Las hojas que se niegan a caer
By VBokthersa
Capítulo 1: La invitación
Un repentino viento hizo danzar las hojas otoñales alrededor de Mark. Sintió un estremecimiento y se ajustó el abrigo, mientras sacudía su cabeza para quitar aquellos malditos desechos de los árboles de su cabello.
Suspiró con pesadez.
Se dirigió hacia su auto a toda prisa y salió del campus lo más pronto posible. Se hacía tarde y aún tenía que pasar a casa de sus padres para cenar.
Mientras manejaba, su ceño se había fruncido en una pronunciada arruga. Ni siquiera había llegado a los treinta, sin embargo, su frente tenía ya ceñida aquella marca de su recurrente mal humor. Se detuvo en un semáforo y casualmente se miró al espejo; trató de relajar su expresión, sin mucho éxito.
Le era muy difícil mantener una mueca feliz en esa época del año. Era irónico, porque el otoño fue alguna vez su estación favorita, pero después de un tiempo, se convirtió en simples recuerdos amargos y un espantoso frío en su corazón.
Llegó a su casa mientras trataba de pensar en cualquier cosa que no fuera aquel muchacho de melena a los hombros y ojos de zafiro que lo había hechizado desde siempre. Hacía ya más de diez años que lo había visto por última vez, pero todavía le removía de tal forma sus emociones.
Se sacudió los recuerdos antes de bajar del coche y llegó a la puerta de sus padres con una suave sonrisa. Pese a que vivían en la misma ciudad, no los visitaba a menudo, de hecho, estaba por cumplirse un mes desde la última vez que los había visto en persona, ya que, aunque tenían una buena relación, su día a día estaba bastante atareado.
Introdujo su llave en la cerradura y abrió la puerta.
—Mamá, papá, estoy aquí —se anunció.
Una mujer de unos cincuenta y tantos salió a recibirlo. Traía un vestido elegante, pero sencillo y cubriéndolo, un delantal con motivos de Halloween. Frunció el ceño nuevamente ante los motivos de temporada, pero ella simplemente sonrió y todos sus malos pensamientos desaparecieron de inmediato.
—¡Mark! ¡Mi bebé! ¿Cómo has estado últimamente, cariño?
La expresión de Mark se relajó y una suave sonrisa apareció en sus labios, mientras abrazaba a su madre. En realidad, ante ella no podía mantener esa expresión oscura por mucho tiempo.
—Muy bien, mamá, perfectamente. ¿Cómo les ha ido a ustedes? ¿Ya llegó papá del trabajo?
—Sí, está en la mesa —respondió ella y luego se puso de puntitas para decirle algo en secreto—. Es solo que tenemos visitas.
—¿Visitas? ¿Justo ahora? —frunció el entrecejo.
—¿Recuerdas a mi amiga Anne? La madre de... Ethan Stewart —dijo al final, soltando un suave suspiro.
La expresión de Mark ensombreció nuevamente, pero se limitó a asentir.
—Está de visita. Por favor, compórtate con ella. Ya eres un adulto y todo aquello pasó hace demasiados años.
Mark volvió a asentir, mientras alzaba las comisuras de sus labios en lo que parecía una muy incómoda y fingida sonrisa.
—Está bien. Iré a saludarla.
Mark se giró en dirección al comedor y, en ese instante, notó a una elegante mujer que rondaba la edad de su madre, pero lucía algunos años más joven. Estaba despidiéndose de su padre, luego intercambió unas palabras de cortesía con su madre y al final, le dirigió una despedida seca y sin emociones.
La mujer salió de la casa y él trató de concentrarse únicamente en sus padres. La cena ya estaba lista, así que pasaron a la mesa para disfrutar de un rato ameno entre risas, recuerdos y anécdotas. De hecho, todo fue bastante bien sin mencionar al elefante blanco en la habitación, al menos, hasta el momento en el cual se dispuso a irse.
Mientras buscaba las llaves que había tirado en la encimera, notó un sobre blanco envuelto en un delicado encaje dorado. Sintió un poco de curiosidad y lo abrió. En cuánto lo hizo, saltaron a su vista unas enormes letras en relieve dorado:
Ethan Stewart y Margaret Prince.
Ethan Stewart y Margaret.
Ethan Stewart.
