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LAS LIBERTADES DE LA VENGANZA

ESTANDARTES

...ESTANDARTE DE LA FAMILIA IMPERIAL CAFDER...

El león rojo coronado unge como símbolo de la familia imperial. Durante la conquista del 1° emperador, el león rojo fue el terror de los reinos antiguos. La corona que lleva es la Reliquia Sagrada: la Corona de los 10 rubíes. Se dice que la corona no es encontrada, esta se deja encontrar por quien considere digno de ser su portador. Pero han pasado años desde que alguien portó la corona y se vio como un auténtico león rojo coronado.

Estandarte de la Orden de los Leones Negros.

Anteriormente, no existía una orden de caballeros para ir a Kiosef. Los hombres iban al desierto a una edad determinada tan solo una vez. Pero fue el gran caballero y príncipe sir Joshua Leiden Cafder quien fundó la orden “Caballeros del Alba” en el año 860. Pero en el año 920, Abraham Yumer Cafder cambio el nombre y escudo a un león negro. Aquel símbolo fue una declaración de guerra en contra de su hermano por el derecho de sucesión.

Estandarte del ducado Raintras

El águila dorada ha sido siempre el símbolo de esta familia para demostrar lo alto de su orgullo y belleza. En los primeros años, el estandarte tan solo era la cabeza del ave. Pero cambió a un águila completa y volando cuando Jennifer Otty Raintras se convirtió en la duquesa de su familia. Desde entonces, el estandarte no sólo simbolizaba orgullo y belleza, sino también honor y riqueza.

Estandarte del ducado Arank

La rosa roja resalta en el fondo esmeralda para simbolizar el aspecto y riqueza de esta familia. Ellos siempre han tenido los ojos verdes y su riqueza proviene de sus grandes y saludables cosechas gracias al clima cálido y casi nada de frío. La rosa fue escogida para simbolizar la nueva era de paz y armonía en Arank luego de la caída de su tirano el Rey Lionert “Corazón Negro”.

Estandarte del ducado Lershe

Esta familia reconoce como símbolo al ciervo. Se dice que el motivo es que tal animal es el guardián del bosque Velkan y que es protegido por los caballos salvajes de pura sangre. Por ello, los caballeros de este ducado son llamados “Jinetes del Bosque”. Se cuenta que aquel guardián ha vivido por milenios en paz y, en agradecimiento, les otorga una larga vida a los miembros de esta familia.

Estandarte del ducado Verlur

El lobo de hielo, también llamado Lobo blanco simboliza la vida en Verlur así como su eterna misión honorable: luchar en Kolmat. Los lobos en sus montañas aúllan cada vez que el ejército plateado atraviesa las montañas blancas con su señor. Se cuenta que cada duque recibe la bendición y fuerza del rey de los lobos.

Símbolo del Templo

Más antiguo que el imperio Cafder, el edificio de las tres torres conectadas ha sido reconocido y respetado tanto por nobles como por plebeyos. El dorado deslumbra en representación de la sensación brillante de cada ser humano al ser curados por el poder divino de los hombres y mujeres elegidos por su salvador, el Dios Heitor. Un símbolo que causa fe, poder, temor y grandeza

Árbol de la Ciudad libre de Dareinka

Son pocos los que han visto el sello del peculiar árbol. Algunos lo vieron en colores azules, verdes y hasta en rosados. De todas formas, el color no importa, sino el significado de que cada ciudadano es parte de un árbol poderoso que va creciendo cada año. Demuestra su determinación en proteger su legado y la magia del imperio Leoveter o de cualquier reino o nación exterior.

Antiguamente, se veían varios estandartes por la cantidad de reinos en el continente. Algunos se salvaron al ser adoptados por las nuevas familias. Otros tuvieron que ser olvidados como muestra de lealtad al nuevo imperio de Leoveter. Y de los reinos que huyeron, ellos mismos prendieron fuego a los escudos de sus familias para adoptar el Árbol Sagrado.

Hay quienes dicen que algunos estandartes cuelgan en los castillos más antiguos. Pero la mayoría de ellos no llevaban ni el apellido. Con el tiempo, dejaron de considerarse lindos adornos y fueron olvidados. Si aún prevalece alguno de ellos, se desconoce dónde están o quienes lo tienen.

Tal vez ahora los estandartes no son más que la alfombra de un granjero o pudieron ser cortadas en pedazos para confeccionar ropa urgentemente. La cuestión, es que así se demuestra cómo terminan los restos de aquellos que no doblaron la rodilla o bajaron la espada ante Cafder.

