Me di la vuelta aburrida, provandome un vestido glamuroso y esponjoso que era demasiado anticuado para mí. Miré a Morgana y ella me sacó discretamente la lengua. Estaba provandome vestidos para mi boda con Hans, el príncipe heredero de Wimbledon, hacia algunos meses que habíamos anunciado nuestro compromiso y se esperara que contrayeramos nupcias en abril.
--Que horrible-- Mencione riendo. La Reina madre había insistido en que yo llevara el suyo y era imposible que lo hiciera-- Quiero que el mío sea algo que pase a la historia y al mismo tiempo amé.
La modista tomó nota rápidamente, una de mis damas de compañía me ayudaba a desabrochar el espantoso vestido.
-- Alteza, le aseguro que el vestido será tan hermoso que usted será la monarca más atractiva en toda la historia de Wimbledon y Westminster
Sonreí y todas mis damas rieron y me aludaban al mismo tiempo. Mi acompañante disfrutaba de la enorme mesa de postres que habían traído para nosotras, eran todos altos en calorías y azúcar como a mi me encantaban. A Morgana le fascinaban más que a mi y ella jamás le importó su peso, Era robusta de grandes curvas y rellenita pero era adorable y la mejor amiga que pudiese existir
Tocaron la puerta y un segundo después apareció en la puerta, un sirviente traía en sus manos un enorme ramo floral de rosas amarillas y blancas
--Majestad, le llegó este presente de parte de su prometido desde Wimbledon
Me lleve las manos a la cara para cubrir el carmín de mis mejillas y escuché los suspiros de encanto de mis acompañantes.
--Hans es un encanto-- Dijo Morgana abanicandose.
Un rato después de que todas se hubiesen ido, me quedé viendo las rosas con adoración. Hans era el sueño de cualquier joven de clase alta, era atractivo, educado y con buenos modales. Además, nuestra unión aseguraba las alianzas entre el Reino de Westminster y Wimbledon ante la guerra que nos estaba respirando bajo la nuca
--¿Crees que sería adecuado si..bueno, yo...--Mordí labio inferior repentinamente nerviosa ante el escrutinio de Morgana.
--Oh-- Mi confidente sonrió diabolicamente, provocando que mi rubor se extendiera hasta el cuello y tuve que cubrirme con ambas manos otra vez. Totalmente aborchonada
Pero mi cuerpo me había delatado indudablemente, escuché la risa burlona de mi amiga de la infancia. Era consiente de que se estaba burlando abiertamente de mí, dada mi completa ignorancia en esos temas
--¿Puedes dejar de reírte?-- Pedí avergonzada y con las mejillas coloradas
--Lo siento, es que es difícil hacerlo--Mencionó casi sin aliento por sus carcajadas.
De las dos, Morgana era una chispita andante y la que más sobresalía. Carraspeé incómoda y trate de enderezarme con toda la dignidad intacta.
--Solo espero que tu prometido, no le moleste eso
--¿Hans? El no es solo y sabe perfectamente que es un viaje con fines de lucro, solo lo hago para complacer a mi pueblo
Ciertamente mi hermano me había propuesto ir a un viaje en tour para conocer algunas ciudades y que el pueblo amara aún más a la familia Real, pero como condición me había puesto ir a acompañada de su ex amigo del servicio militar
--Pobre de ti, querida
Sonreí divertida y negue con la cabeza ante sus ocurrencias
--Como sabrás, me será totalmente perturbadora la idea de convivir con un hombre desconocido, algo que todavía me escandaliza
--Si, pero no estarás sola
--Cierto, alguna de mis damas de compañía estarán conmigo gracias al cielo-- Dije con alivio, Morgana se inclinó y mencionó en voz baja
--Tienes que admitir que también es muy atractivo, Jane
Arrugue la nariz, fingiendo asco. William Austen era un hombre introvertido, sin sentido del humor y un ermitaño. Era la definición de lo que una mujer aristocrática se rehusaba a buscar. Pero no podía negar que el era asquerosamente atractivo.
