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Me Case En Las Vegas

Señora Wilson

Desperté con un fuerte dolor de cabeza, tardé unos minutos en acostumbrarme a luz del día, al hacerlo miré a mi costado en la cama, y descubrí el cuerpo desnudo de un hombre, ¿Pero qué rayos? ¿Quién es este hombre?, me quise levantar de la cama, estaba aturdida, confundida, no sabía lo que había pasado o por lo menos no lo recordaba y en este momento me dolía mucho la cabeza para recordar.

Escuche una voz ronca y varonil—¡Buenos días, señora Wilson!—Dijo divertido mirándome fijamente.

—¿Quién eres tú, por qué estás aquí?—Mi cabeza no podía hacer una imagen clara de la noche anterior, aunque la verdad no lo estaba intentando.

—¡Tu esposo!—Dijo sin más como si eso lo explicará todo.

—No tengo un esposo—Le digo con seguridad.

Él me señala la mano, a lo que yo miro de inmediato y me doy cuenta de que en mi dedo anular reposa una hermosa sortija.

—¡Pero qué diablos!—Le digo consternada.

—Mira belleza, si no te acuerdas de nada, pues es muy fácil, vamos a la iglesia donde nos casamos, podemos volver a tener nuestra noche de bodas—Dice moviendo las cejas de arriba para abajo.

—¡Pervertido!—Le digo lanzando le una almohada que el esquivo.

—¿Dónde está Eleonor?—Le digo—Estoy segura de que ella no me hubiera dejado hacer algo así—O por lo menos eso creo.

—Te refieres a la castaña que fue nuestra madrina de bodas—Dice enarcando una ceja.

Bufo, nunca imaginé una vaina así—Si supongo que es ella—Digo con aburrimiento.

—Está con mi socio—Dice como si nada.

—Me explicas ¿cómo es que nos hemos casado?—Digo cruzándome de brazos.

Él se levanta de la cama, está totalmente desnudo, y bueno no soy ciega, el condenado está bien bueno, es alto apuesto, tiene unas piernas bien torneadas, un buen trasero, el estómago de lavadero, como dirían por ahí, esculpido por los dioses, por lo menos no tengo mal gusto.

—¿Te gusta lo que ves?—Dice levantado una ceja, yo me sonrojo.

—Eres un cochino, tápate—Le digo cubriendo los ojos con mis manos, Lo escucho reír, parece tan seguro, tan prepotente y despreocupado, me dejó caer en la cama mientras él está en el baño, me levanto enrollando mi cuerpo en la sabana.

Miro por toda la habitación y está no es la que nosotras teníamos cuando llegamos al hotel, pero ahora mi pregunta es ¿quién es este tipo?, y ¿por qué se casó conmigo?

Tocó la puerta del baño para qué sé de Prisa por qué no aguanto las ganas de hacer pipí.

—Te puedes apurar, necesito usar el baño—Le digo tocando suavemente a la puerta.

—Puedes entrar, somos esposos—Dice y se ríe.

Para él esto es un chiste para mí no lo es, mi cabeza aún me da vueltas, necesito dormir un poco más, para poder organizar mis recuerdos, vuelvo a tocar insistentemente.

—Ya señora Wilson puede usar el baño—Me dice saliendo de él solo con un paño atado a su cintura, las gotas de agua corren por su pecho desnudo, su cabello negro está mojado y también gotea, parpadeo varias veces antes de entrar al baño.

Dios, pero qué bueno está, eso está 3 veces mejor que el imbécil de Martín.

Entro a la ducha por un buen rato y un recuerdo llega a mi mente, es él con una sonrisa impecable cuando estábamos en el casino.

Joder que locura cometí y todo por despecho, después de un largo rato salgo del baño y lo consigo parado frente al espejo arreglando su cabello, se gira hacia mí que lo miro como tonta, con esa media sonrisa moja bragas, por eso me convenció para casarme.

