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ERES MAQUIAVÉLICO.

Oliver Howard Collins.

Vanesa Araque es una chica con problemas visuales. Puede ver, pero no del todo. Los lentes de aumento no ayudan, sólo lastiman más su vista. Por eso ella decide no usarlos. A causa de éso le cuesta mucho trabajo la escuela y distinguir el rostro de las personas.

Un día mientras camina por un parque escucha una melodía muy hermosa. La música de alguna forma llena ese vacío que siente por su condición.

Ella le pide a su padre que la inscriba en clases de guitarra. Su padre con tal de verla feliz lo hace, es su forma de compensarle que ella no pueda ver bien.

Vanesa fracasa cómo guitarrista. El instrumento le resulta complicado e incómodo. Empieza a tomar clases de violín pero pasa lo mismo que con la guitarra. Cambia a flauta, pero a los dos meses abandona ése instrumento.

Su padre la regaña por no ser perseverante. Nunca conseguirá nada si continúa así. El ya ha desperdiciado mucho dinero en sus cursos. No está dispuesto a gastar un centavo más.

Vanesa se encuentra muy triste pero su madrastra la consuela.

— No te preocupes cariño, si tú padre no quiere pagar tus clases, lo haré yo. — Sabrina la quiere cómo si fuera su propia hija.

— Gracias mamá. — Vanesa no sabe que no es hija biológica de Sabrina. Desde que nació le hicieron creer que ella era su madre. Incluso en el acta de nacimiento es el nombre de Sabrina el que aparece.

El día del curso Vanesa se levanta de muy buen humor. Está decidida a tomar clases de piano y durar mucho tiempo en ellas.

Su madrastra paga la inscripción. Ella llega a su primer día de clases y toma asiento. El instructor es un hombre muy amable. Vanesa se siente muy agusto es ese ambiente. El piano es el instrumento que le le ha gustado más en sus 11 años de vida.

Cuando las clases terminan sale del auditorio. Mientras cruza la calle un auto casi la atropella.

— Señorita, ¿se encuentra bien?. — Un chófer sale del auto y la revisa.

— Si gracias.

— Niña tonta, fíjate por dónde caminas. — Un joven muy guapo aparece para reprenderla.

— Lo siento. No era mi intención. — Se disculpa Vanesa.

— Deja de regañarla. No fue su culpa.— Otro joven guapo aparece para protegerla. — ¿Estás bien?.—La ayuda a levantarse.

— Si. Gracias.

— Si la mocosa está bien vámonos. No debo llegar tarde a la universidad. — El chico sube al auto y azota la puerta.

— No le hagas caso a mi primo. Tiene pésimo carácter.

— Si no me dice no me doy cuenta. — Ambos rien.

— PUEDES APÚRATE VOY TARDE. — Grita el malcriado desde el auto.

— Me tengo que ir. Adiós.

— Adiós.

Los jóvenes del auto son Jaiden Collins Murphy y Oliver Howard Collins.

Jaiden es un chico de 16 años. Hijo de Robert Collins y Ester Murphy. Los dos empresarios más adinerados de California.

Ellos contrajeron matrimonio cuándo tenían 18 y 23. Los abuelos de Jaiden obligaron a los padres de este a casarse. Las empresas estaban en pleno desarrollo y un matrimonio mejoraría todo.

Ni Ester ni Robert se amaban, sin embargo aceptaron el matrimonio. Se suponía que sólo duraría un año pero Ester quedó embarazada.

Ése niño es Jaiden. Un chico de mal carácter que creció rodeado de lujos y carente de amor. Ni su padre ni su madre estaban entusiasmados con su nacimiento. El no era otra cosa que un error. Y una unió eterna entre ellos. Ambos se reprochaban el haberlo tenido ya que los abuelos de Jaiden prohibieron un divorcio. Sería muy escandaloso habiendo un hijo de por medio.

Oliver por otro lado es hijo de la hermana de Robert. Y ha pesar de ser primos sus vidas sólo se parecen en el hecho de que ambos son millonarios. En lo demás son como el agua y el aceite.

Jaiden y Oliver se quieren mucho, aunque Jaiden le tiene un poco de envidia a su primo. Esto se debe a qué los padres de Jaiden siempre han tenido cierta preferencia por Oliver.

Jaiden ha hecho de todo por ganarse el cariño de sus padres. Desde tener las mejores calificaciones, hasta ganar concursos de esgrima, y otros deportes. Desafortunadamente no ha logrado nada, así qué desquita su rabia tratando mal a los demás.

