Hola a todos.
Quiero aclarar que esta novela es ficción y no tiene la intención de faltarle el respeto a ninguna religión ni creencias espirituales. Desde ya muchas gracias por acompañarme en esta bella historia.
Saludos.
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Un amor imposible - Las puertas del infierno (primera parte)
Capítulo I - Una vida sin valor
Mina miró por la ventana de su departamento como el agua caía. La lluvia comenzaba a golpear con fuerza los vidrios. Su monoambiente estaba a oscuras. Lo único que lo iluminaba eran las velas pendidas en el piso. Aunque tenía energía eléctrica, ella prefería vivir bajo el abrigo de la tenue luz de estas.
La joven, de cabello lacio y color negro alquitrán, decidió no maquillarse pese a que sus ojeras resaltaban más con su piel extremadamente clara. Salió vestida con unos shorts cortos y una blusa larga que le tapaba levemente el trasero. Las personas a su alrededor corrían para no mojarse. En cambio, ella prefería disfrutar de la calma que la lluvia traía a su ciudad.
Al llegar al club nocturno donde trabajaba entró rápido a los vestidores y le pidió a una de sus compañeras una toalla para secarse un poco. Se alistó y sin dar vueltas salió a escena. Hoy era día de baile, por lo que al subir al escenario lo primero que hizo fue cerrar los ojos. No tenía ganas de ver a todos esos borrachos que miraban su cuerpo como si fuera un pedazo de carne que estaba listo para ser devorado.
Ella solo abrió los ojos cuando la música empezó a escucharse levemente, solo para mirar una silla. De a poco la canción de«moulin rouge» empezó a sonar y tras ponerse su máscara habitual, guardó en su bolsillo su orgullo, sonrió y se dejó llevar. Una vez que la función terminó, ella bajó del escenario sin siquiera esperar los aplausos.
Al volver al vestuario, su jefe la llamó. Él era un hombre atractivo para las mujeres, pero para Mina no era más que una rata asquerosa y avarienta. Completamente entregada al destino que le propiciaba se dirigió a su oficina.
Omar, desde su silla y sin un poco de empatía, le informó que un cliente deseaba su compañía por una hora y había ofrecido pagar lo que serían unos mil euros. Eso era lo que ella ganaba en tres meses como mesera y bailarina del local.
Aunque no era la primera vez que ella aceptaba este tipo de tratos. Le parecía extraño que su primera oferta de la noche fuera tan alta. Por lo que con la mirada Mina le pidió Omar que le mostrara donde se encontraba sentado el cliente. Ella exigía como única condición poder ver al hombre antes de entrar a un cuarto a solas con él.
Su jefe se lo mostró en la barra y ella accedió sin titubear. No se veía atractivo ni higiénico, sudaba mucho pese a que había pocas personas en el club todavía, por lo que no hacía calor ahí. Omar se llevaba un porcentaje alto de sus ganancias, por lo que la miró complacido mientras que de uno de los cajones de su escritorio sacó y le hizo entrega de un sobre. Ella firmó la hoja sin mirarla y luego tomó una bolsita llena de pastillas de su bolso de mano y tomó una rosa. Agarró el vaso con whisky de la mano de su empleador, y ahora su fiolo, y bebió hasta dejarlo vacío.
Se acercó al cuarto donde aquel hombre que había pagado por ella la esperaba. Y luego de cambiarse la ropa y detrás de un suspiro largo, entró. Lo vio sentado en la cama y sin que se lo pidiera empezó a desnudarse. El hombre que ya no llevaba ropa se levantó y decidió abofetearla con fuerza.
—No te pedí que te desnudaras maldita, soy tu dueño por una hora, así que harás solo lo que te pida —dijo el infeliz después de golpearla con gusto.
Ella se sostuvo el rostro de manera instintiva y luego bajó la mano. El hombre se acercó a ella, la besó en los labios y la agarró del cabello. Después de tomar el cuerpo de la joven a su gusto se levantó y la dejó tirada sobre la cama.
Mina tenía mucha dificultad para respirar, por lo que no pudo moverse. Así que no intentó hacer nada más que concentrarse en que su cuerpo siguiera recibiendo oxígeno. Uno de los chicos de seguridad entró al dormitorio después de que el hombre saliera. Y al verla toda ensangrentada la envolvió en una sábana y la llevó al hospital sin dudarlo. Él era uno de los pocos que se preocupaba por Mina en ese maldito lugar.
***
Denis era el médico que estaba de guardia a cargo esa noche en la sala de emergencia. Se sentía completamente agotado después de estar despierto por más de treinta horas seguidas. Así que aprovechó que había menos trabajo y se recostó en una camilla en el cuarto de descanso de los médicos y dormitó lo que fueron un par de minutos.
