El señor Alfonso Cubas está en la sala pensando en algo, y su esposa que le acompaña.
- Querido, ¿Te pasa algo? Te veo muy pensativo.
- Tengo que llegar a un acuerdo con Lazo. Ese magnate me va a hundir, tiene todas las pruebas en mi contra.
- ¿Qué piensas hacer?
- En eso estoy pensando.
- ¡Bastarda! - Llama a una sirvienta – trae un té para el señor y muévete rápido.
- Le daré a Daniela por esposa.
- ¿Qué? Él nos odia, va a odiar a Daniela.
- Pero no piensas, mujer. Haré pasar a la Bastarda cómo Daniela.
- Me estabas preocupando. - poniéndose una mano al pecho.
Llega Bastarda con la taza de té.
- Aquí tiene su té ¿Desea algo más? ¿Qué va a ordenar la señora?
- ¡Lárgate! - le gritó la mujer a la joven sirvienta.
- Con su permiso.
La joven se fue con la fuente entre las manos y como siempre cabizbaja.
- Ya no estará más en casa. Tranquila. - toma un sorbo de té – Haber criado a Bastarda valió la pena.
- Pero será mujer del magnate.
- Mientras el mocoso muerda el anzuelo, será el hazme reír de todo el mundo.
- Ojalá funcione el plan. Estoy angustiada.
- Ese es un mocoso. Daniela estará protegida por el resto de su vida. La quien va a sufrir en su lugar será la Bastarda.
- Eduardo Lazo es inteligente ¿Si algún día descubre el engaño?
- Es inteligente en los negocios, mientras dure el matrimonio con Bastarda, veré como manipulo las pruebas y así felices vamos a quedar.
- Alfonso, cariño, no sabes cómo admiro tu manera de hacer planes.
- Que la boda sea privada y rápida. Le haré la oferta.
- ¿Cuándo piensas ir a verlo?
- Ahora lo llamo y saco cita. Después de la boda, veo como esconder a Daniela en el extranjero.
Así fue. Y estuvo en la oficina del joven presidente esa misma tarde.
- Señor Cubas, tome asiento. - le molesta la presencia del hombre, pero no lo muestra.
- Gracias, pero quiero ser breve. Usted sabe cómo es el mundo de los negocios. Así qué, directamente quiero quedar en paz con usted dándole a mi hija Daniela como esposa.
- ¿Cómo dice? ¿Casarme con su hija? - eso lo deja perplejo.
- Use a mi hija como símbolo de paz.
- Voy a tener la penosa tarea de educarla al estilo Lazo. No vaya a ser que tenga que pasar vergüenza por su mal comportamiento. Digo, porque soy exquisito en gustos por las mujeres.
- No se arrepentirá, es bien portada. A veces algo terca, como toda mujer.
- No le creo ni una sola palabra.
- Señor presidente, Daniela es mi única hija, es mi única descendencia, le he dado todo lo mejor que le pude dar.
- Aun así, no confío. - es reacio a negociar.
- Pero señor presidente, ¿Tanta desconfianza? El día que usted sea padre me entenderá, se acordará de mí.
- ¿Acaso debo ser padre para entender? Sé quién es usted para darme consejos y me entregue a su hija, debo ir con cuidado.
- Hay cosas y situaciones en la vida que solo se pueden entender mientras se vive. La llegada de un hijo lo cambia todo en un abrir y cerrar de ojos. Créame, te digo porque eso fue lo que viví al ver nacer a mi hija.
- Usted… ¿Se está atreviendo a darme lecciones de vida, cuando hace barbaries? ¿Me está obligando a estar con su hija?
Alfonso no pensó en la astucia de Eduardo. Pero oculta su sensación de nervios con un fuerte suspiro.
- ¡Ay, señor presidente! Yo solo quiero que me entienda, lo mucho que duele en tener que dejar a mi hija en sus manos y no poder verla más en casa. Pero lo entenderá en su momento.
- Voy a evaluar los pros y los contras de su oferta. Puede retirarse.
- Gracias por recibirme.
