Para dar pie y poder comenzar del como correcto debo decir que está historia comienza con un pequeño niño, un niño común de tan solo 9 años.
Este pequeño niño se llama Creighton Talbot, pero es mejor conocido por su apodo de "Lon Talbot". Lon no era diferente a otros niños de su edad, no podía decir que fuera el genio de la clase aunque tampoco era el tonto, no podía decir tampoco que fuera el deportista pero tampoco el debilucho, no podía decir tampoco que tuviera un gran poder de concentración en clase... ¿o tal ves si? eso es algo que no podría decir al ver sus notas aunque no eran malas tampoco eran del todo buenas.
La atención de Lon se centraba en su bella compañera de clases Jenny una chica que es verdaderamente agradable para la vista y lo mejor de todo es que se sentaba al frente mientras Lon lo hacía atrás así que en las horas libres podía verla a la distancia. Aunque además de solo verla también tenía la oportunidad de conversar con ella ya que ambos querían ser estudiantes de medicina algo que le encantaba a Lon ya que eso los había estado acercando cada vez más.
Así es Lon tampoco podía decir que fuera el galán de la clase aunque con la buena suerte que estaba teniendo últimamente tampoco podía decir que sea el perdedor.
Así que seguramente te preguntarás ¿En qué destaca entonces aquel chico que lo hacía diferente a los demás?
pues por ahora la principal diferencia es que el tiene todo lo que un chico de su edad podía desear y con todo claro que me refiero a ló más importante; una familia unida.
Así que si he de hablar de algo que distinga a Lon del resto debo decir que el es un niño normal que vivía una vida llena de amor y felicidad.
Lon Talbot no es un niño que llame mucho la atención o que se pueda llamar "popular", en realidad, únicamente es un niño más, alguien que tiene una infancia absolutamente normal, de hecho sus padres son personas muy trabajadoras y honradas.
El pequeño Lon se despertó como esta mañana del sábado como cualquier otra a las 9:45 hs.
Desde su habitación podía percibir el delicioso aroma de los huevos que llegaba desde el piso de abajo. Al ser un niño alegre y divertido era inevitable que se levantara de un salto para saludar a este nuevo día..., En realidad, siempre lo hace. Era un niño algo hiperactivo. En realidad, demasiado hiperactivo, como a su madre le gustaba decir.
Realmente te gusta jugar, pero permíteme decirte -Le había dicho su madre después de su última noche de insomnio-. Un niño de tu edad entra en pleno desarrollo, más o menos, uno o dos años más o años menos, Lony. Tienes que dormir mínimo 8 horas para poder crecer bien.
Pero esa mañana al pasar por el marco de la puerta hacia la sala descubrió que ya había buenas noticias. Había subido casi dos centímetros y medio de altura... ¿La buena genética vence al buen dormir?.
En el marco de esa puerta sus padres habían comenzado a marcar el crecimiento de Creighton desde sus dos años.
-Creighton, ¿Ya despertaste? -Aquella voz era de su madre y venía del piso de abajo.
-¡Si, ya voy!
Sonrió Creighton notando con un malestar casi subliminal que, a pesar de haber crecido casi tres centímetros, tanto el largo de su camiseta como los de las mangas de sus pantalones no le quedaban apretadas. Ni siquiera en su cintura, de hecho, él es un niño esbelto y con rodillas huesudas.
Se dirigió al piso de abajo con el cuello de su camiseta desabrochado y aun despeinado. Jorge, su padre, salía por la puerta de su habitación con un vaivén de la corbata que llevaba en su cuello, su padre tampoco se había abrochado el cuello de su camisa aunque si ya estaba casi arreglado para ir a su trabajo.
Jorge Talbot es abogado y ha ganado un merecido prestigio como tal, es un hombre esbelto de aproximadamente 1,76 cara casi cuadrada y nariz nubia. Su cabello era una mezcla entre algunas canas y cabello negro, mientras que su piel era clara (color carne).
-¡Hola, papi!
-Buenos días, Lony. -Lo saludo su padre acercándose a él para revolverle el cabello con una cariñosa caricia.
Luego ambos se sentaron a la mesa, el señor Talbol tomó el periódico el cual la señora Talbot siempre dejaba en la mesa junto al lugar en el que habitualmente se sentaba para que pudiera leer al desayunar.
-Cariño ¿cómo estás?... -Lo saludo Becca (su esposa).
-Muy bien querida mía -Le respondió el señor Talbot dejando de leer el periódico para darle un tierno beso. -¿Cómo dormiste?
