NovelToon NovelToon

FLORECER DE NUEVO

PROLOGO

En tres vidas pasadas ella murió con bastantes similitudes, en una situación trágica, el momento, había sido completamente distinto. Ambos habían estado enamorados, sin embargo, las habladurías de la gente siempre fue un tema sensible para esa época. No era bien visto que una dama se viera fuera de casa al momento que el sol desaparecía, ese había sido el problema, ella quiso ayudar a su buen amigo y la gente habló; la boda ya planeada por ambas familias se había visto envuelta, es especulaciones desagradables, más que enojado él estaba herido. El orgullo, el honor, era algo inquebrantable, aunque se amaban y ambos se lo habían confesado, en realidad, no tenían mucho tiempo de conocerse, el cortejo era bastante rápido.

Ese día, Mauro, llamado así en su vida pasada, fue visto en la puerta de su amada, discutiendo, tratando de entender y defender su dignidad. Ella, que también era una mujer orgullosa, nunca quebró su semblante, dejó que su amado se fuera enojando y quedándose con una gran irritabilidad, le molestaba que el que sería su futuro esposo fuera tan ingenuo, fuera tan inocente en creerle a la gente. Odió con furia su actitud de querer aparentar ser el hombre respetable. Ella murió después de esa discusión. En el momento que Mauro cruzó la calle, Rizalda, llamada así en esa vida, fue tras él, aunque tenía un gran humo de orgullo, su amor se le escapaba por cada poro de su piel, corrió tras de él para explicarle la verdad, lamentablemente al cruzar uno de los primeros vehículos motorizados que más bien parecía una bicicleta la atropelló pasando por encima de ella, su delgado cuerpo quedó sin vida dejando a un Mauro desconsolado, pues a pesar de todo, la amaba. Mauro no se casó en esa vida. Se dedicó a mantener el recuerdo vivo de su amada Rizalda. Todas las noches antes de dormir recordaba sus hermosos ojos verdes como si los estuviera viendo justo en frente. Mantuvo vivo su amor. Él murió soñando con ella, deseando con todas sus fuerzas volver a mirar esos hermosos ojos verdes en otra de sus vidas.

Y así fue.

En su vida siguiente ambos se conocieron desde muy pequeños, él quedó cautivado plenamente por ella, su amor y adoración era visto por todos, ella, se rehusaba. Subconscientemente, le desagradaba lo amable y atento que era con ella, su manera de ser tan gentil la hacía querer vomitar, ya que sin saberlo en su vida pasada, ese mismo chico momentos antes de morir fue desagradable con ella, creyendo a los demás antes que a ella. En cambio, el chico había muerto siendo un adulto totalmente enamorado de ella. Eso explica muchas cosas, ¿no?.

Lamentablemente, después de resolver sus indiferencias, su destino en esa vida no era estar juntos. Ella murió en sus labios por culpa de un tercero, de una forma mucho más trágica y triste. Ambos se amaron. Estaban destinados a eso, encontrarse y amarse.

En esta nueva vida igual. Se encontrarán y se amarán, tal vez esta vez algo hagan diferente haciendo cambiar su trágico destino de no poder lograr estar juntos. Tal vez, esta vez se encuentren, se enamoren por primera y última vez.

CAPITULO I

ÉL

Toda la vida me he sentido incompleto.

.....................................................

Magia.

Era lo que sentía en estos momentos. Era algo inexplicable. Tal vez solo era que nunca en mi vida había visto un recital en vivo, nunca creí que ver bailar a personas desconocidas podría hacerme sentir algo. Pero… no eran todos, era una. Cuando ella bailó no pude apartar la vista de su delicada silueta. Era como si todo alrededor ya no existiera, en el momento en que me fijé en ella, nada de lo de alrededor era relevante. Pudiese caerse el techo y yo seguiría aquí en el mismo lugar, mirándola.

–¿Quién eres? – susurré en medio de la ovación del público. Todos se levantaron de su asiento para aplaudir.

