Esta historia no trata sobre una princesa dulce, ni encantadora, tampoco de un romance perfecto. Esta historia es solo para los valientes, de corazones duros, pues lo que narrare puede que conmueva hasta a los más indiferentes. Trata de una princesa ala que le fue arrebatado todo, se convirtió en asesina y sus hazañas la volvieron leyenda. Trata sobre un príncipe maldito, de ojos tan azules como las profundidades del mar, que poseía un corazón tan duro como la piedra, que se logró enamorar. Trata de una niña tan frágil como el cristal, de cabellos tan blancos como la seda, que logro resucitar a los muertos del polvo, para liberar a un reino que solo la desprecio. Esta historia, es de guerra, sangre, lágrimas y agonía, que nos enseña que, hasta los seres más obscuros pueden tener nobleza, que no existen personas perfectas, ni totalmente perversas. Y que en ocasiones, de las personas que menos esperas, pueden ofrecerte todo, incluso si esto les cuesta la vida. Pero bueno comencemos desde el principio.
Gina era una niña hermosa, tenía la piel blanca como el marfil, un par de preciosos ojos color esmeralda, y cabello tan rojo como el fuego, era consentida y mimada por sus padres, pues era la única heredera del reino de Azula. Gina, como princesa, tenía acceso a los más hermosos vestidos, hechos de las mejores telas y confeccionados por las más famosas modistas de la época, tenía una gran colección de joyas de hermosos y vibrantes colores, todos los juguetes que cualquier pequeña podría soñar. Pues Azula era un reino con mucha abundancia, tanta como para cumplir cualquier capricho que ella pidiera.
.Azula era una de las tres potencias de aquellos tiempos. Al igual que el reino de Aurenia, que era conocida por tener entre sus filas a jóvenes talentosos en el arte de la magia. También estaba él reinó de Cales, famoso por tener guerreros formidables con fuerza sobrehumana, llamados titanes.
Los tres reinos hace algún tiempo habían firmado un tratado de paz, por lo que vivían en constante armonía, aunque eso duraría poco, pues nadie sabía que entre las sombras, había un traidor que se encargaría de volverlo todo cenizas.
Cierto día los reyes de Azula fueron invitados a una ostentosa fiesta en el reino de Cales, donde los reyes se reunirían en secreto para compartir información obtenida de un espía que había sido capturado, la fiesta fue bien y al rey de Azula le fue revelado un obscuro secreto. Esa noche salieron de Cales por la madrugada, a muy a pesar de la reina, puesto que se encontraba cansada y no comprendía por qué su amado quería partir lo antes posible.
Al cruzar la frontera, el rey, quien estaba realmente ansioso, pudo respirar con calma, pero en ese momento una lanza atravesó el carruaje, haciendo rodar una de las ruedas, haciendo que se detuviera, el rey entro en pánico, pues sabia, que estaba siendo perseguido y que esa seguramente sería la última noche que pasaría con vida. Sobresaltado, llamo a su guardia más leal, para luego envolver a la pequeña Gina con una manta y dársela en brazos ordenándole huir.
La masacre fue atroz, la guardia real peleó con valor, pero el oponente era mucho más fuerte, todos y cada uno de ellos fueron asesinados cruelmente, destazados con enormes mazos, mientras sus extremidades eran desprendidas, mientras las risas resonaban por doquier, mezclados entre gritos y suplicas, por aquellos qué sin piedad eran devorados. Los titanes extasiados saboreaban la sangre aún caliente de sus destazadas víctimas. La reina fue degollada ante los ojos del rey, mientras que el sufría desangrado, con una
espada que le atravesaba el pecho, para después ser decapitados, pues sus cabezas fueron llevadas como trofeos por estos desalmados mercenarios.
Ala mañana siguiente, el guardia, qué logro escapar, llevaba en brazos a la princesa, llegando a las puertas del palacio con la trágica noticia de la muerte del rey y la reina. El pueblo ante la tragedia, lloro ante la muerte de sus gobernantes. Días después del entierro, el consejo se reunió para decidir quién sería el nuevo gobernante de Azula, puesto que, la princesa era tan solo una niña de 8 años y a pesar de ser la línea directa de sangre para tomar el poder, aún era muy joven.
En las siguientes semanas, el príncipe Carlos, tío de Gina, fue convocado para resguardar el trono, mientras que la pequeña cumplía la mayoría de edad, pero este cegado por la ambición y ante la inocencia de Gina, la engaño con artimañas para hacerla firmar un documento donde le cedía el poder, para después emitir un decreto donde decía que la princesa sería educada fuera del palacio, en una de las residencias cercanas y estaría a cargo del primer general, puesto que esté en vida fue el mejor amigo de su difunto hermano.
El pueblo estaba indignado, pues la bajeza que había cometido el príncipe Carlos para llegar al trono había sido despreciable, aunque nadie se atrevía a decir nada, puesto que revelarse contra el rey sería buscar la muerte.
Al día siguiente, ante la sorpresa del general, fue llevada a su puerta una pequeña princesa con cabello de fuego, con los ojos hinchados de tanto llorar, Gina observó detenidamente al general, era un hombre apuesto, como de unos 35 años de edad era alto y fornido, sus brazos eran fuertes y su abdomen delineado, su cabello era castaño y corto, su piel bronceada hacía resaltar un par de ojos color cielo, que eran claros y honestos, los cuales miraban con preocupación a la pequeña pelirroja que ahora tenía a su cuidado.
Él y su padre fueron grandes amigos, crecieron juntos, pelearon grandes batallas, por lo cual se lamentaba profundamente por no haber estado con él esa fatídica noche, pues de haber estado, él se hubiera asegurado que su preciado amigo siguiera con vida, aun si esto hubiera significado que él perdiera la suya.
Pero ahora podía compensarlo, ahora tenía otra oportunidad, ahora podía estar y proteger lo que su preciado amigo más quería, su más grande tesoro, su hija.