Al señor Alfonso Cubas se fue, no debió subestimar la inteligencia de Eduardo. No solo es un monstruo en el campo de los negocios, sino que también como hombre en sí.
Una vez fuera de la oficina, llama a su guardaespaldas, quien también hace investigaciones secretas para él.
- ¿El señor necesita de mis servicios?
- Quiero toda la información de Daniela Cubas, hija de Alfonso. Pero no me traigas fotos, no quiero enfermar, debo estar lúcido para preparar mis planes de “educando una esposa”.
- Entendido señor.
El tipo se fue para realizar las investigaciones. Eduardo habla para sí mismo.
-Te haré sufrir según lo que descubra sobre ti. Daniela, te juro que terminarás muerta en mis manos, hasta que aparezca la mujer que prometí a mis padres que la amaría.
¿Qué planes tendrá en mente? ¿En qué consistirá su plan de “educando una esposa”?
A pocos minutos de finalizar la jornada el guardaespaldas toca la puerta.
- ¡Adelante!
- Señor presidente, la tal Daniela Cubas es hermosa pero asquerosa, aquí tengo los lugares que más frecuenta, y lo más interesante es la lista de las veces que fue retenida por la policía. Con frecuencia causa estragos por los efectos del alcohol y es llamada también la perra entre las perras. En la carpeta hay más información, pero tendría que entrevistar a estas personas que son de su círculo. - Le muestra un papel con los nombres.
- Has todo lo que tengas que hacer. Con tal que no haya fotos, yo mismo me encargo de desfigurar su linda cara, si es bella como dices.
- No señor, no he impreso ninguna foto.
- ¡Oh! - Mientras lee un papel de la carpeta - ¡cuántas retenciones!, la hoja está llena de fechas y todas por desorden público.
- Así es.
- Es realmente asquerosa y papá muy feliz apoyando esa mugre. - ahora mira a su guardaespaldas - Has todo lo que tengas que hacer, con tal de tener toda su información.
- Gracias, señor.
- Ya puedes irte.
El guardaespaldas se fue para continuar con la labor de seguir investigando a Daniela Cubas. Mientras tanto el joven presidente hace una llamada.
- ¡Aló! Familia Cubas ¿Con quién desea comunicarse?
- Soy el presidente Lazo, por favor con el señor Alfonso Cubas.
- En un momento lo atenderá.
Unos segundos después contesta el señor Alfonso.
- Dígame, señor presidente.
- Acepto su negociación, pero bajo mis condiciones.
- Pero…
- Pero nada, yo pongo mis condiciones para usted y para su hija. Si alguien de ustedes dos no cumple al mínimo detalle de mis condiciones, abstenerse de pedir clemencia. Sobre todo, usted. No sé olvide que tengo todo muy bien archivado sus trapos sucios.
Alfonso traga con dificultad su saliva. Pero Eduardo no se detiene.
- Recuerde, señor Cubas, un diminuto error y lo destruyo con estas pruebas y más pruebas que estoy encontrando en un contra.
- No se va a arrepentir, señor presidente, ella es bien comportada - Su habla está agitada - se lo aseguro. ¿Para cuándo sería la boda? ¿Qué fecha piensa usted que es la más propicia?
- Esta mañana le dije que pensaría en los pros y los contras ¿Me está usted presionando? ¿Cuál es el apuro, se puede saber? - El tono de voz es fuerte y áspero.
- No, señor... (limpia la garganta) es que a la novia hay que buscar un vestido apropiado para la ocasión, tiene que buscar un estilista que la arregle.
- Yo voy a llamar para confirmar el día y la hora. ¿Quedó claro? Y no olvide que todo tiene que sujetarse a mis condiciones. Se hará lo que yo digo y absténganse de las consecuencias.
Eduardo cerró la llamada, y estuvo muy atento a cada palabra y entonación en la voz de Alfonso, la llamada fue grabada para luego ser analizada.
Alfonso está pálido, Elsa, su esposa está a su lado.
- Éste no tiene ni un pelo de imbécil.