NOTA DE LA AUTORA:

Iniciamos la segunda parte de esta historia. Antes empece con el mapa del mundo de esta novela, ahora lo hago con los estandartes y simbolos. Todos fueron hechos por una app, me facilito bastante para poder plasmar, lo más cerca de mi imaginación, los simbolos de estas familias y organizaciones.

Recuerden que para entender esta parte, primero hay que leer "Las libertades del odio". Novela completa y disponible solo en NOVELTOON completamente gratis, no hay que pagar nada, tan solo descarguen la app, se crean una cuenta y buscan la novela bajo el mismo nombre.

Espero que les guste y recuerden que sus criticas son bien recibidas, me ayudan a mejorar y ver en que voy mal.

PRÓLOGO

Cuando Oliver despertó luego de casi un año, lo primero que vio fue el caos en Verlur: desempleo, hambruna, corrupción y crímenes. Todo mientras el marqués Helshen se deleitaba de ser el nuevo señor a pesar de que no era oficial. No habló con su esposa ni cuando le dijeron que ella firmó para ceder los derechos de las tres minas. Ni siquiera pasó a verla, solo quería estabilizar sus tierras. Sin embargo, tuvo que partir a Kolmat para otra expedición. Lo que no sabía, es que era una trampa para matarlo definitivamente.

Encierro, monstruos, flechas, emboscadas y sobreesfuerzo terminaron por reducir su ejército. Perdió la cuenta de cuantos días o meses estuvo en la tierra congelada. Ese detalle tampoco importó cuando regresó al ducado recibiendo otras noticias: su esposa estaba desaparecida o tal vez muerta, una turba furiosa invadió el castillo para matarla.

El Lobo Blanco perdía cada vez más, pero tuvo una pequeña esperanza cuando el 2° príncipe encontró la Reliquia Sagrada. La guerra corta le dio tiempo a Oliver de tratar de estabilizar su ducado. Claro que no fue fácil, el marqués iba pasos adelantes con las ganancias de las minas. Pero no pudo seguir con esa guerra fría, porque el nuevo emperador lo convocó a la capital a la fuerza con la falsa noticia de que tenía a su esposa.

—Duque de Verlur, Lobo blanco… —le dijo el ya conocido tirano de Leoveter—, arrodíllate ante mí y júrame lealtad como tu emperador. Y como muestra de tu juramento, dime el secreto del lobo que ha pasado de padre a hijo durante generaciones en tu familia.

Oliver sabía que no podía decir aquel secreto. Juro ante su moribundo padre protegerlo y solo compartirlo con su heredero. Además, no podía imaginar lo que un cruel tirano como el 2° príncipe, portando la Corona Sangrienta, haría con esa información.

El duque no cambió de opinión ni cuando fue llevado a su ejecución. Sus comandantes, siempre leales, le siguieron hasta la muerte y respetaron su decisión. Por eso fue doloroso para él como señor: ver morir primero a sus subordinados. Aun así no dudo, ni cuando fue llamado traidor,  bastardo o cobarde. Dejó que el tirano de Cafder decapitara su cabeza.

“Me pregunto si estás viva. Lamento no haberte protegido. Espero que tengas una vida mejor”. Pensó en su esposa, la mujer que siempre vio a la distancia desde antes de que se casaran.

Recordó que nunca pudo compartir una conversación adecuada con ella, lo sola que se sentía al no tener a nadie en la Cueva del lobo y cada momento en que la ignoro por creer más en su gente, sin darle ni el derecho a defenderse. Todos esos momentos se sintieron como un puñal al corazón de Oliver. Su esposa nunca le sonrió, sus gestos eran solo tristeza o miedo. Por eso, decidió mantener la distancia para que no fuera más infeliz de lo que era por su forzado matrimonio. Creyó que su infeliz vida de casado era un castigo divino por lo que hizo. Y que su muerte era otro castigo por no arrepentirse de lo que hizo para casarse.

“Recuerdo querías decirme algo antes de irme. Ese momento fue la última vez que nos vimos. Ahora, ya ni recuerdo tu rostro, solo tu figura de espaldas y lo lejos que siempre estuviste de mí. Quiero verte una vez más, tocar tu cabello, besar tus mejillas y hacer que me sonrías. Asi al menos, me iría de este mundo recordando una sonrisa tuya. Dios… no me importa si es falsa, forzada o pequeña, aunque sea dame una sonrisa de ella para no recordarla triste”.