No me enorgullecía pasar un verano junto a él, pero mi mente decía otra cosa. Trate de alejar los pensamientos incorrectos en una princesa y tomar un sorbo del té de manzanilla que Morgana había escogido especialmente para esta ocasión. Ella por su parte, siguió parloteando y yo me quedé enfrascada en mis pensamientos. Hasta que llegó el final de la pequeña reunión y abracé a mi amiga deseándole lo mejor en su nuevo matrimonio con el Barón Hamilton.
Pasado las tres de la tarde, un empleado me había dicho que solicitaban mi presencia por parte del príncipe, algo que me causó intriga a decir verdad. Nicholas ya me estaba esperando, y tenía una expresión de tristeza y eso hizo que mis nervios aumentaran.
--¿Sucedió algo con papá?-- Negó con la cabeza y me instó a tomar asiento y así lo hice.
--La guerra esta comenzando y ya atacaron una parte importante de Westminster, los Trayenos nos están atacando y necesito que mi familia esté a salvo.
Su mirada era helada y sus palabras eran firmes, poniéndome los vellos de punta, su voz era fuerte y clara como la de un soberano.
--El viaje que estaba programado para que pudieras ganarte al pueblo, era realmente una mentira para que estuvieses preparada para lo que estaba por avecinarse
Mi ceño se frunció, esperando a que terminara de hablar. Y una mala sensación se instaló en mi sistema, no fue hasta que escuche a mi hermano decir con tranquilidad lo que me desestabilizaria a continuación
--Como la cabeza de esta familia y como tú futuro Rey, es mi deber proteger a mi familia y a mi pueblo. Es por eso que mañana te irás a Charleston, donde William te protegerá como su vida, y serás encubierta
--¿Que....?--Mis ojos se llenaron de lágrimas y me levanté de inmediato, al mismo tiempo que el lo había hecho.
--Padre, estará a salvo si es lo que te preocupa
--No puedes alejarme, yo....--Cerre los ojos para resguardar fuerzas y atacar a mi hermano con mi siguientes palabras-- Eres mi hermano, no puedes hacerme esto
--Solo quiero cuidar de ti, eres mi hermana menor y le juré a mi madre que te cuidaría con mi vida, jamás me perdonaría que algo malo te pasará
--Me niego aceptar esto, ¿que hay de ti y de papá?
Me tomo de las mejillas con delicadeza y pude ver la tristeza impregnada en su iris. Su escenario de futuro Rey se descompuso en mis narices y pude ver al chico tierno y amable con quien me crié.
--La familia Real está siendo amenazada de muerte Jane.--Acarició mis pómulos mientras yo estaba petrificada por lo que me estaba contando-- Me temo que la guerra esta por empezar y no quiero que nadie de mi familia salga herida
Tocaron la puerta con rudeza y eso hizo que me sobresaltara y me secara las lagrimas apresuradamente. Alfred, el mayordomo estaba en la habitación, pálido y con los ojos bien abiertos como si hubiese visto un fantasma.
--Disculpe la interrupción altezas, pero se trata del Rey.
--¿Que sucede con él?
--Siento informarle que el Rey acaba de tener un paro respiratorio y acaba de fallecer.--Mencionó Alfred con la voz quebrada. Mi corazón se detuvo por un momento y un horrible silencio reinó en la estancia.--Wenstminster acaba de perder a su monarca
Miré anonada a mi hermano quien tenía los ojos vidriosos y la expresión de miedo enmarcada en su rostro.
--Dios salve al nuevo Rey-- Agachó su cabeza, antes de hacer una reverencia improvisada a Nicholas
Mis piernas dejaron de funcionar y de inmediato caí al suelo perdiendo el equilibrio. Mi respiración se volvió inestable y entonces, sentí unos brazos rodearme y brindarme algo de calor. Solloce en los brazos de mi hermano y me permití llorar, como si todavía fuese una niña.