De repente la puerta se abrió y él miró el rostro desesperado de la enfermera. Ya sabía lo que quería decir, no era la primera vez que lo buscaban mirándolo así. Así que le preguntó si otra vez era Mina la que había venido y a los tropezones la enfermera le respondió que sí.
Él se levantó y le pidió que preparara las cosas que necesitaba para asistirla. Caminó a toda marcha por los pasillos del hospital y al entrar al box vio a la joven de 23 años entubada. Molesto, preguntó quién había sido el responsable de ese procedimiento. Los residentes se miraban entre todos, nunca habían visto al doctor Ayala tan enojado.
—Disculpé, yo lo hice —dijo un residente tartamudeando por el miedo que las palabras del doctor Ayala le habían hecho sentir—. La paciente llegó en coma y no podía respirar.
Aunque parecía un intento de justificarse, no había sido así. En verdad, Mina había llegado casi muerta al hospital. Incluso el guardia de seguridad del local, pese al cariño que le tenía a Mina, había tenido miedo de llevarla al ver que su estado empeoraba en el automóvil. Ya que, si ella moría, el club y el guardia tendrían muchos problemas y no podía terminar metido en algo como eso. Aun así, decidió hacerlo, puesto que le debía varios favores a Mina.
—Llamen a hemoterapia —gritó Denis y una de las enfermeras salió corriendo.
Vio a la joven en la camilla con todo el equipo de respiración artificial colocado y supo que esta vez había sido la peor de todas.
Autora: Osaku
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Capitulo II - Una extraña persona
–Tranquila Mina –le dijo el médico al oído intentando reconfortarla.
El residente miró confundido la situación. La joven abrió los ojos y con desesperación intentó quitarse el tubo de respiración asistida. Denis le quitó la mano amablemente para que no se lastimara.
–Tranquila pequeña. Yo me hago cargo de eso –dijo Denis mientras le pedía al residente que quitara lo que había puesto.
Este parecía sorprendido al ver a Mina abrir los ojos tras las heridas que presentaba y la cantidad de medicación que le habían administrado. Aun así, hizo lo que su tutor le pidió sin decir nada.
…
Luego de unos días complicados en recuperación, Mina pidió que llamaran a Denis. Él no estaba de guardia. Aun así, las enfermeras sabían que, si Mina lo buscaba, sin importar la hora que fuera debían ubicarlo. Un par de horas más tardes él vino hasta la habitación de la joven. Parecía que había corrido hasta llegar ahí.
–Tienes que dejar de hacer tanto alboroto cada vez que vengo a la guardia –dijo Mina con una gran sonrisa en sus labios mientras veía a Denis entrar por la puerta.
–Para eso tendrías que dejar de venir casi muerta. ¿Cuándo vas a dejar ese maldito trabajo? –preguntó Denis enojado con ella.
–Ese no es asunto tuyo –dijo ella molesta por su pregunta.
Él se dio cuenta que había usado mal sus palabras por lo que no dijo nada más y solo le dio la mano para ayudarla a levantarse. Denis sabía que no debía meterse, pero a la vez creía que ella merecía otra vida, una mejor que la que tenía en ese momento. Sin importar lo que ella pensara de sí misma. Era una buena chica y estaba desperdiciando su tiempo en ese club de mala muerte. Si contar el hecho de que vivía drogada.
–Voy a leerte tu informe para que me lo firmes para así te puedas ir –dijo Denis sin emitir opinión, aunque por dentro se moría de ganas de llevársela lejos de todo eso.
–Gracias –dijo ella un poco más tranquila.
¿Por qué una joven tan buena, hermosa y especial trabajaba en un antro como ese y se acostaba con esos desgraciados que la torturaban hasta dejarla así? Era algo que Denis aun no podía entender.
Mina regresó a su departamento después del alta. Al entrar, sus ojos se encontraron con su colchón en el suelo. Se acostó y se tapó la cara con las manos unos minutos. Ella no tenía grandes posesiones, solo lo indispensable para mantenerse viva. Sacó de debajo del colchón una pastilla de color azul y la tomó. Luego volvió a dormir, no quería pensar ni sentir, ya que sus jaquecas empeoraban.
Ese finde semana volvió al club. Su jefe le dio el dinero que ella había ganado con su casi muerte y él le recordó que tenía otros clientes menos rudos para ella, pero Mina no le prestó atención a sus palabras. Solo se dio la vuelta y regresó al vestuario para prepararse para salir al escenario.
