El resplandor del sol que poco a poco se ocultaba entro por la ventana, iluminado el rostro cansado de la mujer.
— duele, me duele la espalda, duele mucho
Se quejo mientras se recostaba en el escritorio, llevaba once horas trabajando.
— quiero renunciar
Su voz llevaba el cansancio del día, miro su rostro en el pequeño espejo de mesa y suspiro.
Era mujer de cabello negro largo y ojos cafés, cejas delineadas, nariz perfilada y labios pequeños y carnosos.
Lo malo eran los lugares negros debajo de sus ojos, que dañaban su hermosa y suave piel.
— si renuncias, muchas cosas se te vendrán en cima
La voz de su colega resonó en el lugar.
Cristina miro a Mateo y señaló fingiendo enojo.
— no me ayudas
Ambos se miraron un rato y Mateo se rió, ella organizo algunos papeles.
suele trabajar horas extras, ya que necesita el dinero, pero resulta realmente cansado.
Se puso de pie y dejo la bata quirúrgica en el perchero.
— otro día que terminó
Se estiro, Mateo también se puso de pie y organizo sus cosas, sus turnos habían terminado.
— como te va en casa.
Pregunto Teo mientras movía su maleta.
— todo está bien, no tienes por qué preocuparte Teo.
— está bien, por cierto ese prometido tuyo.
— uff no preguntes.
su rostro inexpresivo, solo tenía aún más cansancio después de hablar de su prometido.
Mientras ambos salían del consultorio, una mujer pelirroja de cabello corto hasta los hombros y ojos cafés, los interceptó.
Los dos se miraron.
*Que sucede ahora" ( Teo)
Ella levanto los hombros y negó.
* Por qué me preguntas a mi, yo no sé" ( Cristina)
La comunicación visual de ambos se cortó por la voz enojada de la mujer.
— estoy embarazada
Cristina Asintió
— felicidades señora, tiene una vida más, cuidala bien.
Dijo Cristina e intento pasar, solo quería llegar a casa y dormir.
la mujer detuvo a Cristina y la miró de arriba hacia abajo y le dió una sonrisa burlona.
“Se le zafo un tornillo”.
Pensó Teo al ver esto,
Cristina miro a Teo, era como si pudiera leer su mente.
La mujer volvió a hablar, al notar que no le prestaban atención.
— llevo dos meses de embarazo, es un niño sano, ya sabes lo he mantenido bien, pero...
Cristina frunció el ceño, sabía la palabra que seguía.
— ¿pero?
Dijo Teo tratando de saber que más quería decir la mujer.
— quiero abortarlo
Cristina suspiro, no sabía ya a cuántos bebés habían ayudado a abortar sus manos, eran una vida, siempre se sintió mal.
Ella respiro hondo y dijo.
— esa es una decisión que le pertenece, si me disculpas tengo que irme.
Cristina iba a irse, pero la mujer le negó la salida, lanzo su cabello hacia atrás y la miro de arriba hacia abajo.
Varios signos de interrogación aparecieron en la mente de Cristina.
No sabía que quería la mujer, ella estaba cansada y quería irse a casa, por qué le pasa esto.
— señorita podrías apartarte
Dijo lo más tranquilo posible, pero ella casi nunca sonreía lo que le hacía ver un poco fría y le ponía los pelos de punta a varias personas, la mujer no fue la excepción, pero venía hacer algo y lo lograría, se llenó de valor y hablo.
— por qué... quieres irte, necesito abortar
Cristina masajeo su entreceja.
— lo sé, pero ya terminé mi turno y quiero ir me a casa, la señora entiende y…
— necesito abortar
Dijo la mujer enojándose, Cristina miro a su alrededor, tenía que dejar descansar a los pacientes, si esta mujer continuaba el problema recaería en ella.
"No entiendo por qué está mujer es tan insistente”
Pensó y respondió.
— señorita como puede ver, en este momento estoy cerrando turno, no puedo hacer eso, puede venir mañana temprano con gusto la atenderemos.
