NovelToon NovelToon

El Corazón Del CEO

I - La llegada al edificio

El corazón del ceo

Bienvenidos a esta linda historia de amor. Esta es una adaptación de mi Chat Story, espero que les guste.

Antes de empezar recuerden que esta es una de cuatro novelas que relatan distintas historias que al final se encuentran en la saga de venganza del Señor Li. Son independientes, por lo que no es necesario seguir un orden, aunque si quieren buscarle uno, este sería.

Capítulo uno

El edificio en el que Julia iba a mudarse parecía antiguo, pero a la vez tenía varios detalles que no eran de la época de su construcción. Ella esperaba poder tener un nuevo comienzo, ya que si no su abuela la obligaría a volver al pueblo donde había crecido. Algo que no estaba dispuesta a hacer todavía. Sobre todo, después del gran esfuerzo que había hecho durante todos estos años.

Ella estaba por bajar sus cosas del camión de mudanza. Como no había tenido dinero para pagarle a alguien para que la ayudara, solo había alquilado el coche. Sin embargo, guardar sus cosas le había llevado más tiempo del que esperaba, por lo que debía darse prisa.

Un muchacho de cabello dorado muy llamativo se le acercó cuando ella trataba de bajar las cajas. Tenía el cabello ondulado, por lo que se le hacían pequeñas ondas en la punta. Además, sus ojos azules eran más intensos que la luz del sol a pleno día. Llevaba unos pantalones tipo jean rasgados y un polo holgado de color blanco.

—Hola —dijo el joven y le abrió la puerta para que ella pudiera entrar al edificio con sus cajas—. Un gusto mi nombre es Nick.

El muchacho se había presentado con ella de una forma muy amable. Lo que hizo que Julia no pudiera evitar sonreír.

—Un placer, mi nombre es Julia —señaló, sin poder estrechar la mano del chico. Subieron por el ascensor y él le preguntó que piso quería que presionara por ella. Y cuando Julia vio que él presionaba el último para sí mismo, a ella le pareció divertido.

—Parece que seremos vecinos —le indicó ella con las manos mientras llevaba las cajas.

—Así parece. Creo que es muy agradable ver a alguien nuevo a partir de ahora —respondió el muchacho y se dio cuenta de que no le había ofrecido ayuda, por lo que tomó una de las cajas de Julia—. No me di cuenta de que cargabas tanto. Lo siento, no quiero que pienses que soy desconsiderado.

—No te preocupes —dijo ella mientras subían. El ascensor era pequeño. Por lo que tendría que hacer muchos viajes—. Es extraño que en los otros pisos haya cuatro u ocho departamentos y en el nuestro solo dos. ¿No te parece?

Ella trató de darle conversación, ya que no quería un silencio incómodo. Sin embargo, lo único que se le ocurrió decir fue eso.

—Eso es en parte culpa de mi padre. Como quiere tenernos vigilados a mis hermanos y a mí compró los tres departamentos de este piso y creó el lugar donde ahora vivimos —contó Nick algo avergonzado. No le gustaba hablar de su padre así.

—Entiendo, entonces antes eran cuatro departamentos. Creo que eso tiene más sentido —comentó Julia, con una tierna sonrisa que encandiló a Nick.

—Sí. También quiso comprar el departamento en el que tú vas a vivir, ya que estuvo abandonado mucho tiempo. Pero la anciana que era dueña en ese momento no quiso vendérselo —enfatizó Nick, algo nervioso por la cercanía con Julia. Cuando empezaba a ponerse incómodo como ahora, no paraba de hablar—. Mi padre es bastante terco, aun así, recuerdo que dijo que no se puede ir en contra de las viejitas cascarrabias.

—Entiendo —dijo Julia mientras veía que la puerta del ascensor se abría.

Ella trató de colocar la llave en la cerradura de su departamento, pero no pudo. La caja le obstruía la visión. Nick le quitó la llave y abrió él.

—¿Tú conoces a la dueña de este departamento? —le preguntó para poder seguir conversando con ella y Julia le dijo que sí.

—Es mi abuela —confesó la muchacha haciendo que Nick se sintiera muy avergonzado.

—Lo… Lo lamento —murmuró el muchacho mientras dejaba la caja en el suelo—. No debí hablar así de ella.

—No te preocupes. No pasa nada —le indicó Julia, dejando la caja y dándose cuenta de que iba a tener mucho trabajo para limpiar su nuevo hogar. Hacía años que nadie vivía en la casa de su abuela—. A veces es cascarrabias.