- ¿Tú crees que haya sospechado del plan?
- Parece, pero me hace entender que desconfía de todo. Soy su némesis.
- ¿Qué vamos a hacer?
- Tenemos que hablar con Bastarda.
- Bastarda, ven aquí y rápido.
La joven llega rápidamente al llamado de la señora.
- ¿Qué se les ofrece a los señores?
- Escúchame bien - le dice Alfonso con voz entrecortada - en cualquier momento él presidente Lazo va a llamar, él es tu futuro esposo. Más vale que te portes bien.
- ¿Casarme? ¿Yo? Debe haber un error.
- Cállate estúpida, y presenta atención - le reniega la señora.
- Mira bien, Bastarda, más te vale que te comportes. Si escucho una sola queja de tu comportamiento que hace enojar a tu esposo, él va a destruirme, no sólo mi persona sino también mi empresa y toda la familia. - Alfonso le habla.
- Tienes que obedecer todo lo que tú esposo te ordene. No está permitido un no de respuesta. Eso jamás debes de decírselo, él es un hombre muy poderoso y muy listo. No tienes permitido darle un mínimo disgusto. - recalca la señora.
- Entiendo - estaba triste Bastarda.
- Cambia de cara, tu esposo es rico y quiere casarse contigo. Te ha escogido – Alfonso la anima - es una suerte la tuya. Los ricos y poderosos como tu futuro esposo solo buscan mujeres de renombre, bien educadas, sin embargo, a ti te ha escogido.
- Mañana tendremos que buscar un vestido nuevo y apropiado para la ocasión. Será después del almuerzo, necesitaremos tiempo para buscar el vestido perfecto. Así que, empezamos con ese trabajo mañana.
A la mañana siguiente Eduardo coordina con su abogado para la redacción del contrato.
- Bien, el documento estará listo para las dos de la tarde.
- Perfecto a las tres de la tarde será la boda, haz los arreglos pertinentes.
- Está bien. Nos vemos a las tres en el concejo.
Eduardo busca a su secretaria.
- Gladys, ¿El vestido ya lo trajeron?
- Está en camino, señor presidente.
- ¿A qué hora lo van a traer? - no le gusta que le demoren las cosas.
- A lo mucho en media hora.
- Está bien. A partir de las dos de la tarde me suspendes las actividades hasta las cinco.
- Sí, señor.
- Este es el número de los Cubas, dígales que quiero a Daniela aquí a las dos de la tarde.
- Ella se va a vestir aquí, y de aquí nos vamos al concejo.
- Entendido, señor presidente.
A penas la secretaria hubo llamado a los Cubas, ellos tuvieron que apurar a Bastarda a que termine sus quehaceres y que se bañe bien, para que llegue minutos antes de la hora citada para no quedar mal ante el presidente.
Y están en la oficina del presidente a cinco minutos antes de las dos. Pero no estaba, sino que la secretaria se encargó de ayudar a Bastarda a vestirse y quedar arreglada para la boda. Luego de estar lista, sale de la oficina y Eduardo la puede ver, está tímida y temerosa, la mirada fulminante de su futuro esposo lo dice todo.
-No aparentes, la timidez no es parte de tu personalidad así que deja de fingir.
Bastarda está sorprendida, no está fingiendo.
-Sabes actuar muy bien, pero conmigo dejarás de serlo, de nadie se burla y si tu padre me hace una jugada le saldrá carísimo. - le habla al oído con un acento lleno de odio - ¡Camina!
Ella obedece en completo silencio.
- Deja de fingir. De nada sirve actuar, cuando ya te investigué.
- A mí me dijeron de obedecer y callar. - Su mirada fija en el suelo y la mirada triste.
- ¡Oh! A la niña Daniela le gusta jugar a la obediencia conmigo para no ser disciplinada.
- Me llaman Bastarda soy la sirvienta privada de la señorita Daniela Cubas. Pero también lo soy de los señores Cuba.
Eduardo se ríe a carcajadas.