—Disculpa Sabrina, pero lamento informarte que fuiste tú quien me pidió matrimonio, y casi me obligas—Dice divertido.

—¡Yo!... estarás loco seguramente, jamás haría algo como eso—Declaro con seguridad.

—Digamos que si entonces para no arruinar la imagen que tienes de ti misma.

Me doy el tiempo de mirarlo, está perfectamente vestido, un traje negro a la medida, camisa blanca, zapatos de diseñador a juego con su traje y un Rolex que seguro debe costar el valor de mi casa.

—Si quieres puedes seguir descansado —dice girando al espejo.

—Yo estaré en el casino, si me necesitas podrás conseguirme allí—Dice mientras se arregla la corbata.

—Estoy muy confundida—Le digo.

—Está bien entiendo anoche, tomaste mucho, es normal, solo descansa y verás que pronto te acuerdas de todo.—llega hasta a mí, coloca sus manos en mi cintura, y me quedo paralizada.

Se acerca y deja un beso en mis labios—Por cierto Logan Wilson, por si lo olvidaste—Me dice y me da un guiño.

Eso me hizo sonrojar, él sale de la habitación y yo corro a lanzarme en la cama, tratar de calmar las palpitaciones de mi corazón, ¿Pero qué locura es está?

Busco mi teléfono para llamar a Eleonor y cuando lo desbloqueo lo primero que aparece en la pantalla es una foto de Logan y yo de lo más sonriente.

¡Pero qué diablos! Vuelvo a decir, cuando ayer en mi teléfono había una foto de Marín y yo, suspiro al recordarlo, pero me concentro en lo que iba a hacer y es llamar a mi amiga.

Un timbre, dos timbres, tres timbres y nada vuelvo a insistir, hasta que toma la llamada.

—¿Se puede saber dónde estás, y por qué dejaste que cometiera una locura como esa?—Le digo nada más descuelga el teléfono.

La escucho suspirar.

—Amiga lo siento mucho, pero me suplicaste que te dejará hacerlo, es más, lo tengo todo grabado por qué sabia que esto iba a pasar.—Suspira de nuevo.

—¿Dónde estás?, te necesito—Le digo bajito.

—Voy para allá, espérame—Dice suspirando de nuevo.

—Como si tuviera algo más importante que hacer—Le digo con flojera.

Ella ríe y termina la llamada, me quedo en paño por qué la verdad no tengo nada que ponerme, en un rato tocan a la puerta y entra mi amiga perfectamente como si nada hubiera pasado, me mira de pies a cabeza.

—¿Qué haces en paño? —Pregunta—mueve el culo que tengo hambre—Dice con fastidio.

—¿Estás molesta?—Le digo acercándome a ella.

—Eres una grosera, no debiste hablarme así—Me dice ofendida.

—En mi defensa estoy confundida, me duele la cabeza, despierto con un Dios griego en la cama, que de paso es mi esposo—Digo colocando mis manos en la cabeza.

—Ya, está bien, pero que conste que te quedaste con el mejor de los dos—Dice mordiendo sus labios.

—Eres una cochina Eleonor, así de desesperada estaba por casarme, que me deje casar por un desconocido —Bufo con pesadez—Me imagino que este matrimonio no es válido, ¿verdad?—Digo aquello para creer que es así.

—Amiga, soy abogada y ese matrimonio fue totalmente verdadero—Me dice mirando mis ojos.

—Y ahora, ¿qué le voy a decir a Martín?—Digo frustrada.

—Como que carajos te va a importar Martín después de lo que te hizo—Me dice molesta.

—Ya lo sé, pero él no sabe que yo lo sé—Digo en defensa. —Tienes un punto, pero igual es un desgraciado¿Qué vas a hacer? —Me voy a New York obvio, seguiré con el juego hasta el día de la boda, cuando esté en el altar le digo que no me puedo casar por qué estoy casada.

—Una sonrisa retorcida se dibuja en mis labios.

