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Nunca Más.

Nunca más

Han pasado ocho años desde que Ángeles conoció a Sebastián, cuando lo hizo llevaba dos años separada de Leonardo su primer esposo con quien había pasado diez años casada y había tenido dos hijos, esa relación había sido bastante complicada siendo siempre ella la que cedía y continuaba por amor. Llegó un momento en el cual se dio cuenta de que ya no servía seguir con algo que no tenía futuro, los engaños reiterados por parte de Leonardo y sus ansias por sacar adelante la relación la llevaron a soportar y esperar que él cambiará, cosa que nunca ocurrió. Así que un día decidió hacer sus valijas y se fue con sus hijos.

Terminó viviendo en casa de sus padres, allí con el apoyo y ayuda de ellos logró salir adelante con sus niños, y aunque pensó que Leonardo no los desampararía se equivocó nuevamente, él se desentendió de sus hijos y a ella le tocó ser madre y padre a la vez.

Su vida transcurrió con tranquilidad, disfrutando de sus niños que en esos momentos tenían ocho y cinco años de edad, ellos al igual que todos los niños se adaptaron a la nueva situación, mientras Ángeles a veces sentía nostalgia y lloraba por la noche o alguna lágrima se le escapaba de los ojos al recordar lo que no fue. Pasados tres años se afianzó en su carrera , había estudiado diseño de modas , lo cual era su pasión desde siempre, consiguió empleo en una reconocida casa donde realizaban vestidos de novias y de fiesta . Una noche en la cual decidió aceptar la invitación de una de sus compañeras de trabajo para ir aún bar y luego a una discoteca, allí conoció a Sebastián.

Al principio se mostró muy caballeroso y cariñoso , ella que era una mujer a la cual le gustaba sentirse querida cayó como una mosca cae dentro de un frasco de miel. Se enamoró de aquel hombre al punto de que cada palabra que él decía, se convertía en la verdad absoluta. Así poco a poco fue perdiéndose, renunciando al trabajo cuando nació su primera hija, luego de que él le dijera

-Es mejor si te dedicas a nuestra niña, no hace falta que trabajes pues yo puedo mantenernos.

Y así lo hizo, ella dejó de trabajar para convertirse a tiempo completo en ama de casa y él se ocupó de todo, de la casa, incluidos los niños que no le pertenecían. Ángeles vio la situación con los ojos de él y creyó que todo era para bienestar de la familia, hasta que dos años después tuvo conocimiento de la primera infidelidad de Sebastián la cual ella decidió ignorar debido a que era un marido cariñoso y preocupado por ella y los niños. Él la trataba siempre con cariño cosa que su anterior pareja no hacía y eso llenaba su corazón.

Cuando su primer hija tenía dos años, Sebastián volvió a fallarle a pesar de tener una bebé con apenas meses de nacida, Ángeles se enteró de que había una mujer esperando un hijo de su esposo. El hombre se aseguró de que ella lo perdonara y pasará por alto todo aquello aludiendo que "Mientras que él regresará a su lado, todo estaba bien "y ella que hacía tiempo solo veía por sus ojos aceptó, no una sino varias infidelidades más. Él acostumbraba a salir de fiesta con amigos dejándola sola con los niños en casa, producto de esas salidas siempre surgía alguna que otra infidelidad, pero él siempre regresaba a casa y para ella eso bastaba.

Hasta que un día ya no regresó, cuando luego de una semana de ausencia se presentó en la casa a buscar sus pertenencias

-Mira Ángel - le dijo seriamente- esto ya no da para más, lo que yo necesito no me lo estás dando.

-Pero... ¿de qué hablas? Si yo siempre he estado para ti - interrogó ella con lágrimas en los ojos sin entender a que era lo que él se refería.

-Me dejaste de lado como hombre, te ocupaste de la casa y los niños olvidándote de mí - respondió con cinismo intentando que ella se sintiera culpable y responsable por la ruptura.

-Sabes que no es así.- le replico ella- Tú dejaste de ser cariñoso conmigo, pero con las mujeres con las que andas si lo eres ¿Acaso no te das cuenta de que yo también soy mujer y necesito saber que te intereso?

- ¿De qué estás hablando? Yo siempre estuve para tí, me ocupé de la casa, del bienestar de los niños... ¿Y que hiciste? Dejaste de ser conmigo en la cama como eras al principio.

