Hace muchos años, las regiones se dividieron en 4 grupos: (1) Sur, (2) Este, (3) Norte y (4), los guardianes nocturnos, sin contar a los salvajes.
—Cierro el libro observando a mis niños —¿quieren saber quién eran los salvajes mis niños? — chií — todos gritan a una sola voz.
—Los salvajes son una etnia, muy humilde, ellos trabajan con la magia negra y blanca, realizaban sus propias prendas de ropas, colocándole diamante y oro, haciendo tributos a sus dioses.
—abro el libro.
—Pero un día las 4 regiones se reunieron para invadir los territorios dónde se encontraba los salvajes.
Era un misterio para la población, decía que en aquel lugar se encuentran monstruos, personas Mita serpiente y mitad hombre, aquellos que intentaron entrar por su cuenta no están para contarlo.
Para aquello, Reyes que gobernaba para aquella época, eran puro cuento, pero lo que sí era cierto, es que en aquel lugar se gobernaba el oro y el diamante.
A los pocos años
La guerra empezó, no era muy fácil para los Reyes de aquella época, invirtieron mucho dinero, tanto en armas, hombres, ancianos, dejando las mujeres y niños, para la reproducción de la población.
Lo que no se esperaba aquellos Reyes, estaba un traidor muy cercano a la realeza.
El día, que los valientes guerreros, se iban a enfrentar a la guerra, los Reyes decidieron reunirse, para celebrar a lo alto, como si hubieran ganado
En el gran comedor, se encontraban los 4 Reyes, sentados en sus sillas, el Rey del sur, siendo el superior de los cuatro, mando a llamar a su mano derecha, dándole gracias por su labor y su gran esfuerzo, ya que sin él, no había podido invadir a los salvajes.
El Rey de los guardianes nocturno levanta su copa para brindar por su éxito, todos lo siguen, levantando sus copas.
La mano derecha los acompaña.
Las copas empiezan a chocar, se lo toman hasta el fondo.
—Nos vemos en el infierno —le dice la sirvienta que les había traído las copas llenas.
La mano derecha le sonrió, los Reyes muy confundido, les pregunta que pasa y él solo, les contesta, no te dejes llevar por la apariencia.
Los Reyes solo se echan a reír, sin entender por qué lo había dicho, para ellos era solo la sirvienta favorita del rey superior.
Después de reír tanto se sentaron para poder disfrutar la comida, sin ningún problema, sin saber que el traidor lo tenía en la misma mesa comiendo con ellos
Los salvajes no se quedaron con nada más, infiltrar a dos de ellos, sino que todos los días, le daba pequeñas proporciones de veneno, sin que nadie se diera cuenta.
Empezaron los ataques, los salvajes ya sabía que iban a hacer cada uno de ellos, los guerreros cayeron en su trampa igual que sus reyes, ese camino se trataba de uno de un hueco.
La mano derecha, le dijo aquellos Reyes que los salvajes se escondieron 3 metros bajo tierra, para poder encontrar debían meterse en ese hueco con los ojos cerrados.
Cuando los guerreros encontraron el camino con diferentes huecos, se dividieron en diferentes grupos.
El primer grupo en meterse era los ancianos por estar viejo y deterioro, no había nada que perder, según el capitán.
A los pocos minutos de haberse metido el primer grupo, se escuchan unos gritos, desgarrador.
Estaban pidiendo ayuda, intentaron meterse, para ver qué era.
Pero unas llamas hunden los huecos, los soldados que se encontraban intentaron salir corriendo, pero los caballos relinchan, poniendo salvajes.
Los soldados no les quedó otra que salir corriendo.
Pero unas pisadas muy fuertes, venía del hueco los únicos que se escuchaba y olía en aquel lugar, era gritos, carne quedaba.
La poca, población que quedaba tuvo que dejar las regiones, explorando otras tierras.
... Fin…
—Buenos, ¡buenas noches, niños! - cierro el libro —AHHHHH! - escucho como uno de mis niños está bostezando.
— ¿por qué? — me responde, mientras sus ojos están achinados - ya es tarde, niños, mañana hablaremos de la reflexión y de la esclava blanca— unos de mis niños se levantan de la cama exclamando —vas a hablar de la mamá de Ayana - le doy un pequeño golpe en la cabeza - ¡cállate! - ¡jajajajajaja!, eso es lo que le pasa a los salíos.
