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Emma y Martín

Emma, había cumplido 18 años y lo festejaba con Martin, su novio de hacía ya dos años.

Los padres de él les habían entregado la llave de un departamento para cuando se casarán, solo tenían que poner fecha.

Emma era feliz, amaba a Martin, aunque por dentro no se sentía plena. Había llegado a esa conclusión, cuando su suegra le había preguntado una vez, mientras merendaban juntas.

- De acá a unos años, como te ves casada con Martin? ¡¡ Estoy tan feliz que seas mi futura nuera!!!

Emma respondió con una gran sonrisa, pero no le contesto, ya que ella no se veía en un futuro con Martin. Y eso la hizo pensar si realmente estaba yendo por el camino que deseaba para ella.

Unas semanas más tardes, noto que Martin, no era el de siempre. No la buscaba por la salida del colegio, ni llamaba a cualquier horario. Tampoco podía encontrarse seguido en su lugar favorito. Ya no estaba pendiente de ella.

Hasta que una mañana, decidió saltarse de las clases y fue a verlo a la oficina donde trabajaba. Cuando llegó a la entrada del edificio, él salía tomado de la mano, haciéndose arrumacos y dándose besitos con Sara, una de sus compañeras de trabajo. Se los veía reír muy felices.

Emma sintió que se le rompía el corazón, pero aún no podía creer, que Martin, su primer amor, su primer hombre, le estaba jugando sucio.

Decidió esperar y enfrentarlo luego, en el horario y lugar que tenían por costumbre verse, aunque no venían haciéndolo. Hoy se encontrarían.

Elba, su madre, cuando la vio llegar a su casa, le noto la mirada llena de tristeza. Quiso preguntarle, pero la dejo que siguiera, sabía que su hija le contaría. Solo tenía que esperar el momento que Emma la buscase para hablar.

Emma subió a su cuarto, entró y se miró al espejo. Su cara estaba pálida, seria, pero no salían lágrimas. Tomó su celular y le envió un mensaje a Martin.

📱Hola, necesito verte hoy. Debo comentarte algo, sin falta.

Espero una respuesta y nada. Cada vez se daba más cuenta cuánto había cambiado su novio. Antes, respondía apenas le escribía.

Se tiró sobre su cama y miró el techo. Sentía cansancio. No sabía si quería llorar, pero no le salían lágrimas, así que decidió no forzarse. Tenía que esperar... Sus ojos fueron cerrándose de a poco y se quedó dormida.

El tono de mensaje recibido la despertó. Tomó el celular y miró la hora, había pasado una hora y cuarenta desde que envió su mensaje y Martin recién le respondía.

📱Mi Amorr! ¡Como te extraño! Claro, nos vemos en nuestro lugar al horario de siempre. Te llevaré una sorpresa! ❤️

Ella no podía creer cuan dulce podía ser Martin. Pero su instinto le decía que no debía creerle. Así pasó el rato, se cambió y salió lista para enfrentarlo, le daría una oportunidad si era necesario.

Llego al lugar favorito, donde le había pedido hacía dos años que fuera su novia.

Muchos recuerdos vinieron a la cabeza de Emma.

Martin dándole el primer beso como novios. Martin llegando corriendo con un ramo de flores escondido en su espalda.

Martin llorando y abrazándola por el fallecimiento de la abuela de él.

Martin tocándole el hombro en verano.

Martin soñando con tener su primera moto

Martin pidiéndole que fuera suya.

Martin diciéndole que las dos familias pasarían las fiestas juntas

Martin tomándola de la mano para ir a un motel

Martin manchándole la nariz con helado.

Estaba sumida en esos recuerdos, cuando le pasaron una mano por la cara.

- Amooorrr?? Hey, aquí estoy! Planeta tierra llamando a Marte!

Emma reacciono y salió de sus pensamientos con sorpresa...

-Hola Martin, te esperaba...

Emma y Martin II

Emma salió de sus pensamientos mientras y noto que Martin la observaba. Él sonreía, pero no de la manera que le había sonreído en otros momentos. En su rostro había preocupación...

