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Ahora ¿Quien Es Él Perro?

Capitulo 1: " Decisión "

Deilyne: Las cosas no siempre salen como uno lo espera, ya perdí la cuenta de las veces que lo intente. Supongo que nunca fué mi lugar. Que estúpida Deilyne Marshall, que estúpida, este lugar siempre me dió señales, no recuerdo un día en el que la hubiera pasado bien, cuando fue la última vez que reí cómodamente? No lo se, ni siquiera podría recordarlo.

Desde el primer día, si desde el primer día, tú mirada fría me cortó como hielo. Pero yo acepte de todas formas esas heridas.

Dicen que él amor vuelve tontas a las personas, que dicen cosas estúpidas, y que no pueden ver nada malo en la persona que aman. Me pregunto cuánto tiempo más estaría segada de la misma forma, sí esto no hubiera ocurrido, cuánto tiempo más seguiría siendo una estúpida?

Esté último tiempo, dirigirte una palabra era sinónimo de guerra, me he desgastado demasiado, me cansé de ser cómo un perro que fielmente espera a su dueño todos los días, que hace lo que a su dueño le hace feliz, agacha la cabeza sin protestar cuando su dueño lo reprende e incluso cuando esté no hizo nada malo, olvidándose de el mismo, me cansé de ser la única que tratara de salvarnos, bueno aunque eso también suena estúpido ya que en realidad nunca hubo nada entre nosotros, me cansé de ser la causa de tú sufrimiento. Simplemente estoy agotada.

Éstos eran los pensamientos de la dama de cabellos rubios cómo hilos de oro y ojos rojos como rubíes, Deilyne Marshall.

Quien después de terminar su taza de té, mando llamar al mayordomo.

Él hombre mayor se presentó ante ella.

- Mayordomo: Me mandó llamar su Gracia, su fiel sirviente Daan está frente a usted.

Dijo el siempre correcto mayordomo.

La sonrisa habitual de la dama había desaparecido, él mayordomo sabía que su sonrisa no era sincera pero ella siempre se esforzaba por mostrarles una. La dama, lucía diferente.

- Deilyne: Así es Daan, necesito que te contactes con los abogados de la familia lo más pronto posible.

Dijo sin titubear Deilyne, el mayordomo se sorprendió ampliamente ya que llamar a los abogados no era habitual y el tenía una idea de cuál era el motivo está vez, la Duquesa Deilyne agrego.

- Deilyne: No necesitás informar de esto a tú maestro, yo misma lo haré en el momento en que corresponda.

Ésto solo confirmó sus sospechas, el mayordomo entendió y se limitó a cumplir la orden de la señora.

Deilyne Marshall, la única hija del Marqués Marshall, hacía poco había cumplido sus 19 años, con esta edad en el Imperio de Constantine ya era mayor, estaba casada con el Duque Gabriel Laportt desde hace tres años y se habían comprometido cuando ella tenía quince años y él diecisiete años. No fué un compromiso porque Gabriel y Deilyne lo quisieran, de hecho no se habían visto nunca hasta el día de su compromiso.

Fue un acuerdo matrimonial que decidieron sus respectivos padres que eran muy amigos.

De todas formas Deilyne se enamoro rápidamente del jóven principe del Ducado Laportt, el apuesto jóven de cabellos negros y ojos verde esmeralda la habían conquistado, no fué difícil para ella enamorase, ya que no conocía a nadie fuera del marquesado.

La edad que las jóvenes nobles debutarán en la sociedad era de diecisiete años, algo que Deilyne nunca hizo ya que se casó antes de poder hacerlo.

Deilyne fué criada por su padre, nunca conoció a su madre que había muerto meses después de su nacimiento por una enfermedad desconocida.

El Marques Osmán Marshall fue un excelente padre en las palabras de la propia Deilyne, un padre atento y cariñoso que siempre cumplió las expectativas de su hija.