****
Miré mi hogar por última vez con total pesar, y me deje arrastrar por mi institutriz y mi dama de compañía. Ellas estaban nerviosas y miraban hacia atrás todo el tiempo. El palacio se había vuelto paranoico y creían que había espías o algún informante y que pronto nos atacarían desde allí.
Madame Bubblier se había encargado de suplicarme que no confiara en nadie, que nunca revelara mi identidad y que por nada del mundo diría sobre la muerte de mi Padre. Algo que todavía me dolía profundamente, Nicholas había ordenado que nadie mencionara nada sobre su fallecimiento y que todo quedará a puerta cerrada. Hicimos una pequeña ceremonia donde le dimos un sepulcro digno en el cementerio Real. Después de que todo estuviese tranquilo, revelariamos la muerte del Rey.
Aún me costaba creer que todo esto era Real, apenas hacía unos días todo era color de rosa y yo solo me preocupaba por asistir a mis lecciones. Mis ojos estaban inundados de lagrimas una vez más y recibí un pañuelo por parte de mi institutriz.
--Gracias
--De sé prisa, el tren no tardará en salir
Subí al automóvil con mis pocas pertenencias, y con el corazón destrozado, estaba huyendo de mi país como una criminal y estaba dejando a mi gente. Nicholas había sido muy específico en decirme que estaría bien y que no estaría en el palacio, en este momento era el lugar menos seguro
Suspire cansada y abatida. ¿Que sería de nuestras vidas ahora en adelante?, La muerte del Rey significaba una nueva era para el pueblo y serían épocas difíciles.
Pasadas las diez de la mañana, llegué a Charleston con un dolor en el pecho y los ojos empañados. Las personas no disimulaba en mirarme con pesar o lástima, podía jurar que murmuraban injurias pero ni siquiera me interesó, teniendo en cuenta que mi cabeza estaba en otra parte
El tren paró en la estación, y tuve que bajar con mis pocas pertenencias y cambiar mi expresión para evitar un indicio que me dejara en evidencia. Todas las personas se aglomeraban, imposibilitandome ver más allá, estaba empezando a desesperarme y entrar en pánico, hasta que logre ver una mata de cabello negro y una cara de molestia y por primera vez en mi vida, me alegraba de verlo
William abrió sus ojos desmesuradamente al verme de arriba a bajo, tal vez le sorprendía la manera en la que yo vestía, Mis damas de compañía se habían empeñado en que yo luciera como una campesina y a saber por la manera en que me miraba, supe que lo habían logrado.
--¿Jane?--Inquirió con la voz pastosa. Casi pongo los ojos en blanco al ver su aspecto y como se presentaba ante una miembro de la familia Real. No podía creer que Kennedy me dejará en manos de alguien que no pudiera mantenerse sobrio al menos un día
--Sr. Austen-- Trate de sonreír pero ni siquiera funcionó. El vío que no me sentía cómoda y tomó mis maletas sin decir nada más.
--Lamento mucho lo que sucedió con su padre--Mencionó en apenas un murmullo que solo nosotros dos pudiésemos escuchar. Y casi se me sale el corazón del pecho al escucharlo
--¿Como sabe?
--Su hermano me lo contó--Lo miré con desconfianza, mientras nos dirigíamos a su casa-- Le doy mis condolencias
--Gracias
Resulta que su casa estaba cerca del pueblo, por que nos dirigimos a pie, no mencioné nada para no ser descortés pero mis tobillos estaban empezando a dolerme por la falta de experiencia. William tenía una mirada sombría y los labios apretados, y eso hizo que me sintiera pequeña. El era un hombre, que vivía rodeado de armas y tenía falta de tacto, ¿Como podría hacerse cargo de mí?
--¿Falta mucho?-- William me miró con curiosidad, antes de negar con la cabeza.