-Te gusta hacerte la víctima, ahora resulta que te llamas Bastarda. No te queda la actuación, aunque debo admitir que para ser la perra entre las perras actúas a la perfección. Veremos cuánto dura tu actuación.
Bastarda se pone tan triste y termina con una oración.
-Los señores me dijeron que usted quería casarse conmigo.
- ¿Qué? ¿Estás loca? ¿Escoger a una puta como esposa? Eres un tratado de paz. Pero yo te voy a disciplinar para que seas mujer de verdad.
Llegaron al estacionamiento y la hacen subir al auto. El guardaespaldas la vigila severamente y algo no le cuadra, no puede ser Daniela Cubas, físicamente no es, y si fuera truco no es el tipo de comportamiento que debería tener, debería ser sofisticada, arrogante, pero es todo lo contrario. Cuanto más la mira, menos le cuadra que se trate de Daniela Cubas. Pero guarda silencio, al jefe no le gusta que le contradigan.
Se presentan ante el juez y firman los papeles, los guardaespaldas y la secretaria son los testigos. Una vez firmados los papeles, Eduardo toma del brazo a Bastarda y la jala fuertemente hasta el auto, la puerta estaba abierta por lo que la tira y la tira a ella. Se limpia las manos con mucho alcohol medicinal traído por su chofer y se dirigen al pent-house, una vez dentro a esa gran residencia, la tira contra el suelo.
- Aquí te vas a quedar, me serás de sirvienta. Compré está casa para mí, y solo tú vas a quedarte aquí a obedecer mis órdenes y te vas a someter a mi disciplina. ¿Entendido?
- Sí, señor - Con voz baja.
- Habla fuerte y claro como yo.
- Sí, señor - Ella se esfuerza por levantar la voz.
Intenta ponerse de pie cuando él cierra la puerta con llave.
- Vendré a casa a las nueve, y si no hay cena lo verás.
- Sí, señor.
-Deja de actuar – le gritó fuerte.
Bastarda se asustó.
- ¿En serio te asusté? ¡Pobrecita! - con falsa lastima - ¡A trabajar! - le volvió a gritar - esta casa necesita limpieza. Solo si trabajas tendrás comida.
- Señor debo cambiarme.
- Ven acá, pero no te me acerques mucho.
Le lleva al sótano.
-Allí tienes tu cuarto, allí tienes unos trapos, pero apúrate que debo volver al trabajo.
Bastarda se viste rápido. Y sigue a su esposo hasta la cocina.
- Está todo equipado, está todo abastecido. Me tengo que ir. Te quedan prohibidas las preguntas de ¿Vienes a comer? ¿A dónde vas? ¿Con quién? ¿A qué hora vienes? No quiero escuchar ese tipo de preguntas.
- Entiendo.
- Menos mal ¡Ah! Antes de olvidarme, una cosa más. Ahora que estás casada conmigo deberás satisfacer mis necesidades como hombre que soy. Nunca aceptaré un no dé respuesta, vas a satisfacer mis necesidades cada vez que yo quiero, cada vez que yo necesite y a mi manera.
Bastarda solo asiente con la cabeza. Esa noche cenó en casa, pero él mismo se preparó la cena, la cena que Bastarda cocinó fue tirada a la basura.
- ¿No le gustó la cena? - se sentía mal.
- ¿Y si le pusiste veneno? - la está intimidando.
- No, señor. Jamás haría eso.
- Ven acá.
La tomó del brazo fuertemente la llevó al sótano, tiró sobre la cama como si fuese un trapo sucio.
- Desnúdate y rápido. Eduardo sólo se quita el cinturón y le da golpes con el cinturón fuertemente en la espalda, la hacía gritar de dolor.
-Cállate, o te doy más, así lloras por algo.
Cuando vio que era suficiente, la tomó a la fuerza, la violó sin compasión. Temprano por la mañana ella estaba muy adolorida. Eduardo entró a ver a Bastarda, la vio tan adolorida que se le acerca y le habla.
- No te hagas la sufrida Daniela, toma ésta, es una pastilla de emergencia. ¡Trágala!
Le abre la boca y le empuja la pastilla, se la hace tragar a seco.
