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Vampiro Cruel 2

El despertar de Cherry

Lord Santoro detuvo su mano frente a su largo cabello negro, saboreando la seducción erótica que lo tentaba y se inclinó para oler su cuello. El chico no tenía miedo, sino que estaba tan excitado como él. De hecho, ninguno estaba en sus cinco sentidos, pero únicamente Rain era el que estaba con un problema entre las piernas. Cerró los ojos, cada músculo en su cuerpo cada vez más tenso y su excitación estaba tan dura como una roca. No sabía quién era este chico, pero lo deseaba como nunca nadie necesitó de un chico en su cama.

Orfeo estaba que no podía creerlo. ¿Qué le estaba pasando a su rey? Esto era una emergencia y no estaba prestando atención a Makoto, quien era su principal objetivo desde su existencia. Ahora, Rain se encontraba a solas con un vampiro de miles de años, quien resultaba ser el rey de los vampiros, causante de centenares de muertes tanto vampíricas como humanas, pero, el rey estaba en su mundo, devorando con la mirada al muchacho de cabello azabache y mirada triste. Quizás él no era consciente; no obstante, lo estaba llamando para desatar sus más bajos instintos. Lo convirtió en un maníaco solamente por tocarlo. Su sola presencia lo tentaba de una manera que él no podía controlar.

—¿Quiere jugar?

Rain comenzó a jugar con los cabellos del rey, sin saber que estaba tocando directamente el fuego. El vampiro cerró sus ojos y aspiró el dulce aroma que el muchacho desprendía. Se sorprendió por lo que sintió.

“Virgen”

Ahora, no había poder humano que hiciera distraer al rey vampiro.

Semanas antes…

Año 2050, Tailandia

Narrador:

Estaba pensando en que extrañaba a alguien, esto provocó que lágrimas sin cesar fueran derramadas de los ojos de Cherry de nuevo. Esta mañana despertó con un sueño realmente triste y; sin embargo, el día fue hermoso. Necesitaba ser abrazado por ese alguien, que sus lágrimas fueran limpiadas por esas manos fuertes que, a su vez, eran cálidas. No obstante, las palabras resonantes, continuaron repitiéndose en su mente decenas de veces, logrando que su llanto aumentara.

«Albert, te amo. ¿Por qué no lo entiendes? ¿Por qué siempre tienes que ser así? ¿No entiendes que sin ti moriría?»

«Si tan solo me escucharas Yoshiro…»

Cuando estuvo listo para bajar, se lavó la cara, se maquilló y se encontró con su madre. La hermosa mujer lo recibió con los buenos días y con las actividades mañaneras del hogar: desayuno, el rezo de los monjes y finalmente la despedida. Para Cherry, el día iba a ser normal, así como otros, pero con la diferencia de que era el primer día de clase en la prestigiosa universidad de Tailandia. Muchos de sus compañeros de colegio, no tuvieron la misma suerte o no pudieron pagar la colegiatura, pero él juró encontrarse con ellos al menos una vez al mes. A no ser que se trate de sus mejores amigos, Rain y Lemon. Estas dos almas alegres eran los chicos más amables y carismáticos del mundo. Mientras que uno era rico de nacimiento, el otro vivía con lo mínimo para sobrevivir. Esperaba verlos hoy en el primer día, ya que en las vacaciones, ambos tuvieron algo que hacer.

Sin embargo, después de llegar a la universidad y cruzar miradas con aquel apuesto chico vestido completamente de negro, supo que encontró el origen de los recuerdos.

—Te amo…

Yoshiro lo miraba con intriga, las lágrimas aún le eran extrañas en los humanos, no obstante, las entendió al fin después de 40 largos años.

—Lloras de felicidad y tristeza, ¿verdad?

Lo abrazó, al fin sintió el calor que necesitaba, los brazos fuertes y la respiración tranquila de esa persona.

—Perdóname… Perdóname por dejarte. —Cherry sollozó en el abrazo. Yoshiro lo apretó aún más a su cuerpo.

—No, Makoto, tú perdóname a mí por hacerte sufrir.

—¿Makoto?

Su mente divagó un instante al recordar que esa fue su vida pasada. Sonrió sin dejar de llorar.

—Aquí, me llamo Cherry.

—Lo sé, cariño, lo sé todo.

Tuvo 40 años para encontrarlo y esperar el momento oportuno para aparecer. No fue coincidencia que estuvieran en el mismo lugar y a la misma hora. Yoshiro volvió a gastar todo su dinero para encontrarlo, y si no fuera por un vampiro amigo suyo, jamás daría con Cherry. Como le dijo a Makoto, cada reencarnación es más difícil, nunca se conocía la ubicación de su pareja, o como era su aspecto y de qué país era, pues los datos estaban solo en su instinto. Yoshiro supo que se trataba de él con solo una mirada a una fotografía suya en internet.

