-¡No pienso casarme con ese viejo decrépito!- Gritó Alice al escuchar el pedido de su madre. El enojo se apoderó de ella con tan solo escucharla hablar sobre un matrimonio arreglado, pero esto iba mucho más allá de lo que ella podría llegar a querer, porque si ella no aceptaba este matrimonio todo resultaría en catástrofe.
Todo comenzó cuando Lorenzo, el hermano mayor de Alice decidió escaparse con Alma, una joven hermosa que amaba a Lorenzo, pero que era parte de una familia muy poderosa de la ciudad de Apulia en Italia. Lorenzo llevaba una relación a escondidas durante meses con Alma, pero en cuanto la familia de ella decidió casarla, ambos decidieron escapar dejando a la familia en deshonra.
Cuando la familia Rinaldi encontró la habitación de Alma vacía comenzó una exhaustiva investigación para dar con el paradero de su hija, para su sorpresa los encargados de buscar a la joven descubrieron que Alma Rinaldi y Lorenzo Amato tenían una relación. Esto enfureció al señor Rinaldi quien rápidamente Irrumpió en la casa de la familia Amato. Todos dormían, cuando los hombres de Rinaldi ingresaron a cada habitación obligando a todos los presentes a reunirse en el salón. Roxana, la mamá de Lorenzo sabía a qué venían, ya le había advertido muchas veces a su hijo sobre su relación, aunque él nunca la escuchó, y sabía que este era su fin.
-¿Dónde está su hijo, señora? -Preguntó el señor Rinaldi mientras su temible figura se acercaba a la señora Amato.
-Le juro que no lo sé... - Tartamudeo Roxana por el miedo de que este hombre le haga daño.
-¡Odio que me mientan! -Exclamo enojado. Y aunque Roxana quisiera ayudarlo, realmente no sabía dónde encontrarlos.
-Le digo la verdad…-Sollozo
-Si me estuviera diciendo la verdad, yo ya sabría donde está mi hija. ¿No le parece?
-Quisiera ayudarlo, pero realmente no lo sé.-Contestó sin levantar su mirada.
-Entonces le refrescaré la memoria señora Amato. -Se burló el mientras sacaba un cuchillo del bolsillo de su saco.
-No, no, no por favor.-Suplicó mientras los hombres de Rinaldi la levantaban del suelo y llevaban hacia la cocina. Los hermanos de Lorenzo estaban presentes observando muy asustados toda la situación, pero no podían hacer nada, ya que eran muy pequeños.
Estos hombres sentaron a Roxana en una silla y pusieron sus manos sobre la mesa.
-Ahora... espero que comiences a recordar porque sino te quedaras sin dedos. Cortaré uno a uno. - Amenazó el señor Rinaldi mientras le enseñaba el cuchillo a Roxana.
-¡Le juro que no sé nada! ¡Se lo juro!- Respondió ella con desesperación. Pero para este hombre nada era imposible, se acercó a ella y comenzó a pasar el cuchillo cerca de su mano inspirandole temor, de momento este acercó el filo a uno de sus dedos y lo cortó. Roxana comenzó a gritar de dolor, este hombre no pararía hasta saber la verdad, pero ella no lo sabía. Rinaldi volvió a preguntar, mientras Roxana veía como se iba desangrando lentamente, al no tener respuesta este volvió a atacar tomando otro de sus dedos, pero de repente una llamada lo Interrumpió, Rinaldi contestó y sonrió fríamente.
-Vamos a dejar a la señora Amato, porque ya encontramos a Lorenzo... - Informó con una sonrisa tenebrosa, Roxana sabía que esta noche su hijo moriría por eso en cuanto la soltaron ella se tiró al suelo y soltó un grito de dolor. -Vaya al hospital, se va a desangrar... - le sugirió el señor Rinaldi irónicamente.
Roxana rápidamente tomó un repasador que había en la cocina y la puso sobre su herida para frenar la hemorragia, fue en busca de sus pequeños hijos y rápido salieron hacia el hospital. Una vez allí fue atendida y vendaron su mano sin oportunidad de recuperar el dedo que le habían cortado. Salió del hospital destrozada, y se sentó sobre el cordón de la vereda a llorar mientras sus pequeños la abrazaban, su corazón estaba partido y el hecho de no haber abrazado por última vez a su hijo la hundía más.
