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KIMERA

¡llego tarde!

Mire la hora, sobresalta, me levante de la cama a toda prisa, buscando mi ropa por toda la habitación, vistiéndome a toda prisa.

¡Mierda voy a llegar tarde!

El hombre de cabello marrón y ojos negros que estaba tendido en la cama se incorporó levemente en la cama, colocando sus brazos tras su nuca, mirándome con una ceja enarcada, mirando cada uno de mis movimientos, parecía que mi repentina prisa lo divertía.

—¿siempre vas con prisas a todos los lugares que vas?

Le eché una mirada entre seria y divertida, sabía a qué se refería, ya que solo hacía veinte minutos que nos habíamos encontrado.

—Te aseguro que no es algo que tenga por costumbre.

Ya le dije que tenía prisa, hoy era la despedida de soltera de Alison, mi mejor amiga, quedamos en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, donde se iba a celebrar la misma boda.

Ya lista, miré a mi alrededor esperando que no se me olvidara nada, con todo listo me dirigí a la puerta.

—¡oye espera!—me tuvo levantándose a toda prisa.

Las sabanas cayeron al suelo, dejando su cuerpo completamente al descubierto.

—¿Volveremos a vernos?—quiso saber con voz esperanzada.

—quizás—mentí, saliendo de la habitación antes que le diera tiempo a responder.

Salí del motel a toda prisa, tomando un taxi en dirección al hotel.

Suspiré mirando la oleada de mensajes que tenía tanto de Cameron como de Alice, todos ellos regañándome por mi impuntualidad.

Por suerte el lugar no estaba muy lejos del hotel y llegué en menos de media hora, bajé del coche, corriendo a la recepción del hotel chocando con alguien.

Mierda, ¿qué más podría pasarme el día de hoy?

—¿estás bien?

El hombre me sujetó con firmeza antes que perdiera el equilibrio y cayera al suelo, era atractivo, sus ojos azules como el cielo se encontraron con los míos mirándome intensamente, eran tan claros e hipnotizantes, incluso podía ver como estos desprendían una luz blanca.

Parpadeé sorprendida y volví a mirarlo por si había visto bien, pero caí en cuenta que me estaba tocando.

Maldita sea, ¡no era el momento de babear! No puedo dejar que me toque.

Lo alejé de mí con brusquedad.

—¡No me toques!—grité apartándolo de mí, de forma brusca.

El hombre de cabello rizado, de un color castaño claro, se me quedó mirando con incredulidad por un momento, antes de sonreírme alisando su traje de color azul marino, que estaba un poco desaliñada.

—acostumbro a que me agradezcan cuando ayudó a alguien, pero supongo que eso puede valer.

Entrecerré los ojos, deteniéndome un momento para mirarle, su cabello rizado y castaño caía de forma sexy sobre su frente, sus labios carnosos, estaban atrapados entre sus perfectos dientes. Y su cuerpo…

—¿Entonces vas a darme las gracias o seguirás devorándome con la mirada? No es que me moleste…

Sus arrogantes palabras me hicieron volver en mí y lo miré de mala manera.

Guapo, pero estúpido.

—lo siento, pero tengo que irme, o no pasaré de esta noche—dije apresuradamente.

Pasé junto a él, chocando sin querer nuestros hombros, Sentí una corriente recorrer mi cuerpo, como si fuera una pequeña descarga eléctrica, pero no me detuve esta vez y caminé a toda prisa, llegando por fin al lugar del encuentro.

Llegué a la piscina, al gran spa, donde estaban mis tres amigas, en traje de baño, con una copa de vino cada una.

En serio, a veces podían ser demasiado snobs.

Me uní a ellas quedando en bikini, saltando al agua, salpicándolas, tanto a ellas como algunos que estaban bañándose, pero los ignoré con una sonrisa.

Por suerte no me lo tuvieron mucho en cuenta y pasamos a disfrutar de la despedida de soltera de Alison.

Alison Simon, es mi mejor amiga, una rubia de cabello largo lacio y unos grandes ojos azules. La conocí en mi primer año de universidad, la debía mucho, gracias a ella mis días fueron mucho más amenas, desgraciadamente solo la pude tener por solo un año, ya que ella estaba en su último año.