— ¡¡No!! Que parte no entiendes, que falta de profesionalismo tiene este hospital.
grito la mujer, el ruido había llamado la atención de las personas.
Cristina la miro seriamente esto alteró más a la mujer.
— ¡¡acaso no ves que estoy embarazada!!
Cristina Sostuvo con fuerza el maletín en su mano.
— eso lo se y felicidades, que más quiere.
Su voz no era fuerte, pero llevaba un cierto tinte de orden.
La mujer mordió su labio, y señala a Cristina.
— no me importa tus felicitaciones, quiero abortar cuántas veces tengo que decirlo y quiero que lo hagas tú.
El rostro de la mujer estaba lleno de desdén, hacia Cristina.
— será mejor que la saquemos del lugar.
Le susurró Teo, ella negó, si sale una noticia de que sacaron a un paciente, tendrían aún más problemas.
— señorita para abortar necesita la firma del padre.
— ¿je, necesito su firma? Que pasa si el niño no tiene padre.
Cristina la miro
— según nuestra política usted puede firmar, pero necesitará también otra firma...
— no importan las firmas, solo yo firmaré.
Cristina suspiro y Asintió.
— entiendo, primero se le hará un chequeo, para ver si está en óptimas condiciones para poder abortar.
La mujer Asintió y puso su cabello rojo detrás de su oreja.
— andando.
Teo miro a Cristina con ojos acusatorios, ella hablo para calmarlo.
— tranquilo, te lo pagaré dándote un día libre.
Teo levanto dos dedos, ella abrió la boca.
— eres demasiado desvergonzado.
El sonríe, dos hoyuelos aparecieron en sus mejillas.
— se tienen que hacer tratos justos.
Cristina guío a la mujer hacia el quirófano.
—¡¡detente ahí!!
Una voz fuerte y fría sonó en el pasillo, todos miraron a la persona que entraba.
Era un hombre, de cabello rubio platino, de ojos cafés, su rostro estaba distorsionado al mil.
El hombre vestía un traje rojo, con corbata negra y zapatos negros.
Cristina reconoció su voz, pensó que el había venido a recogerla, pero ahora con esta chica que quiere abortar hoy no quería hacerlo esperar.
ella lo miro y dijo tranquilamente.
— Guillermo, Que haces aquí, en este momento no puedo atenderte así que puedes regresar primero.
Cristina tenía a la mujer del brazo, para apoyarla, la mirada de Guillermo estaba en las manos que se sostenían.
— ¡¡Amor!!
Gritó la mujer coquetamente y corrió a los brazos de Guillermo, el la abrazo y acarició su cabello tranquilizándola.
Tras está escena los ojos de Cristina continuaron sin cambio, pero sintió que se pecho se apretaba.
Pero aún así, pronto se calmó no sabía de que se sorprendía, cuántas veces ya había visto esta escena, antes su corazón dolía pero luego se volvió inmune, el dolor es por qué, enserio como podía hacerle esto, además la mujer estaba embarazada.
Estaba llena de ira, quería golpearlo.
— ¡¡Cristina me estás escuchando!!
Ella volvió en si tras el grito de Guillermo, que aún tenía a la mujer en sus manos.
— por qué me gritas no puedes hablar normalmente, ¿que sucede?
dijo con una mirada desinteresada, al ver esto el dudo en hablar, la mujer en sus brazos sostuvo su chaqueta y el volvió en si.
— ¡¡que pensabas hacer con mi hijo!!
La mente de Cristina recibió una descarga, ya sabía lo que el diría pero aún así, la lastimo.
Había estado comprometida con este hombre durante toda su adolescencia, y aunque al principio lo quiso, las constantes vistas con mujeres apagó todo, no lo había dejado por qué necesitaba su ayuda, pero ahora.
“Que se joda el maldito bastardo”
pensó ella, muchos decían que eran una pareja muy bien firmada.
" Si no lo hubiera visto con tantas, podía creerlo, y ahora le vino con este regalito"
Había soportado por qué no había llegado tan lejos como ahora, pero ya no podía más.
Su voz no tenía fluctuaciones cuando pregunto.
— ¿tu hijo?
