... AÑOS ANTES...

Lucrecia Villanueva y Alejandro Salvatore se conocieron en la preparatoria y con el transcurso del tiempo comenzaron un lindo romance que perduraria por décadas.

Ellos no tenían dinero ni poseían familias influyentes sino que tenían en común muchos sueños y la determinación de cumplirlos.

Los dos trabajaron muy duro mientras estudiaban para poder estudiar en la universidad las carreras de sus sueños. Mientras que Lucrecia cursaba para ser diseñadora de interiores, Alejandro aprendía sobre el gran negocio de los bienes raíces así como administración de empresas.

Su amor floreció en el tiempo y al culminar sus carreras gracias al arduo trabajo de años y los ahorros que lograron reunir junto al apoyo de sus familias lograron casarse en una modesta pero hermosa ceremonia.

La buena fortuna estuvo de su lado cuando en Navidad ganaron una gran fortuna por un billete de lotería. Ellos planearon que hacer con aquella suma para poder tener un futuro más prometedor sin dilapidar ni derrochar en cosas innecesarias y así tuvieron la brillante idea de comprar propiedades en subastas, lugares en ruinas que necesitaban trabajo e inversión para así poder reparar y luego vender a mayor valor.

Trabajaron muy duro para poder hacer crecer su dinero y así con el correr de los años y con varios millones en su cuenta bancaria compraron edificios de apartamentos así como hoteles que después serían importantes propiedades que les dejarían un futuro para ellos y los hijos que pudieran tener.

Después de un noviazgo de años y un matrimonio de aún más tiempo fueron bendecidos con mellizos, una niña y un niño, Delfina y Emanuel quienes produjeron mucho daño en la pobre Lucrecia al momento del parto, razón por la cual los médicos no creyeron que podrían tener hijos en un futuro.

Los años pasaron y de manera increíble fueron bendecidos con un nuevo embarazo que fue muy difícil para la pobre Lucrecia. Debió estar en reposo absoluto con amenaza de aborto en los nueve meses y así pudieron traer a su hermosa hija Esperanza al mundo.

Esperanza fue dulce, una preciosa y consentida niña que era la adoración de todos en su casa. Siempre fue una enamorada del amor, un bella princesa que soñaba con el príncipe azul, un amor bonito y un cuento de hadas en la vida real.

Con los años se convirtió en una preciosa adolescente de 1.70 de estatura, con una hermosa figura de reloj de arena, su cabello castaño caía en ondas a la altura de su delgada cintura. Tenía medidas proporcionales ni grandes ni pequeñas, la piel tostada y unos ojos expresivos celestes como el cielo.

Ella era una preciosa joven que siempre soñó con ser organizadora de bodas. Cuando su prima Brenda se casó fue ella quien sin experiencia organizó a detalle una preciosa boda, algo que sería súper comentado por la prensa después.

En el último año de preparatoria conoció a Dereck, un chico de un año mayor que le robó el corazón y la hizo soñar despierta con un futuro a su lado. Ella soñaba con llegar virgen al altar y su novio estaba de acuerdo. Sus padres les regalaron un apartamento para mudarse al momento de la boda y así fue que planearon el gran día en el que ante Dios unirían sus vidas.

Se vieron el día antes de la boda para disfrutar de lo que sería el último día como novios y después por separado fueron a descansar antes del gran día.

Al día siguiente Esperanza era peinada y maquillada por un grupo de estilistas. Después se vistió con ayuda de su madre y hermana mayor viéndose como una princesa de cuento de hadas con un vestido blanco con corte princesa y decorado con bella pedrería. Llegó el momento de dirigirse a la iglesia y toda la familia fue en la limusina blanca.

El momento de la entrada de la novia llegó y ella con una gran sonrisa del brazo de su padre entró a una pequeña sala lateral de la iglesia donde una organizadora esperaba con una gran preocupación en el rostro, el novio no había llegado a la hora pactada.

Esperanza sabía que Dereck llegaría, seguro habría tráfico o había tenido problemas con el auto, todo tendría una explicación. Desgraciadamente los minutos se transformaron en una hora y la gente empezaba a murmurar cosas porque el novio no llegaba.

Para desgracia de Esperanza nada saldría como ella esperaba y todo sería el comienzo de una historia donde por años estaría inevitablemente destinada al fracaso.

...ESPERANZA...