Más tarde, en un café, Yoshiro depositó sobre la mesa la bebida favorita de Cherry: té verde y para él únicamente un café normal, sin azúcar.

El ambiente en la universidad, era tan intelectual que cualquier estudiante tenía un promedio de arriba de 9. Todos eran perceptivos, por lo que ahora, supieron al instante que el chico vestido de negro, era pareja de Cherry, uno de los chicos de primer año y ahora, querían saber qué carrera estudiaba para poder investigarlo.

—Yo… Lo siento.

Se disculpó Cherry nuevamente. Suicidarse fue una buena opción para él en ese momento, no pensó en las consecuencias y en lo mal que Yoshiro se sintió.

—Debiste sentirte muy mal, no debí hacerlo.

Yoshiro negó. En el fondo de su corazón, estaba de acuerdo en que no obró bien, lastimarse a sí mismo era aún peor que matarlo con una estaca, pero no lo podía culpar.

—Me porté mal, no comprendía tus sentimientos, nunca te dije “te amo” y jamás permití que estudiaras bien. Aunque también es tu culpa por tus errores…

—¿Mis errores? A, te refieres a Aren.

El vampiro Aren, era un exnovio de Makoto, logró engañarlo para que decidiera irse con él a pesar de que ya conocía el deseo de Yoshiro. Nada estaba completado, no era pareja de nadie; sin embargo, todo fue un desastre, aun así. Cherry nunca dejó de disculparse, Yoshiro aceptó las disculpas y también hizo lo mismo. Los dos estaban en deuda con el otro.

Luego de comer y beber, las preguntas comenzaron de nuevo.

—Pero, ¿por qué reencarnamos de nuevo? Creí que con el suicidio se terminaba el ciclo. ¿Tenemos una maldición?

Cherry era joven; no obstante, su mente era como la de una persona madura. No imaginó el alcance de sus palabras. Ahora, Yoshiro sabía que Makoto quería terminar con el ciclo. Bueno, suponía que se lo merecía por tratarlo tan mal en el pasado, porque, ¿quién querría estar con un vampiro que lo encerraba sin dejarlo tener una vida normal?

—También me hice esa pregunta hace 10 años.

—¿10 años? Espera, ¿ya sabías que yo aparecí de nuevo?

Él sacudió su cabeza, toda esa información iba a dejarlo frito. Yoshiro tocó su mano y le regaló una sonrisa sincera.

—Te explicaré todo, después de que tomes el té y vayas a clases. Es tu primer día, tus amigos Rain y Lemon te verán en el salón.

—¿Qué? ¿Cómo sabes de mis amigos? Bueno, supongo que leíste mi mente, o lo sabías de antes… ¡No cambies el tema! ¡No! ¡Debes decirme todo! ¡No me puedes dejar así!

—Por favor, ¿no antes me rogabas por ir a la escuela?

Cherry se enmudeció. Eso era una completa verdad, Yoshiro nunca quiso que fuera a la escuela, era sumamente posesivo y celoso, cualquier contacto que Makoto tenía con alguien más, era resultado de una escena de celos y agresión. El Yoshiro de ahora era diferente, a gran escala. Cherry no tuvo opción más que comenzar a recoger su mochila y tirar a la basura su vaso de plástico, no se fue sin previamente amenazar a Yoshiro con que tenía que contarle toda la verdad cuando saliera de clases. Yoshiro nunca se iba a quitar de ahí, jamás en la vida iba a darle la espalda. Cuando Cherry se fue corriendo, él miró su silueta huir de él y sonrió con dulzura. En la vida pasada, no dejaba que se fuera de su lado y menos corriendo.

¡Cómo cambian las cosas! Juró portarse bien en esta vida, porque…

«Es la última, Yoshiro. Ya no habrá más oportunidades»

.

.

Nota:

"Esta historia es la continuación de Vampiro cruel (Pareja principal: Yoshiro y Makoto. Se centró en los problemas que atraviesan cuando el vampiro cruel lo secuestra), siendo esta, la segunda temporada. Tiene como protagonistas a los estudiantes Rain, Cherry (Makoto) y Lemon, y a los vampiros crueles, Lord Santoro, Yoshiro y Orfeo. El tema se centra en las reencarnaciones, por lo que un vampiro puede ser asesinado, pero resucita al cabo de diez años con el fin de encontrar nuevamente a su alma gemela, en caso de los humanos, ellos únicamente necesitan de 1 a 10 años para reencarnar, a menos de que se trate de un tema serio como el de Makoto. Existen algunos requisitos por los que un vampiro puede resucitar, y el principal es; haber encontrado a su alma gemela. Si no encuentra a su humano destinado y es asesinado, no puede resucitar."

