En un próspero y hermoso reino llamado BERONA, cerca de Canadá, el Rey Felipe IV vivía con sus dos hijos, el príncipe Arthur de 14 años y su hijo menor el príncipe Dorian de 11 años, la Reina había fallecido al dar a luz al pequeño Dorian, por lo cual su padre trataba de llenar ese gran vacío en la vida de sus hijos, ellos siempre fueron atendidos por su nana Marie.
La nana también tenía bajo su cargo a la pequeña Elizabeth de 10 años, que era la única hija del consejero del Rey el señor David Monteluk, que también había enviudado hace un par de años, por lo que el rey autorizo que su pequeña fuera cuidada por la misma nana que los príncipes, ya para el Rey su consejero era indispensable, por lo que pasaba casi todo el día en el palacio.
Elizabeth solo jugaba con Dorian, ya que al príncipe Arthur le encantaba molestarla, le decía “pequeña saltamontes”, le sacaba la lengua, le pasaba la mano por la cabeza despeinándola casi siempre que podía, para ella él era una persona detestable, por lo cual ella evitaba encontrarse con él.
Siempre que sus padres asistían a reuniones con duques, condes y otros nobles, Elizabeth se reunía con algunas de las doncellas del reino, jugaban y platicaban de algunas cosas divertidas para niñas de su edad, aunque Arthur también se reunía con los jóvenes adolescentes de su edad, de vez en cuando se acercaba para molestar a la pequeña saltamontes, ella corría detrás de Dorian para que la ayudara a librarse de su hermano, pero este al ser mayor solo ignoraba las advertencias y los reclamos del joven príncipe.
Así pasaron dos años, para alivio de Elizabeth cuando el príncipe Arthur cumplió 16 años fue enviado a la ciudad para que cursara estudios universitarios, necesarios para gobernar de manera correcta los bienes del reino.
Todos se despidieron del joven príncipe, Dorian estaba muy triste al ver partir a su hermano, Arthur no perdió tiempo para jalar a Elizabeth despidiéndose de ella con abrazo y le susurró al oído:
__ Pequeña saltamontes, volveré pronto y te molestaré un año seguido para recuperar el tiempo perdido.
Ella sin más le contestó:
__ Ojalá te enamores de una mujer gorda y fea, que no te deje regresar, así Dorian será nuestro Rey, tú eres un fastidioso, si regresas serás el Rey Sapo para mí.
Ambos rieron y se separaron, Arthur subió al coche y se marchó.
Los siguientes meses transcurrieron muy tranquilos para Elizabeth, podía desplazarse por el Palacio sin tener que estar alerta a cualquier broma o ataque sorpresa de Arthur, en su ausencia ella y Dorian se habían vuelto inseparables.
Durante los siguientes dos años, ella no volvió a ver a Arthur, Dorian y el Rey iban a visitarlo a la ciudad, en uno de los viajes Arthur envió a Elizabeth un pijama que tenía varios estampados de saltamontes con una carta que decía:
Pequeña saltamontes, de verdad que en este tiempo te he extrañado mucho, espero que te alimentes bien para que tengas suficiente fuerza para aguantar todas las maldades que pienso hacerte. Ah y lo siento, pero no he conocido ninguna gorda fea creo que tendré que volver en dos años para ser tu próximo rey. Atte. Tu Rey Arthur
Elizabeth al leer esa carta sintió mucho temor, no deseaba volver a vivir con esa angustia de tener cerca a tan despreciable príncipe, no era posible que él fuese hermano del Príncipe Dorian, ese joven rubio, con ojos tan azules como el cielo del cual ella a sus catorce años, se sentía perdidamente enamorada, aunque ella no estaba segura de que él le correspondía, pero igual él no había notado interés en ninguna otra chica del reino, por lo cual ella conquistaría su amor.
Al transcurrir un año más, llego el momento de que Dorian, también debía marcharse a continuar sus estudios, esto fue una mala noticia para Elizabeth, solo de pensar que el amor de su vida se alejaría de ella y además faltaba solo un año para que el Rey sapo volviera, ahora sin la presencia de Dorian, ella se sentía indefensa al punto de sentir náuseas y dolor de cabeza, ella para evitar todo esto, tuvo una gran idea, pero necesitaría todo el apoyo de Dorian para lograrlo.
Pensó que si los príncipes a los dieciséis años, se marchaban de reino para estudiar en la gran ciudad, entonces ella también lo haría, aunque por las tradiciones las doncellas únicamente se educaban en el reino y sus maestros les enseñaban como ser damas de sociedad, según el título que ostentaran, no necesitaban salir del reino para eso, pero Elizabeth rompería esa tradición, ella quería conocer el mundo y si con esto se libraba del regreso del Rey sapo mejor para ella.