Jamás olvidaré la ilusión de mí primer amor, aquel que marcó mí vida; el que llegó con mil ilusiones y promesas y se fue trágicamente haciéndome sentir la más desafortunada y desdichada de las mujeres.

Dereck y yo teníamos tantos sueños, tantos momentos por compartir y estábamos tan pero tan cerca de poder alcanzar nuestra felicidad pero ésta se escurrió como agua entre nuestras manos.

LO QUE SUCEDIÓ ESE DÍA: Me vestí hermosa y me maquillaron con tonos suaves y rosados haciéndome lucir como un ángel. Era una novia hermosa con mí vestido de princesa, mí cabello lucía perfectamente peinado con flores naturales que lo adornaban.

Sentí un mal presentimiento que creí solo eran los nervios de la boda. La opresión en mí pecho me hacía sentir que algo no marchaba bien pero nada podría opacar el día más feliz de mí vida.

Llegamos a la iglesia y con papá nos dirigimos a una sala donde la organizadora estaba nerviosa. Dereck no aparecía y era imposible comunicarse con él. Los minutos pasaban y así llegó una hora sin rastros de él. Incluso varios familiares suyos estaban allí pero no comprendían que pasaba.

Los murmullos se escuchaban hasta en nuestra sala haciéndome sentir aún más nerviosa. Me pregunté dónde estaba Dereck y lo imploré con fervor. Comencé a rezar y cuando finalmente las puertas de la iglesia fueron abiertas en vez de él entró un policía.

No podía entender que estaba pasando, creí que una multa de tránsito lo había demorado o que tal vez su auto se rompió y fue la policía quien lo trajo a la ceremonia.

-Lamentamos informarle que el joven Dereck Montes sufrió un accidente de tráfico- el joven oficial se dirigió a nosotros, más precisamente a mí

-¿Él está bien? ¿Que fue lo que pasó? Dígame qué está bien- pedí sujetando la camisa del oficial llorando histericamente sin siquiera darme cuenta de ello

-Lo siento señorita, el joven falleció en el acto y sus padres quedaron heridos de gravedad- mis piernas dejaron de sostenerme y caí al suelo llorando

Los murmullos fueron reemplazados por condolencias y llanto de todos los que lo conocimos y quisimos.

Mí vida fue dominada por la tristeza y mí vestido blanco de princesa fue reemplazado por uno negro para asistir al entierro de quién era el amor de mí vida.

Una semana después la madre de Dereck también falleció. Él al menos no estaría solo dónde estuviera y se que es egoísta pensar de ese modo pero mí corazón buscaba consuelo de alguna forma.

Con el paso de los días los colores que habían en mí armario se reemplazaron por el negro. Mí familia que jamás me dejó sola me ayudó a volver a mí vida muy de a poco. El apartamento donde estaban ya las cosas de los dos fue mí santuario dónde cada día hablaba con él como si estuviera presente.

Aveces lo sentía tan cerca de mí y me imaginaba como habría sido nuestra vida juntos en aquel lugar. Creía poder ver a Dereck besándome mientras cocinaba, abrazándome y en la habitación principal cómo sería haber dormido entre sus brazos que tanta paz traían para mí.

Desgraciadamente todo era una ilusión que jamás se haría realidad y que gracias a mucha terapia y ayuda profesional pude comprender que no me dejaba avanzar en mí vida. Aún con el corazón roto yo debía ser fuerte y seguir adelante, no podía dejarme morir.

Mis sueños de ser organizadora de bodas eran fuertes pero vacíos. Pensaba en la ironía de la vida al soñar con convertirme en ello mientras que no podía haberme casado.

La prensa con respeto cubrió aquel suceso y no me acorralaron con preguntas incómodas que hicieran más daño. Mis padres también se ocuparon de que nadie pudiera causar más daño.

El amor por Dereck no murió con él. Yo seguí amándolo por los bellos momentos que compartimos juntos. Aveces me visitaba en sueños y era la manera de saber que seguía presente en mí vida de alguna forma.

Tuve que retomar mis estudios y después el apartamento que habría sido mí hogar como una mujer casada fue vendido para que alguien pudiera disfrutar del sitio que yo jamás podría. El dinero se lo dimos al padre de Dereck porque debido a las lesiones lo necesitaría más que yo.