–Te has quedado encantado, ¿verdad? —mi padre me miró en sabiendas.

Me había arrastrado hasta este lugar. Tenía otra cosa, que en su momento era un mejor plan, tuve que postergarlo para estar aquí. Mi padre siempre quería traerme, pero me rehusaba. Nunca creí que estos eventos fueran mi estilo. Infortunadamente o afortunadamente mi madre también estaba ocupada hoy y no podía cancelar su compromiso, así que me vi obligado sin opción. No quería que él viniera sin compañía, no tenía corazón para eso.

Ahora, le agradecía. Había visto un Ángel descender del cielo.

–¿Cómo te llamas? —seguía hablando en voz baja.

Mi padre me escuchó aún con el ruido de la gente alrededor.

Me extendió un folleto.

Mirando hacia abajo, lo tomé. Era el volante que incluía los nombres de cada acto. Al final se leía los nombres de cada colaborador, el director, el coreógrafo, los músicos, los encargados de la escenografía, maquillaje, vestuario, todo. Y al final de todo eso los nombres del elenco, lo que me importaba. ¿Cómo sabría cuál era el suyo? No fue la bailarina principal, pero sin duda se había robado el protagónico con ese pequeño solo.

Entre todos los nombres uno era el que resaltaba a mis ojos, mi mente se fijó en uno, leyéndolo varias veces, como si esas sílabas en conjunto las supiera de memoria.

Esmeralda.

No había modo de saber si era correcto, llámalo instinto, pero lo sabía con certeza.

–Te veo en casa. – le dije a mi padre mientras buscaba salir entre la multitud.

La función ya había terminado, necesitaba salir y buscar esa puerta donde los bailarines saldrían.

Tenía una asombrosa necesidad de conocerla.

Esperé durante más de una hora. Pensé que no saldrían o que ya se habrían ido.

Pero no… la espera valió la pena.

La puerta pesada se abrió. Ella salió con dos mochilas bastantes pesadas, lo suponía por la manera en que luchaba por sostenerlas. Como pudo, cerró de nuevo la puerta con sus pies. No tenía un plan, solo quería hablarle, teniéndola de frente, mis piernas ya no respondían. Todo mi cuerpo había perdido conexión con mi cerebro.

–¿Te quedarás ahí, viéndome como un acosador o me ayudarás?

Me tomó cuatro segundos en darme cuenta de que era a mí a quien se dirigía. Escuchar su voz por primera vez era como oír esa canción que cambiaría tu vida.

Mis piernas se movieron, me acerqué con prisa ayudándola con sus dos bolsas.

–Gracias. – caminó esperando que la siguiera.

A distancia quitó el seguro de un auto deportivo, de todos los autos estacionados nunca imaginé que este fuera el suyo.

–Mételo en el asiento de atrás. – Lo hice. – No tenía ninguna intención en hablarte, pero ya que estás aquí… – se giró para mirarme. Se paró en seco totalmente extrañada. Por varios segundos ambos nos miramos directamente. Simplemente me perdí.  Jamás en vida había visto unos ojos tan preciosos como los suyos, no podía, no quería apartar la vista de ellos. – No te conozco. —dijo después.

–No.

–¿Por qué tomaste mis cosas?

–Tú me lo pediste – ordenaste, pensé.

–No te vi bien, creí que eras otra persona. – Escaneo mi cuerpo con nerviosismo – lo siento.

–No importa, ¿Cuál es tu nombre? —quería confirmarlo.

–No suelo hablar con extraños.

–Yo tampoco, por eso quiero saber tu nombre. Te vi bailar, debo decirte que fue magia, nunca había sentido tantas emociones solamente por ver a alguien bailar, no puedo irme sin saber tu nombre.

–¿Entendiste la danza? —preguntó curiosa.

–No lo sé, solo sé que tú no bailas, vuelas. – Sonrió un poco, la primera media sonrisa que le conocí. Mis piernas casi flaquean. ¿Si esto sucedía con solo un pequeño gesto, qué pasaría si me sonriera por completo? – Me llamo Marco—extendí mi mano como saludo.