Le dijo:

- Martin, debemos hablar de lo que hoy vi... Dime, tienes algo con Sara. - quería que sonará como una pregunta, pero sonó como una afirmación.

Martin al ver sus ojos no podía saber que pensaba ella y lo desconcertaba. No había dudas, miedo ni dolor en la mirada de Emma. Solo una frialdad que no se esperaba.

Dudo y no salió más de su boca que un - ehmmm-.

Emma esbozó una sonrisa fría y le dijo:

- Martin, sabes que siempre he creído que te amo. Que has sido mi primer hombre. Que sentí darte mi corazón, mi alma. Pero...

Suspiró...

Me di cuenta de que no es así, que no siento eso.

- ¿qué? ¿Acaso no me amas? Emma, Emmi... Te amo y lo de Sara no es nada. Te juro... Lo de las otras nunca ha sido nada. -

Emma cerró sus ojos, quería llorar, pero no salía nada, se sentía un témpano. Dijo: entonces ella no es la primera con la que me engañas, afirmó.

Martin palideció, nunca espero temblar de la manera que lo hacía su cuerpo al ver la frialdad de Emma. Nunca imagino que él solo, le confesaría de sus engaños con otras.

-Emma, yo... Ninguna significó nada para mí. Solo eran encuentros casuales. Además, tú, al principio no querías acostarte conmigo, soy hombre y necesitaba sexo.

- Es decir, que necesitabas sexo antes de que yo fuera tuya? Pero, discúlpame Martin, mi primera vez fue contigo hace poco, entonces necesitas sexo con Sara, porque no soy suficiente?- le dijo Emma

-Emmi, nooo, tú eres lo mejor que me ha sucedido. La piel que siento contigo, no la he sentido con nadie. Sara es una ofrecida, no hace más que insinuarse. Arroja papeles al piso delante mío para agacharse y mostrarme su escote. Apoya su trasero en mi brazo cuando estoy trabajando en el escritorio. Emma, ella se ofrece y soy débil...

Martin se daba cuenta de que ella era su novia, que era un tesoro que estaba perdiendo. Que las otras no eran nada. Que solo eran un revolcón. Desconocía su cuerpo en ese momento... Temblaba, sudaba, sentía un dolor raro en su pecho que no comprendía. ¿Acaso estaba viendo como ella iba a terminar con él, como en un drama? No, era imposible, ella lo idolatraba, lo amaba, lo veneraba.

¿Que diría su madre, si le decía que Emma había terminado con el? ¿Y su padre? ¿Que esperaba el casamiento de ellos para que su consuegro invirtiera en su empresa?

-Martin - Emma lo saco de su pensamiento lo miro profundamente a los ojos y le dijo - debemos terminar y seguir nuestros caminos por separado. Ya no seremos nada.

¡- Noo, Emmi, noo! Te amo, que dirán todos si se enteran que terminamos? Como miraré a mi padre después de nuestra ruptura? ¿Acaso no piensas en mí?

Emma se sorprendió de sí misma, ante esos comentarios no debía gritar, patalear o acaso abofetearlo, como en las telenovelas que miraba su abuela? Pero su cuerpo no se movía, solo se sentía de piedra. Se levantó del banco en que estaban sentados, arreglo su ropa y comenzó a caminar. Él quiso detenerla, la tomó del brazo. Y allí, en ese momento, cuando sintió sus dedos tocándola, sintió un fuego quemándola desde su pecho hacia el exterior. Sintió ira que él tocara su piel. Miró la mano de él sobre su brazo y dando media vuelta su rostro y murmurando entre dientes - no me toques, Martin, no vuelvas a tocarme en tu maldita vida! - y se Safo del agarre con brusquedad.

Continuo por un sendero marcado del parque donde estaban. Llegó hasta la calle y sin mirar los autos ni semáforos continuos caminando. Esbozo una sonrisa... Las ironías de la vida... Había seguido por un sendero diferente al de él...

