NovelToon NovelToon

YO NO SOY LA MUJER DEL PRESIDENTE

Primer encuentro

Título: YO NO SOY LA MUJER DEL PRESIDENTE

Autora: Coke del Castillo

Obra original. Reservados todos los derechos de autor. Prohibida la redifusión, modificación o apropiación indebida.

Capítulo 1

Marta se dirige corriendo con todas sus ganas hacia el edificio más alto de la avenida Grandes. Sabe que llega muy tarde y sabe que la odiosa líder del equipo va a aprovechar la ocasión, ya que normalmente ella no da problemas y es difícil reprenderla. Marta no sabe por qué desde el primer momento en que se encontraron la mujer sintió animadversión por ella, sin conocerse siquiera.

Marta no era guapa. Tampoco se arreglaba ni maquillaba, como hacia la mayoría de empleadas, porque ella solo iba allí a trabajar a cambio de un sueldo y nada más. Ni siquiera estaba de cara al público pues su especialidad era el control de archivos. Era la encargada de que cada cosa estuviera en su lugar y cualquier expediente fuera localizable de forma rápida. En una empresa del tamaño de La Gorgona, el número de documentación que se manejaba era de cientos de papeles al día y muchos miles al año. Nunca se sabía cuando era requerido algún contrato o la información guardada de un cliente.

Para ella, un ratón de biblioteca, tímida y discreta, que odiaba llamar la atención o ser demasiado visible, era el empleo perfecto. Salvo por esa piedra en el zapato que era su superior. Siempre andaba espiándola y buscado el error más mínimo para atacarla.

Tropezó con el escalón de la entrada e iba directa al suelo cuando unos brazos enormes y fuertes la sujetaron casi por el aire. Un hombre la tenía apretada contra su cuerpo mientras ella había cerrado los ojos, temerosa y esperando el golpe.

Cuando abrió los ojos, desde arriba la contemplaba una mirada curiosa y sexy. Los ojos más bonitos que había visto en su vida, la miraban, mientras el hombre que la tenía en sus brazos aún, le sonreía. Intentó ir hacia atrás, pero no pudo porque él la abrazaba y parecía cómodo teniéndola así.

—Casi te caes. Ten más cuidado. ¿Cómo te llamas, linda?

—Ma... Marta —tartamudeó.

—Marta. ¿A donde vas?. —pronunció su nombre con su perfecta boca y ella se estremeció por dentro.

—Al trabajo. A mi puesto.

Ella contestaba a todo sin cuestionarlo y como si tuviera todo el tiempo del mundo para estar allí de charla. Cuando se dio cuenta de esto, hizo un poco de fuerzas para separarse y le dijo:

—Tengo que irme, señor. Perdone.

Y sin dar opción a la respuesta, salió corriendo hacia el ascensor. No podía permitirse llegar más tarde o peor aún, que alguien la viera parada en el vestíbulo de cháchara con un hombre. La supervisora le gritaría como una posesa y la acusaría de estar coqueteando en vez de cumplir con sus obligaciones. No quería darle armas para el despido aún, porque necesitaba el trabajo.

De todos modos, giró la cabeza hacia atrás para ver por última vez a aquel adonis. Rara vez veía a alguien así y esos ojos eran muy especiales. Él también la estaba mirando y ella con susto se metió de una en el ascensor, tocando el botón de la planta más baja. Esperaba que el hombre no la siguiera.

......................

El hombre del vestíbulo se la quedó mirando hasta que desapareció en el hueco del ascensor. Sonreía de oreja a oreja, mientras pensaba que había encontrado un hermoso conejito allí mismo, al alcance de su mano. Miró a Leonardo que lo seguía siempre, dos pasos por detrás, y le hizo señas.

—Quiero saber quien es y en que departamento trabaja.

—Sí, jefe. ¿Quieres el expediente completo? —se burló un poco el otro.

—Y más. Llama al detective y que la siga.

Ahora sí, su amigo y asistente, lo miró con sorpresa.

–¿Para tanto es?.

—¡Uf!. No lo sabes bien. La toqué por todos lados y tiene más curvas que el circuito de Le Mans. Es tan inocentona que ni cuenta se dio del manoseo que le metí —se rió. —Es muy dulce y huele rico. Ahora mismo me apetece comerme algo así. Estoy cansado de las víboras de silicona de siempre.

—Ahora entiendo. Sí, se ve dulce, pero no es muy guapa.

—No es llamativa, pero tiene algo esa mujer. En fin, tú dame lo que te pedí y ya veremos hasta donde llego con ella.