—Estás loca, pero sabes que cuántas conmigo para lo que sea—Dice dándome su meñique en símbolo de promesa yo uno el mío también.

—Eleonor tengo un problema.

—¿Cuál?

—No tengo ropa aquí—señalo la habitación—No es mía.

Ella sale rápidamente de la habitación para la nuestra y trae la maleta para que pueda vestirme, busque un vestido color turquesa muy bonito a decir verdad—No sé por qué no me puse este vestido para casarme—Digo y mi amiga rueda los ojos.

Termino de arreglarme y llevo la maleta de vuelta a nuestra habitación, y bajamos al restaurante del hotel para pedir algo de comida, no me había dado cuenta, pero moría de hambre.

Mientras comíamos se acercó un caballero y saludo con un beso en la mejilla a Eleonor, no tenía idea quien era así que le hago una seña.

—Hola, Sabrina— dice el recién llegado.

—¿Quién eres?—Digo con la mirada puesta en él.

—Es mi socio—Dice una voz fuete y varonil detrás de mí, que me hace sentir un escalofrío por mi espina dorsal.

Eleonor sonríe y yo me doy la vuelta para encontrarme directamente con la mirada oscura de Logan, tiene unos ojos realmente bellos, con su cabello oscuro y esa ropa le dan un aire de misterio.

Él se sienta a mi lado, solo mirando a mis ojos, como si en la mesa no hubiera nadie más que nosotros, eso me dio un poco de nervios.

— Pensé que estabas en la habitación descansado—Me dice con total seriedad.

—Tenía mucha hambre—Admito con nervios, su mirada tan intensa me enerva.

— Podías pedir servicio al cuarto—Dice con media sonrisa.

—Gracias, no quería molestar—Me disculpó.

El camarero llega para recibir nuestra orden—Por favor coloca todo lo que las señoras quieran a mi cuenta—Dice con total decisión. —No hace falta—Le digo con una sonrisa débil.

Si me das un beso

— Podías pedir servicio al cuarto—Dice con media sonrisa.

—Gracias no quería molestar—Me disculpó.

El camarero llega para recibir nuestra orden—Por favor coloca todo lo que las señoras quieran a mi cuenta—Dice con total decisión.

—No hace falta—Le digo con una sonrisa débil.

—Eres mi esposa y mi esposa tendrá lo mejor—Dice despreocupado.

Miro a mi amiga que solo se encoge de hombros, y mira al hombre a su lado quien le sonríe.

—Mañana en la noche nos vamos a Londres—Dice y yo me ahogo con mi saliva.

—¿Qué? ¿Estás loco?, no voy contigo a Londres—Le digo con total seguridad —Yo tengo mi vida en New York.

—Ahora eres la señora Wilson lo que sea que hacías en ese lugar no te hace falta—Dice con esa voz fuerte.

Su teléfono celular suena y él se levanta para recibir la llamada, unos segundos después le hace una señal al otro hombre quien se pone de pie y se va con él, aparta el teléfono de su boca.

—Nos vemos más tarde, señora Wilson—Dice con media sonrisa.

Cuando se alejan de nosotros miro a mi amiga quien me mira con los ojos bien abiertos.

—¡Este tipo sí que se está tomando bien en serio el papel de esposo!—Dice sorprendida —¿Ahora que harás?—Me pregunta.

—Que voy a hacer, irme nos vamos a New York de una vez—Le digo sin pensar.

—Está bien, pero vamos a comer primero—Me dice Eleonor encogiéndose de hombros.

Nos traen la comida y después de comer todos esos platos sabrosos que pedimos y quedando a reventar nos vamos a la habitación, tenemos que buscar la manera de irnos de aquí sin que Logan se dé cuenta.

Lo que es algo casi imposible por qué ese hombre parece tener ojos en todos lados y llega a la habitación donde estamos hospedadas.

—Hola— dice con esa voz tan fría —¿Vas algún lado?