Fernando, estaba con su hermano Xavier en el auto. Escuchaban un tema de moda, alegre. Iba conduciendo por la avenida y cambio el semáforo, freno y giro su cabeza para ver la gente del parque. Vio que una joven caminaba desde dentro del mismo y ni siquiera había parado a ver las luces del semáforo. Solo continuaba caminando. Le sorprendió el largo cabello negro azabache y la piel tan blanca. Parecía un fantasma de anime, pero en versión hermosa.

Xavier silbó y dijo - que belleza, es una aparición! Que daría por probar esos labios.

Fernando, sin saber porqué apretó los puños sobre el volante, no le había gustado el comentario de su hermano. Algo le producía esa joven que hacía su cuerpo reaccionar. Continuo mirándola y siguiéndola con la mirada hasta que le tocó bocina el auto de atrás, para que avanzará. Coloco primera y avanzo, giro la cabeza para verla por última vez y la perdió entre la multitud de gente.

Fernando, Alicia y Roque

Fernando continuo manejando hacia el taller, su hermano Xavier tarareaba la canción que escuchaban. Fernando a pesar del nudo que tenía hace varios días en su pecho, seguía con la imagen de esa chica en su mente. El contraste del pelo negro, la blancura de su piel y los labios rojos, lo habían dejado... Con la temperatura subida. Que diablos! A pesar de la tristeza de su corazón por su ex, se le había erizado la piel con solo ver esa chica. Miró hacia su entrepierna y noto que su amigo respondía a la chica...

Cuando llegaron, Xavier salto por la ventanilla para gastarle bromas a sus otros hermanos, pretendía que volviera la alegría que hasta hace un tiempo compartían los cuatro. Pero ya se había apagado esa llama.

Fernando entró el auto al taller, se bajo y dijo.

- Hey, tu! Quien te dio permiso a venir aquí! Te dije que no quería verte ni en broma!!- bramo con los puños cerrados y respiración agitada.

Xavier se apresuró y se puso delante de él, tratando de calmarlo. Alexis el menor de los cuatro perdió la sonrisa.

Xavier le hizo señas al menor, que sacara a Roque de allí. No quería que volviera a ocurrir otra vez, lo de hace dos días.

Roque decidió hablar - Fer, hermano, necesitamos hablar...

-Olvídalo, traidor. Eres un pu** traidor. Solo te veré cuando tenga que llevar tu féretro- y escupió los pies de su hermano mayor.

Alexis le dijo por lo bajo a Roque - vamos, vete... Hablaremos con Fer para que se calme. Aún están las heridas abiertas, espera un tiempo...

Roque agacho la cabeza y salió del taller. Su intención era retomar el trabajo pendiente que había quedado. Tratar de arreglar lo que había hecho...

Los hermanos Romano, eran cuatro varones y dos mujeres.

Fernando era el tercer hijo de seis. Desde pequeño sabía lo que quería hacer con su vida. Terminó la escuela unos años antes y comenzó la universidad, siguiendo las dos carreras que lo apasionaban, ingeniero automotriz y administración de empresas. Había logrado los dos títulos a la edad de 23 años. Apenas se recibió, con sus hermanos, decidieron mejorar y potenciar el taller que habían heredado de su padre. Y las ideas y negocios que aportaba Fernando hacían que prosperará rápido.

El resto de los hermanos eran los mellizos Alexis y Alexa, de 16 años, eran los menores y mimados de la familia. Xavier de 20, deportista y el bromista de ellos. Elina de 26, estudiante de enfermería y amiga de Alicia. Y Roque, el mayor de todos. Con 28 años.

Roque, cuando murió su padre, dejó los estudios y se dedico a tratar de llevar adelante el taller que habían heredado. Su madre, se dedicaba a cuidar a sus hermanos menores y no quedó de otra que tuviese que abandonar la carrera que amaba, Ingeniería automotriz. Pero no sentía desepcion, ya que su hermano Fernando había seguido sus pasos y había logrado el título que él añoraba.