Aunque también se preguntaba si la decisión había Sido correcta, pues Gina era apenas una niña de 8 años, él nunca había tenido hijos ni hermanos pequeños por lo cual no tenía ni la más mínima idea de cómo criar a una niña, por supuesto tenía el apoyo de las criadas y tutora, pero fuera de esto era un total inexperto, él un hombre adulto que no tenía miedo a nada, que podía entrar al campo de batalla como si de un centro de atracciones se tratara, que había soportado mil heridas sin cambiar su semblante, y ser conocido por un temple imperturbable se encontraba echo un total nudo de nervios ante la mirada expectante de una pequeña.
Al día siguiente Gina ya se había instalado en su nuevo hogar, pero se negaba a salir de su habitación, tenía los ojos hinchados de tanto llorar, seguía insistente a negarse comer, las escenas de la masacre de sus padres la atormentaban cada noche.
- ¿quieres morir? -le pregunto el general sin rodeos, pues al ser un hombre de guerra no conocía muy bien lo que era la delicadeza.
- ¡qué sentido tiene la vida si ya no tengo a mis padres! -grito Gina, con los ojos hinchados a causa del llanto.
-¡si quieres morir, hazlo, adelante!, solo tú tienes la decisión del rumbo que quieres tomar, si quieres morir, yo no soy quien para detenerte, aunque es una lástima que los esfuerzos de tu padre hayan sido en vano - le dijo el general desafiante.
-¿tú qué sabes, no estuviste ahí?, ¿que se supone que haga?, ¡ellos ya no están! - gritaba Gina mientras sentía que el corazón se le estrujaba, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos como si de un manantial se tratara.
- pero tú sigues con vida, fue el regalo que ellos te dieron – exclamo el general amablemente.
- ya no quiero perder a nadie más - sollozaba Gina.
- en ese caso vuélvete fuerte, vuélvete tan fuerte que nadie te pueda derrotar, tan fuerte que te permita proteger lo que más amas, sé que estás triste, pero esto no termina aquí.
- Gina levanto su mirada con esos preciosos ojos esmeraldas bañados en lágrimas.
- pero ya no me queda nadie más.
- pero aún te falta mucho por vivir, mucho camino que recorrer y en el transcurso conocerás a personas maravillosas que te aran volver a amar y la herida de tu corazón sanará.
- lo prometes.
- ¡claro!, un general nunca miente -le dijo con una leve sonrisa mientras abrazaba a la pequeña que se había arrojado a sus brazos.
El tiempo empezó a transcurrir y Gina se empezó a adaptar rápidamente, pronto comenzó a asistir al campo de entrenamiento del general Kilian, a quien ahora veía como un padre. El general tenía como cargo entrenar a los reclutas que ingresaban a la guardia real, pues en esa época, gracias al tratado de paz, no había guerra. Contaba con un campo de entrenamiento bastante amplio, con alrededor de 100 reclutas, a los cuales les resultaba peculiar ver a la pequeña pelirroja entre las filas, aunque esta, era tan delgada, que incluso levantar la espada era todo un desafío, por lo que le obsequiaron un par de dagas, aunque el reino entero se escandalizara, pues en ese entonces que una mujer, menos una niña, estudiara el arte del combate era algo inconcebible.
El general no le dio importancia, ya que pensó que era algo momentáneo, pero para su sorpresa no fue así, Gina se levantaba antes del amanecer para practicar cada mañana y se acostaba hasta altas horas de la noche, pues no soportaba que los reclutas se burlaran de ella. Pero ya verían, ¡ella borraría cada sonrisa de aquellos que se reían!, ¡sería tan fuerte que aria que estos, se tragaran sus palabras!, aria que su tío, ¡se arrepintiera de usurpar el trono!, recuperaría todo lo que le habían robado, pensaba, mientras enormes gotas saladas, resbalaban por sus mejillas. Mientras practicaba con sus pequeñas dagas, completamente sola, en lo silencioso de la noche, a pesar de estar tan cansada, de tener un nudo en la garganta, de tener sus manos cubiertas de heridas, de tener el corazón lleno de rabia.
Los años transcurrieron y la niña se convirtió en adolescente, pero no en cualquiera, sino una realmente letal, rápida, certera, tan fuete como ningún otro recluta, ya que además de hermosa, era astuta, feroz, era precisa en el arco, rápida y eficaz con la espada, ligera, flexible y mortal con la lanza, a pesar de tener 12 años no había nadie entre los soldados que se le comparara.
Cierto día Gina salió a hurtadillas, pues en la capital, un gran festival se celebraba. Se vistió con un hermoso vestido, pues a pesar de ser muy fuerte, después de todo era una chica y le gustaba lucir hermosa, se soltó su rojo y largo cabello. Comenzó a caminar por las bulliciosas y coloridas calles, cuando de repente la música ceso, y en medio de su trayecto un grupo de gente se comenzaba a reunir, pues resulta que ese día el primogénito del rey Carlos había decidido tomar un paseo y uno de los guardias que lo acompañaban en un descuido, dejo que un niño se acercara y este con sus manitas sucias toco cautivado por los vibrantes colores, la fina tela de las vestimentas del príncipe, este con molestia empujo al pequeño que al sentirse en el suelo comenzó a sollozar, el príncipe de cabellos tan rubios como el sol, lo miraba con desagrado, mientras miraba con aversión la mancha en su fino traje, para luego tomar el látigo en su mano con intención de castigar al pequeño. La madre angustiada, lloraba, rogando al príncipe con corazón de hielo, que no lastimara a su hijo, mientras que este dio el primer latigazo, la sangre tiño el piso, mientras la carne se mostraba herida por el impacto, pues uno de los guardias al ver la acción tan cruel, se había abalanzado para proteger con su cuerpo al pequeño.