Ella se quedó mirando, debatiéndose en sí debería cogerla o no. No lo hizo.

–Tengo una fiesta a la que asistir, no tengo tiempo.

–¡Qué casualidad! Yo también tengo una fiesta, puede que nos veamos pronto, ¿Por qué no mejor ahorramos la espera y nos conocemos de una vez?

–No. Lo siento, pero no me gusta conocer gente.

–Tú fuiste quien le habló a un desconocido. – recordé.

–Te confundí—se defendió.

–Confusión o no, ahora deseo conocerte.

Se quedó pasmada por mis palabras, tal vez fui muy directo, justo ahora así lo sentía. No era mentira. Tenía un raro presentimiento que a partir de ahora mi mundo giraría a su alrededor.

–¿Sabes que el mundo no es máquina de deseos? ¿A caso me ves con cara de genio? – no pude hacer otra cosa que no sea sonreír. Me encantaba. Cada vez más.

–Deseo tener una salida contigo. ¿Qué tal si vamos a comer algo? Donde tú quieras, tú eliges.

La vi negar primero, luego... pareció pensarlo.

–Está bien, Solo porque no he comido nada desde el desayuno. No suelo aceptar nada de extraños.

–Ya sabes mi nombre, la única extraña aquí, eres tú.

–¿Dónde está tu coche? – ignoró por completo mi indirecta. – ¿Dónde está?

Oh no. Si no lo mencionaba lo olvidaba. Había llegado con mi padre por lo que no traía auto.

–¿Podemos ir en el tuyo? – pregunté con vergüenza.

Rodó los ojos.

–Solo querías subir a mi auto, ¿verdad?

–No, vine con mi padre – quería explicarle más, pero interrumpió.

–Yo conduzco.

–De acuerdo.

Ella subió primero sin esperarme, tardé en armarme totalmente de valor y entrar. Al estar en un lugar cerrado su aroma llenó el aire, brevemente cerré los ojos deleitándome, un aroma único. No me di cuenta de mi comportamiento hasta que abrí los ojos y ella me miraba totalmente extrañada, me removí nervioso. Debería pensar que era un loco. Rogaba porque no se arrepintiera de llevarme con ella. Lanzándome otra mirada con recelo empezó a conducir.

Debía admitir que no tenía gran habilidad en la conducción, lo cual era un gran pecado si conducía este auto.

–Estás invadiendo el carril de al lado. – Advertí.

–Tenías alto, te lo volaste. – dije más adelante.

–Nada venía. —se excusó.

La miré de perfil. Era hermosa, algún defecto debía de tener, y era este. Aunque, la hacía mucho más encantadora. No podría llamarlo como defecto.

–Vas muy rápido.

–¿Tienes miedo? – me miró con burla.

–Mira el frente. – dije alarmado cuando me miró.

Sonrió orgullosa.

–Nunca he chocado.

–Ha sido un milagro – justo terminaba esa oración y un auto chocó con otro, había sido nuestra culpa.

–¿Ves? Ellos manejan peor. – no comprendí si lo decía en serio o era sarcástica.

Gracias a Dios llegamos a nuestro destino, ilesos.

–¿Qué te parece este? – había parado en un restaurante.

–Excelente, tengo un amigo aquí.

Estrechó su mirada. Sabía que quería hacérmela difícil. El restaurante que escogió era absurdamente caro.

Me apresuré para bajar y abrirle la puerta, pero ya lo había hecho. Intenté hacer lo mismo con la puerta del restaurante adelantándome.

–Joven – dijo el guardia.

–Hola, ¿está mi amigo Fred? – dije casualmente – el guardia me miró extrañado. —puedes decirle que necesito un favor, quiero comer aquí con mi amiga.

El guardia nos miró. Y entendió claramente lo que quería decir.