Nick se sonrojó al notar como la muchacha sonreía. Sin más salieron del departamento y este sintió el aliento de Julia sobre su cuello. Su juicio estaba siendo nublado con el perfume de la joven desde que subieron al ascensor. Ese olor a miel y vainilla lo tenía extasiado. Y ahora tenía que sumarle el de su aliento a menta y fresas. Se notaba que esta chica daría que hablar en el edificio.

Ella estaba esperando el ascensor para bajar cuando él volvió a su lado.

—De… Déjame ayudarte con la mudanza —pidió el joven Nick subiendo nuevamente al ascensor con ella.

—No es necesario —le aclaró la muchacha, aunque sabía que sería mucho más rápido en compañía de alguien.

Estaba por retractarse cuando Nick volvió a hablar.

—Sí, si lo es —reclamó rápidamente, necesitaba disculparse de manera debida—. Le falté el respeto a tu abuela. Es lo menos que puedo hacer.

—Está bien. Acepto tu ayuda. Pero debes prometerme que con esto estaremos a mano —sentenció Julia con sus palabras, al joven de cabello dorado.

—Sí, lo prometo —respondió Nick, parecía relajarse al darse cuenta de que podría enmendar lo que había hecho. En verdad era un joven muy agradable y no había querido decir algo fuera de lugar en un primer momento.

Una vez que lograron entrar todas las cosas de Julia al departamento, ambos se sentaron en el sofá a descansar. Ella tenía muchos libros.

—¿A caso estás estudiando? —preguntó Nick al ver que la mayoría de las cajas decían esa palabra en ellas—. Aquí hay muchos libros, pero no veo las cosas de tus padres.

El joven era muy curioso y a veces no sabía cuándo dejar de hablar. Aun así, eso le pareció gracioso a Julia, por lo que empezó a reírse.

Autora: Osaku

Si quieres ver imágenes de los personajes las encuentras en mi instagram Osaku Day o en mi facebook, osaku.day@gmail.com

II - Invitación

Capítulo dos

—Eres muy gracioso, Nick —anunció Julia mientras recuperaba la compostura e iba a traerle un refresco a su nuevo amigo —. Viviré sola.

—¿Sola? —preguntó él confundido—. Pero, ¿Qué edad tienes?

—Tengo veintinueve años —comentó ella mientras le daba el refresco al joven.

Nick pareció sorprendido. Julia no parecía tener más años que él.

—Pensé que tendrías mucho menos —dijo el muchacho sin poder contener su asombro.

—Sí. Siempre parecí más joven. Por lo que todo el tiempo tengo que estar con mi documento de identidad encima —dijo ella y comenzó a beber su refresco. Tenía mucha sed ya que hacía mucho calor—. ¿Tú qué edad tienes Nick?

—Yo tengo veinte años —dijo un poco incómodo. Ella casi le llevaba diez años.

—Tú sí eres muy joven —dijo ella, con una sonrisa que llegó al corazón de Nick. Julia mientras empezaba a desempacar sus cosas—. Creo que ya hemos terminado. Muchas gracias, Nick.

El muchacho se levantó del sofá. Se dio cuenta de que ella le estaba pidiendo espacio. Seguramente querría ordenar sus cosas estando sola.

—No fue nada, Julia —aseguró el joven, mientras se dirigía a la puerta principal del departamento.

—Espero seguir viéndote —le indicó Julia, mientras lo despedía en la puerta. Ella besó en la mejilla a Nick tras despedirse de este.

Volvió a entrar y se preguntó cuánto tardaría en ordenar todas esas cosas. Empezó a sacar sus libros y a colocarlos en los estantes. Cuando quiso darse cuenta ya no tenía espacio donde ponerlos y los llevó a su dormitorio. Ahí los puso en pequeñas pilas en el suelo. Cuando tuviera tiempo libre tendría que comprar algunos muebles.

El lunes por la mañana Nick se despertó de gran humor. Había tenido un muy feliz domingo en compañía de Julia ayudándola a entrar sus cosas.

—Buenos días a todos —exclamó Nick mientras iba a servirse café.

—Parece que te has levantado de buen humor —indicó su hermano, Fred mientras leía un artículo en el periódico.

Fred ya había desayunado y estaba en la mesa esperando a su otro hermano. A diferencia de Nick, Fred tenía el cabello negro y muy lacio. Lo llevaba mucho más corto que su hermano menor, pero solo era porque lo había recortado hacía poco. Solía perderse trabajando, por lo que solo se lo cortaba cuando se acordaba. Había momentos en los que el cabello le tapaba los ojos y solo ahí se daba cuenta de que estaba desalineado.

—Sí —afirmó Nick mientras se sentaba al lado de su hermano mayor—. ¿Sabías que tenemos una nueva vecina?

—Seguro te gusta —dijo el mayor de sus hermanos, George—. Eres demasiado predecible, Nick.