— si
Respondió el con altivez
— Te das cuenta que soy tu prometida, ¿verdad?
— Lo sé
Ella Asintió
Y aunque no debería de importarle, después de todo esto era una gran humillación, la ira burbujeo en su interior, ahora entendía lo de una mujer herida, en estos momentos enserio quería golpearlo hasta dejarlo paralítico y cortar eso en su entrepierna.
Guillermo miro su reacción pero al no ver cambio en su rostro se relajo.
Ella siempre había Sido muy calmada, por eso era digna de ser su futura esposa, incluso en estás situaciones estaba muy tranquila.
El quería decirle que no se preocupe, pero Teo hablo primero.
— la señora vino a qué se le realizará un abortó, ¿lo que estábamos haciendo está mal?
Teo estaba muy enojado, quería salir y darle una golpiza al tipo, si no fuera por qué Cristina lo estaba deteniendo.
la mujer se apoyo en su pecho y dijo tímidamente, aunque su voz sonaba agraviada.
— amor yo solo vine para hacerme un chequeo, quien diría que tú prometida me obliga a perder el bebé.
Las lágrimas de la mujer tocaron el pecho de Guillermo, el la abrazo más fuerte y dijo cálidamente.
— lucero, cálmate estarás bien, nunca permitiré que esto suceda de nuevo.
El rostro de Guillermo se distorsionó y le gritó a Cristina.
— es esta tu forma de demostrar tu amor por mi.
Pensaba calmar a Cristina pero ahora no quería, de igual manera ella siempre estaría a su lado, no importaba si gritaba un poco más, para satisfacer a su amante.
El rostro de Cristina está sin emoción, pero dentro estaba maldiciendo a la escoria, está vez su voz estaba llena de sarcasmo.
— Veo que solo tienes esa cara, por qué el cerebro solo te sirve de adorno.
El rostro de Guillermo se puso rojo, Cristina camino hacia ambos y tomo la barbilla de la mujer.
— Cualquiera puede ver que esta mujer es una desconocida para mí, si tú no llegas no sabría que esa mujer era tu amante, solo piénsalo, tonto.
El rostro de lucero palidecio, no había pensado a fondo esto.
— Cristina cómo te atreves.
Guillermo dijo mientras contenía su ira.
— no te preocupes este niño no amenazara tu estatus, serás la señora Ortega, ese puesto siempre será tuyo, así que cálmate y no digas estupideces.
Ella lo miro con desdén.
— ese estatus basura no es digno de mi, además ¿pensabas tenerme junto a tu amante?
Ella era muy mala para expresar se, suele callar las cosas, pero cuando las personas enserio se pasan, nunca se quedará en silencio.
Su rostro frío, demostró algunos cambios, pero estos eran de ira.
Guillermo no esperaba que ella dijera tales palabras, el respiro hondo y dijo.
— arreglamos eso después, estás alterada te calmas, en casa hablaremos.
— no hay nada de que hablar entre tu y yo, cruzaste la línea está vez, ya no te necesito, estamos rompiendo ahora.
Guillermo miro a Cristina, sabía que eran una de sus rabietas, ella aún lo necesita, por lo que no cayó en su truco, pensó que ella no se atrevía a abandonarlo.
Cristina dio una sonrisa gélida, esto incluso sorprendió a Teo.
La mujer sonríe tras las palabras de Cristina, su objetivo se había logrado y el lugar de Sra. Ortega le pertenece.
Guillermo sin preocupaciones pregunto.
— estás segura de esto.
Ella Asintió, al hacer esto sentía que un peso caía de su pecho.
— lo estoy
Guillermo Asintió.
— que así sea.
El se giro y se iba alejando con la mujer.
— Un momento
El sonríe al escuchar su voz, por otro lado lucero maldijo dentro de si.
— Sabía que era una rabieta tonta, ven aquí Cristina...
Antes de terminar de hablar un puño se estrella contra su nariz, pronto salió sangre de su nariz
— ¡¡Cristina Soriano!! Te has vuelto loca.
