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Más Que Una Guerrera. |Duología: Guerrera De Las Rosas #2

Prólogo.

—¿Datrio? —preguntó Dafne —¿Qué clase de nombre es ese? —soltó la pregunta de modo burlón, nunca había escuchado ese nombre ni de broma y ahora, ella le hablaba con naturalidad de algo tan aberrante tanto para ella como debió ser para la rubia

Shelia asintió al mismo tiempo que se encogió de hombros —Así se llama... —susurro, dando a entender que ella no elegía esos nombres raros y extravagantes, es más, podía asegurar que al igual que Dafne, ella se burló en su momento de dicho nombre. Pero no era el nombre lo que importaba sino lo que significaba portarlo.

Dafne miraba el horizonte que se inundaba de oscuridad al caer el sol. Si era sincera con ella misma, no deseaba hablar con aquella mujer de un tema que para sí misma dejó estancado o bien, enterrado. El dolor la agobiaba siempre pero se había dicho a sí misma que lo iba a olvidar y que no molestaría a nadie con el tema.

Shelia también estaba perdida en sus pensamientos que no se percató que Dafne se había sumergido en la contemplación del hermoso paisaje del Occidente. Ella que la miraba a una distancia prudente, decidió acercó ella y con un rápido pero eficaz movimiento, le tomó de la mano, pensó que al instante de tocarla, Dafne la rechazaría e intentaría matarla en ese momento al osar siquiera tocarla, pero, en cambio, la miró con aquellos ojos color miel y no dijo nada. Como si en silencio le estuviera pidiendo explicaciones, mismas que si bien, quería, tal vez su orgullo se lo impedía pedir. Así que eso le dio el valor de hablarle con naturalidad —No eres tan distinta a mí...

Dafne negó —No lo soy... —apartó la mirada de nuevo hacia el horizonte —No soy igual a ti —le aclaro, porque no solamente la educación entre ambas era distinta, sino, la manera en la que cada una vivió la mayor parte de su tiempo creaba una gran brecha entre ambas, imposible de unir. Shelia vivió gran parte de su vida en una cuna de oro, eso era obvio, mientras que Dafne se limitó a tratar de sobrevivir como pudo y como hasta ahora pude. —No matas gente... yo sí. —confesó con obviedad, pero en su voz, había un débil rastro de pena

Shelia se entristeció al imaginar por lo que ella había estado pasando sola todo este tiempo —E-eso... Eso no es del todo cierto... —le confesó de igual manera, con un tanto de obviedad al mismo tiempo que el arrepentimiento le pesaba —En eso somos iguales.

Dafne le miró un tanto irritada, esa mujer frente a ella podía ser, sin duda, exasperante a veces por no decir siempre —Entonces, ¿por qué me dices que soy igual a ti? —preguntó con evidente molestia en la voz, ¿a dónde quería llegar la rubia con aquellas palabras?

Shelia sonrió —No me refería a mí. —insistió

Dafne pasó de estar irritada a mirarla con extrañes —¿Entonces...?

—Eres igual a Alexander... —sonrió ampliamente la rubia —Mi hijo.

1

Calor... Sol a todo lo que daba... El infierno en la tierra.

Si uno no era experto en viajes a lugares extremos como el desierto, sin duda podría morir en el intento de atravesarlo.

Alexander llevaba caminando tres días en el desierto de Somera, sin encontrar absolutamente nada.

Pero no se daría con vencido, todo lo que tenía que hacer era encontrar a Petros y salvar a Dafne, para así, poder matarla él mismo.

Pero el calor que en el desierto había era insoportable, en tan sólo dos días sus suministros de agua se habían acabado. Todo lo que le quedaba era encontrar un Oasis y esperar a que no sea una mala jugada de su visión.

Alexander miro su herida, aún no había sanado del todo, así que moverse con agilidad por el desierto le era casi imposible pues ésta podría abrirse de nuevo.

Jadeante siseo —Ni siquiera se porqué hago esto...

Claro que lo sabía, iba a vengar la muerte de sus padres. Si todo era como Kai le había dicho, tenía que hacerlo.

Mirando el abrazador cielo sus pensamientos lo llevaron a tres días atrás...