La verdad este hombre me da un poco de miedo, esa manera tan fría que tiene casi siempre, claro no es como que lo conozco mucho, pero lo poco que hemos compartido, aunque la verdad no sé cómo carajo es que termine casada con él.

—¿Te hice una pregunta?—Me dice nuevamente.

—Yo… yo no voy a ningún lado—Mis palabras están pegadas.

—Eso pensé—Me dice con media sonrisa y con las manos en los bolsillos, lo que lo hacen ver cómo un chico malo—Te espero en 10 minutos en el lobby del hotel, y a tu amiga también.

Antes que pueda decir algo se da la vuelta y se va dejándome con la palabra en la boca.

Cierro la puerta y doy un grito de frustración—Ese imbécil parece que es adivino y aquí está jodiendo mis planes, recuérdame no volver a las Vegas jamás—Le digo a mi amiga lanzándome en la cama.

Alguien toca a la puerta y Eleonor abre para dar entrada a dos chicas que traen dos portas traje en las manos—Esto es para ustedes lo envía el señor Wilson—Dice con una sonrisa amable.

Le doy las gracias y ellas salen de inmediato, una de las fundas tenía mi nombre, así que supongo que es mío, lo abro y me consigo con un vestido negro, brillante, es largo de mangas largas y en la espalda tiene un escote bien pronunciado, con una gargantilla hermosa, mis ojos no pueden creer lo que ven, es hermoso.

—Esto debe costar una fortuna, le digo a mi amiga quien también revisa el suyo.

El de ella es un vestido negro también largo pero escotado en la parte de arriba.

—Amiga, estos hombres se votaron con esto—Dice emocionada.

—No podemos aceptar esto Ele y si después nos quieren cobrar esto es demasiado costoso—Trato de ser la sensata del grupo.

Mi amiga suelta una carcajada que se escucha por todo el lugar—Amiga después de todo lo que pasó anoche, que más piensas que van a querer de nosotras—Dice con ironía.

—Eso es lo que no sabemos, y si son unos trata de blancas y nos quieren prostituir—le digo muy convencida.

—ay, amiga, deja tu estupidez si, mejor vamos a vestirnos que dos dioses griegos esperan por nosotros.—Dice quitándose la ropa.

—Está bien, pero mañana temprano nos vamos a escapar como sea—Espero que pueda.

Nos colocamos los vestidos y nos arreglamos el cabello.

Salimos de la habitación y en el lobby están ellos exactamente como lo dijeron, cuando bajo las escaleras veo como Logan me mira de arriba abajo.

Él está más hermoso, todavía se cambió y ahora tiene un traje color negro igual, pero con la camisa azul claro la verdad es que se le ve muy bien, el cabello perfectamente peinado, de verdad no sé qué hice para ganarme ese dios del Olimpo.

Cualquiera que me conozca en este momento no va a saber qué estoy aquí bien despechada por qué conseguí a mi futuro esposo en la cama con otra.

Logan me toma de la mano cuando llegó al último escalón, me besa la misma y coloca mi mano en su brazo, comenzamos a caminar a la salida, de inmediato traen un auto, siento que me voy a desmayar.

Es una limusina totalmente negra, el chófer nos abre la puerta en la que entramos solo Logan y yo, supongo que Ele y el otro hombre que aún no sé cómo se llama irán en otro auto.

—¿Para dónde iremos?—Pregunto para cortar el silencio que había dentro del auto.

—Iremos al casino de un amigo, nos invitó a cenar—Dice serio.

Esa cara todo el rato no sé si está molesto o siempre será así—Y tú, ¿a qué te dedicas?

—Ya no lo recuerdas anoche, te lo conté—Dice con esa peculiar media sonrisa.

Hago como si me acordara, aunque la verdad no lo estaba ni intentado—No, no recuerdo, me lo dices otra vez.

Él se acerca a mí y coloca una mano en mi pierna y comienza a moverla por toda ella, creo que está evadiendo mi pregunta.

—No me lo vas a decir—Insisto.