—Hecho.

El hombre que hablaba era Joel Del Castillo, presidente de la corporación La Gorgona. Un playboy exitoso, guapo, millonario y un sinvergüenza con las mujeres. Según él, la culpa no era suya porque era asediado constantemente por un sin fin de féminas que lo querían de amante, de marido o de lo que surja. Era imposible que él se resistiera siempre.

Cuando se iba con una mujer, siempre avisaba de que era solo sexo y nada más y la mayoría entendía, pero siempre había alguna que no lo creía y seguía insistiendo después de tener una noche con él.

A Joel no le interesaba el amor. Ni las relaciones y si por él fuera, ni siquiera se casaría, pero su familia no lo permitiría, así es que ya tenían una novia seleccionada para él, aunque de momento no se habían visto. A Joel le daba igual una que otra, y si debía casarse, que fuera del gusto de su madre, pues iba a pasar más tiempo con la suegra que con él. No pensaba cambiar de vida en absoluto solamente por una esposa de papel.

Ese fin de semana su madre le había convocado en la casa familiar para presentar a la familia y a la novia. Le dijo que fuera guapo y él se echó a reír diciéndole a su madre que si él tenía otra forma de ir. La mamá también rió.

—Hijo ya sé que eres guapísimo, pero te veo tan poco que se me olvida hasta tu cara.

—Mamá, el trabajo no me deja tiempo apenas y cuando salgo estoy tan cansado que solo quiero relajarme un poco y dormir. —Cuando hablaba con su mamá su tono se volvía aniñado de inmediato. Era un poder que solo tenía ella.

—Ya sé con lo de relajarte a lo que te refieres. Pero Joel cuando estés casado no debes...

—Mamá yo no quiero casarme, la que quiere eres tú y yo acepto obedientemente. Pero mi vida no va a cambiar en nada y eso te lo avisé desde siempre. Se lo puedes decir a tu novia elegida si quieres porque yo no voy a mentirle a nadie. —En este tema no iba a dar el brazo a torcer. Su cara se volvió de piedra, aunque su madre no podía verle. —Si aun así acepta esa vida, es su problema no el mío

—Joel, no seas tan duro. Esto es por tu bien.

—No, mamá, no te voy a explicar esto más. Es por tu paz y la de la familia, que sigue anclada en el siglo pasado, no por mí. —Suspiró cansado del tema. —Obligarme a esto, no es por mi bien en absoluto

—Joel...

—Así son las cosas, mami. No voy a mentirle a nadie

—Bueno. Primero cásate. El amor vendrá después

—Lo dudo... No discutamos más que tengo que seguir trabajando. Te veo el sábado. Te quiero, besos

—Besos, mi amor —se despidió la señora.

......................

Joel se acomodó en el asiento trasero de su limusina. Iba camino a una reunión importante y preferiría estar centrado en eso en vez de la cena de su madre. Había aceptado el compromiso con aquella mujer. A él no lo beneficiaba apenas y era más una cuestión de su familia que quería una alianza de prestigio con la familia de la futura novia, y que además vivían pensando en el que dirán. Según ellos, el hecho de seguir soltero a su edad daba mucho de que hablar y no era bueno para su reputación.

A él le daba exactamente igual casarse que no, puesto que sabía bien que el amor no era un tema importante en su perfecta vida. Ni lo contemplaba siquiera. Le gustaba vivir bien y ser libre. Sin dar explicaciones a nadie, sin necesitar a nadie y mucho menos, morir de amor por alguien. Eso sería el acabóse. Ya le pasó una vez y fue suficiente sufrimiento para cien vidas.

Así que si su madre tenía el capricho de vivir la gran boda de su hijo mayor, por él estaba bien. Pero de ahí a mentir fingiendo un matrimonio real y bien avenido... Eso no iba a pasar nunca. Dijera lo que dijera su familia. Lo había dejado claro y se lo diría también a la familia de la novia y a ella, antes de anunciar ningún compromiso. Lo menos que quería era verse después en un lío, escuchando los reclamos de una esposa tóxica y loca y sus allegados. Que quedara todo claro para cursarse en salud.

......................

Marta, salía después de cumplir con su jornada laboral. Tal como predijo, el trabajo estuvo desafiante, después de estar todo el día soportando el malhumor de la supervisora y sus constantes pullas. A pesar de su timidez, no era alguien que se dejara amedrentar sin límite. Y aunque de momento se había mantenido callada frente a las injustificadas afrentas de aquella señora, estaba a punto de explotar.