La educó de la mejor manera posible y busco según su perspectiva , el hombre perfecto para su hija, este puede que sea el único gran error del Marqués, es comprensible que las personas comentan errores, por suerte algunos errores podrían ser corregidos.

Al contrario de su hija Deilyne, el jóven Duque Gabriel no sentía lo mismo, ni por un momento, él tan solo cumplió con la orden de su padre.

Sin saberlo el marqués había condenado la felicidad de su hija por un tiempo.

Hacía un año, él Duque Carlos Laportt había fallecido, desde entonces el joven Gabriel tomo su lugar cómo cabeza del Ducado Laportt, había mucho por hacer siempre ya que el territorio y los basallos de Laportt eran bastos.

Ese día Gabriel, llegó como siempre de trabajar a las siete de la tarde, todo siempre era igual, entrenar con los caballeros del Ducado, revisar los mismos papeles, trayendo más trabajo a su casa, y esa mujer que siempre lo esperaba y lo saludaba, era molesto, pero ese día la mujer no estaba.

Tampoco es que Gabriel le diera mucha importancia, se dirigió a su habitación, tomó un baño y luego nuevamente iría a trabajar a su oficina. Siempre daba la orden de que nadie lo molestará a esa hora.

Cuando estuvo ya en su oficina, a pesar de haber dado la orden, fue interrumpido, el mayordomo entro y le comunicó.

- Mayordomo: Su Gracia, disculpe la intromisión en la hora de su trabajo, pero la señora quiere hablar con usted.

Gabriel frunció él ceño, se le hacía raro el no haber visto a esa mujer por la tarde, así que decidió ir a molestarlo en ese momento, aún sabiendo que él odiaba eso.

El Duque no muy contento, respondió.

- Gabriel: Dile que no tengo tiempo, ella sabe que no estoy para nadie en éste horario.

Pero el mayordomo insistió

- Mayordomo: Disculpe su Gracia, pero la señora dice que es de suma importancia.

Era raro que el mayordomo desobedeciera una orden o que insitiera con algo sobre lo cual ya se le había dado una respuesta, así que en verdad debía ser algo de suma importancia.

Finalmente Gabriel le dijo.

- Gabriel: Hazla pasar.

Deilyne que esperaba fuera de la oficina, con una carpeta en una mano y un bolso de salir en la otra, contempló por última vez como se abrían las grandes puertas de roble talladas.

Adentro, tras el también gran escritorio de roble tallado, se encontraba la figura de aquel hombre, seguia viendo sus papeles sin verla directamente, la recibió de mala gana.

- Deilyne: Esto aquí Duque por favor firme.

Con estás palabras Deilyne puso frente al Dueke una carpeta color negro.

Cuando Gabriel escucho la palabra Duque salir de la boca de Deilyne se sorprendió y sintió tan raro, no era Gabriel o Gabi como ella solía llamarlo, era la primera vez que ella lo llamaba así, con esto logró captar la atención del Duque.

- Gabriel: Porque firmaría algo que ni siquiera se que es.

Dijo, con el habitual tono molesto con el que le hablaba a Deilyne .

- Deilyne: Son los papeles del divorcio que me arrojo la semana pasada, tan solo le hice unas modificaciones así que lealos y firme de una vez, su gracia.

Él Duque se quedó rígido en su silla cuando escucho la respuesta de Deilyne, no podía creer que esa mujer hubiera aceptado, pero que eran esa modificaciones.

Así que tomo rápidamente el documento y lo leyó, no podía creer lo que ella había cambiado.

- Gabriel: A qué te refieres cuando dices que renuncias a las propiedades que te tocan y la mantención?

- Deilyne: Es tal como dice ahí, ya he firmado ambos documentos así que solo faltaría su firma.

La respuesta fría de Deilyne volvió a sorprender al Duque, quién de todas formas la cuestionó.

- Gabriel: Pero por qué renuncias a todo? lo necesitarás.

Deilyne sonrió amargamente, en definitiva ese hombre no sabía nada sobre ella.