Casi me callo de momento, al ver una cabaña modesta y pequeña. Estaba rodeado de pastos verdes y un poco alejada del pueblo como pensé, tenía una pequeña granja donde podía escuchar el ruido de los animales, Mi vista se dirigió por todo el lugar, estaba aterrada y no ayudaba el hecho de convivir con un hombre que influía miedo mirara por donde mirara
--Su habitación está a la izquierda. --Asentí conmocionada y mis palabras salieron de mis labios sin permiso
--¿Aquí?
William volteo tan rápido en el instante en que pronuncie las palabras. Y me fulminó con la mirada, me había arrepentido de soltar esas palabras al ver como se aproximaba con molestia.
--Disculpeme majestad, si mi humilde casa no es digna de usted, lamento que sus Reales pies pisen un piso sucio y desgastado--Escupió con todo el desdén que había escuchado en mi vida.--Puede irse corriendo cuando usted lo deseé, yo no la detengo.
--Perdone no quería sonar inapropiada, le ofrezco que me disculpe por...
--Nicholas fue muy claro al decir que no quería que su hermana estuviera en peligro y que nadie supiera de su existencia. Pero quiero dejar en claro que yo no quiero ser su amigo, confidente o Amante.
Abrí la boca ofendida e indignada a partes iguales. William sonrió desdeñoso y mis recuerdos se remontaron a cuando el era un niño y hacía la misma expresión cuando se salía con la suya. Había olvidado que William era huérfano y no tenía ningún título nobiliario. Era de esperarse que su casa no luciera como el mismísimo palacio de Westminster o Wimbledon
--No deseo causarle algún inconveniente en mi estadía aquí, trataré de no ser una molestia
--Bien, es lo único que espero de ti-- Expresó esas últimas palabras, antes de desparecer por esa puerta.
Dejándome con un vacío en el pecho, Miré asustada a mi alrededor y solo rezaba para que esta pesadilla terminara y volviera al palacio con mi hermano. Me apresure a ir a mi habitación y poder tomar un baño de agua caliente que necesitaba con urgencia. Al desempacar mis cosas, casi jadeé al ver vestidos simples como una pueblerina y ninguna joya de por medio.
Me entraron ganas de llorar y esta vez me permití desahogarme, Mi pobre padre lo había matado la guerra y el pensamiento de ver morir a sus hijos, no quiero ni imaginarme como estaría Nicholas. Trate de pensar positivamente pero no me fue posible y solo tuve que resignarme a esta vida.
Escuche ruidos en la casa y casi salté de la cama asustada y recordé que no estaba sola. Me vestí de inmediato y salí a confrontar a ese fastidioso hombre. Y tal como lo imaginé, estaba en la cocina preparando algo que desconocía pero desprendía un olor delicioso. El estaba vestido, con una camisa blanca sencilla y unos pantalones sueltos, de perfil podía ver que esta rasurado y se había quitado la barba, haciéndolo ver atrac....como una persona decente.
Carraspeé para llamar su atención, pero el ni siquiera volteó a verme, y siguió haciendo lo que hacía. Ignorándome por completo.
--¿Por que me dejó sola?
--No creí necesario que tuviese un niñero
--Un niñero no, pero si alguien que me protegiera de algo
--Se equivoca si cree que yo estaré a su disposición, quiero recordarle que usted solo está de pasada
--Usted debe recordar que yo soy su Princesa y debería tener respeto y rendirme pleitesía
William soltó una cuchara de mala gana, haciendo estruendo por todo el lugar y provocando que yo misma me sobresaltara, Él tenía los labios apretados y una mirada de advertencia en todo su rostro, provocando que me pusiera nerviosa
--Esta es mi casa y tu aquí no tienes ningún título, solo eres una mujer común como el resto--Pronunció cada palabra con satisfacción como si estuviese disfrutando este momento-- Mi casa, mis reglas.
Sentí que mis ojos escocian y no era necesario que me girara para saber que estaba llorando, frente a este hombre que disfrutaba mi tristeza y se regodeaba saber que el tenia el mando. El Rostro de William se suavizó al ver mi llanto y sus ojos oscuros rehuian de los míos, con culpabilidad.