En el auto.

— Jaiden si continúas con ese carácter vas a espantar a todas las chicas. — Se burla Oliver.

— Si tú continúas con ese carácter nunca nadie te va respetar.

— No me digas.

— ¿Porqué tenías que salir y ayudar a la mocosa?

— Es que no pude resistirme. Era una niña muy bonita.

— Eres raro. ¿Cómo te puede gustar una niña de ocho años?

— Más raro es el tipo que va a la universidad con apenas 16. Y además esa niña no parecía de ocho años. Tiene al menos 12.

— Pues por su carita de niña parece que tiene ocho. Y sobre lo otro, yo sólo me salté dos aburridos años de preparatoria.

— En esos dos años pudiste conocer al amor de tú vida.

— No digas tonterías. El amor no existe. Y menos en nuestro círculo. Nosotros sólo salimos con personas por conveniencia y placer.

— Hablas cómo un veterano de los negocios.

— En unos años lo seré. Eso tenlo por seguro. — Afirma Jaiden con tal confianza que podría convencer a cualquiera.

...10 AÑOS DESPUÉS...

...Vanesa....

Llegué a mi casa muy emocionada.

— Buenas noticias. — Dije feliz mientras abrazaba a mi madre.

— ¿Qué pasa cariño?

— Hoy vinieron a vernos varios patrocinadores. Toqué el piano y me quieren contratar para una gira por todo Estados Unidos. — Grite emocionada.

— Eso es fantástico hija.

— ¿Verdad que sí?, ya quiero que llegué. Tal vez con el dinero de la gira pueda pagar mi cirugía.

— ¿Sigues pensando en eso?

— Quiero ver bien. Quiero saber que ropa elegir sin molestarte, quiero salir de cita con el chico que me gusta y que el no terminé conmigo por mi problema.

— Hija a mi no me molesta ayudarte a elegir ropa. Y si los chicos se arrepienten de salir contigo son ellos los que pierden. No tú. Si yo fuera un chico me enamoraría perdidamente de tí.

— Lo dices porqué eres mi madre.

— Lo digo porque es lo que me pasó cuando te ví por primera vez. Me enamoré perdidamente de tí.

— Madre eres tan linda que quiero comerte.

— Lo sé. Ahora ve a darte un baño porque tú padre no tarda en llegar.

— Claro. — Subí a mi habitación.

Por la tarde le dí la buena noticia a mi padre. A él no le emocionó tanto.

— ¿Cómo qué gira?.

— Una gira es un...

— Se lo que es una gira Vanesa. Y la respuesta es no. No vas a ir.

— ¿Pero porqué?. He trabajado muy duro estos diez años. Al fin tengo una oportunidad buena ¿y no me quiere dar permiso.?

— Así es. No tienes permiso.

— Pero papá...

— Pero nada. — Se levantó de la mesa y se fue.

— Mamá tiene que hacer algo. Por favor.

— Hablaré con el. De todas maneras tú ya eres mayor de edad. Puedes elegir por tí misma.

En eso tiene razón. Ya soy mayor de edad. No necesitó el permiso de nadie.

FOTO DE LOS PERSONAJES.

Vanesa Araque. (El nombre de esté personaje es en honor a una lectora que siempre me comenta mis historias).

Jaiden Collins Murphy

Oliver Howard Collins.

no quiero sobrinos.

En otra parte de California.

...Jaiden....

Quién se iba imaginar que mi querido primo se convertiría en todo rompe corazones. Va de mujer en mujer.

— ¿Mínimo te cuidas?, no quiero sobrinos regados por todos lados. — Sonreí con malicia. Ya me imaginé la cara que pondrá mi tía sí Oliver sale con algo así.

— Tranquilo. Si algo aprendí bien en la preparatoria fue el tema de los métodos anticonceptivos. — Sonrió.

— ¿Cuántas te tomaste?. — Lo crudo se le notaba a 10 metros de distancia.

— Unas dos o tres.

— No traes cara de dos o tres cervezas.

— Fueron botellas.

— Te acabarás la fortuna de mis tíos en las cantinas.

— No creó. Gracias a tus habilidades nuestra fortuna se ha incrementado en un 30% en los últimos años.

— Pero gracias a ti ha disminuido al menos 12%.

— Jaiden no estoy para tus regaños. Mejor ve a la empresa y saludas a la chica linda de mi parte.

— ¿De quién hablas?

— De la recepcionista pelirroja. Si yo fuera tú me la habría tirado desde hace mucho tiempo.