- Deilyne: Eso ya no es de su incumbencia, tan solo firme así ya podré irme.

Expresó Deilyne, el Duque dudaba en firmar, pero, ¿por qué? fue él mismo quién le ofreció divorcio el primer lugar, ella yá había firmado, era a él a quien en contra de todas sus expectativas le costaba firmar, pero ante la insistencia de Deilyne termino firmando.

Cuando entregó una de las copias, para su ahora exesposa, noto que llevaba un vestido negro, también sombrero y cartera en el mismo tono, se supone que el negro estaba reservado tan solo para el luto, porque estaba vestida así?

- Gabriel: veo que estas preparada para salir, a dónde vas?

-Deilyne: Bueno eso ya no es algo que deba decirle a usted, adiós Duque.

La mujer que le había ofrecido una brillante sonrisa hizo una reverencia y se retiró, dejando al Duque sin palabras.

Deilyne había tomado su decisión.

Capitulo 2: "Despedida"

Gabriel después de firmar los papeles de su divorcio, no pudo concentrarse más en su trabajo, había logrado lo que siempre quiso, sacar a esa mujer de su vida, pero en realidad no sentía nada de lo que imagino que sentiría cuando ese día llegará.

Gabriel no era una persona que acostumbrara beber, pero sentía demasiadas ansías, así que se sirvió uno de los tragos más fuertes que tenía en su oficina, él asoció esto a qué estába muy cansado últimamente, al terminar el primer trago nada había cambiado, se sirvió un segundo y un tercero.

Mientras tanto en el salón principal Deilyne había reunido a todos los sirvientes del Ducado, incluso algunos caballeros que en su momento sirvieron a la antes Duquesa.

Un ambiente lugubre se vivía en el salón, todos ahí apreciaban a Deilyne, quien había sido su señora en los últimos cinco años, desde entonces los trabajadores habían mejorado muchos aspectos, desde sus condiciones de trabajo, relación con los demás trabajadores, sus salarios habían sido restaurados a los valores correspondientes, y todo gracias a Deilyne, quien además como Duquesa era muy fácil de tratar en comparación con las anteriores damas del Ducado.

Una vez todos estuvieron ahí Deilyne hablo.

- Deilyne: Lamento interrumpir su tiempo, se que algunos ya estaban descansando, pero si no es ahora ya no podré hacerlo, seguramente muchos de ustedes se han de preguntar porque los reuní aquí. A partir de hoy ya no soy la Duquesa de Laportt, y estoy aquí para despedirme de todos ustedes con quiénes compartí muchos momentos éstos cinco años, quería agradecerles por haber recibido de tan buena forma a una extraña como yo, y también ofrecerles mis disculpas por los inconvenientes causados.

Deilyne al terminar de hablar hizo una reverencia hacia sus antes empleados.

Alguna que otra sirvienta soltó unas lágrimas, el ambiente no era de sorpresa , más bien de tristeza.

Deilyne que observó sus reacciones pensó

- Deilyne: [entonces ustedes también creen que debí haber firmado antes, ajajaj que patética soy.]

Deilyne saludo a todos y se dirigió hacia la entrada principal, fuera un carruaje que no era de la familia Laportt la esperaba. Aunque ella ya no era su maestra, todos se dirigieron hacia la entrada a despedirla y un caballero la ayudó a subirse al carruaje.

Deilyne estaba muy agradecida con todas esas personas, quienes hicieron un poco más fácil su tiempo en ese lugar.

Se subió al carruaje y dió un último vistazo a la mansión Laportt, lugar al que no planeaba volver jamás.

Gabriel que ya iba por su quinto trago se acercó a la ventana porque había escuchado unos ruidos, ya era de noche así que se preguntaba que era, al mirar por el gran ventanal pudo ver, a lo que bien podrían ser todos los empleados del Ducado reunidos frente a la entrada, y un carruaje, en el cual se estába subiendo Deilyne, se sorprendió mucho ya que no sabía que ella tuviera tal relación con los empleados, a demás eso significaba que ella ya se estába marchando, el carruaje al que se subía no era del Ducado y tampoco pudo ver alguna insignia que pudiera reconocer.