--Perdoname yo...--Suspiro cansado, y dió pasos hasta aproximarse a mí. Pude ver la indecisión escrita en torno su esplendor.--No estoy acostumbrado a lidiar con mujeres-- Paso un pulgar debajo de mi lagrimal--Y menos si se trata de una princesa
Trate de sonreír pero solo hice que se formara una mueca extraña. William me miró por un fracción de segundos, ambos estábamos enfrascados en un silencio asombrosamente cómodo, todavía tenía sus pulgares en mis mejillas y su mirada pérdida en mis labios, un cosquilleo anticipado revoloteo en mi estómago. Algo cruzó por sus ojos que provocó que William se separará de golpe en un vistazo, dejándome confundida y consternada.
--Disculpe-- Dijo con la voz apresurada. Me giré a verlo con el ceño fruncido y un nudo en el vientre.
--¿A donde vas?
--Ire a cabalgar un momento, no tardaré. Hice el desayuno-- Señaló con su cabeza, el cuenco de comida en la mesita. Sus ojos oscuros estaban raros, y el parecía muy ansioso
No espero a que terminara de hablar y desapareció de nuevo. Solté un suspiro de cansancio, sus cambios de humor estaban empezando a fastidiarme y no supe como interpretar eso, Mire dudosa los huevos revueltos y el jugo que había dejado en la mesita. Mi estómago rugió y no me lo pensé dos veces y empecé a devorarlo
Al tercer bocado noté algo allí que no había visto antes. Un ramillete de flores de campo ahí, mire hacia ambos lados verificando que el no estuviera cerca, antes de tomarlas y llevarmelas a la nariz para inhalar su aroma.
Me pregunté si el las había dejado ahí a propósito o era un regalo para su novia. El solo pensamiento hizo que la irritabilidad se apoderara de mí y apretara las flores en mi pecho. El hambre se me esfumó y decidí irme a mi habitación hasta que el se dignara en aparecer. Aproveche mi tiempo sola para escribirle una carta a Nicholas informándole de todo lo que había pasado y mi deseo de volver a casa, y unas cuantas lágrimas se me escaparon y termine rogándole que viniera por mí.
Escuche el galope de los caballos y salí corriendo sin importarme sacarme las lagrimas, William venía con el ceño fruncido, sucio y con el mal humor rondando.
--Necesito volver a casa-- Pedí con la voz quebrada y el solo me dio un vistazo, antes de llevar a sus caballos a la caballeriza--William por favor
Escuche una maldición entre dientes. Antes de darse la vuelta y darme la bienvenida con una cara de hastío
--Estoy cansado, hambriento y sucio. ¿Podrías hacerme el favor y decir otra cosa que no fuesen quejas?
Hice un puchero que funcionaba con Papá y Nicholas, pero el sólo se limitó a arquear una ceja.
--¿Podrías llevarme al correo? Necesito llevarle una carta a mi hermano para asegurarle que estoy bien
--Bien-- Dijo en un gruñido. Y sonreí discretamente, antes de que el lo viera. --Pero será mañana temprano
William tenía marcas en los brazos parecidos a unas laceraciones y muchas preguntas se formaron en mi cabeza. El logro darse cuenta y se bajo la manga de la camisa. Entendí que no era un tema que a el le agradará y mordi mi lengua para no soltar lo primero que se me viniese a la mente, en su lugar fui inspeccionando el lugar y a los animales
Habían dos caballos, gallinas, un pequeño cordero y una vaca, toda una pequeña granja demasiado tierna. William me ignoro y siguió haciendo lo que hacía.
--A mi padre le hubiese encantado este lugar-- Murmure, mientras acariciaba al pequeño cordero-- Nicholas heredó su afición a los caballos
Un recuerdo vino a mi mente en el que veía a mi padre tratando de enseñarme a montar una yegua y el berrinche que hice por que me sacaran de ahí. Sonreí inconsciente y mire al cordero que me observaba con ojos brillantes
--¿Tiene un nombre?