Desde entonces nos volvimos inseparables, por no decir que es la segunda persona después de Sam en saber sobre mi secreto.

—¡por qué esta despedida sea inmemorable!—Gritó Cameron y todas las seguimos, chocando los vasos, bebiendo de un trago de nuestras respectivas bebidas.

Cameron Enz, con su cabello rojizo, rizado y ojos verdes, era más amiga de Alison que mía, al conocernos era demasiado hostil conmigo, hasta que descubrí, por “accidente”, que era por qué estaba enamorada de Alison en secreto.

—no puedo creer que mañana sea el gran día.—soltó Alison con emoción.

—¿No quieres hacer alguna locura antes de encarcelarte de por vida?—la tenté.

—no empieces—me advirtió y tres pares de ojos me miraban con cara de pocos amigos.

—¿Qué? No dije nada del otro mundo, se supone que las despedidas están para hacer ese tipo de cosas.—me defendí.

—siento decirte que no todas tenemos el sexo metido en la cabeza—se burló Alice.

Alice Scott, de cabello negro como la noche y ojos avellana, a ella la conocí mucho antes, pues trabaja para mí en mi restaurante.

—¡Oye, yo no tengo sexo solo en mi cabeza!—me quejé indignada.

Si ellas supieran…

Ojalá fuera sexo mis únicas preocupaciones en la vida, todo sería mucho más fácil.

—¿A no? Si preferiste llegar tarde a la despedida de Alison por estar teniendo sexo con otro desconocido.—me acusó Cameron.

—claro que no, fui interrumpida por…

—asume la verdad por una vez—dijo, enredando su brazo alrededor de mi cuello.

Maldita sea, ¿por qué tiene que verse tan sexy con ese bikini?

Parpadeé varias veces quedado girándome a ella bruscamente, pero luego me recompuse al seguir la trayectoria de su mirada. Estaba mirando a Alison, suspiré aliviada.

Desearía poder abalanzarme sobre ella. ¿Por qué tiene que casarse con ese estúpido? Yo la haría más feliz…

Me separé de ella, para dejar de escuchar sus pensamientos, pero estaba descuerdo en algo con ella.

El prometido Alison es un imbécil integral.

Noticia impactante.

Hoy era el gran día para Alison, todo parecía estar patas arriba, pero la emoción se podía sentir por el aire, se estaba dando los últimos retoques al vestido, su maquillaje y peinado, debo decir que estaba más radiante que nunca.

Yo llevaba un sencillo vestido de dama de honor, de un color rosa claro, que me llegaba hasta el suelo, el vestido era bonito, de encaje por arriba y seda por abajo.

La despedida trascurrió normal, si obviamos las veces que tuve que hacer, como si nada cada vez que leía sin querer la mente de mis amigas, con cada roce, toque que tenía con ellas.

—tierra llamando a Dayana.

Volví en mí, encontrándome con la cara de Alice, mirándome con el ceño fruncido, la sonreí en respuesta.

—¿En serio donde tienes la cabeza?—me reprendió.

—Encima de mi cuello ¿Dónde más?

—muy graciosa, intenta completarte como una persona normal, para variar.

—Yo también te quiero—dije con sarcasmo y ella se alejó de mí soltando un bufido, solté un suspiro.

Alice, se podría decir que es una amiga de la infancia, ella y yo nos criamos juntas en un orfanato, hasta que la adoptaron y perdimos la pista, para encontrarnos años después en mi cafetería y dónde la contraté.

Sí, tengo unas amigas muy únicas, sé que no son malas, solo tienen una personalidad peculiar.

Después de finalizar todo, cada dama de honor y padrinos de la boda se colocaron en fila de acuerdo al ensayo, a mí me tocó con el peor de todos, Connor, un hombre insufrible y narcisista que cree que el mundo gira en torno a él, la cual no duda en tirarme los tejos en cuanto tiene oportunidad.

—es bueno verte de nuevo, sigues igual de hermosa—me saludó.

—¿Te dije alguna vez que hacemos una buena pareja?—dijo con su voz coqueta.

¡Siempre que puedes!

—Podremos seguir hablando después de la boda, ahora por favor cierra el pico—le pedí de mala gana.

—Siempre estoy listo para ti nena—dijo y yo contuve una arcada.