-¡Por Dios! ¡Tenemos cuatro niños!- respondió exasperada la mujer- ¿cómo puedes pretender sexo todo el tiempo cuando no ayudas en la casa para nada? ¿Acaso debía dejar a los niños abandonados a su suerte, solo para tener sexo contigo?

-¿Te das cuenta? Me dejaste de atender como hombre- le dijo él y ella sintió como que le habían clavado un puñal en la espalda, cuando no estaba de fiesta, o de viaje, el hombre no hacía más que trabajar pero al llegar a la casa no movía un solo dedo, ella debía arreglárselas con todo lo que se refería a arreglos y demás cosas del hogar.

-Bueno, como sea... Yo me voy - le dijo con frialdad- cualquier cosa que mis niñas necesiten me avisas.

Y sin más salió de la casa llevándose su ropa, el coche que habían comprado juntos y las esperanzas de Ángeles de ser feliz.

Lo vio salir y se dejó caer en el sofá mientras las lágrimas caían de sus ojos como cascada.

-¿Y ahora que?- se preguntó mientras trataba de analizar la situación, dándose cuenta de que debía volver a empezar, siendo consciente de que ahora tenía casi treinta y seis años , ya no era una mujer joven, sus hijos mayores ya no estaban con ella, cada uno había hecho su vida, solo le quedaban las dos pequeñas que tenían ocho y seis años de edad Los años y el haberse dedicado al marido, los niños y la casa le habían sumado entre otras cosas kilos de más, habían hecho que descuidara su cabello y su piel, su carrera había quedado en Stan by. No podía negar que a pesar de todo ella amaba al hombre que acababa de dejarla, pero sabía que ya había sido suficiente, entendió que había cometido casi los mismos errores amando sin reservas y olvidándose de ella en el trayecto, intentando ser feliz sin darse cuenta de que era todo una falsa felicidad.

Así que secando sus lágrimas, respiró profundamente, se dirigió al baño y se hizo una promesa a sí misma

-No voy a volver a caer en esa trampa llamada amor, nunca más. Desde ahora voy a vivir solo para mis hijos y para mi.

La mujer se dio cuenta de que su decisión había sido la correcta cuando poco tiempo después se enteró de que Sebastián se había ido de la casa para vivir con una mujer mucho más joven que ella y sin hijos.

La boda

Y tal cual se lo prometió a sí misma, así lo hizo.

Se ocupó de conseguir empleo, comenzó sacando su agenda personal y buscando los contactos de sus antiguas compañeras, así como también los números de los lugares donde había trabajado.

Al principio, cuando se contactó con los lugares donde había trabajado, se encontró con algunas negativas y también con que algunos de esos lugares ya no estaban en el rubro o simplemente habían dejado de existir. Esa situación le complicaba las cosas, pues no solamente veía truncado el hecho de volver a trabajar en alguno de esos lugares, sino que tampoco obtendría referencias de ellos.

Fueron varios los días en los cuales se ocupó de conseguir empleo. Hasta que se contacto con sus ex compañeras, algunas de ellas le atendieron pero otras al parecer ya no tenían los mismo números por lo tanto no responderían. Al igual que cuando se contactó con las empresas en las que había trabajado, tampoco consiguió buenos resultados con sus excompañeras, algunas ni siquiera estaban trabajando. Recién entonces Ángeles se dio cuenta de que habían pasado muchos años y que no sería tan fácil como había pensado, pero no se daría por vencida...

Así pasaron los días y meses también, ella se dedicó a sus niñas consiguió algún que otro empleo temporal, alquiló un lugar donde vivir con sus hijas, las cuales se adaptaron a cada situación nueva rápidamente dejando a Ángeles satisfecha de que al menos ellas no estaban sufriendo tanto la separación. Su ex pareja no volvió a aparecer y eso le dolía a las niñas pero con el tiempo se acostumbraron al hecho de que solo su mamá estaba presente.

Mientras seguía buscando empleo de lo que ella amaba hacer; se dedicó a hacer trabajos en su casa diseñando vestidos de fiestas. Luego de realizar un vestido para una boda, la cliente con la cual había entablado una relación de amistad, la invitó a su boda. Al principio Ángeles no quería asistir debido a que la boda era en un lugar muy exclusivo lo cual solo significaba una cosa, los que asistirían iban a ser solamente gente de dinero y ella allí no encajaba.