—Vamos a hacer algo—Me dice—Si me das un beso, te lo cuento todo—Dice divertido.

Me lo quedo mirando—Eres un tramposo—Le digo molesta, él solo se encoge de hombros y se acerca a mí.

—Dime, mira que estoy siendo justo de lo contrario, ya te hubiera besado y punto—Me dice con aquella arrogancia.

En lo que iba a responder la limusina se detuvo y la puerta se abrió, Logan salió y me dio la mano para que hiciera lo mismo, nos quedamos parados por un momento mientras mi amiga llega.

Cuando ellos bajaron de su auto entramos, era un casino realmente bonito, grande, muy grande y había muchas personas, las chicas que sirven el trago están vestidas de piratas sexis muy sexis diría yo.

—Logan Wilson por fin te dignas a venir a visitarme—Dice un hombre de unos 50 años o menos, el hombre tiene un bigote y la verdad se ve un poco descuidado, pero con un aspecto horrible, la forma en como miro a Eleonor no me gustó para nada, miro a Logan quien no quita la mirada del frente.

—¿Y esa belleza?—Añade el hombre haciendo referencia a mí.

—Ella es mi esposa—Responde con naturalidad.

—¿Tu esposa?, desde cuándo pensé que tú y Kitty se casarían—Dice el hombre en un gesto de desagrado.

—No me gustan las traiciones, ni las mentiras —Dice Logan sin mostrar ninguna emoción.

Terminamos de entrar al restaurante que está en el casino, ahora tengo más preguntas, preguntas que nunca voy a hacer, porque mañana me voy a New York como sea.

Nos sentamos mientras una de las chicas nos ofrece unos tragos, después se va, cuando vuelve con la botella que pidió Logan, está no deja de mirarlo, creí por un momento que se le lanzaría encima.

No sé por qué, pero me vi colocando mi mano sobre la que él tenía encima de la mesa, él miró mi mano y Sonrió, joder que este hombre no sabe hacer más nada que sonreír de esa manera, cuando la chica se fue quite mi mano rápidamente y le di un trago a mi vaso.

—No tomes mucho que esta noche quiero que estés consciente—Dice divertido.

Ya entendí su doble intensión, si piensa que me acostaré con él nuevamente está bien loco.

Le doy una sonrisa y bebo todo el contenido del vaso, espero que eso conteste a su fantasía.

—No me gusta ebria, pero si así lo prefieres —Me dice sin dejar de mirarme, debo apartar mi vista de la de él, por qué siento que me penetra con esa mirada oscura.

Cual es tu historia

Logan, su amigo Richard que ahora sí sé cómo se llama, el señor de este casino se fueron a otro lado, y nos dejaron en la mesa solas, mi amiga se sienta a mi lado.

—Amiga, esto está bello, me encantan las Vegas—Dice emocionada.

—Pues a mí no, mira nada más la locura que hice—Digo frustrada.

—Pero una locura que está bien buena, amiga, además no es como que él te obligó, tú fuiste quien le pidió matrimonio.

—Y el de fácil, ahí están pintados los hombres, además creo que tiene mujer, el tipo ese le nombró a una tal Kitty.

—Bueno y tú estás a una semana de casarte con Martín, no es mucha la diferencia entre ambos.

—ay si ya ni me acuerdes de eso, desgraciado, infiel—Digo molesta.

—Vamos a caminar por ahí, — me dice Eleonor.

—Ok vamos que aburrido es todo esto, no se para qué me trajeron si nos van a dejar aquí como tontas.

Nos levantamos y comenzamos a caminar, miré al otro lado y Logan no dejaba de mirar hacia nosotras, caminamos por todos lados, mi amiga es muy curiosa, aquí hay de todo, la gente viene a este lugar a disfrutar a olvidarse de todo a casarse con desconocidos.

—Amiga me gustaría jugar—Dice con emoción.

—Eso no me gusta, imagínate, te pongas a jugar y te vuelvas ludópata, cancelado y transmutado.