— Debes de agradecer que solo te rompí la nariz.
las venas de su frente se hicieron visible, dejo a Lucero atrás y se fue.
— amorcito espérame.
corrió detrás de el lucero.
Teo aplaudió y dijo entre risas.
— yo golpeó más fuerte.
Cristina masajeo su mano, en realidad dolía mucho.
— por qué golpearías a la basura, además no me sentiría bien si no soy yo.
— Cristina tu... No puedo contigo, cómo estás.
— cómo se supone que este, te imaginas que ti novia llegué embarazada de otro.
— por qué me deseas tan mala suerte.
— solo es para.que veas como me siento.
Dijo mientras, se quitaba las gafas y mira hacia la salida.
Algunas enfermeras que prestaban atención a todo el ruido, no pudieron evitar burlarse, y sus voces eran altas apropósito.
— ¿No puedo creerlo, enserio terminaron?
— No acabas de verlo, la amante está embarazada cualquiera con dignidad rompería
— Yo no rompería, solo me encargo de la amante
— Entonces el amor que ese tipo profesaba era muy barato
— No es ella la tonta, obviamente sabía que la engañaban desde hace mucho
Cristina escucho sus palabras y de hecho no le importaba, no servía de nada estar triste y mucho menos por alguien como Guillermo.
Miro a su colega y golpeó suavemente su hombro.
— Olvída tus días de descanso, vámonos.
— Rayos, esa mujer debió abortar.
Cristina vio su rostro lleno de pesar.
— quiero dormir.
Salieron del enorme edificio.
— ¿quieres que te lleve?
— No es necesario, tomaré un taxi, te veo después.
Teo Asintió y se fue en su auto, Cristina respiro hondo, las cosas estarían problemáticas ahora, pero no le importaba, se sentía más libre.
El taxi se detuvo junto a ella, rápidamente subió y dio la dirección, no tardaron mucho en llegar.
— Señorita hemos llegado
Cristina miro el lugar conocido y Asintió.
— Gracias
Después de pagar, salió del taxi, su familia vivía en una sucursal de villas bastante grande, solo que entre más atrás está la villa más caras son, ella y su familia están al principio, era una villa de dos pisos jardín y piscina.
Camino hacia la entrada.
— hola Cristina
Saludo la anciana que vivía en la villa siguiente.
— señora Martha buenas tardes
— acabas de llegar del trabajo
— así es.
— entonces te dejo ir a descansar.
— gracias que tenga usted un hermoso día.
entro a la casa, iba a subir así habitación pero el grito de su hermana la detuvo.
Ella camino hacia la sala de estar.
— Que paso.
Ella miro a su hermana,
su nombre era Delia era una chica de 15 años, de cabello negro y ojos cafés, tenía varias pecas en la cara, sus cejas eran perfiladas y nariz pequeña.
Cuando Cristina entro, su hermana se lanzó a sus brazos, el impacto la hizo retroceder un poco.
— No quiero, no quiero hermana wuuuuuuaa
Ella Acaricio el cabello de su hermana, le aterraba cuando no explicaban las cosas, no sabia entonces por qué tenía que consolar, pero era su hermana pequeña por lo que aguantó.
— Delia está bien cálmate, mírame.
Ambos pares de ojos se encontraron, los ojos de su hermana estaban rojos, su nariz también.
— Cálmate, mira tu rostro se pone horrible.
Fiona negó con la cabeza, lo que le pasaba ahora era más aterrador.
— No quiero hermana, no quiero ir.
— ¡Cálmate! Adónde vas.
Pregunto Cristina mientras, miraba a sus padres.
La madre de Cristina era una mujer de cabello castaño y ojos marrones, se cuidaba muy bien por eso, su rostro aún conserva su belleza se llamaba catrina, mientras su padre Carlos Soriano era de cabello negro y ojos cafés.
Catrina miro a su hija mayor y suspiro sus ojos también estaban un poco rojos, cuando dijo.
— ¿Tu y Guillermo discutieron?
Los ojos de Cristina se mi movieron de su padre a su madre ella sentó a Delia y Asintió.
— De hecho lo es, simplemente ya no puedo estar con el.