El príncipe se llenó de furia, ¡como un simple guardia se atrevía a desafiarlo!, tomo el látigo para castigar al insolente, y al tirar el segundo impacto, Gina lo tomo en el viento, protegiendo al guardia, el látigo seguía en su mano mientras pequeñas gotas escarlatas corrían a causa de la herida, los guardias al verla se sintieron confortados, pues habían sido compañeros tan solo un año atrás y sabían que la princesa los protegería.
Gina lo miro con furia, camino con pasos certeros para luego tirar del látigo haciendo que el príncipe cayera, al sentirse humillado se paró bruscamente.
- ¿cómo te atreves?, ¿acaso sabes quién soy?, soy el príncipe heredero al trono, Leiv Boraita, ¡con una palabra mía, tu cabeza sería ejecutada!, ahora bien, ¿no eres tan valiente, verdad? - decía Leiv, satisfecho, pues esperaba que la pelirroja que tenía enfrente, se arrodillara pidiendo perdón, ahora sería su turno de ser humillada.
Gina sin contenerse le dio tremendo puñetazo en la cara, dejándole al joven un ojo morado, los guardias tuvieron que morderse la boca para evitar reír, ya que el príncipe había sido derribado de un solo golpe, este se sintió perplejo, mientras sentía que sus mejillas se encendían por la vergüenza.
- por supuesto que sé quién eres, eres el príncipe inútil del reino de Azula, no posees fuerza, ni inteligencia, pero te jactas que serás rey. Manchas el nombre de tus ancestros, utilizas tu posición para oprimir a quien consideras más débil, ¡lastimas a quien deberías proteger!, ¡esta es la gente que mi padre amo!, ¡esta es la gente, que los que tomaron la corona protegieron!, ¡esta es la gente, que osas lastimar!, ¡tú no mereces gobernar!- dijo Gina con rabia.
Leiv se quedó conmocionado, viendo como la joven se retiraba con el niño en brazos.
-¿Por qué no han hecho nada?, ¿que no se supone que sirven para velar por mi seguridad?, ¡no son más que unos inútiles! – rujió Leiv a sus guardias.
-Lo siento mi lord, pero la señorita es de sangre noble, y por lo tanto, no estábamos en condiciones para poder interferir.
Ese día en el castillo, pregunto quién era la joven que anteriormente se había encontrado en el pueblo, para darse cuenta de que era nada menos que Gina, su prima, la verdadera heredera al trono, por linaje de sangre real, y bien lo que dijo era cierto, no sabía pelear, ni tenía conocimiento, y fue en ese momento que sintió celos, pues era realmente incompetente y a este paso Gina recuperaría la corona. Fue entonces, que empezó a estudiar, ante el asombro, de todos sus tutores, pues al príncipe, nunca le habían interesado aprender, y pidió a su padre, le diera la autorización, para ser entrenado por el primer general Kilian en la academia, pues ahora que sabía que tenía rival, era un desafío que definitivamente no podía perder.
Al día siguiente, para la sorpresa de Gina, Leiv se presentó como aprendiz del general, ella renegó un poco, pues no esperaba coincidir con semejante chico de manera tan repentina.
Los meses transcurrieron y el atarantado joven se volvía poco a poco en un guerrero formidable, y en un joven realmente apuesto, pues tenía cabello rizado, al color del sol, piel blanca, ojos grises, era alto y esbelto. También se volvió culto, se instruyó, en el arte de la guerra, la estrategia, economía y todo aquello que consideraba de beneficio para el reino. Y así dos personas realmente diferentes se habían hecho tan cercanos, casi como hermanos.
El tiempo transcurrió, y el rey enfermo, pronto se anunciaría la sucesión del príncipe heredero, a pesar de no ser un buen momento, dado que el reino estaba dividido, ya que, la mitad de la población apoyaba a la princesa Gina y la otra mitad al príncipe Leiv, lo que causaba un gran conflicto.
Gina, se encontraba entre la espada y la pared, pues no buscaba lastimar a Leiv, después de todo lo que se había esforzado, monto su negro corcel, y salió al bosque para despejarse un poco, sintió el llamado de los árboles, el susurro del viento, lo suave de la brisa, lo rojizo del atardecer.
Y fue entonces cuando lo vio, una pequeña silueta en la lejanía, una silueta de lo que aparentemente era un hombre, que era perseguido por 5 grandes seres, no eran hombres, pero tampoco bestias, era extrañamente, una mezcla de los 2. De pronto el bosque se quedó en total silencio, la espesura de los árboles se vio en vuelta en una presencia siniestra, una que alertaba sus sentidos, la densa niebla lo invadía todo y la obscuridad de la noche comenzaba a caer. A lo lejos pudo observar un combate, se trataba de un grupo de titanes sin duda del reino de Cales. Los titanes eran hombres dotados de fuerza extraordinaria, pero estos tenían algo que no acababa de entender, su aspecto era sumamente extraño, de sus dedos brotaban filosas garras, mientras de su boca sobresalían afilados colmillos, su estatura era aproximada a los 3 metros tenían cuerpos fornidos, cubiertos de cicatrices, ojos de fuego, mientras que en sus manos tomaban con fuerza, enormes mazos cubiertos de agujas, tan gruesas, de metal, capaces de producir mortales heridas.
Gina se acercó sigilosamente, como un gato. Se encontraba presenciando una pelea, los titanes golpeaban brutalmente al joven, pues este se negaba a someterse, los mazos se estrellaban contra su magullado cuerpo mientras la sangre escurría como manantial de sus heridas, este luchaba desesperado y casi al borde de la muerte, pero se negaba a retroceder, no importara cuanto le golpearan, este se volvía a poner de pie, lo que conmovió el corazón de Gina. En eso, uno de los titanes clavo una cuchilla en el pecho del joven, este se tambaleó para luego caer casi inconsciente, mientras sus contrincantes reían a carcajadas, al ver tal escena Gina se llenó de furia, y se mostró ante ellos con sus dagas en las manos.