-Bien, gracias. -Respondió Becca.
Los padres de Lon habían dejado de fumar, exactamente hace dos años y a pedido del pequeño Lon a quien le preocupaba la salud de ambos.
Aunque el principio se les dificultó dejar el cigarrillo solo fue la primera semana, luego de eso ya incluso se sentían mucho mejor que cuando fumaban y estaban hasta agradecidos con su hijo por haberlos incitado a dejar tan feo vicio.
Becca les colocó el desayuno delante de ellos: una humeante taza de café junto a unas tostadas con mantequilla que le encantaban como desayuno al señor Talbot mientras que a Lon le dio un montón de huevos revueltos, un vaso de jugo de naranja y pan francés.
Su madre se deslizó en el asiento enfrente de él, para ella se había preparado unos panqueques a los que les había puesto miel junto a una taza de café.
Becca es una mujer rubia que aunque no tenía canas visibles si tenía las marcas de sonrisa.
Luego de desayunar su madre fue a comenzar las tareas del hogar mientras que Lon decidió salir al patio trasero.
-Voy a jugar en el patio mami. -Exclamo Lon Talbot levantándose de la silla.
Más tarde, para ser más especifico a las 11:20 am nos encontramos al pequeño Lon Talbot sentado jugando con arena de un arenero que había en el patio trasero de su casa. El arenero había Sido colocado allí como un regalo de cumpleaños para eluv pequeño Lon al cumplír sus 9 años cuando anteriormente cuando aún tenía 8 años su padre lo había visto jugar tan felizmente con el arena en sus vacaciones en la playa por lo que tuvo la idea de regalarle un arenero para que Lon pudiera jugar algo que el disfrutaba ya que le había tomado gusto a hacer castillos de arena y jugar con sus muñecos.
Cuando Lon se encontraba muy placidamente jugando a los bomberos con sus muñecos y un castillo que había hecho de arena y con un pequeño auto de bomberos de juguete simulaba ir al lugar.
En esta ocasión el imaginaba que era un bombero y que el castillo de arena era una casa que estaba quemándose por lo que el como un bombero había ido a apagarlo.
-¡Atención tenemos que apagar un incendio de un castillo! -Vocifero el pequeño niño mientras sentado de rodillas frente al castillo de arena se precipitó para tomar el carro de bomberos con su mano izquierda. Moviendo el auto de juguete sobre la arena hacia el castillo comenzó a hacer ruidos de sirena.
La idea de su juego era que él es el jefe de los bomberos y tenía que apagar el incendio de aquel castillo, pero repentinamente su juego se vio interrumpido por una extraña sensación. Lon Talbot se detuvo un instante y movió sus ojos lentamente mientras giraba levemente su cabeza para ver a un lado y es que él sentía como si estuviera siendo vigilado. No sabe como ni tampoco sabe por qué, pero él tenía la sensación de que alguien desde algún punto lo estaba observando fijamente.
Esas sensaciones tan fuertes que después de voltearse a ver detrás de él se puso de pie y comenzó a ver a cada lado, comenzó a buscar por todos lados a quien estuviera observándolo, pero no importaba cuanto lo intentara. Por más que veía y buscaba con su mirada él era incapaz de ver a nadie así que simplemente decidió seguir jugando como siempre, como cualquier día normal donde nada raro estuviera pasando, aun así ese día estaba algo lejos de ser simplemente un día normal.
Lamentablemente, aquella sería la peor decisión de su vida y es que ahí cosas que no se pueden ignorar, cosas macabras que nos observan acechándonos desde las sombras esperando el momento preciso para atacar y ese ataque sucedió en forma de viento. Precisamente aunque comenzó como una ligera brisa poco a poco se intensificó y cuando menos se lo esperaba esa suave y ligera brisa se convirtió en una ráfaga de aire frío rodeo todo su cuerpo.
Se había convertido en un frío glaciar que no le permitía moverse, era como si se encontrara totalmente congelado, ya que estaba petrificado de pies a cabeza y era totalmente incapaz de hacer cualquier tipo de movimiento. Era tan fuerte y extraño aquel viento que a pesar de que Lon intento ponerse en pie y correr hacia el interior de su casa no podía hacerlo. No importaba cuanto lo intentara, puesto que ese viento parecía tener vida propia y lo mantenía inmóvil mientras calaba lentamente sus huesos, el frío que sentía era insoportable y volvía su piel blanca en una rojiza y muy adolorida. El aire era tan, pero tan frío que le quemaba la piel y mientras su piel más ardía más se sentía ese aire frío a su alrededor el cual venía acompañado de un hedor que cambien se intensificaba a cada segundo. Era como si su dolor fuera sinónimo de putrefacción, como si el aire frío y extrañamente duro como el hielo lo estuviera abrazando muy fuertemente sin ninguna intención de soltarlo.
