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La Mejor Solución De Harrods

Capítulo 1

Estaba desmayada, otra vez. De alguna manera ya estaba completamente acostumbrada a estar desmayada, por lo menos en este terrible lugar.

Tenía mucho, demasiado dolor, pero, el dolor que sentía era tanto físico, como mentalmente, porque sabía que iba a morir en cualquier momento, y lo que faltaba para ese futuro era tan poco, que creo que de solo chasquear los dedos se cumpliría...

Las ideas corrían por mi cabeza, no sabía de qué manera iba a morir, tal vez apuñalada, explotada, ahogada, envenenada, e incluso, ¡comida!

Porque, todos sabemos que Rosé era una maniática asesina, lunática, bipolar y caníbal. Y todos sabemos de lo que ella era capaz...

Cuando me desperté, estaba completamente amarrada a una silla de hierro con unas cadenas, y en la parte de abajo de mi pierna izquierda tenía otra cadena amarrada, que esta tenía una enorme piedra.

Era extraño, ¿por qué motivo Rosé habrá puesto esa piedra amarrada a mi pie? ¿Por qué lo haría? Se supone que moriré de una manera muy dolorosa y lenta, al fin y al cabo es mi castigo, por no confiar en mis amigos.

Sentía como si se me trancara la circulación. Las cadenas estaban tan bien amarradas que posiblemente podrían dejar marcas de por vida. Estaba un poco ensangrentada, y me dolía mucho el cuello, no podía observar bien mi cuerpo, pero creí que tenía moretones por todos lados, me dolía tanto el cuerpo, pero tanto, que preferiría morir en vez de soportar tanto dolor.

Había un enorme olor a agua de alcantarilla, ese olor fétido y asqueroso que absolutamente nadie soporta, solo los animales carroñosos como las ratas, que se comen todo lo que encuentran con tan solo el objetivo de sobrevivir.

También me llegaba a la nariz un leve olor a pescado. Nunca me gustó el pescado, lo juro, y la parte de sacarle las espinas era la más odiosa para mí. Pero mi mamá me obligaba a comérmelo, ella decía que tenía fósforo y proteínas, que aunque no me gustara tenía que comérmelo, por el bien de mi salud.

En esos tiempos era muy enfermiza, por todo me enfermaba. Los días de lluvia, no me podía caer al rostro una sola gota de agua, porque instantáneamente agarraba un tremendo resfriado.

Mi madre me hervía el agua, porque decía que tenía bacterias, y que para evitar contagiarse a través de ellas, lo mejor era hervir el agua. Puede ser que para los demás, el agua hervida tenga un sabor un poco distinto al agua natural, pero por lo menos es más saludable.

Se podría decir que, prácticamente no conocía a mi madre. ¿Saben? Mi madre murió muy joven, según mi padre, ella murió unos tres años después de mi nacimiento, justamente cuando me tuvo tenía 17 años, y cuando murió, tenía 20 años. Ahora me doy cuenta de que moriré con la misma edad que murió mi madre...

Recuerdo muy vagamente, cuando me decía que la confianza y la amistad era lo más bonito que pudiera existir en la vida, y como todo niño de tres años, esas palabras eran un poco confusas para mí. Me llegó a dar cuenta ahora que ella tenía razón, nunca debí hacerles daños a mis amigos, nunca debí amenazarlos ni lastimarlos, nunca debí ser hipócrita ni sarcástica, y sobre todo, nunca debí haber existido...

Solo mírenme, una estúpida chica de 20 años que mide un metro con 65 centímetros, casi una enana. Creía que si me pintaba el pelo de morado las personas me iban a ver más "genial", cuando realmente me volví una odiada y despreciada por mis propios compañeros.

Realmente, me arrepiento de todo lo que hice, pero, ya saben, un delincuente, es un delincuente, y aunque se arrepienta de errores, debe pagar por ellos...

(...)

A mi alrededor vi unas paredes pintadas de rojo, parecía como si la pared estuviera acabada de pintar, porque ese olor a gasolina que tiene la pintura lo inhalaba con desprecio y asco.