Tomó su teléfono celular e intentó contarle a su esposo todo lo ocurrido, él no dudo un momento en dejar su trabajo para ir junto a ella.
Mientras tanto el señor Rinaldi llegó a su casa, allí estaban Alma y Lorenzo, parados en la sala como si nada les importara más que amarse.
-Entonces este idiota es el pusilánime por el cual dejaste tu vida.-Increpó el señor Rinaldi apuntándole.
-Yo lo amo papá, deberás entenderlo.
-Ja ¿Tendré que entenderlo?? -Sonrió irónicamente, pero no podía creer lo que su hija le decía. Camino mirando hacia otro lado y volvió a mirarla. -Mañana te casas Alma... Y quiero que a este campesino lo lleven al establo.
-¡No papá por favor!- Suplico Alma tirándose de rodillas al suelo.
-Hija levántate... Aún puedes cambiar tu destino.
-No papá, no puedo.
-¿Cómo que no? Mañana te casarás y serás parte de la familia De Luca.
-No puedo papá.. ¡Estoy embarazada!
-¿Qué?? ¿Estás loca??
-No papá, así que si lo matas a él, a mí también.
-No puedo creerlo, no te alcanzo con escaparte con este tipejo que también te embarazas... - Contestó enojado, rápido se acercó a Lorenzo y lo golpeo en el estómago haciendo que este cayera al suelo.
-¡Déjalo! ¡Déjalo!-Suplicaba.
-¡No lo dejaré!-Exclamo mientras lo seguía golpeando en el suelo.
-Es el amor de mi vida.. ¿Por qué no lo entiendes?
-¡Tu Cállate mujerzuela!- Le grito furioso abofeteandola. Alma toco su rostro y comenzó a llorar, cuando el señor Rinaldi la escuchó llorar decidió parar, si había alguien a quien amaba mucho era a su hija y prometió jamás hacerle daño, aunque esta vez se había ido de sus manos.
El señor Rinaldi se arrepintió de haber golpeado a su hija e intentó tranquilizarla, se acercó a ella, pero su hija se negó a aceptar un abrazo de su padre. Él se giró y comenzó a pensar en que debía hacer, no quería quedar como un débil frente a todos y tampoco aceptar que su hija había quedado embarazada de un hombre que no era adinerado, pero si volvía a hacerle daño no se lo perdonaría, volvió a mirar a su hija y ordenó que dejaran a Lorenzo en su casa, el señor Rinaldi luego de eso se dirigió a su estudio prefería pensar con tranquilidad porque el enojo no lo dejaba razonar. Alma quedó en la sala enojada, mientras que uno de los hombres de su padre se paraba frente a ella obligándola a volver a su habitación, Alma se levantó enojada y rezongando e intento ir detrás de su padre, pero este solo cerró la puerta de su estudio sin mirar hacia atrás.
Fue una noche muy larga, tanto Alma, como su padre no podían dormir, ella preocupada porque Lorenzo se encontrará bien y su padre porque quería solucionar este problema. Lorenzo volvió a su casa y encontró a su madre llorando en la cocina, estaba muy mal esperando lo peor, mientras que el papá de Lorenzo intentaba contenerla. El ruido de la puerta abriéndose los alertó y rápido se levantaron de la silla, él se paró frente a ellos y rápido corrieron a abrazarse, su madre lloraba tanto, no podía creer que estuviera su hijo de nuevo en sus brazos. De repente Lorenzo diviso la mano de su madre, estaba toda vendada y quería saber que le había sucedido.
-No te preocupes hijo, me corté cocinando.
-Ay mamá debes tener cuidado.- Contestó afligido.
-Lo importante es que ya estás aquí hijo, sentía mucho miedo de no volverte a ver.
-¿Cómo sabías que corría peligro mamá??
-El padre de esa muchacha ha venido a buscarte…
-¿Él vino aquí?? ¿Te ha hecho daño?
-No hijo, pero quería encontrarte y creí que jamás volvería a abrazarte. ¿Qué fue lo que sucedió?