–Por supuesto, pase por aquí, tenemos reservado una mesa especial para los amigos de los cocineros. – nos guio a una buena mesa. – en un momento le traen el menú.

–Vaya... No sabía que los amigos de los cocineros eran tan bienvenidos.

En realidad, era uno de los restaurantes de mi padre. No quería que supiera que me la había dejado fácil. Quería que supiera que por ella sería capaz de todo, era un tanto ridículo cuando no llevaba ni una hora de conocerla.

–Yo conozco el dueño de este restaurante – comentó.

Casi me atragantó con el agua que bebía.

–¿De verdad?

–Sí.

–¿De dónde lo conoces?

El mesero llegó interrumpiendo dejando dos cartas.

–¿Qué desean de beber? —preguntó con elegancia el camarero.

– Tráeme el vino más caro que tenga. – dijo sin titubear. – ¿crees que tu amigo tenga problemas? – dijo con fingida

inocencia.

–No. – el mesero me conocía. Por lo que se fue sin decir nada.

–¿Cuánto de descuento reciben los amigos? – preguntó curiosa.

–Deja que eso sea mi preocupación. Tú pide lo que quieras.

Asintió ojeando el menú.

Pidió los cuatro platillos más caros, esta chica quería dejarme en la ruina.

Lo que si, no se contuvo, parecía que en verdad no había comido en días. No hablamos mucho durante la comida. Yo quería hablar, conocerla, pero ella estaba demasiado concentrada en su plato. Después de tanto intentar me resigné a solo verla. No sé por qué, pero sentía que cada vez que la miraba ya la conocía, era como un déjà vu constante, interminable.

–¿Alguna vez nos hemos conocido antes? – no aguanté en preguntar.

Ella se detuvo, mirándome.

–No lo creo, lo recordaría.

¿Qué significaba? ¿Qué soy alguien digno de recordar? ¿Qué, a partir de aquí, jamás me olvidaría? Sentía igual.

–Veo que te gustan los autos deportivos –comenté.

–En realidad, es de mi exnovio.

"exnovio”, repetí en mi mente.

–¿Y todavía lo conservas?

–Fue un regalo, créeme que se lo he querido devolver, pero se niega. Es muy orgulloso.

Tiene un exnovio ¿Hacía cuánto tiempo terminó su relación? ¿Habría sido importante? Quería hacerle todas esas preguntas, sin embargo, acababa de conocerla y sería bastante grosero hacerlo.

–¿Con él me confundiste? – me atreví a preguntar un momento después, noté que al mencionarlo disminuyó su forma de comer.

–Si – admitió. – pensé que eras él, tienen bastantes similitudes. Te pareces a él.

¿Me parezco a él? Eso me enojaba bastante.

–En absoluto. – mostré mi desagrado – Te aseguro que jamás conocerás a alguien mejor que yo.

–Bueno… la verdad no te conozco.

–Podrías hacerlo – sugerí.

–No gracias, tengo suficiente con él. No necesito un gemelo.

Me irritó su comentario. ¿Gemelo?

–Terminé. —limpió su boca con una servilleta y se paró lista para marcharse.

–Espera. – me paré poniéndome frente a ella. – ¿bailamos?

Ella miró alrededor.

–Nadie baila. No es un restaurante para que la gente baile.

–Hay música—señalé a los cuatro músicos que tocaban – ¿por qué hay música si no es para bailar? – le extendí mi mano.

Dudó por un instante, temerosa, la cogió. Nuestras manos hicieron un clic, ambos sentimos la descarga eléctrica, quiso retirar su mano enseguida, fui más rápido, no dejándola hacerlo. Me miró sorprendida, agachó la mirada y dejó que la guiase a un espacio libre donde pudiésemos bailar. Frente a frente me acerqué a ella con paciencia, mirando completamente su reacción, con delicadeza posicioné mi mano en su cintura. Solo este acto de

tocarla, traía una absoluta paz en mi interior. Ella se acercó no tan próxima como hubiese querido, pero lo suficiente. Su mano en mi hombro y la otra por arriba de mi pecho. Esta cercanía era pacífica, como si un día la hubiese perdido, como si se me hubiese escapado de las manos y toda la vida la había estado buscando desesperadamente y hoy por fin sentía ese gran alivio de haberla recuperado. Rozando un poco de su piel, sosteniéndola cerca, mi cuerpo gritaba como si hubiese estado incompleto y ahora con ella… todo se completaba. Todo tenía sentido.

