La traición tiene muchas formas. Algunas duelen como un puñal en el pecho; otras, como un veneno que se desliza lentamente por las venas hasta consumir el alma. Anco lo supo demasiado tarde. Su esposo le pertenecía a otro, su mejor amiga la abandonó cuando más la necesitaba, y la muerte, cruel y despiadada, se llevó a sus padres el mismo día, como si el destino hubiera decidido arrancarle todo de una sola vez.
Murió sola. Olvidada. Su último aliento se desvaneció en la inmensidad de una existencia que ya no le ofrecía nada, y la oscuridad la reclamo con un abrazo silencioso.
Pero la muerte no es siempre el final.
Abrió los ojos en un mundo lejano, en algún punto del tiempo donde la monarquía reina con mano firme y el emperador y la emperatriz son figuras centrales, veneradas y respetadas como iguales por sus súbditos. En este lugar, las mujeres pueden ascender a los altos cargos en la corte, incluso al del Papa, y aunque la religión y el poder real parecen mantenerse separados, la iglesia no ha olvidado lo que significa tener control. Durante generaciones, ha predicado la fe sin intervenir en los asuntos de la nobleza, sosteniéndose únicamente por las donaciones de ricos y pobres. Pero la ambición es un veneno que nunca desaparece del todo, y ¿qué sucedería si, cansada de su falta de influencia, decidiera recuperar el dominio sobre la sociedad?
Anco no fue llevada allí por casualidad. Su existencia no es un error, ni una segunda oportunidad otorgada con bondad. Una entidad, desconocida e incomprensible, la arrojo a ese mundo sin previo aviso, sin respuestas, sin el más mínimo indicio de piedad. ¿Fue un castigo? ¿Un destino impuesto por fuerzas que escapan a su entendimiento? En su nueva vida, lejos del poder y la nobleza, se vio reducida a la nada, convertida en una simple sirvienta dentro del Templo, el mayor centro de veneración a la Diosa Gaia.
Pero su aparente insignificancia no la mantuvo en las sombras por mucho tiempo. En un giro inesperado, el cardenal y el Papa, motivados por razones que no se atrevieron a revelar, la señalaron como pieza clave en un juego peligroso. No por derecho ni por voluntad propia, sino por conveniencia. Obligada a ascender a un trono que jamás pidió, ahora es reina de un imperio al que no pertenece, atrapada entre los hilos de intrigas palaciegas y complots que la acechan en cada rincón.
Aquí, el poder no es solo un título, sino una carga, una sentencia. La nobleza no solo gobierna, sino que es juzgada constantemente por aquellos a quienes debe proteger. Un solo error puede constar no solo su posición, sino su propia vida. Y si la gente clama por su caída, no habrá nadie que la salve.
Pero la política no es la única guerra que debería librar. En este mundo, el amor es libre, sin cadenas ni restricciones impuestas por la monarquía. Sin embargo, la libertad no significa salvación. Infidelidades que desgarran, pasiones prohibidas y alianzas forjadas en el fuego de la traición amenazan con consumir su corazón antes de que la guerra consuma su imperio.
El destino le ha dado una segunda vida. Pero la muerte nunca deja cabos sueltos. Algo la observa desde las sombras, una presencia que nunca ha dejado de acecharla, esperando el momento oportuno para reclamar lo que aún le pertenece.
Porque el pasado nunca muere. Y ni siquiera una reina puede escapar de él.
Majestad, debe casarse con la señorita Anco y convertirla en emperatriz. Es por el bien del imperio... -dijo el Papa-
- ¡Suficiente! ¿Qué no entienden que en este imperio no se necesita una emperatriz? Recuerden que la última emperatriz que gobernó conmigo, trajo desgracia a este imperio, y la única solución fue destronarla -comento el emperador, enfurecido-
- ¡Pero su majestad!... -dijo un sacerdote, asistente del Papa-
- ¡Silencio! Todo aquel que diga otra tontería como está lo pagará con su cabeza, la cual yo mismo cortaré -recalcó el emperador, sentado en su trono-
Hubo un gran silencio en el salon de audiencia del emperador. Los presentes, tanto de la iglesia como de la aristocracia, sentían un miedo profundo hacia él. El ambiente se sentía tan tenso que parecía que alguien podría desmayarse en cualquier momento, lo cual sería un gran pecado. La paz que una vez tuvo el imperio se tornaba como una tormenta incapaz de salir de la oscuridad. O, ¿Puede que no?
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
En una corporación, se siente el ambiente laboral. El ambiente es muy caótico, ya que están planeando nuevas rutas comerciales de exportación e importación a varios países. Sin embargo, en una oficina, se podría decir que hay un regaño a uno de sus empleados:
- Anco... sé qué estás pasando por un momento muy difícil con tu separación matrimonial, pero no puedes mezclar el trabajo con la vida privada. Los socios de la sucursal del País I quedaron impactados por el mal manejo de distribución comercial de los tres puertos: C, NY y S. Los cálculos estaban mal realizados; la única salvavidas que teníamos fue Emma, ya que ella logró reparar el error que cometiste. Así que te sugiero que te tomes unas vacaciones... eres una mujer muy capaz en el trabajo y me gusta lo que haces.
