Enma:
Observo por la ventana de mi apartamento, mientras el día avanza como si todo fuese normal en el mundo. La desierta ciudad es mi mayor temor, está desierta de humanos normales pero dominada por andantes, ese fue el nombre que le dí a la gente contagiada que perdió toda humanidad y que devoraba salvajemente a los humanos sanos. afuera hay peligro y eso es lo que me ha mantenido encerrada en mi apartamento, donde he sobrevivido durante todos esos meses desde que el mundo acabo.
La última lata de atún en mi despensa me llevó a tomar una decisión, voy a salir del edificio y será la primera vez.
Me preparo mentalmente, me digo a mi misma que soy fuerte y que debo mantenerme con vida. Me coloco mis jeans oscuros y meto un Cuchillo de cocina en el cinturón. Me coloco las botas de montaña que solía usar para acampar con mis amigos del trabajo y las ajusto bien, atandolas para que los cordones no se suelten.
cualquier cosa podía costarme la vida, cualquier error será mi pérdida. Me hago una coleta y me coloco mi chaqueta de cuero.
Respiro ondo y me observo al espejo, mi rostro está pálido de tanta angustia en las noches, cualquier ruido o gruñido me mantiene con los ojos abiertos.
Ya no soy la Enma de hace seis meses, la sabe lo todo con gafas de lectura que prefería los libros a los chicos. la que trabajaba en una tienda de comida rápida para ganarse la vida. huérfana de madre y padre, sin nadie al lado para poder mantenerme firme.
Dejé de pesar cincuenta kilos, ahora solo pesaba cuarenta, ahorré la comida que me quedaba para que durara otra semana. La Enma del mundo anterior no se imaginaba que estaría encerrada en su apartamento para escapar de los andantes.
Llegué a la sala y me coloque una mochila en los hombros para los suministros. Rogué a Dios aunque ahora estaba dudando de su existencia.
Tomé el bate de béisbol, le improvise unos clavos al contrario al rededor de la parte superior y cree un arma para defenderme.
Vivir sola desde los dieciocho me hizo valerme por mi misma y pude clavar tablas en la puerta además de colocar un armario y algunas sillas como muro.
Ahora estaba frente al muro que me mantenía segura. quité las sillas con cuidado, arrastré el armario sin hacer ruido y tome el martillo para despegar las tablas.
El corazón me latía a mil cuando la puerta quedó despejada, solo la cerradura impedía mi entrada al mundo de ahora.
Agarré con fuerza el bate y abrí la cerradura.
Respiré de nuevo y abrí la puerta despacio, me asomé.
Un pasillo oscuro y con bombillos titilantes me esperaba. El silencio infernal del mundo se abrió paso para recibirme con una estocada a muerte.
Cerré la puerta detrás de mí y me quedé un momento de pie, observando en todas las direcciones.
Mi respiración era mi único acompañante. Caminé rápidamente con mi bate levantada pero con miedo en mis venas.
Emma:
El pasillo es como un túnel ahora, no sé si saldré.
Las luces no dejan de parpadear, camino lento mientras mis ojos se mueven a todas las direcciones posibles. Las puertas de mis vecinos están entre cerradas y abiertas, algunas vacías otras no tengo idea pero tengo la sensación de que soy la única sobreviviente no contagiada en el edificio.
Me tranquilizo al encontrar el pasillos completamente vacío, cruzo hacía las escaleras y no pienso en detenerme cuando escucho un ruido que me sobresalta del susto, es un chillido y casi grito pero es una rata que pasa corriendo entre mis piernas.
Me tranquilizo al llegar a las escaleras de emergencia, no pienso ir por las otras, la mayoría de la gente en un desastre no se preocupa en tomar las escaleras de emergencia y seguramente muchos de ellos tomaron las escaleras principales, desesperados ante los andantes.
Abro la puerta con cuidado y observo hacia abajo, a la eterno camino de escaleras en forma de Caracol. Al menos está más iluminado, gracias al tragaluz del techo.
Para mi poca suerte estoy en el último piso. Empiezo a bajar y cualquier ruido hace eco, mis pasos se oyen demasiado pero es inevitable, las escaleras son de hierro.
Bajo tres piso cuando me encuentro algo que me deja helada.