-¡Él me dejo libre mamá!-Exclamo contento. -Es que Alma le ha dicho que será abuelo.
-¡¿Qué??!-Exclamo su madre asustada tocando su pecho.
-Si mamá, serás abuela...
-Hijo, ese hombre te matará.
-No te preocupes mamá, Alma va a hablar con el para que nos casemos.
-¿Tú crees que él querrá que te cases con su hija? ¿Estás loco?
-Mamá él sabe que su hija no lo volverá a hablar si no me acepta.
-Ese hombre es peligroso hijo, no debes de fiarte de las palabras de esa chica.
-Su hija hace lo que quiere con él.
-Él nunca aceptará que tú seas su yerno Lorenzo, por favor razona. Lo que tú debes hacer es irte ahora que te han dejado libre.
-Yo no dejaré a mi hijo...
-Hijo yo te enviaré fotografías del niño, pero no quiero que te asesinen...
-No mamá...
-¡Hijo por favor! Piensa en tus hermanos.-Le Suplicó.
-No hará nada mamá, ya verás...
Su madre suspiró fuertemente y quedó con la mirada dirigida a la nada, no sabía qué pensar y no podía entender como su hijo era tan terco.
Lorenzo acarició el rostro de su madre y miró a su padre quien estaba apoyado sobre la cocina en silencio, rara vez su padre opinaba siempre dejaba que Roxana se encargará de los niños, pero esta vez que debía poner mano dura solo se quedó en silencio. Lorenzo se despidió de sus padres y fue a su habitación, mientras que ellos se quedaron en la cocina pensando que deberían hacer con su hijo.
En la mañana golpearon la puerta, Roxana puso su mano en el pecho, estaba asustada, mientras que su esposo fue lentamente a abrir la puerta de entrada. Nuevamente, el señor Rinaldi estaba allí, esta vez solo quería hablar, pero con solo su presencia intimidada a los padres de Lorenzo.
Lo hicieron entrar y se sentó en la sala haciendo que los padres de Lorenzo hicieran lo mismo.
-¿No se sentarán?-Pregunto mirándolos a la cara.
-¡Claro, si! -Contestó la madre de Lorenzo sentándose rápidamente en el sofá.
-Como se habrán enterado, su hijo embarazo a mi hija... Debería matarlo, despedazarlo, pero no querría dejar a mi nieto sin un padre.
-Sentimos mucho lo que ha hecho mi hijo...-Contestó el papá de Lorenzo.
-Bueno, pero con disculpas no solucionaremos nada. Ahora mi hija quiere casarse con él, odio la idea que haya elegido a un campesino, pero decidí que podrían casarse...
-¿Usted me está hablando en serio?? Pregunto sorprendida Roxana.
-Lastimosamente, si, no quería que mi hija esté con un tipo de esta clase, pero como dije no dejaría a mi nieto sin un padre y mucho menos le haría daño a mi hija.
-¿Entonces dejará que se casen??
-Si, pero en mi familia acostumbramos a dar una dote por el matrimonio, pero al parecer ustedes no tienen nada digno para intercambiar... -Contestó ojeando la casa.
-¿La casa? ¿Usted quiere nuestra casa?
-¿Este sucucho? ¡Por favor! Ni un perro querría este lugar. -Se burló.
-Es lo único que tenemos señor... -Contestó Roxana afligida.
-Por esa razón tengo otra propuesta para hacerles... -Los padres de Lorenzo lo observaron atentamente esperando que él pronuncie su respuesta. - Quiero a su hija, así como su hijo tendrá a mi hija, ustedes deben darme a la suya.
-¿Qué? Pero Emily tan solo tiene 8 años...-Objeto el papá de Lorenzo.
-¿Qué? ¡No! -Negó con la cabeza el señor Rinaldi. -Ustedes tienen otra hija...
-¿Alice? Pero Alice no está aquí... Ella está en la ciudad, nunca aceptaría irse con usted.
-Bueno... Si ella no viene conmigo tendré que cambiar mis planes.-Amenazó con la mirada.
-¿Sus planes?