- ¿Qué honor tiene vencer a su oponente de esta manera tan ruin?- gritó Gina con indignación mientras se ponía en guardia para el combate.
- valla, valla, eres realmente bonita, parece que esta noche nos vamos a divertir- dijo el titán mientras la miraba de forma lasciva.
Gina se abalanzó de manera impresionante, arremetiendo con fuerza contra uno de los sujetos, derribándolo estrepitosamente, mientras lanzaba un par de dagas, asesinando en un instante a los otros dos. Gina tomo la espada, que anteriormente tenía el joven y la manejó con agilidad, ahora no había duda, los titanes se percataron que la joven ante sus ojos había sido entrenada. Apretaron los puños y arrojaron los mazos, pues creyeron que sería más doloroso si la desmembraban lentamente, ya que está, había asesinado a sus hermanos. Gina espero con entereza ante la expectante mirada del joven en el suelo, mientras esquivaba los golpes, dio un giro con la espada para posteriormente decapitar al titán, el otro la tomo con fuerza, mientras presionaba su cuello con fuerza, Gina golpeo con vigor su cabeza con sus manos, haciendo que su oponente se sintiera aturdido, mientras en su descuido le atravesó la garganta con una daga.
Para después acercarse cuidadosamente al joven que yacía en el suelo, al acercarse se sorprendió, pues el hombre ante sus ojos era realmente apuesto, tenía su piel blanca como el marfil, ojos profundos, tan azules, como las profundidades del mar, su cabellera negra, ondulada, pero algo llamo su atención, se trataba de escamas parecidas a las de un dragón, como gemas preciosas, parecidas a las piedras lazuritas, de color vibrante, luminoso, de un bellísimo color azulado, el preferido de Gina.
- son hermosas- dijo Gina, extasiada por la belleza de estas, mientras acariciaba con sus pequeños dedos la peculiar escama.
Los ojos del joven se abrieron por la sorpresa, pues Gina, era la primera persona que las elogiaba, ya que en su tierra, el hecho de tenerlas, significaba que estaba maldito, por lo que él, no hacía otra cosa más que odiarlas.
- perdona, te he incomodado, no tienes nada que temer, ahora estás a salvo - exclamo Gina amablemente.
Después, con especial cuidado, saco la cuchilla de su pecho para luego percatarse de que estaba envenenada, el cuerpo del joven, se encontraba en agonía, aunque un pequeño frasquito de cristal colgado de su cuello llamo su atención. Se trataba de una extraña poción de color verdoso, podría ser antídoto pensó, que más mal podía hacer, el joven ya estaba al borde de la muerte. Ella abrió el pequeño frasco de la poción con especial cuidado y se lo puso en los labios, pero este ya estaba demasiado débil para beber.
¡no, después de todo lo que he pasado para salvarte, por favor no mueras! - suplico.
Mientras ponía la poción en su boca y así junto a sus labios con los suyos, dándole la poción con un cálido beso, el joven al sentir el delicado roce de Gina
lentamente, levanto la mirada, teniendo como último recuerdo antes de perder la
consciencia, un par de ojos verdes color esmeralda.
A la mañana siguiente un joven pelinegro se despertaba en la mansión del general Kilian. Los médicos de la corte estaban asombrados, pues la capacidad de recuperación era sobrehumana, pues solo había transcurrido un día y el cuerpo del muchacho ya casi estaba totalmente sano, las heridas más profundas estaban completamente cerradas y solo quedaban algunos rasguños y moretones. También descubrieron que lo que anteriormente lo estaba matando no era el veneno de la cuchilla, ya que este era inmune, sino el titanio de esta, puesto que parecía ser alérgico y esto impedía que este se regenerarse. Sin contar de su anatomía era extraña, pues en la frente tenía escamas parecidas a las de un dragón y al intentar retirarlas estás salían brotando, su piel era tan gruesa que era difícil perforarla, pero al parecer reaccionaba al titanio, el general se encontraba desconcertado, pues era la primera vez que se encontraba con una criatura así.
Una vez que estuvo consiente se llevó a cabo una interrogación, resultó que el joven era el segundo príncipe del reino de Aurenia, Caleb Darvaes, segundo a la corona, él era quien comandaba al ejército de Aurenia, como uno de los 5 grandes generales. Actualmente se habían reportado muchos altercados en los pueblos cercanos a la frontera con el reino de Cales, en los cuales decenas de niños habían sido raptados, en especial, aquellos con afinidad mágica, él y su escuadrón fueron para proteger los poblados y al llegar se percataron de un altercado. Pero sus oponentes no eran titanes normales, sino seres genéticamente mutados, sus hombres pelearon valerosamente, pero fueron brutalmente asesinados. En su escuadrón solo él, y dos soldados más fueron dejados vivos, ya que tenían habilidades regenerativas, lo que le lleva a pensar que, las personas que han sido raptadas son utilizados para experimentos, lo que les permite a los titanes poder aumentar sus capacidades físicas. El logro liberarse y 5 de los contrincantes, se separaron para capturarlo, mientras que los demás partieron con los pequeños que habían sido incautados. El combate comenzó y él claramente estaba muy herido, había perdido mucha sangre, y en su pecho yacía una cuchilla, que amenazaba con terminar su vida, y fue entonces que entre el cobijo de la obscuridad de la noche, una joven salió, con cabello de fuego y ojos tan verdes como gemas preciosas, con una destreza sorprendente, como nunca antes había visto, asesino valerosamente a los 5 oponentes con mucha facilidad, algo que si le preguntan lo llenaba de vergüenza, porque a pesar de ser un gran general, había sido superado por una peculiar jovencita.