Respiré hondo, no era el momento ni el lugar, para mandarle paseo, por lo que con una sonrisa forzada, deslicé mi brazo alrededor del suyo.

Aquí vamos, hora de escuchar sus desagradables pensamientos.

No puedo creer que ese capítulo vaya a casarse, después de lo que hizo a noche.

Abrí los ojos como platos, en alerta a lo que acababa de oír. La música empezó a sonar y las puertas se abrieron dándonos el paso.

¿Quién podría culparle? Esa Stripper estaba para comérsela.

Desde un principio pensaba llevarla a mi cama, ¿Quién abría imaginado que se me adelantaría? Maldito suertudo.

Apreté el brazo de Connor con fuerza, sin poder creerlo.

¿Leroy le puso los cuernos a Alison la noche antes de su boda?

Lástima que como él mismo dijo, esa tonta nunca se enterará.

—nos vemos más tarde, muñeca.

Estaba tan absorta que no me di cuenta de que llegamos al altar donde debíamos separarnos, este se inclinó besando mi mejilla, tuve que hacer ademán de todo mi autocontrol para no arrojarlo por los aires. Además, eso no era lo importante ahora.

¡Ese maldito bastando, se casará con mi amiga, después de haberle puesto los cuernos!

¡Esta boda no se puede celebrar!

Plantada en mi respectivo lugar, el corazón me iba a mil por hora.

¿Por qué siempre me metía en este tipo de situaciones incómodas y extrañas?

¿Qué debía hacer ahora?

El imbécil de Leroy le fue infiel a Alison con la seguridad que ella nunca se enteraría, para su maldita desgracia, tenía esta maldita maldición de leer los pensamientos con solo tocarlos.

¿Por qué demonios debía enterarme justo en este preciso momento?

Mientras cavilaba con decirle o no, por fin entró la novia, con un hermoso vestido blanco, y una sonrisa tan rádienme que podría iluminar todo Herald.

A su lado la acompañaba su madre, con su forma única y extravagante de vestirse, llevaba un llamativo y extravagante vestido en tubo de un color verde, con una flor gigante adornaba su hombro izquierdo y una pamela del mismo color lo llevaba en la cabeza.

La adoraba, esta se la entregó al novio que sonreía, como si no la hubiera engañado.

La ceremonia comenzó y transcurría con normalidad, sé que cuanto más deje que el tiempo pase será peor.

¿Estaba dispuesta a romper una relación?

Leroy y Alison eran la pareja perfecta, entré nuestro círculo de amigos, llevaban ocho años de relación, vivían juntos y tenían una niña preciosa de un año de nombre Sandra.

Mientras seguía dándole vueltas, llegaron a los votos matrimoniales, primero iba Alison.

—A pesar de habernos conocido en circunstancias no muy buenas, fuiste un gran apoyo para mí, cuando sentí que perdía el rumbo, tú supiste guiarme al camino correcto de nuevo, me diste uno de los regalos más hermosos, nuestra pequeña y ahora me das otro regalo que es el ser tu esposa, por ello y más, Leroy Landers, eres la persona de la cual quiero caminar toda mi vida, bajo el sol y bajo la lluvia, entre las sombras y la luz, por siempre y para siempre.

Finalizó, con la voz quebrada, a punto de llorar, se escucharon murmullos conmovidos por sus dulces palabras.

¿Cómo podría alguien perder a una mujer como ella? No se merecía tal traición.

Se volvió hacer el silencio y ahora le tocaba a Leroy.

—durante estos años juntos, has sido la mejor novia que jamás haya podido imaginar, ya eres la mejor madre y sé que también serás la mejor esposa, por ello, Yo, Leroy Landers, me comprometo a estar a tu lado disfrutando de tus alegrías y apoyándote en los momentos de tristeza, creciendo juntos y siendo felices por siempre.

No lo pude soportar más, antes que pudiera darle más vueltas me enderecé levantándome.

—¡Alto, esto no puede seguir!

Se hizo el silencio momentáneamente, todas las miradas se centraron en mí.

Esto era de lo más vergonzoso, pero tenía que detenerlo.

—necesito hablar con la novia, es muy importante—pedí y Leroy habló.

—¿En serio? ¿En este preciso momento?—dijo molesto.

—¿Si no fuera fundamental, crees que pararía la boda?—inquirí con el mismo tono molesto.

