Carlos López Júnior, de 12 años, tenía miedo debido a los eventos que ocurrían en el empobrecido poblado de la zona sur del país donde vivía, durante el último mes, tanto él cómo sus abuelos, Walter y Dolores, debieron permanecer escondidos porque su vivienda se encontraba ubicada en el medio de los enfrentamientos entre los rebeldes y el ejército del gobierno, las detonaciones eran constantes, así como los saqueos de las propiedades, todo el pueblo se encontraba envuelto en medio de un gran caos, varias personas perdieron la vida y no había garantía de que sobrevivieran.
Tras unas elecciones marcadas por un fraude descarado, el pueblo se alzó contra el presidente, harto de su gestión y de su desprecio por la voluntad popular. El poblado donde vivía Júnior, fronterizo con el país del Sur —aliado de los Vigilantes, el grupo rebelde que adversaba al gobierno— se convirtió en refugio y un campo de batalla y la violencia se volvió rutina.
La anciana pareja junto al niño colocó barricadas en las puertas, pero esto no evitó que todo el lugar fuera destrozado por varios hombres que no usaban los uniformes de los rebeldes o del ejército, evidentemente buscaban a alguien y ellos no entendían el motivo de tanta destrucción porque en las casas aledañas no entraron estas personas y de las viviendas de la zona, esta era la más humilde, todos los vecinos del sector sabían
que ellos apenas si tenían para comer, incluso en muchas ocasiones fue gracias a la caridad de los vecinos que los ancianos y el niño no murieron de hambre.
—¿Walter, le avisaste a Camilo López lo que está ocurriendo? —preguntó Dolores, con la voz temblorosa.
—Sí, vieja. Ya lo hice. Me dijo que no puede hacer nada por nosotros —respondió Walter, con decepción.
Walter sospechaba que Camilo López estaba aprovechando el caos del momento para enviar a personas que se deshicieran del niño de 12 años, y le pareció abominable porque después de todo se trataba de su sobrino y era inocente de los pecados que cometieron sus padres.
Desde que comenzó el conflicto se sentía arrepentido de no haber hablado con el padre de Júnior porque los vigilantes les habían advertido a todos los pobladores lo que iba a ocurrir si el presidente no respetaba la voluntad del pueblo, incluso los que tenían familiares en otros pueblos se fueron huyendo debido a que sabían que se encontraban en peligro, pero Walter tenía mucho miedo a las represalias cuando el padre de Júnior que era un hombre peligroso y rencoroso, descubriera que le habían ocultado algo tan importante.
—Dolores, debimos hablar con Carlos López en cuanto supimos quién era realmente Júnior.
—Walter, cuando ese hombre sepa que le mentimos, va a estar furioso. Pero si algo le pasa al niño, será nuestro fin. Debemos esperar a que el país se calme y viajar a la capital. Entregarlo. Evitar una desgracia.
Walter no estaba muy convencido de que este niño cuyo origen era tan turbio fuera tan importante para el padre, sin embargo, su esposa era de la opinión de que sí y lo mejor que podían hacer era llevarlo a la capital entregarlo al padre y esconderse porque Carlos López estaría molesto pero su hermano Camilo también.
—¿Crees que le va a importar, Dolores? Después de todo, Júnior es un bastardo.
—Camilo lo ocultó porque sabe que su hermano jamás abandonaría a un López.
Júnior no entendía las palabras de sus abuelos, pese a que su apellido era López, ignoraba quién era Camilo, y por qué lo mantenía oculto en ese apartado lugar, desde pequeño supo que estos dos ancianos no eran sus parientes consanguíneos y que la pareja eran solo los encargados de cuidarlo, pero siempre creyó que era huérfano y aunque les preguntaba sobre sus padres estos se negaban a darle una respuesta sobre su origen así que todo lo que tenía que ver con él era un verdadero misterio.
La pareja no lo maltrataban, pero disponían de tan pocos recursos que pasaron por muchas penurias y generalmente Júnior tenía hambre, desde que comenzó el conflicto todos los habitantes de ese pueblo estaba
aislados y se cortaron los suministros de alimentos hacia la zona, por suerte los rebeldes compartieron su comida y medicinas con los pobladores, es debido a ello que los residentes decidieron ayudarlos a que expulsaran al ejército del presidente porque estos solo les quitaban lo poco que tenían.