El accidente fue una causa que me desgarró por dentro. Un hombre alcoholizado quien escapaba de un control de rutina y examen de alcoholemia en una camioneta lo embistió a gran velocidad saltándose un semáforo en rojo y después dándose a la fuga acabando por colisionar con otro auto donde viajaba una familia de cuatro integrantes que de milagro acabaron solo con lesiones leves. Respecto al hombre murió en el acto sin poder pagar sus culpas.

Cuánto habría deseado que él al menos se fundiera en una cárcel pero eso no sucedería jamás. Solo rogaba que hubiera una justicia divina que lo castigara lo suficiente.

...ESPERANZA...

Aún extrañaba a Dereck y me preguntaba cómo habría sucedido todo si el estaría conmigo pero debía seguir adelante y continuar con mi vida. Mis padres y hermanos estaban muy preocupados y no me dejaban sola pero en verdad cada uno debía tener su vida, lo que menos quería era ser una carga.

Con mucho esfuerzo me concentré en mi estudio y al finalizar mi carrera con excelentes calificaciones alguien contrató mis servicios como organizadora, algo que me mantendría lo suficientemente ocupada un tiempo que serviria para dejar de pensar en el pasado.

El padrino de la boda era hermano de la novia, su nombre Juan Cruz y en verdad todo un bombón. Tenía pocos años más que yo y parecía ser del tipo de chico educado que jamás trataría mal a una mujer. Él parecía confiable pero yo me iría con cuidado.

Si alguien veía las noticias y tenía memoria sabría quien era yo y la desgracia que había pasado el día de mi boda y creí que si alguien a mi se acercaba lo haría con buenas intenciones o se mantendría alejado, al menos yo procedería de ese modo.

Juan Cruz era casi unos diez centímetros más alto que yo así que con unos tacones quedábamos de la misma estatura, algo que no me importaba nada. Tenía su cabello natural pelirrojo junto a una barba perfectamente cuidada del mismo color y unos ojos verdes hermosos.

Dónde quiera que fuera el llamaba la atención así como su hermana debido a su belleza. Él poseía una sonrisa más que hermosa que me fascinaba. Siempre parecía tener las palabras justas y la habilidad de terminar mis frases con las palabras que yo usaría. En él ví mi complemento luego de un buen tiempo de estarnos conociendo.

Juan Cruz me llevó a casa de su familia, gente que ya conocía por haber organizado la boda a detalle y estaban encantados conmigo. Yo pertenecía a buena familia y tenía altos valores morales, una chica en su época tradicionalista y muy enfocada en sus metas.

Una ilusión de poder amar de nuevo se instaló en mi pecho a medida que el tiempo pasaba y las citas entre los dos se hacían más frecuentes. Mi familia estaba encantada con la idea de que pudiera tener una nueva pareja pero también tenían un poco de desconfianza pensando que tal vez él podría romper mi corazón; algo que sería un golpe demasiado duro.

Meses más tarde me declaraba oficialmente enamorada de Juan Cruz y él de mi. Siempre me decía cuanto me amaba de todas formas posibles y se ocupaba de ser mi compañía siempre.

Aún no manteniamos relaciones, algo que le resultaba frustrante porque era un hombre apasionado que siempre que nos veíamos me demostraba que se quedaba con las ganas de llegar más lejos. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de su excitación si en la zona de la entrepierna parecía tener una carpa de circo.

Aunque Juan Cruz me deseaba seguía firme en su deseo de respetarme. Sentía que muchas veces me tentaba a propósito porque me dejaba con las ganas también después de roces y apasionados besos.

Nuestra relación avanzaba y conforme lo hacía también nuestro amor. En su hermana encontré una amiga con quién podía contar siempre y mis padres incluso tenían relación con la familia de mi novio.

Juan Cruz era un abogado en temas de divorcio. Un trabajo bien remunerado así como estresante pero a él le encantaba.

Hubo veces que a última hora cancelaba mis planes pero era algo normal en alguien que se dedicara a tal profesión, así que jamás le hice un berrinche ni una escena de celos. Claro que quería con él pasar más tiempo pero debía entender que a mí me pasaba igual cuando una boda estaba por suceder.

Llegó el momento donde ya sentía que pronto usaría su apellido porque nuestras conversaciones tenían partes dónde me decía que era alguien con quién compartiría su apellido así como su bonita casa.

Pensar en casarme me traía recuerdos que era mejor no interfirieran en mi vida actual.

En una velada romántica con nuestras familias como testigos él me propuso matrimonio y después de pensarlo por breves segundos acepté. Lo conocía, lo amaba y el me amaba, ¿Hacia falta más?