"—Me contarás todo... —amenazó Alexander

Kai suspirando se sentó —Bien, ¿por donde inicio...? —medito él —Dafne era la hija del general Kiños, uno de los generales más respetados en todo el Occidente, su madre era una mujer muy bondadosa, lamentablemente murió cuando ella aún era una niña.

Dafne pronto mostró tener un gran don para el dominio de armas de todo tipo, espadas, lanzas, etc.

Creció en una familia donde lo importante era cuán fuerte eres.

El Duque del Occidente tenía a Kiños como su general al frente para la famosa guerra de plomo. Una guerra que se liberaba contra el Norte y el Poniente.

Alexander asintio, él conocía esa guerra, su padre la lideró.

—Bien... —continuo Kai —Dafne y yo fuimos entrenados para participar en esa guerra. Entrenamos duro para ser los mejores, pero Dafne tenía un don especial de pelear sin siquiera desenvainar una espada, era buena peleando cuerpo a cuerpo, y muy pocos la vieron desenvainar una espada, uno de ellos soy yo.

—¿Por qué? —preguntó Alexander

—Porque si la desenvainaba un mar de sangre creaba... Mutilados, masacrados, todo se tornaba rojo. Y para la guerra de plomo ella era la indicada, era enviada a misiones estrategas para matar generales con más experiencia que ella y sin duda cuando ella estaba al frente de ellos y desenvainaba su espada, aún siendo más experimentados podías verlos temblar de miedo.

Alexander no lo podia asimilar, Dafne era una asesina.

—Con el tiempo ganó una muy mala reputación, si tenías la mala suerte de encontrarla tú serías el siguiente en morir.

En la guerra de plomo el Duque designó a Kiños como su general y él, al dividir los equipos Dafne quedó al frente del escuadrón que mataría al Rey del Norte.

Alexander se levantó y empezó a caminar por toda la habitación como un animal enjaulado —Continúa. —le pidió a Kai

—Dafne y yo fuimos los encargados de misiones secretas, buscar información, matar generales, etc. Lo cierto es que ella mató al Rey Elias del Norte y a su esposa la Reina Shelia, o al menos eso dicen los rumores...

Alexander lo miro —¿Rumores? —se detuvo

Kai asintió —Se supo de la muerte del padre de Dafne por medio de una traición, después de eso Dafne se esfumó, nadie supo de ella, muchos dicen que "murió", que ella mató a sus padres, que quedó loca, etc.

—¿Qué pasó? —preguntó Alexander

—Dafne ciertamente mató al Rey del Norte, pero algo pasó que la dejó muy enferma, al grado que no podia moverse sin sentir dolor.

—¿Su enfermedad?

Kai negó —No estoy del todo seguro...

Alexander salió del calabozo sintiéndose estúpido, ultrajado, engañado, Dafne era la asesina de sus padres y él la había invitado a vivir en su casa sin saber que tenía a una asesina entre los muros de su hogar."

...***...

Antes de partir Dominick y Alexander se encontraban en el cuarto de Dafne ella aún seguía en coma, sin poder despertar.

—¿Qué vas a hacer? —le preguntó Dominick —¿La dejarás morir?

Alexander la miro, había pasado poco tiempo con ella, pero aún así no podia creer todo lo que Kai le había dicho.

—Iré al desierto de Somera a buscar a Petros. —Alexander se alejó de la cama

—¿Estás loco? —le preguntó Dominick —Kai te ha dicho que nunca le ha encontrado, mucho menos visto. ¿Qué te hace creer que lo encontrarás?

Alexander miro a Dafne que estaba sudando y su piel estaba ardiendo por la fiebre, podía dejarle morir, pero quería conocer su versión antes de matarla.

—Dominick, tú estarás a cargo —se alejó

—Alex...

—No la dejes morir o al que mataré es a ti. —Alexander salió del cuarto y se alejó de ahí.

.

.

.

Dirigiéndose a su habitación tomó mantas para dormir y dirigiéndose a la cocina pidió que se le preparen suministros tanto de agua como comida.

Al llegar a su despacho Kai se encontraba sentado en la ventana.

—No puedes ir al desierto... Morirás en el intento.

—Tranquilo, me las ingeniare. —respondió con indiferencia

—¿Siempre has sido necio? —preguntó Kai al verlo decidido

—De nacimiento... —le miró

"—Baja...tenemos que hablar...

