¿Qué es ese sentimiento de pesadez que no le permite abrir los ojos? Sabe que tiene que despertar pero no puede, es como si su cuerpo estuviera muy cansado para hacerle caso a su mente.
El tiempo es lento pero su pasó aleja esa pesadez con lentitud. Sus ojos en algún momento se abren para atrapar oscuridad. ¿Porque no luz?
Le sorprende ser capaz de poder traspasar las capas de oscuridad hasta el punto de distinguir distintas intensidades de negro. Puede ver un techo de piedra.
Probablemente esté en una cueva. Levanta medio cuerpo para sentarse. Se sorprende de estar sobre una lápida de piedra y que su alrededor esté llena de ellas.
Ninguna parece reciente, más bien dan un aspecto antiquísimo. Se pregunta cómo es que llegó a tan escalofriante lugar. Intenta rememorar un poco y se topa con nada. Entra en pánico, siente que su pecho se cierra y no puede respirar.
No sabe quién es, cómo se llaman y de dónde es. La soledad se posa sobre ella como una capa. No le gusta esa sensación. Quiere arrancarse esa parte del cuerpo que la contiene. Se para sobre esa piedra. Una vez más siente un abrumador desconcierto. Sus movimientos han sido rápidos; no lo sabe bien.
Solo fue una pequeña orden inconsciente de su mente que su cuerpo hizo sin rastro de pereza. Dio un pequeño salto que le llevó a dos lápidas. Se quedó parada. ¿Que estaba pasando? Parecía extraño. Recorrió el lugar con la mirada.
Era grande, tan grande como un estadio, llena de lápidas. Y el techo muy alto. Seguramente debía estar en una pesadilla. Eso podía explicar todo lo extraño.
Se rio perezosamente, haciendo eco en ese espacio que rebotó el sonido. Escucho un sonido malditamente bello. ¿Acaso era su risa? Ese sueño era maravilloso.
Dio unos pasos más, que en realidad parecían saltos. Había cientos de lápidas que conservaban su forma, solo los epitafios estaban borrosos. Podía leer uno que otro fragmento al pasar, nada lo suficientemente esclarecedor para satisfacer sus dudas.
Se detuvo a observar, quería encontrar la salida, ver que había más allá de ese espacio.
El silencio era abrumador, hasta cuándo acallaba sus pensamientos. Este lugar pedía no ser alterado, pedia dejar descansar los cientos de almas bajo sus pies.
¿Cómo podría haber semejante cementerio bajo la oscuridad? ¿que había pasado para que terminara aquí? ¿Qué clase de cuento o historia había escuchado antes de dormir? Chasqueó la lengua. Esperaba que no fuera de terror. Pero imposible saberlo, porque no recordaba.
Sus potentes ojos también le ayudaron mucho. No podía divisar la salida. Camino sin rumbo, recorrería todo el contorno de aquella cueva hasta poder salir.
En realidad no sabía si eso era importante, porque seguramente en cualquier momento despertaría. Algo dentro de ella se mostró inconforme, más no le dio importancia.
Le gustaba el lugar, todo en su conjunto; esas lápidas de piedras parecían más para un escenario para gran escena.
Un rumor se hizo presente. Miro hacia todos los rincones sin encontrar nada. Camino guiándose por su oído. Así que, hasta tenía oido agudo.
Paso por encima de decenas de sepulturas, como llevada por el viento. Diviso un arco no muy alto, de dónde provenía el rumor. A cada paso, el sonido aumentaba y cuando dejo atrás ese más de lápidas, escucho con claridad lo que era; un cauce de agua o varios, que podían estar cayendo de distintas alturas. No lo pensó tanto y se adentro hacia el arco.
Todo continuaba siendo piedra. La oscuridad seguía sin ser problema.
No había porque sentir temor, solo que había cierta sensación que le molestaba, a la cual no lograba ponerle un nombre.
El pasillo dio pasó a lo que esperaba; mucha agua, conducido por varios cauces.
Recorrió aquel nuevo lugar maravillandose de tener una imaginación potente. Atravesó una de las cortinas con sus dedos, sin sentir frío. El agua tenía buena temperatura. Las caídas se extendían por decenas de metros, pequeños riachuelos se juntaban y volvían a dispersarse como una maraña.
Aún no había luz, más, sin embargo, eso carecía de importancia, ya que veía tan claro como el día.
Un enorme espejo cristalino atrajo su atención, en un lago de aguas quietas y calmadas, como si no formasen parte de ninguna corriente ruidosa, un poco más lejos recogía el agua con pereza, lo que daba esa impresión de calma.
