacerdote del pueblo me había mandado a llamar al menos para poder despedirme de él.
Betina: Señor… ha llegado, su padre esta muy enfermo.
Gabriel: Ese hombre no es mi padre. Abusó de mi madre y la mando muy lejos arrebatándome de su lado.
Miré a la chica que bajó su mirada, lo cierto es que cada que me hablaban de ese hombre perdía la cordura y los estribos al saber que la vida que tuve fue tan miserable gracias a él.
Gabriel: Disculpame, no quise hablarte así, solo que lo que tenga que ver con el hombre que esta muriendo me pone de malas.
Betina: No se preocupe señor.
Mi padre llegó hasta mi pasando de la chica que se dio la media vuelta saliendo de donde nos encontrábamos…
Padre: Hijo, que bueno que has llegado justo a tiempo, tu padre te ha reconocido como hijo legítimo.
Gabriel: Después de tanto tiempo, no podía esperar hasta sus últimos minutos para recordarme que gracias a él tendré comodidades. Justo a hora que no lo necesito.
Padre: No debes guardar rencor, siempre es bueno perdonar. Vamos aun que sea que te vea.
No tenía la necesidad de ver el rostro de ese hombre, pero lo tenía que hacer por mi padrino que siempre fue quien procuro de mi sabiendo que la vida que tenía siempre con los peones que me entregó no era la mejor vida que un hijo pudiera tener…
Gabriel: Se puede saber por que la casa se esta cayendo, él teniendo todo el dinero del mundo.
Padre: Sabes que tu padre era muy avaro en todo eso…
Subí junto con mi padrino entrando al cuarto donde se encontraba mi supuesto padre, lo miré, cuando extendió su mano para que me acercara a él pero en ningún momento senté la necesidad de hacerlo, le guardaba cierto coraje por todo el daño que en algún momento me hizo…
Padre: Gabriel, acércate, quiere despedirse de ti.
Me acerqué, pero que quede claro que lo hacía por mi padrino y no por este hombre que para mi solo era un moribundo que no tenía a quien heredar y decidió hacerlo a mi…
Le tomé la mano…
Manuel: Ga…. Gaaa…
Padre: Si Manuel, aquí esta su hijo.
Sentí como dejó caer su mano sin fuerza… Aparté a mi padrino, acercando me a su pecho escuchando que su corazón ya no latía…
Me incorporé negando con la cabeza…
Gabriel: Ha fallecido.
Mi padrino empezó a darle la bendición para el eterno descanso. Me puse cerca de la ventana, mirando a los peones y trabajadores que estaban esperando noticias para saber que sucedería con cada uno de los trabajadores.
Tomé un gran respiro saliendo de la habitación, quería estar un poco a solas… bajando las escaleras me topé a la chica, queriendo de nuevo discúlpame.
Administrador: Señor, Soy Eulalio, el administrador de su padre, Betina es mi hija y hemos estado aquí llevando el orden de sus cuentas y de las haciendas y sus propiedades de su padre.
Gabriel: De acuerdo, pueden seguir en su trabajo, la verdad no pienso mover nada y hágales saber a los peones y trabajadores del se… de mi padre que seguirán con su trabajo… De igual manera, me gustaría remodelar la casa y dejarla en muy buen estado, no quiero vivir con el miedo que cuando pase se me caiga el techo o una pared.
Reímos a mis palabras, pero lo cierto, es que ahora mi padre decidió dejarme toda su fortuna, no pensaba en vivir en un lugar donde las humedades y los malos olores tengan algo que ver. Escuche, unos pasos fijándome en la entrada donde había entrado mi amigo de años…
Gabriel: Justo, que bueno que te encuentras aquí.
Justo: Gabriel. Vaya jamás creí llegar a esta hacienda que es enorme pero mal vivida…
Gabriel: Te presento al administrador de Manuel y ella es su hija Betina.
Se estrecharon la mano pasando de ellos que se retiraron para dejarnos solos, entramos al despacho que por lo visto teníamos mucho que hacer.
Gabriel: Sabes que te tengo mucha confianza, por lo tanto me gustaría saber la cantidad que asciende la fortuna de mi padre, por lo que me concierne tendríamos que ver como están las cuentas de amabas haciendas y de las cuentas de Manuel.
Justo: Veo que aun no le dices padre.
Gabriel: No, por mucho tiempo no lo he visto, ser padre no es solo de la noche a la mañana o por heredar un poco de fortuna.
Justo: Te entiendo Amigo.
Gabriel: He solicitado en remodelar toda la casa, me gustaría que pudieras quedarte hasta que pase todo esto. Además, es tiempo que retome mi vida, quiero algo estable.
Justo: Una esposa…
Gabriel: ¿Por qué no? Muchos años he tenido mujeres que no he logrado amar, quiero alguien especial, alguien por que sienta la necesidad de dar mi vida por esa mujer. Quiero una mujer que me espere todas las noches en nuestro hogar, de igual manera que me espere en la cama…
Justo: Te entiendo amigo, ahora solo es cuestión de dar con la mujer perfecta.