Dijo mientras se sienta junto a su hermana.
— Cristina cualquier discusión que hayan tenido se puede arreglar, han estado juntos durante mucho tiempo ustedes...
Dijo Carlos tratando de calmarla, ella lo miro.
— ¿padre me estás diciendo que debo cuidar de la amante embarazada de Guillermo?
Los ojos de catrina y Carlos se abrieron.
— De qué estás hablando
Dijeron ambos al unísono.
— Su amante fue al hospital y me dijo que quería abortar, cuando acepte hacer el aborto Guillermo llegó y declaró que era su hijo, madre, padre, ¿aún tenemos algo de dignidad?
Ambos guardaron silencio por un momento, Carlos fue quien lo rompió.
— Entonces Delia debe irse
Tras el anuncio de su padre Delia volvió a llorar.
— Papá, wuaaa… No quiero, no quiero, aún soy muy joven, cómo puedes hacerme esto.
Carlos masajeo su entre ceja.
— Eres ya una mujer grande, por qué sigues llorando como una bebe, simplemente indignante.
Cristina frunció el ceño y detuvo la conversación.
— Esperen, adónde la envían, por qué siento que me estoy perdiendo de algo.
Carlos cruzó sus pies y dijo fríamente.
— Gracias a tu estupidez Guillermo llamo hace poco y dijo que Delia debe ser enviada a….
Ella miro a su padre que dejó de hablar, era molesto cuando dejaban todo a medias.
Carlos continuo.
— Tiene que ir donde tu tío Eduardo, ya sabes es un contrato sobre darle un hijo y ella debe hacerlo hoy.
Cristina se quedó en silencio, el llanto de su hermana aún continua.
“ Como se atreve, se cree la víctima y por represalias ataca a mi familia, su hermana apenas tenía quince años, apenas estaba en segundaria, y el tío de Guillermo es”.
En su mente apareció una figura sombría, ella respiro hondo.
Ella se puso de pie y tomo su teléfono, era necesario llamar a ese hombre.
Cristina marco el número de Guillermo, pero no contestó.
“ Que hombre tan infantil”
Se quejo ella, su madre la miro con expectativa y pregunto.
— Cómo está, ¿te respondió?
Cristina negó, rápidamente marco el número de su oficina.
— Hola
— Buenas tardes Federico, está Guillermo ahí
El asistente miro a su jefe que estaba en el escritorio, junto a el estaba lucero ambos se estaban besando, cuando sus ojos se encontraron con los de su jefe lo vio negar.
— Lo siento señorita, el jefe no está
— Ya veo, sabes el por qué el bastardo envía a mi hermana con su tío.
El asistente alejo un momento el teléfono, después de que Guillermo le respondiera dijo.
— El jefe había dicho que usted debe disculparse, además que tienen que salir a cenar juntos está noche, entonces el no hará que su hermana vaya.
Cristina mordió su labio, está persona la hacia enojar tanto.
Su rostro sin emoción se llenó de ira.
“ ¿Quiere que me disculpé? Que hice mal, por qué tocar a mi familia, comete el error y tengo yo que disculparme, rayos”.
Tenía tanta rabia que rápidamente su labio se puso rojo y hablo fríamente.
— No pienso cenar con el y si espera una disculpa, tendría que volver a nacer para recibirla.
El asistente miro a Guillermo que esperaba la confirmación de que ella se disculparía, el asistente suspiro y dijo.
— Señorita Soriano, si no aceptas solo puedes ver a tu hermana irse, tu familia en quiebra y todo sucederá para el día de mañana, señorita sabe cómo la ama el jefe a usted.
Cristina se calmó, no valía la pena enojarse por alguien así.
— Suficiente, quiere que alguien vaya con el tío, de acuerdo, dile que se enviara a la persona, y que si espera una disculpa… la esperara por el resto de su vida.
Federico miro el teléfono y luego a Guillermo.
— Que dijo.
Pregunto Guillermo mientras se ponía de pie y se acercó al asistente.
— Dijo que, enviará a alguien.