- Si señor... -apenada- perdóname mil veces por lo que ocurrió con los accionistas extranjeros.
- Tranquila y descansa.
- Gracias, señor. -Ella extendió la mano a su jefe en señal de reconciliación, la cual él acepto-
Anco es una profesional de comercio internacional, se graduó de la universidad certificada por el Estado del País C, sabe muchas cosas en el ámbito internacional, maneja tres idiomas: inglés, italiano y español. Cuando entro a la Corporación Solutions, apenas era una estudiante universitaria, ya que ahí realizo sus prácticas. Pero con la ayuda de Dios o quien sabe, logro quedarse temporalmente en la corporación.
Por otro lado, la Corporación Solutions es una empresa que se ocupa de todo lo relacionado con la tecnología, como computadoras, teléfonos y otros electrodomésticos. Son reconocidos mundialmente como los creadores de dichos productos, ya que tienen buena fama en cuanto a la duración, estilo y mantenimiento a largo plazo de sus productos. Con ello, se ganaron el respeto de otras empresas que se enfocan en lo mismo, es decir, sus competidores.
Anco salió de la oficina de su jefe triste. Después de un momento, llego a su oficina, entro y se dirigió a la gran ventana de su despacho. Desde allí, meditó sobre lo ocurrido mientras miraba la calle de la gran capital. Minutos después, escucho que alguien tocaba la puerta y dio permiso para que la persona de afuera entrara a la oficina.
Buenos días, cariño, ¿puedo pasar?
- Emma... claro, entra.
- Linda, ¿cómo te fue con el jefe? Te vi entrando a la oficina del CEO. ¿Te despidió? Porque si lo hizo, tendrá una enemiga muy malvada, eh, te lo puedo asegurar.
- Tranquila, Emma, ja, ja, ja. No me va a despedir... o eso creo... -dijo con un gesto intranquilo-. Solo me dijo que tomara unas vacaciones. Y si que las necesito -añadió con un gesto de alivio-. Quiero ordenar mi mente para después trazar mi futuro.
- Vale... porque si ese viejito te hizo algo malo, me verá en su camino. ¡y te juro que me va a recordar hasta el día que se muera! ¡si, señor! O dejo de llamarme Emma Medina.
Las palabras de Emma a veces podían sonar afiladas, pero quienes la conocían bien sabían que, en el fondo, eran solo eso: palabras vacías.
- Ja, ja, ja, ja, tranquila, tigresa ¿No consideras que estás siendo muy dura con tu tío?
- ¿Dura? ¡Jamás con ese pelele!
- Por Dios... -se rasca la cabeza y mira a Emma-. ¿Cuándo vas a dejar el pasado atrás? Es más, te puedo asegurar que el señor Agustín no tenía la intención de comerse tú dona.
- ¡¿Qué?! Ahora mi amiga está del lado del enemigo... ¡No! Esto es el colmo. Además, esa dona era mi favorita, la había reservado con antelación en la pastelería que queda en la esquina de la corporación. Entonces... no hay perdón. Que Dios lo perdone, porque yo... ¡jamás! ¿Vale?
- Suspira- Okay, te entiendo. No diré nada más.
- Gracias. Es por eso que eres una de mis amigas más cercanas.
Las dos mujeres estaban tan inmersas en su charla que no notaron como pasaba el tiempo. Anco, no quería volver a su triste realidad; quería pasar más tiempo con Emma. Para ella, Emma era su amiga más preciada desde los tiempos de la universidad y ahora en el trabajo.
Emma es una mujer muy activa, alegre, algo malhumorada, pero muy leal con sus amigos y familiares cercanos. Por su carácter y carisma, se ha ganado el cariño y respeto de sus colegas y seres queridos. Proviene de una familia muy acomodada, a diferencia de Anco, cuya familia era económicamente sencilla. De hecho, fue gracias a Emma que Anco logro ingresar a la corporación.
La familia Medina es una de las más prestigiosas del Sur del Continente (AL). Antes de acumular tanto poder, eran una familia común, pero gracias al esfuerzo del bisabuelo materno de Emma, lograron posicionarse como los líderes en el mercado. El tío de Emma, el señor Agustín, es quien actualmente maneja la corporación, mientras Emma adquiere experiencia hasta que, al cumplir 27 años, pueda heredar la empresa según lo estipulado por sus padres.
Los padres de Emma murieron en un accidente automovilístico, cuando ella tenía 14 años. Desde entonces, el señor Agustín se hizo cargo de la corporación y el bienestar de su sobrina. Aunque Emma y Agustín suelen discutir por cosas triviales, mantienen una buena relación familiar. En el fondo, su relación es de padre e hija, a su manera.
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