Ethan.
Leyó aquel documento una y otra vez. Era claramente la invitación a una boda, la boda de Ethan Stewart, su Ethan, con una mujer desconocida para él.
Tras esperar unos diez minutos en la puerta, su padre volvió a la cocina para buscarlo.
—¿Mark? ¿Encontraste las llaves?
Pero Mark no lo escuchó. Su mirada seguía fija en aquella horrible tarjeta. Así que eso era lo que esa detestable mujer estaba haciendo en la casa de sus padres, restregándoles la boda de su hijo.
—¿Mark?
Ante la falta de reacción de su hijo, el hombre mayor se acercó a él y le quitó la tarjeta.
—¿Qué te pasa? ¿Aún te afecta? Este niño fue tu noviecito hace más de diez años. Me has presentado a otros chicos en todo este tiempo. ¿Por qué te pones así solamente por esto? Te lo he dicho siempre, uno nunca se casa con el primer amor.
Mark volvió la vista hacia su padre, frunció profundamente el entrecejo y le arrebató la tarjeta, antes de romperla en innumerables trozos de papel, que se llevó la brisa de otoño.
—Claro que ya no pienso en él. Es solo que me parece increíble que lograra engañar a una mujer para casarse. ¿Qué demonios hará con ella en la luna de miel? ¿Pintarse las uñas y acomodarse el cabello? —bufó.
—Mark...
Su madre fue atraída por aquellas palabras y trató de abrazarlo, pero él estaba tan disgustado que la esquivó y salió rápidamente de la casa. No quería ni los reproches de su padre, ni la lastima de su madre.
Subió a su auto entre los gritos de los dos mayores, que trataban de disuadirlo de irse en ese momento y encendió el motor del coche. Aceleró, encaminándose en dirección a su departamento.
Necesitaba procesar esa noticia a solas.
La fortuna parecía estar del lado de Mark. Pese a la desenfrenada forma en la que conducía, logró llegar a su departamento en una sola pieza.
Entró, solo para desplomarse sobre el sofá. Su gordo gato Mufasa se sentó a su lado, maullando por atención antes de saltar a sus brazos. Mark suspiró. Sintió que su agresividad comenzó a bajar progresivamente mientras su gato le pedía caricias y buscaba lamerlo.
—Eres un gato demasiado mimado —murmuró.
Escuchó el sonido de su celular, lo tomó y soltó un largo suspiro al notar que era su madre. Le envió un simple mensaje por Whatsapp: "llegué entero", antes de apagar el teléfono por el resto de la noche.
Abrazó con fuerza a su gato y, mientras su mente divagaba entre los nebulosos recuerdos de su infancia, las lágrimas comenzaron a florecer. Ni siquiera notó cuando el verde de sus iris se rodeó de rojo y dejó que sus pestañas lanzaran el rocío hacia su rostro.
Hundió su nariz en el abundante pelaje de su gordo gato anaranjado y sollozó.
Sollozó una y otra vez, rememorando todos aquellos momentos que desde hacía tantos años se negaba a dejar ir.
Después de un rato, se levantó del sofá y asaltó su minibar, con la vista empañada por las lágrimas que no dejaban de fluir.
Lo único que deseaba era olvidar, al menos por esa noche. Aunque en el fondo, sabía que los recuerdos de su noviazgo adolescente nunca volarían lejos de él.
Capítulo 2: Buscando un buen partido
Despertó. El rayo de luz que chocó con sus ojos lo atravesó por completo y chocó con el fondo de su cráneo, provocándole un terrible dolor de cabeza. Un aroma nauseabundo entró por sus fosas nasales. Se movió y el tintineo de dos botellas le destrozó los oídos, intensificando su malestar.
No recordaba cuánto había bebido la noche anterior, tampoco quería hacerlo. Se arrastró hasta el baño, dispuesto a seguir con su vida después de aquel patético episodio. Ese hombre... Ese hombre en realidad... ¡Ese hombre en realidad había cumplido su palabra!
Hacía unos trece o catorce años, después de pasar juntos toda una vida, después de ser su primer todo, después de tantas promesas vacías de amor eterno y de tantos juramentos de lealtad, después de... Ethan lo había abandonado para "conseguirse una vida exitosa, coronar una carrera, obtener un trabajo importante y casarse con una alfa de buena familia", tal y como dijo en ese malditamente frío mensaje de texto.