Había estado enviando currículums a otras empresas y en unos días tendría una entrevista. Si todo salía bien, se marcharía de aquí y dejaría atrás a esa malcriada. El trabajo le gustaba mucho y La Gorgona era una empresa con un stock de archivos enorme y además contaba con muchos medios tecnológicos de control. Era una gozada trabajar ahí. Pero ya no soportaba más. Suspiró cansada y se fue a esperar el autobús de regreso a casa. Mañana sería otro día y también saldría el sol.

Primer round

Capítulo 2

Marta es una mujer no muy bajita, delgada y estilizada. Tiene ese tipo de cuerpo de líneas suaves y alargadas en el que no resalta especialmente ninguna curva, sin grandes pechos, sin grandes caderas, pero firme. Como toda mujer ella también tiene sus encantos. Sus amigas decían que cualquier cosa que se ponía le quedaba bien, debido precisamente a su esbeltez. Era muy estilosa sin proponérselo. Claramente, ella no se daba cuenta, pero atraía más miradas de las que pensaba 

Su figura resultaba delicada y fina, y aunque su rostro no tenía nada destacable, la chica es de ese tipo de belleza sencilla y bonita. La nariz recta y fina, ojos un poco alargados que le daban un aire de misterio y una boca pequeña de labios rosa. Sin embargo, todo en su cara se transformaba debido cuando su boca se abría con una sonrisa, dejando ver dos hoyuelos a los lados de las comisuras. 

Su cabello era otro de sus atributos pues mantenía una melena larga hasta la cintura, espesa y de un color castaño brillante. Normalmente, lo llevaba en un apretado moño bajo la nuca y las grandes gafas que utilizaba escondían también gran parte de su cara. Toda ella era discreción y reserva. 

Nunca fue una mujer especialmente coqueta o femenina y con su personalidad tímida y tranquila eran muy raras las ocasiones en las que se maquillaba o se arreglaba lo suficiente como para que alguien se fijara en ella. Sus amigas le reprochaban esa falta de autocuidados, pero en realidad ella se sentía muy bien y estaba muy a gusto con su forma de ser. Además, no estaba especialmente interesada en sostener relaciones con nadie. 

Era muy jovencita la primera vez que tuvo un desamor con alguien que la engañó miserablemente y eso la dejó marcada. Nunca más quiso arriesgarse a entregar su corazón para que se lo rompieran. Así que decidió que el amor no era para ella. De eso hacía mucho tiempo y descubrió que lo que para otros era soledad, para ella era libertad con mayúsculas. 

Y no se arrepentía en absoluto, máxime cuando veía a todas sus amigas y conocidas sufriendo en sus relaciones de pareja, una y otra vez. Al principio de enamorarse todo era miel sobre hojuelas, y habían encontrado al hombre perfecto, el amor de su vida. Pero después de un año, todo eran problemas y dramas constantes, donde todas ellas se veían envueltas en situaciones de rupturas, reconciliaciones, celos e infidelidades. Y ella era el eterno paño de lágrimas que consolaba a una y otra durante días hasta que se producía de nuevo el fenómeno de reconciliación o de ruptura definitiva.

Olga y Dácil, eran sus dos amigas de infancia y el mejor ejemplo de todo esto. Lo que no comprendía Marta era como tiempo después de romper volvían a enamorarse una y otra vez, para vivir el mismo ciclo. Cuando preguntaba, le decían que lo más importante del mundo era el amor y que no querían acabar solas y amargadas como ella. Pero de la tres, precisamente la más feliz era Marta. Y no estaba sola, simplemente era libre. No entendía esa idea de que hay que tener un marido o una pareja y que será el amor de tu vida y tu alma gemela y con la que estarás para siempre, cuando claramente eso nunca sucedía así. 

En cualquier caso, ella respetaba la elección de las chicas y si era lo que querían hacer,  estaba bien. Esperaba que algún día fueran capaces de encontrar la estabilidad junto a alguien. Marta no dudaba de que la persona adecuada puede llegar, después de conocer a muchas personas inadecuadas. 

Lo que más le importaba es que ahora realmente era feliz con la forma de vida que había elegido. Disfrutaba de sus libros, viajaba con frecuencia siempre que el trabajo se lo permitía, ganaba bastante dinero, tenía un bonito piso muy céntrico, heredado de sus padres que decidieron irse a vivir a las afueras a una casa con jardín, y el tiempo libre qué le quedaba lo llenaba con algunos voluntariados y con otra de sus pasiones qué era cultivar rosas. 