El primer día de clases

Tiró su basura y comenzó a andar hacia el jardín de la universidad. Todos esos años, pensó en miles de maneras de encontrarse con Cherry, cada una era más dramática que otra, pero tomó la mejor decisión resultando de esta manera, la más tranquila. Cherry no tendrá un shock mental y no enfermará, al final salió como lo esperaba, él estaba tranquilo, ansioso y contento. Pero no tenía la menor idea de que Cherry estaba en el salón de clases con el corazón acelerado.

 

—¿Estás bien?

 

Preguntó a su compañera, Milk, no era su amiga, pero ella podía ver que su nuevo compañero estaba agitado y nervioso. Cherry la miró y negó al instante. ¿Podía ser más dramático? Imposible. La muchacha, de cabello castaño y piel hermosa, miró detenidamente al chico y sonrió. Se conocieron durante los trámites de inscripción, no se tenían confianza; sin embargo, él le parecía muy guapo. Ojalá Cherry pudiese ver más allá de su camino, porque más de uno de su salón, tenía puestos sus ojos en él, pero el chico solamente podía mirar a Yoshiro. No todos los días te enteras de que fuiste pareja de un vampiro por mil años. Eso sonaba romántico y aterrador, más de lo que se escuchaba. Siempre existían problemas en cada reencarnación y el de la última vez, tenía nombre.

 

—Aren, desgraciado.

 

Ese maldito vampiro fingió ser su pareja sin conocer que era el destinado de Yoshiro; sin embargo, aun sabiendo eso, decidió pelear por él. Si no fuera por ese vampiro, probablemente Yoshiro y Makoto si hubiesen sido felices, tendrían problemas, pero lo solucionarían al pasar los años. Ahora, hay una pregunta y necesitaba que Yoshiro se la respondiera: ¿por qué estaban aquí cuando Makoto se había suicidado? ¿El ciclo no terminaba? Para que ya no tuviesen que seguir sufriendo muriendo y renaciendo todo el tiempo. Cada muerte fue dolorosa, dejaron cicatrices mentales que dudaba olvidar y sin mencionar las veces en las que alguien más asesinó a Yoshiro, solamente porque querían quedarse con las versiones anteriores de Makoto.

 

—¿Cherry? Dijo Milk que estás nervioso por algo.

 

Un chico con el cabello rubio y con un broche en el cabello en forma de corona triunfal, tomó asiento junto a Milk y Cherry. Tras un guiño hacia la linda chica, centró su atención en su mejor amigo y en Rain, aquel chico de lentes que iba entrando como si alguien lo estuviera persiguiendo.

 

—Sí, es que se me hizo tarde —respondió Cherry—. Me quería inscribir a ajedrez, pero…

 

Justo cuando Rain se sentó con sus amigos, un grupo de chicos entró al aula. Todos ellos miraban a Rain como si fuera un bocadillo. El muchacho estaba huyendo de esos alumnos y al parecer, no logró burlar su persecución.

 

—Miren que tal. Tenemos al majestuoso genio de las computadoras en nuestro salón —burló refiriéndose a Rain.

 

El muchacho tímido, solía pasar su tiempo en talleres de computación. Se ganó su fama al nivel estudiantil al ganar un concurso que fue promovido por las escuelas y por ello fue admitido en esta universidad. Todos se enteraron de eso. En cuanto a Lemon, es hijo de un empresario hotelero tailandés; sin embargo, todos sus negocios se concentran en China y los viajes son constantes en la vida del joven heredero. Ambos estudiantes preferían mantener un perfil bajo, pero ciertos compañeros envidiosos, gustan de molestarlos, tal y como es el caso de Arthit, Perth y Pete, los líderes de su grupo. Cualquier cosa que les pareciera gracioso, todo el séquito de amigos estallaban en risas. Lemon los miraba con furia. Odiaba a los bravucones y lo peor de todo, es que era el primer día y ya eran un claro objetivo. Era la maldición que atrajeron desde que estudiaron el colegio, la mayoría continuaban sus carreras en la misma línea de estudios, siendo esta universidad, el último escalón antes del mundo laboral.

 

—¡Y miren, tiene guardaespaldas! —dijo Perth—. ¿Acaso se cree griego?

—Se ve tonto usando un broche de hojas —murmura Pete.