Gabriel: Si, buscaré y encontraré una esposa que Ame y que ella me ame como nunca.
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Romina
Gabriel
Romina:
Mi padre me había dejado muy en claro que no aceptaría a una persona que no fuera de mi posición.
Me encontraba en mi habitación, pensando en como hacer para hablar con mi pare de manera que entendiera mis razones para que se me diera la oportunidad de tener a Alejandro como mi esposo.
Tomé mis cosas saliendo de mi habitación, baje las escaleras para ir a visitar a mi amiga Perla que siempre me daba las respuestas que quería escuchar, ella sabía de la relación que tenía con el soldado Alejandro, aunque tampoco estaba muy de acuerdo tenía que saber si al menos había alguna carta de Alejandro ya que se las mandaba a mi amiga para que no llegara a mi casa.
Jacinta se encontró conmigo en la salida ya que había avisado… Mi madre me miró.
Roberta: ¿Dónde vas Romina?
Romina: Hola madre, quiero ir a visitar a Perla.
Levanto su ceja intrigada, ya que la verdad tendría que ir solo para saber si habían noticias de Alejandro.
Roberta: No te tardes, ya sabes que tu padre siempre esta preguntando por ti y tú ni tus luces.
Romina: No mamá prometo que no me demoro.
Salí de la casa con Jacinta a toda prisa, miré hacia los escalones donde mi hermano se encontraba. Me quedé quita, ya que mi hermano igual era alguien que cualquier cosa le pudiera decir a mi madre.
Roberto: Hermanita, donde te vas tan de prisa.
Romina: Iré a ver a Perla.
Roberta: Perla, claro, tu única amiga.
Romina: Claro, la única que me permiten tener.
Roberto: La única decente que hay por en la ciudad.
Tomé un respiro, mi hermano era un joven que dependía de los que mis padres le daban y siempre había rumores que era un jugador aunque la verdad prefería no meterme en ese asunto ya que a mi no me constaba absolutamente nada.
Tomó mi mano llevándosela a sus labios para dejarme un beso en ella.
Roberto: Mucho cuidado hermanita, no vayas a causar que luego hablen de ti…
Lo miré retirando mi mano, mi hermano muchas veces decía cosas que me hacía saber que pudiera estar enterado de mi relación con Alejandro pero de una u otra manera mi secreto estaba a salvo, sino ya se lo hubiera dicho a mis padres.
Bajamos los escalones, una carreta elegante pasó afrente a mis narices apresurando el paso, no quería perder tiempo absolutamente en nada, siempre tenía casi andar con el jesus en la boca para no ser descubierta.
Llegamos a casa de Perla, la mujer de su servicio nos dio entrada, llevando a Jacinta a la cocina para que pudiéramos hablar Perla y yo.
Cesar: Romina, ¿Cómo estas?
Romina: Hola Cesar, bien gracias, espero no te molestes, vine a ver a Perla.
Cesar: ¿Molestarme? Para nada, sabes que esta es tu casa y eres bienvenida las veces que desees.
Romina: Gracias.
Cesar: Con permiso, tengo que ir a una reunión.
Romina: Claro.
Caminé hacia la sala de estar donde siempre se encontraba Perla con su hijo y su nana.
Perla: Romina, amiga, pasa, hay disculpa es que estas muchachas siempre me descuidan a Cesarcito.
Romina: Si te entiendo.
Me tomó de la mano llevándome a su jardín para poder platicar, era algo que necesitaba ya que era con la única que podía hablar de lo que me estaba pasando.
Perla: Cuentame, amiga que trae por aquí.
Romina: Sabes el motivo.
Perla: No me digas… Alejandro.
Miré a nuestro alrededor haciendo seña de silencio. Ella negó con la cabeza, tomando un gran suspiro.
Perla: Nadie nos escuchará, pero dime. ¿Por qué no has terminado esa relación con ese teniente.
Romina: No, claro que no. No pienso terminarla. Lo amo Perla, es el amor de mi vida.
Perla: Si no lo dudo. Pero amiga sabes que tus padres nunca van aceptar esa relación. No tiene propiedades, no tiene apellido y no tiene fortuna que tu familia necesita ahora.
Romina: ¿Qué dices?
Perla: Acaso no sabes que tu familia esta pasando por una crisis económica muy fuerte.
Negué con la cabeza sorprendida de sus palabras, si tuviéramos problemas mis padres me lo hubieran hecho saber, así que no creo que lo que me dice Perla sea cierto.
Romina: No, eso no es verdad.
Perla: No te sientas mal, pero todos los de la ciudad saben que tu padre esta en quiebra, amiga y eso complica las cosas para encontrarte un esposo.
Romina: No, yo no quiero encontrar un esposo. Ya tengo un hombre que amo mas que a mi vida.