Era algo sumamente inexplicable y raro, una gran mezcla de miedo y locura se removió en mi interior, no dejándome pensar con claridad.

Esta chica que estaba frente a mi era una desconocida. Fui guiado a ella solamente con verle de lejos como si todo mi yo gritara que no podría, que no podía dejar que se escape, tenía que conocerla, era algo urgente, sin pospuestas, era una locura. No sabía nada de su historia, sin embargo, en mi interior tenía un buen presentimiento. Era ella. La chica que siempre había buscado para estar toda la vida, era absurdo decirlo o pensarlo cuando hacía minutos empezamos a hablar, pero mientras bailamos todos estos pensamientos de quererla, de tenerla siempre, retumbaban como si no hubiera opción. Mi corazón había elegido sin preguntar. Es ella.

–Eres tú.

–¿Dijiste algo? – preguntó, las palabras salieron de mis labios sin pensar.

–Yo… te conozco.

–Ya te he dicho que no – y era verdad, también estaba seguro de que jamás en la vida nos habíamos encontrado, esta era la primera vez, sin embargo, la conocía.  No sé cómo, pero lo hacía. – si decir que nos conocemos es tu forma de ligar, quiero decirte que no funciona.

–No. Yo no te coqueteo. En verdad te lo digo, te conozco.

Ella se detuvo mirándome a los ojos, por cinco largos segundos su mirada brillante pareció reconocer algo en la mía, rápidamente la apartó.

Mis manos y mi cuerpo entero sufrieron un escalofrío de pérdida. Ella se alejó.

– ¿Te vas? – la había alcanzado hasta nuestra mesa de antes. Ya había agarrado su bolso.

–¿Quieres que te lleve a casa? – preguntó molesta. Primero me sorprendió lo rápido que cambió su humor.

– ¿Me das tu número de teléfono? – segundo, intenté conseguir más.

– No.

Su fuerte negativa era ajeno a mí. No estaba acostumbrado a ser rechazado. En menos de un segundo me dejó desconcertado que cuando me di cuenta ya había salido del restaurante

–¡Espera, no te vayas!, dime tu nombre al menos – grité tratando de alcanzarla.

Ella ya estaba arriba de su auto, prendió el motor ignorándome.

Se fue.

Qué chica tan fascinante. Por lo menos tenía un lugar donde buscarla. El fin de semana próximo abría otra función.

Esperaría.

CAPITULO II

ELLA

Desde que tengo memoria la oscuridad me ha acompañado.

...........................................

No mentía cuando mencioné que tenía una fiesta.

Cuando llegué a casa, mi padre me esperaba.

–Siento perderme tu evento.

Todavía llevaba su ropa del trabajo, sus mangas estaban por los codos, se notaba como apenas llegó, se puso hacer la cena sin tener tiempo para más.

–Ya lo has visto antes – dije minimizando el hecho que no haya ido. Sabía toda la carga de trabajo acumulado que tenía.

–Siéntate a comer, debes estar hambrienta.

Estaba repleta por todo lo que comí en el restaurante, aun así me senté junto a él. Se esforzó en prepararlo y no podía simplemente pasar de largo.

Después de servir, se sentó frente a mí. Traté de llevarme a la boca todo lo que mi estómago permitió, que la verdad no fue mucho.

–¿Qué pasa? – mi padre notó la falta de apetito.

La comida que preparó me encantaba.

–Nada. – no quería decirle que había comido con un chico, empezaría hacer preguntas y me regañaría al ser un desconocido.