Lon llego a creer que moriría hasta que repentinamente todo desapareció; desapareció el frío que le quemaba la piel, desapareció su ardor y también desapareció ese hedor que casi lo había hecho vomitar, aun así el dolor, el mal olor y el frío eran tan intensos que el poco tiempo que habra durado le pareció una eternidad. Lon Talbot respiro profundamente intentando recuperar el aliento, pero aunque eso había parado no era el final, aún no había terminado todo. De hecho, todo estaba muy lejos de terminar. En realidad, esto solamente era el comienzo, ya que más de mil voces e ideas distintas hicieron acto de presencia en su mente. Voces que le hablaban, voces que le ordenaban, voces que le decían lo que tenía que hacer continuación;
Huir de la casa, huir al bosque y vivir allí el resto de su vida, tomar un bote y navegar, gritar, rugir, arañar y morder eran algunas de las palabras que se repetían en su mente constantemente. La mente de Lon Talbot era un absoluto caos, todas esas voces hablaban al mismo tiempo ordenándole hacer miles de cosas hasta que casi todas esas voces quedaron en silencio dejando solo dos voces, una de esas voces, fue una voz que repetía una palabra una y otra vez;
-Lobo... -Esa única palabra pronunciada con una voz rasposa y baja casi como un susurro. Mientras que la otra voz era un sonido similar a un silbido. Esos sonidos venían acompañados de una imagen y esa imagen era la de un lobo, un lobo de ojos amarillentos y pelaje gris con el osico arrugado en señal de enojo (o temor) enseñando sus afilados colmillos.
Poco a poco ese susurro fue desvaneciéndose mientras aquel sonido similar a un silbido se fortalecía y se volvía cada vez más claro..., fue entonces cuando se dio cuenta de que ese sonido no era ningún silbido. ¡Claro que no! Y aunque pensó que era un silbido no fue difícil para el saber que sonido era, ese sonido era un aullido, era el aullido de un lobo.
Siendo las 12:30 hs Lon Talbot comenzó a escuchar también la voz de su madre y es que su madre lo estaba llamando para que fuera a almorzar. Lon sabía a qué hora acostumbraban almorzar y su sorpresa fue inmensa al descubrir que había pasado más de una hora con el sentado así.
-¡Lon, ven a almorzar! -Insistió su madre.
Lon Talbot podía escuchar muy claramente a su madre llamándolo, pero no importaba lo que hiciera sus esfuerzos eran inutiles porque no podía moverse. Quiso ir pero cuanto más lo intentara no podía caminar, de hecho, no podia mover ni un dedo y cuando intento gritar a su madre para responderle y pedirle ayuda se dio cuenta de que ni siquiera podía hacer eso porque no podía además de que no podía abrir su boca nisiquiera podía emitir sonidos, de suerte podía respirar porque su cuerpo no lo obedecía.
Tal vez era la frustración, o tal vez el momento, sea cual sea la razón lo cierto es que Lon podía sentir como un intenso temor comenzó a apoderarse de él.
-¿Que está pasando? -Se pregunto a si mismo en su mente.
Se dice que cuando un sentido se pierde los otros se agudizan y tal vez por eso podía escuchar claramente el sonido del viento moviendo las hojas de los árboles, podía sentir hasta la más suave brisa en su rostro e incluso le parecía sentir cada gota de sudor que comenzaba a formarse en su frente.
Estaba viviendo una pesadilla y tenía miedo, tenía miedo de no poder moverse de nuevo y sobre todo tenía miedo de morir porque por un momento llego a pensar que moriría de pie junto a su arenero. Repeninamente eseuand temor a su rigidez de volvió un temor hacia todo a su alrededor, absolutamente todo a su alrededor lo asustaba y no sabía porque pero sentía mucho miedo.
Ese temor comenzó a crecer a tal punto que lo orillo a hacer algo que dejaría impactado a todos, algo que él no creería que seria capas de hacer si hubiera seguido en sí, pero lo cierto es que de un momento a otro para el todo se oscureció. Esa oscuridad para el solo duro un instante, de hecho, Lon Talbot llego a pensar por un momento que había parpadeado y todo había terminado, pero se dio cuenta de su error cuando vio a su alrededor y pudo notar que ya no estaba afuera.