-Vamos, Ángeles. ¡Por favor!- le decía la muchacha por teléfono intentando una vez más que aceptará su invitación- Quiero presentarte a algunas personas que pueden ayudarte con lo del empleo.

-Cariño- decía ella tratando de excusarse- estoy muy atareada estos días, además las niñas tienen sus últimas clases en el colegio…

-¡Ya, basta! No seas mala, es solo un día.- le rogó la chica y Ángeles sintió incomodidad ante el pedido- Ok déjame ver como puedo hacer- respondió con dudas.

-¡Fantástico!-exclamó la chica con alegría- mañana te llevo la invitación.

-Tranquila niña, dije que voy a ver, no aseguré que iría- trató de calmar el entusiasmo de la muchacha

-Como sea- respondió esta otra- igual te la voy a llevar, nos vemos...- y sin más corto la llamada.

Ángeles y la joven gracias a las idas y venidas de esta para hacer pruebas y ver detalles del vestido de novia ,habían hecho una linda amistad, la muchacha tenía conocidos en el rubro textil y creía que alguno de ellos podía darle empleo a su amiga.

Al día siguiente la muchacha llegó a realizar la última prueba de su vestido y se puso feliz al ver que era tal cual ella lo había querido. De verdad su amiga era una experta diseñadora y quería ayudarle con eso del empleo, ya que no era lo mismo hacer de vez en cuando algún que otro vestido a trabajar en un lugar donde si o sí tuviera un sueldo fijo.

Antes de irse le extendió la invitación a su boda y cuando ya se había ido Ángeles quedó pensativa mientras veía aquella tarjeta, en eso su hija mayor entró al local donde la mujer tenía su taller.

-¿Qué te pasa mamá?Estás muy pensativa.- preguntó al verla.

-Bueno... una de mis clientes me invito a su boda- respondió con poco entusiasmo.

-¡Qué bueno! ¿Y supongo que vas a ir?- interrogó su hija.

-No. Me parece que no, tengo mucho que hacer todavía, ocuparme de los preparativos de las cosas del colegio de tus hermanas ...- la muchacha puso cara de disconformidad.

-Yo me ocupo de eso, hace años que no sales a ninguna parte. Ya es tiempo de que empieces a hacerlo. Además, no es como que vas a irte para nunca regresar -aclaró la joven y a Ángeles no le quedó otra que darle la razón.

De esa manera la muchacha logró convencer a su madre de que ya era tiempo de que saliera un poco.

Así que le ayudó a elegir que se pondría para aquel evento, si bien luego de su separación Ángeles se había dado cuenta de lo mucho que se había descuidado físicamente, con el correr de los días comenzó a ocuparse de eso, no se sentía con ánimos para ir a hacer actividad física en un gym así que se dedicó a salir a caminar, realizar aquella actividad le transmitía mucha paz y tranquilidad, a la vez despejaba su mente oyendo música. De esa manera consiguió bajar de peso, tonificar sus músculos, a la vez se encargó de su cabello yendo a un salón de belleza, lo corto a la altura de los hombros y lo tiño castaño oscuro, logrando con esto verse diferente, y hasta unos años más joven. Sus hijas estaban felices por el cambio.

El vestido que eligió para asistir a aquella boda era sencillo, color vino tinto, con hombros caídos , falda ajustada al cuerpo y a la altura de la rodilla. El cabello lo usaría suelto colocando en el un pasante en forma de flor.

Si bien Ángeles no estaba segura de que fuera buena idea asistir a aquella boda, tomó valor y llegado el día se preparó para ir.

Cuando estuvo lista, sus hijas se pusieron felices al ver a su madre tan bien arreglada; cosa que antes no habían tenido oportunidad de ver cuando estaba con su padre.

Llamaron un taxi, dándole la dirección adonde debía ir y se despidieron de ella deseándole suerte y pidiéndole que disfrutara de aquella fiesta.

Mientras iba de camino los nervios iban haciendo de las suyas en el interior de la mujer, la boda era en una casa quinta bastante retirada, tanto el sacerdote como el juez de paz habían sido pagados para estar presentes en el lugar. Al llegar descendió del coche, sus manos temblaban pues hacía ya tiempo que no iba a ninguna fiesta, también hacía mucho que no se vestía de aquella manera y mucho más tiempo era el que había pasado sin compartir con gente que no conocía.