Despreciaba el olor a gasolina por la siguiente razón:

Mi padre era mecánico, todo el día se lo pasaba en su taller trabajando y nunca tenía tiempo para mí. Después de la muerte de mi madre, todo cambió, parecía que yo tenía la culpa de todo. Porque, según mi padre, cuando mi madre me tuvo, le nació un tumor maligno en el estómago.

El tumor era tan potente, que los doctores no podían hacer nada. Operaron a mi madre varias veces, pero luego se dieron cuenta, que el tumor se reproducía dentro del organismo de mi madre, y eso quiere decir que ya mi madre no tenía un solo tumor, sino varios.

En ese momento, fue cuando a mi madre le dictaron su sentencia de vida. Tres años, tres años era lo que le quedaba a mi madre de vida...

Mi madre sabía que solamente iba a pasar conmigo tres años, fue por eso que me crio con todo el amor del mundo.

Mis recuerdos son tan vagos, que es casi imposible para mí recordarla, pero, si hay algo que me acuerdo de ella, y era su hermosa sonrisa.

Su sonrisa, cuando la veía, me sentía protegida y libre de todo mal. Me sentía segura de mi misma, y me llenaba de valor. Casi siempre, después de la sonrisa, venía su cálido y humilde abrazo que me llenaba de amor y compresión. De veras, yo amaba a mi madre...

Lástima que ese amor duró poco, porque los tres años se fueron volando. Nunca llegué a ver como mi madre murió, solamente, lo único que vi fue cuando mi padre llegó a la casa todo destrozado, triste y llorando.

Cuando me vio, me dijo:

-"¡Todo esto es por tu culpa! "

Simplemente, en ese momento no sabía de qué estaba hablando. Nada más tenía tres años, no tenía conocimiento de nada en la vida, bueno, casi nada.

No entendía las palabras de mi padre, eran muy confusas para mí en ese momento. Entonces pensé que a lo mejor estaba triste por algún motivo, fue por eso que me acerqué para abrazarlo, y recibirlo con todo el amor que llevaba en mi corazón.

Si había algo que me decía mi madre, era que:

-"Un cálido abrazo, libra de todo sufrimiento y dolor interno"

Fue por eso que creí, que a lo mejor al abrazar a mi padre, se sentiría mejor.

Pero recibí todo lo contrario...

Capítulo 2

Cuando lo iba a abrazar, me empujó con desprecio, y me lanzó al suelo, causándome una pequeña herida en mi brazo derecho, no entendía por qué mi padre había hecho tal cosa, al fin y al cabo no había hecho nada malo, aún...

-"No te me acerques de ahora en adelante, ¿entendiste? " -me dijo con seriedad y firmeza.

Yo me quedé completamente inmovilizada en el suelo sin respuesta verbal. Creo que a partir de ese día, empecé a tenerle miedo a mi propio padre...

Fue entonces que cada vez que llegaba del trabajo, tenía ese asqueroso olor a gasolina, y cada vez que llega a mi nariz tal olor, me dan ganas de vomitar.

Nunca olvidaré esas palabras furiosas de mi padre, a partir de ese día, prácticamente casi ni hablábamos, pero si cumplía con su deber de padre alimentándome y yendo a las reuniones de padres en el colegio.

Lástima que cuando yo tenía 19 años, literalmente, el año pasado, cuando estaba saliendo del trabajo, un policía llamado Leo dijo que un carro lo había atropellado a sangre fría frente a la comisaría...

(...)

No me había dado cuenta de que a unos pasos frente a mí había una especie de "Acuario", pero este era un acuario diferente. Ese acuario era muy grande y el agua estaba un poco roja, no sabía distinguir si era pintura, o sangre...

De seguro el olor a agua de alcantarilla salía de ese acuario, pero era extraño. ¿Por qué iba a a ver sangre en un acuario? Definitivamente, era un misterio, además, también era extraño que el agua tuviera olor a agua de alcantarilla, era repulsivamente asqueroso.