-¿quién es ella? -pregunto Caleb, curioso al general, ya que, aunque quisiera, no dejaba
de pensar en aquellos ojos verdes.
- su nombre es Gina Boraita, es sobrina del rey Carlos, princesa de Azula y aprendiz a general -
respondió el general Kilian.
-¿dónde está ella?, me gustaría conocerla para darle las gracias de manera apropiada.
- por este momento la princesa se encuentra indispuesta, pero podrá conocerla en el baile que se organizara en las siguientes dos semanas - exclamo el general - como verá si el reino se entera del actual conflicto y de un posible altercado con el reino de cales, habrá pánico, por lo que su majestad el rey Carlos ha invitado a los príncipes y princesa de Aurenia para celebrar una vez más, un pacto de paz, más que con un simple contrato con lazos de matrimonio. Y en cuanto a la princesa Gina, lo más conveniente sería que no la frecuentara, ya que el rey de Aurenia, su padre, ha decidido que quien desposara a la princesa Solvi del reino de Azula, será usted.
Caleb sintió de pronto como si un balde de agua fría callera por su espalda, aunque lo entendía, la corona sería heredada por su hermano, así que, si él desposaba a la princesa, se reforzarían los lazos de paz, sin tener que poner a una extranjera como reina.
- muy bien, lo tomaré en cuenta - respondió Caleb con expresión seria.
Mientras tanto, por órdenes del rey, a Gina se le tenía prohibido salir de sus aposentos, cosa que la tenía un poco frustrada, por lo que no perdía oportunidad para escabullirse a los hermosos jardines, caminaba descalza por los enormes corredores, tocando con sus finas manos, el agua tibia de las fuentes, respiraba el dulce aroma de las coloridas y delicadas flores, con su ropa sencilla y cabello revuelto, mientras en una rama de un árbol leía atenta su libro preferido.
En eso el príncipe Caleb vislumbro a lo lejos a una hermosa joven de cabellos tan rojos como el fuego, Leiv sonrió levemente al ver la expresión de aquel príncipe extranjero.
- es hermosa, no es así - exclamo Leiv contemplando a Gina.
- es la joven más bella que mis ojos han visto - exclamo Caleb con mirada anhelante, aunque prohibida, desgraciadamente.
- mi padre, no dejará que la tengas, puesto que es muy peligroso y más en estas fechas- exclamo Leiv - Gina es hija de la línea directa de sangre real, por lo que es la verdadera heredera al trono, pero mi padre, de línea segunda, ahora es rey por lo que yo como su sucesor soy aspirante al trono, el reino está dividido la mitad apoya a Gina y la otra está de mi lado. Si Gina se comprometiera con un príncipe extranjero se reforzaría y la balanza caería a su favor, es por eso que la ha mandado encerrar y te ha prohibido que la veas.
En eso pasó el guardia que se encargaría de proteger y resguardar al príncipe Caleb.
- el príncipe ha quedado asombrado por la belleza de los jardines, creo que sería una estupenda idea si lo llevases a recorrerlos -le dijo Leiv al guardia, con sonrisa traviesa, mientras guiñaba un ojo a Caleb.
- sí, en efecto, son muy bellos - exclamo Caleb un poco ruborizado.
El guardia, dudo un poco, para después conducirlo al hermoso jardín, Caleb, camino lentamente hacia el árbol donde anteriormente había visto a la princesa, con pasos cortos, en silencio, pues temía que si esta lo miraba, se escabullera lejos, las palabras se mezclaban en su mente, mientras su corazón poco a poco se empezaba a acelerar, ¿qué era esto que sentía?, se preguntaba confundido, sería que esta bella joven con el beso de esa noche lo había hechizado, estaba inmerso en su pensamiento, tanto que no se percató de la llegada de una encantadora joven de cabellos tan rubios como los rayos del sol.
- ¿qué hace usted aquí?- pregunto la bella joven - esta área está restringida, debe marcharse de inmediato.
- lo siento mucho, no era de mi conocimiento, permítame presentarme, soy el segundo príncipe del reino de Aurenia, Caleb Darvaes.
Los ojos de la joven se abrieron por la sorpresa, pues el apuesto joven que tenía ante ella, no era ni más ni menos que su futuro esposo.
- mucho gusto su alteza, mi nombre es Solvi Boraita segunda princesa Azula, es un placer conocerle, espero en un futuro nos llevemos bien, ya que pronto nos casaremos - exclamo complacida-¿y bien dígame que es lo que lo trae al jardín?
- nada en especial, solo me ha parecido muy bello - exclamo un poco melancólico mientras forzaba una sonrisa desviando la mirada de la pelirroja en el árbol.
Solvi era astuta y se percató rápidamente de la situación, al darse cuenta de que aquel pelinegro sentía interés en su prima y no en ella, sintió celos, así que con astucia se lo llevo a recorrer la residencia, sacándolo apresuradamente del jardín, pues temía que estos dos se encontraran.
Pronto cayó la noche y en el castillo se había anunciado la llegada del príncipe Luka, heredero del reino de Aurenia y la princesa Caliza, la hermanita pequeña del príncipe Caleb, este se llenó de regocijo, pues después de varios días por fin veía un rostro conocido. Luka preocupado lo abrazo con fuerza y después del emotivo encuentro disfrutaron de un gran banquete, para después irse a dormir.
Luka una vez que estuvieran todos dormidos, salió sigilosamente de su habitación, pues su padre, rey de Aurenia, no solo lo había mandado con intención de reforzar el tratado, sino para infiltrarse y descubrir si el reino de Azula había conspirado con Cales, para nuevamente reavivar las cenizas de la guerra. Luka tenía el don de cambiar su forma por la de cualquier otro ser, algo bastante útil, al estar en terreno enemigo.