Se detuvo en la entrada del lugar, respiro profundamente, tomando coraje se encaminó hacia la puerta, miró a todos lados esperando ver a la muchacha o quizás a la madre o hermana de esta y por suerte la madre de la chica estaba allí, al reconocerla se le acercó.

-¡Ángeles! Que bueno que pudiste venir, Lucy va a estar feliz- le dijo la madre de la muchacha saludando cortésmente.

-Es un placer estar aquí- respondió ella y en eso la hermana de Lucy se acercó rápidamente

-¡Mamá, mamá!- exclamó preocupada-¡Tenemos un problema!- al ver que su madre estaba con otra mujer la muchacha sintió pena- lo siento no vi que estabas ocupada.

-Está bien, cielo. ¿Qué ocurre?- preguntó su madre, la muchacha la miró dudando de si podía hablar frente a la mujer que estaba allí pero su madre al darse cuenta le dijo- Puedes hablar tranquilamente, es Ángeles.

-¿Ángeles? ¿La que confeccionó el vestido de novia de mi hermana?- indagó sorprendida y su madre afirmó con una sonrisa-¡Guau! ¡Estás preciosa!- le dijo a Ángeles y esta le sonrió.

-Bueno, niña, dinos ¿qué ocurre?- la sacó de su asombro la madre.

-Bueno pues... mi hermana está teniendo problemas para cerrar el vestido...-se encogió de hombros al notar sorpresa en el rostro de su mamá.

-Bueno mejor vamos a ver.-dijo la mujer caminando hacia donde estaba su hija-¿Nos acompañas?- le preguntó a la recién llegada y está asintió comenzando a caminar detrás de ella.

Caminaron por un pasillo repleto de flores y adornos en colores pastel y al llegar a la habitación donde la novia estaba preparándose, la situación era peor de lo que esperaban Lucy no solamente estaba sin su vestido puesto, sino que había llorado tanto que el maquillaje que antes la hacía ver como una princesa ahora era un desastre.

La muchacha al ver a su madre y hermana hizo puchero y su llanto se intensificó, más cuando notó a la mujer junto a su madre, secó sus lágrimas para asegurarse de que lo que estaba viendo era real.

-¿Ángeles?-preguntó incrédula

-Así es- respondió la otra

-¡Guau! Me encanta tu look- le dijo sonriendo al ver tan bien arreglada a su amiga.

-A nosotras también nos gusta- le dijo su madre- pero va a ser mejor que ahora nos ocupemos del tuyo que está horrendo.

Y de esa manera las tres mujeres se dedicaron a ayudar a la novia a colocarse el vestido, retocar el maquillaje para que en pocos minutos estuviera lista para salir.

Cuando ya estuvo preparada, la hermana de Lucy acompaño a Ángeles al lugar donde estaban los demás invitados y la dejó allí. .

Unos minutos después tras haberse oído el Ave Maria, la novia se presentó y fue recibida por su esposo quien además de estar impecable se veía feliz. Ángeles se alegró por la muchacha que estaba a punto de unir su vida con el hombre que amaba y que también sentía por ella lo mismo. Luego de que los novios manifestaran sus votos, todos aplaudieron, los presentes se acercaron a felicitar a los recién casados y Ángeles quien estaba conversando con Lucy , sintió algo extraño, alzó la cabeza y a unos metros de ellas pudo observar a un hombre con una copa en su mano, mirándola fijamente y este al darse cuenta de que ella lo miraba también, levantó su copa como saludo y le regalo una sonrisa que hizo temblar el interior de la mujer.

Los ojos más bellos....

A Ángeles sintió mucha vergüenza al darse cuenta de que lo había estado viendo por demasiado tiempo, agachó la cabeza, pero era imposible no quedarse embobada mirando aquella belleza de hombre, alto, cabello castaño, su porte denotaba elegancia, el traje que llevaba puesto le quedaba como anillo al dedo, desde la distancia en que ella se encontraba se podía notar que tenía un cuerpo muy bien trabajado y sus ojos... no podía ver que color eran exactamente, pero eso no hacía la diferencia, esa sonrisa que le había dedicado era más que suficiente para darse cuenta de que era todo un don juan el hombre.