— A diferencia de tí yo si elijo bien con quién acostarme. Ahora desayuna. Necesitas recuperar energía.

— A veces te comportas cómo mi madre.

— Jajaja. — Reí sarcásticamente. — Mi tía ya no te aguantaría si supiera en lo que te has convertido.

— No es mi culpa.

— Te dije que no era la mujer para tí, te advertí que no te enamorarás de ella. Mirá cómo terminaste por no hacerme caso.

— No todos tenemos un corazón de piedra cómo el tuyo.

— Supérala. Estoy seguro de que Alexa está feliz viviendo en Europa.

— No menciones a esa zorra.

Esa zorra cómo la llamas se alejó de tí por culpa de mis tíos. Si supieras seguro irías detrás de ella. Por algo no te he dicho la verdad. Tú relación con ella no iba funcionar. Ella no es de nuestro círculo social, tú papá y toda nuestra familia le hubieran hecho la vida imposible.

— Me voy a la empresa. Tengo una reunión muy importante hoy.

— Te diría suerte pero no la necesitas.

— Lo qué necesito es que mi primo se ponga a trabajar y deje sus vicios.

— Si cómo digas.

Eres un desastre sin ella. A veces me dan ganas de decirte la verdad. Lo siento Oliver. De verdad lo siento.

...Vanesa....

No sé cómo pero voy a convencer a mi padre.

— Buenos días papá. — Lo abracé y le dí un beso en la mejilla muy feliz.

— Buenos días.

— Sobre la gira...

— Creó que ya hablamos de ése tema.

— Si. Hablamos pero me faltó decirle que con sin su permiso igual iré.

— ¡Vanesa!. — Elevó un poco la voz.

— Soy mayor de edad. Ya es momento de que empiece a tomar mis propias decisiones. Ahora sí me disculpa tengo que ir a un ensayo.

— Vanesa tú...

— Yo estuve tomando clases de piano durante 10 años. En un mes es mi graduación. No me esforcé tanto para quedarme encerrada en casa. Me esforcé porqué quería que te sintieras orgulloso de mí, y porqué me encanta tocar.

— ¿De verdad es lo que quieres?

— Si padre. Es lo que quiero. —. Salí de casa y me dirigí a la academia de música. Un mes. Sólo un mes. Iba distraída cuándo escuché el ruido de un auto. Frené rápido y caí al suelo.

Un hombre bajó.

— ¿Señorita se encuentra bien?

— Auuu. Me duele el tobillo.

— Lo siento señorita. Es que se cruzó en el camino.

— No sé preocupe. — El amable señor me ayudó a levantarme. Y me ayudó a sentarme en una banca.

— ¡¿Porqué tardas tanto?!. — Una voz gruñona vino desde el auto.

— La señorita está lastimada.

— Es su problema. Ella fue la que se cruzó en la calle. — Ví una silueta bajar del auto. — Toma. — Me aventó dinero. — Ve al hospital y deja de dar molestias. Me dió la espalda.

Odié su forma de hablarme y tratarme. ¿Cómo porqué me avienta dinero?, ¿de que me vio cara?

— Usted no es nadie para decirme que hacer. — Agarré el dinero y se lo aventé en la espalda. — Yo no necesito su dinero.

El hombre se giró y a pesar de que no veo bien me dí cuenta de que estaba enojado.

— ¿Tú?, ¿te atreviste a responderme?

— ¿Y porqué no puedo responderle?, ¿quién se cree?, ¿el dueño del mundo?. — Hablé con firmeza. No voy a dejar que esté tonto me hablé como se le de la gana.

— Nos sabes quién soy ¿verdad?.

— No sé y no me interesa saber. — Me levanté de la banca. — Señor muchas gracias por su amabilidad. Bien dicen que el dinero no compra la educación. — Miré la silueta de aquél hombre cuando dije eso. Luego paré un taxi y subí a él.

¿Qué te causa gracia?

...Jaiden....

— ¿Esa mocosa se atrevió a hablarme así?. — Le pregunté a Francisco, mi chófer.

— Parece que si señor. — Tenía una ligera sonrisa en el rostro.

— ¿Qué te causa gracia?

— Lo siento señor.

— Vamos a mi reunió. Esa niña me hizo perder mucho tiempo. — Subí al auto y me dirigí a la empresa.

Las personas con las que tenía qué verme ya me estaban esperando. Éso me agradó, odió que me hagan esperar y lo saben muy bien.

Tomé asiendo y comencé la reunión. Tenían varias propuestas interesantes para la nueva boutique qué abriremos.