Este se levantó de la mesa y se fue al sillón. George era el mayor de los cuatro y el CEO de la empresa de su padre. Algunos podrían decir que tenía los mejores genes de los cuatro, pero eso dependía de los gustos de cada persona. Todos ellos pudieron haberse dedicado al modelaje como Nick si lo hubieran deseado.

—No digas eso George. Ella no me gusta —aclaró su pequeño hermano Nick—. Aunque es una chica muy agradable.

Andrew entró por la puerta principal completamente destruido. Se notaban sus ojeras. Estaba agotado después de haber estado de guardia veinticuatro horas seguidas.

—Buenas —saludó a sus tres hermanos. Andrew era el tercer hijo de la familia y aunque era muy parecido a su hermano Fred, el color de su cabello era marrón claro y no negro como el de los dos mayores.

—Hola, Andrew —respondió el pequeño Nick saludando —¿Quieres que te prepare un té?

Trató de ser amable con su hermano.

—Gracias, Nick —indicó Andrew y despeinó al pequeño, de manera juguetona—. Pero solo voy a darme una ducha y voy a ir directo a la cama.

Andrew no quería causarle molestias a su hermano. Mientras se quitaba el uniforme de policía lo abordó Fred.

—Si trabajaras en la empresa como nuestro padre quiere, no tendrías que trasnochar tan seguido —espetó Fred a Andrew reprendiéndolo. Mientras que cerraba el periódico y se ponía de pie.

—Si todos hiciéramos lo que nuestro padre quiere, seriamos como tú, Fred. Y creo que el mundo no está preparado para eso —reclamó George, haciendo un gesto de repugnancia solo para molestar a su hermano.

—Ese estuvo bueno, George —secundó Nick, mientras reía y chocaba palmas con el mayor de sus hermanos.

Nick levantó todas las cosas que los demás habían dejado sobre la mesa y las llevó a la cocina para lavarlas.

—¿Qué les parece si invitamos a cenar a nuestra nueva vecina? —preguntó Nick insistiendo con el tema.

—Ya debo irme. Hoy tengo una reunión importante con la gente del laboratorio —enfatizó Fred, mirando su reloj. Seguido a eso se paró frente al sillón al lado de George.

—¿Qué ocurre? —preguntó George al ver a su hermano tapar la pantalla del televisor. Además, no dejaba de mirarlo.

—Tú también deberías darte prisa —le reclamó Fred a George—. Se supone que eres el presidente de la empresa.

—Adelántate, yo iré luego en la motocicleta de Andrew —repuso George, mirando su teléfono celular. Mientras que con la otra mano tomaba el control del televisor y subía el volumen.

—Como quieras —espetó Fred y salió molesto del departamento.

—¿Nadie me va a escuchar? ¿Qué hay con lo que dije de invitar a la vecina? —preguntó Nick incómodo con sus hermanos por no prestarle atención.

—Solo hazlo, y deja de pedir permiso para todo, Nick. Ya tienes veinte años puedes traer a casa a quien tú quieras —le explicó George y se puso de pie, acomodó su corbata y prendió los botones de su traje—. Debo ir a trabajar.

—Si ya te ibas, ¿Por qué no fuiste con Fred? —preguntó Nick a George.

—Porque no soporto a Fred los días que tenemos reuniones —respondió George y tomó el casco de su hermano Andrew mientras se dirigía a la entrada.

Autora: Osaku

III - Llegando tarde

Capítulo tres

—Disculpe, espéreme por favor —pidió Julia, mientras trataba de cerrar la puerta de su departamento y su vecino subía al ascensor al abrirse este.

—Lo siento. Ya se cerró —exclamó Fred, al ver que la chica corría al ascensor y este estaba a medio cerrarse.

Fred no le sostuvo la puerta a Julia y esta se molestó. Ya había empezado mal el día.

—Maldito desgraciado —insultó ella molesta, mientras miraba su reloj—. Voy a llegar tarde.

Se dio cuenta de que no podía seguir esperando el ascensor, ya que había muchos pisos y era probable que tardara en llegar hasta donde estaba ella de nuevo, en ese horario. Se había quedado toda la noche limpiando y se había olvidado de poner la alarma en su teléfono celular.

Le quedaba poco tiempo, por lo que trató de pensar con lógica. Después de correr como una maratonista y de atravesar innumerables situaciones bizarras, llegó a la entrevista de trabajo que tenía en la empresa Stephen Son. Llegando al edificio, y luego de pasar por recepción, Julia vio que un hombre entraba al ascensor y se apresuró. Parecía una desquiciada corriendo hacia él.

—Espere —suplicó levantando la mano—. No cierre la puerta.

