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Raptada Por El Mafioso. (Temp. I)

Encuentro.

**Elizabeth***

Hoy es la entrega de notas, me da muchos nervios saber como me fue en el semestre, aunque me he esforzado y he obtenido buenas notas en el transcurso de la jornada académica, me preocupa no alcanzar el promedio establecido para poder mantener mi beca, solo le pido a Dios que me ayuden a cumplir mi sueño: Convertirme en una Administradora de Empresas profesional y poder ejercer mis habilidades en el ámbito empresarial.

- Elizabeth, ramera que haces porque no bajas, ¿crees que el desayuno se prepara solo?.- grita Cecilia.

He aquí otra vez mi padre, su esposa y su hija, desde que tengo memoria soy su sirvienta personal, por más que me esfuerce o busque algo de reconocimiento siempre seré tratada como una simple basura en ese casa, como me urge largarme de aquí.

- Lo siento, ya bajo.- intento disculparme.

- Apúrate perra que no tengo todo el día.

Típico de Manuela, insultarme a diario hasta llenar su vacío existencial.

- ¿Qué tanto hacías en tu cuarto?- reclama mi padre.

Cuarto, no creo que en donde vivo se pueda llamar así, es una pocilga que ni los mismos ratones quieren habitar.

- Lo siento, es que me quedé dormida y no sentí sonar la alarma.

Es mejor excusarme ahora que recibir sus palizas, pero lo que más me duele e incómoda de esta situación es ver como mi padre observa todos los abusos y no hace nada para frenarlo.

- ¿Qué desean comer?.

- Unos panqueques con chocolate y poca miel, estoy a dieta, debo conservar esta figura.- Habla Manuela mientras muestra su cuerpo.

- Yo, un omelet con tocino y que sea rápido que tengo que ir al salón- presume mi madrastra.

- Entendido y usted padre.

Observo como su cara empieza a deformarse al escuchar estas palabras salir de mi boca, sé mejor que nadie que me odia, que solo me soporta y me mantiene con vida por la última petición de mi madre en su lecho de muerte.

- Cuantas veces te he dicho que no me llames padre, yo no soy el padre de un demonio como tú.- Habla con desdén.

- Lo siento.- digo al borde de las lágrimas.

- Lárgate rápido de aquí, antes que te haga tragar tus palabras.

Desde pequeña siempre he llevado el peso de la muerte de mi madre, si mi mamá no hubiese intervenido cuando me querían raptar nada de esto estaría pasando, ella no hubiese resultado herida y yo no sería maldecida por mi padre incontables veces.

- Si señor.

Entre lágrimas me dirijo a la cocina y comienzo a preparar el desayuno, con mucho pesar entrego sus platos en la mesa y me dispongo a tomar mi posición, que es estar parada a su lado a ver su necesitan algo.

- Me imagino que no estás robado comida, perra- me empiezan a interrogar.

- No señora.

- Eso espero, porque mejor que tú sabes las consecuencias de romper las reglas.- me amenaza.

Solo puedo asentir en señal de respuesta, sé perfectamente que si abro la boca aseguraré mi paliza. Luego, de que estos comieran y se marchara a sus respectivos destinos, saco el poco comida que había escondido y me dirijo rápidamente a mi cuarto para comerlo; a su vez me coloco a estudiar sobre costos de producción y objetivo básico financiero, si por algún motivo reprobé el examen de finanzas económicas y valor agregado debo estar lo suficiente preparada para afrontar la prueba supletoria y no perder la materia.

Antes de darme cuenta el reloj marca las dos, es señal que debo apurarme si quiero llegar a tiempo a mi clase, así que rápidamente me dirijo a mi closet y me coloco la primera prenda que encuentro aunque la verdad no son muchas, la cual es un suerte de color negro un poco desgastado con unos jeans rotos del mismo color y unos botines, ya con mi vestimenta lista me encaminó al espejo para contemplar mi reflejo y arreglar un poco mi rostro.