Perla: No lo dudo, pero ese amor no puede ser Romina, el teniente no es de nuestra clase social y lo peor es que tus padres esperan un príncipe azul, los solteros escasean con los días que van pasando y con problemas económicos de tu familia dudo que alguien quiera emparentar.
Romina: No me importa. Yo amo a Alejandro. ¿Acaso nunca te has enamorado?
Perla: Claro, estoy casada.
Romina: Me refiero a que sientas algo especial por un hombre, sentir que te quedas sin aire al tacto con sus besos, sentir tu corazón palpitar tan fuerte deseando siempre estar con esa persona haciéndote sentir especial. Sabes que alguien te piensa las 24 horas del día, saber que sin ti la vida de esa persona igual no sería de la misma manera.
Perla: Si, si si… Pero tus padres no te van a permitir a una persona que no sea de nuestra sociedad.
Romina: ¿Eso que? No se necesita tener un apellido con una fortuna de respaldo. Puede ser trabajador, honesto, justo, noble y todo un caballero.
Perla: Hay amiga vas a sufrir mucho.
Sentí mis ojos llenarse de lagrimas, en cierta parte Perla tenía razón.
Perla: Como te dije Romi, tu familia esta en una crisis económica y para que acepten a un prometido tuyo tendrá que ser quienes ellos te impongan.
Romina: Mi padre nunca lo va a permitir…
Mis lagrimas rodaron por mis mejillas, sentía un fuerte dolor en mi corazón ya que sabía que mis padre él mismo me dijo que no ponga mis ojos en alguien que no sea de nuestra sociedad, pero ahora que ya no tenemos una fortuna él puede entender que Alejandro me ama y me quiere y tendría que darle el permiso.
Pasé mis dedos suavemente en mi rostro apartando mis lagrimas. Perla se me acercó abrazándome con fuerza. Su criada se nos acercó mirándome.
Perla: La correspondencia.
Criada: Lo siento señora pero no hubo cartas hoy.
Miré a Perla con tristeza, Alejandro no había mandado nada y ya era hora que tenga que irme, sino mi madre sería capas de venir a buscarme viendo la hora.
Me despedí de ella. Solo quería saber lo que realmente estaba pasando en mi familia, si era cierto lo que me había dicho Perla. Tomé mis cosas saliendo de su casa.
Caminé por toda la calle sintiendo un vacío en mi corazón, no cabía de tristeza al saber que Alejandro no se había comunicado conmigo. Ahora mi pesar no solo era extrañarlo, sino el miedo de que mis padres decidan por mi un esposo del cual ni quiero ni conozco, eso sería en el peor de los casos.
Entré a mi casa yendo directo a la sala recibidora donde mi tía y mi madre se encontraban platicando como si nada les preocupara…
Mi madre levantó la mirada fijándola en mi al verme entrar con desesperación. Miró a mi tía donde las dos se miraban sin saber por que me presenté de esa manera ante ellas.
Roberta: ¿Qué sucede Romina?
Romina: ¿Es cierto que estamos en ruina?
Roberta: ¿Quién te dijo eso?
Rebeca: Hija… Por Dios santo.
Romina: Perla, me lo dijo que mi padre esta pasando por una crisis económica muy fuerte.
Mi madre se levantó sacudiendo su vestido, miró a mi tía para después fijar su mirada en mi.
Roberta: Así es. Estamos pasando por una situación muy difícil económicamente, tendremos que despedir algunos de los sirvientes y no tanto por la paga mas bien para no tener tantas bocas que alimentar.
Romina: ¿Por qué no me han dicho nada?
Roberta: por que no es de tu interés saber que nos esta yendo mal, la hacienda no esta produciendo. Ahora tú que eres la única que nos puede salvar de caer en el desprestigio no haces nada por tus padres.
Rebeca: Roberta, no le digas eso a Romina.
Roberta: ELLA PREGUNTÓ, Y LE ESTOY RESPONDIENDO COMO DEBE SER. TAL PARECE QUE NO TE IMPORTA NUESTRA SITUACION.
Romina: ¿Pero que puedo hacer madre? Me pongo a trabajar si eso es lo que quieres…
Roberta: ¿ESTAS LOCA? TRABAJAR… ¿CUANDO SE HA VISTO QUE UNAS BERISTAIN CURIEL TRABAJEN?…
Romina: ¿Por qué no?
Roberta: Te hemos dado viajes, vestidos, alimento y pretendes que trabajar es la manera correcta para no desprestigiarnos. TODAS LAS JOVENCITAS DE TU EDAD YA ESTAN CASADAS Y CON HIJOS.
Romina: ¿Qué trata de decirme madre?
Roberta: ES HORA QUE TÚ TAMBIEN TE CASES CON UN HOMBRE QUE TENGA APELLIDO Y FORTUNA PARA AYUDAR A TUS PADRES. MIRA A TU PADRE, EL POBRE CONTRABAJO PUEDE HACER COSAS.
Romina: ¿Casarme?
***hola amigos lectores...
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Romina
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