Leroy iba a decir algo, pero fue interrumpido por Alison.

—no pasa nada, seguro debe ser algo muy valioso, solo será un momento, lo primero amor.

Este asintió de mala gana, y ella lo recompensó con un casto beso en los labios, la tomé del brazo antes que pudiera rectificar y nos alejamos de la multitud.

En serio, Dayana a veces puedes ser demasiado inoportuna.

Espero que valga pena dejar plantado a mi prometido, porque si no…

—Claro que es importante, y siento ser una entrometida e inoportuna—dije molesta, soltándola el brazo.

—¿Cómo has…?

Se llevó las manos a los labios, como si se le hubiera escapado, algo que no debió decir.

—eso no importa, solo debes saber que tienes que cancelar esta boda.

Como era de esperar, la cara de mi amiga se llenó de sorpresa, luego de confusión y seguido de enfado.

—¿Qué? ¿A qué viene eso de repente?

—no puedes casarte con ese capullo.

—¿Y por qué no debería?—Quiso saber sin entender a qué venía mi petición.

—él… él no es bueno para ti—mordí mi labio con nerviosismo.

Es cierto que Alison conocía parte de mis poderes, pero no todos, preferí no decírselo por miedo a que la asustara aún más y se alejara de mí.

Puedes asumir que tu mejor amiga tiene algunas habilidades especiales, pero no el hecho de saber, que puede hurgar en tu mente siempre que haya un contacto.

—Sé que crees que todos los hombres del planeta no son de fiar y por ello arrasas con ellos como si fueras un torbellino…

—¡Eso no tiene nada que ver!—la interrumpí molesta, por sacar mi pasado.

—¡¿¡Entonces dime por qué?! Me sacas de mi boda y de la nada, me pides que rompa con Leroy ¿y esperas que lo haga así sin más de la nada?

—¡esta boda no puede seguir, por qué te fue infiel!—grité tanto, que el lugar de la ceremonia se removió, llenándose de murmullos y exaltaciones de sorpresa.

Vi de reojo a Leroy que estaba pálido del miedo y la sorpresa.

—¿Cómo? ¿De qué estás hablando?

— ¡Ese maldito capullo se acostó con una stripper anoche!

Mi amiga me miró espantada, su semblante estaba contrariado, por el shock, la sorpresa y el dolor y sin esperar mis explicaciones corrió de nuevo al punto de la ceremonia encarando a su novio.

—dime que no es verdad, ¿me engañaste ayer? ¡Dime que no es cierto!

—¡Claro que no! ¿Cómo podría hacerte algo así? Sabes que te amo.—se defendió con desesperación Leroy.

—es esta loca, que inventa cosas porque te tiene envidia.

No daba crédito a lo que oía.

—siempre te envidio, por qué tú tienes todo lo que nunca tendrá, Una familia, por eso intenta boicotear nuestra boda, nuestro amor.

Sentí una punzada de dolor en mi corazón. Es cierto que nunca tuve algo como lo que ellos tienen.

Bueno, hubo una vez en la que estuve cerca de tener algo así, pero por desgracia la cosa no acabo muy bien. Otro dolor en el pecho me invade e intento ahuyentar las imágenes de mi pasado y volver a la realidad.

Es cierto, que y en muchas ocasiones anhelé poder tener una familia, Pero jamás haría daño Alison, ni nadie que me importara, puse mi vida en peligro ara que ella y su bebé pudieran vivir.

Y no me arrepiento de nada, lo haría una y mil veces si fueran necesario.

—Alison, sabes que jamás te haría algo así.—dije con la voz cargada de tristeza.

—Claro que si, ¿si no cómo explicas estas mentiras que le estás diciendo a Alison?

Apreté los puños, me hervía la sangre y podía sentir las vibraciones de mi poder queriendo salir.

Oh, no, este no es el momento. Debo que mantenerme serena.

—Debo decir que el único mentiroso aquí eres tú y que la señorita tiene razón.

Todos voltearon a ver al hombre que acabara de hablar, incluida yo, llevaba un traje blanco y las mangas las tenía anudadas hasta los hombros, estaba de pie y se veía tan elegante como seductor. Los ojos se me iban a salir de las órbitas al darme cuenta de que era el mismo idiota con el que me choqué ayer.

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