Júnior era un niño muy astuto y pese a que sus abuelos le pedían que no se expusiera porque se daban cuenta de que su tío envió a personas para acabar con su vida, el chico sabía que si no salía a buscar alimentos morirían los tres de inanición, además ignoraban cuánto duraría el conflicto, después de tres días dónde el pueblo fue prácticamente destruido y las casas apenas se mantenían en pie, el corrupto presidente admitió la derrota en las elecciones y decidió renunciar mientras era detenido y entregado a los organismos internacionales para ser enjuiciado por crímenes de lesa humanidad.
Walter y Dolores se vieron involucrados en esta situación porque eran empleados de la hacienda de los López, cuándo una noche fueron llamados a una reunión con Camilo López, el hermano menor del líder de la familia, el cual les entregó una suma de dinero a cambio de irse del lugar trayendo consigo a un bebé recién nacido de inmediato, ellos no entendían el porqué de esa petición porque se suponía que era su hijo y de su esposa Gladys una mujer a la cual este hombre adoraba.
Los empleados ignoraban lo que pasaba por la mente de Camilo, pero luego del nacimiento de Júnior se volvió como loco, destrozó la habitación que Gladys había decorado para el niño y en medio de la noche obligó a Walter y a Dolores bajo muchas amenazas para que huyeran de inmediato con el niño.
La pareja no quería verse involucrada en este problema familiar, pero debieron aceptar cuándo se dieron cuenta de que Camilo no era el padre del niño que esperaba su esposa y comenzaron sospechosamente a desaparecer las personas que esparcían ese rumor y temiendo por su vida decidieron aceptar el dinero e irse lejos con el recién nacido para salvar su vida e incluso la del pequeño bebé, cuándo dejaron la hacienda de los López sabían que en el momento en el cual Carlos López se enterara de la verdad igual se encontrarían en problemas.
Carlos López ignoraba la existencia de Junior, además la manera en la cual fue engendrado era un momento muy vergonzoso de su vida, la madre de Júnior Gladys era su cuñada y entró a su habitación cuándo él se encontraba muy ebrio porque se sentía muy deprimido debido a la reciente muerte de su esposa Gloria, en condiciones normales Carlos jamás tocaría a esa mujer porque la odiaba mucho, existían pruebas de que estaba implicada en la muerte de su amada esposa, producto del alcohol y la rabia, ocurrió ese incidente y cuando Gladys y Camilo se mudaron a la hacienda para evitar la ira de Carlos esta calculadora mujer ya estaba embarazada.
Camilo a pesar de que sospechaba que su esposa le fue infiel con su hermano, la amaba y cuándo creyó que se convertiría en padre, decidió perdonarla, pero en cuánto nació el niño necesitaba confirmar que realmente era su hijo y así terminar con sus sospechas, continuar con sus vidas y olvidar el penoso incidente, por eso se sometió a una prueba de ADN y descubrió que Junior era su sobrino, desde ese momento sintió odio hacia el niño a pesar de que era inocente de lo que hizo Gladys.
Camilo miraba con desprecio al recién nacido, sin embargo, era incapaz de hacerle daño por su propia mano, y cómo Gladys lo miraba con tanto amor, y sabía que su hermano mayor ansiaba un hijo varón, si este conocía su existencia se conmovería y sintió temor de perderla, por eso puso en marcha un plan para castigarlos a ambos debido a su traición, lo que no contaba era que ella enloquecería en cuánto no encontró a su hijo.
Debió internar a Gladys en un hospital psiquiátrico, cuándo la mujer no encontró al niño, tuvo un colapso mental, Camilo sé deshizo de todo el personal que conocía su secreto porque no deseaba que sus hermanos se enterarán de la existencia de Junior.
Junior toda su vida sintió curiosidad sobre su familia porque sospechaba que tenía una, solo que no comprendía el motivo por el cual no podía estar con ellos.
—Escucha, Junior —le dijo Walter una tarde lluviosa—. Sé que nunca te he hablado de tus orígenes. Pero tienes un padre. Y cuando las cosas se calmen, viajaremos a la ciudad capital para que lo conozcas.
—¿Tengo un padre?
—Sí.
—¿Por qué nunca ha venido a verme?
—Porque no sabe que existes.
El niño seguía sin entender y los ancianos no querían explicarle sobre su accidentado nacimiento porque todo era muy complicado para que el joven pudiera comprenderlo.