Él Duque estuvo parado ahí hasta que ya no se pudo ver al carruaje.

- Gabriel: Solo esperó que esa mujer no vuelva

Fué lo que dijo mientras terminaba su trago.

Deilyne tenía un viaje de dos semanas por delante en carruaje ya que se dirigía al Marquesado Marshall que era su hogar de nacimiento y a partir de ese día nuevamente lo volvería a ser.

Se preguntaba cómo estarían todos en él Marquesado, sin duda no sería lo mismo para ella, su padre había fallecido hace unos días nada más, ella ni siquiera pudo asistir al funeral debido a la lejanía de ambos territorios, ésto fué el detonante para tomar su decisión, su arrepentimiento era extremo, en su cabeza los pensamientos le jugaban una mala pasada, pensaba que sí hubiera dejado antes a ese hombre tal vez ella podría a ver mejorado el estado de salud de su padre, o podría estar con el en sus últimos momentos.

En ese momento el sentimiento de la culpa dominaba a Deilyne.

Lo que ella no sabía era que su padre mismo fue quién dió la orden de que no se le dijera nada en cuanto a su estado de salud se trataba, el no quería ser una molestia para su querida única hija, sin saber que ésto sería una cruz en los hombros de Deilyne.

Al día siguiente, Gabriel se despertó con un fuerte dolor de cabeza, y para su sorpresa no estaba en su habitación, sino que se había dormido en su estudio rodeada de más de una botella de licor.

- Gabriel: ¿Qué demonios ocurrió?

Nunca antes había hecho algo como eso, era bastante temprano cuando se dirigió a su dormitorio, se baño, y luego se dirigió al comedor donde lo recibió él mayordomo cómo siempre.

El mayordomo vió la cara de su maestro, era obvio que no había dormido de buena forma.

- Mayordomía: Buenos días su Gracia.

Saludos él mayordomo con la habitual reverencia.

Gabriel se sento en su lugar del comedor en absoluto silencio, el desayuno le fue servido, abundantes paltos que complacían el estricto paladar del Duque le fueron proporcionados, pero el Duque no toco prácticamente nada, en un momento levanto su cabeza y dirigió su mirada al lugar donde se sentaba Deilyne.

Era raro no verla ahí, pensó que era la costumbre y que pronto le pasaría ese sentimiento incómodo. Por lo visto no era solo él que sentía incomodidad era obvio lo que los rostros de los empleados reflejaban e incluso el del experimentando mayordomo.

- Gabriel: Sabes a dónde se dirigió ella?

- Mayordomo: Disculpe su gracia, se refiere a la señora... perdón digo la señorita Marshall?

- Gabriel: ¿Señorita?

Pensó Gabriel, en efecto ella ahora yá no era la señora.

-Gabriel: Si.

Fué su corta respuesta.

- Mayordomía: Claro que la señorita regreso al Marquesado, su gracia.

- Gabriel: Al Marquesado?

Pregunto extrañado él Duque, ya que era común que las mujeres divorciadas no fueran bien recibidas por su familia, por eso se le daba la mantención y una propiedad para que pudieran vivir despues del divorcio.

Pero Deilyne no había aceptado nada de lo que él le había ofrecido.

- Mayordomo: Claro su gracia, la señorita es la única heredera del Marqués Marshall, y ahora debe ocupar su lugar.

- Gabriel: De que hablás Daan?.

- Mayordomo: Su gracia no sabía que el Marqués falleció hace apenas una semana? La carta estába en su escritorio, no la leyó?

En ese momento Gabriel miro al mayordomo, como si no entendiera nada.

- Mayordomo: No la leyó su gracia, bueno el marqués Marshall falleció por una enfermedad desconocida, y la única herdera al título y propiedades es la señorita Deilyne.

- Gabriel: [Por eso ella vestía de luto..]