-Claro, podría llevar a mi hija al extranjero y asesinar a su hijo... Es muy fácil para mí.-
Los papás de Lorenzo lo observaron con temor, ellos sabían que era imposible que Alice quisiera casarse con ese hombre. Ella es una joven muy liberal y se había ido a la ciudad justamente para ser libre.
-Bueno piénsenlo... -Sugirio Levantándose del sofá, abrió la puerta y se marchó, mientras que ellos quedaron allí con un nudo en la garganta. Sabían que Alice nunca aceptaría...
Al parecer lo único que quedaba era que Alice se casara con ese hombre, no estaban dispuestos a perder a su hijo y si debían sacrificar a su hija para ello... Lo harían.
Roxana tomó el teléfono y llamó a Alice, quien se encontraba estudiando, pidiéndole que vuelva a casa porque estaba muy enfermo su padre, Alice al escuchar la noticia empaco sus cosas y salió rumbo hacia el aeropuerto, quería llegar lo más rápido posible con su familia, pero no encontró ningún vuelo disponible lo único que quedaba era ir por ruta.
Al día siguiente Alice llegó, sus padres al ver el auto llegar pensaron que era solo un taxi que la traía a casa, pero en realidad era el auto de su novio Pedro con quien mantenía una relación hace unos meses. Roxana y Carlo salieron a recibirla esperando que ese joven únicamente sea un amigo, pero lo primero que hicieron al bajar del auto fue tomarse de las manos. Alice corrió hacia su padre y lo abrazo desesperada, ya que estaba muy asustada por su salud.
-¡Ay papá! ¿Cómo estás? - Se tiró en sus brazos con lágrimas en su rostro.
-Estoy bien pequeña...
-¿Qué fue lo que sucedió?-Indagó separándose de su cuerpo.
-Entremos a la casa hija, adentro te contaré todo...
-Bueno papá, quería presentarles a Pedro. Él es mi novio.
-¿Tu novio?
-Si papá...
-Un placer conocerlos. -Se presentó Pedro intentando estrechar la mano con Carlo, pero este dudo en hacerlo.
-Un placer Pedro, soy Carlo.-Contestó finalmente estrechando la mano.-Entremos...
Alice tomó de la mano a Pedro y lo llevó al interior de la casa de sus padres, quedo fascinada al ver que nada había cambiado en el tiempo que ella se había ido. Aunque era una casa muy modesta, su madre siempre lo mantenía con ese olor tan peculiar que la hacía sentir en casa.
Una vez sentados en el comedor, Roxana trajo el desayuno para todos, inclusive compro Cornetto para ella como tanto le gustaba. Alice estaba ansiosa por saber lo que había sucedido con su padre, pero al ver que ellos no eran capaces de decirlo, decidió preguntar.
-Papá quisiera saber como te sientes, he quedado muy preocupada por tu llamado.
-Hija querida, lo que debemos hablar debe ser a solas. -Contestó dirigiendo la mirada hacia Pedro, Alice observó a Pedro a quien le brotaba la incomodidad y tomó su mano para intentar tranquilizarlo.
-Está bien papá, después de desayunar podremos ir a hablar a un lugar más apropiado.
-Bueno hija. -Contestó él y se dirigió hacia Pedro.- Pedro no quisiera incomodarte con mis palabras, solo que como es algo delicado prefiero hablarle a solas.
-No se preocupe señor, entiendo perfectamente.-Y continuaron con el desayuno.
Alice intentó terminar su desayuno lo más rápido posible para que su padre le contara lo sucedido, su madre quien la observaba todo el tiempo, golpeo con su codo a Carlo para que llevara a Alice a la habitación y él rápidamente se levantó del asiento.
-Bueno hija.. ¿Vamos a mi habitación?
-Está bien papá. -Y se levantó para ir detrás de él.
-¿Te molesta si voy con ellos?-Pregunto Roxana a Pedro.
-No, no señora. Por favor vayan y hablen tranquilos, yo esperaré aquí.
-Muy bien Pedro, enseguida vuelvo.-
Roxana se dirigió a la habitación a pasos cortos, pero continuos para llegar lo más rápido posible, llego abriendo la puerta de la habitación sorprendiendo a Alice, que aún no había recibido la noticia.