Se acercó con lentitud, con pequeños pasos característicos de un felino; observando. La cautela no estaba de más.
Estiró el cuello para ver dentro, no fuera que un cocodrilo estuviera listo para la caza, o una serpiente. Todo siguió en calma. Se estiró un poco más y logro ver su infame reflejo, asustándose.
¿Quién es ella o soy yo?
Se tallo los ojos, puso la rodilla sobre la piedra, junto con sus manos. Se volvió a acercar al espejo cristalino. Podría ver otra persona devolviéndole la mirada con interés. ¿Siempre había sido así?
Su larguísimo cabello negro se deslizo de sus hombros para flotar sobre el agua. Quiso mirar un poco más cerca esos extraños ojos que parecían tener un toque rojo, no estaba tan segura de que tan rojos eran, porque parecían más negros.
Necesitaba un espejo de verdad porque el agua perdida sus detalles. Otra cosa fascinante y que le indujo a tocarse la cara fue la piel aterciopelada, sus finas facciones; todo en su rostro era atrayente.
- "Atrayente para la caza" - Sugirió su mente en forma de un pensamiento. Rió. Y su mente continúo: - "Vez, no puedes negarlo" -.
No, eso sonaba más a que era un depredador. Su garganta le quemó. ¿Qué sucedía?
- " Es hora de comer" - Resaltó su mente.
¿Comer? ¿no debería rugir su estómago en vez de su garganta?
Quería pasar más tiempo mirando esa belleza, pero está sensación en su cuerpo le molestaba. Tenía que seguir buscando la salida.
Se levantó de la piedra y siguió recorriendo el lugar. En algún momento tendría que encontrar el final. . . en alguna parte estos riachuelos tendrían que salir al exterior.
En algunos rincones la caída de agua era ruidosa, en otras, descendía muy tranquilas. Le encantaba esa velocidad con que se movía su cuerpo, con esa ligereza que parecía una pluma y no con esa pesadez característica. Qué lindo era soñar.
El camino comenzó ascender ligeramente y el agua descender. Debía ir hacia arriba. Lo más probable era que el agua tuviera caminos subterráneos.
Y ella quería salir a la superficie y sentirse libre, no atrapada como un ratón. La piedra no dejó de acompañarla en ningún momento durante su ascenso.
Nunca logró sentir la fatiga de su cuerpo, no le preocupó, estaba soñando.
A unos metros de la salida pudo finalmente comenzar a ver un cuajo de estrellas dispersas por la inmensidad. En tres pasos más se detuvo.
Estaba en la boca de una cueva, en la cima de una alta montaña, desde donde se podía ver muchas más, adornadas de blanco. La altura estaba muy remarcada en cada una, dejando ver los profundos abismos. ¿Cómo había llegado ahí a qué hora se iba a despertar?
Otra vez su garganta quemó, y sus ojos brillaron con intensidad haciendo que sus ojos subieran un tono de rojo.
Dejó aquella boca y se dentro hacia los árboles. Camino o pensó, mientras los árboles pasaban con velocidad junto a ella.
No tardo en llegar al pie de la montaña, dar otro rodeo y volver a subir. Escucho un latido, no sabía bien que era, pero su hambre le pedí a acercarse.
👁️🌌👀😴
Se detuvo brevemente, intentado localizar la posición de ese hermoso y lleno latido, que hacía tac - tac, tac - tac, tac - tac, y mientras más escuchaba, su cuerpo más feliz se sentia y su mente más confundida, pues no lograba que armonizaran.
Ese sonido la embobada y le provocaba que su garganta ardiera con más fuerza. Dio un paso, luego otro más y de pronto se encontró saltando y volando así ese objeto de su deseo, que anhelaba con desesperación.
No podía calcularse la distancia que recorrió porque su pasó era veloz como una ráfaga de viento, aquél sonido podría estar a cientos de kilómetros o más, resaltando entre todos los sonidos de la noche, que, comparados, palidecía.
A unas decenas de metros disminuyó su paso, como si su instinto le pidiera acercarse con sigilo. Camino entre las sombras de los árboles, cubriéndose con su parte más oscura. Hasta que lo vio.
Se quedó estática. Ese hermoso sonido del cual estaba fascinada, no era otro más que de una persona.
Intento razonar como una persona o un "humano" le recordó su mente, pero el instinto le nublaba parte de ese intento.
Aquel humano caminaba tranquilamente recogiendo leña, sin ser consciente de que ella le asechaba. Tenía ganas de acercarse y apoderarse de ese sonido, de lo que le provocaba.
Olvidó el razonamiento cuando la persona golpeó el cuello al ser chupada por un mosquito sediento de esa sabrosa sangre caliente.