Gabriel siguió sin decir nada, no era para nada común que una mujer heredará el título nobiliario de una familia.

- Gabriel: Por qué ella no me dijo nada?

El mayordomo no supo que responder, seguramente la señorita si había intentado hablar con él, pero como siempre de seguro, él la ignoro o evitó. El silencio del mayordomo trajo otra pregunta de Gabriel.

- Gabriel: Por qué el Marqués le heredó todo?

Hizo está pregunta sabiendo que él Marqués tenía otros parientes a los que pudo haber heredado su título.

- Mayordomo: Su gracia, no es algo que yo pueda decirle con total verdad, pero la relación de la señorita con el Marqués siempre fue muy buena, de más está decir que el Marqués la amaba sobre todas las cosas.

- Gabriel: Ya no es de mi interés de todas formas.

El mayordomo no dijo nada a su señor, pero dudaba que eso fuera así.

- Gabriel: Daan dónde está mi té para él dolor de cabeza?

Preguntó con una expresión de disgusto , ya que solía tener ésos dolores todas las mañanas era común que se le sirviera una taza junto al desayuno. Y ese día debido a la resaca que tenía el dolor era aún más intenso.

- Mayordomo: Disculpe su Gracia, ese té era preparado por la señora.. señorita todos los días.

Él mayordomo habló un poco temeroso, sabía de la importancia de ese té para que su Señor tuviera un día más ligero.

- Gabriel: Ja! y que está esperando para traerme uno en éste momento! porque eran cosas que ella antes hacía no significa que ya no se harán más, o es que ustedes no pueden completar adecuadamente sus tareas ahora que ella no está?

- Mayordomo: Disculpe su gracia, me encargaré de éso.

El pobre Daan, tuvo que enfrentarse al malhumorado Duque esa mañana.

Ya había pasado una semana del viaje de Deilyne hacía su casa, tenía muchas cosas en que pensar ahora no sería la señora ni señorita , ahora sería la Marquesa Marshall.

Capitulo 3: " De nuevo en Casa"

El viaje de Deilyne hacía el territorio Marshall fue sin duda agotador, pero al fin se estaba acabando.

Cuando entraron al territorio del Marquesado, Deilyne comenzó a recordar a todas las personas que había dejado atrás cuando se fué, personas que eran como su familia.

Desde que ella se comprometió con el Duque Gabriel se fue a vivir a él Ducado Laportt para aprender las tareas que realiza la Duquesa, desde entonces no los había vuelto a ver.

Cuando el carruaje ingreso al camino que conducía hacía la mansión Marshall, el corazón de Deilyne comenzó a latir con fuerza, tantas cosas juntas le venían a la mente, estaba felíz por un instante, hasta que recordo que su padre ya no estaría ahí, ese pesar sin dudas la acompañaría por siempre.

Cuando estuvo cerca pudo distinguir que frente a la mansión, había un grupo de empleados reunidos en fila y además los caballeros también estaban ahí, eran una enorme cantidad de personas, todas ellas al servicio de la familia Marshall. Deilyne no esperaba que todos se reunieran de esa forma para recibirla.

Cuando fué a bajar del carruaje Deilyne se encontró con una mano que le ofrecía sustento, alzó la cabeza para ver quién era, casi no reconoce al dueño de esa mano, no era otro que su amigo de la infancia Benjamín Marthell, ahora vestido como un caballero y no cómo un aprendiz de uno, como la última vez que Deilyne lo vió.

- Benjamín: Bienvenida señorita.

Fué con una brillante sonrisa que el joven de ojos color dorado y cabello color plata habló a Deilyne, quien tan solo atino a decir un tibio.

- Deilyne: Hola...

Cuando bajó escoltada por Benjamín, vió que los empleados y caballeros se disponían en filas, cuando ella estuvo a una distancia prudente se detuvo y todos al unisono haciendo una reverencia saludaron.

- Bienvenida Marquesa!