-Ángel- le dijo la muchacha que aún le estaba hablando y se percató de que no había sido escuchada

-Sí, disculpa es solo que ...- la mujer no supo que responder- me distraje mirando lo bello que está todo, me alegra tanto por ustedes.

-Gracias, como te decía ahora vayamos para donde están mis padres que hay unas personas que quiero que te conozcan- le dijo la muchacha indicándole por donde ir, únicamente para girarse y darse cuenta con que se había distraído su amiga, una sonrisa surco los labios de la chica mientras la alcanzaba y juntas iban hacia las mesas de invitados.

Caminaron hasta llegar a una mesa donde había varias personas, un par de parejas mayores, unos adolescentes muy carismáticos, un hombre unos quince años mayor que Ángeles y una muchacha que tendría quizás veinte años. Lucy presentó a su amiga con cada uno de ellos. Las parejas mayores eran los abuelos de Lucy, el hombre era su tío, los dos adolescentes sus primos hijos del anterior y la muchacha era la acompañante de su primo quien no se hallaba en la mesa, Lucy les comentó a todos que Ángeles había sido la encargada de confeccionar su vestido y todos elogiaron su trabajo, la muchacha les sonrió en agradecimiento.

-¡Es fantástico tu trabajo!-le dijo la chica que venía de acompañante- Cuando Killyam y yo nos casemos quiero que seas quien confeccioné mi vestido.

-Será un placer- dijo Ángeles sin notar que los adolescentes hacían caras ante las palabras de la chica.

-Creo que para que eso pase, primero mi hermano tendría que pedirte matrimonio¿no?- le preguntó la adolescente que tendría como unos quince años.

-Es cierto- agregó su hermano- aunque antes de eso deberías ser su novia¿ o me equivoco ?- los chicos chocaron los cinco divertidos en señal de que le habían arruinado el comentario a la joven , quien les puso mala cara, se levantó de su lugar y salió sin rumbo luego de decir...

-Me voy a buscar a Killyam, ustedes me aburrieron niños...

-¡Buena suerte, entonces! Ojalá y lo encuentres porque me parece que se te anda escapando , ja, ja.- los niños volvieron a chocar las manos, al parecer se divertían mucho a costa de la muchacha.

Lucy le tomó la mano a su amiga y juntas caminaron a otra mesa, antes le explicó a Ángeles que sus primos solían hacer eso con todas las chicas que se acercaban a su hermano mayor cuando estas no les caían bien, las fastidiaban hasta que se cansaban. Lo cual solo comprobaba el hecho de que no estaban interesadas en su primo, sino más bien en lo que él generaba, o podía darles gracias a su posición en la empresa donde trabajaba.

Al llegar a la otra mesa, Lucy presentó a Ángeles con unas señoras muy elegantes , en realidad allí todos se veían elegantes y con dinero .

-Tías queridas- habló la muchacha a las señoras que sonreían amablemente- Les quiero presentar a mi amiga Ángeles, ella fue quien confeccionó mi vestido.

-Es un placer, cariño- dijo una de las mujeres poniéndose de pie y dándole un beso en cada mejilla.

-El placer es mío, señora- respondió con educación Ángeles.

-¡No. Por favor! No me digas señora, llámame Sofia - le dijo la mujer con un gesto fingido de indignación.

-Ok- dijo titubeante la muchacha-lo siento, es un placer Sofía...

-Yo soy Sara - dijo la otra mujer , Ángeles le sonrió y se dio cuenta de que eran gemelas- ¡ni se te ocurra llamarme señora!- le advirtió y las cuatro comenzaron a reír.

Las tías de Lucy invitaron a Ángeles a tomar asiento en su mesa, ella aceptó pues al menos no tendría que sentarse sola con desconocidos absolutos, al menos le habían presentado a las mujeres y ambas se veían muy amables.

-Bueno, Ángel. Yo me voy porque mi esposo me necesita, te dejo en muy buenas manos- le dijo Lucy y se alejó con una enorme sonrisa.

Las mujeres invitaron a Ángeles a sentarse y comenzaron a platicar con ella. Le contaron prácticamente toda su vida mientras cenaban, la muchacha sonreía y de vez en cuando las mujeres le hacían preguntas las cuales ella respondía con mucha amabilidad y certeza.

