Era extraño.
Él se sentía extraño.
Algo había pasado con su cuerpo y ahora lo sentía completamente diferente, era como si flotara, de una manera en que nunca antes se había sentido.
No recordaba nada, pero pesé a lo extraño que se sentía, no tenía dolor en ninguna parte, solo se sentía algo desorientado, pero nada más.
Se incorporo del piso, no teniendo idea de la manera o el motivo por el que había acabado ahí, pero eso no era todo lo extraño, sino que también se encontraba en medio de un bosque en medio de la noche, y lo peor de todo ocurrió cuando la luna se vio liberada de la cubierta que habían estado dándole las nubes y con ello, la luz logro llenar el lugar, permitiéndole a él contemplar sus alrededores, y por ende, fue plenamente concientes del cuerpo rodeado de sangre y mal oliente que yacía abandonado a tan solo un par de pasos de él.
Su grito de terror fue inevitable, aunque a su favor queda decir que fue un grito completamente masculino. Por inercia se arrojó aún más hacia atrás sobre sus manos, queriendo mantenerse completamente alejado del cadáver.
¿Qué demonios había ocurrido? ¿Por qué él no recordaba nada y de pronto estaba tirado en un bosque a media noche, con un cadáver a una corta distancia suya?
¿Acaso era verdad lo que su madre le había advertido sobre no ver tantos programas de asesinos y dementes o terminaría convertido en uno? ¿Ahora había asesinado a un pobre hombre y no lo recordaba? Si no era así, no había otra explicación entonces para que él estuviera sin ninguna herida.
Rápidamente, reviso su cuerpo con urgencia en caso de haber pasado algún golpe o cortadura por alto, pero no solo no encontró nada, sino que además se encontró con la sorpresa de verse completamente en amarillo.
No solo su ropa era de ese color, sino que también su piel era de un amarillo brillante y no del tipo de amarillo del que te ponías al enfermar, tampoco parecía ser alguna clase de pintura, era como si un artista de pronto decidiera que quería que sus obras tuvieran extraños colores, o como si alguien de pronto decidiera que quería que cada persona tuviera un color del arcoiris.
Lo odiaba.
El amarillo era por mucho, el color que más despreciaba, y todo empezó en clases de matemáticas en primaria, cuando la maestra decidió que era bueno que todos los alumnos forraran las libretas y libros de ese color.
Desde entonces, relaciono el amarillo con algo malo y aburrido y no pudo dejar de detestarlo.
Molesto de pronto, se puso de pie y se acercó con desición al cuerpo bañado en sangre, queriendo saber si la blancura grisácea que percibía de las orejas y la parte trasera del cuello era el color que le habían dado o en verdad era un cadáver —aunque el olor putrido que provenía de él no daba muchas chances a dudar que lo fuera—.
Al girarlo con cuidado con las puntas de los dedos, inmediatamente reconoció a la persona muerta —porque sí, como era obvio, estaba muerto—, y el rostro que ahora quedaba boca arriba fue inconfundible para él. Se trataba de Cefalon.
Ese era su cuerpo.
Él estaba ahí parado, tocando su propio cuerpo que ahora era como un cascarón vacío.
Tropezó con sus propios pies al alejarse por inercia de nuevo del cuerpo, callo de espaldas y su cabeza golpeó con fuerza el suelo y sin embargo, pesé a sentirel piso contra sí y el contacto duro de su cráneo chocando contra el piso, no sintió ninguna clase de dolor por la caída. Se sentó de nuevo, sintiéndose ahora demasiado asustado como para gritar en esa ocasión —no que no lo haya querido, simplemente su voz no salía—; sus manos volaron hasta su rostro, tocándose con prisa para asegurarse de ser él mismo, luego pellizcando se un brazo con violencia, pero como antes, no fue capaz de sentir dolor alguno.
Recordó su teléfono celular, por lo que tomando todo el valor que pudo y guiado por la urgencia de comprender su situación, Cefalon se movió de rodillas hasta el cuerpo —que parecía ser el suyo— y con cautela comenzó a mover su mano pir entre el bolsillo en donde él siempre guardaba su celular, buscando con prisa el aparato y tomándolo al tiempo que volvía a alejarse del cuerpo helado.
Casi se le cae el teléfono de las manos varias veces dado el temblor constante en su cuerpo, pero al final logro tomarlo con firmeza y encender la cámara para contemplar su reflejo. Ahí estaba él, la misma cara, mismas facciones y mismo cabello, salvo por un detalle: ¡Era amarillo!