- Levántate y haz el desayuno, debo bañarme otra vez, debo quitarme toda tu mugre y pestilencia.
Así se inicia la vida matrimonial entre Eduardo y Bastarda. Ella estaba tan adolorida, que a la como pudo hizo el desayuno.
Eduardo está en su oficina. La secretaria entra tocando la puerta.
- Señor presidente, aquí las carpetas para la reunión de la tarde.
- Gracias.
- Disculpe mi intromisión ¿Cómo le fue su noche de boda?
- Fenomenal después de todo.
- ¡Qué bueno!
- Es un arreglo temporal, debo encontrar a Dalila Darcourt. Es con ella con quién debo casarme. Por eso, este arreglo está a espaldas de mis padres.
- Señor presidente, la señorita Dalila Darcourt nunca apareció. Nunca se supo de ella.
- Tiene que estar viva, debo investigar a los Cubas. Hay muchas cosas turbias.
- Para mí, esto no tiene sentido. Ella desapareció que tenía dos meses de nacida.
- A los Cubas no les convenía matar a Dalila. Así que, en algún lugar la deben tener escondida, quizás con otro nombre.
- Son años de búsqueda y nada, la policía, ni nosotros pese a los contactos, nunca pudimos dar con ella.
-No hay que bajar la guardia. Que venga Hernán.
-Sí, señor.
La secretaria obedece inmediatamente. Al rato entra Hernán, el guardaespaldas.
- ¿Qué necesita el señor?
- ¿Pudiste averiguar algo más de Daniela? Estoy tan deseoso de matarla.
- Pude hacer pocas entrevistas, tuve que buscar a la gente.
- Está bien ¿Algo interesante?
- Los tres entrevistados coinciden en que Daniela se acostaba con los profesores a cambio de que le aprobaran sus exámenes de fin de año. Dos de ellos afirman que su sirvienta privada le hacía la tarea, y era mejor su sirvienta que ella asistiendo a la escuela.
- De modo que la perra es perra de nacimiento y bruta.
- Eso no es todo, se ha practicado tres abortos. Esa información solo me lo refirió uno de los entrevistados.
- ¡Qué tal perra! Y ¿Tienes datos de la sirvienta?
- Pedí información al respecto, pero no se han atrevido. Los dos informantes fueron reservados.
- ¿Se ha reservado la información de una sirvienta? Eso no me cuadra, no tiene sentido. Quién será esa sirvienta.
- ¿No será un respeto?
- A quién le importa la vida de una sirvienta…espera …dijiste que la sirvienta hacía mejor las tareas que Daniela…y reservan su identidad… más de uno lo dice…algo no me cuadra. - Está muy pensativo, calcula rápido – Simplemente no me cuadra, hay algo que no quieren decir, algo debió haber pasado… sigue entrevistando.
Eduardo se pone a escribir, hay una larga lista de acontecimientos y de repente recuerda lo de anoche. Recuerda que después de abusar de la supuesta Daniela tenía su amiguito lleno de sangre. Otro dato que no encaja ¿Se hizo la reconstrucción del himen para alguien? ¿Estaba con su periodo?... Hay cabos sueltos, espera que su guardaespaldas haga más entrevistas y poder hacer comparaciones.
Al llegar a casa, buscó a su esposa.
- ¡Daniela! ¿Dónde te has metido?
- Aquí estoy, estaba limpiando el balcón.
- ¿Hiciste la cena? - le grita
- Sí, señor. - le contesta con sumisión.
- Sírveme pues, ¿Qué haces allí parada?
- Lo siento.
Bastarda fue a servir a su esposo, y se hace a un lado. Eduardo revisa el plato y se lo tira
-Ese plato que me has preparado no me gusta. Prepárame otra cosa.
La lleva a la cocina, y la supervisa. Bastarda está preparando la cena según lo que su esposo le ordena. Eduardo observa cada movimiento y saca su conclusión: “Ella domina la cocina como un experto. Pensaré dos veces antes de comer”
- Después de cenar, lavas los trastes y te vas a dormir, parece que es lo mejor que sabes hacer.
