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VIVIANE

I

Todo es nuevo.

Un montón de adolescentes esperaban ansiosos, aburridos o emocionados para que las puertas de la escuela secundaria Romero Fernández fueran abiertas y empezar con lo que era su vida estudiantil.

Amontonados por un lado se encontraban los mayores de tercer año, cargando vagamente con sus mochilas y la mayoría portaban miradas cansadas; aburridos de empezar de nuevo con su aburrida rutina pero algo nostálgicos al ya encontrarse a pocos meses de salir.

En el lado derecho, ocultos del sol bajo la única sombra que proyectaba un pequeño árbol del lugar, esperaban los chicos de segundo año. Al igual que los mayores estaban cansados de iniciar de nuevo con la rutina estudiantil pero a diferencia de estos la mayoría parecía llevarse bien a pesar de no compartir el mismo salón de clases.

En el centro de la multitud, sin orillas en las cuales esconderse ni sombras que les tapase del sol que ya comenzaba a salir se encontraban los nuevos que ingresaron al primer año de secundaria.

Cómo todos los años de ingreso los de primero eran más en número pero conforme pasarán los días, semanas y meses estos se irían reduciendo pues muchos chicos abandonaban sus estudios casi al instante.

Ese día era el primero pero ya se empezaban a formar los grupitos de personas entré ellos: amigos que tuvieron la suerte de entrar a la misma escuela, familiares o simplemente chicos que se conocían de la escuela de la que venían y a pesar de no haberse dirigido la palabra ni una vez en ésta con el solo hecho de haber estudiado juntos ya los había hecho cercanos.

Viviane estaba nerviosa, algo muy normal en los nuevos. No tenía familia de su edad por lo que no había ni esperanza de encontrarse con algún primo o prima siquiera en el último año, la mayoría de sus amigos se había mudado nada más salir de primaria y el resto seguramente ingreso en otra institución.

En resumidas cuentas se encontraba sola, rodeada de los nuemerosos grupos de viejos y nuevos amigos dejándola ver (al menos en su mente) como la única chica sola de todo el primer año.

Inhalar y exhalar. Debía calmarse, aún no entraban a la institución y ya le estaba por dar una crisis nerviosa.

Todavía faltaba que hicieran los grupos por lo que aún tenía oportunidad de encontrar un rostro conocido en el grupo en el que ella estaría.

Las puertas del Romero Fernández fueron finalmente abiertas y dos hombres y una mujer los hicieron pasar en fila, acomodados por el grado en el que iban.

Todos fueron guiados aún en filas hasta una gran cancha en donde al frente yacían esperando el director, subdirector y otras personas mayores que Vivíane imagino, conocerían más adelante.

Las filas fueron acomodadas a unos metros separadas de los superiores, dejando un gran espacio entre ellos. Cómo siempre, el director de la institución dió la bienvenida a todos los viejos y nuevos estudiantes, dando uno de los típicos discursos que eran dados en situaciones como estas. Dichos como la preparación para los nuevos profesionales del futuro, el esfuerzo y la sabiduría.

II

GRUPOS

Dando por terminado el discurso los alumnos mayores de segundo y tercero abandonaron la cancha para dirigirse a sus respectivos salones dejando solo a los de primero esperando órdenes en el lugar.

La secundaria Romero Fernández era como cualquier otra institución secundaria en donde se dividían en tres grupos a los nuevos de primero: 1-A, 1-B y 1-C.

Una vez siendo formado en uno de estos grupos debías quedarte en el con los mismos compañeros del principio hasta la graduación.

Este era un punto más para aumentarle los nervios a los jóvenes adolescentes.

El canoso y algo regordete director dio inicio a la formación de los grupos sacando una lista que estaba guardada en un folder y comenzó a nombrar a algunos estudiantes por orden alfabético de los apellidos.

Las instrucciones eran fáciles: El director (que ahora todos sabían se llamaba Rubén) nombraria primero a todas las chicas del grupo 1-A y estás debían avanzar hasta el frente y formarse en una nueva fila; luego le seguiría el turno a los chicos que al igual que las chicas avanzarían al frente y se formarían en orden a un lado de la fila de las chicas.

Después le tocaría el grupo a los otros dos grupos siguiendo el ejemplo del primero y aguardando para nuevas indicaciones.

Una por una las primeras chicas fueron nombradas y Vivíane prestaba mucha atención a estás notando cómo ya algunas comenzaban a reconocerse y hablar alguna que otra entre ellas.

Luego de que pasara la sexta chica el director Rubén menciono su nombre pero ella tardo unos segundos en reaccionar no estando muy segura de haber escuchado correctamente.