La fiesta estaba en su apogeo cuando Ángeles se levantó de su lugar para ir al baño y revisar la hora en su móvil, supuso que era bastante tarde porque se sentía con sueño, iba a aprovechar también para despabilarse un poco. Se excusó con las señoras prometiendo que enseguida regresaría y caminó al interior de la casa sin percatarse de que unos ojos muy bellos la observaban de manera insistente.

Cuando estuvo dentro del baño, se miró en el espejo, comprobó que su maquillaje y su cabello estaban impecables y que aún no tenía cara de sueño, pero se dijo que ya era hora de regresar a su casa. Abrió la puerta dispuesta a despedirse de las señoras y de los novios pero cuando lo hizo... se encontró con aquel hombre que tiempo atrás le había sonreído, no lo había vuelto a ver en toda la noche, pero ahora lo tenía ahí frente a ella, pudo notar que era más alto de lo que ella pensaba y bastante joven también, prácticamente chocó contra su pecho al intentar salir del baño, él no se movió un milímetro, obligándola a levantar la cabeza y mirarlo a la cara; lo cual solo sirvió para que en su interior las cosas se revolucionaran al punto de querer huir del lugar. Al ver esos hermosos ojos claros detallarla sin pudor y luego esbozar nuevamente aquella sonrisa.

-Disculpe- dijo ella con respeto tratando de pasar a un lado del hombre.

-¡Cuando quieras preciosa!- le dijo él con absoluta coquetería y le guiñó el ojo para luego hacerse a un lado y darle paso.

Ángeles caminó sin saber adonde la llevaban sus pies, aquel muchacho, porque eso era él, un muchacho, tal vez de veinticinco o veintiseis años, había removido en su interior sensaciones que hacía tiempo estaban aplacadas y eso la asustó.

Regresó a la mesa donde estaban las tías de Lucy a despedirse, al principio las mujeres querían convencerla de quedarse pero magistralmente ella salió del apuro aludiendo que ese día tenía mucho trabajo que hacer.

Antes de que se fuera Sara una de las señoras le extendió a la muchacha una tarjeta.

-Mira, niña. Me buscas aquí y hablaremos de negocios- le dijo y Ángeles no comprendía acerca de que negocios le hablaba.

-Somos dueñas de una casa de modas - dijo la otra señora- y estamos queriendo agregar a nuestro rubro vestidos de gala hechos a medida. Diseños exclusivos de alta costura.

-Exacto, y cuando vimos el vestido de nuestra sobrina, nos encantó el estilo, y le dijimos que queríamos conocerte.- agregó Sara.

-Ok.- respondió Ángeles comprendiendo a que se refería Lucy cuando le dijo que quería presentarle a algunas personas. Se sintió muy contenta al saber que quizás sus cosas en cuanto al empleo tomarían un nuevo rumbo- les agradezco mucho, ustedes díganme ¿cuándo quieren que me presente?

Ambas mujeres se vieron y fue Sofía quien respondió.

-Si te parece bien , el lunes.

-Me parece perfecto. Hasta pronto.-respondió la muchacha tomando su bolsa y dirigiéndose hacia donde estaban los novios.

Cuando llegó donde estaban Lucy y Felix su ahora esposo, les sonrió a ambos

-Chicos, gracias por haberme invitado- ambos la miraron.

-¿Ya te vas?-preguntó Lucy

-Si, cariño. Tengo que terminar unos trabajos y no puedo atrasarme con eso.- le respondió Ángeles, la pareja se puso de pie y la despidieron con cariño, Lucy le prometió que al regresar de su luna de miel lo primero que haría sería visitarla.

Luego de despedirse de los novios Ángeles salió del lugar, ya estando en la calle se percató que no había llamado taxi para regresar, así que caminó un par de cuadras para ver si pasaba alguno. Mientras iba caminando escuchó el ruido del motor de un vehículo que se acercaba, detuvo sus pasos y se giró solo para decepcionarse pues si era un vehículo, pero no un taxi.

El coche aminoró su marcha , deteniéndose a su lado, la mujer se puso nerviosa y comenzó a caminar nuevamente, solo para comprobar que el vehículo seguía sus pasos, entonces dispuesta a hacerle frente a quien fuera que la seguía se detuvo y se acercó, vio como la ventanilla del lado del conductor comenzaba a descender y se paralizó al ver esos ojos verdes nuevamente y luego escuchar...

-¿Adónde te llevo, preciosa?

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