Ella solo llora, es humillante vivir así, pero no puede dar un disgusto o será castigada.
- ¿Qué chillona eres? No es para tanto. Para perrear con los profesores si eres buena, pero para satisfacer a un esposo eres de lo peor.
Eduardo va a su habitación y se prepara para dormir de manera perezosa. No le pregunta si comió bien, al almuerzo, si se le pasó el dolor de espaldas. No tiene ni más mínimo interés por ella.
La semana terminó y fue dura para Bastarda, pero satisfactoria para Eduardo ya que él hace sus descargas seminales con la misma mujer. No necesita ir a los antros y mucho menos pagar por el servicio sexual. Tener sirvienta hasta para eso le sale a un precio.
Hoy es el día del informe final que recibiría de su guardaespaldas.
- Muy bien, toma asiento Hernán y dime todo lo que sabes ahora de la perra. Hoy se cumplió una semana.
- He logrado entrevistar a todos y muchos coinciden que ella suele ir a un antro que está en Asia y casi siempre tiene problemas con la policía por maltrato hacia la autoridad.
- ¡En Asia! Me gustaría saber si la extrañan para hacer algunas averiguaciones. Averíguame que días son los más recomendables.
- Sí, señor.
- ¿Qué más te han contado?
- A Daniela le gusta presentarse semidesnuda a los antros, es más, está semana durante la fiesta se quedó en bikini para llamar la atención.
- ¿Qué? ¿Esta semana? ¿Seguro?
- Sí, señor presidente. Esa información fue corroborada por varios y el señor Cubas tuvo que pagar fianza para que salga de la comisaría.
- Aquí hay algo que no entiendo. Si yo estoy casado con esa perra y la tengo encerrada ¿Cómo pudo haber ido a Asia? ¿Cuánto tiempo es de aquí hasta Asia?
- Son dos horas si se va directo por la panamericana. Nadie va con taxi, solo se puede entrar si la persona tiene auto propio.
- Siempre que vengo a casa ella está, y cuando me levanto siempre está. Ella no conoce el código de acceso al circuito cerrado de seguridad.
- Señor. Entonces la mujer que tiene por esposa no es Daniela, los Cubas han hecho pasar a una inocente en su lugar.
- Tienes idea de lo que estás diciendo. Porque de ser así, tendría sentido la conducta.
- Señor, la pregunta es ¿Quién es la mujer que tiene por esposa? Si no es Daniela, entonces….
- ¿Quién es? ¿A quién fueron a acudir los Cubas para engañarme?
- ¿Qué piensa hacer?
- Voy a llamar a mi abogado, se lo advertí al viejo ese. Ahora sí lo voy a destruirlo no sin antes desfigurar la cara de Daniela.
- Señor, en esta carpeta le dejo más detalles sobre las entrevistas. Están detallados por personas.
- Antes de que te vayas. Pudiste averiguar algo sobre la sirvienta privada de la perra.
- Ni siquiera uno de todos los entrevistados quiere dar detalle alguno de la sirvienta.
- Estoy es misterioso ¿Qué va a pasar con la señora Lazo?
-Dejaré en paz a la Bastarda, voy a ocuparme del viejo Cubas y su empresa, lo haré pedazos. A mi esposa le daré el divorcio, después de destruir a los Cubas.
- ¿Qué orden tiene ahora?
- Trátala normal, ya no seas tan duro. Pero nos vamos a Asia, hasta dar con ella y ajustar las cuentas. Te puedes retirar.
Eduardo está desconcertado
- “¿Con quién me casé?... ¿A quién le hice daño sin saber? ¿Con que cara le voy a pedir disculpas? ...Tengo que destruir a los Cubas, primero, luego liberar a Bastarda y luego poder buscar a Dalila sin obstáculos… ¡Ay, Dalila! Un poco más, solo un poco más y estarás a salvo”.
Eduardo piensa en cómo lidiar el asunto con su esposa, ya quedó claro que Daniela está protegida por papá.
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