Se acercó mucho más, siempre con el silencio como escudo y la oscuridad de aliada. La sangre de esa pequeña e insignificante picadura se esparció por ese cuello, llevándole el aroma.
Todos sus sentidos gritaron descontrolados. Su garganta era un infierno, si no tomaba esa sangre ahora, enloquecería.
Con un solo pasó quedó tras la humana, pudiendo admirar el lugar exacto dónde esa gruesa avena pasaba. Sometió a esa humana, que por ser la hembra de su especie, era muy débil para defenderse.
Y expuso ese cuello, como un plato exótico para hincar sus dos colmillos que sobresalían de su boca.
Era exquisito, como el mejor platillo que haya probado alguna vez, en donde todos los ingredientes se mezclaban en las proporciones correctas.
Después de beber el primer bocado, no pudo resistirse a seguir bebiendo. Cada sorbo reaviaba su cuerpo produciéndole éxtasis, era como si le hubieran dado una inyección de adrenalina, que le hacía sentir genial.
Bebió sin contenerse, tomando todo lo que pudo, hasta quedar satisfecha. Durante ese transcurso pudo sentir como el corazón de ese cuerpo comenzaba a fallar, como la humana intentaba escapar de sus manos.
La sangre para ese cuerpo ya era insuficiente.
Cuando despejo los labios manchados de esa caliente bebida, el cuerpo se deslizo al suelo.
La observó desde su altura, no muy consciente de los hechos. Su cordura volvía como un ave que había emprendido el vuelo. Podía oír cómo se escapaba la vida hasta quedar inerte.
La humana frágil había muerto. Entonces la cordura golpeó con fuerza. Todas esas sensaciones experimentadas desde que abriera los ojos no eran un sueño. Había cosas extrañas que se lo habían hecho creer.
Pero ver ese cuerpo, ese cuerpo al que le había extraído tanta sangre porque su garganta quemaba . . . se llevó los dedos a esa parte.
- ”Tenías hambre, tu deber era sobrevivir por encima de todo" - Dijo su mente.
No podía ser un vampiro. Eso era de los cuentos.
No sufría por esa muerte y eso la molestaba, porque había robado una vida para vivir.
Grito en medio de esas montañas, luego corrió en un intento de cansar su cuerpo para reaccionar sin saber que ese sentimiento no le pertenecía.
Su cuerpo jamás se fatigo para su decepción, en es espesa noche.
Se detuvo harta de las vueltas sin sentido, como un hamster dentro de una rueda. No quería creer que estaba despierta . . . qué era la realidad . . . su nueva realidad.
¿Cómo había terminado convertida en esto? ¿como había llegado a este lugar tan apartado de la civilización? ¿donde estaban sus compañeros de viaje? Si es que los había habido. ¿Porque no recordaba nada?
Se arrodillo sobre la tierra con decenas de pensamientos más. Insatisfecha de no llegar a ningún lugar en concreto.
Ya había matado y no se sentía mal, no sabía si preocuparse o no, porque había sido como beber un jugo, salvo que era una vida.
- "Humanos hay muchos" - Le recordó su mente, quitándole aún más las implicaciones morales de su acto.
Se hacía más irreal porque no le había dado tiempo a conocer a esa persona, era como ver pasar un desconocido, o ver una piedra. Su parte humana sentía cierta pizca de culpa, pero otra parte de ella que parecía más fuerte barrio con eso.
Esa mujer no debía andar sola, debía ver un pequeño grupo con ella. Su parte humana no quería sentirse más culpable de acabar con su especie, sin embargo, no podía olvidar el sabor . . . la vitalidad . . . ¿en serio estaba pensando eso?
- Solo ayudare al equilibrio de esta especie - Se dijo para enterrar esta parte humana que intentaba protestar.
Se levantó del suelo, se sacudió la ropa y volvió hacia aquel lugar. Se topo con unas tiendas de campaña. Su fin oído escucho varios corazones latiendo con soltura.
Al parecer su grito no los había despertado. Decidió que iría hacia ellos como una pesadilla macabra hasta su destino y eso le hizo dibujar una sonrisa oscura.
El depredador que tenía dentro comenzaba disfrutar de la casa anticipada, regocijandose con este juego que empezaba.
Solo había un pequeño, casi diminuto, inconveniente.
Faltaba pocas horas para confirmar algo que no parecía hacerle ni una pizca de gracia.
Se entretuvo escuchando esos sonidos como si fuesen las notas de la música de una ópera. Sus ojos brillaban ligeramente en la oscuridad, mientras ella yacía sentada en lo alto de un árbol, ocultando su presencia de todos.