No fue hasta que el hombre menciono su nombre una segunda vez dirigiendo la mirada al frente en busca de la estudiante, cuando Vivíane avanzo por fin hasta la nueva fila de el frente.

Afortunadamente nadie presto demasiada atención a ella ya que el director continuo nombrando a las chicas para terminar lo más rápido y continuar con sus actividades.

Ocho, nueve, diez... Ya había llegado hasta la décima compañera y aún no había rastro de algún rostro conocido entre ellas. Al menos esperaba que de no encontrar alguna chica conocida lo hiciera con uno de los chicos.

Que todas sus compañeras de adelante ya estuviesen en una animada conversación entre todas ellas como si se hubiesen conocido de años, a pesar de ya haber escuchado que solo lo hacían dos de ellas, no ayudo para nada a mitigar sus nervios, notando cada vez más sus manos frías.

No importa, debía relajarse. Ese a penas era el primer día de clases y era toda la semana la que importaba siendo la más importante y la que definiría quienes serían amigos.

Aún tenía tiempo.

Puede que sus propios pensamientos no la ayudarán a relajarse tanto como quería, pues pensaba en una cosa pero sentía otra, pero el nuevo rostro de una de las últimas chicas que se formó en su fila si que lo hizo.

Era Ana, la chica tímida que iba con ella en su anterior escuela.

III

Al menos una.

Un enorme alivio se instalo en su pecho a pesar de todavía no haber cruzado palabra alguna con ella.

Si bien no habían cruzado palabra alguna antes ahora era un buen momento para comenzar, ¿Quién sabe y terminaban siendo las mejores amigas?

Todas las chicas y los chicos fueron nombrados y con un nuevo discurso y otra bienvenida fueron despedidos, cada grupo con las indicaciones correspondientes para empezar con su primer día de clases.

Las filas se rompieron y todos avanzaron ahora como un enjambre de abejas al respectivo salón que se les había asignado para la primera clase:Español era la primera del día para su grupo, el 1-A.

En la trayectoria Vivíane estaba sola. Dirigió con disimulo su atención hacia atrás para mirar en la dirección de Ana y saber si ya había alguien hablándole, pero no sé sorprendió mucho cuando la encontró igual de sola que ella.

Viendo su oportunidad se acercó.

– ¡Hey! ¿Eres Ana, no? Íbamos juntas en la primaria.

– Te recuerdo. A tu grupo de amigas les fascina molestarme cada que podían.

– ¿En serio?

Claro que sabía que a sus amigas les gustaba jugar con los demás, era algo en lo que ella nunca se les unió pero creía que solo se trataba de pequeñas bromas; meros juegos inocentes para relacionarse con todos sus compañeros, no una especie de bullying.

– Sí, es muy en serio. Aunque nunca te ví con ellas cuando atacaban a una de sus presas ¿Acaso piensas empezar hoy a sus nombres?

– ¿Qué dices? No, no, no, por supuesto que no. Rayos, ni siquiera sabía que estaban molestando a los demás con sus bromas.

– Sí, yo no les llamaría bromas.

– Lo siento, no estaba enterada de esto. O sea, sabía que se llevaban con los demás pero no al grado de hacerles bullying.

Trató de explicarle la situación. Todo se le había ido al carajo y a penas se había acercado a ella y todo por la culpa de sus amigas de escuela, y en parte también la suya por no haber puesto más atención a lo que estaba pasando.

– ¿Por qué estás tan nerviosa? Puedo creer en tus palabras, ¿Sabes?

– ¿Ah, sí?

– Claro, es como te dije: nunca te ví con ellas molestando a alguien. Eso te deja como una idiota por no darte cuenta pero al menos ya no te vez como a una mala persona.

– Que bien, eso me tranquiliza... creó.

– No debería hacerlo, sigues quedando como una chica idiota.

– Oye ¿Vas a ser tú la que se meta conmigo?

– A una parte de mí le gusta esa idea pero entonces yo sería la idiota por vengarse de alguien inocente.

– Sigues siendo grosera.

– Me disculpó pero así es como pienso– extendió su mano al frente–. Soy Ana.

Ante el gesto Vivíane se confundió.

– Creó que ya sabes que lo sé.

– Y te quejas porque te llamo idiota. Es una presentación para empezar de nuevo entre nosotras.

– ¡Oh, Sí! Ya lo entiendo. Un gusto, soy Vivíane.

– De acuerdo Vivíane, es mejor que nos demos prisa porque nos hemos atrasado algo de los demás.

Las dos chicas aceleraron juntas para alcanzar al resto.

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