Al final, lo había conseguido todo, ¿no? Absolutamente todo lo que él no le podía dar. Él, un omega fracasado que trabajaba en su facultad como docente eventual y daba tutorías privadas para llegar a fin de mes.
Suspiró.
Ethan lo había logrado todo. Él ni siquiera había logrado superarlo.
Pero la vida tenía que seguir, ¿no? Era sábado y tenía que impartir tutorías para la tesis de uno de sus estudiantes, antes de asistir a las clases de su doctorado.
Un acumulador de títulos inútiles, en eso se había convertido.
*
Le tomó algunas horas volver a convertirse en un adulto funcional, pero logró hacerlo antes de la clase con su alumno privado, Liam. Ese chico siempre le coqueteaba. Era un alfa apenas un par de años menor que él, bien parecido y de buena familia, con un futuro brillante en el mundo STEM. Su único defecto era epistemológico, pues el chico apestaba en el campo de la investigación formal y por eso lo había contratado para asesorarlo en su tesis de maestría.
Era un buen partido.
Un oponente digno para presumir ante Ethan.
Se roció su perfume especial con aroma a melocotón y se esmeró especialmente en arreglarse mientras pensaba en cómo podría utilizar a aquel chico para presumirlo en la boda. Estaba seguro de que no sería nada difícil. A lo sumo, tendría que sacrificar un poco su cuerpo.
Y no estaba equivocado, pues esa tarde, como solía hacer a menudo, Liam liberó sutilmente su aroma a chocolate negro, le sonrió de forma especial, rozó su mano de manera descuidada y se colocó muy cerca de su rostro mientras preguntaba por trigésima vez si debía poner el nombre completo del autor en una cita APA.
Esa tarde, Mark hizo lo que nunca había hecho. Mientras liberaba sus feromonas con aroma a flor de durazno, acentuando el aroma de su colonia, giró su rostro para explicarle aquel tema a Liam, pero estaban tan cerca que ocasionó que sus rostros se rodaran, enredándose de inmediato en un beso casual.
Los labios de Liam chocaron con los de Mark y comenzaron a moverse después de unos segundos. Mark sacó su lengua suavemente y dejó que su aroma a flor de durazno inundara el salón de estudio. Liam correspondió, dejando fluir libremente su aroma, mientras abría ligeramente su boca para dejar entrar la lengua de su tutor.
En unos segundos, la tesis quedó completamente olvidada, junto con la parte superior de la ropa de ambos. La temperatura comenzó a subir de manera exponencial, mientras sus lenguas se rozaban y sus manos explotaban el cuerpo contrario.
Mark terminó siendo presionado contra el sofá de su alumno. Sus pantalones no tardaron en perderse, mientras la traviesa mano de Liam se colaba dentro de su ropa interior, en dirección a su trasero. En respuesta, sus dedos acariciaron suavemente toda la longitud que se encontraba bajo la tela, provocando que inmediatamente comenzara a endurecerse. Todo su ser estaba ardiendo. Incluso podría afirmar que su celo se había adelantado un par de semanas, únicamente por la reacción de sus feromonas a las de Liam.
Sintió uno de los dedos de su alumno ingresar en su interior. Gimió suavemente y cerró los ojos. Poco a poco los dedos lo llenaron, mientras se movían hacia adentro y afuera. Él se dejó hacer de forma dócil, jadeando suavemente.
Su cuerpo se estremecía de placer, hasta que de pronto, aquellos dedos se retiraron. Liam terminó de quitarle la ropa interior a su tutor y luego buscó un condón en su propio bolsillo. Se lo colocó rápidamente y mientras él hacía eso, Mark aprovechó para colocar una de sus piernas sobre el hombro izquierdo del alfa. Él sonrió e ingresó en su cuerpo de un movimiento, sin ninguna consideración.
Mark gimió con fuerza, soltando un pequeño grito ante la brusquedad del otro. Su anillo de músculos se contrajo, estrangulando por completo a su alumno durante algunos instantes, hasta que su cuerpo se acostumbró a la intrusión y comenzó a relajarse. En ese instante, Liam comenzó a moverse de manera rápida y fuerte, dejando que sus feromonas se salieran por completo de control, intensificándose a tal punto que el aroma era más parecido al cacao puro que al chocolate.