Pasaron unos meses y varios hombres como el anterior, antes de que tuviera que volver a terminar en el hospital. Esta vez con una fractura en uno de sus brazos y la nariz. Denis volvió a recomendarle dejar el trabajo e incluso le ofreció hablar por ella para que vuelva a trabajar en el hospital ya que una vez había hecho un reemplazo por vacaciones y habían quedado satisfechos con su trabajo.
–Denis, sabes que te quiero, pero deja de romperme las pelotas. Soy libre de hacer lo que quiera con mi vida. Y ni pienses en volver a mandarme a un psicólogo o un psiquiatra –dijo ella molesta por la insistencia que él ponía en que cambiara de trabajo.
Denis desistió y entendió que no iba a poder convencerla. Después de retirarle dos litros de sangre para sus experimentos le pidió que descansara un poco y ella se quedó dormida por la fatiga de perder tanta sangre. Unos días después estuvo lo suficientemente bien para abandonar el hospital y le dieron el alta.
En la puerta del hospital se encontró con un hombre de unos treinta años que no dejaba de mirarla. Incluso la saludó, pero ella ni siquiera se volteó a verle. El extraño la siguió unos metros hasta ponerse frente a ella.
–Es un placer conocerla –dijo él de manera insistente–. Mi nombre es Adrián y he estado buscándote. Tengo un empleo para ofrecerte.
Las palabras del fulano hicieron que ella pensara que Denis seguía molestando con la idea de buscarle un trabajo distinto.
–No deseo ser actriz o modelo o lo que sea que quieras ofrecerme –dijo ella con ironía y él comenzó a reírse.
Él, de manera amable le explicó que lo que va a ofrecerle no tenía nada que ver con su apariencia. Y por primera vez ella levantó la mirada y lo vio a los ojos. Mina pareció sorprendida al notar la apariencia de la persona que estaba frente a ella. Persona…como para decir algo.
El aura que rodeaba a ese ser humano era oscura, pero no como si estuviera poseído por un demonio. Era muy distinta, ya que aun así cargaba algo de luz. Eso era casi imposible, los humanos eran luz u oscuridad. No tenía términos medios. Por lo menos eso pensaba ella hasta ahora.
–Nosotros estamos aquí para pedirte ayuda, en realidad –dijo Adrián como si hablara de sí mismo como más de una persona.
Mina miró a su alrededor, pero no pudo ver a nadie más acompañándolo. Aunque ver la apariencia de quien le hablaba le bastó para tomarlo en cuenta.
–Estás muy drogada como para verme, así que me voy. Hablaremos cuando estés mejor –susurró una voz masculina en su oído. Para después sentir una fuerte ventisca a su alrededor.
–Nosotros podemos ayudarte a que te reencuentres con familia –dijo el sujeto de ojos color miel parado frente a ella.
Mina trató de incorporarse después de escuchar eso. Su abuela y su madre hacía tiempo que habían fallecido. Y no tenía más familia, o por lo menos no quería ver a nadie que tuviera algún laso sanguíneo con ella.
Autora: Osaku
Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.
Capitulo III - Denis y Adrián
Mina se había encontrado con un sujeto de aura oscura que le ofrecía reunirse con sus familiares.
–No es posible, quienes me importan están muertos –dijo Mina mientras comenzaba a caminar nuevamente.
Ya no tenía ganas de escucharlo. Quien quiera que fuera Adrián no podría ayudarla a suicidarse para poder volver a ver a su familia. Nadie podía ayudarla con eso, era su maldición y ya la había aceptado.
–En realidad no. Las personas que quieres solo se fueron a otro plano –dijo Adrián.
–No creo en dios o la religión –dijo Mina sintiéndose mareada. Tal vez había salido antes de tiempo del hospital.
–Tranquila que nosotros tampoco. Solo que es evidente que tu poder sigue creciendo y que lo único que haces es dejar que, cuando ellos quieran, te den una paliza –dijo Adrián mientras trataba de ayudarla a que se mantuviera en pie, pero sin lograr que ella dejara que la tocara.
–Apártate. No me interesa –dijo ella y se subió a un taxi que estaba estacionado, para volver a su departamento.
Al llegar, se encerró en el baño y comenzó a llorar. Extrañaba demasiado a su abuela. Su madre por otra parte, no la extrañaba ya que ella había pasado gran parte de su vida en un neuropsiquiátrico.
Una noche en el club mientras ella servía las mesas vio a Adrián hablando con una de las bailarinas. Seguramente era otro charlatán, por lo que no le prestó atención. A ella le tocó bailar y cuando subió al escenario logró verlo. Él la seguía con la mirada, pero a diferencia de los otros hombres en el club, él no la miraba con deseo o como si se la quisiera comer.