Salía con su grupo de amigos de vez en cuando y casi a diario hablaba con Olga o con Dácil y con eso tenía suficiente para cubrir su cuota de sociabilidad. No podía pedir nada más. Cierto que en el trabajo no le iba todo bien que deseaba, debido a la insoportable de su jefa que no le permitía estar en paz. Pero eso iba a cambiar pronto porque en la última entrevista de trabajo que tuvo, le ofrecieron por fin condiciones muy similares a las que tenía y en cuanto le confirmaran la fecha de incorporación en su nueva empresa, definitivamente presentaría su carta de renuncia. 

Eso era algo que también la llenaba de excitación. Tenía muy buenos presentimientos con su nuevo trabajo y aunque no era una persona a la que le gustaran los cambios consideraba que éste era absolutamente necesario. La única cosa que Marta no soportaba era que la presionaran constantemente y que le robaran la paz.  

"Y mi paz, no es negociable", pensó. "Así que tururú. He tenido suficiente de este trabajo y de la mujer esa"

Sentada en la terraza de su amplio piso, disfrutando de las vistas, reflexionó en que la vida era buena con ella. "Oh, sí. La vida es buena". Sujetó la taza de chocolate con las dos manos y dio un buen sorbo al espeso líquido caliente, sintiéndose la persona más afortunada del mundo. 

......................

Joel andaba de un malhumor tremendo. Su madre una vez más al ataque, lo obligaba a asistir a una cena de gala esa misma noche en su mansión y era de esperar que estuviera la famosa prometida también. Hasta ahora él ni la había visto y no le interesaba relacionarse con ella. Pero sabía que no podía escapar siempre. 

Salió de la oficina con intenciones de marcharse a su casa y empezar a prepararse, pero se detuvo en la salida al ver a la misma chica de hacía unos días. ¿Maya se llamaba?. Maria, Marcia… no lo recordaba, aunque su secretario le había dejado la información que pidió sobre ella en la mesa. No tuvo tiempo de leerlo y ahora se arrepentía un poco porque quería acercarse a ella. Salió detrás de la mujer e ignoró a su chófer que le abrió la puerta del vehículo. 

La muchacha caminaba a paso firme, pero no se daba cuenta de que alguien la seguía y eso le permitió a Joel observarla mejor. Sus curvas suaves y su andar felino lo llamaban como el agua llama al sediento y se extrañó de este interés tan repentino. Quería estar cerca de ella y no sabía por qué. Dio unos cuantos pasos rápidos para alcanzarla y le tocó el hombro.

-¡Hola!. Nos encontramos de nuevo - le dijo sonriendo de oreja a oreja. Ella lo miró un poco sobresaltada por la invasión. Frunció el ceño como recordando de qué se conocían y él le aclaró - En el vestíbulo de la Gorgona hace unos días, casi te caes y te salvé, como hacen los caballeros de brillante armadura

Realmente la sonrisa de él era tan deslumbrante como el acero pulido. Ella casi se queda ciega. Entre eso y sus bonitos ojos azules, el hombre se ajustaba perfectamente a la descripción de un noble caballero. Lo que no entendía Marta era la razón de detenerla en la calle. Se había olvidado de darle las gracias aquel día por las prisas, así que lo hizo ahora.

-Olvidé darte las gracias aquel día por no dejarme caer

-No hay de qué. Me gustó abrazarte por un momento. Eres realmente linda - Joel usó su mejor tono seductor y sexy con ella. Estaba seguro de que a poco que presionara la tendría en el bote.

-¿Qué…? - Marta se sorprendió. ¿Este estúpido la detuvo para ligar con ella?.  Su cara cambió de inmediato pasando del agradecimiento al desprecio. - Le agradezco el gesto del otro día. No hay nada más, así que me voy que tengo prisa. Discúlpeme 

Y siguió de largo hacia la parada del autobús que casi llegaba, dejándolo en medio de la gente que iba y venía acelerada, alejándose rápidamente de ese molesto hombre. Joel no daba crédito. ¿Esa mujer no sabía quién era él? ¿Lo acababa de ignorar?. Ciertamente, era de las pocas veces por no decir la única que una mujer lo dejaba de lado. ¡Y además una tan común como ella!. Regresó hasta la limusina dice el chófer volvió a abrirle la puerta y una vez dentro, arrugó la cara, pensativo. Mañana se ocuparía de esto.