Así que habló con el príncipe Dorian y le pidió que antes de irse la ayudara a convencer al padre de Elizabeth para que aceptara enviarla en un año a la ciudad.
Aunque a Dorian le pareció una locura, entendió perfectamente a Elizabeth él también se sentía estancado y asfixiado por los muros del reino, por lo cual acepto interceder por ella.
Por lo que se digirieron al despacho del Rey donde se encontraban los padres de ambos reunidos. Tocaron la puerta y después de ser autorizados a entrar ambos lo hicieron.
__ Permiso Padre, _dijo Dorian haciendo una pequeña reverencia al Rey, Elizabeth hizo exactamente lo mismo.
__¿Ujm que sorpresa, que hacen ustedes dos aquí? preguntó el consejero David, ya que conocía perfectamente a su hija y sabía que algo tramaba.
__Consejero David, quiero solicitarle su permiso para que Elizabeth pueda alcanzarme en la ciudad el año que viene y estudiar también una carrera universitaria, porque ella me ha expresado que es lo que desea para su futuro.
El rey palideció al ver el atrevimiento del príncipe en inmiscuirse en los asuntos familiares del consejero y su hija.
__ Dorian, me parece un atrevimiento de tu parte querer influenciar el destino de la joven Elizabeth, me parece que esta decisión debe ser solo de ella y de su padre.
En eso intervino Elizabeth:
__disculpe su majestad, he sido yo, quien ha solicitado la intervención del príncipe Dorian, ya que siempre hemos sido cercanos y también deseo salir a estudiar fuera del reino, esto lo he conversado en ocasiones con mi padre, pero el siente temor de que algo pueda ocurrirme estando sola en la ciudad, por lo que el ofrecimiento del príncipe de acompañarme en la ciudad durante mis primeros años de estudios creo que sería la solución para el temor de mi padre.
En eso el padre de Elizabeth quien había estado tratando de esquivar el tema con su hija, le respondió:
__ está bien Elizabeth solo si el joven príncipe, se compromete a cuidarte, yo daré mi palabra de enviarte a la ciudad el año que viene, aunque cabe destacar que llevarás una dama de compañía, ya que no vivirás bajo el mismo techo del joven príncipe, estando sola con él.
__ no te preocupes David, dijo el Rey, cuando Elizabeth viaje a la ciudad se puede llevar la nana con ella, ya que no quedara nadie aquí a quien ella deba cuidar y de esa manera los dos estamos más tranquilos de que alguien adulto esté al pendiente de ambos.
__ Ok, entendido entonces, ahora salgan de aquí y déjenos seguir trabajando.
A los días el príncipe Dorian, también se marchó del palacio, en la ciudad fue recibido por el príncipe Arthur, que estaba contento de tener la compañía de su pequeño hermano, ellos estarían viviendo en un Pent House que el Rey había comprado para la comodidad de sus hijos, al ser príncipes no podían vivir en las habitaciones de la facultad, ellos debían mantener distancia con los demás estudiantes, aunque su verdadera identidad era desconocida para todos, ellos debían comportarse como lo que eran, príncipes.
Durante el año siguiente, el padre de Elizabeth planeó un gran baile con el apoyo del Rey para presentarla ante la sociedad al cumplir sus 16 años él tenía la esperanza de que si Elizabeth se enamoraba de algún joven noble del reino, desecharía la idea de irse a la ciudad, pero él no sabía que ya el corazón de la joven le pertenecía al príncipe Dorian y que ella contaba los días para estar a su lado.
Elizabeth al ver las intenciones de su padre, envió una carta al príncipe Dorian, para que viniera en su rescate, ella lo amaba y aunque él no le había dado señal de que le correspondiera, ella pensaba que él por lo menos intercediera para que su padre desechara esa absurda idea de comprometerla y respetara su palabra de enviarla a la ciudad.
Ella escribió la carta y le resaltó la palabra URGENTE en el sobre, por lo cual a lo que llegó con la correspondencia del Pent House, la recibió el Príncipe Arthur, y la llevó directamente a las manos de su hermano y se paró frente a él para enterarse de que sucedía.
Pero para desgracia de Elizabeth Dorian se encontraba en exámenes finales y no podía ausentarse de la ciudad por lo que le comentó a Arthur lo sucedido, omitiendo el hecho de que Elizabeth llegaría en un mes a la ciudad, ya que este sospechaba que Arthur tenía un especial interés en ella. Arthur al oír lo que ocurría, se puso furioso
__ ¿Cómo que el consejero David, pretende presentar a la pequeña saltamontes a esa bola de buitre?, ella aún está muy joven.