Pedí ayuda a gritos, pero nada, nadie venía a ayudarme ni nadie venía para sacarme de ese lugar horroroso, daba escalofríos estar en ese sitio. Esa sensación de miedo y de frío al mismo tiempo la había sentido antes, pero mis recuerdos son borrosos y para mí es muy difícil recordar.

No sabía el motivo, lo único que recuerdo es que estaba en el Subterráneo y todos los demás me estaban diciendo que era la asesina, y que pretendía matarlos a todos, luego de eso, recuerdo que Hobi me enganchó a una cadena por el cuello, y me arrastró hasta un sitio desconocido. No pude ver a que sitio me llevó, porque cada vez que me arrastraba por el piso me quedaba sin aire, sin poder respirar, y sin poder hablar, ni gritar, el único pensamiento que tenía en la mente, era que había llegado la hora de mi muerte.

Sin duda era por eso que me dolía tanto la garganta, porque Hobi me enganchó a esa cadena por el cuello y me arrastró por todo el sucio piso como si fuera un saco de papas...

Fue que me di cuenta después que desperté en este sitio pintado de rojo y encadenada en una silla de hierro, pidiendo ayuda y sin recibir nada a cambio. Fue ahí, cuando mi mente de verdad entendió lo que me dijo mi madre a los tres años, que lo más bello que puede existir, es la amistad y la confianza, pero yo no hice caso a sus palabras, y la obsesión por sobrevivir se apoderó de mí sin misericordia.

Me lo merecía sin duda, la muerte estaba tocando mi puerta, y yo estaba corriendo para abrirla...

No había notado que en la pared roja había una puerta roja de madera. Pero esta estaba vieja y media podrida, mientras que todo lo demás por lo menos era digno de ver.

Como no tenía nada que hacer, por lo menos decidí observar "algo", y ese "algo" fue la puerta roja...

Me quedé observándola detenidamente como si fuera lo más importante del mundo en ese momento, como cuando atienes a un profesor cuando está dando la clase.

Lo peor de eso, es que siempre alguien te quita la atención y concentración que le tienes al profesor...

Lo que me quitó la concentración fue unos pasos que se oían levemente al principio, pero con lo que iba pasando el tiempo, los pasos se sentían más y más fuertes, como el sonido de una gran pisada.

El miedo y el estrés me consumía al oír esos pasos como se acercaban cada vez a mí, la puerta tambaleaba como si tuviera vida propia, nunca había sentido tanto miedo, bueno, de hecho, si he sentido muchos miedos peores que este, pero, este tipo de miedo también era muy escalofriante...

Hasta que, al fin, se reveló...

Aquella persona le dio una patada tan fuerte a la puerta que la derribó al instante, se podía notar que la persona tenía tremenda fuerza.

Demasiada como para atar con cadenas a una persona sentada en una silla de hierro...

Sin duda, era Rosé. Sus cabellos rojizos retocaban su diabólica mirada asesina y llena de locura. Sus ojos rojos combinaban perfectamente con su vestimenta y con su cabello, y también su mirada alegre era aterradora, tan aterradora y sarcástica que me hizo sentir un escalofrío de repente.

-¿Tienes miedo? -preguntó acercándose-. No te preocupes, muy pronto estarás libre de sufrimiento y de tragedias. ¡La vida es un período corto de dolor y sufrimiento, mientras que la muerte, es eterna, plena, y confortable!

Esas palabras me dejaron hecha un bloque de piedra, completamente inmoviliza por el temor. Por fin determiné que la muerte estaba más cerca de mí que la mismísima Rosé. Su diabólica cara era la tortura más fuerte para mí, y no podía recordar otra vez cuando nos dio carne humana y casi nos morimos por mala digestión.

-No estoy para bromas, Rosé -le dije agachando la cabeza-. Si vas a matarme, hazlo de una vez y no me jodas los pocos minutos o segundos que me quedan de mi miserable vida.