Buenos que tenga una ¡feliz noche! - me acerco a cada uno de los niños, dándoles un besito de ¡buenas noches! - dicen a una misma voz.
Cierro la puerta
CAPITULO 2: OGRO
—¡Que...! ¡Miedo...!, tiemblo muchos tengo mucho frío.
—¡no te preocupes Ayana! ¡Ogro estará hay para salvarte de eso Reyes! — levanta su mano.
—Cállate Ogro por qué yo Francesco, estaré hay para mi lady, en las buenas y en las malas, en la enfermedad, hasta que la muerte no separé — que hermoso nunca antes había visto a Francesco así.
—le estás pidiendo matrimonio Ayana— habla entre risas
— No le estoy pidiendo matrimonio Ayana, le estoy demostrando lealtad, algo que muchos de ustedes no hacen — responde muy enojado.
—¡Será que se puede CALLAR! — contesta muy enojada.
—¡¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO?! —se abre la puerta de golpe, todos nos arropamos hasta la cabeza, cuando apenas escuchamos la voz de mi nana, se prende todas las velas, cierra la puerta, dejándonos las luces prendidas.
Fin del sueño de Ayana.
Abro la puerta del cuarto de Ayana, necesitó despiértala, pero la encuentro, muy dormida. Abro las ventanas, entrando ese sol radiante, los pájaros cantando, hoy será un día, perfectos. Observó Ayana muy dormida, agarro una escoba y la tocó con la punta del palo.
—siento algo tocar en mi cuerpo, entre abro mis ojos —¡QUEEEEE! — contestó de mala gana, ya me imaginaba el personaje que me fue a despertar
— ¡AYANAAAA! - me grita en la pata de la oreja, agitándome.
—Nada, solo que ya es tarde — suelto un suspiro.
—¿Qué hora son? - salto de la cama —son las 12:00 (AM), como te dije - ¡AHHH! - echo un bostezo, levantándome de mi cama, mirando en el espejo, estaba hecho un desastre, empezando hacer mi aseo personal
Después de varios minutos, continuó haciendo mi rutina de siempre, me dirijo a la biblioteca, comenzando a estudiar administración, sola, por qué es obvio que nadie me va a ayudar, casi terminando de leer el libro de hace tres semanas
Después de estar tres horas en la biblioteca, decido ir al jardín, me había enterado de que mi padre, estaba remodelando el jardín.
Extrañaba como se veía el jardín antes, pero ahora se ve horrible, me siento en un muro, cerca del jardín, quedándome fijamente, mirando a los trabajadores como acaban de destruir las obras que se encontraba en el jardín.
—¡Buenos días! ¡Mami! - siento una voz masculina, pasar cerca de mi oreja, volteo para ver quién era y era nada menos que el gran Ogro.
—¡Buenos días, Ogro! — le muestro una sonrisa.
— ¿Qué te pasa Ayana? — me mira de arriba, abajo—¿te veo extraña?
— nada — le contesto rápidamente.
—nada, ¿estás segura? — se acerca a mí tapando un ojo, mirándome de arriba abajo, para luego, abrí el ojo que tenía tapado, para abrirlo como un plato, da mucha risa
— ¡Bueno! — suelto un suspiro dejando caer mis hombros — se ve que me conoce muy bien.
— ¡bueno, ahora sí dime! — ««le prestó toda mi atención, ya que sabía que no se encuentra bien en sus ojos, se le puede notar >>.
—Es... que... está... mañana tuve un sueño - tartamudeo — ¿y? — me pregunta con su mejor cara de serio —y, soñé - me muerdo mis labios, mirándolo fijamente.
—¡Que pasa Ayana! - me agarra la mandíbula.
— s... O... Ñ... E - mis ojos empiezan a humedecer.
— ¡AYANA!, ¡DIME DE UNA VEZ! — me grita angustiado
—soñé, cuando todos éramos niños - empiezo a estrujar las manos - estábamos siendo entrenado.
— contengo mis lágrimas, no quiero que se preocupe por mí, sé que tiene mucho con estar aquí, en este lugar.