El día de su muerte llovió, saber la fecha no es importante. Lo único que importaba, era que entre esa multitud, la esposa del duque viajo solo para ver su muerte. Diannel no derramó lágrimas, gritó o se alegró. Simplemente no podía creer cómo alguien como su esposo murió. Luego, regresó a donde vivía para luchar por sobrevivir como podía. Pues la tiranía ya comenzó a destruir cada rincón del imperio. Así los plebeyos dejaron de preocuparse por otros.

La cabeza de Oliver estuvo clavada en una larga estaca a las afueras de la villa Venesten junto a miles más. Aquella sangrienta imagen dejó en claro una cosa: el nuevo emperador se había convertido en un matasangre, un tirano que desecha a quien quisiera cuando lo desea.

Aquella muerte llegó a Verlur, la gente lloró por su señor y otros se alegraron mientras lo maldecían por no protegerlos o ser un bastardo. Pero nada de eso importaba, solo el hecho de Jeremy Alan Helshen se convirtió en el nuevo duque de Verlur al doblar la rodilla ante su nuevo emperador, a pesar de que antes su lealtad estaba hacia el 1° príncipe.

Sin algún heredero, aliados o familiares, la familia Verlur desapareció del mundo, su historia era lo único que se podía recordar. Pero el mundo pasó años asegurando que esa poderosa familia cayó en desgracia cuando un bastardo tomó el trono del ducado.

“Dios castigó a Verlur por aceptar a un bastardo como duque”, eran las palabras más repetidas en el imperio Leoveter. Pero pronto dejaron de escupir chismes, entendieron que no tendrían una vida sencilla con un auténtico tirano en el trono y, por si fuera poco, escogido por la reliquia sagrada.

PRIMERA PARTE: EL LOBO BLANCO Y LA DUQUESA BASTARDA

La batalla entre Heitor y La Calamidad, Reskemtrod, marcó un antes y después en la historia del mundo. Pero pocos saben el verdadero motivo de su batalla. “La Calamidad intentó destruir la creación de Heitor por celos” fue la única verdad que se contó y que se contaba.

La calamidad era una creación de Heitor, un dragón único en el mundo y, por ello, condenado a la soledad. Su creador se apiadó de él y le mandó una mariposa morada tan brillante que se convirtió en la luz de esperanza para el dragón. Se volvió su amiga y familia en el gran mundo dominado por humanos. Si hubo celos, estos comenzaron en los humanos. La mariposa traía vida, salud y fortuna con ella. ¿Cómo podría tener el dragón los regalos de Dios? Fue la pregunta que se hicieron los humanos. Y fue el motivo para creer que tenían derecho al nuevo ser de su deidad.

Engañada, la mariposa fue encerrada y torturada por manos humanas. En su dolor, ira y temor, su poder se descontroló. El pequeño ser había desaparecido, la forma humana que tomó fue el resultado de las crueles torturas. Desesperada, sin control o razón, ella creó seres tan aterradores que siempre serían llamados monstruos. Y cuando estas abominaciones de la naturaleza enviaron su mensaje de auxilió al dragón, él no dudó en rescatar a su única familia. El Reskemtrod sabía que ella cambio por tanto sufrimiento, pero nunca imaginó que fuera tanto el cambio.

Genys, ese fue el nombre que adoptó para su nueva forma. Se llamó a sí misma hada porque aún podía volar libremente. En cuanto noto lo que sus emociones descontroladas crearon, decidió tomar responsabilidad. Para ella no era monstruos, eran sus hijos y la familia que tanto el dragón como ella se lo merecían. Sin embargo, esos seres nunca fueron vistos con buenos ojos y su hambre voraz no pudo ser controlada. Tal creación no fue aprobada por Heitor y el Reskemtrod trató de detenerla, pero el hada terminó por corromper su mente. Entre tanta destrucción que ocasionó sin parar, el Dragón le suplicó a su creador que lo matara. Cuando él cayó, también lo hizo el Hada del odio. La calamidad aceptó su castigo, pero no Genys.

No queda nadie con vida que pueda recordar de cómo Genys fue vencida la primera vez. Pero de la segunda vez, solo uno sabe aquella historia: el duque de Verlur. Heitor les habló a los cuatro duques y al 1° emperador a través de distintas formas para detener el retorno del hada del odio durante la conquista de Cafder. Y al de Verlur, en forma de lobo de hielo, le encargó una importante misión: cuidar del recipiente de Genys en cada generación, evitar que se libere y sea encontrada por ambiciosos humanos o vengativos monstruos. Durante años, y sin fallas, los duques de Verlur han cumplido su juramento. Y a pesar de que nunca pidieron nada a cambio, Heitor bendijo a esta familia con la fuerza de diez hombres para cada primogénito.

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