—Ah... Vamos... Más... Más duro —gimoteó Mark, entre jadeos y sollozos entrecortados—. Hmmm... Rómpeme… Ah...
Sus gemidos se volvieron cada vez más y más altos. Liam se sintió sumamente emocionado al escucharlo gemir de esa forma y, mientras aumentaba la fuerza de sus movimientos, también se ocupó en llenar el cuello y el tórax de su tutor con besos y mordiscos fuertes.
Mark estaba fuera de sí. Empujó a Liam contra el sillón y comenzó a saltar sobre él, provocando para sí mismo la sensación de que todos sus órganos internos eran impulsados hacia arriba, por la profundidad que alcanzaba la longitud del alfa. Gimió, saltando cada vez más y más rápido, hasta llegar al clímax. Sus músculos se tensaron alrededor se su alumno y este último gimoteó. Él aún no había terminado, así que, sin esperar a que el otro recuperara el ritmo de su respiración, lo lanzó hacia el piso alfombrado, alzándolo un poco para colocarlo de rodillas y volvió a entrar en su cuerpo, tirando de su cabello hacia atrás. Mark estaba sumamente sensible y aún no había recobrado el aliento, por lo que simplemente se limitó a gemir y jadear.
Lo único que se escuchó en la habitación en las siguientes horas fueron los sonidos de su unión. Los golpes de la piel contra la piel, los gemidos, los jadeos y los gritos de placer.
Mark no asistió a su clase del doctorado, de hecho, tampoco regresó a casa esa noche, ni el día siguiente, ni tampoco el lunes por la mañana. Ambos habían detonado mutuamente su celo y solamente se detendrían hasta estar satisfechos.
Capítulo 3: Complacer con placer
Ese lunes, Mark estaba realmente agotado. Miró a Liam dormido sobre la cama y sonrió suavemente, acariciando sus cabellos rizados. Le dio un beso en los labios, antes de girarse un poco para alcanzar su celular. Lo encendió para reportarse enfermo y luego lo volvió a apagar. No quería verlo en ese momento.
Liam abrió los ojos lentamente y se relamió los labios al notar que Mark jugaba con su cabello.
—Buenos días... —murmuró Liam—. ¿Cómo estás? ¿Tu cuerpo está bien?
—Tanto que incluso podría tener otro round ahora mismo —respondió, soltando una suave risa.
El alumno se sintió sumamente satisfecho. Antes de tenerlo en su cama, nunca había visto sonreír a Mark, por lo general, lo único que hacía era gruñirle a todo el mundo. Así que definitivamente, ese tipo de sonrisas era algo que no todos podían apreciar. Seguramente era la recompensa por hacerlo feliz durante día y medio. Sonrió también.
—Podemos continuar hasta que estés satisfecho —buscó sus labios para darle un beso suave.
Mark correspondió el beso, pero luego se separó, negando con la cabeza.
—Es lunes, ¿no tienes que trabajar? —preguntó.
—Hmm... Trabajo en la empresa de mi padre, le diré que estoy en celo con mi joven y guapo tutor y él comprenderá.
Mark soltó una suave risa.
—Bien, vamos a desayunar, luego puedes cogerme hasta la hora del almuerzo, comeremos y nuevamente podemos hacerlo hasta la cena. Después tengo que volver a mi departamento para presentarme al trabajo mañana. No puedo faltar a más de mis clases o las descontarán.
—El dinero no es un problema —respondió Liam—. El servicio de acompañamiento en el celo no estaba incluido en las funciones de la tutoría, así que es justo que...
—No soy un puto, no sigas si quieres tenerme un tiempo más.
La expresión de Mark se volvió seria nuevamente, evidenciando de nuevo la arruga de su frente. Liam suspiró.
—Está bien, pero si te descontarán dinero de tu paga, debo responsabilizarme por los daños y compensarlos —respondió Liam, antes de besar la frente de su tutor.
Mark se relajó nuevamente y luego asintió. En realidad, eso le parecería justo. Si era una compensación por daños, no estaba vendiéndose o algo así. Después de todo, el dinero no le sobraba y probablemente le descontarían la paga de esas horas, además, había dejado de lado algunas tutorías.