Al salir, tomo la forma del príncipe Leiv, mientras se dirigía a la sala del rey Carlos, pero no contaba con que el príncipe a esa hora estuviera despierto y que para su desgracia estuviera en el mismo pasillo, de repente se encontró acorralado, por un lado, Leiv venía y por el otro, tres jóvenes guardias que hacían sus recorridos nocturnos, así que sin más remedio, abrió la única puerta que estaba cercas rogándole a dios que la habitación que este abriera estuviera vacía. Al entrar se percató de que no era ni más ni menos que la habitación de la princesa Solvi, quien bebía tristemente una botella de vino a las orillas de su balcón, Luka al percatarse de que ya no había peligro se dispuso a salir, pero una princesa de ojos color ceniza lo detuvo.
- Leiv, ¿eres tú?- pregunto - ¿qué demonios haces a estas horas afuera, y más en mi habitación?
- estaba muy ansioso esta noche, y no conseguía conciliar el sueño, y al pasar vi tu habitación abierta, por lo que pensé que estarías despierta, perdóname si te incomode - mintió Luka - dejando eso de lado, ¿por qué estás tan triste?, ¿es acaso que las damas en estos tiempos acostumbran beber hasta la ebriedad?
- si me lo preguntas es muy tonto, pero la verdad es que, no deseo desposar al príncipe Caleb.
- ¿por qué, es que acaso el joven es muy poca cosa para ti?- exclamo Luka con mirada sombría.
- no, de ninguna manera, creo que es muy apuesto, gallardo y muy encantador, pero lamentablemente otra ya le ha robado el corazón - exclamaba Solvi mientras terminaba de beber el vino que quedaba en su copa - sabes, nosotras como princesas, no estamos destinadas a encontrar el amor, solo somos mercancías de cambio que benefician al reino, a cambio de paz o poder, como lo es este caso. Pero siempre creí que al casarme si tal vez no llegara conseguir que mi esposo me amara, tal vez podríamos con el tiempo, ser buenos amigos. Pero no quiero ser la causante de la infelicidad de un hombre, debe ser horrible compartir tu vida, sabiendo que amas a alguien más.
- Creo que lo estás pensando mucho, ¿no cree que tal vez sea un malentendido?- intento consolar Luka, pues desde pequeños nunca había visto a su pequeño hermano interesarse por ninguna dama que no fueran su madre o su hermana.
- ayer se me fue anunciado que se me había comprometido con el segundo príncipe de Aurenia, y que actualmente se estaba hospedando en la mansión del general Kilian, y sabes me sentí emocionada, ansiosa, por saber cómo era, ¿qué tipo de hombre sería?, así que tome la iniciativa de levantarme temprano, escogí mi mejor vestido, me perfume con la fragancia más costosa, peine maravillosamente mi cabello, y al llegar ¿sabes que fue lo que me encontré?, a mi prometido observando a Gina como si fuera la joven más bella que sus ojos han visto. No importo cuanto me esmerara en mi apariencia, él no me miro- exclamo Solvi mientras cristalinas lágrimas amenazaban con brotar de sus preciosos ojos grises, fui superada por una pelirroja de cabello revuelto, que iba en piyama, en la rama de un árbol con los modales de un mono- decía mientras las lágrimas caían por sus mejillas.
- sabes, creo que fue obra de las circunstancias, creo que si el príncipe Caleb te hubiera conocido primero habría caído rendido a tus pies, ya que eres simplemente hermosa.
Solvi abrió los ojos por la sorpresa para después desplomarse a causa del alcohol, Luka se apresuró para tomarla en sus brazos, Solvi al sentirse segura sumió su cabeza en su pecho, haciendo que este se ruborizara.
- muchas gracias Leiv, tus palabras confortan mi corazón - sonrió Solvi dulcemente para después quedarse dormida.
Luka la cargo hasta su cama para recostarla suavemente, para posteriormente retomar su forma, era un joven hermoso, alto, esbelto, con piel blanca y cabello negro, tan largo que corría por su espalda atada con una elegante cintilla azul, la luz de la luna se filtró por la ventana iluminando a la princesa dormida, Luka la miro detenidamente, pues ella era realmente bella, acercándose a la princesa dándole un pequeño beso en la mejilla.
- buenas noches, duerme bien querida princesa - exclamo Luka con una sonrisa, mientras salía silenciosamente de la habitación.
El gran día había llegado, el gran baile era la sensación del momento al cual asistirían los príncipes del reino vecino y los nobles dela más alta estirpe. Gina, por su parte, estaba más preocupada por el peligro de invasión que por su presentación al baile, aunque como princesa de Azula estaba obligada a asistir. Caleb, estaba ansioso, pues esperaba con ansias el momento de conocer a aquella bella pelirroja que había logrado cautivarlo, pues desde aquella noche no hacía más que pensar en ella.
El baile había comenzado y los herederos ya habían sido presentados, aunque Gina debido a un imprevisto había llegado tarde. Al llegar la anunciaron y su incomparable belleza logro robarse la atención, su rojo cabello corría por su espalda, resaltando a su vez su mirada profunda color esmeralda, labios carnosos y piel delicada, su vestido era azul como el cielo nocturno delineando a su vez su perfecta figura. La música paro y ella, suavemente bajo las escaleras, se presentó ante el rey haciendo una reverencia y siguió de largo al ver al general Kilian. Caleb estaba impactado, pues no esperaba verla tan hermosa, pues para ser aspirante a general tenía sus modales y etiqueta muy bien pulidos. Caleb sin perder tiempo se acercó a Gina, pues temía que al estar tan linda algún otro caballero se le pudiera adelantar. Por su parte Luka lo miraba divertido, pues era la primera vez que miraba a su hermanito siendo un total nudo de nervios, así que maliciosamente, se le adelantó a Caleb.
- si me permite encantadora dama, la música es realmente bella, aunque nada comparada con su presencia esta noche, por lo que me haría realmente dichoso si me permitiera bailar una pieza con tan bella princesa- exclamo Luka mientras miraba divertido la expresión de molestia en la cara del rey.