Pero era imposible esconder esa esencia, que se esparcía con el viento llevándolo tan lejos cómo podría.
El sol comenzó a levantarse, sus rayos trepaban por este lado del mundo, orgulloso de poder nutrir a toda esa naturaleza que hacía hermoso a este planeta.
Seguía entretenida, sin poner atención a nada más, pues nunca había imaginado que sería capaz de escuchar algo único.
La luz comenzó a molestarle, alzó la mirada hacia este fragmento de sol, bastante enojada. Su piel picaba y estaba enrojeciendo.
Un temor primario se apoderó de ella. No quería morir . . . no aun. Quería conocer más de esta sensación que la hacía sentir tan poderosa, aunque sintiera que había dos partes luchando dentro de ella.
Corrió entre las sombras, que iban desapareciendo con cada minuto. El sol se alzaba como su enemigo y no había nada que lo hiciera cambiar.
Era joven, tal vez una recién nacida . . . tenía muchas preguntas. Siguió huyendo, sin ver lugar donde meterse. Este bosque era grande e inútil, no había lugar para protegerse.
Un lago surgió en su camino, un lago en donde su interior se veía tan oscuro como la noche.
No había muchas opciones.
Se aventó de cabeza y se sumergió en el fondo. El lugar rebosaba de piedras, formando cuevas y conductos subterráneos.
Busco el más grande y oscuro. Dio con una burbuja en medio de todo ello. La atravesó y se recostó sobre la piedra lisa.
Sus ojos comenzaban a pesar como si fueran dos bloques. Al parecer no iba a poder quedarse despierta, eso solo agregaba temor al día. Nunca pensó que extrañaría la luz con tanto dolor.
;)
Mango y sus amigos
Despertó sobresaltado, había tenido una horrible pesadilla. Había visto como su espíritu recorría es espeso monte, pasear tranquilamente y luego como intentaba ser capturado por alguna cosa malvada, haber gritado, pero sabía que no era de él, había intentado escapar del sueño, sin poder salir.
Y entonces todo se había tornado macabro. Uno a uno, iban perdiendo la cordura ante ese ser, que tenía cara de ángel.
Volteo a ver a su compañero de tienda quién aún dormía plácidamente. Detestaba soñar, porque sus sueños eran como malditas predicciones; podía relajarse un poco porque muchas veces solo se cumplían en un pequeño porcentaje.
Se rió de su sueño con un toque de nerviosismo. No existía tales criaturas seductoras más que en los cuentos o en las Vegas, aún así, no podían hacer la competición con aquel ser.
Se levantó y desperezó. Su pequeño grupo había emprendido una pequeña aventura en estas vacaciones universitarias. Y habían decidido ir a uno de los lugares más remotos y extensos del planeta, poblada de leyendas e historias para tontos.
El sol comenzaba a calentar ligeramente cuando ya estaba hirviendo la tetera. Tomó su taza y se sirve un poco de agua, lo mezclo con café y unas hojas que le daban un toque dulce.
Sus compañeros se arrastraron uno a uno, llamados por ese aroma.
- No me gustan las mañanas, son tan frías y neblinosas - Comentó uno de los chicos quién se metía en el suéter.
- ¿Quién apoyó la idea de ir a por aventuras? - Sorbió con cuidado por lo caliente.
- Sí pero quiero quedarme un rato más, ¿no ves mis ojos? - Le mostró sus ojeras.
- Y,a ya, pues duerme temprano o tomate algunas vitaminas, que esto no se vive dos veces - Le recomendaron.
- ¿Alguien ha visto a mi novia? - Salió uno de su tienda de campaña con cara de preocupación.
- Seguramente se levantó temprano y anda explorando - Hubo una sugerencia.
- Yo tengo un mal presentimiento - No era por aguar el viaje.
- ¿Otra vez? Eso dijiste al inicio del viaje y míranos, seguimos muy bien -.
- No me creas, pero ya sabrás cuánta razón tengo - Su rostro reflejo molestia.
- Cálmense, ella regresará pronto, hay que comer por lo mientras y sino vuelve, salimos a buscarla -.
- No tengo hambre, iré a buscarla mientras ustedes se llenan - Desapareció entre un par de árboles, despotricando sobre personas irrespetuosas a las señales paranormales.
Cuando lo vieron desaparecer, uno se puso a reír.
- ¿Porque invitaron a este tipo loco? - Se sentó sobre el suelo y tomó su ración.
- ¿Qué no fuiste tú quién invitó a ese tipo loco? Para que fuera más interesante y no tan aburrido - Le perforaron con la mirada.