Hay un cuerpo en medio de las escaleras, está casi completamente comido y el olor nauseabundo me provoca vómito al instante. Dejó todo el atún en el piso mientras me mantengo a ahorcadas.
Me limpio la boca con la manga de la chaqueta y tomo fuerza mental.
Debo pasar sobre esa carne podrida, el bicho que se deleitó dejó marchas sangrientas de pisadas.
Salto, intentando no pisar los restos.
Me alivio cuando no me topo con nada más y llegó a la entrada del edificio. las puertas están rotas y hay restos de vidrio en el suelo. Allí hay más cuerpos, esparcidos por el suelo, algunos trozos no se llegan a asimilar que son realmente. Es una imagen escalofriante.
Avanzo por el pasillo principal, esta vez un paso a la vez. Sin querer piso un vidrio, el sonido crujiente se propaga escandalosamente por todo el lugar.
Me quedo inmóvil, siento el sudor correr por mi frente y deslizarse.
Uno de los cuerpos frente a mí se mueve abruptamente. Instintivamente levanto un bate y le doy antes de que se levanté, le destrozo el cráneo.
Lo hago una y otra vez, mi botas se manchan de sangre, al igual que mi rostro, maldigo del asco, el cuerpo esquelético de color gris se deja de mover y yo me tranquilizo, jadeo para calmarme pero escucho un gruñido detrás de mi.
Me giro y al final del pasillo, justo en la entrada hay dos andantes, uno de ellos avanza haciendo un chillido escalofriante. Rápidamente corre con sus pasos arrastrados hacia mí, el otro lo sigue cuando descubre que su amigo encontró comida.
Tal vez muera pero no pienso darme por vencida y dejarme morder y devorar.
Levanto el bate y me preparo para el ataque.
El andante salta para caer sobre mí. Me aparto y choco contra la pared. Se gira para contra atacar. Sus ojos rojos con bordes blancos me taladran, el hombre que una vez fue ha desaparecido.
Alzas sus manos para agarrarme pero le doy con el bate evitando gritar para atraer la atención de otros.
Cae al suelo muerto, el otro ya estaba al ataque pero le di en el abdomen mientras me agachaba. cayó al suelo pero siguió arrastrándose hacia mí. Lancé mi bate a su cabeza y lo asesiné.
Jamás había matado a nadie pero recordé que ellos ya no tenían una pizca de humanidad y mientras limpiaba la sangre que salpicó mi rostro tomé valor para salir del edificio.
Después de que salgo me encuentro indecisa. La desolada calle está llena de carros volcados y echos chatarra, cuerpos tendidos y cuervos alimentándose de ellos. Avanzo por la acera haciendo un mapa mental y tratando de recordar cuál podría ser un lugar que aún tenga alguna lata o una galleta rancia olvidada.
La tienda más cercana está a una cuadra pero no me gustaría ir allí. Observo el cielo, el sol brilla como siempre y los edificios desolados se alzan como únicos vigilantes. Alzo mi bate y me alejo por el medio de la calle, es mejor andar por el medio, así puedo ver cualquier movimiento que se divise entre los edificios y negocios destruídos.
Levanto mi bate, lo tomo fuertemente con ambas manos y camino. Los cuervos se alzan en vuelo, haciendo un sonido escandaloso. Me quedó quieta pero no sucede nada. Cruzo hacía la avenida y me adentro en una vieja cafetería que antes era reconocida. Está vez estoy caminando rápido, no tengo tiempo para ser sigilosa, debo regresar rápido, mientras más tiempo fuera más difícil sobrevivir.
La cafetería se ha convertido en un montón de basura, vidrios rotos en el suelo, vidrieras y mostradores volcados y café molido esparcido. El olor me llega a la nariz y por un momento me trae recuerdos pero me concentro y busco con cuidado en el suelo y los restos de basura. Al parecer todo lo comestible fue llevado durante el desastre y la evacuación fallida. Muchas persona saquearon los negocios y no dejaron absolutamente nada.
Tal vez en el almacén haya algo pero cuando voy a la puerta escucho gruñidos, la puerta se estremece pero está trabada, alguien encerró andantes y aún siguen allí. Me alejó y salgo de la cafetería, sigo por la misma acera. No sé dónde buscar, me percato que probablemente ya no haya absolutamente nada en varios kilómetros a la redonda.