—llego nana y nos leyó un cuento que trataba sobre los reyes y la mano derecha, que yo tenía miedo, ¿te acuerdas?
—claro que sí, ¡como si fuera ayer! — exclama.
—bueno, que después de que nos leyeran él cuenta, el ama de llaves se fue—que Francesco, me dice el juramento de lealtad de un soldado, para que no tuviera miedo, entonces ustedes se pusieron a pelear con Francesco por decir su juramento de lealtad, pero lo que realmente me estaba pidiendo matrimonio ¿Te acuerda?
—sí, pero ¿qué pasa? — no quiero que se preocupe por mí, pero debo decirle la verdad.
—Eran momentos difíciles, pero felices — le digo con una gran expresión.
— ¡hay Ayana! —las lágrimas de mis ojos salen por sí sola, ya no las podía contener, era muy difícil, Ogro me abraza, el dolor que siento en mi corazón al perder a un amigo, no es fácil, él lo entendía, es su amigo, su archienemigo, desde que están es el vientre de sus madres, eso es muy hermoso, cuando las amistades son pura y verdaderas.
— ¡Ayana mi Ayana Tranquila!, ya eso pasó, Yo sé que lo extraña igual que yo, pero hay que seguir hacia adelante como el dicho del sapo—Ogro, limpia mis lágrimas.
— ¿y qué vas a hacer él? — hace una pequeña pausa, sé que quiero decir esa palabra y sé que es muy grosera y no quiere que yo me ofenda por qué se trata de mi padre y lo entiendo —padre — le contesto, él me mira tirando una sonrisa
—está remodelando el jardín —me responde Cali bajo
—¿qué otra vez?, ya no lo había remodelado haces como tres meses —me responde asombrado
— sí, al parecer que se aburrió y lo va a cambiar — le respondo observando a los trabajadores.
— se ve que tenía mucha plata, a mí me gustaba mucho, así como estaba antes — se queda mirando los trabajadores, para luego romper ese silencio, que tanto odia— ¿y qué es la vida de Pandora?, no la he visto haces años -le hago una negación con mi cabeza- desde la última vez que la vi fue cuando se casó — suelto un suspiro.
— en serio — cruza sus piernas, poniendo su mano en el cachete, colocando su cara de asombro.
— ¡guao!, ha pasado mucho tiempo - me señalo con su dedo - tú tenías 15 años, ¿no? - me pregunto con dudas.
—si tenía 15 años — le responde con una sonrisa, se agarra su mandíbula —¿qué vino toda tu familia no? — le doy un si con mi cabeza.
— sí, toda mi familia vino — lo miró fijamente — y la que no también — exclamó.
— ¡Oye me ofendiste! — me exclama — ¡claro que no fuiste tú, ¡quién se ha ofendido solito! — respondo entre risas - claro que no ¡acabas de decir! - imito mi voz - vino toda mi familia y la que no también, y te quedaste mirando fijamente, ¡eso duele! — me observa fijamente, no aguanto las risas.
—por qué te tengo de frente — le digo entre risas — claro que no — volteos mis ojos — como diga socio — levanto mis cejas —¡socio, ¿por qué socio? — ja, ja, ja— rompo a carcajadas — ¿por qué te ríes? —coloca su cara de piedra —por nada, ¡hay ogro! — suelto un suspiro.
—¿y qué vas a hacer más tarde? —dejó caer mis hombros — nada por ahora — le respondo Cali baja — que te parece si vamos a comer en el centro, esta noche — me muestra una sonrisa malvada —No, lo sé, si mi padre me dejas — le digo, Cali baja.
— ¡vamos, estás con el gran Ogro! —levanto sus músculos, haciendo que se brote, se ve gracioso — lo sé, pero —me interrumpen — pero nada vamos, chica — me dice, animando — ¡no lo sé! ¡TE DIJE! —le gritó.
— ¡Hay Ayana!, va a ser divertido, no te va a repetir, te lo juro — me responde con seguridad —hay Ogro, no lo sé— niego con mi cabeza.
— ¡como que no sabes Ayana! — vuelvo a negarlo —no lo sé — le exclamó con mucha seguridad — no te estresa estar aquí todo el día! - se levanta señalando mi alrededor
— no, ya me acostumbré — le digo con toda, sinceridad —bueno, no quiero estar peleando contigo, lo dejamos para mañana en la mañana - se levanta, soltando un suspiro.