Estamos caminando y conversando sobre todo lo que vemos y de repente siento unas manos en mi cintura, doy un brinco del susto.

—¿Te diviertes?—Dice con esa cara de funeral.

—Oye si, no me ves que muero de tanta dicha—Le digo con ironía.

—Vamos a comer—me dice tomando mi cintura.

—No me has dicho lo que te pregunté —Le digo haciendo que me mire por un momento.

—No recuerdo cuál fue tu pregunta— Cruzo mis brazos—Ya entendí, no me quieres decir bien—Le digo y me acomodo en la silla para no mirarlo, decidí ignorarlo.

Él conversa con su socio Richard, Eleonor, si como que encontró su media naranja o está disfrutando el viaje como es.

Pedimos la comida y una botella de vino, cenamos y tomamos más de dos botellas de vino, la verdad ya estaba un poco ebria si es que no mucho.

—Porque no vamos a otro lugar, aquí es muy aburrido—Les digo casi arrastrando las palabras—Quiero bailar, divertirme, a eso vine aquí a divertirme.

—¡Sabrina!—Me dice Eleonor—Ya siéntate, estás ebria.

—Ebria yo, no mi amor, lo que estoy es sabrosa, le digo tocando mi cuerpo por encima de la tela del vestido, Logan se levanta y me toma de la mano.

—Nos vamos, hasta mañana, señores—dice con esa seriedad y la mandíbula tensa.

Me saca de la mano—Suelta me lastimas—Digo intentando zafarme de su agarre.

Esperamos mientras llega la limusina me mete a empujones.

—¡Eres un animal!—¿Para dónde me llevas?—¡Quiero bailar!

—¡No!.

—Anda vamos— como estoy sentada frente a él, coloco mis manos en sus rodillas para impulsar me hacia delante tanto que quedó a solo unos centímetros de él —Me quieres llevar— le digo sensual, sé que estoy exagerando, pero qué carajo hoy será la última vez que lo vea.

Él mira mis ojos sin ninguna emoción, en un movimiento me toma de la cintura con ambas manos y me coloca sobre su regazo, una mano la deja en mi cintura y con la otra aparta el cabello que tengo en la cara, pasa sus largos dedos por mi mejilla sin dejar de mirar mis ojos, tampoco pudo dejar de mirarlo, este hombre es tan misterioso esa mirada que dice y a la vez no dice nada, la mano que está en la cintura se cierra haciendo que de mi boca salga un suspiro Aun paseando sus dedos por mi rostro.

—Eres hermosa Sabrina—me dice casi en un susurro.

No sé si será por qué estoy ebria, pero tengo unas ganas inmensas de besarlo, no quiero ser yo quien lo provoque, cuando pasa sus dedos por mis labios no puedo evitar que salga un jadeo de mis labios, creo que eso fue la chispa que él necesita para apoderarse de ellos colocando su mano en mi nuca, respondo el beso con la misma intensidad.

Nuestras lenguas bailan al mismo ritmo, después de un largo beso nos separamos con la respiración agitada y es cuando me doy cuenta de que la limusina está frente al hotel, me bajo de sus piernas arreglo mi cabello y el vestido él tarda un momento en salir después lo hace me toma de la mano para entrar al hotel, en el ascensor solo me sostuvo de la cintura mirando al frente, estoy nerviosa, anoche fue una noche loca, bebí mucho y bueno ya mis recuerdos llegaron, pero hoy estoy más consciente de todo y los nervios me invaden, soy igual que Martín, soy una infiel.

Entramos a la habitación y él se deshace de la corbata del saco y abre su camisa, se sirve un trago, lo bebe de una vez, suelta su cinturón, entonces me mira enarcando una ceja, a qué se debe esa mirada no lo sé, después se quita los zapatos y me dice con su dedo que me levanté, así lo hago él me coloca las manos en los hombros los acaricia suavemente.