Era extraño para Deilyne escuchar la palabra Marquesa, pero era así, ella era ahora la Marquesa Deilyne Marshall. De todas formas al ver los rostros conocidos y otros no tanto se alegró y hablo a los que ahora serían sus subordinados y empleados.

- Deilyne: Es un gusto volver a verlos a todos, les agradezco su servicio a la casa Marshall y espero poder trabajar de la mejor manera con ustedes de ahora en más. Pueden regresar a sus tareas regulares, Yo pasaré por sus sectores más tarde.

Tanto los caballeros como los empleados lucían contentos al parecer su señorita seguía siendo la misma que era antes de irse, parecían aliviados ya que debido a los recientes hechos acontecidos esperaban ver a una Deilyne derrotada, pero era muy pronto para alegrarse, lo que las personas muestran en su exterior rara vez combina con el interior.

Una vez los empleados empezaron a regresar a sus labores, se acercaron a Deilyne quien seguía acompañada por Benjamín, la ama de llaves Rosa quien fué la niñera de Deilyne y Robert el mayordomo de la familia, ambos volvieron a saludar a Deilyne.

- Rosa: Señorita debe sentirse muy cansada después de tan largo viaje, por favor entre que ya le hemos preparado un baño y algo de comer.

La voz conocida, el rostro conocido, las palabras atentas y sincera, era todo lo que Deilyne recordaba y extrañaba, no pudo evitarlo las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y pronto fueron más y más, Deilyne se derrumbó en el suelo tapando su rostro con las dos manos.

- Señorita! gritaron los tres .

Las tres personas presentes se sorprendieron tanto y se dispusieron a ayudarla cuando se quedaron inmóviles al escuchar a Deilyne

- Deilyne: Lo siento, lo siento, yo lo siento tanto.

Deilyne repitió ésto tantas veces. Los tres se miraron buscando una respuesta en el rostro del otro, pero los tres no entendían a qué se refería Deilyne.

Rosa se acercó a Deilyne tomó sus manos y la miro al rostro.

- Rosa: Señorita usted no tiene nada por lo cuál disculparse, primero entremos y tómese un té para calmarse de acuerdo.

Entonces Benjamín interrumpió

- Benjamín: Disculpe mi descortezia Señorita.

Y la tomó en brazos, Deilyne quien seguía llorando no pareció molestarle, es más fué ahí cuando más lloró.

Benjamín con Deilyne en brazos se dirigió al interior de la mansión guiado por Rosa, llevo a Deilyne hasta su habitación.

Para cuándo llegaron a la habitación ubicada en segundo piso Deilyne se encontraba dormida, su cuerpo cedió ante el agotamiento. En el camino hacia el dormitorio Benjamín observo el rostro de Deilyne que parecía llevar días llorando, también a sus ojos ella estaba muy delgada, parecía enferma. Después de dejarla en la cama Benjamín la observó por un momento, salió de la habitación, Rosa que era la que iba a entrar a ver a Deilyne fué detenida por Benjamín

- Benjamín: Llama al médico Rosa.

- Rosa: Ya lo hice Conde.

Dijo Rosa un tanto sorprendida por la expresión de Benjamín.

- Benjamín: Qué es lo que le pasó a la Señorita porque se encuentra en ese estado?

Pregunto Benjamín un tanto molesto.

- Rosa: No creé que ella tiene bastantes motivos para estar así, además ella es la Marquesa y nosotros sus empleados no es de nuestra incumbencia saber lo que sea si no es ella la quien nos lo dice. Téngalo presente Conde, ella ya no es la niña con la cual jugaba, es ahora su maestra.

Rosa dió está advertencia porque conocía el temperamento de Benjamín y quería evitar cualquier tipo de malentendidos más aún con Deilyne se encontraba en ese estado .