–Te conozco.

–En realidad, he comido antes con los de la compañía. – mentí.

Mi padre me observó, siguió comiendo haciendo que me relaje, tal parece que lo dejaría pasar.

–Te has visto con Damián, ¿verdad? – dijo después.

–Para nada – contesté.

Damián era el nombre de mi exnovio, salimos durante cinco meses hasta hace tres semanas que decidí terminar con él. Cuando lo conocí todo él me había parecido tan perfecto, sus ojos oscuros me transportaban, sentía que esa oscuridad era la que había estado buscando toda mi vida, pero después, su brillo se fue opacando, la oscuridad de sus ojos ya no me pareció tan profunda, aun así, permanecí con él, era lo más parecido a la seguridad completa. Mi mente viajó de repente al chico que conocí hoy. Todos los pensamientos se disiparon inmediatamente enfocándose solo en él.

–Marco – repetí su nombre en mi mente.

–¿Quién es Marco? – no se le escapaba nada.

Tardé unos segundos en darme cuenta de que lo dije en voz alta.

Me quedé muda. Porque, no sabía quién era, pero inexplicablemente él tenía la oscuridad que yo había soñado toda mi vida.

–Conocí a alguien hoy. – mi padre quedó atento mientras comía. – una compañera de la compañía me lo presentó, solo recordaba su nombre. – traté de sonar lo más casual.

Mi padre era un poco sobre protector, no le gustaba que saliera mucho y le gustaba conocer personalmente a la gente con la que salía, que se reducía a solo dos personas.

– Me dijo Diana que hoy saldrán a una fiesta. – dijo.

– No iré, prefiero quedarme contigo. – Mi papá sonrió con una ancha sonrisa. Nos encantaba pasar el tiempo juntos, era como si en otra vida nunca hayamos podido divertirnos juntos y ahora el tiempo no nos alcanzaba. Le escribí un mensaje a Diana disculpándome por plantarla de nuevo, me envió una carita triste sin insistir, sabía perfectamente que nunca cambiaría a mi padre por nadie.

Ambos nos pusimos nuestros pijamas y nos dispusimos a ver películas de navidad, aunque estábamos en otoño aún, era algo que nos encantaba hacer, siempre era un buen momento para ver una película de navidad.

………

–¡Me dejaste morir! – eran las 4 de la madrugada, Diana acababa de llegar a su casa y me marcaba por teléfono para contarme lo que me había perdido.

– No me gustan las fiestas, aparte era el cumpleaños de Helena, sabes que no nos soportamos.

– Bueno… no sé si decirte que te envidio por quedarte en casa y no haber soportado a esa odiosa o restregarte en la cara que he conocido al chico más guapo del mundo, es atento, es caballeroso, ¡es un papacito! – Sonreí de oreja a oreja, me imaginaba todas las expresiones que estaría haciendo Diana mientras hablaba. – solo tiene un defecto.

–¿Cuál?

– Tiene pésimos gustos. – no fue necesario preguntar por qué, ella misma respondería—es novio de Helena.

Reí a carcajadas.

–¡En eso tienes razón! – nadie decente tendría una novia como Helena.

– Para mí que le ha hecho un amarre, un hechizo, ¡porque no logro entender como un hombre tan lindo es su novio!

– Tal vez solo viste su caparazón, pero es igual de horrible que Helena.

– Hablé con él, y se disculpó un montón de veces por Helena, es un amor.

– Mmm…-- murmuré.

–¿Me estás haciendo caso?

–¿Podemos hablar mañana? Me muero de sueño –Mis ojos luchaban por no cerrarse. Y la verdad es que hablar del novio de Helena no me interesaba.

– De acuerdo.

Después de despedirme y colgar, me acomodé lista para reincorporarme en el mundo de los sueños. La imagen de unos ojos negros absolutos inundó mi mente como todas las noches, la diferencia de hoy es que ahora tenía un rostro completo.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play