—Un trato justo —asintió—. De todas formas, decidí ceder a tus coqueteos porque necesito un favor. Justo ahora estoy soltero, pero mi ex se va a casar, así que necesito un novio falso para ir a la boda. ¿Qué te parece?
Liam se quedó en silencio durante algunos instantes, con la mirada perdida en la ventana de la habitación, al final asintió.
—Me aseguraré de presumir bastante frente a tu ex. Compraré lo más caro de su mesa de regalos y te besaré y tocaré en la boda, para que note lo que se perdió —comentó, despreocupado.
Mark volvió a sonreír y luego asintió suavemente.
—Dejaría que me cogieras frente a él si pudiera —le respondió—. ¿Quieres mi culo una vez más antes del desayuno?
—Claro —sonrió—. No rechazaría comerme esa entrada antes del plato fuerte, jamás. Pero... solo para aclarar, no seremos novios oficiales, ¿verdad?
—Solo somos dos tipos reforzando la amistad. Ahora...
Mark se arrastró afuera de las sábanas y se puso en cuclillas sobre el rostro de Liam, sonriendo.
—¿Qué cosa decías sobre comer una entrada? —preguntó.
Liam sonrió. Su respuesta fue simplemente sostenerse de los muslos de Mark con sus manos, mientras alzaba un poco su propio rostro, hasta que su lengua alcanzó aquel espacio prohibido al que su tutor le dejaba acceder. Él se estremeció por completo, soltando un suave jadeo.
La húmeda y rugosa lengua se hundió en su interior, dando un suave masaje alrededor de su anillo de músculos antes de ingresar lentamente. El aroma de sus feromonas se intensificó de nuevo, haciendo que la zona se llenara de su esencia de omega rápidamente, lo que le otorgó a Liam la sensación de succionar el fondo de un recipiente con melocotones en almíbar.
Mark comenzó a mover su cadera de forma instintiva contra aquella lengua, aferrándose a la cabecera de la cama para mantener el equilibrio, al menos hasta que sintió un golpe firme en su parte posterior y luego la voz de su alumno, ordenándole alzarse un poco. Mark se levantó, de forma muy obediente y buscó otro preservativo en la mesa de noche. Notó que cierta parte de la anatomía de Liam ya estaba lista para recibirlo y le colocó el condón sin mucha ceremonia, antes de sentarse nuevamente, pero esta vez sobre su ingle. Las feromonas del otro le golpearon la nariz y lo motivaron para comenzar a saltar sobre su cuerpo, pero Liam lo detuvo.
—Hmm... No te dije que... quería esto —le dijo.
Lanzó a Mark a un lado y luego sujetó su cabello para alzarlo a su altura. Le robó un beso bastante intenso, antes de separarse para dedicarle una mirada juguetona.
—Sujetate de la cabecera, como antes —le ordenó.
Mark asintió y complació al alfa. Se arrodilló sobre la cama, antes de colocarse en cuatro puntos mientras se sostenía de la cabecera. Sintió un golpe bastante fuerte en su parte posterior, que lo hizo estremecer y luego, notó un pequeño objeto que entraba en su interior. Era un mini vibrador en forma de bala que ya habían usado con anterioridad, así que se su cuerpo se estremeció al anticipar la sensación. No pudo decir nada antes de que este fuera activado en su interior y ni bien se estaba acostumbrando a la vibración, notó como Liam entraba por completo en él de forma violenta.
Soltó un gemido sumamente lascivo, a la vez que comenzaba a mover su cadera. El otro lo sostuvo e inició con otra ronda intensa de movimientos que hacían rebotar el objeto que vibraba en su interior. Los estímulos eran demasiados. En esos dos días, su cuerpo ya se había acostumbrado a esas sensaciones y pudo resistir algunos minutos, completamente deshecho en gemidos y gritos que clamaban por más, antes de finalmente terminar, manchando la almohada.
Su interior se estrechó, su respiración se volvió jadeante y todo su ser se volvió mucho más sensible, pero Liam no lo dejó en paz. Le dio algunos mordiscos en la espalda mientras lo seguía embistiendo con fuerza y tiró nuevamente de su cabello hacia atrás, hasta encontrar sus labios en un beso intenso.