Entro a muchos lugares pero solo encuentro ratas, basura y comida en mal estado. El atardecer se abre paso y me empiezo a angustiar. Me adentro en la avenida y decido a entrar a la tienda donde trabaja en mi anterior vida.
Hay más cuerpo y desastre allí, la vía se encuentra colapsada por carros abandonados. Me desvío hacia la acera, no quiero perder tiempo esquivando carros.
Eso me recuerda al día de la evacuación, las personas intentaron salir de la ciudad pero hubo accidentes provocados por la desesperación. Pero la orda de andantes no permitió que nadie saliera con vida. Me adentré en el local, la misma escena que las demás solo que está me transmitía un sentimiento de dolor y desesperación.
Las mesas están volcadas, solía ser la mesonera, entregando almuerzos y tomando nota de la orden. Mi amiga en el mostrador echando chistes sobre los clientes. Lloro cuando vuelvo a la realidad y observo el cuerpo ya descompuesto de Liliana, mi amiga. Aún sigue en el mismo sitio.
Ese día un hombre entro tambaleándose y actuando de una manera extraña, mi amiga se acercó gritando que no se eceptaban borrachos pero el hombre la atacó y mordió su cuello, arrancando un trozo de carne y dejando a mi amiga en el suelo. En ese momento me quedé en estado de pánico pero mi otro compañero de trabajo tomó un cuchillo y se lanzó al sujeto, después de acabar con el mi amiga empezó a moverse y mi compañero la asesinó.
En ese momento los ataques empezaron afuera y él me grito que huyera, salí por la puerta trasera sumida en el terror y la confusión.
Dejé de llorar y me alejé para buscar los suministros, había una máquina de dulces pero ya alguien había roto el cristal y se llevó todo, dejando solo una barra energética en el fondo.
Era mejor que nada, la tomé y la metí en mi bolsillo. Seguí mi camino hacia otro de los lugares que solía frecuentar y dónde podría haber comida.
Giré hacia una pequeña calle pero me detuve en seco, el miedo volvió. Había muchos andantes, de pie frente a mí y lo más extraño y curioso del asunto era que estaban de espaldas a mí, obstruyendo el paso y completamente quietos, se movían levemente.
Retrocedo lentamente y silenciosa, sin darle a espalda a la orda, un paso a la vez.
Tragué con fuerza.
Mi bota chocó con un objeto, se me helaron los huesos cuando me percaté de que era una lata de refresco, salió rodando lentamente y parecía estar llena porque lo hizo a toda velocidad hasta chocar con un bote de basura volcado. Lo que hizo que un sonido de campana hiciera eco por toda la calle.
No esperé ha averiguar el efecto que accionó mi torpeza y salí corriendo pero tropecé con un cuerpo en el suelo.
Observé hacia atrás mientras intentaba levantarme. Los andantes se giraron lentamente y en pausa y cada uno puso su mirada en mí. Sonidos escalofriantes de diferentes formas salieron de sus bocas podridas y empezaron a correr hacia mí.
Los pasos estremecieron el suelo y me levanté al instante. Salí corriendo a toda velocidad por la avenida mientras gritaba, atrayendo más Andantes hacia mí. Maldición, si me alcanzaban no iba quedar nada de mí.
Iba morir, eran tan rápidos, tropezaban unos con otros para alcanzarme, hambrientos.
Llegué a otra calle pero me desesperé cuando encontré a otros frente a mí. Se lanzaron por mí, los golpeé rápidamente y seguí corriendo. No me fije si los asesiné o seguían vivos, no había tiempo para eso.
La angustia se apoderó de mis venas cuando me rodearon y atacaron al mismo tiempo. Pelee, golpeándolos, algunos me agarraron de los brazos pero les di patadas.
Las lágrimas se salieron, era una tonta debí quedarme, iba morir devorada.
Caí al suelo, tropezando cuando uno me tomó de la pierna.
— ¡ Auxilio, Auxilio! — Grité pero sabía que era inútil, no había nadie, solo los infectados.
Aún así luche contra esas horribles criaturas. Muchos sonaban sus dientes preparados para morder.
El bate se me soltó de las manos y supe que moriría allí. Era mi fin y debía aceptarlo, iba ser horrible pero era mejor a seguir viviendo en un mundo donde seguramente no había ningún sobreviviente.
Entonces escuché el sonido de un motor.
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