—Me niego...

Alexander suspiró —¿Has sido siempre necia?

—Aja... De nacimiento."

Alexander negando y alejando esos pensamientos miro a Kai —¿Algo que deba saber antes de irme?

Kai lo miró detenidamente y suspirando dijo —"Te irás apagando poco a poco, como una vela, sólo hasta que viajes al desierto Somera y encuentres al vidente Petros, sólo los más valientes han ido en busca de él, y sólo los puros de corazón lo han visto, pero sólo el de más grande nobleza ha podido lograr su objetivo..." —recitó Kai —Eso es todo... Espero que lo recuerdes...

Alexander asintió. —Al igual que a Dominick te sentenció a quedarte aquí y mantener viva a Dafne.

Kai sólo asintió sin decir nada más.

.

.

.

Tomando un caballo y a un guardia viajaron hasta llegar al desierto de Somera que se encontraba en el lado Sur del reino del Norte.

Al llegar Alexander ordenó la retirada del guardia con el caballo. Él solo emprendería el viaje.

...[...]...

Llevaba caminando sin rumbo aparente.

Alexander estaba cansado y agotado, no había donde descansar con el sol hirviendo, pero no se daría por vencido. Sin dejar que el resultado de su búsqueda lo altere iría por Petros.

Una voz de pronto resonó en su cabeza.

¿Para qué vas por él? ¿Te dará lo que deseas?

Apretando los puños siseo. —Tengo que encontrarlo...

Sin perder tiempo, siguió caminando.

2

Dominick estaba en el despacho atendiendo asuntos importantes, desde que Alexander se fue no había tenido tiempo de descansar, sólo trabajo tras trabajo. Había logrado evitar que los rumores de la enfermedad de Dafne se expandieran por todo el reino, sólo sus damas, Kai, el doctor y él, podían entrar a verla.

Suspirando se acercó a la ventana, desde el despacho podia ver el cuarto de Dafne.

—Guerrera de las rosas, eh... —susurró

Dominick sabía quien era ella, sólo que no lo creía, todos, incluso él lo negaba.

La guerra de plomo fue la más sangrienta de todas y todo por causa de la guerrera de las rosas, Dafne.

—Increíble... —suspiró

Mucha gente sufrió, mucha gente perdió a su familia.

—Y todo por... ella.

Incluso los padres de Alexander murieron a causa de ella.

Mirando los documentos que tenía en la mano los dejó en la mesa y salió del despacho.

Respirando hondo susurró —No mueras Alexander... O tú también serás víctima de ella.

...[...]...

La noche en el desierto era de lo peor. El frío así como el calor durante el día, era atroz.

No podías dormir sin el pendiente de cuidarte de las serpientes, alacranes, etc. Ademas que el frío por si solo no te dejaba dormir.

Dormitando su sueño lo llevo al pasado...

"—Lo siento Príncipe... Su madre no aguantará más...

—¿Cuánto más? —apretó los puños

—Dos días... Cuanto lo siento. —susurro el doctor, apenado.

—¿Qué tiene? —susurró

Suspirando, el anciano contestó —Es una enfermedad muy rara, no existe cura para eso.

—¿Qué tiene? —preguntó

El doctor le miro —No sé con certeza su nombre... Sólo he escuchado rumores de ella, muchos la llaman mística.

—¿Mística? ¿A qué se debe eso?

—Sólo un vidente lo puede curar. Además la herida que tiene en el costado es muy grande y ha perdido mucha sangre..."

Alexander abrio los ojos asombrado. —Mística... Eh... —con los ojos en el cielo, trató de recordar bien.

"—Madre... —le tomo la mano —Yo... yo... —sollozo —Cuanto lo siento...

—¿Por qué hijo? —susurró su madre —Es el ciclo natural de la vida... No tienes que sentirte culpable. —sonrió con gentileza.

—Si tan sólo no te hubieran herido... No hubieras perdido sangre, eso no te hubiese debilitado.

Su madre, la reina Shelia, sonriendo miro el techo. —No me arrepiento de haber sido herida... Hasta creo que fue un favor.

—¡No digas eso! —siseo Alexander que tan sólo tenía 11 años —Por favor... No me dejes... Padre está muerto... —lloró —No te vayas también...