¡Su cabello castaño ahora se perdía entre tonos amarillos, como si se volviera miel, y lo único que realmente permanecía normal eran sus ojos —que no habían sufrido ninguna alteración y cuyas iris seguían siendo azules—, y sus blancos dientes.
Pero de ahí en más, cada detalle en él era tintado por ese horrendo y nauseabundo color.
Le costó un rato dejar de contemplar su imagen antes de decidirse a indagar sobre lo que ocurría y comenzó a buscar pistas en su celular; no encontró mucho de utilidad, salvo por unos e-mails un tanto extraños de un correo desconocido. Frustrado, dejo su búsqueda y en cambio decidió marcar a alguien para pedir ayuda.
Si eso era una broma, se estaban pasando de crueles, quién quería que la organizó. Pero el pensamiento de que no conocía a nadie capaz de llevar una broma tan lejos lo hizo temer y desear que en realidad fuera una broma y todo acabará de una vez como un traumático recuerdo del que podría contar con sus allegados en un futuro.
Incluso podría olvidarse de asesinar a quien fuera el que haya planeado eso, es más, estaría muy feliz de verlo con tal de tener por seguro que todo era una broma y acabaría pronto.
Claro, se tranquilizó con ese pensamiento un rato, hasta que momentos antes de llamar a su mejor amigo se topará en redes con el anuncio de "Desaparecido" publicado con su fotografía adjunta.
Estaba aterrado, y cada timbre en la línea, una vez marco a su amigo, le pareció eterno.
La llama fue atendida por fin, tranquilizando lo un poco, más esa pequeña tranquilidad no estaba destinada a durar demasiado.
—¿Hola? ... ¿Cefalon, eres tú?, ¡¿dónde estás?! Te estamos buscando como locos desde hace un día pero no apareces por ningún lado...
—¡Tod! Tod, escúchame, no sé dónde estoy viejo... Parece un bosque y hay.. hay un cadáver a mí lado que se parece mucho a mí y de alguna manera estoy pintando de un color amarillo que es orr—
—¿Cefalon? Cefalon, responde... —la voz de Tod al otro lado de la línea lo silencio de golpe, sintiéndose desconcertado por la manera en que su amigo parecía no poder escucharlo — Dios, nadie responde. Señora Sara, sin duda es el número de su hijo, pero no percibo más que interferencia y no hay respuesta.
Tod estaba en su casa, hablando con la madre de Cefalon, o eso era lo que indicaba, pero si todo eso era una broma, el chico amarillo dudaba que su madre realmente estuviera de acuerdo con eso. Seguramente todos sus demás amigos estaba ahí también, burlandose de la magnífica actuación de Tod y de la manera en que Cefalon hablaba tan asustado.
—Tod, malditos, esto ya fue demasiado lejos, si siguen con esta broma voy a demandarlos por secuestro o algo así y se van a arrepentir completamente, ¿me oyes? —amenazo Cefalon.
—Es extraño, alguien tuvo que haber marcado porque la llamada fue realizada con el teléfono de Cefalon, y antes no había atendido ningún mensaje o llamada, pero parece que hay mucha interferencia...
Seguía Tod, empezando a angustiar aún más a Cefalon.
—¡Llamare a la policía! Quizá ellos puedan rastrear el teléfono y averiguar dónde está mi hijo.
Sin duda, su madre estaba ahí, con su amigo, cosa que puso los nervios al máximo en Cefalon al estar seguro por completo de que su madre no se prestaría para una broma de esa magnitud; además, la mujer sonaba realmente angustiada, incluso parecía que había estado llorando, aunque Cefalon no podía afirmar eso dado que la voz se escuchaba distante al no ser quien estaba tras el teléfono de Tod.
—Claro, señora, yo seguiré con la llamad mientras tanto en caso de que les sea útil q los investigadore —respondió Tod.
Cefalon había pensando en colgar e intentar llamando a algún pariente o algo así, pero dado que la situación parecía muy vería —como y temía—, decidió que lo mejor sería no cortar la llamada dado que en realidad parecía no ser una broma y esa podría ser la única manera para que lo encontrarán. Quizá, el que estuviera en un bosque era la razón por la que había interferencia y su amigo no podía escucharlo, ya era suficientemente raro que tuviera señal para haber podido realizar tal llamada.
Aferrándose al aparato, espero sentado en donde estaba a qué alguien lo encontrará, inseguro de cuánto tiempo tomaría, asustado por permanecer solo en ese lugar por mucho más tiempo y a su vez, preguntándose qué haría cuando lo encontrarán con un cadáver que se parecia mucho a él y que justamente traía sus propias cosas encima.