Todos eran muy unidos. Eli, había querido seguir medicina, pero el costo de la carrera no se le había hecho fácil, así que decidió seguir enfermería. Allí conoció a Alicia, una chica rubia, de sonrisa amplia, avasallante. Muy voluptuosa y sexi. Eli, era todo lo contrario. Pero Alicia se acercó a ella buscando su amistad, cuando vio una tarde que Roque y Fernando estaban esperando a Eli, a la salida de la cursada. Así que a la próxima ya estaba pegada a su nueva amiga Eli, para qué le presentará a esos especímenes.

Y así fue, Eli un día se los presento. Alicia, cuando los vio, no sabía cuál de los dos estaba mejor. Ambos musculosos, de ojos verdes y tez trigueña. Con sonrisas amplias. Roque era el más serio, gruñón con los demás. Tenía las manos toscas y algo manchadas. Se notaba que era más rústico...

Fernando, en cambio, si bien su cuerpo parecía estar más tallado que el de Roque, tenía sus manos limpias, más cuidadas. Se vestía un poco más formal. La sonrisa era encantadora y sencilla.

Ambos hermanos sintieron algo por esa rubia. Pero Roque se hizo a un lado cuando noto que su hermano tenía cierto interés por ella.

A Eli no le gustaba como cambiaba Alicia cuando se encontraba con sus hermanos. Así que decidió no tener mucho contacto con ella. Pero ya era tarde, Alicia ya había captado las presas que quería. Le gustaba Roque, le parecía un bruto pero sexy. En cambio Fer, era más... Iba a tener mejor futuro económico que su hermano mayor.

Así que se decidió por coquetear con Fernando. Se pusieron de novios al poco tiempo. Pero le reclamaba, porque este no le prestaba atención, por sus estudios. Se sentía aburrida. Así que nunca dejaba escapar una oportunidad de visitar el taller.

Mientras Fernando iba a la universidad, ella se le aparecía a Roque, con excusas de traerle algo para beber, o que se había confundido de día, creyendo que Fernando estaba allí. Roque al principio solo asentía. Pero un día, ella fingió un mareo y golpearse una rodilla. Roque, la hizo pasar a la oficina, le trajo un ungüento del botiquín de primeros auxilios. Cuando estaba preguntándole como estaba su rodilla Ella tomó su mano y le dijo.

-Roque, no duele tanto. Lo que duele es aquí- haciendo que la mano de Roque tocara un sen*, como si fuera su corazón. Roque tragó saliva y trato de irse, pero ella lo detuvo y le dijo

-Roque estoy sufriendo, tu hermano no me mira, creo que no le gusto. Tú me ves bonita?

Desabrochándose un botón y mostrando un poco de su hombro al desnudo. Roque sentía que entrepierna hervía, pero era la novia de su hermano... No, se dijo, no la tocaré.

Pero ella al ver que el dudaba y que estaba de pie para irse se abalanzó y lo beso. Apoyando sus senos sin descaro en el pecho de Roque. A medida que lo besaba le bajaba el cierre de overol, Roque estaba petrificado. Si bien había estado con varias mujeres, nunca habían dado el primer paso, y menos de esa manera, buscando quitarle la ropa de inmediato. Roque sintió quemarse y cedió ante los gemidos que emitía Alicia cuando lo acariciaba. Y dejó que la pasión lo devorará y la tomó en la oficina del taller. En ese momento, cuando estaban haciéndolo, llegaron Xavier y Fernando, habían ido a buscar unos apuntes que dejó Fer la noche anterior.

Cuando Xavier abrió la puerta, su sonrisa se esfumó de inmediato. Intento volver a cerrar la puerta y que Fern no viera lo que sucedía, pero ya era tarde. La mirada de Fernando era de odio. Los había visto. Alicia trató de simular que Roque estaba intentando abusar de ella, pero era muy obvio. Fernando sólo le dijo - olvídate de que existo, maldita.-

Y tu... ¡Apretó los puños y dientes- no vuelvas estar cerca de mi maldito!!

Y así, la desepcion, la traición entraron en su corazón. Ya no creería en el amor.

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