—no lo sé - ¿qué tal en el día? —extiende sus manos hasta mis hombros ¿Sabes que Ayana? — lo miro atentamente —¡Que! - le digo con mucha curiosidad
— eres una traidora — me señala — ¿por qué? — no será — se acerca a mi oído, con su voz dulce — no serás que, tienes una chatarra atrás tuyo, ¿verdad? —me sonrojo a sentir la respiración de Ogro en mi oído, colocando mi piel de gallina — ¡claro que no! — lo aporto de mi —¡claro que sí!, ¿verdad? — asiste con su cabeza.
— no Ogro te estoy diciendo la verdad, no tengo a nadie — lo empujó con mi mano, suelta un suspiro de alivio — ¿puedo estar tranquilo?, te lo juro — rápidamente lo aparto de mi —te lo juro, entonces por qué te pones roja —cruzo sus piernas, levantando su ceja, llevando su mano a su mandíbula.
— Ogro, tú sabes que esto me pone nerviosa — esquivo su mirada, estás tipos de cosas me ponen nerviosa.
— que, que te pongo nerviosa — se acerca a mí, puedo sentir su respiración.
—ya Ogro — le empiezo dar unos pequeños, golpe en el hombro — ya pues, ya — se voltea, para luego mirarme fijamente, dando una palmada en mi hombro —te paso buscando a las 6:00(pm), ¿te parece? — me habla muy emocionado
—¡Bueno Ogro, vamos a ver si me dejan! — le dejo en claro - ¿qué le pasas a mi suegro!, ¡está celoso! — levanta sus brazos
— Nada, ja, ja, ja, ¡ya Ogro!, ¡YA! — me duele en estómago de tanto reírme.
— no será, ¿qué le está dando la andropausia? — levanta su ceja —ja, ja, ja, Ogro, ya ¿te va a escuchar? — le advierto — ¿y qué?, que me escuche — le llamo la atención disimuladamente, abro mis ojos como un plato.
—¡Ayana! — volteo, cuando escucho la voz del secretario de mi padre al ver su cara, me levanto inmediatamente, Ogro que estaba de espalda voltea —¿Cómo estás, señor Miguel? - mira a Ogro de arriba hacia abajo.
—Su padre la llama mi lady —ya voy — miro a Ogro haciendo malos ojos, ya él sabía por qué — ¡bueno chao Ayana! —Ogro por maldad me agarra por la cintura dándome un beso en la frente - adiós ogro.
—señorita — escucho un gruñido — dígame — hablo con mucho amor — su padre la está esperando
— sí —Sigo al señor Miguel mientras veo a Ogro seguir su camino.
Ogro, si es chocante, se ve que le cae mal Miguel, pero tampoco para tanto, ¡hay ese Ogro!
POR OTRO LADO:
—¡capitán!, — volteo al escuchar que alguien me llama— que le parece si hoy vamos a comer en el bar —niego con mi cabeza - no mañana es el festejo en el castillo lonrdo
—¡en serio jefe! — me mira con asombro —si — me volteó — espero que no se vayan a volver loco — los miro fijamente —no se preocupe jefe — me habla Bagrat — sigamos.
MIENTRAS AYANA:
Llegamos a la oficina de mi padre, toca la puerta— adelante— el secretario Miguel, abre la puerta, encontrando a mi padre sentado en su escritorio con su mejor cara de poco amigo.
Todo su escritorio está lleno de papeles, y como siempre él tomando nota —¡buenas tardes! Duque — saludo el secretario Miguel primero dando una reverencia — ¡Buenas tardes, padre! — le hago una reverencia, pero como siempre soy ignorada, le hace seña a su secretario para que se vaya.
—Ayana mañana va a ver el festival anual, espero que te comportes — me muerdo mis labios, es lo único que me dice, ni siquiera me dice buenos días, ¿Cómo estás? — claro padre como tú digas — me voy echando para atrás, para salir rápido de aquí.
No quiero durar ni un momento más aquí, este lugar me trae malos recuerdos, ni voy a intentar hablar con mi padre.
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