-¿Me pueden decir que es lo que sucede??-
-Hija es una historia muy larga, pero te contaremos. ¿Quieres sentarte?-
-¿Qué sucede papá??
-Mira hija, tengo un problema en el corazón, ayer estaba muy mal, pero una persona me ha ayudado con todos los medicamentos e inclusive me pagará la operación.
-¿Y eso que tiene de malo papá? Alguien quiere ayudarte...
-No es eso hija, el problema es que yo acepte y luego me ha hablado del precio de dicho favor.
-¿Cómo? ¿Cuántos debes pagar papá? -Indagó preocupada.
-No quiere dinero...
-¿Y qué quiere?
-Quiere una esposa...
-¿Qué? ¿Mamá tú no te prestarás para esto verdad?-
-¿Qué? No, no hija. - Negó su madre.
-Hija déjame terminar...-Rogó su padre mientras que Alice estaba en shock observando a ambos.-Él no quiere a tu madre, te quiere a ti.
-¡¿Qué?! ¿Está loco?-Exclamo enojada.
-Hija debes hacerlo...
-Yo no puedo hacer eso, tengo novio, tengo una vida. ¿Quien es el desgraciado que les ofreció esto?
-Es el señor Rinaldi.
-¿Él señor Rinaldi? ¿Es el Rinaldi que yo creo?-Tartamudeo con una opresión en el pecho.
-Si hija...
-¿Cómo pudieron aceptar esto?
-Hija no teníamos opción, yo no tenía el dinero y estaba a punto de morir. Creí que me cobraría con dinero, nunca pensé que fuese así.
-No puedo aceptar esto papá, no puedo...
-Hija nos matarán, no puedo dejar que le suceda algo a tus hermanitos.
-¿Y si intentamos darle el dinero?-Sugirió.
-Ya lo intentamos hija y tu madre sufrió las consecuencias.
-¿Qué consecuencias?-Pregunto enojada, su madre se descubrió su mano, mostrando el dedo que le habían cortado. Alice sorprendida tapó su boca y las lágrimas comenzaron a brotar de su rostro, caminaba de un lado hacia el otro, se acercó a su madre tomando su mano con delicadeza para no lastimarla, se sentía tan mal por lo que había sucedido con ella.- Ay mamá no puedo creer lo que te han hecho.
-Por esa razón hija queremos pedirte este gran favor, sé que no será fácil para ti, pero si a tus hermanos les sucede algo moriríamos. -Rogaba su padre con lágrimas en los ojos
-Yo intenté sacrificarme, porque no sería capaz de obligarte a cargar con nuestros problemas, pero pedía que Emily sea su esposa.
-Emily es solo una pequeña. ¡Viejo depravado! Lo odio.
-Por favor Piénsalo hija...-Insistió su madre.
-¡No pienso casarme con ese viejo decrépito!-Grito Alice enojada ante el pedido de su madre.
-Está bien hija, entonces te pido que por favor vuelvas a la ciudad... Y si escuchas sobre lo sucedido aquí por favor no vuelvas.
-¿Me estás echando mamá??-Pregunto entre dientes con lágrimas en sus ojos.
-Hija si no puedes ayudarnos solo pido que vuelvas por donde has venido, seguramente luego de esto nos espera la muerte, pero como no puedes ayudarnos te pediría que te retires y ya no vuelvas aquí.
-¿Es porque no quiero casarme con ese viejo?
-Es porque ahora debemos lidiar con los problemas, si no puedes ayudarnos lo mejor será que no estorbes y vuelvas con tu novio a la ciudad.
Alice bajo la mirada sintiéndose muy arrepentida por haber contestado de esa manera, ellos estaban cargando con este problema y conocía muy bien al señor Rinaldi, sabía que él era capaz de todo. Si perdía a su familia ¿Qué más le quedaba?. Volvió la vista a su madre y la tomó de las manos.
-Lo siento mamá, déjame pensarlo esta noche. ¿Si?
-Hija siento mucho meterte en este problema, es que ya no tengo más opción.
-Lo sé mamá, lo sé...- Alice se separo de sus padre y abrió la puerta para retirarse de la habitación.
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