—¿Qué tal si guardan silencio y toman asiento? —dijo Rain en voz baja, queriendo que no lo escucharan.

 

Rain es uno de los mejores amigos de Cherry, y a pesar de que necesitaba defenderse, solamente se encogía y se hacía chiquito, en cambio, Lemon, se puso de pie y apretó sus puños.

 

—¿No lo escucharon? ¡Largo!

—¡Vaya! ¡Permíteme estar de pie un momento más, señor Sócrates!

 

Tras la exclamación de Perth, Cherry sintió erizar su piel y supo lo que iba a pasar. Yoshiro estaba en la universidad y probablemente estaba escuchando esta conversación. No tardaba en subir a darles su merecido a estos tontos. Por más extraño que pareciera, no quería que lo defendiera, eso era lo peor que podría hacer. Pero como caído del cielo, el profesor entró. Ni tardos ni perezosos, el grupo de Arthit se fueron a sentar. Menos mal. Pensó que ocurriría una tragedia.   

 

 

Más tarde

 

—No puedo creerlo. Ese maestro nos odia —se quejó Rain.

—Es el primer día y ya tenemos tarea —dijo Lemon.

—No lloren, estará bien como entrenamiento. Disfrutaron sus vacaciones, ¿no? Vamos a organizarnos.

 

Cherry quería volver pronto con Yoshiro, por lo que se apresuró para decirle a cada uno que debía hacer. Al final tuvo que hacer equipo con Milk, ya que solamente se podía hacer en parejas. De igual manera, sabía que Lemon y Rain se complementaban bastante bien, por eso no se preocupaba.

 

—Rápido, hay que irnos a la ceremonia de bienvenida del club.

 

Cherry tomó su mochila y los demás hicieron lo mismo. Todos ellos, salieron de prisa del salón.

 

 

...

 

 

Yoshiro miró la flor más hermosa del jardín: la orquídea tailandesa. Cada país tenía una flor que le encantaba, en Japón es la flor de cerezo y en china es la flor de loto, pensaba que cada una era tan exótica como hermosa. Para él, Cherry era una flor, elegante, fuerte y sensible. Tomó la orquídea sin saber si era prohibido o no, la sujetó en su mano y aspiró el aroma.

 

“Delicioso”

Dolor

Y finalmente, la pequeña flor se desintegró. Alimentarse de la energía de las flores, animales y todos los recursos vivos del planeta, hicieron que Yoshiro calmara su sed por 4 largas décadas, bebió sangre de chicos cuando era realmente necesario, pero solo hasta ahí. A lo largo de su vida, su cuerpo rechazaba cualquier tipo de placer que no fuera de su pareja, podría ser dependencia; sin embargo, era una cuestión de alma gemela. Era muy complejo, peligroso y hermoso. Eso daba como significado, que Yoshiro no tuvo sexo con nadie desde que Makoto murió, dando como resultado un celibato de 40 años, el mayor de todos.

Esperar unas cuantas horas para que saliera de clases, no era nada comparado con lo que tuvo que aguardar hasta su regreso tardío. Tenía muchas teorías por las cuales retrasó, pero cada una era más tenebrosa que otra.

 

—¡Yoshiro!

 

El apuesto vampiro soltó la que antes era una flor y sonrió a su amante. No olvidaba cuando fue la última vez que Makoto fue a encontrarse con él, con esa misma sonrisa y brillo en sus ojos; sin embargo, tardó en olvidar el día más triste de su vida, cuando Makoto no volvió a sonreír más.

 

 

Año 2010, Japón.

 

Narrador:

 

Sujetó el cuerpo de Makoto por varias horas, incluso la lluvia incesante fue ignorada por Yoshiro, porque deseaba hacerle una sepultura digna. A pesar del shock, Yoshiro reunió todo su valor para enterrar el cuerpo del amor de su vida en el jardín que él tanto amó y cuidó con fervor. El hermoso paisaje había sido descuidado el año entero, debido a la venda en los ojos que Makoto tenía, el hechizo de Yoshiro funcionó tan bien, que incluso olvidó cuidar de las cosas más queridas por él y todo por atender las necesidades del vampiro.

 

Cada acción dolía, cada movimiento para cavar su tumba, lo hacía sentir como si le clavaran una estaca en el corazón y continuaba sin comprender cómo es que aún podía moverse. Quería morir, deseaba dejar de vivir por siempre porque Makoto dejó de existir y esa era una razón fuerte para dejar este mundo, ¿para qué estar aquí? Makoto jamás regresaría, no reencarnaría nunca más. El ciclo terminó en cuanto decidió quitarse la vida. No había escapatoria, ya nada servía, ni siquiera llorar, entonces tras sepultar su cuerpo y cubrir el ataúd con tierra hasta que ya no se veía más, se volvió y comenzó a caminar hacia su mansión.