- realmente me alaga, es todo un caballero, ¿pero aún no sé quién es usted?
- soy Luka Darvaes, primogénito del rey de Aurenia - exclamo Luka sonriendo de manera radiante.
-me lo imaginaba - exclamo riendo Gina.
- ¿por mi refinada educación?- exclamo Luka.
- qué va, por la molestia de mi tío- dijo Gina con gracia.
Mientras que a Caleb le daba un vuelco el corazón ver que su hermano se llevaba tan bien con la bella pelirroja.
El rey, por su parte, apretaba los dientes, ya que sin duda esto pintaba mal, si Gina se comprometía con el príncipe heredero, Leiv no tendría ninguna oportunidad, por lo que para su conveniencia llamo a Solvi y le aconsejo que solo por esa noche, apartara a Luka de Gina, puesto que si bien lograba cautivar al príncipe heredero esto le daría la corona del reino de Aurenia. Solvi, bajo la mirada tristemente, pues las palabras de su padre lastimaron su orgullo y ella por dignidad, decidió retirarse de la reunión. Camino con pasos certeros mientras tomaba una copa de vino y antes de cruzar la puerta para salir del salón, un hermoso pelinegro la logro detener.
- lo siento mi lady, la noche aún es joven, porque no se queda un momento - exclamo Luka, que al ver que se iba había dejado a Gina a mitad del baile, para ir tras la joven de cabellos de sol.
Al ver esta escena a Solvi le dio por reír, ya que no esperaba que Luka dejara colgada a Gina por ir tras ella.
- ¿Es que está usted loco?, ¿cómo ha dejado a la princesa a medio baile?.
- disculpa, pero con quien quería bailar esta noche era realmente contigo, solo que con su padre presente y estando comprometida con mi hermano me ha resultado complicado, pero ante tal circunstancia, al ver que se marchaba, no me he podido contener y he venido tras de ti, perdone mi atrevimiento.
Solvi se sitió conmovida, pues era la primera vez que alguien la miraba, sin tener en cuenta a Gina.
- en este momento no me apetece bailar, pero si no le importa podemos charlar- sugirió Solvi.
Luka sonrió dulcemente para luego conducirla a la terraza donde tomaron asiento a la luz de las estrellas.
Mientras tanto, Caleb bailaba con Gina, ya que al ver a su hermano partir había acudido como caballero radiante a su rescate y después de ahí no la habría soltado, bailando y charlando toda la noche.
Al día siguiente la princesa Gina y el príncipe Caleb eran la sensación del momento, pues la noche anterior Caleb la había acaparado hasta que el baile llegará a su fin y el rumor de que este la pretendia se había expandido cómo pólvora.
Luka por su parte estaba encantado pues era la primera vez que su hermanito mostraba interés en una chica, ya que siempre se mostraba frío y retraido. Siempre que sus padres hablaban de compromiso el siempre buscaba la manera de oponerse, en cuanto a los bailes nunca asistía y si lo hacía solo se presentaba para hacer acto de presencia para después retirarse, pero está vez fue diferente ya que desde que se anunció la fecha de este, se había mostrado ansioso y una vez en el baile al aparecer la princesa Gina la habría acaparado sin importar la molestia de los jóvenes duques que esperaban la mas mínima oportunidad de poder hablar con ella.
Aunque la joven era de inigualable belleza había algo más y esto lo intrigaba, pues Caleb no era de los que se dejaba cautivar por un rostro bonito, pero al mismo tiempo lo hacía feliz, pues hacía mucho tiempo que no veía a su hermanito divertirse tanto.
Desconocía que podía ruborizarse o sentirse conmovido pues era la primera vez que le veía poner tales expresiones, lo que significaba que su corazón de piedra poco a poco se estaba ablandando y todo se devia a una bella joven con ojos color verde esmeralda.
El día era perfecto, el sol brillaba dejando ver un despejado cielo azul, la brisa era fresca y la vista preciosa pues como la noche anterior el príncipe Luka habían invitado a Solvi a desayunar en el jardín, se preparaban para su cita, al entrar al jardin había todo tipo de flores de todos los tipos y todos colores.
Solvi miro de reojo al joven que caminaba a su lado, era un joven alto y muy apuesto, su cabello negro caía por su espalda atado con un lazo azul, su piel era clara y sus ojos marrones, sin contar que era cálido y muy encantador. El desayuno estuvo realmente delicioso, más ella no sabía si era por qué la cocinera tenía habilidades extraordinarias o era por tan gratificante compañía. Una vez terminaron Solvi se dispuso a partir, ya que esa mañana, se había levantado muy temprano, ya que con Gina ocupada en la academia del general Kilian ella le ayudaba a llevar los suministros semanales para mantener a flote un pequeño orfanato que entre los tres, Gina, Leiv, y ella, habían fundado. Al verla salir, el príncipe Luka la siguió con la excusa de conocer el pueblo, pues veía en ella una gran fuente de información, y así ambos partieron en el carruaje.
- ayer fue un día muy ajetreado, es una lástima que no haya podido charlar con su prometido - exclamo Luka con saña.
-Pues a decir verdad, me la he pasado muy bien, además no creo que el príncipe Caleb tenga un interés romántico en mí- exclamo Solvi con calma.
- la joven con la que bailaba ayer mi hermano, ¿quién era?
-¿no puedo creerlo, has bailado ayer con ella y aún no lo sabes?, se trata de Gina, mi prima, es la sucesora al trono de la línea principal- exclamo en tono serio.
- entonces ella es la rival del trono del príncipe Leiv, tu hermano.
- efectivamente.
-dime princesa, ¿no te molesta que tu prometido muestre tanto interés en tu prima?, sabiendo que eso perjudicaría el trayecto de tu hermano, dime princesa, el verlos tan cercas, ¿no te hace querer odiarla?