Carlos López, el padre de Junior, era la mente maestra tras los rebeldes, que luchaban en contra del corrupto presidente y mientras el niño buscaba comida, escuchaba como hablaban con mucha admiración sobre lo valiente que era esta persona, Junior sentía curiosidad sobre este poderoso hombre del cual hablaban los rebeldes, sin embargo, nunca imaginó que estaban relacionados.
Luego de que el presidente renunciara comenzó el país a reorganizarse, aunque el pueblo estaba en ruinas, todos los habitantes se encontraban con ánimos de celebrar, aunque él no entendía cómo podían estar felices si todo a su alrededor estaba destruido.
Las Navidades para el chico de 12 años eran muy decepcionante y este año no sería la excepción porque sus abuelos no podían comprarle regalos con suerte, tendrían una cena aceptable, incluso la casa estaba destrozada
y debido a que era el mes de diciembre estaba lloviendo, la situación era desesperante, pero contrario a lo esperado, sus abuelos no estaban deprimidos, sino que hacían planes para ir a la ciudad capital el mes de enero, lo cual era incomprensible para Junior.
Llegó el año nuevo y sus abuelos comenzaron a recoger sus pocas pertenencias y vender algunos objetos para tener el efectivo necesario para viajar ante el asombro de Junior, les quedaba muy poco después de las revueltas, y si vendían eso que le quedaría a su regreso de la ciudad capital.
Mientras Junior se sentía desesperado porque su casa estaba destrozada y no tenían comida, lo que ignoraba era que su suerte estaba por cambiar.
En una hacienda en la zona central del país, los hermanos López, Carlos, Camilo y Andrea tenían una acalorada discusión y el motivo era lo que había hecho Camilo con el niño que abandonó a su suerte.
—¿Dime qué pasa, Andrea? —preguntó Carlos, inquieto.
—Camilo tiene algo que decirte.
Camilo suspiró con resignación el momento que había evitado por 12 largos años, finalmente estaba ocurriendo, pero ya no podía dar marcha atrás porque iba a perder el trabajo de su vida si no hablaba, su hermana Andrea ya le había advertido que pasaría si no decía la verdad.
—Carlos, no me importa si me perdonas. Pero tú también me lastimaste.
—¿Qué te hice? Siempre he dado todo por ustedes desde que éramos jóvenes.
—¿No sabes lo que hiciste?
Carlos tembló y esperaba que no se tratara de aquella noche maldita, la noche en que, borracho, encontró a Gladys en su habitación, desnuda, intentando seducirlo.
—Tuviste sexo con mi mujer, Carlos. Y la embarazaste. ¡Yo soy tu hermano! ¡Ella era mi esposa!
Carlos sintió que el suelo se abría bajo sus pies.
—¿Qué embaracé a quién? ¿De qué estás hablando?
—El niño de Gladys no es mío. Es tuyo.
—¡Eso es imposible!
—¿No recuerdas lo que hiciste antes de que me mudara a la hacienda?
Carlos no sabía cómo sentirse al respecto, por una parte, tenía vergüenza con su hermano porque estuvo mal lo que ocurrió esa noche, pero por otra una profunda rabia con Camilo por ocultarle la verdad, siempre por
ayudar a Gladys los hacía a un lado, pero esta vez sí era la última que lo perdonaba cuantas vidas serían afectadas por la obsesión su hermano hacia esa vil mujer.
—Me humillaste, Carlos. Ella era mi esposa.
—¿Y tú sabes quién encontró a Gloria muriéndose? Tu sobrina de trece años. ¿Tienes idea del trauma que sufrió mi hija? Pregúntame si me importa tu humillación.
—Actuaste como un maldito. Y eres incapaz de reconocerlo.
Carlos, iracundo, tomó a Camilo por el cuello de la camisa, no solo por la traición, sino por el miedo. ¿Qué había hecho Camilo con el niño?, y ¿Dónde estaba?
—¿Dónde está el niño, Camilo? No me hagas repetirme.
Carlos lo sujetó por el cuello de la camisa con una furia que no había sentido en años y no era solo rabia, sino miedo a lo que Camilo había hecho con el niño, y le preocupaba que de que el resentimiento lo hubiera llevado demasiado lejos.
—¿Dónde está el niño, Camilo? No me hagas repetirme —dijo con voz temblorosa, cargada de ira. Años después, esa mujer seguía envenenando su familia.