__ Por favor Arthur, todas las doncellas son presentadas a esa misma edad, _ decía Dorian intentando calmar a su hermano que estaba más que molesto.
__ Bueno, pero ella no está lista, además ella es muy fea, no le da miedo que la humillen.
Dorian sonrió al ver las intenciones de su hermano, al querer disimular sus celos, por lo que decidió echarle sal a su herida y enviarlo a él de regreso a salvar a su pequeño saltamontes.
__ No Arthur, te equivocas hace una año cuando la vi, puedo decirte que estaba más bella que muchas doncellas mayores que ella, de ese pequeño saltamontes que tú recuerdas no queda nada, mira su cabellos sigue teniendo ese tono rojizo que parece lava de volcán, sus ojos han intensificado su color verde y su cuerpo se ha desarrollado completamente, con decirte que el año pasado cuando asistí a un baile con ella, tuve un pequeño inconveniente con Saimon el hijo del Duque de West quien se profesa como su enamorado. Me imagino que ha aprovechado mi ausencia para acercarse a ella.
Dorian podía notar como Arthur cambiaba de color, tenía los puños cerrados, pues tendré que ir yo a ponerlo en su lugar, solo me falta recibir el título y asistir al Baile de la dichosa graduación, pero aun así me da tiempo de viajar allá arreglar ese asunto y regresar para terminar aquí.
__ ¿Y le vas a confesar tu amor a Elizabeth?
__ ¿De qué demonios estás hablando Dorian?
__ no te hagas el tonto Arthur, sé que siempre la has amado, aún cuando eres mayor que ella, ese afán tuyo por molestarla siempre ha sido para llamar su atención, y si te enamoraste de ese pequeño saltamontes como tú la llamas, ahora que se ha convertido en una hermosa mujer vas a caer rendido a sus pies. Te lo aseguro.
__ Te equivocas, Dorian, además ella siempre ha estado enamorada de ti.
__ No hermano, no te preocupes por eso, creo que solo me ha idealizado porque soy el héroe que siempre la ha defendido del Rey Sapo como ella te llama, pero Eli para mí siempre ha sido una hermana y jamás la veré con otros ojos, reconozco su belleza, pero la amo como a mi hermanita menor, o como mi futura cuñada. _ terminó de decir Dorian poniendo su mano sobre el hombro de Arthur como señal de apoyo.
Cuando llegó el día del baile, Elizabeth se estaba preparando para su presentación, pero se sentía nerviosa, contaba con que Dorian llegara a tiempo, aunque sabía que su padre jamás la casaría en contra de su voluntad no quería tener a los jóvenes encima ofreciéndoles compromiso, en ese momento, una de las damas de compañía le avisa que ya están todos los presentes que solo esperan por ella.
Cuando escucha al orador, anunciar su nombre sale con todo el temor del mundo, lamenta que Dorian no haya podido llegar a su rescate, siente mucha tristeza en su corazón, piensa que tal vez en ese año el haya conseguido un amor en la ciudad, por lo que no le intereso luchar por ella.
Cuando empieza a bajar por la escalera con su hermoso vestido azul y su cabello medio recogido, su corazón empieza a latir al ver que al lado del Rey está un hombre de espalda vestido con el traje de gala de príncipe, no puede creer que Dorian haya venido por ella, pero está tan emocionada que no se da cuenta del cabello negro de ese hombre, hasta que está tan cerca, que este se voltea de golpe y la toma por la mano.
__Pequeña saltamontes, que hermosa estas,
_ dijo Arthur jalándola hacia él y abrazándola delante de todos los presentes
Elizabeth palideció, ¿cómo es posible que el Rey Sapo este ahí?, todavía faltaban varios meses para su regreso, ella contaba con marcharse algunos días antes para evitar toparse con él.
Pero ahora en su desesperación por no ser invitada a bailar con ningún joven de la nobleza había avanzado tan rápido hacia el príncipe que cayó en la trampa del Rey Sapo, que se ocultó de ella con la única intención de molestarla.
El rey al ver la actitud tan posesiva del príncipe, aclaro su garganta con la intención de que este reaccionará.
__ Perdón hermosa doncella, ¿me concedería su primer baile?, _ dijo Arthur, soltando a Elizabeth y haciendo una pequeña reverencia hacia ella.
Elizabeth asintió con la cabeza y se dejó guiar por él hacia el centro del salón.
Todos veían con curiosidad a la joven pareja, todas las doncellas presentes morían de la envidia, no entendían como el príncipe no anuncio con tiempo su llegada así ellas hubiesen podido rechazar a los jóvenes con los que habían sido acompañadas al baile, hubiesen asistidos sola para poder estar disponibles para bailar con él y coquetearle.