La prometida

Capítulo 3

Cuando Joel llegó a la mansión de sus padres el vestíbulo estaba completamente repleto de gente y de camareros que atendían diligentemente a todos los invitados. El lujo y la ostentación se hacían presente por doquier, en cada uno de los objetos de la sala. A eso se sumaba la belleza de la arquitectura del espacio y los lujosos y finos materiales que remataban la hermosa construcción. A donde quiera que posara la vista aquel salón olía al dinero y poder, típico de la clase alta.

Era totalmente el estilo de sus padres aunque a él personalmente no le gustaba vivir así. Quizá porque toda su vida se crió de esa manera. Joel tenía dinero y desde luego disfrutaba del lujo y sus privilegios, pero en lo personal le parecía todo muy decadente y elegía un estilo más sobrio en su casa, en su ropa y en su vida. 

Sus mejores amigos no eran los más ricos si no los más leales y los conservaba desde sus años de universidad. Obviamente, ellos no estaban invitados a eventos de esta clase pues aunque no eran pobres tampoco estaban entre los más ricos y poderosos. Joel torció el gesto antes de buscar a su madre con la mirada y dirigirse hacia ella. La vio al lado de su padre saludando a los invitados más destacados de esa noche, entre ellos a la familia de su futura esposa.

Su madre, Elena Moreno, destacaba entre las demás mujeres por su elegancia. Llevaba un vestido de su diseñador favorito, Valentino, y el hijo no quiso ni pensar en el precio de la emblemática pieza, que conociendo a su madre sería única y tres veces más cara que cualquiera de los vestidos de las invitadas presentes esa noche. Ella todo lo hacía a lo grande.

Su padre, David del Castillo, era un poco más comedido, pero lucía igualmente imponente junto a su mujer. Hacían una perfecta pareja y Joel podía decir a boca llena que realmente lo era. Tenían sus defectos, desde luego, pero en su casa siempre había primado el respeto y el amor, no solo entre la pareja sino hacia los hijos. Joel era el mayor de tres y por cierto que no conseguía distinguir a Lola ni a Gabriel, sus hermanos más pequeños.

Cuando sus padres lo divisaron sus sonrisas se hicieron más amplias y más sinceras. Con la mano su madre hizo señas para que se acercara, así que avanzó hasta ellos y fue abrazado por su madre y palmeado en la espalda por su padre. 

—¡Al fin estás aquí!. Ya estaba dudando de que vinieras —le reprochó su madre a bocajarro, haciendo un mohín con la nariz. 

—Por mi gusto no estoy mamá ya lo sabes, pero me comprometí a venir y aquí estoy. Papá ¿cómo andas? ¿Todo bien?.

—Perfecto, hijo. Pensaba ir a visitarte estos días en la empresa a echar un vistazo si te parece bien.

—Siempre eres bienvenido papá, ya lo sabes. 

Aunque Joel se encargaba de la mayoría de las gestiones y ejercía como presidente en La Gorgona, su padre seguía siendo un importante referente dentro de la empresa y sus consejos para él eran valiosos.

—Ven que quiero presentarte —interrumpió su madre. No quería que aquello se convirtiera en una charla de negocios pues sus dos hombres favoritos podían entrar rápidamente en eso.  Lo disfrutaban. Así que le  cogió de la mano y casi le arrastró hasta un grupo de cuatro personas que Joel imaginó que serían su prometida y sus familiares.

—Arianna, te presento a mi hijo Joel. Joel esta es Arianna de Alcázares y estos son sus padres don Juan de Alcázares, Mónica Torres y su hermano, Gonzalo de Alcázares.

Joel inclinó la cabeza ante las mujeres y extendió la mano a los hombres, elegantemente y con el rostro sumamente serio.

—Es un placer conocerlos —dijo.

Su supuesta prometida lo miró como un gato a la leche y efectivamente se pasó la lengua por los labios en un gesto que quería resultar provocativo, pero que a él le dio un poco de ripia. La cosa no empezaba bien, pensó. No negaba que la mujer era hermosa y seguramente talentosa, o eso creía, ya que era la elección de su madre; sin embargo, a él no le producía ningún tipo de atracción o sensación grata. 

Se fijó en los padres de la mujer y el hermano que, en cambio, parecían gente agradable. Esperaba que la chica hubiera heredado algo de eso también porque lo que más odiaba en el mundo era la vulgaridad y las salidas de tono. De todos modos, si esa era la escogida por Elena, no pensaba negarse a lo que quería para él.

Llegó el momento de ir al salón para la gran cena y por supuesto a él lo sentaron junto a esa chica… y eso fue un verdadero error por parte de la gran dama Elena Moreno.