Su período refractario era corto y ante tantos estímulos, su cuerpo había vuelto a emocionarse, elevando aquella parte de su anatomía nuevamente. Lo único que salía de sus labios eran gemidos y jadeos de placer, mientras se derretía entre los brazos de su alumno y el aroma achocolatado le inundaba los sentidos.
Apretó con fuerza su interior, haciéndose sumamente estrecho, pero el alfa no disminuyó sus movimientos, al contrario, los intensificó, ya que le faltaba poco para liberar su semilla. Ante la sensación caliente en su interior, Mark gimoteó nuevamente y notó cómo el espeso líquido que salía de su cuerpo manchaba la almohada otra vez. Sintió el nudo de Liam en su interior, el pequeño aparato aun se movía dentro de su cuerpo sin poder salir, su propia respiración era jadeante, su ser estaba completamente agotado. Cerró los ojos y dejó que su cuerpo cayera de forma descuidada sobre la cama. Liam lo abrazó por la espalda, apagó el pequeño aparato y luego llenó de besos sus hombros y su cuello.
—Hmm... Mark... ¿sabes? Me gustas mucho —confesó a su oído—. ¿Puedo hacértelo de esta forma antes de ir a la boda de tu ex? Así él podrá oler mi aroma y sabrá que ya tienes un nuevo dueño...
—Liam, solo somos amigos, ¿recuerdas? Y aunque fuéramos novios, en realidad no serías mi dueño. No soy un esclavo.
Mark se giró para darle un beso suave en los labios. El otro sonrió y asintió.
—Lo sé —prosiguió Liam, pero Mark colocó un dedo sobre su boca.
—Déjame terminar, mira, en realidad me gustas, pero no estoy buscando una relación en este momento, no es un buen momento para comprometerme emocionalmente. Solo quiero pasarla bien y demostrarle a Ethan que, aunque él se case con una mujer como deseaba su familia, yo seguí mi camino y puedo estar con hombres mucho mejores que él —le acarició el rostro al alfa y el otro sonrió de medio lado, desviando la vista.
—Lo sé, entiendo. Vamos a desayunar. Luego seguiremos con esto.
El nudo se había desecho mientras hablaban. Mark asintió ante las palabras de su alumno y se levantó con un poco de dificultad. Liam lo detuvo y negó con la cabeza.
—Haré el desayuno, tú quédate aquí.
El alfa se levantó de la cama, se dirigió al baño y desechó el condón sucio antes de darse una ducha rápida. Luego salió solo cubierto con una toalla, para preparar el desayuno.
Mark finalmente se separó de la cama y fue hacia el baño para lavarse. Se miró en el espejo mientras sacaba el pequeño aparato de su cuerpo y soltó un largo suspiro, sintiéndose culpable. Al final, todo lo que hacía era únicamente por despecho. Incluso se estaba aprovechando de los sentimientos de ese alfa solamente por despecho. ¿Qué quería hacer? ¿Simplemente demostrarle a Ethan que él también podía engatusar a un alfa de buena familia? ¿Fingir ante él que no era el profesor fracasado que realmente era en el fondo? Suspiró.
Se metió a la ducha y se quedó algún tiempo bajo el agua. En realidad, su cuerpo estaba adolorido e irritado de algunos lugares, pero aún podía resistir un poco más. Al menos, mientras estaba con Liam dejaba de pensar en Ethan y su boda. Pero no podía escapar de eso por la eternidad. Esa noche volvería a casa y continuaría con su vida llena de aburrimiento. Rellenaría la comida del gato, que por suerte había llenado un poco de más antes de salir, luego cambiaría su arena e iría a la cama para hundirse en su miseria hasta el día siguiente. Impartiría clases, quizá se saltaría el club de boxeo y después buscaría a alguien para ponerse al día con la clase del doctorado, daría una tutoría antes de regresar a casa, rellenar la comida del gato, cambiar su arena, hacer sus tareas, sus planeaciones e ir a dormir.
Los días transcurrían de forma monótona en realidad.
Terminó de bañarse y volvió a la habitación para encontrar el desayuno servido sobre la cama. Era un desayuno ligero y revitalizante. Sonrió suavemente, burlándose de sí mismo para sus adentros. Complacería a ese alfa antes de volver a su rutina. Al final, eran solamente algunas pocas horas más, ¿no?
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