Rosa le dijo esto a Benjamín, pero ella también se preguntaba que era realmente lo que le ocurría a la Señorita, sus ojos, los ojos que Rosa conocía muy bien no reflejaban nada de lo que ella recordaba cuándo Deilyne todavía vivía en el Marquesado, Rosa nunca vió unos ojos tan tristes, los ojos de la niña que antes eran cómo rubies brillantes, habían perdido su brillo.

Él médico revisó a Deilyne, quien se encontraba dormida, su diagnóstico fué.

- Medico: La Marquesa presenta un cuadro febril debido al agotamiento físico, lo único que debe hacer es reposar hasta recuperarse, le dejaré una lista de alimentos que ayudarán a éso.

El tiempo de Deilyne en cama fué de cinco días, hasta que se sintió recuperada, entonces mando llamar a Benjamín.

Ahora Deilyne se encontraba en la sala de estar, cuando la voz del hombre la llamó.

- Benjamín: Me buscaba Marquesa, Benjamín Marthell a su servicio.

- Deilyne: aquí estás, tanto tiempo ha pasado, me sorprende tanta formalidad Benjamín.

Dijo Deilyne con una tímida sonrisa, recordando los viejos tiempos que pasaron juntos hasta su adolescencia.

- Benjamín: Bueno ahora usted es mi maestra

Dijo él pícaro Benjamín.

- Deilyne: Ya basta de formalidades toma asiento y solo llámame Deilyne cómo antes.

Benjamín dudo un poco y luego de tomar asiento respondió.

- Benjamín: Tal vez sea mejor Señorita en vez de llamarla por su nombre.

- Deilyne: Ya veo...

Dijo un poco triste Deilyne, cinco años cambian mucho a una persona, tal vez Benjamín yá no la consideraba su amiga.

Después que le sirvieran el té Deilyne tomo la palabra.

- Deilyne: Discúlpame..

Benjamín que bebía su té se detuvo, no entendía de que hablaba, pero antes de que pudiera preguntar a qué se refería Deilyne continúo.

-Deilyne: Lamento que hayas tenido que verme en ese estado y cargar conmigo, discúlpame por las molestias ocasionadas.

Benjamín frunció el ceño, ¿porqué ella se disculpaba por todo?

- Benjamín: Señorita usted es la Marquesa, no debe disculparse con nadie, yo estoy a su servicio y haré todo por usted siempre.

Deilyne no sabía que responder , entonces cambio de conversación.

- Deilyne: Veo que lo has logrado.

- Benjamín: A que se refiere Señorita.

Pregunto confuso Benjamín.

- Deilyne: Tú uniforme, no es acaso el de él capitán de los caballeros.

Sonrió Deilyne.

- Benjamín: Ah lo recuerda...

Era un tono avergonzado con el que Benjamín respondía.

Aunque Deilyne no lo supiera ella debía ser la única persona capaz de avergonzar a Benjamín.

- Deilyne: No es para esto para lo que te llamé. Tú eres el capitán de los caballeros de está casa, voy a salir, asigname un escolta.

Sorprendió, Benjamín respondió.

- Benjamín: Señorita el médico dijo que debe hacer reposo..

- Deilyne: Ya es suficiente me encuentro mejor

- Benjamín: Pero...

- Deilyne: Benjamin vas a cuestionar mi primer orden como Marquesa?

La voz fría de Deilyne hizo reaccionar a Benjamín, quien de todas formas lucía insatisfecho.

- Benjamín: Por supuesto que no haría eso. En cambio yo seré su escolta.

- Deilyne: De que hablás, eres el capitán y debes tener muchas cosas por hacer.

- Benjamín: Si, pero la Señorita es más importante.

Deilyne no pudo responder, así que lo acepto.

-Deilyne: Prepara todo entonces a las dos de la tarde saldremos.

Así Benjamín se retiró para cumplir la orden de su maestra.

Deilyne que contemplaba la gran sala noto que todo seguía igual, tal como lo recordaba. Todas las cosas que ella había elegido como decoración cuando vivía ahí seguían estando. Cerro los ojos un momento y pensó.

- Deilyne: [ Si estoy de nuevo en casa].

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