La señorita de Alcázares no paró de hablar y cotorrear en toda la cena insufriblemente, de una manera tan desagradable, narcisista y egocéntrica, que Joel por un momento se quedó mirándola y la visualizó como un enorme pez que no dejaba de boquear. La idea lo hizo reír y casi se atraganta por su propia estupidez. Ella lo miró desconcertada y curiosa pues no creía que le hubiera dicho algo gracioso. 

Joel juraba que incluso se había molestado por su risa a destiempo, pero es que esa mujer había cruzado el límite de su paciencia y no le importó ni lo más mínimo. Él ya no estaba dispuesto siquiera a ser cortés y empezó a tratarla con un poco de irónico desprecio disfrazado de exquisita educación. 

Y eso era algo que Joel dominaba muy bien pues en el tipo de sociedad en la que se crió, uno aprende el arte de convertir lo políticamente incorrecto en totalmente aceptable. Así que a partir de cierto punto el hombre comenzó a burlarse sutilmente y de una forma en que solo era evidente para alguien despierto y atento como sus padres y sus hermanos.

Estos últimos habían quedado sentados frente a la pareja y apenas podían contener la risa. Sabían perfectamente lo que estaba haciendo Joel. Ya lo habían visto antes actuar así antes con otras personas que le resultaban desagradables. El culmen fue cuando le ofreció un gran vaso de agua a la mujer y cuando ella le preguntó para qué él comentó.

—¡Oh! Solo pensé que necesitaría respirar. Descanse la garganta un momento.

La mujer río encantada. 

—Qué amable es usted señor del Castillo.—Ella creía que estaban haciendo avances. 

Él la miró con una sonrisa malévola y asintió varias veces con la cabeza.

—Sí. Se me conoce precisamente por mi amabilidad.

—Su cara decía todo lo contrario y la chica lo miró dudosa, pero su voz era tan agradable que no quiso llevarle la contra. 

Su madre lo fulminó con la mirada desde la distancia. Él le hizo un gesto inocente como diciendo que no entendía a qué se refería. Lola y Gabriel, por su parte, se tapaban la cara para no ser descubiertos desternillándose. Por su parte Arianna cada vez que intentaba soltar el vaso y seguir hablando era interrumpida por Joel que le decía:

—Beba otro poco, beba otro poco que hidratarse es sano. 

Ella negaba con la cabeza e intentaba explicarle que ya había bebido suficiente, pero él le ponía el vaso casi en la boca y la obligaba a seguir hasta que llegó un momento en que la mujer se disculpó para ir al baño con prisa. Los hermanos de Joel apenas podían contenerse, mientras el mayor les hacía gestos traviesos y desesperados. 

Y por fin la cena terminó para dar paso al baile de gala. Los tres hermanos se reunieron rápidamente para abrazarse pues antes de la cena no se habían visto casi. Lola y Gabriel estaban felices de verle. Sin embargo, la alegría les duró poco porque la prometida de papel siguió al hombre que la traía loca y de manera desconsiderada se plantó entre ellos, interrumpiendo el momento. 

Arianna intentaba pegarse a Joel cogiéndole del brazo y tratando de que la invitara a bailar. Le ofrecía miradas insinuantes y pretendía con sus gestos y sus movimientos que él se fijara en su figura y en su escote. Pero Joel cada vez sentía más asco por la mujer y la apartaba tratando de encontrar a sus padres para que le explicaran por qué demonios habían escogido a esa señorita con un comportamiento tan inapropiado, para él. No conseguía entenderlo pues precisamente su madre era una de las mujeres más elitistas que conocía.

—Mamá, tenemos que hablar. —Arrinconó a su madre y le habló con los fiebres apretados. Elena suspiró. Su hijito estaba muy enfadado. 

......................

Mientras todo eso sucedía, en otra parte de la ciudad y ajena al drama, una mujer con el largo cabello suelto y en pijama era iluminada por una luna llena de las más hermosas del año. Marta aparecía bonita y tierna con su vestimenta de unicornios. Uno de sus pocos placeres femeninos e infantiles. Le gustaban los pijamas de unicornios y tenía una gran variedad de ellos. 

Respiró el aire de la noche, feliz. Presentaría su renuncia mañana y por fin sería libre. Dejaría atrás a la supervisora psicópata y aquel oscuro sótano. Abrió los brazos estirándose, abarcando el paisaje como si toda la ciudad le perteneciera. Se sintió como una auténtica ganadora.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play