 

Esta vez, será el final, ya nunca renacerá y era quizás una salida a todo este dolor, porque no se imaginaba sufrir por años a solas y, ¿para qué? Nadie lo esperaba, no necesitaba esta tonta vida eterna para estar viviendo como un zombi. Yoshiro tomó la estaca que antes le entregó a Makoto y llevó al jardín nuevamente, se quitaría la vida tal y como lo hizo su pareja, para que al menos sus cuerpos estuvieran juntos; sin embargo, una ráfaga de viento detuvo por un instante la lluvia, deteniéndola por completo. Yoshiro sabía de qué se trataba, aun así, estaba por abandonar ese mundo y entonces, una mano sujetó la estaca deteniendo así, la acción del vampiro. Yoshiro miró a la persona que lo detuvo y un sollozo salió de sus labios.

 

—¿Por qué, Adrian? —preguntó en un hilo de voz.

—Yoshiro, sí, soy yo, no lo hagas.

 

Solo eso bastó para que Yoshiro llorara como nunca, era la segunda vez que lo hacía y ahora frente a su antiguo amigo. Adrian estaba en shock, pero comprendía la razón por la que Yoshiro no lucía como él. Era otro vampiro ahora, uno que alguna vez fue feliz con su alma gemela y ahora estaba sufriendo.

 

Le tomó un par de horas hacer que Yoshiro se calmara. Rechazó la copa de sangre de venado que le trajo. No quería comer, la última vez fue hace unos días y su cuerpo estaba débil. Esto estaba preocupando a Adrian más de lo que debía, porque cuando Yoshiro se dejó llevar fácilmente a su mansión, solamente lloraba y rogaba por su muerte.

 

—Por favor, debes beber esto.

 

Yoshiro solo apartó la copa, haciendo que cayera lejos. Ni siquiera miró cuando escuchó el estruendo del cristal chocando contra el fino suelo de caoba. El resoplar de Adrian, sí que lo hizo, miró a su amigo vampiro caminar a él y empujarlo.

 

—¿Te rindes tan fácil? —Adrián vociferó—. ¿Solo por esto te quieres matar?

—¡¿Solo por esto?! ¡¿TIENES LA MENOR IDEA DE QUE PERDÍ?!

—Yoshiro, ¡escúchame!

—¡NO! ¡NO QUIERO ESCUCHAR!

 

Estaba completamente resentido con la vida. Comenzó a romper todo a su paso, en la sala, en el vestíbulo y terminando frente a Adrian, quien lo sujetó del cuello y lo lanzó al suelo. A estas alturas, ya no se trataba de una simple lluvia, ahora parecía querer convertirse en una tormenta de nieve; sin embargo, Adrian detuvo su rabieta en un segundo, ya que no podían ser dos vampiros poderosos los que luchaban a menos que desearan formar un cataclismo.

 

—Tienes que escuchar esto, Yoshiro. Tu alma gemela renacerá. ¡Volverás a verlo!

 

El dolor, el sufrimiento que tenía en su corazón, se redujo a cero. Yoshiro explotó en llanto una vez más. La felicidad era inmensa. ¡Él volverá! ¡No sabía cómo, pero Makoto regresará!

 

—Es la última, Yoshiro. Ya no habrá más oportunidades.

 

¿La última? Definitivamente, hará que valga la pena.

 

—Esto es extraordinario, la manera en la que sucedieron las cosas —advirtió.

—¿Por qué? Dime, por favor.

—Sabías que lo amabas justo antes que él se quitara la vida, precisamente un minuto antes, ¿sabes lo que eso significa? Un minuto más tarde y adiós Makoto, por siempre. Yoshiro, eres realmente un vampiro con suerte.

 

Eso hizo que Yoshiro se desparramara en el sillón. Si de algo estaba seguro, es que una película de acción no tenía tanto drama como su vida. El dolor en el corazón, era el mismo que ser agredido o lastimado por un vampiro. Yoshiro comprendió lo que era el amor y con esto, automáticamente el ciclo continuaba, pero terminará en la próxima reencarnación.

 

Regresó a la tumba de su amado Makoto y dejó ahí una bella flor que le recordaba a él. Una rosa roja, la más preciosa, ahora descansaba sobre su lápida.

 

—Sé que hice las cosas mal, pero cambiaré por ti. Te amo.

 

Sonrió débilmente para darle una melancólica mirada a ese jardín y volvió a su castillo, listo para esperar por última vez.

 

 

 

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