El rostro de Guillermo se distorsionó, sabía lo terca que podía ser cuando se lo proponía, su rostro volvió a la calma.
— Je, veamos por cuánto tiempo estará su rabieta.
Cristina dejo el teléfono y miro a su familia.
— Que paso, que dijo.
Pregunto su madre.
— ¿Delia puede quedarse? pero tú y Guillermo... se arreglaron.
Pregunto su padre, aún necesitaba la ayuda de Guillermo.
— No hay una reconciliación entre el y yo, en lugar de Delia iré yo.
Su voz sonaba desinteresada como si se hablará de otra persona.
Carlos miro a su hija sorprendido, el rostro de su hija no mostraba ninguna alteración, pero el no permitiría eso, aún necesitaba a Guillermo.
— Pero tú y Guillermo
Ella lo interrumpió
— Papá Tendrá una familia pronto, yo también tengo dignidad y no pienso perderla por el.
— Pero aún así.
Carlos no se rindió, ella simplemente se giro y salió de la sala dejando unas simples palabras.
— Papá, no bajaré mi cabeza ante el, de acuerdo.
Ella subió a su habitación y cerró la puerta.
Se tiró en su cama y miro hacia el techo.
— No me importa sacrificarme un poco más, pero esto te lo devolveré el doble, incluso si me llaman la mujer más ambiciosa y despiadada, nunca debiste humillarse así.
Ella se puso de pie y empacó su maleta.
— Y ya sacrifique mucha de mi dignidad por ti, no la dejaste toda en el suelo.
Ella sonríe, dando luz a su hermoso rostro.
— Veamos quién gana desgraciado solo Espera
Con su maleta empacada salió de su habitación.
Carlos la detuvo frente de la puerta de su habitación.
— Cristina, Cristina escucha a papá, de acuerdo
ella lo rodeó y bajo
— no hay nada de que hablar, si no voy será Delia, o es una de nosotras o la empresa, ¿papá que opinas?
Ella sabía que su padre amaba mucho más su empresa, por eso no espero su respuesta, solo escucho sus escusas que se quedaban atrás.
— Cristina, tu sabes la empresa y eso... no sé arreglarían las cosas si solo te disculpas, por qué eres tan insensible.
Ella se detuvo por un momento, pero no dijo nada, que podría decir, el no estaría de su lado, después de todo era más valioso la empresa.
Su madre y su hermana la despidieron.
— madre, Delia me voy.
Delia miro a su hermana,debería ser ella la que fuera.
— Hermana debería ir yo...
Ella golpeó su frente.
— Tonterías, ya decidí que iré, si vas él pensará que ganó, no pienso darle esa satisfacción.
— Pero.
— Sin peros, mamá la cuidas.
Catrina Asintió.
— Si las cosas no salen bien regresa a casa ya veremos cómo solucionarlo
— Lo tengo, cuídate.
De hecho no pensaba dejar fallar este plan, ella tenía que quedarse dónde el tío de Guillermo, así lo haría verse ridículo y devolverle los años de humillación.
El taxi ya la estaba esperando, después de subirse dió la dirección y cerró los ojos, cuando los abrió su mente estaba más tranquila.
— Sin duda alguna lo conseguiré, solo hay un problema.
Ella mordió su labio, no tenía la menor idea de cómo seducir.
La familia Soriano y la familia salva en años anteriores habían tenido varios negocios, su padre había estado con el anterior jefe de la familia salva, pero hace dos años su familia se vino abajo, No cayeron del todo ya que ella estaba comprometida con Guillermo.
— Señorita estamos aquí.
Con el aviso del conductor ella volvió en si, pago y se bajó, las fuerzas que había reunido se fueron cuando estaba a un paso de comenzar.
— Y si no cae, soy linda pero, no soy muy de actuar lindo.
Camino de un lugar a otro sin atreverse a acercarse, miro la enorme mansión, para llegar a la puerta aún se tenía que caminar bastante, la enorme casa era de un color azul claro.
— Olvídalo si lo consigo, tengo que hacerle pagar.