Luego baja las manos por los brazos hasta tomar mis manos, deja un beso en cada una de ellas y comienza a deslizar el vestido por mi cuerpo, la piel que va quedando al descubierto, la va rozando con sus dedos y siento una especie corriente en mi piel, un hormigueo, el vestido cae a mis pies estoy prácticamente desnuda, ya que no tenía sostén, solo mis bragas, él sigue rozando mi piel con sus manos, me deja allí parada y gira a mi alrededor observando mi cuerpo me sentí intimidada nunca antes me habían mirado de esta manera.

Bueno, en realidad el único hombre que ha estado conmigo es Martín, pero ni en sueños me ha mirado de esta forma, queda detrás de mí, agarra mi cabello y lo coloca aún lado para quitar la gargantilla, después que lo lanza por hay, me da un beso en la nuca haciendo que mi piel se erice.

Paso mi mano derecha por el brazo izquierdo haciendo movimientos de arriba abajo, él me toma de los hombros y me gira para quedar frente a él.

—¡Eres hermosa!—dice pasando sus labios por mi cuello—Eres perfecta—Creo que a estas alturas, la poca cordura la he perdido, cualquier sentimiento de culpa de ser una mujer infiel se ha ido, en este momento lo único que quiero es disfrutar de esto, de este hombre misterioso, mi dios griego.

Después que se cansó de mirarme, me toma de la cintura y me pega a él haciéndome sentir su erección, la cual llega justo donde tiene que llegar, gracias a mis tacones.

Empieza otra vez mordiendo mi labio inferior, pasa su lengua por ellos, arrancando un jadeo casi imperceptible de mis labios, nuevamente eso hace encender la chispa y comienza a besar mis labios con desenfreno como si su vida dependiera de aquello.

Es tan divino un beso que te haga subir al cielo, nuestras lenguas nuevamente se entrelazan en un Vaivén casi celestial, paso mis brazos por su cuello, me toma del pompis y me levanta haciendo que enrolle mis piernas en su cadera, pegando mi cuerpo a la pared, restregando su dureza en mi vientre, sacando más gemidos.

Besa mi cuello, muerde el lóbulo de mi oreja, yo solo me dejó hacer, me siento una tonta delante de este hombre que parece tener mucha experiencia.

Estruja mis pechos mientras los besa y yo sigo enrollada en sus caderas acariciando su cabello.

Después de un par de horas de sexo duro, por qué esto fue sexo duro, estamos acostados en la cama, las sábanas son color vino tinto, este color hace resaltar el color de mi piel, me hace ver mucho más blanca, estoy recostada en su pecho con los ojos cerrados.

—¿Te gustaría venir a Londres conmigo? —No, digo, no sé—me muerdo el labio.

—Bueno, a decir verdad no era una pregunta, te vas a ir conmigo a Londres, ahora eres mi esposa y tu deber es estar conmigo.

—No te parece absurdo, todo esto nosotros no nos conocemos para nada lo único que se es tu nombre y nada más.

—Tendremos toda una vida, para conocernos.

—¿Qué?, pero es que no te amo ni nada que se le parezca.

—Bueno, pronto me amarás—Dice con arrogancia.

—¿Por qué te casaste conmigo?

—Porque me lo propusiste—Dice encogiéndose de hombros—Estoy cansado de esta vida de excesos, de mujeres vacías, interesadas, que lo único que quieren de mí es dinero posición.

Me quedo sorprendida, será que tiene mucho dinero, bueno es que nada más mira, está habitación, su ropa, la limusina, el vestido, la gargantilla y todo lo demás.

—¿Cómo sabes que no soy una de esas mujeres?—Me atrevo a preguntar.

—Sencillo, tú no tienes idea de quién soy, no me conoces en absoluto.

—Buen punto, entonces lo hubieras hecho con cualquier otra tonta desesperada que te lo hubiera pedido.

—Posiblemente—Dice con una sonrisa de medio lado—¿Y tú, cuál es tu historia? —Estaba ebria, muy muy ebria, y me dejé llevar por las Vegas.

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