Por la tarde me visitó mi molesta prima y su mejor amiga.

— Hola primo. — Saludó Susan. La toleró sólo por ser la hija de mi tío, si fuera cualquier otra la echaría a patadas en cuanto cruzará la puerta.

— Hola Susy. — Saludé con una falsa sonrisa.

— Vine a escuchar tu respuesta.

— ¿Mi respuesta?. — Pregunté confundido, no sabía de qué hablaba está loca.

— No me digas que lo olvidaste. — Eso me sonó a reproche y si algo odió es que me reprochen cosas.

El sonido de mi puerta interrumpió.

— Adelante.

— Jaiden quería avisarte que... — Oliver entró a mi oficina, al ver a su hermana negó con la cabeza y saludó.

— Hola Susy, ¿que haces aquí?

— Vine para darle ésto a Jaiden. — Me pasó la invitación a su graduación. Obviamente no quería ir, esos eventos están llenos de niñas tontas que quieren atraparme. Rápidamente pensé en una excusa.

—No puedo ir, ese día tengo una reunión con unos inversionistas.

— No te preocupes Jaiden, yo voy por tí. — El imbécil de Oliver sabía perfectamente que sólo lo dije para no asistir a la graduación y aún así me traicionó, pero si yo me hundo tú te undes conmigo.

— Eres muy amable Oliver, pero no es necesario, le diré a Fabiola que cancelé la cena, tú puedes ir con la amiga de tu hermana. — Oliver me miró muy molestó, la chica se emocionó con la idea.

— Eso sería genial. ¿Me acompañaras Oliver?. — Preguntó sujetando su brazo.

— Vamos primo, no puedes rechazar a está dama. — Una sonrisa burlona apareció en mi rostro.

— Tienes razón, será un placer ir contigo. — Ocultó muy bien su molestia.

...Un mes después....

...Maribel....

Por fin llegó el día que tanto había esperado. Estuve muy ocupada y no me dió tiempo ir por un vestido de graduación.

Hoy mi madre y yo nos dirigimos al centro comercial. Ojalá pudiera elegir por mi misma, lastima, sólo usaré el que me haga sentir más cómoda.

Mientras veíamos vestidos uno en especial llamó mi atención, era morado y de mangas. Lo tomé y miré el precio, conté los números que veía y eran cinco. Ni loca compró un vestido así de caro. Aunque parece muy bonito, creó que vale la pena sacrificar unos ahorros. Estaba indecisa cuándo una chica me lo arrebató de las manos.

— Si es. Lo encontré. Mira es el vestido que tanto quería. — Decía emocionada la chica.

— Disculpa pero yo lo tomé antes que tú. — Dije con una voz suave.

— No se vería bien en ti, yo tengo mejor figura. — Hablaba de forma grosera. Decidí no hacer más grande el problema y la dejé tenerlo. Total, yo no quería gastar tanto.

— ¿Porqué le dejaste el vestido?. — Reprochó mi madre.

— Ni siquiera sé cómo es. Tal vez sí se le vea mejor que a mí.

— Porsupuesto que no, a tí te quedaría mil veces mejor. Pero no importa, tú no necesitas un vestido bonito, ya eres demasiado hermosa.

— Gracias, pero mejor busquemos vestidos en otro lugar. Uno que si sea de mi presupuesto.

— Sabes que te compraré el que te guste.

— Lo sé y por lo mismo quiero uno más económico. Hay muchos vestidos baratos y hermosos.

— Está bien, se que no podré convenceré de lo contrario.

Salimos de esa tienda y buscamos en otras.

Esté fue la elección final. Me lo probé y pensé que definitivamente era el indicado. Distinguía que era blanco y tenía una parte negra, su tela también me gustó, me llegaba abajo de la rodilla por lo que me sentía muy cómoda con el.

Luego de elegir mi vestido fuí a tomar un helado con mi madre.

— Voy al tocador un momento. — Me puse de pie y dirigí al baño. Tenía un poco de dificultad para saber cuál era el de mujer así que miré el logotipo un momento, luego casi cruzó la puerta cuando choque con un pecho duro.

— Lo siento mucho. — Me disculpé ya que había sido mi culpa.

— No te preocupes. — Dijo una amable voz.

Entré al baño que ahora sí estaba segura era el de mujeres. Luego de unos minutos volví con mi madre.

Ella me acompañó a la graduación. Toqué el piano delante de muchas personas. No estaba nerviosa en absoluto. Supongo que es una ventaja el no ver bien.

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