Siempre que lo miro veo una cara fea y poco cuidada, como me gustaría tener las facciones de mi media hermana, un cabello rubio, con facciones muy marcadas y delicada a la vez, ojos azules, nariz respingada, un escultural y voluptuoso cuerpo y piel blanca. Mientras en caso, mi cabello es oscuro como mis cejas y pestañas, nariz resignada, labios rojos, ojos color avellana miel, piel clara, estatura 1,70 m, curvas y atributos pequeños y un cuerpo delgado.

Una llamada me saca del trance, es mi amiga Verónica la cual está un poco estérica por mi retraso.

- Donde andas metida Eli, la clase comienzo en 20 minutos y no te veo por ningún lado, ¿no creo que se te haya olvidado que el profesor de finanzas entregara las notas finales hoy?

- Lo tengo presente, ya voy de salida.- digo apurada mientras tomo mi morral y salgo corriendo.

- Apúrate.- me advierte.

Después de eso corto la llamada y salgo corriendo, sin importarme las zonas o el tráfico me escabullo entre ellos, no puedo permitirme llegar tarde porque sería mi fin, no quiero ni imaginar que haría el profesor Tamayo sin me atraso un minuto.

Con mi corazón en la boca y un poco desarreglada decido pasar por un semáforo que está en rojo porque según yo no pasaría nada. Sin embargo, por poco soy arrollada por un elegante y carísimo carro Bugatti Bolide, su dueño al percatarse que alguien por poco ha sido arrollado se baja del carro, cuando creo que me insultara por estropear su propiedad, sus acciones me sorprende.

-¿Estás bien?.- me dice mientras extiende sus manos para ayudarme a levantar.

Con un poco de nervios y temor tomo su mano y de inmediato me coloco de pie, no obstante una voz dentro del auto me hace estremecer del mismo pánico, su voz es tan grave que te hace parecer un pequeño gusano antes su presencia.

- ¿Qué pasa Antonio?- Dice la persona desconocida.

- Lo siento, fue mi error.- me excuso de inmediato, lo último que necesito es un problema más a mi vida.

- Un asunto menor señor, la señorita no resultó herida así que no hay nada de que preocuparse.

Le explica a la personadel interior que creo que es su jefe, el cual nunca muestra su rostro debido a la ventanilla negra del automóvil.

- Comprendo, súbete al auto que ya vamos tarde.- le ordena.

- Si señor, que tenga un buen día señorita.- dice esto y de inmediato sé sube al auto para marcharse.

Sin perder mas tiempo, retomo mi camino y a toda prisa me dirijo a la universidad, sin saber que me había encontrado con mi desgracia.

Suerte.

**Marc Salvatore ***

Desde pequeño siempre he tenido todo: lujos, dinero, comodidades, amor, propiedades y hasta mujeres; en mi mundo siempre he sido el rey, el cual gobierna y ordenas a los demás, esa son las ventajas de ser el heredero y primogénito del imperio Salvatore.

- Marc tu padre te busca.- informa Antonio.

Él es mi mano derecha y fiel amigo, desde pequeños siempre estuvimos juntos y tengo la seguridad de que él nunca me va a traicionar, le debe su gloria y vida a los Salvatore, por lo que debe pagarlo con su lealtad.

- En un momento estoy con él.- le indico.

- Ya se lo comunico.- me dice y se marcha de mi despacho.

No se a que ha venido mi padre, si desde que me dejo solo y se largó para su tierra natal(Italia), no se ha comunicado conmigo. Sin perder más tiempo, me dirijo al salón, donde puedo observar al grande Fabricio Salvatore muy cómodo mientras toma un trago.

- Hola padre, ¿cómo has estado?. - Le pregunto mientras tomo asiento.

- Bien hijo mío, ¿y qué tal tu vida aquí en latino América?.- como me fastidia su sentido de humor.