Él se encontraba recostado en el sofá de la sala y junto a él se encontraban sus padres (Jorge y Becca) quienes lo observaban con miradas de preocupación. El pequeño niño se acomodó en el sofá sin dificultad y creyó en hablar ahora que había recuperado el control de su cuerpo, pero al tragar saliva con dificultad se dio cuenta de que hablar no sería muy fácil y es que sentía su boca y garganta secas y adoloridas.
Lon se llevó su mano a su garganta haciendo un gesto de incomodidad mientras intento aclarar su garganta pero únicamente consiguió comenzar a toser.
-¿Quieres que te traiga agua para que te aclares la garganta? -Le pregunto Becca a su pequeño hijo.
Lon únicamente asintió con su cabeza mientras sujetaba su garganta, su madre se levantó de su silla y fue a buscar ese vaso de agua mientras que Lon Talbol continuaba tosiendo intentando aclarar su garganta para poder hablar.
-No te esfuerces. -Le suplico Jorge con preocupación mientras intentaba calmarlo. -Intenta relajarte.
La señora Talbot regreso de la cocina con un vaso de agua el cual le dio a su hijo, Lon tomo el vaso con sus manos las cuales pudo notar estaban cubiertas de polvo. Aun así decidió ignorar ese hecho, era tanta la sed que tenía y tan seca que sentía su boca y garganta que solamente pensaba en refrescarse.
Lon comenzó a tomar rápidamente el agua sintiendo algo de ardor en su boca, un ardor que venía acompañada del alivio al refrescarse. Luego el pequeño niño bajo el vaso vacío y lo sostuvo con sus manos unos segundos antes de devolvérselo a su madre diciendo;
-Un poco más, por favor.
Al escucharlo hablar sus padres cambiaron la expresión de sus rostros de una de preocupación a una más calmada al ver que su hijo ya estaba mejor.
-Ya te lo traigo. -Exclamo la señora Talbot mientras se dirigió a la cocina a buscar más agua.
-¿Cómo te sientes, Lony? -Le pregunto el señor Talbot a su hijo al ver que ya podía hablar.
-Bien..., tengo bastante sed. -Le contesto Lon sonriendo mientras se sujetaba la garganta.
-Nos habías asustado. -Aseguro Jorge Talbot observando a su hijo con notable alivio.
En ese momento de nuevo su madre regreso de la cocina con otro vaso de agua el cual le entrego, esta vez Lon Talbot comenzó a tomar lentamente el agua hasta vaciar el vaso antes de devolverle el vaso a su madre.
-¿Te traigo otro? -Le consulto Becca a Lon.
-No, y estoy bien... -Aseguro Lon.
Ya sus padres sonrieron pensando que esa pequeña crisis habla pasado aunque había algo que Lon quería saber.
-¿Qué fue lo que paso? -Pregunto Lon Talbot con gran incertidumbre y curiosidad.
-Íbamos a preguntarte lo mismo... -Aseguro la señora Talbot en tono serio.
-Es cierto eso era algo que esperábamos que tú nos dijeras... -Concordó el señor Talbot.
-No lo sé... -Exclamo Lon en tono cortante mientras estaba intentando hacer funcionar su memoria. -No me acuerdo...
La señora Talbot hizo un gesto antes de decir;
-Bueno..., fue muy extraño...
-Pero no te preocupes, lo importante es que ya te sientes mejor. -Interrumpió el señor Talbot a su esposa.-¿Te sientes mejor verdad?
-Si, papi, ya me siento mejor..., pero quiero saber que fue lo que paso. -Argumento Lon Talbot.
-No te preocupes por eso, ahora debes descansar. -Insistió Jorge Talbot intentando tranquilizar a su hijo.
Lon Talbot no pensó que su infancia de amor y felicidad se rompería en mil pedazos y ¿como pensarlo?..., ¿Quién pensaría que de un momento a otro todo se pondría frío?. Nadie pensaría eso ni podría imaginar que pasaría algo así, lo que le preocupaba además de provocar problemas a su familia y la relación de sus padres era la reacción de Jenny al anterarse por lo que el estaba pasando ella era una chica muy supersticiosa que si se enteraba que había algo raro en el bien podría alejarse así que debía mantener lo que sea que haya pasado en el más estricto de los secretos.
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