Antes de acercarse se puso una mascarilla y unas gafas de sol, después de todo pueden haber personas que la reconozcan como la prometida de Guillermo y sería un poco incómodo.
Ella arrastró su maleta, el guardia que custodiaba la reja la detuvo.
— identifíquese
— soy de la familia Soriano, me enviaron aquí.
— Espere un momento.
El guardia hablo un momento por el comunicador, después la miro.
— ingresé
Las enormes rejas se abrieron, ella sintió que iba a entrar a la guarida de una enorme bestia.
— Que posibilidades hay de que la bestia no me coma y me acepte como parte de su manada.
— ¿Señorita entrara?
— Lo haré.
Después de caminar por un tiempo llegó a la mansión.
— aquí está el padre de mi hijo aún sin nacer, pero prefería esto, a tener que soportar al imbécil de Guillermo.
Eduardo salva, era el heredero del enorme imperio salva, era una lastima que este estuviera enfermo y le quedarán pocos meses de vida.
Su abuelo al ver esto adopto al padre de Guillermo oficial mente, y al morir heredaría todo, por eso la actitud de Guillermo era tan arrogante.
Toc toc.
Cuando llamo a la puerta salió una anciana.
— señorita Soriano pase por aquí.
Le hablo educadamente.
— gracias.
La anciana miro a la mujer, y aunque no podía ver bien su cara, podía distinguir un poco de su carácter, era calmada y desprendía un sensación de seguridad.
Cristina no miro alrededor, solo fijo su mirada al frente, solo noto algunas cosas al entrar.
Cómo las dos escaleras a ambos lados que guiaban al segundo piso, las pinturas en la paredes, y el perchero cerca de la puerta.
La anciana sonríe y hablo aún más educada ya que está chica le dio una buena impresión incluso sin hablar mucho.
— la habitación del joven maestro está en el tercer piso, es la habitación de la izquierda, no se perderá ya que tiene un cartel de no molestar, el es un poco malhumorado pero es una buena persona.
— Se lo agradezco.
Cristina miro a la anciana, su cabello ya está blanco, llevaba una falda larga de color azul y una camisa manga larga de color blanco.
— Además tendrá que atenderlo, bueno eso sí el la acepta claro.
Ella no oculto nada, esperaba que la chica fuera buena con su maestro.
— de acuerdo, iré a presentarme
— claro, que tenga suerte.
Dijo la anciana mientras sonreía cálidamente, sus arrugas se movieron con su sonrisa.
Cristina subió las escaleras, y luego al pasillo del segundo piso.
“ Tengo que ir a la derecha o a la izquierda”
Ella se acercó a la barandilla, para preguntarle a la amable anciana.
— Puede tomar el ascensor de la derecha.
— Gracias
Ella camino hasta el fondo donde pudo ver el ascensor, junto a este estaban las escaleras.
— Ya que me dieron el ascensor no lo desperdiciare.
Cuando el ascensor se detuvo y sus puertas se abrieron, ella miro el pasillo oscuro, sintió que paso a un mundo diferente.
Busco la habitación con el cartel de * no molestar * pronto lo encontró.
Toc, toc.
— dije que no me molestarán
Su voz era bastante ronca, ella tembló un poco pero se recompuso Rápidamente.
— soy de la familia Soriano, me enviaron aquí.
No hubo respuesta.
— tal vez, no le avisaron?
— entrar.
Cristina abrió la puerta, la habitación estaba con poca luz, le costó un poco acomodar su vista.
Antes de que pudiera acomodar del todo su vista a la poca luz la voz del hombre resonó en la habitación.
— déjame verte
Ella logro ver un poco mejor, sus ojos se fijaron en el hombre.
Este tenía cabello negro y sus ojos eran de un azul cielo, estaba en una bata de color negro, tenía varias ojeras, su mirada podría helar a cualquiera, sus labios estaban resecos, de el desprendía una sensación que gritaba.
* no te acerques *
No pudo ver muy bien sus facciones por la poca luz pero sus ojos definitivamente no los olvidaría en su vida y aunque antes lo había visto cuando estaba con Guillermo, lo había visto de lejos.
— Terminaste de observar.