Julia llegó a entrar antes de que se cerrara. Ya que el hombre dentro había presionado el botón para sostener abiertas las puertas del ascensor. A diferencia del otro sujeto, este por lo menos había tenido esa gentileza.

—Muchas gracias, señor —aseguró ella, feliz de que su suerte por fin estuviera cambiando—. Hoy no tuve una buena mañana. Creo que es un día de locos.

Ella ni siquiera había mirado a la persona que estaba a su lado en el ascensor y que había sido el responsable de que pudiera subir.

—¿Día de locos? —preguntó George, al ver a la joven no la reconoció de entre las caras de sus empleados.

¿Quién sería la niña que había subido con él al ascensor de su empresa?

¿Ella no sabía que él era el CEO?

—¿A qué piso se dirige? —preguntó George mirándola con más detenimiento mientras se acercaba a la botonera.

—Quince, por favor —dijo la joven mientras se acomodaba el cabello.

Por fin tuvo la gentileza de mirar al hombre frente a ella. Automáticamente, se sonrojó, la simetría en el rostro de ese hombre era impresionante. Su mandíbula, nariz, boca, todo en él, parecía perfectamente diseñado para una pintura de Da Vinci.

Por otro lado, a George no le interesaba saber de la vida de esa niña. Sin embargo, le había entrado curiosidad. A diferencia de lo que solía hacer con sus empleados, trató de sacarle conversación.

—¿Por qué no es su día? Señorita… —preguntó él más curioso, al poder examinar el rostro angelical de la joven. En verdad era muy bella, haría linda pareja con Nick pensó él.

—Julia, un gusto —dijo ella y le dio la mano como para saludarlo.

Él la miró de manera sorprendida. Esta chica era una caja de sorpresas. Le dio la mano y dejó que ella hablara.

—Para empezar, me desperté tarde porque mi reloj supuso que era bueno dejar de funcionar justo hoy. Mi edificio, pese a tener veinte pisos, tiene solo un ascensor funcionando, en el que sí te aprietas como sardinas enlatadas, entran cuatro personas como mucho —dijo ella descargando un poco su malestar—. Uno de mis vecinos, no sé por qué, no me esperó cuando le pedí que me ayudara a dejar el ascensor abierto, y cuando salí de mi casa tuve que bajar los veinte pisos por las escaleras de emergencia. Aun así, cuando venía en un…

George dejó de escucharla, esa chica hablaba demasiado. Se arrepintió de preguntarle después de cinco pisos. Aunque no podía negarse que se llevaba una buena vista, era una niña hermosa. Probablemente, tenía dieciocho años, por lo que lo mejor era no mirar tanto. No quería tener problemas legales. Ninguna mujer, por más hermosa que fuera, estaría en su cama si no tenía edad suficiente para hacerlo.

—No puedo —se dijo George a sí mismo, lamentándose al darse cuenta de que le gustaba mucho. Tal vez en un par de años ella seguiría por ahí, se consoló a sí mismo.

—¿Qué es lo que no puede? —le preguntó Julia, desconcertada, mientras interrumpía su relato.

George no se había dado cuenta de que lo había dicho en voz alta. Por suerte para él habían llegado al piso quince y la pequeña preciosura charlatana tuvo que bajar.

—Gracias por todo —indicó Julia mientras bajaba—. Adiós.

Ella lo saludó y él no pudo evitar sonreír. Después de saludarla, la puerta se cerró.

—Qué niña más curiosa —exclamó George, y se dio cuenta de que el perfume de la muchacha había quedado en el ascensor junto a él, una mezcla de miel y vainilla. Combinación poco habitual en una chica tan joven—. Y huele delicioso.

George conocía mucho de mujeres. Solía dormir con una distinta cada fin de semana. Aunque sus hermanos a veces lo molestaban un poco por ello. Ya que él era la cara visible de la empresa de su padre. Y al no ser un hombre que se comprometía podía traerle problemas. Sin embargo, hasta el momento había sabido mantener su vida sexual de su vida profesional, lo suficientemente apartadas como para disfrutar de los placeres de la compañía de una preciosa mujer entre las sábanas y llegar temprano a su trabajo.

Al bajar del ascensor lo esperaban en la sala de conferencias para la reunión con los inversionistas de los laboratorios. Sin embargo, al entrar descubrió que su hermano no había llegado. Otra vez se había enojado con él por rechazar su oferta de ir juntos al trabajo. Fred aún se comportaba como un niño, a veces. Lo que le parecía gracioso a George.

Su secretaria entró y le dijo que su hermano tenía un inconveniente, por lo que no podría subir a la reunión y que esperaba que él se pudiera hacer cargo de todo. Sin embargo, si requería de su presencia de manera urgente, debía llamarlo.

Autora: Osaku

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play