Era obvio que estaba retando a Rosé, salían esas palabras de mi boca aún sabiendo que ella es capaz de matarme cuando le apetezca, pero por lo menos tenía que morir con un poco de dignidad.

Rosé frunció el entrecejo y me agarró por los cabellos. Luego me acercó a su cara de una manera brusca.

-¡No me estés apresurando si no quieres morir más doloroso de lo que pensaba! -exclamó Rosé apretando con fuerza mis cabellos morados.

Me quedé completamente callada apretando mis puños para disminuir la ira y el odio que tenía contra Rosé, pero sabía que tenía que tragarme mis pensamientos negativos. Si había algo que a Rosé no le gustaba, era que no le faltaran al respeto.

Mala suerte para los que la hicieron enojar, obviamente ya deberían estar tres metros bajo tierra...

Rosé soltó los cabellos maltratados de Helen y agarró la cadena con la cual estaba atada a la silla y le dijo:

-¿Nadie te ha dicho que la peor manera de morir es ahogado?

Pues, es obvio. Hay muchas maneras de morir, pero casi la peor de todas es morir ahogado.

Prácticamente, es quedarse sin aire y cuando ya no puedas más aguantar la respiración empiezas inmediatamente a tragar agua y más agua, hasta que tus pulmones se llenen de agua y exploten por completo...

Y por fin entendí que iba a morir ahogada. ¡Pues claro! La piedra atada a mi pierna izquierda era para que hiciera peso con mi cuerpo y no me pudiera escapar aunque me liberará de las cadenas, que por supuesto, liberarse de esas cadenas era prácticamente imposible.

Mi destino estaba decidido, como si una persona desconocida viniera del futuro y me digiera al oído lo que me iba a pasar. Lo malo de todo esto, es que ese futuro era completamente indeseable...

Yo nunca le he tenido miedo a la muerte, tampoco creo en Dios, ni en Satanás, solo creo en la suerte y en mi misma, y no opino en las opiniones de los demás. ¿Saben por qué no le tengo miedo a la muerte? Les contaré:

Mi madre amistosa, respetuosa y amigable, aunque fuera la mejor persona del mundo conmigo, siempre me hablaba con la verdad, era una mujer honesta y sincera, para mí, mi madre era la mejor de todo el mundo.

Ella siempre me decía:

-"Es cierto que la vida es bella y hermosa, pero encima de todo, corta. Por eso, todos tenemos derecho a vivirla como podamos y como tengamos las ganas de vivirla. Pero, a la hora de la muerte, nunca debemos de tener miedo, porque todo ser humano tiene que morir, es la ley de la vida. Es por ese motivo que siempre digo que el que tenga miedo de la muerte, no tiene derecho de vivir la vida."

Por esa razón, yo nunca le he tenido miedo a la muerte, pero no quiero que llegue temprano a mí, porque solo tengo 20 años, y como dicen los demás, prácticamente terminé mi adolescencia.

Lo que no me esperaba, era que la muerte estaba tan cerca de mí, que creo que podía tocarme con una uña de su dedo...

Capítulo 3

-¿Pretendes ahogarme en ese Acuario? ¡Claro! Era demasiado obvio, que estúpida soy -le dije a Rosé con un tono demasiado simple, le hablaba como si se pudiera hablar con ella racionalmente, pero sabía que no era así, aunque la tratara con el mayor respeto del mundo, ella no cambiaría de opinión.

-Mm, ¡sí, eso es lo que pretendo! Pero haré una excepción para que mueras más rápido. ¿Y sabes por qué lo haré? Lo haré porque oí cuando te arrepentías por lastimar a tus amigos -exclamó Rosé mientras agarraba con más firmeza las cadenas.

Fue ahí cuando un poco de felicidad iluminó mi alma. Por fin pensé que tendría una muerte rápida, y no lenta y dolorosa como pretendía Rosé.