Aunque estaba asustado, curiosamente no podía sentir frío o calor, pero tan solo podía pensar en el hecho de que el tiempo parecía avanzar con mucha lentitud.
Justo cuando el sol estaba a tres horas de meterse por completo, el sonido de las patrullas y ambulancias perturbó el anterior ambiente tranquilo que había llenado el bosque, y alivio al joven que seguía sentado en el piso, con el celular aún abrazo a su cuerpo. Al ver los autos acercarse a dónde estaba él, de inmediato se puso de pie y planeo acercarse un poco más al camino por dónde se avistaban las patrullas, pero la.imahen repentina del cadáver tirado ahí lo hizo detenerse y tan solo mantenerse de pie rigidamente en su lugar.
Los coches pararon de golpe, y como si fuera una película, de ellos comenzaron a bajar los investigadores y oficiales haciéndole recordar a rosas esas series policiacas que había visto en su vida; los detectives no tardaron en notar el cadáver y acercarse a él, pero ninguno dirigió alguna mirada a dónde Cefalon estaba parado, como si él no estuviera ahí o fuera de importancia, como si lo único relevante fuera el cadáver delante suyo.
El joven, ante esa situación, dió unos pocos pasos al frente, pero manteniendo su distancia con el cuerpo, y una vez lo suficientemente cerca como para ser escuchado, Cefalon hablo a los oficiales, tratando de llamar su atención.
—¡Me alegra que llegarán!... No sé cómo llegué aquí, y yo... ¡No tuve nada que ver co eso! ¡Yo no lo mate, ni sé quién es o por qué se parece a mí y tiene mis pertenencias y ropa igual a la mía!...
Gritaba con histeria, pero pareció que hablaba a oídos sordos porque el oficial agachado junto al cuerpo ni siquiera se inmutó con su voz, y al mirar a los demás, ninguno de ellos le prestaba atención, como si él no hubiera dicho nada. Se sintió molesto e indignado Al ser ignorado por todos de esa manera, más aún dada la situación en la que estaban, por lo que, rodeando el cadáver, tomo al hombre inclinado al lado de este y lo jalo con fuerza de su chaqueta, sin embargo, pesé a haber usado bastante fuerza, él hombre solo se tambaleó un poco hacia atrás, pero nada más.
Abriendo un poco los ojos, el oficial se puso de pie y miro a su al rededor; una de sus compañeras se acercó a él y pregunto extrañada.
—¿Qué pasa?
—Es solo que, mientras revisaba a la víctima me pareció sentir un tirón en el brazo, no fue nada fuerte, solo un ligero tirón en la chaqueta, pero me tomo desprevenido y me tambaleó un poco.
—¿Un tirón? —volvió a preparar ella?— Pero, ¿quién lo hizo?
—No lo sé, fue extraño, yo estaba solo con el cuerpo y solo tú estabas algo cerca.
—Bueno, pues no fui yo, así que no comprendo que pudo ser.
—Yo tampoco... Mejor acabemos pronto y vámonos de aquí, ya tenemos suficiente trabajo como para desperdiciar tiempo.
Todos los oficiales continuaron su trabajo y Cefalon, enloquecido, continuo intentando llamar la atención de cada uno de ellos, inútilmente.
Céfalo se cansó de intentar llamar la atención de los oficiales. Penso mejor las opciones y estuvo casi seguro de que incluso ellos eran actores contratados por sus amigos para continuar con la broma, aunque realmente no conocía a nadie con el suficiente dinero para pagar algo así por una simple broma; ninguno de sus amigos o conocidos tenía el dinero suficiente para tales cosas.
¿Y si todo era una cámara escondida? ¿Tal vez un reality show o algún programa de televisión en los que se hacían bromas a las personas al azar?Conocía a muchos así, incluso había visto a algunos en los que cobraban haciendo una simple broma a quien solicitará el servicio a cambio de ir a hacer una más grande a tus conocidos.
Se calmó con ese pensamiento y decidió ver hasta dónde podían llegar; cuando la ambulancia que había ido en caso de ser necesaria, empezó a prepararse para marchar, se subió a ella dispuesto a seguir la corriente y ansioso por volver a su hogar.
Una vez el vehículo se puso en marcha, él permaneció en la parte trasera, esperando a que llegaran pronto a la ciudad; Cuándo llegaron y la puerta fue abierta salió a prisa y noto que estaba en la en el hospital más reconocido de la ciudad, No ingreso al lugar y en cambio se dirigió camino a la casa de sus padres; no creía que sus conocidos estuvieran esperando en el hospital y estaba seguro de que todos estarían en la casa de sus padres esperándolo para burlarse de él.