- El paraíso padre. - Respondo con ironía a sus preguntas.

La verdad es que este es muy buen territorio para hacer negocios y encontrar a mujeres bellas, pero de cierta manera me hace falta volver a mis raíces y apoderarme de lo que me pertenece.

- Me alegra.

- ¿A qué has venido?- lo interrogó, no es normal que él haya decidió encontrarse conmigo.

- Pienso salir del negocio, estoy cansado de este mundo ya, quiero que seas el jefe.

Me sorprende su declaración, yo juré que solo iba a dejar su posición con los pies por delante.

- ¿Estás seguro de esta decisión?- digo mientras tomo un trago.

- Sí, quiero que te hagas cargo de todo, como eres mi heredero es tu deber.- puntualiza

- Acepto, total algún día iba a pasar esto, solo que estas adelantando las cosas. - Respondo tranquilamente.

- Pero tengo unas condiciones.

He aquí mi padre y sus estúpidos requisitos.

- ¿Cuéntame?.- lo miro a los ojos.

- Para poder posicionarte de todo lo mío, requiero que cases o te establezcas seriamente en un plazo mínimo de un año. No quiero verte divagar más por el mundo.- declara, dejándome en blanco.

- Me opongo, como se te ocurre esa semejante brutalidad, el compromiso no es para mí.- aclaro inmediatamente.

Que se cree él, está muy equivocado si piensa que me voy a casar con una princesita y dejar de disfrutar los placeres de la vida.

- Pues esa es mi única condición o si no Dimitri heredera todo, tú escoges.

Me parece una semejante locura su petición, me dejo tirado aquí desde mi niñez y ahora viene y quiere imponer su voluntad, si él supone que me puede manejar como su títere se equivoca.

- Puedes hacer lo que te plazca con tus cosas, porque no me someteré a ti ni a nadie, tenlo claro.

Sin esperar su respuesta salgo del lugar hecho una furia, me enoja que me quiera controlar como lo hace con su gente, juró que si no fuera mi medio hermano de hace rato lo hubiese mandado tres metros bajo tierra.

- Larguémonos de aquí.- le digo a Antonio mientras me subo al auto.

Este rápidamente entra el auto y empieza a conducir sin rumbo, para luego preguntarme.

- ¿A dónde te llevo?

- Al departamento de Támara, necesito desestresarme y ella es la mejor.- una sonrisa medio coqueta sale de mí.

- Entendido.

Este conduce al principio en total silencio, pero no tarda en interrogarme.

- ¿Qué paso con el señor Fabricio?, ¿por qué estás tan molesto?.

- Quiere que me case o algo así por el estilo, tu sabes algo serio.- Respondo cortamente, restandole importancia.

- ¿Qué?.

Creo que esta más sorprendió que yo cuando escuche tal esta estupidez.

- Si deseo heredar su bienes lo tengo que hacer o si no todo pasará a las manos del bastardo de Dimitri.- digo estas últimas palabras conteniendo mi ira.

No puedo creer que mi padre quiera pasarle todo a ese bastardo sabiendo que su imperio también es legado de mi difunta madre.

- ¿Y piensas hacerle caso?.- pregunta con cautela.

- Estás tonto o te volviste loco, primero muerto antes de hacer tremenda idiotez, tú mejor que nadie sabe que opino acerca del matrimonio, yo no estoy hecho para esa vida, soy como un colibrí que está de flor en flor.

- Pero...

No me gusta su contradicción, tengo el presentimiento que dirá algo que no me gustará.

- ¡Cuidado Antonio!- le aclaro al instante.

- Pero estarías dispuesto que Dimitri se siente en el poder y destruya todo por lo que tu madre defendió hasta la muerte, al igual debes considerar que te atacará sin descanso.

¡Maldita sea!, sus palabras tiene la verdad que quería ocultar.

- ¿Entonces que se supone que haga?.