-- valla, tus palabras parecen filosas cuchillas- exclamo Solvi con molestia.
-- La cosa es bella princesa, que aunque se diga por ahí que los príncipes son perfectos, no es así, tenemos dudas e incertidumbres y cosas que siendo simples aún no terminamos de comprender y para serte sincero no me apetece dar vueltas a un tema si puedo hablarlo directamente para así tener las respuestas más rápidas y esclarecedoras, mil disculpas si te incomode.
--la verdad es que, más que odio hacia Gina, siento un poco de pena por el Príncipe Caleb, ya que al casarse conmigo tendrá que renunciar al amor - exclamo Solvi con tristeza. En cuanto al trono si la corona la tiene Leiv o Gina es algo que me tiene sin cuidado, puesto que tanto el uno como el otro son suficientemente capaces de gobernar de manera sabia a este reino.
Ciertamente, como dijo Solvi no sentía odio hacia Gina, sino al contrario, la amaba como a una hermana, ya que gracias a ella Leiv había cambiado su camino, y esto se lo debía a ella. Leiv siempre fue egoísta, ruin y muy grosero, al igual que su padre no tenía interés en su pueblo, solo querrían gobernar por la gloria y el poder. Pero un día como cualquier otro algo cambio, y todo comenzó con un ojo morado, después comenzó a leer, y aprender las artes del combate. Por lo que Solvi motivada por la curiosidad, empezó a asistir a los entrenamientos de su hermano para percatarse de que solo iba a que una bella pelirroja lo golpeara. En ese entonces lastimar a un miembro real era castigado con la muerte, por lo que ninguno de los reclutas se atrevía a desafiarlo. En cambio, cuando Leiv entrenaba con Gina, esta no se contenía, era seria y certera, por lo que Solvi creyó que su hermano mayor no tardaría mucho en rendirse, pero no fue así, con el tiempo su técnica comenzó a mejorar y no solo su técnica, también sus modales, se volvió noble y compasivo. Cierto día escucho a su padre el rey Carlos decir que la princesa al tener pocos modales a largo plazo dejaría de ser contemplada para la corona, ya que los aspirantes eran aquellos que tocaban la excelencia. Al escucharlo su corazón se oprimió, ¿cómo podía expresarse su padre de una manera tan ruin?, es que acaso no le bastaba con usurpar el trono, echarla de su hogar, ahora quería quitarle lo que por derecho le pertenecía, por lo que tomo una decisión. Ella personalmente iría en conjunto de su tutora a tomar clases de etiqueta a la residencia del general Kilian para que Gina aprendiera con ellas, y así fue, al principio Gina renegó un poco, pero después de escuchar, que una princesa con los modales de un mono solo le llevaría vergüenza al general, no tuvo más remedio que aceptar.
Los años transcurrieron y se volvieron buenas amigas. Pero los buenos tiempos no duraron, ya que a medida del correr de los meses, algunos nobles implementaron la propuesta de que la prohibición de esclavos fuera considerada, y días antes de que el acuerdo fuera firmado, los implicados en el tratado de libertad fueron asesinados. Al rey no le importo, por lo que los asesinatos no fueron investigados y los generales fueron mandados fuera de la capital, para así evitar que estos indagaran en el caso.
Gina se llenó de rabia, por lo que una noche bajo el cobijo de la obscuridad, sin previo aviso, desapareció para al día siguiente llegar hasta las puertas de sus aposentos cubierta de sangre y un puñado de niños. Solvi cada mañana la conducía de la mano como si de una alma en pena se tratara, le quitaba la ropa y lavaba su cuerpo teñido escarlata, ya que, no era lo mismo entrenar, que matar a sangre fría a sus adversarios. Así una jovencita de tan solo 17 años de edad, tras la crueldad de este mundo, se había convertido en la más letal asesina. La princesa de ojos ceniza la trataba con consuelo, peinaba su cabello, mientras miraba a aquellos ojos verdes, vacíos, llorar cristalinas lágrimas de pena, por aquellas vidas que por las noches sin querer robaba, ¿pero quién?, si no era ella ¿quién?, ¿quién escucharía a las voces susurrantes?, temerosas, que lloraban por ayuda. Las voces de las niñas que habían sido vendidas, para después robar su inocencia. Las voces de los niños que por una pieza de pan frío, mohoso, peleaban hasta la muerte para divertir a sus trastornados espectadores. Los hombres y mujeres que morían de hambre o frío, que valía más un tónico, que sus miserables vidas. Y así cada mañana, Gina llegaba con sus manos manchadas, con los pocos a los que rescataba, con los débiles, los indefensos, con los que no se podían valer por sí mismos, mientras que a los jóvenes y a los adultos, los dejaba en libertad.
Fue entonces que el rey deicidio interferir, pero no movido por su pueblo, sino por el asesinato de sus nobles, los cuales le brindaban jugosas dotes. Solvi se llenó de desprecio por aquel que llamaba padre y después de que una docena de cabezas aparecieran en estacas a las afueras del castillo, se emitió un decreto de que todos los que nacieran en el reino de Azula nacerían siendo libres.
Por su puesto que amaba a Gina, la amaba por tener un corazón noble, porque lo dio todo por su gente, sin tener la responsabilidad de hacerlo, porque había salvado a su hermano de las garras de la mediocridad de su padre, porque era como su hermana.
Al llegar al orfanato decenas de niños salieron, eran niños felices, libres, niños que con el tiempo dejaron de estar rotos.
-- La verdad es príncipe Luka, que la corona debe cederse a quien en verdad la merece, sin importar el estatus o la gloria, si no a aquellos que moverían el cielo o el mar para que su pueblo pueda ser feliz.
Y fue entonces que Luka lo supo, que la bella joven de cabellos de sol, era la dama que quería como esposa.
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