- Mea culpa, entonces, pero no pueden negar que ya comenzó la acción - Había dado los brazos para aceptar su error pero era solo una burla porque no lo tomaba en serio.
- Apúrense, tenemos que ayudarle a buscar a su chica, después de todo tenemos que cuidarnos entre nosotros -.
No les contó sobre un porcentaje de sus pesadillas que se hacían realidad. No se sentía seguro en este lugar, también dudaba.
Los tres restantes asintieron con las bocas llenas. Inconscientemente lo habían tomado como el líder del grupo, no solo por su personalidad, sino también por su capacidad de encontrar una solución a todo lo que se enfrentaran.
Cuándo hubieron terminado se dividieron a la mitad, mientras unos se quejaban porque decían que podían andar solos a la luz del día, y no eran unas nenazas.
Se rio. Andar en equipo era necesario. Solo él se fue solo en busca del chico, mientras más rápido lo encontrará, menos tiempo andaría solo. El sol le reconfortó con sus cálidos rayos que aún no eran tan fuertes para robarle toda la energía.
Camino observando cada detalle de su alrededor en busca de indicios, algo que le ayudase.
Mientras él buscaba rastros de su amigo y la chica, los otros buscaban no muy seriamente por una zona distinta. Al principio se esforzaron un poco, pero conforme pasó el día, eso quedó atrás, uno de ellos jaló al otro y luego el final al más tranquilo. Hasta que se toparon con un lago a mitad del día.
No flojos ni perezoso se quitaron las prendas, para lanzarse al agua.
- El día es demasiado bello y caluroso para trabajar - Dijo uno de ellos, qué horas antes se había burlado de los demás.
El más tranquilo se quedó un rato tirado sobre la hierba, mientras los dos más extrovertidos competían por alcanzar un punto alejado.
El calor comenzaba a ser sofocante y el final término por sumergirse también en el agua. Podía ver el fondo, llena de fina arena y piedras, recorrió otro tanto más explorando, entretenido y fascinado de descubrir cuevas submarinas.
Una de esas tantas cuevas llamó su atención. Fue adentrandose y olvidándose de los otros. Algo le llamaba a ese lugar. Una sensación que le decía que tenía que seguir hasta el final, porque ahí había algo que le interesaría.
No podía aguantar mucho bajo el agua sin oxígeno, estaba pensando en regresar cuando unos tenues rayos iluminaron más adelante. Se apresuró bajo esa presión que amenazaba con exterminarla el oxígeno y encontró un espacio de aire, respiro profundamente, para volver a oxigenar cada célula de su cuerpo.
Sus ojos miraron esa luz dándose cuenta que era imposible salir por ese pequeño espacio. Bajo la vista y espero a que sus pupilas se adaptaran a esa densa oscuridad.
Un contorno familiar atrajo su atención, no estaba seguro. Tomó su pequeña luz que colgaba de su ropa y alumbro.
Esa luz estuvo apunto de resbalar de sus manos como si fuesen de mantequilla y no de carne y hueso.
Era una mujer preciosa, en toda la extensión de la palabra, dormida sobre la roca.
Dejando huellas de agua su pasó, se fue acercando para admirar mejor la belleza dormida. ¿Cómo era posible que hubiera una chica bajo el agua? O ¿estaba soñando?
Se dió un pellizco en el otro brazo y el dolor recorrió su sistema nervioso. Sus ojos no dejaron la silueta. El largo cabello oscuro se esparcía sobre la roca. Su clara piel hacía armonía con la densa oscuridad, como si perteneciera ella.
Eso le mando un escalofrío por la columna, a la cual no le dio importancia.
El rostro del ardiente mujer tenía unas largas pestañas que se curvaban ligeramente, una ceja delgada y oscura, sus labios rojos eran los que llamaban la atención, como si le pidieran ser besados.
Se había ido inclinando lentamente, pensando si debía ceder ante ese inocente deseo. Solo era un beso robado una bella mujer, que guardaría en sus recuerdos como algo valioso.
No sé contuvo y la beso. Al volver a levantarse, sintió que debía seguir y proteger a esa mujer hasta el final de sus días. Ahora estaba a sus pies, ella era su dueña.
No se daba cuenta de las incoherencias que pensaba porque había sido esclavizado por ese fluido de sus labios. Se arrodillo a sus pies por un largo rato, en espera, de que ya despertara.
En la superficie del lago los dos chicos seguían entretenidos sin acordarse del compañero desaparecido.
El chico había caído bajo el hechizo de la criatura más peligrosa del mundo, hasta que se demostrará lo contrario.
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