- Porque no haces lo que te pide, pero a tu forma.- me aconseja.

- Entiendo tu idea, pero de donde se supone que sacaré una mujer para casarme y que esté dispuesta a seguir mis reglas.- confieso.

- Es enserió Marc, tantas mujeres que tienes a tu alrededor y no puede escoger una, esta Támara, Samantha, entre otras.

- No puedo creer que consideres a ellas para el puesto de mi mujer, ellas solo son pasar el tiempo y saciar mis necesidades, además de estar interesada por lo que tengo.

- Que complicado amigo mío, pero sé que podrás resolver este problema.- me intenta animar.

Al finalizar estas palabras siento como el auto frena bruscamente mientras Antonio está aturdido, supongo que casi atropella a alguien por estar sumergido en nuestra conversación; sin perder tiempo, esta se baja del auto para comprobar la situación y ver que nadie resultó herido.

Al ver que este no se vuelve a subir, me dispongo a comprobar con mis propios ojos que está sucediendo, cuando observó a la mujer más bella que mis ojos han visto, sus rasgos son simplemente perfectos, su cabello desarreglado le da un toque de sensualidad y naturalidad, en otras palabras, todo en ella me fascina al instante. No obstante, es alguien que se mira muy pura para arrastrarla a este infierno, así que rápidamente le ordeno a Antonio volver a subir al auto y retomar nuestro destino inicial.

Diversión.

*** Elizabeth****

Gracias a Dios he conseguido llegar a tiempo y evitar el sermón del profesor.

- ¿Qué te paso?, ¿por qué te ves alterada?. - me interroga Verónica al verme.

- Te cuento luego. - hablo mientras tomo asiento a su lado.

- Más te vale.- me amenaza.

La clase pasa sin contratiempos con la voz del profesor resonando por toda el aula, así mismo sus quejas sobre nuestro desempeño, pero gracias al cielo he pasado limpiamente su materia.

- Oye, ahora me tienes contar por qué llegaste tarde

Siento un dolor de cabeza tan solo recordar lo ocurrido.

- Nada, solo que casi me atropellan, - digo restándole importancia; sin embargo, en mi amiga causa conmoción.

- ¿Qué?, ¿estás herida por algún lado?. - inmediatamente, me empieza a revisar.

- Tranquilízate, estoy perfectamente, el coche alcanzó a frenar a tiempo.

- Y aún te excusas, ¿pero me imagino que reportaste el incidente?

- Fue mi culpa por no mirar bien, lo menos que necesito ahora es armar un problema.- intento no agrandar más el asunto.

- Definitivamente, eres ingenua, es evidente que debo protegerte, por eso desde hoy pasaré a recogerte y no quiero escuchar lo contrario.- Dice esto último con una mirada penetrante.

- Ok, pero cambiemos de tema ¿si?.- intento persuadirla.

- Bueno, pero no creas que se me ha olvidado el asunto.

- Lo sé perfectamente- digo cariñosamente mientras la abrazo.

- Que puedo hacer contido- exclama.

- Quererme, jajajajajja.

- Ya lo hago. - afirma

Pasando un rato entre chistes, la creatividad y la locura de mi amiga se activa y empieza a inventar planes y para mi desgracia estoy involucrada en ellas.

- ¿Eli vamos a hacer algo para celebrar nuestra victoria?, debemos resaltar nuestro esfuerzo, no todos los días se puede vencer al profesor Tamayo, es algo que debemos enmarcar en nuestros recuerdos.- dice mi amiga mientras se me cuelga del brazo.

- Estás loca, Vero. - le contesto entre risa.

- Te propongo ir a una super discoteca que está muy popular en estos últimos días, ¿Te parece?.

Como me gustaría aceptar gustosamente su propuesta, pero sé que mi problemática familia no lo permitirá, por eso prefiero declinar su invitación de inmediato.