--No
--¿Puedo ponerle uno?
--No
--Chispita me gusta-- Dije sonriendo y el me miraba entre cerrando los ojos. Mientras limpiaba los establos de heno
El cordero me miraba con una interrogante en su cabecilla, era apenas una cria y parecía que apenas hacía unos meses había nacido
--¿Donde están sus padres?
--Muertos
Abrí los ojos de par en par, antes de que fuese su turno de sonreír.
--No puedo creer que te cause felicidad su desgracia, ¿Es que acaso no tienes corazón?
--Es probable
--¿Eso es una respuesta cordial o estas siendo sarcástico?
--Tu que crees
--Deja de hacer eso, no estoy entendiendo
William parecía feliz. Las desgracias le daban felicidad. Que hombre tan extraño, ¿Como podría tener novia con ese carácter?. El cordero parecía pensar lo mismo que yo, por que movió la cabeza casi ladeandola, y se me partió el corazón al verlo tan chiquitín e indefenso
--Pobrecito, yo lo cuidaré y me haré caro de el
--Si eso hace que dejes de ser un fastidio por mi puedes criar hasta a las gallinas-- sonrió maliciosamente-- La vaca esta pidiendo a gritos que también le pongas un nombre
Puse los ojos en blanco irritada
Era un imbecíl precentioso
Su cabello era espeso y negro como el azabache y estaba bastante largo, casi le llegaba hasta los hombros pero a él no parecía importarle. El estaba distraído así que aproveche para observarlo más, hacia años que no lo había visto y se me hacía tan diferente y extraño. William era fornido y alto. Tenía una piel blanquecina que hacía contraste con su cabello rebelde.
Era un hombre salvaje y rudo, pero las pecas espolvoreadas en su cara hacían que fuese difícil tomarlo en serio aveces
--¿Que tanto miras?-- Soltó en un tono brusco que hizo que me sobresaltara. La vergüenza se apoderó de mi y tuve que mirar que otra parte para que no viese mi rubor
-- No estaba mirándote-- Me apresure a decir todavía apenada
--Ajá-- Dijo en ese tono sarcástico que me hacía enojar por que no entendía
De un momento a otro me encontraba con ganas de preguntar algo, el lo noto y hizo un gesto con hastío
-- Parece que vas a explotar, anda ¿Que quieres decirme?
-- Es sobre unas flores-- Mencione atipatica recordando el incidente de la mañana. El se tensó de pies a cabeza y se volteó de inmediato-- ¿Para quién era?
--Olvidalo Jane
--Vamos, dime
--Dije que no tiene caso, será mejor que te olvides de eso
--Pero...--Lo mire ceñuda al darme cuenta que eran para otra Mujer-- Ya entiendo
--¿Que...?--Me observo confuso y dejo de hacer lo que hacía
--Fueron para la otra Mujer
--¿De que...?
--No tienes que decirme nada, lo entendí bien.
--Jane..
--No hace falta que digas más
El rostro de William no reflejo nada, se quedó estático antes de recobrar la compostura y apretar los labios.
--Eran mi disculpa por el incidente del día anterior Jane
Abrí los labios anonada y me quedé sopesando las cosas unos minutos en lo que no dije nada. Él salió del lugar, confirmando que era una señal de paz, El cordero hizo un ruidito que hizo que saliera de mi estupor, pero era demasiado tarde y el ya se había ido.
Mire el manto azul frente a mis ojos y me permití disfrutar la frescura de la brisa y maravillarse con el hermoso paisaje que tenía frente a mí. Estaba acostada en el suave pasto tratando de buscar una manera de verle el lado positivo a esto
William se había ido muy temprano al pueblo para hacer unas compras y le hice jurar que llevaría mi carta y lo hizo a regañadientes. Así que, me había quedado sola y aproveche que el Señor Molestia no estaba y deambule sola por toda la casa y sus alrededores.