La casa de sus padres no estaba muy lejos del hospital, por lo que al correr llegó más rápido de lo pensado; curiosamente, siendo conscientes de eso, aún así cada paso le pareció eterno y parecía que jamás iba a llegar, como si alguien hubiera alargado la carretera o como si se encontrará corriendo sobre una cinta que lo mantenía en su lugar pesé a sus esfuerzos corriendo, tan solo cambiando con una pantalla verde el paisaje a su alrededor.
Cuándo por fin pudo divisar la casa de sus padres tocó con insistencia la puerta; Esta se abrió y su madre se asomó por ella, portando una expresión de angustia que el jamás le había visto antes; rápidamente se abalanzó a ella sujetándola por los hombros pero está ni siquiera se inmutó más que por un leve cambio en su expresión que le hizo dar cuenta de lo sorprendida que se sintió tras su tacto, recordándole al oficial en el bosque.
Ingreso a la casa, pasando por un lado de su madre, la cual no se movió de su lugar mirando a la calle; llamo a la mujer, hablando tan rápido que apenas se entendía, pero está solo se giro en su dirección, cerrando la puerta tras de sí y, contrario a lo que esperaba, camino a la sala pasando de él, tomando asiento en el sofá individual y llevándose las manos a la cara, comenzando a llorar.
Eso lo asustó de nuevo, no comprendiendo que ocurría.
En la sala también estaban sus cuatro amigos y sus dos primas y única tía; todos aguardaron un momento en silencio hasta que su tía se acercó a la madre de Cefalon y, poniendo una mano tentativa en su hombro, le pregunto que ocurría con suavidad.
—¿Quién llamaba a la puerta?
—Nadie... No había nadie en la puerta —respondio con dificultad la madre, con la voz entrecortada sin poder dejar de llorar.
—¿Estás segura? Tal vez estaban esperando a un lado —insistio la tía.
—Estoy segura, no había nadie, deje la puerta abierta un rato y nadie se asomo... Ni siquiera han llamada para decir nada y ya tiene bastante tiempo desde que recibimos esa llamada de Cefalon —siguio lamentando la mujer.
En eso, el teléfono sonó y todos se pusieron alerta.
El primero en reaccionar fue Tod, quien atendió a la llamada con una voz agitada. Después de eso, Cefalon descubrió con forme pasaban las horas, que en realidad no era ninguna broma; que él había desaparecido y ahora su cadáver había sido encontrado de manera extraña por la policía luego de que alguien llamará desde el teléfono de Cefalon y les permitiera rastrearlo, pero dicho teléfono no fue encontrado en la escena.
Pesé a saber que esa era la verdad, que no había otra explicación, Cefalon seguía intentando llamar la atención de sus conocidos, pero siguió siendo en vano y lo único que logró fue causarles pánico tras notar cosas en movimiento o sentir levemente que alguien los tocaba.
Al final, resignandose a no obtener nada de ahí, el fantasma decidió marcharse e ir a su propio departamento para pensar con claridad, fuera de la ajetreada y triste casa de su madre. En su apartamento, se lamento dejar a su mamá en ese estado sin poder decirle nada, afligiendose ante el pensamiento de que no solo su padre la había abandonado al morir, sino que ahora él mismo lo hacía y de manera más torturosa debido a la angustia tras su desaparición.
El amanecer llegó y el continuaba sentado miserablemente en su sillón, no pudiendo convencerse por completo de su nueva realidad; una vez que sintió los primeros rayos solares, volvió en sí y decidió que realmente no ganaría nada quedándose ahí lamentándose, por lo que, aprovechando que aún podía tocar las cosas pesé a estar "muerto", se acercó a su laptop y comenzó una búsqueda en línea sobre su situación actual.
"Fantasmas de colores".
Inmediatamente le apareció un montón de información, entre ella basura de leyendas y supuestos avistamientos de fantasmas, pero hubo algo útil, aunque solo fue un poco útil, pues no era con exactitud lo que necesitaba; era un archivo en el que se mencionaba que había una creencia de que cada ser humano tenía un aura de algún tipo de color y según su aura sería el color que esté tendría, así como lo sería al convertirse en fantasma.
Era lógico, e incluso había una lista de los significados de cada color, así que rápidamente saco su teléfono y comenzó a tomar notas de la información que parecía más relevante.
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