Mina empezó a notar que no era el único con los ojos sobre ella. Se sintió incómoda por lo que agradeció que la canción terminara pronto. Cuando su jefe la llamó para ofrecerle acostarse con otro hombre ella media distraída aceptó. Iban a ser solo 15 minutos por lo que estaba segura que no valía la pena preocuparse. Al entrar en la habitación vio a Denis.
–¿Qué haces aquí? –le preguntó ella sorprendida al verlo sentado sobre la cama.
–Observé que estás viniendo menos al hospital y eso me hace pensar que no estas aceptando tantos clientes y me pone feliz. Por lo que pensé en traerte dinero para que te compres lo que necesites, pero me imaginé que no ibas a querer aceptarlo. Así que tal vez de esta manera podrías quedártelo sin poner objeción –dijo Denis avergonzado y nervioso.
–Denis, tienes que irte. No quiero tu dinero –dijo ella preocupada por su seguridad, pero él se molestó.
¿A caso ella lo estaba rechazando? Él sabía con qué clase de tipos Mina solía estar. ¿Por qué no quería estar con él esa noche?
–No hace falta que pase algo entre nosotros sino lo deseas. Solo quiero que aceptes mi dinero –dijo él tratando de ser lo más cortés posible.
–¿Estás enfermo o qué? ¿A caso no entiendes? No quiero estar contigo –dijo ella enojada con él por haber ido a ese lugar.
Ella no quería que él se metiera en su vida porque todo aquel que estaba cerca terminaba mal. Y en verdad creía que Denis tenía posibilidades de tener un buen futuro como investigador médico.
–¿Por qué dices eso? ¿Acaso el dinero de un discapacitado no vale para ti? –preguntó él molesto por haber sido rechazado.
Mina se dio cuenta que no había sido amable con él. No quería lastimarlo, solo trataba de protegerlo. Ella no solía atraer a personas buenas y él era el único amigo que tenía. No quería involucrarlo en este asunto ya que siempre la había ayudado, pero él se lo estaba haciendo difícil.
–Perdón, no quise decir eso. Ahora voy a hablar para que te devuelvan el dinero –dijo ella y salió de la habitación.
Él se enojó y arrojó su pierna ortopédica contra la pared. Su intento por ayudar a Mina había sido un desastre. No solo no aceptó el dinero, sino que lo hizo sentirse menos valioso aún.
El jefe de Mina aceptó devolver el dinero y le mostró a otro cliente. Ella no puso objeción a estar 15 minutos con el cliente nuevo, al final terminó toda magullada. No necesitó ir al hospital por lo que se sintió agradecida al salir del club. No quería ver a Denis por unos días.
Fuera del local estaba Adrián esperándola. Ahora su apariencia era más amigable que la vez anterior. Su aura incluso era más clara.
–¿Por qué no aceptas mi oferta? Vas a volver a ver a tu abuela y a tu madre. Ellas están en el plano angelical y te están esperando –dijo él mientras caminaba a su lado.
–¿Según quién? ¿A caso tú la viste? Por personas como tú, mi madre terminó en un loquero –dijo Mina incómoda con la conversación.
–Sabes que los humanos no podemos ver a los ángeles. Solo los que son como tú pueden hacerlo. Mi amigo me contó que ellas lo contactaron para que te ayude a llegar ahí.
–No me interesa ya que eso no es posible. Solo los ángeles viven en el plano celestial y los demonios en el plano infernal. Los humanos somos absorbidos o nos quedamos vagando aquí como espíritus sin rumbo –le justificó ella.
No era una tonta, Mina sabía del tema. Su abuela le había enseñado.
–En eso estás equivocada pequeña. ¿Por qué si no como hacen los demonios para estar aquí? Los parásitos que viven de las almas humanas vienen a nuestro plano. El que te vi0ló hace un rato estaba influenciado por uno de ellos.
–Déjame pasar –dijo ella molesta, pero en ese momento se arrodilló y se agarró la cabeza.
–Ese desgraciado te lastimó al punto de dejarte desecha, pero no te mató porque ellos quieren seguir usándote como una batería, se alimentan de tu energía espiritual, pero eso lo sabes.
Mina estaba perdiendo la paciencia con ese tipo. Aunque ahora le dolía mucho la cabeza como para hacer algo.
–Sé que no puedes suicidarte y que tu cuerpo tiene habilidades extraordinarias para recuperarse de las heridas. Sin embargo, si en verdad quieres morir únete a mí. Es muy probable que uno de los demonios que me persigue termine matándote –dijo en un discurso desesperado para que ella aceptara.
Autora: Osaku
Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.
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