— Lo he hecho.
Ella entro en la habitación.
había una enorme estantería junto a la cama, varios juegos de sofá en medio de la habitación y uno cerca de la ventana, varias cortinas colgaban al rededor de la cama.
Ella se dirigió hacia el hombre sentado junto a la ventana, estando más cerca vio su tez horriblemente pálida aún más de lo que vio estando de lejos, además la bata estaba arrugada, parecía una bolsa tirada en el camino.
De hecho si sus ojos no estuvieran abiertos podrían confundirlo con un cadáver.
Las cejas del hombre se fruncieron.
— me estás escuchando, si no lo haces lárgate.
Dijo Eduardo con impaciencia, Cristina regreso en si.
— lo siento, que decías.
— te dije que me dejaras verte, si no eres de mi agrado te enviare de vuelta.
Ella dudo un poco.
— no se si seré de tu agrado pero podré satisfacerte solo ... Podría no quitarme la mascarilla.
La respuesta de Eduardo no llego, ella sonríe incómoda mente.
Dejo su maleta a un lado, y se quitó la mascarilla, sus pequeños labios rojos fue lo primero que entro en la vista de Eduardo.
su mirada subió, al ver su rostro una de sus cejas se levantó.
La piel de Cristina era de un blanco poco, común, para llegar a este tono de piel, sin manchas y sin imperfección se tendría que poner maquillaje y cuidarse demasiado la piel.
Pero está era la piel con la que nació, también sus rasgos faciales, la hacían ver muy bella, está belleza era la que atraía mucho a Guillermo.
Eduardo la reconoció, sus ojos la recorrieron, ella soporto las ganas de decirle.
“ que tanto estás inspeccionando, no soy un objeto”
Pero mejor se quedó callada.
La habitación se había quedado mucho tiempo en silencio, ella miro los ojos de Eduardo y sintió que una enorme presión descendió sobre si, sus cejas se fruncieron, ahora entendía por qué Guillermo no mantenía muy cerca de este ‘tío' incluso enfermó y sin hablar podría intimidar a una persona.
Ella respiro hondo y hablo con calma.
— tío hola, tiempo sin verte.
— piensas que recibo las sombras de Guillermo.
Los ojos de Cristina lo observaron, no había calidez en sus ojos, dudo en responderle, de hecho tenía un poco de miedo a este ‘tío’
— Primero que todo me parece de muy mala educación tratarme así, no soy sobras.
“ aquí el que parece sobras es otro”
Claro que eso solo lo pensó.
— Y segundo Guillermo no me envió, vine por mi propia cuenta.
El miro sus ojos llenos de sinceridad y se giro de nuevo hacia la ventana.
— ¿sabes a lo que has venido, verdad?
Ella Asintió, no había fluctuaciones en su voz cuando le respondió.
— lo sé, aún así vine por mi cuenta.
— por qué
— era yo o mi hermana, ella aún es una niña, no puedo hacerle eso
— sabe Guillermo que estás aquí.
Ella resopló, sus ojos llevaban una capa de desdén hacia la mención del hombre.
— no lo sabe y si lo sabe no me importa.
Eduardo se giro y dijo
— no estás hecha para el puesto de señora Ortega.
Cristina no dijo nada, sus ojos se enfrentaron a los del hombre.
— ¿el tío sabe sobre las aventuras de Guillermo?
El Asintió suavemente.
— son conocidas en todas partes, cómo no saberlo.
La habitación cayó en un silencio incómodo, ella estaba un poco cansada de irse por las ramas y fue directo al punto.
— tío, entonces me aceptas.
El se recostó en el sofá y miro el libro en su mano.
— lo siento pero no me gustan las mujeres que han Sido tocados por otros.
Ella puso los ojos en blanco dentro de si y luego respondió.
— entonces puede estar tranquilo estoy totalmente limpia, no deje que el me tocará, después de todo tenía cantidades de mujeres afuera, tenía que protegerme.
Ella no mentía, durante los años de compromiso con Guillermo, protegió su virginidad, no la había perdido aún y no la perdería con un tipo como el.
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