Al igual muchos de los caballeros, habían estado esperando este baile con ansias, ya que por fin el príncipe Dorian había salido del reino, era su oportunidad de cortejar a la joven Eliza que ha tan solo 16 años se había convertido en la soltera más cotizada del reino, pero ninguno se imaginó que aparecería el príncipe Arthur que siempre fue mucho más posesivo con Elizabeth aun cuando ella era una niña.
La joven pareja, tampoco había pasado desapercibida antes los ojos del Rey que conocía perfectamente a su hijo y al igual que Dorian estaba al tanto de su amor hacia la joven Elizabeth.
__ ¿Que lo trae por aquí, Rey Sapo?
_preguntaba Elizabeth al ver a Arthur a los ojos, mientras bailaban.
__Me dijeron que había una doncella en apuro, y como todo príncipe azul vine a su rescate.
__ ¿Y porque no vino Dorian? _dijo Elizabeth, bajando la mirada un poco decepcionada.
__ Porque está en exámenes finales, pero sé agradecida igual yo voy a salvarte de esta bola de buitres.
Elizabeth no dijo nada y siguió bailando, de momento sentía que Arthur la apretaba, por lo que ella lo veía a los ojos, buscando una respuesta a esa acción, pero en realidad, ella estaba perdida en esos hermosos ojos azules que parecían dos gotas de agua y ese rostro tan perfecto, al tocar su cuerpo al bailar sentía esos músculos tonificados, de momento sacudía su cabeza para alejar esos pensamientos impuros de su cabeza.
Pero Arthur no se quedaba atrás, pensaba que Dorian tenía razón la belleza de Elizabeth era incomparable, ante ella todas las demás doncellas incluso las de mayor edad parecían simples criadas son ropa y joyas caras.
Siempre que Arthur apretaba a Elizabeth hacia él, sentía como ella vibraba en sus brazos, por lo que estaba perdido en sus labios, tentado a besarlos, pero sabía que eso era deshonrarla delante todo el mundo, primero debería pedir su mano en compromiso, para poder besarla en los labios y mucho más en público.
Pero para él, eso era solo simples requisitos, ya él había decidido que ella sería su reina y lo dejaría claro ante todos estos zopilotes que la rondaban.
Al terminar el baile el volvió al trono llevándola a ella de la mano, en ese momento se acerca el joven Saimon, el hijo del Duque, que con el mayor descaro ha ignorado la presencia del príncipe invitando a Elizabeth a bailar, antes de que ella pudiera contestar,
Arthur le dio una mirada fulminante y le dijo:
__ Mi prometida está cansada, por eso hemos dejado de bailar, pero apenas ella recupere la energía, nosotros volveremos al baile, así que por favor retírese y no vuelva a importunarla.
__ ¿Prometida?, _dijo Saimon con una mirada incrédula, pues yo no veo una anillo en ese dedo, por tanto todavía puedo cortejarla, haciendo ver un estuche con un anillo, que tenía en su bolsillo.
Este acto descarado hizo enfurecer a Arthur, pero cuando se dispuso a levantarse para hacerle pagar por su atrevimiento, Elizabeth lo abrazo por la cintura para evitar el enfrentamiento:
__ Vamos príncipe, _ tomemos un poco de aire, la noche se siente fresca y hermosa, _ ambos salieron a la terraza para observar la luna y las estrellas, pero Saimon no estaba dispuesto a darse por vencido, por lo que busco al padre de Elizabeth para dar a conocer sus intenciones de compromiso.
Cuando pidió reunirse con David el padre de Elizabeth, éste se encontraba con el Rey, quien había sido informado del pequeño inconveniente entre el príncipe Arthur y el hijo del Duque, por lo que sospechaba que la intención del joven era retar al príncipe Arthur, lo que en realidad molesto al Rey,
Por un momento agradeció, haberle informado al Consejero David el interés del príncipe por su hija, a lo cual automáticamente ella quedaría en reserva, siendo vista como la futura princesa del reino.
Por tanto el mismo se encargaría de poner en su lugar a Saimon, para evitar que el príncipe Arthur siendo impulsivo, tome represalias contra el Ducado de West, por la provocación del joven.
__ Buenas noches, su Majestad, _dijo Saimon haciendo una reverencia.
__Buenas noches, Consejero David, me puede conceder unos minutos para hablar con usted
El Rey Felipe intervino, inmediatamente, sin ni siquiera contestar el saludo:
__ Joven duque, en este momento no será posible que el consejero lo atienda, estamos acordando los detalles sobre el compromiso de la doncella Elizabeth y del príncipe Arthur, así que por favor retírese y continúe disfrutando del baile, debería aprovechar de escoger una chica dentro de tantas mujeres hermosas que hay esta noche.
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