Trate de sorprenderlo haciendo unas bonitas cortinas de encaje, para que su casa tuviese color y si es posible más acogedora, no voy a mentir, la idea tentadora de cortarle una que otra camisa me cruzo por la mente pero logré recapacitar y supe que si hacía eso, el me echaría a dormir con chispita y los animales, el muy estúpido se atrevería sin dudarlo
En mi odisea por descubrir algo interesante me topé con un montón de armas en un cajón de sus pertenencias, solté un chillido y me alejé lo más rápido posible, fue como si la vida me reprendiera por lo que había hecho y me mandará una lección.
--Princesa--Escuche que me llamaban y era la irreconocible voz de William, sabía que el iba a asesinarme si me viera hurgando entre sus cosas--Princesa
Salí corriendo antes de que el se diera cuenta. Él ya estaba adentro con un par de bolsas y extrañamente de buen humor, sonreí forzadamente como si hace un momento no hubiese visto armas en su habitación
--¿Por que tengo la extraña sensación de que hiciste algo malo?--Inquirió después de ver mi comportamiento
--¡Vaya, que bonitas!--Lo interrumpí mientras cogia un par de Rosas Rojas--¿Son para mí?
Increíblemente que parezca a William se le pusieron las mejillas coloradas. Su piel era tan blanca y limpia que se hacía notar aún más. Un cosquilleo en el estómago surgió después de eso, y trate de disimularlo un poco.
--Me ha encantado, gracias--Dije tratando que mi voz no sonara aguda, pero falló. Una comisura de sus labios se alzó y corazón dio un giro
El ambiente se volvió cómodo o algo así podría decir, William se había encargado de llenar la alacena y yo me había distraído poniendo algunas flores en la mesita. William no se había rehusado cuando le pedí permiso de hacer algunos cambios, pensé que pondría su cara de amargura y me mandaría al Demonio pero no fue así
--Jane debo hablarte de algo--Menciono un momento después. Lo observé atentamente al ver que estaba un poco nervioso e imperativo
--¿Sucede algo?--Exprese aterrada de que algo le pasara a mi hermano. El vío el temor en mis ojos y se apresuró a negar
--Nicholas está bien, no te preocupes
--¿Y Hans? ¿Le sucedió algo?
Su buen humor se opacó al decir aquel nombre. Fue como si le hubiese dado una bofetada, no entendí por que tenía grabada esa expresión en su rostro y no sabia que decir o hacer para remediarlo
--¿Quien es Hans?--Fue todo lo que dijo, en un tono seco y mal humorado
--Mi prometido, creo que Nicholas te había dicho eso--Arrugue el entrecejo al verlo petrificado y la confusión me invadió
--¿Vas a casarte?--Dijo en un hilo de voz. Asenti todavía con confusión. No estaba entendiendo nada
William me observo todavía atónito, hasta que recobró el sentido y una mirada de rabia absoluta decoraba su cara. De un momento que otro sentí como si yo hubiese tenido la culpa, pero no entendía por qué
--¿Por que no habías dicho nada?
--Pense que ya lo sabías
Sonrió sin una pizca de gracia. Algo que me dejó asombrada por que no había visto algo así antes, en él.
--No estoy comprendiendo nada Will, ¿Que tiene que ver Hans en esto?
--Dime algo Jane, ¿El tiene algún título nobiliario no es así?--Lo mire como si le hubiese salido otra cabeza, Él estaba actuando extraño pero no comprendía
--Es un príncipe, Will.
El hombre frente a mí se le descompuso el rostro de un momento a otro. Entre abrí los labios al ver como sus ojos se cristalizaron, William me observo como si yo lo hubiese traicionado. Casi como si le dijera que había asesinado a Chispitas
--Que imbecil soy, es obvio que una Princesa tiene que ser desposada por un Principe
--Will..--Me sorprendí al encontrarme desesperada por remediar lo que sea que hubiese hecho.
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