- Te agradezco tu intención Vero, pero no podré acompañarte.- tengo un sentimiento amargo al decirle esto y ver como su cara cambia de la felicidad a la tristeza.

- Es en serio Eli, siempre es lo mismo contigo, pero esta vez no aceptaré un no por respuestas, ¿Entiendes?.

Puedo ver su determinación al decirme esto.

- Sé que tienes buenas intenciones, pero... -

- Nada de peros, prepárate que a las 8 te recogeré, más te vale salir por las buenas porque si me haces enfadar haré un escándalo, ¿Comprendes?.

- Está bien. - un suspiro cansado sale de mí, al imaginar el problema en que me he metido.

...****************...

Rápidamente, preparo la cena y realizo todos los quehaceres pendientes de la casa, lo último que necesito es tener algún problema por no realizar mis laborales, luego de haber terminado me dirijo velozmente a mi cuarto y me disponga a seleccionar alguna prenda decente para irme a divertir con mis amigos, pero por más que mire o busque en mi armario no encuentro nada para la ocasión, un poco desanimada le marco a Vero.

- No creo que puedo asistir, no tengo ropa adecuada para el evento- me sincero.

Juro que estaba preparada para que me insultara, pero me llevé una grande sorpresa.

- Por eso te vas a desanimar, no te preocupes que yo te llevo algo y verás lo guapa que quedaras. - me asegura.

- Gracias.

- No tienes que agradecerme, nos vemos a las 8, bye.

Ahora no sé a que más temerle si al hecho de no tener ropa o la ropa que me va a prestar. Un poco ansiosa me acerco rápidamente a su coche y me subo velozmente, lo último que necesito es que mi familia me pille y se entere de que me estoy volando de la casa para ir de fiesta, porque si lo hacen no podré salir de la cama por una semana, debido a la paliza que me darán.Ya estando un poco lejos de mi supuesto hogar puedo respirar tranquilamente, sabiendo que por el momento no corro peligro.

- Toma.

Me entrega Vero una enorme bolsa con ropa dentro mientras conduce, la cual me dispongo a revisa de inmediato, pero al ver el precio y la marca de las prendas, siento que me voy a desmayar.

- Definitivamente no puedo aceptar esto, es algo muy caro que no te puedo pagar por más que me esfuerce. - intento rechazarlo de inmediato.

- Escúchame bien Elizabeth, No te estoy cobrando nada, es un regalo que te quiero hacerte por todo tu esfuerzo y apoyo que me has brindado desde que nos conocimos, pero juro que si intentas devolverme o rechazar este presente dejaremos de ser amiga y más nunca te hablaré, lo prometo.- Dice muy segura de sí.

Teniendo muy presente su amenaza no me queda más que otra que aceptar su presente, así que no pierdo más el tiempo y me empiezo a cambiar en la parte trasera del auto, para luego dirigirme al asiento de adelante.

- Te queda mejor que había imaginado, te ves magnífica. - empieza a halagarme.

- No concuerdo contigo, las prendan están hermosas, pero creo que en alguien más luciría mejor.

He aquí otra vez mi complejo de inferioridad cuando se trata de mi apariencia.

- Estás ciega Eli, si yo tuviera tus curvas y cuerpo pasaría de fiesta en fiesta, haciendo suspirar a más de uno - afirma, como me gustaría que fuera verdad.

- No tienes que mentirme por ser mi amiga.

- No es mentira, tu misma lo comprobarás cuando lleguemos al lugar, vas a tener más de uno babeando por ti, te lo puedo asegurar- vuelve y habla con confianza.

Para no estresarme más opto por ignorarla; antes de entrar al lugar está saca su bolsa de maquillaje y me empieza a dar una leves retoques.

- Estas bellísima, no perdamos más el tiempo y hagamos de esta noche algo inolvidable.- dice al contemplar su obra.

Sin más, entramos a la discoteca muy entusiasmada, debido a que esta es nuestrá primera salida alocada entre amigas.

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