—¡Carlos, suéltalo! ¡Recuerda que somos familia! —intervino Andrea, alarmada por el temblor en las manos de su hermano.
Camilo lo miró con desprecio.
—¿Acaso te importa un niño que nació de una mujer que tanto odias?
Carlos lo soltó, pero no retrocedió.
—Jamás quise tener un hijo con Gladys, pero nunca he huido de mis responsabilidades y no te correspondía a ti tomar esa decisión por mí.
—Qué cínico eres, Carlos. ¿Acaso no lo recuerdas? ¡Ella era mi esposa!
—Ella se metió en mi cama. Yo estaba borracho. ¿De verdad te sorprende lo que pasó? Tú y Gladys vinieron a amargarme la vida.
—Ya no me importa lo que pienses.
Carlos respiró hondo y su voz se volvió fría, como si hablara desde una tumba.
—Entiendo, Camilo. Si eso es lo que quieres, en adelante solo hablaremos por asuntos de la empresa. No te quitaré lo que te has ganado, pero no esperes nada más de mí y a partir de ahora, estás muerto para mí.
—Carlos, hermano, cálmate —insistió Andrea, con la voz quebrada.
Carlos no respondió y salió de la oficina con pasos duros, seguido por Andrea. Camilo se quedó solo, intentando calmarse, sabía que su hermano podía ser aterrador cuando se enojaba, pero lo que más lo inquietaba no era la furia de Carlos, sino la posibilidad de que, por primera vez en doce años, alguien más comenzara a buscar al niño.
Camilo se fue a su habitación, y tenía mucho dolor de cabeza, envió a varias personas para deshacerse de su sobrino, pero no tuvieron éxito en su encomienda, él no quería que su hermano Carlos encontrara a ese niño
debido a que conocía su sentido de la responsabilidad, y, eso, no le permitiría ignorar la existencia de Júnior, ahora sus hijos David y Danilo serían muy perjudicados, Carlos solo tenía a su hija Susana y ella jamás se haría cargo de los negocios del submundo, lo mismo ocurría con su sobrino Víctor el hijo de Andrea.
Lo primero que notó al llegar a su habitación era que su esposa Karina no se encontraba en el lugar, pero no solo ella, sino que sus cosas también, aunque no se sentía bien debido a lo que acababa de ocurrir fue a buscarla porque necesitaba hablar con ella para calmarla, le preguntó a la empleada y esta le informó que Karina mudó sus cosas a otra de las habitaciones. Camilo entró molesto al lugar y la persona que lo recibió no se parecía en nada a su amable esposa.
—¿Karina, qué haces aquí?
—A partir de hoy, voy a dormir en esta habitación.
—Karina, debemos hablar.
—No, Camilo. No tengo nada que hablar contigo, a menos que sea para decirme que nos vamos a divorciar.
—No te voy a dar el divorcio.
Él salió muy molesto de la habitación, pero creyó que luego se le pasaría, ella siempre había sido una mujer muy sumisa y manipulable.
Ahora que Carlos obtuvo la información sobre el paradero del niño estaba horrorizado, porque esta zona del país era el más afectado durante el conflicto y su hermano Camilo no sintió compasión por un niño que era inocente, eso lo decepcionó por completo y juró que nunca lo iba a perdonar.
El país se encontraba en medio de un caos, pero Carlos, ahora qué sabia la verdad, necesitaba comprobar que el niño se encontraba bien, traía consigo la prueba que se hizo Camilo y se dirigió hacia el poblado donde vivía su hijo, confiando en que nada le hubiera ocurrido al chico o jamás se lo perdonaría porque era la persona responsable tras los hechos ocurridos en el país.
Carlos partió de la hacienda muy temprano y se dirigió al sur del país, estos ancianos que criaron al niño, vivían en una de las zonas más afectadas por el enfrentamiento entre los rebeldes y el ejército.
Carlos viajó en compañía de mucho de personal de confianza debido a su seguridad, se detuvo frente a la destruida casa y estaba en shock cuándo observó las condiciones en las cuales se encontraba el lugar, por suerte a su llegada salió un delgado chico que lo miraba con mucha curiosidad, pero con una actitud muy altiva, traía en sus manos una pieza de madera para defenderse, Carlos tenía sentimientos complejos hacia el niño, sin embargo, no lo odiaba, cómo le dijo a Camilo, jamás huiría de sus responsabilidades.
—¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí?
—¿Cómo te llamas, muchacho? —preguntó Carlos.
El niño lo miró sin miedo.
—Carlos Junior López, señor.
Carlos se estremeció porque no había dudas definitivamente era su hijo.
—Este papel dice que eres mi hijo —le mostró la prueba—. Hasta hace unos días, no sabía que existías, pero vine a buscarte y a partir de ahora, vivirás conmigo y con mi esposa.
Junior no podía creerlo porque toda su vida pensó que no tenía familia más allá de sus abuelos.
—¿Qué va a pasar con mis abuelos?
Carlos sonrió y le gustó que el chico fuera agradecido porque, a pesar de todo, se preocupaba por quienes lo habían criado.
Mientras esperaban que el chico recogiera sus pocas pertenencias, el personal de Carlos se encargó de los trámites para que mediante tribunales solicitara hacerse una prueba de paternidad y demostrar que era su hijo biológico, el chico había sido reconocido por Camilo y eso a la larga se convertiría en un problema para Carlos, de esa manera el estado le otorgaría la custodia de Júnior, por suerte Gladys no podría intervenir debido a que se encontraba internada en un hospital psiquiátrico.
Carlos observó las condiciones tan deplorables en las cuales estaba viviendo y se sintió muy enojado con Camilo, ellos tenían muchísima riqueza u poder, el niño, por el contrario, vivía en la extrema pobreza y en una zona muy peligrosa, Camilo no lo protegió cuándo ocurrieron los enfrentamientos, a Carlos le causó gracia que Júnior se parecía a Susana la hija de Carlos López.
Junior conoció a su tía Andrea y a su esposo Alex y aunque se sentía temeroso, ella fue muy amable con él en todo momento, el lugar donde vivían se encontraba en ruinas y Carlos no deseaba quedarse por más tiempo en este horrible lugar.
—Sube al auto, voy a hablar con tus abuelos —le dijo Carlos con una expresión apacible, aunque por dentro hervía.
Junior obedeció y se sentó junto a Andrea y Alex, sintiéndose intimidado, Andrea fue amable, pero el chico no sabía cómo interpretar tanta cortesía. Carlos, en cambio, se dirigió a Walter y Dolores con el rostro endurecido.
Carlos López observaba a la pareja con mucho resentimiento, aunque se trataba del hijo de su enemiga, también era su hijo y que esta pareja lo hicieran vivir en tal condición y no se atrevieran a contactarlo, para él eso era imperdonable.
—Por consideración al chico voy a olvidar su traición. Pero no quiero que vuelvan a ponerse en contacto con él.
—Señor Carlos, no tuvimos más opción —dijo Walter, con voz temblorosa.
—Recuerden que no doy segundas oportunidades. Agradezcan que no le ocurrió nada. Este será mi único acto de generosidad.
Carlos le dio una considerable suma de dinero en efectivo a los ancianos, porque no quería saber nada de ellos, habían sido empleados de la hacienda y se atrevieron a traicionarlo, pero para Júnior eran familia y no quería causarle una mala impresión al niño que acababa de conocerlo.
Júnior miraba desde el auto cómo hablaba su recién aparecido padre con sus abuelos y estos se veían muy atemorizados, aunque no entendía lo que ocurría, era obvio que estaba molesto.
—No necesitas preocuparte por ellos. Van a estar bien.
—¿Por qué mi papá no sabía de mi existencia?
—Esa explicación te la debe dar él.
Carlos subió al auto y notó que el chico se veía descuidado y un poco famélico.
—¿Tienes hambre?
—Sí, señor.
—Señor no. Soy tu padre.
—Sí, papá. Tengo hambre.
Carlos desde el momento en que se enteró de la existencia de Júnior y a pesar de su turbio origen decidió darle el lugar que le correspondía, hablaría con su esposa Magda y luego con su hija Susana, pero Júnior era su hijo y a partir de ahora él se encargaría de criarlo como lo que era un López, el viaje hasta la ciudad capital tardaría dos días debido a las malas condiciones en las cuales se encontraban las carreteras del país, el grupo encontró una posada para descansar esa noche,
Carlos notó que Junior se sentía muy ansioso, por eso compartió habitación con él, cuando creyó que estaba dormido, Carlos y Andrea se reunieron.
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