Aunque no quería morir aún, por lo menos supuse que me tocaba, más bien, me lo merecía, y la muerte sería mi castigo por lastimar a mis compañeros. Fue por ese motivo que no intenté hacer nada para liberarme de la silla, pero de todas maneras, si lo intentaba hacer, iba a ser completamente inútil, porque Rosé estaba ahí.

Y créanme, nadie podía vencer a Rosé...

-Bueno pues, que bueno -afirmé nerviosa-. Por lo menos algo bueno para mis oídos.

Rosé no dijo ni una sola palabra, ella solamente me empezó a empujar hacia al Acuario arrastrándome por el piso para lanzarme al agua y librarse de mí.

Sentí que debía hacer una buena acción antes de morir, pero era imposible. ¿Qué buena acción podría hacer en este lugar? ¡Y justamente casi al borde de la muerte!

En ese momento entendí que no podía hacer una buena acción, pero por lo menos si podía hacer algo, y era disculparme con todos mis compañeros...

Disculparme por lastimarlos, por amenazarlos, por burlarme de ellos, por todo lo malo que les hice.

Por eso, fue que le pedí a Rosé lo siguiente antes de que me lanzara al agua:

-¡Rosé! ¿Puedo pedirte un favor?

-Está bien, dime -respondió.

-¿Puedes pedirle a todos que lo siento por todo lo malo que he hecho?

-...

-Claro...

Y de una vez, Rosé me empujó al agua...

Cuando caí al agua, sentí como descendía rápidamente hacia el fondo del Acuario.

El agua estaba muy fría, y a pesar de que estuviera contaminada, abrí los ojos para ver lo que había a mi alrededor.

Vi a través del cristal del Acuario a mis amigos dándole golpes al cristal para tratar de romperlo, pero era inútil, ellos sabían que ese cristal a lo mejor era casi imposible de romper.

Ver a mis amigos preocupándose por mí fue el mejor regalo de despedida.

Debo admitir que no me di por vencida. Observar como mis amigos se estaban preocupando por mí me llenó de determinación y valor, cuyos sentimientos hicieron que volvieran a mí las ganas de sobrevivir.

Y con "ganas de sobrevivir" me refiero a liberarme de las cadenas e intentar hacer algo para salir de este Lugar y sacar a mis amigos conmigo. Eso incluía la muerte de Rosé...

Buena suerte para mí, que soy muy buena aguantando la respiración bajo el agua. Anteriormente, cuando esta escuela estaba en buen estado, era una de las mejores nadadoras de la escuela, fue por ese motivo que aprendí a aguantar la respiración por cierto determinado tiempo.

Entonces, intenté sacudir mi cuerpo y tragando de romper las cadenas para liberarme de ellas. Pensé que las cadenas al hacer contacto con el agua contaminada, el hierro en ellas se iba a oxidar rápidamente.

Desgraciadamente, nada salió como esperaba...

En muy poco tiempo, ya me estaba quedando sin aire, mi tiempo de vida pasaba frente a mis ojos, ya notaba como la muerte me tocaba con su hoz para llevarme al más allá.

Por culpa de los nervios no pude aguantar bien la respiración, fue por ese motivo que me estaba quedando sin aire y pensé que lo único que hacía con liberarme era perder mi poco tiempo de vida.

Hasta que llegué a ver algo que nunca quise llegar a ver...

Era un tiburón, un gran tiburón que estaba en el Acuario, y estaba vivo completamente. Estaba escondido en un pequeño escondite que estaba en la esquina del Acuario, por suerte, estaba durmiendo.

Se podía notar que estaba vivo por la forma en que dormía, una manera muy peculiar que vi en un documental.

Fue en ese momento cuando entendí lo que me dijo Rosé conque:

-"Pero haré una excepción para que mueras más rápido."

Ya sabía lo que era la "excepción", y era que ese gran tiburón me despedazara y me destripara por completo hasta morir...

(...)

Pasaron alrededor de unos 20 segundos y lo que me faltaba para empezar a tragar agua era prácticamente nada.