Su madre con toda la ternura del mundo le acarició el rostro y le limpio las lágrimas —¿Puedes prometerme algo Alex? —tosio

—Lo que desees madre...

—Me gustaría que te casaras con alguien que te ame de verdad, alguien noble, que te robe lo más preciado... —tocio —Tú corazón...

—Eso es sólo tuyo madre. —sollozo

Su madre sonrió —No lo será por siempre..."

Ciertamente él hubiera hecho todo por su madre.

"—Iré a buscar a Petros... —mencionó después de escuchar al doctor

—Su Majestad no puede... —susurró el doctor —Es muy joven y no hay garantía de que lo encuentre...

—Me tendrá que atender, soy el príncipe.

—Eso no servirá, es una vieja leyenda..."

Y aún siendo una vieja leyenda, él ahora estaba buscandolo por Dafne. —Que patético...—apreto un manojo de arena que se le escurrio entre los dedos. —Se que olvido algo... —él quería obedecer a su madre pero por alguna razón fue al Occidente a buscar esposa como su padre le pidió ¿por qué? Si nunca sintió mucho amor por él.

Había algo que olvidaba, pero no recordaba que era.

Acostandose en la arena siseo al sentir dolor por su herida.

—No ha sanado... —y sin reposo menos lo haría —¿Dónde estás Petros? —luego se mofo —¿Acaso existes?

...[...]...

Kai estaba en la habitación de Dafne, a quien sólo le quedaba una semana y media, mientras, el tiempo corría...

"—¿Estás segura de esto? Atacaremos a los reyes del Norte...

—¿Te estás acobardando K?

Él negó —No, eso nunca y lo sabes... Así como sabes que el Duque sólo desea paz...

—Y mi padre respeto, si matando a los reyes que iniciaron atacandonos se conseguirá el respeto para el reino del Occidente, eso haré.

—¿Realmente lo haces por tu nación o por la aprobación de tu padre?

Kai no se dio cuenta pero en un instante Dafne tenía la espada en su cuello.

—Aprobación o respeto no importa... No es de tu incumbencia. ¿Estás conmigo en esto o no?

Kai suspiró —Claro que si prima, lo estoy.

—Bien... —Dafne bajo su espada

—¿Planes? —preguntó

—Matar a la reina del Norte y cuando su esposo venga por venganza... —Dafne sonrió maliciosamente —Teñira mis rosas."

—Ah... —suspiró Kai —Si tan sólo te hubiera detenido... —la miro en la cama con fiebre mientras luchaba por su vida.

Dominick entró a la habitación y fue directo a ella, se detuvo a un lado de la cama y la miró. —Dafne...

"—Él me considera una princesa mimada.

—¿Y lo eres?

—Yo diría humilde..."

—Humilde... ¿eh? —siseo —¿Qué persona humilde mata a tanta gente?

—Una que no tenía opción...

Dominick miro a Kai que estaba sentado en una silla, pegado al estante de libros.

—Todos tenemos opción...

Kai negó —Para ella no la había.

...[...]...

Alexander despertó de golpe, el frío no le dejaba dormir.

Estaba por amanecer, aún así el frío era insoportable.

Mirando el lugar se decidió por empezar a caminar. Tomó su comida, la poca agua que le quedaba y al tomar su manta y levantarla, una cascabel yacía debajo de ella.

Alexander sorprendido, se levantó poco a poco. La serpiente por otro lado movia su cola salvajemente.

Tomando la manta observó que al lado de ella tenía su espada, si tan sólo la tuviera en su mano.

Con rapidez uso la manta y la arrojó encima de la cascabel, tomó su espada justo a tiempo para alejarse de una furiosa serpiente.

—No necesito la manta, puedes quedartela...

Colocando su espada en torno a su cinturón se alejó de ahí. Mala idea.

No se fijo de la serpiente que se escondía en la arena, ésta saltando, le mordió la pierna.

—Diablos...—Alexander le rebano la cabeza.

Sin poder sostenerse cayo a la arena de rodillas.

Siseando miro su pierna y rompiendo su pantalon miro la herida, usando agua que extrajo de un cactus antes, la lavó y usando un retazo de su pantalon se hizo un torniquete, aunque sabía que eso no serviría.

Tenía que elegir entre regresar o seguir avanzando hasta encontrar su propia muerte.

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