Era un gran peso tener que aguantar tanto la respiración, mis pulmones estaban al punto de estallar, me dolía tanto el cuerpo por la falta de aire y por los golpes que me dio Hobi que era casi imposible moverme.

Quedé como una anciana de 90 años, toda destrozada, y casi incapaz de moverse.

Hasta que desgraciadamente no pude aguantar más y empecé a tragar esa agua contaminada...

Cada trago que daba me dejaba sin vida, como si un traficante de órganos me estuviera quitando los órganos uno por uno hasta quedarme si ninguno y morir por falta de organismo. En ese momento entendí que morir ahogado si era de lo peor.

Desgraciadamente, mis gemidos por el dolor, fue lo que me llevó realmente con la muerte...

Ese sonido de gritos y gemidos bajo el agua despertó al tiburón sin dudar, y fue hasta donde estaba yo.

Y no podrán creer lo que hizo...

Cuando ese tiburón se empezó a acercar a mí, el tiempo se detenía, definitivamente.

Literalmente estaba muriendo ahogada, pero, ni siquiera eso, ¡ahora viene un tiburón para comerme viva! ¿Qué tampoco puedo morir en paz en este Lugar?

Claro que a Rosé no le importaba el sufrimiento de nadie en este sitio, lo único que le importaba a ella era su diversión y cumplir su venganza.

Luego sucedió lo que nadie quería que sucediera, ni en sueños...

Lo que más me dolió fue ver con mis propios ojos como ese tiburón encajaba sus filosos dientes en mi pierna y la despedazaba de un solo tirón. Era un dolor indescriptible, y sentir como tu cuerpo se va quedando sin sangre poco a poco, es otro dolor insoportable que cualquier persona aceptaría hasta la muerte con él tal de no soportar ese dolor.

Grité y grité, pero era inútil, me di cuenta después que cuando gritaba estaba cavando mi propia tumba, porque prácticamente cuando tragaba esa agua sucia, me estaba llevando al estómago y a los pulmones millones y millones de bacterias.

La sangre se dispersaba por todo el Acuario. Ese tiburón me atacó como si yo fuera una carnada cualquiera, bueno, al fin y al cabo eso era lo que era para él.

Mis amigos también se quedaron paralizados al ver como ese tiburón me arrancó la pierna de un solo mordisco y se la comió de un solo bocado, mientras que yo me ahogaba y moría por pérdida de sangre, él disfrutaba de un buen festín.

Pero, mis amigos, a pesar de que querían ayudarme para salvar mi vida, ellos, no podían hacer nada, porque sabían de lo que Rosé era capaz, además, el cristal era tan pero tan fuerte, que era casi imposible de romper, ¡ni siquiera con armas de fuego!

Ellos no tuvieron más remedio que ver como ese tiburón se comía mi pierna con el mayor placer del mundo mientras que yo me moría sin piedad.

Para mi suerte, había algo bueno en todo esto.

Noté que el tiburón se había comido mi pierna izquierda, o sea, en la que estaba amarrada la piedra, y por supuesto que la felicidad se apoderó de mí. Sentí que iba a ser libre, y que me iba a librar de todo sufrimiento. Creí que iba a salir del Acuario, y de esa estúpida escuela.

Imaginé que al liberarme de la cadena, iba a salir de Acuario y luego matar a Rosé para salir de esta Escuela Abandonada e irme con mis amigos, para ser libres otra vez, para que no tengamos que matarnos entre nosotros más nunca, para no comer más carne humana, para que se acabe la hipocresía y el sarcasmo, en otras palabras, ¡para ser nosotros mismos!

Pero la felicidad no duró mucho para mí...

Viendo así que mi pierna izquierda había sido comida por el tiburón, no abandoné mi determinación y empecé a nadar con mis otras partes del cuerpo.

Cada vez me elevaba más y más, ¡estuve a punto de salir del Acuario! Pero:

El Tiburón me alcanzó, y me llevó hasta su estómago...

(...)

No tenía si idea si estaba viva o muerta, solo sé que todo estaba oscuro, y no podía ver nada, ¿será esto la muerte?

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